JIMIN
De alguna manera, después de saber que él me vería, en realidad me sentí más nervioso de lo normal, después de mucho tiempo alguien… No sé solo vendría a verme a mí, como si fuera un hermano de sangre o familiar en sí, se trataba de algo especial, que tomé muy en serio sin saber cómo o por qué. Antes de salir me fije bien en el público por una pequeña rendija de las bambalinas cerciorándome de que si estuviera allí, recordando que no le había entregado ni siquiera un boleto ¿cuán estúpido podía ser? Para descargar mi ira, empecé a reír de manera irónica, corriendo hacía Jungkook, lanzándome a su espalda, para despeinar su cabello, de igual forma no haría diferencia con su look actual.
-¿¡qué te pasa, Chimchim!?- ambos reímos y yo simplemente seguía, empezando una lucha incesante de despeine de cabellos, en donde J-hope le hacía de buen comentarista de eventos.
-estoy emocionado, es todo- dije aún divertido como simple respuesta, separándome ya dejando paz de aquella guerra de cabellos, acomodando de nuevo el micrófono, sintiendo la miradas de burla de todos encima. Así, por última vez decidí salir a ver si estaba y si, se encontraba allí, sentado, esperando a mi… nuestra salida al escenario.
Cuando por fin nos dieron el aviso, suspiré, puse mi mejor semblante y entré en escena, tenía un solo de medio minuto el cual aproveché al máximo, observando cómo, seguramente tras esos lentes oscuros, quedaba impresionado por mi presencia, no sé por qué, no sé la verdad que me sucedía en ese instante pero no quería quitarle la mirada de encima. La fuerza que implantaba en los movimientos del cuerpo habían comenzado a ser más fuertes y decididos; sentía el corazón a mil por hora, cantando bailando, dando lo mejor de mí, sin saber, si era por esa persona, o si, se trataba de que era nuestra primera vez en un escenario tan grande en Japón, me encantaba esta experiencia en verdad la valoro como algo grande, pero… Pero cuando vi que se iba, algo decayó en mi alma, en mi ser, no sabía que era, solo que enfureció a todo mi cuerpo, sabía, sabía bien que el semblante había cambiado y los movimientos de mi cuerpo se convertían más y más bruscos, es que… agh! No lo podía evitar ¿por qué siempre existía algo más cuando se trataba de un buen momento? Lo odiaba en realidad, solo pensaba en descargar todo esto que sentía con el baile, sintiendo cada gota de sudor resbalar por mi piel, pegando las ropas que portaba a mi cuerpo, mi cabello se meneaba cada vez más, de una forma que no estorbaba, más bien me agradaba, me gustaba, me sentía libre dentro de esa coreografía, dentro del canto y lo que era arte, sentía el éxtasis recorrer mi sangre como la mejor de las drogas, un momento perfecto para deshacerme de todo ese sentir que me estremecía que hace mucho no sentía hacia alguna persona por cercana o no que fuera, incluso noté algunas chicas murmurar mirándome fijamente, oh vaya sorpresa, el anciano había vuelto. No pretendía volver a mirarlo ¡mucho menos! Me dediqué a mi trabajo a deshacerme de todo ese sentimiento, sin embargo no podía evitar sentir algo de alivio al verlo volver, pero no iba a caer, solo le dediqué una mirada de indiferencia a lo que restaba el concierto.
Al terminar todo ese éxtasis, ah, me sentía cansado y agotado al mismo tiempo, limpiando el abundante sudor en mi piel, el cuello, parte del pecho y brazos. Mientras nos adentrábamos por ese largo pasillo que daba a los camerinos, vi una silueta bastante conocida y peculiar en el pasillo, recostada contra la pared de una manera bastante varonil; sin embargo, seguí riendo con mis amigos, pasando de largo ese “desconocido” cuerpo, con obviamente otra mirada de indiferencia, pensé, con gran pensar y gracia en mi mente que había logrado deshacerme de él, pero oh sorpresa cuando una mano apretó mi brazo y la puerta se cerró frente a mis ojos, me voltee, viendo el rostro de ese estúpido anciano cerca, mirándome fijamente.
-¿qué quieres, anciano?- casi escupí con todo el ácido que esa noche logré cargar contra él.
-¿qué te pasa a ti, niñato?- escupió él, sintiendo mi interior revolverse ofendido, a lo que, sin dejar de expulsar químicos tóxicos de esa mirada, que parecía querer cortarme a la mitad.
-sigue mejor en tu estúpido teléfono- y que el ácido no acabe.
-¿así qué es eso?- y maldita sea mi veneno, desvié la mirada por mero orgullo, pero ganas de gritarle un grueso y enfurecido si en la cara, no se quitaban.
-no importa-
-escucha, tú no eres nadie a quien yo le deba explicación alguna, sin embargo, valoro el hecho de me hayas invitado, así que si, contesté pero fue por trabajo porque si no sabes me escapé por ti, enano- apenas escuchar esas palabras, mis ojos se abrieron como platos o más de seguro ¿debía creerle? Pensé un par de segundos que no duraron mucho al notar que se alejaba. Deje mi orgullo, caminé con rapidez a él, tomé su brazo con fuerza, hice que se volteara, sin imaginar que nuestros rostros quedarían tan, pero tan cerca… Nos miramos, podía jurar que nos devorábamos con la mirada o algo así hacía la mía en sus labios.
- en media hora… en el estacionamiento, hala norte, lugar 45- susurré, sintiendo como apenas, apenas con ese sutil movimiento mis labios se rosaban con los ajenos, no podía, no podía soportar más esa cercanía, mi cuerpo tal vez reaccionaría de una forma… ni pensarlo, lo solté y casi corrí, por no decir que troté, al camerino, entrando en absoluto silencio, siendo obviamente observado por los demás, no me creía lo que casi había pasado ¿por qué sentía este calor en mi cuerpo y esas ganas de lanzarme como cazador? Sacudí la cabeza con fuerza y con una cínica sonrisa dibujada en mis labios, miré a los demás.
-¿pasa algo?- pregunté, caminando al lugar donde tenía la maleta con la mayor naturalidad que podía tener en ese momento, sintiendo, con pesar, mi cuerpo temblar nervioso con esas miradas aún sobre mí, siguiendo con mi tarea de alistarme para salir de allí. Suspiré un rato después, aliviado de sentir como los demás retomaban sus tareas.