Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternos Enemigos por kurerublume

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Mis amores, aquí el cap no. 3

Espero lo disfruten y muchísimas gracias por su apoyooo aLocaSuelta, Inita, Pandora-101, Yuuki Michaelis y Sakuraii. Son un amooooor

CAPÍTULO III: Después de unas semanas


La única opción que tengo es pedir ayuda. Nuestro ejército ha dejado de ser tan fuerte en estas tres semanas de la ausencia de nuestro líder, por alguna razón, todos parecen asustados. Sin mencionar a nuestro rey, ha estado con un humor terrible, en serio luce desesperado por hallar a su hijo, pero de una manera que no sé por qué, pero no puedo llamar paternal.


-¡Domitius! ¡señor!


-Te recuerdo que no soy un señor - ¿en qué momento ya estoy casado o con hijos? ¡No, gracias! Para eso está mi General, el cual sí está comprometido con otra princesa. Yo a lo mucho con alguien del Consejo, pero no es mi prioridad ni mucho menos algo que desee. No cuando quiero seguir acostándome con quien me plazca - ¿qué sucede?


-El Consejo le llama - ¡genial, justo lo que quería hacer!


-Bien, iré de inmediato – digo con el ceño fruncido, creo que en estas semanas no se me ha quitado esta expresión.


En el camino sólo puedo pensar en mis queridos amigos, Cornelius y Lucius. No puedo creer que todavía no sepamos de ellos, a estas alturas se esperaba que al menos uno hubiera regresado; no quiero ni imaginarme lo peor, no puedo.


Abro la puerta con algo de altanería, estas personas son así y no pienso dejar que asuman que pueden tratarme como se les venga en gana, y es por esta razón que no suelo venir; soy demasiado orgulloso y “grosero”. Aunque claro, eso no me salva de hacer una reverencia al estar frente a ellos.


-¿Me llamaban?


-Domitius, tenemos asuntos que tratar contigo.


-Por supuesto, ¿en qué puedo servir, señores? – alzo la vista para ver mejor a esas personas con elegantes ropas.


-Necesitamos que hagas una misión de búsqueda, personalmente.


-¿Disculpen? –miro extrañado a todos. Bueno, no es como que no lo haya pensado antes.


-Lo que oíste, queremos que conformes un grupo junto con otros dos soldados para que busques a nuestro General Lucius. Las armas que necesites te las puedes llevar y tienes que partir al amanecer.


-Como ordenen, con permiso.


Y ya tengo en mente qué soldados llevarme, aunque francamente bien podría ir yo mismo, pero no soy tan bueno rastreando. Lo mío es el espionaje y recopilación de información. Soy quien ha proporcionado la mayoría de información sobre las criaturas inferiores, al menos desde que la guerra empezó.


La noche se muestra tranquila, pero eso no evita que me ejercite y que practique mis técnicas de ataque. Al finalizar, me siento bastante sudado y no me queda otra más que tomar un baño. En cuanto el agua y las fragancias que uso invadieron mi cuerpo, me relajé completamente y cerré mis ojos.


¡Maldición! Me hubiera gustado acostarme con una bella mujer, uno nunca sabe cuándo va a morir, pero hacerlo ahorita me agotaría más y probablemente mi eficiencia no sería la misma para la misión.


-¿Dónde buscar? Sólo sé que sus dominios son más al sur, pero no sé si dirigirme hacia el oeste o el este. Además, todo rastro seguramente ha desaparecido – dejo salir un suspiro de cansancio. Los que se suponían eran los mejores “rastreadores” han fracasado y sinceramente no sé la razón por la que me mandan a mí. Comprendo lo del grupo pequeño, pero ¿por qué yo? Ese no es mi campo y aunque me hayan pedido buscar sólo a Lucius, en definitiva, también encontraré a Cornelius– más les vale haber sobrevivido, malditos – mis queridos amigos.


                                                                                          ***


Aún recuerdo cuando empecé a ser amable con ese minotauro, apenas al siguiente día en el que casi muero por el precipicio:


-Oye… - de acuerdo, he estado practicando esto por horas. Yo puedo - ¿cómo te llamas? –salió más tímido de lo que esperaba. No, no, no, ¿cómo pudo haberme salido tan patético? ¡Aghh, ahora estoy más nervioso e incómodo!


Y este sólo se me queda mirando confundido.


¿Lo hice tan mal? ¿No quiere decirme su nombre?


-Arion.


Pero tampoco con tanta efusividad, por favor. Estoy intentando ser cordial, ganarme su confianza es mi nueva estrategia, así que no puedo dejar que esto me moleste… o al menos, no demostrarlo.


-Yo me llamo Cornelius –le sonrío con algo de esfuerzo – gracias por la comida de hace rato.


Y así todo empezó, de eso tendrá ya unos 20 días.


¿Mi error?


Que ser amable se está volviendo algo natural en mí hacia el minotauro. Me he dado cuenta que, aunque es callado, la verdad es bastante cuidadoso conmigo. Siempre me da de comer y lo bueno es que jamás me ha golpeado, humillado o me ha ofendido; no puedo quejarme.


De hecho, no sé cómo explicarlo, pero la verdad es que cada vez que se va siempre me pongo ansioso por su regreso y eso también tiene una explicación:


Hace dos semanas, intenté escapar y acabé perdiéndome en el bosque. Confieso que me asusté mucho, y no porque sea miedoso, claro que no, sino porque me atacaron unos apestosos animales que no sé qué eran. Lastimaron mi espalda y aunque me defendí, no fue suficiente; eran demasiados.


Por suerte, este Arion llegó a tiempo. Me avergüenza todavía decirlo, pero me salvó. Aunque bueno, yo también ayudé un poco y logré matar a dos de ellos… cosa que no le agradó mucho a ese minotauro.


Oía nuestras respiraciones cansadas, intentando tomar más aire.


Cuando todo pareció estar bien, se acercó a mí y retrocedí con rapidez, pensé que me iba a matar. Pero no. Bufó molesto y me puso contra un árbol, de espaldas a él. Recuerdo que sentí sus manos a mis costados y su respiración muy cerca de mi piel; estaba revisando mis heridas, pero se sentía muy extraño.


Me guió con cuidado de regreso a su casa y no dijimos nada. Supongo que realmente no queríamos enojarnos más con el otro, él más que yo.


Me puso contra la cama de piedra, no sin antes poner el pelaje encima para que no me diera frío. Se me hizo tierno.


Se fue por un tiempo y comencé a sentir mucho dolor, ardía demasiado. Y de la nada, sentí algo frío sobre mi espalda y provocó que gritara. Recuerdo sus dedos acariciando mi brazo, como si hubiera querido tranquilizarme. Apreté mis manos para aguantarme las ganas de golpearlo y de seguir gritando de dolor. Pero sabía que intentaba ayudarme.


-No me queda de otra – pensé, rindiéndome, permitiendo que me tocara y siguiera untándome aquella sustancia que olía a hierbas.


Por un momento, sus dedos resultaron ser casi exquisitos, pero deseché esa idea al recordar quién o qué era lo que me estaba tocando.


Se fue sin decirme nada y yo simplemente me dormí.


En fin, ha sido prácticamente la misma rutina desde entonces. Ya casi estoy como nuevo.


Un ruido logra distraerme.


Dejo de pensar en todo eso cuando escucho que llega. Me levanto y voy directamente hacia él, su olor es tan penetrante.


-Arion, tengo que preguntártelo – pensar en eso sólo picó mi curiosidad, quiero saber por qué no le agradó que me defendiera - ¿por qué te molestó que haya matado a esos animales? – me cruzo de brazos, intentando mostrarme imponente.


Suspira.


Voltea a verme y sé que me responderá, tal vez con tres palabras. No habla mucho.


-Eran vida – ajá, ¿y entonces? – no debiste hacerlo.


No, sigo sin comprender cómo piensa. Obviamente eran vida, pero la mía estaba en peligro y por el miedo no pude medir mi fuerza. Pero bueno, tampoco empezaré una discusión.


-Pero tú también eres un soldado, deberías de entender.


-Humano - ¡y sigue con eso!


-Cornelius – lo corrijo de manera cortante.


-Cornelius, acuéstate - ¡maldita sea! Con eso está más que cerrada la conversación. Supongo que no puedo hacer nada más.


Desde esa vez, él me ha estado ¿cuidando? Siempre limpia mis heridas aunque le digo que no, ¿por qué justo en la espalda? Así me es imposible curarme yo mismo.


-¡Ahh! – ok, controla tu voz, ya no arde, pero la sensación me tomó por sorpresa. Hasta me moví nervioso por la sensación fría, por eso y porque enserio sus dedos son rasposos, como si intentara hacerlo con delicadeza con una mano mientras que con la otra me sigue sujetando de la cintura como si fuera a huir. Esto se siente muy extraño.


                                                                                  ***


-Niño – sé que de esa manera será más fácil llamar su atención porque en serio detesta que le llame así. Estos días ha estado muy disperso, casi ausente – niño – vuelvo a llamarlo porque de verdad me está ignorando.


-¿Qué quieres? – su voz es diferente, no me gusta.


Tal vez, sólo tal vez… le permita…


-Lucius, ¿quieres salir? – eso en definitiva llama su atención porque ahora sí voltea a verme. Me mira entrecerrando los ojos, sospechando de mis intenciones –es en serio, ¿quieres? – ve al piso y noto cómo sus ojos bailan, pensando qué hacer.


-¿Ya te cansaste de  mí? Podrías simplemente decirme eso y asesinarme – este no es ese engreído Ex General que conozco, para nada. Sus palabras, su tono de voz y hasta su rostro han dejado de ser lo que he conocido por tantos años.


-Sí, ya me harté de tenerte, pero eso no significa que vaya a matarte, al menos no aún. Y lo que te pregunté es en serio. Responde – parece dudarlo un poco más.


-¿Es en serio?


-Completamente – espeto con mucha seguridad y es ahí que se empieza a poner nervioso, pero no sé por qué.


Lo que sí sé, es que debo de tener cuidado con este niño. En cualquier momento podría intentar escapar y no me he pasado tanto tiempo intentando capturarlo como para que eso pase tan pronto. Será libre, sí, pero no ahora.


Lo llevo con lentitud hacia la salida y es hasta que el sol le da de lleno en la cara que noto una ligera sonrisa en su rostro. Parece que necesitaba el viento en su cara y el sol en el resto de su piel, totalmente comprensible.


-Ahhh – suelta un suspiro increíblemente largo, no se da cuenta de eso hasta que nota que lo miro fijamente - ¿qué? - ¡vaya! Otra vez ese tonito.


-Me sorprende lo mucho que necesitabas salir. Me lo hubieras pedido antes – resopla con claro fastidio y eso simplemente me divierte.


-Sí, claro.


-No te volveré a sacar hasta que lo pidas formalmente – voltea a verme como si le hubiera dicho la peor cosa del mundo, en serio es demasiado orgulloso. Ya ni el hecho de que es mi prisionero logra doblegarlo un poco.


-¿Qué soy? ¿Tu mascota? – me río un poco por lo que le voy a responder y que sé que lo va a molestar aún más.


-Una mascota obedece, tú no. No eres mi mascota, eres mi prisionero.


-Lo único que tenemos tú y yo, es enemistad; así como yo lo soy, tú también eres mi enemigo y siempre lo serás – se acerca señalándome con su dedo índice y una expresión que demuestra verdadero odio.


-Bueno, en eso no puedo llevarte la contra, excepto en que te aseguro que no siempre lo fui y probablemente, en un futuro no muy lejano, dejaré de serlo – me cruzo de brazos, creo que no sabe lo territorial y temperamental que soy, bueno, que somos en general los centauros – así que mejor cállate y camina. Aprovecha la, probablemente, última vez que salgas; disfruta el sol; disfruta la brisa cálida y el aroma dulce del bosque porque pronto sólo sentirás la humedad de la cueva.


De acuerdo, creo que lo asusté un poco porque en sus ojos noto algo que no había visto antes: desesperación.


Y no, no era mi intención decirle eso, pero es que este Ex General es demasiado insoportable. Nada que ver con lo que era hace unos años.


-Ya vámonos – susurra, caminando lento hacia su “prisión personal”, pero antes de que reaccione, comienza a correr desesperadamente. Suelto otro suspiro de fastidio antes de comenzar a ir detrás de él. Tal vez también necesita esto. Lo dejo seguir corriendo para que sus pulmones se cansen y yo voy a un trote algo apresurado.


Y de repente, cae.


Sólo veo su pecho subiendo y bajando.


-Sí, ya vámonos – le tiendo la mano y él voltea a otra parte; frustrado – este es tu intento número 30 de huir y sabemos en qué acabará. Ya camina – pero algo va mal. Intenta incorporarse, pero una mueca de dolor lo obliga a reprimir un chillido – oye…


-Ya oí, no te desesperes – lo veo cojear un poco, pero no me dice nada – corrí muy rápido, es todo – no creo que sea todo. Seguimos caminando un poco y muy despacio por su culpa - ¡Aghh! – vuelve a terminar en el piso y una pequeña lágrima se asoma – ya sé, ya sé – vuelve a intentar incorporarse con dificultad y es entonces que pierdo la paciencia al verlo tambalearse.


-Suficiente – lo tomo por debajo de sus axilas y lo levanto. Obviamente comienza a patalear y a pegarme por donde puede – ¡dije suficiente! – sí, levantar la voz a veces puede ser realmente útil… y necesario – Ahora escuche, Ex General mimado, se quedará quieto hasta que lleguemos, ¿de acuerdo? Si no, me encargaré de lastimar su otro tobillo.


Y también las amenazas a veces son necesarias.


Sonrío satisfecho al notarlo inmóvil en mis brazos. Cómo ansiaba esto.


Con cuidado lo pongo en mi lomo.


-Tienes que estar bromeando.


-Calladito.


-Pero esto es diferente, es como si te estuviera cabalgando, ¿no se supone que eso les molesta a los centauros? – oh, así que sabe eso.


-No si es una dama lastimada la que me va a montar.


-No soy una dama – de acuerdo, creo que no entendió mi doble sentido, pero quiero que lo haga.


-Entonces espero que al menos sepas montarme debidamente - ¡ah, ahí está esa expresión que quería! Verlo avergonzado es necesario si quiero disfrutar el día.


-Ya te dije que contigo es im…


-Posible.


-No, no lo es y no es como que quiera saber si se puede. Ahora vámonos- sonrío y tomo su tobillo, lo jalo algo brusco y por eso hecha sus brazos atrás, apoyando sus manos en mi lomo con la intención de no caer - ¿qué haces, centauro?


-Te reviso, ¿no es obvio? – rayos, no tengo las plantas medicinales, tendré que ir a buscarlas – escucha, haremos un pequeño viaje, si quieres puedes dormir – cuando lo veo nervioso decido explicarle a qué iremos– es para tu tobillo, así que te sugiero no hacer nada si quieres caminar bien.


Confieso que esto tiene dos objetivos: ir por las plantas, claro, pero también distraerlo un poco.


La travesía va de subida, pero no exageradamente. En cuanto llegamos a la cima, lo recuesto con cuidado sobre el césped. Veo cómo gatea hacia el frente y se inclina para oler una flor, tan romántico ahora. Sin esperar mucho más, comienzo mi labor: recolectar cuantas plantas pueda.


Es hasta que termino, que en silencio puedo observar con calma el perfil de este humano. Callado es bastante agradable a la vista. Su mirada se dirige al atardecer y lo noto melancólico; demasiadas expresiones en un día.


-¿Por qué me retienes? – su voz cambió a una algo dulce… ¿dulce?


-Ya te dije.


-Pero no me tratas como a un prisionero. No me pegas, no me humillas y ni siquiera te has propasado conmigo. No logro entenderlo – pues créeme que yo sí, jamás sería capaz de hacerte algo así.


-Fácil, porque no soy un humano. Punto – esa respuesta es mejor.


-En eso estamos de acuerdo.


-Cuando quieras volver a ver el atardecer, no dudes en decírmelo – ahora otra expresión de genuina sorpresa.


-¿Disculpa?


-Lo que escuchaste, Ex General – lo vuelvo a colocar con cuidado en mi lomo para hacer nuestro a regreso a mi hogar; su “prisión personal”.

Notas finales:

Y así por ahora. Espero que de verdad les haya gustadoo. LES MANDO MUCHO AMOOOOOORRR


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).