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Niñero de un vampiro {SasuNaru} por -drxrry

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Notas del fanfic:

 

NO SEGUIRÉ PUBLICANDO AQUÍ. Si desean seguir leyendo este fanfic, continuaré en Wattpad: -drxrry.

 

Quise probar algo nuevo, otra vez xD Y aquí tenemos a Sasuke de niñero, pero no uno cualquiera :)

 

Pareja: SasuNaru {Sasuke/Naruto}

 

Extensión: 7 capítulos.

 

Géneros: AU, Shota, Fantasía, Romántico.

 

Disfrutad ♥

Prólogo

{1 año - Primer día}

 

 

Habían llegado a una etapa de la vida en la cual la enemistad que había existido entre los vampiros y los lobos llegó a su fin. Ambas especies habían tenido sus conflictos y sus dudas, pero sobretodo, sus majestuosas técnicas y locuras en un mismo mundo.

 

A pesar de que tuvieron muy claro quién era su único Némesis, las circunstancias que se dieron a lo largo de los años lo había cambiado todo, e hizo que sus vidas, literalmente, dieran un enorme vuelco. En el año actual, tanto vampiros como lobos convivían en una misma ciudad, vivían su día a día intentando no volver a caer presos del pasado. Sin embargo, por mucho que ambas especies tuvieran la súbita tentación de atacar al otro, sus intenciones ya no fueron las mismas, porque ya no había razón alguna para acabar con sus vidas.

 

Habían aprendido a soportarse, muchos habían sabido a respetarse, y otros, habían creado un lazo ligado al amor. Un amor, que a esas alturas, tenían que mantener con cuidado.

 

La situación había mejorado si se comparaba con el pasado; los vampiros habían encontrado trabajo junto a los lobos, y éstos, habían mantenido a su manada unida, una manada que no sólo pertenecían los lobos, sino también los espectros, las criaturas de la noche como los vampiros.

 

—¡Rápido, Itachi, te necesitamos en enfermería!

 

Fue ahí, en un lugar del centro de la ciudad de Konoha, donde se encontraba el hospital más influyente e importante; un hospital, en donde nació un rubio y pequeño bebé de la familia vampírica, Namikaze – Uzumaki. La mujer se había quedado viuda, pero a pesar de eso, quiso seguir manteniendo ambos apellidos.

 

Itachi, un licántropo y enfermero de una de las manadas del hospital,  corrió con su compañero por los pasillos, dando en el momento con la sala en donde le habían encomendado quedarse y ayudar. Él se había quedado parado en la puerta, aún sin entrar y con una mano apoyada en el marco, intentando regular su respiración como era debido. En cuanto escuchó cómo un llanto de un bebé se había hecho presente por la sala, inundando sus oídos, fue entonces que Itachi alzó rápidamente la mirada, posándola directamente en la mujer que yacía recostada en la camilla, con un pequeño y llorón bebé en brazos.

 

Itachi se acercó con zancadas rápidas cuando otro enfermero le ordenó ayudarlo con las medicinas, puesto que la madre, a pesar de seguir despierta, ya no le quedaba mucho tiempo de vida. Itachi mojó una toalla en un cuenco lleno de agua y la dejó descansar en la frente de la mujer, quitando los rastros de sudor que poseía su hermoso rostro. Mientras hacía eso, otro de sus compañeros prefirió alejar al bebé de los brazos de la madre, sin embargo, Itachi frunció ligeramente el ceño y lo frenó, agarrándole de la muñeca.

 

—Debe despedirse de ella. —le dijo, echando una ligera mirada a la pelirroja—. No le queda mucho tiempo.

 

Su compañero obedeció a su mandato sin poner ninguna pega, con lo cual, volvió a dejar al pequeño bebé en los brazos de su madre. Itachi supo mucho antes de entrar a la sala que Kushina (había tenido tiempo suficiente para mirar su nombre en la placa de la camilla) era un vampiro, todos los lobos conocían muy bien el aroma de esos seres, se les había quedado pegado como un chicle al haber estado años conviviendo con ellos.

 

Y al ver la situación en la que se encontraba la pelirroja, decidió que lo mejor sería que se despidiera de su hijo, el cual muy pronto se iba a quedar huérfano. Itachi estuvo mirando con mucha pena cómo la madre se despedía de su hijo, ella lloraba y lloraba, y él apenas podía escuchar lo que estaba susurrando, hasta que la mujer lo miró directo a los ojos, alzando un poco al bebé en sus brazos.

 

Itachi se sorprendió. Kushina le estaba dando una mirada angustiosa, vidriosa y poco a poco, vacía.

 

Naruto… —susurró la mujer, mirando de nuevo al bebé con mucho amor y ternura, pese a que las lágrimas seguían recorriendo sus mejillas.

 

Itachi bajó la mirada hasta el niño. Naruto, así se llamaba el pobre y bebé vampiro. Y entonces, cuando terminó de tener esos pensamientos, logró escuchar cómo el eterno pitido del electrocardiograma inundó la sala, provocando que inmediatamente él alzara la mirada hacia la mujer.

 

Kushina ya no estaba en este mundo, y Naruto, Naruto se había quedado huérfano con aquel temprano tiempo de unos minutos, acurrucado en los brazos de su madre. Itachi, apretando los labios con suavidad y cerrando los ojos con fuerza, cogió al niño en brazos y se alejó de la camilla.

 

Otros de sus compañeros lo ayudaron con el bebé, poniéndole trapos nuevos y tapándolo bien para que no cogiera frío. Itachi no quiso volver a mirar a Kushina, porque después de todo, había tomado una decisión: el único que podría quedarse al cargo del bebé era su hermano menor, Sasuke Uchiha.

 

Itachi, por mucho que quisiera cuidar a Naruto en vez de mandarlo a un orfanato, prefirió que su hermano se encargara del bebé, haciéndole una silenciosa promesa a Kushina, de que su hijo iba a crecer sano y fuerte pasados los dieciocho días. Sabía que Sasuke no iba a estar muy a la labor de cuidar a un bebé vampiro, pero si él se lo pedía, sabía que el azabache aceptaría cuidarlo, a pesar de ser ambos licántropos. Itachi no quiso dejar a Naruto en manos de otra familia vampírica, aunque fuese de su misma especie, él siempre tuvo ese mal presentimiento; los lobos, al haber estado siempre en manadas, cuidando unos de otros, podían y sabían mucho mejor cómo cuidar a pequeñas criaturas, ya sean vampiros o lobeznos.

 

Acurrucó mejor a Naruto en sus brazos y salió de allí.

 

Durante todo el trayecto en el coche, tuvo al pequeño bebé en su regazo, transmitiéndole el calor necesario para que no se resfriara. Ellos emanaban mucho más calor, en cambio, los vampiros siempre tuvieron la piel fría como el hielo. Naruto no lloró en el trayecto hacia su casa, cosa que agradeció internamente Itachi.

 

Al cabo de unos minutos, él giró el volante y aparcó el auto en la zona del garaje de su casa, dejándolo ahí, apagó el motor y salió del coche cargando al bebé y yendo con pasos rápidos hacia la puerta de entrada, sin embargo, la puerta se abrió con dureza y rapidez delante de sus narices, haciendo que su intento por abrirla con las llaves fuera olvidado.

 

Itachi observó algo preocupado la expresión que en ese momento estaba portando Sasuke, al parecer, ya había olido su aroma.

 

A Sasuke no le hizo falta salir afuera para reconocer perfectamente ese aroma. Se levantó del sofá en donde había estado sentado y leyendo toda la tarde, para que su ceño se frunciera y se acercara con pasos rápidos hacia la puerta de entrada. No fue un aroma a lobo, mucho menos a humano, sino a… vampiro. En cuanto abrió la puerta con algo de brusquedad y se encontró a su hermano mayor cargando en brazos a un vampiro bebé, su ceño se frunció aún más, tensando un poco su mandíbula.

 

—¿Qué demonios traes ahí? —le espetó Sasuke, bajando la mirada hacia el bebé.

 

Itachi carraspeó y se adentró por sí solo a la casa, quitándose mientras tanto los zapatos. Tuvo que darle las suficientes explicaciones a su hermano menor hasta que éste dejó de fruncir el ceño, para pasar a una mueca de completa confusión.

 

—¿Entonces es huérfano? —preguntó Sasuke mientras se cruzaba de brazos y miraba con detenimiento al bebé, alguna que otra vez frunciendo ligeramente el entrecejo por verlo tan cómodo en los brazos de su hermano mayor.

 

Itachi asintió.

 

—Cuídale tú, Sasuke. —dijo con un tono serio, mirando esperanzado a su hermano. En cambio, Sasuke alzó ambas cejas en total confusión, no creyéndose lo que había oído—. No me puedo quedar todos los días con el bebé, me han hecho cargo de la planta de cirugía, tengo que estar allí bastantes horas. —le explicó, mirando después con ternura a Naruto—. Voy a estar muy poco por casa, sólo vendré por las noches.

 

Sasuke no salía de su estupor. Se había quedado mirando al bebé vampiro desde que su hermano le había dicho lo último. ¿Que él se hiciera cargo de un vampiro? ¡Era un lobo! ¿Cómo podría cuidar a un bebé vampiro?

 

—Sólo tienes que cuidarlo hasta que cumpla la mayoría de edad. Sólo dieciocho días y todo acabará. —le dijo.

 

Itachi sonrió al ver cómo Sasuke dejaba de fruncir el ceño y se lo meditaba, más no sabía qué respuesta obtendría de él.

 

—Pero Itachi —habló Sasuke después de unos segundos en silencio—, una mordedura de un vampiro puede ser letal para nosotros.

 

—No si es pequeño, un bebé, como ahora. —le siguió explicando—. Tienes que enseñarle a que no te muerda, te tiene que conocer, y ambos os tenéis que acostumbrar a la presencia y el aroma del otro, ¿entendido? —lo miró fijamente, tapando un poco más a Naruto con las suaves telas, y luego, sacó un pequeño frasco de su bolsillo, extendiéndoselo a su hermano menor—. Toma. Este frasco contiene sangre que sólo un vampiro recién nacido puede tomar. Una gota de sangre por día, y crecerá fuerte y sano, sin la necesidad de consumir otros alimentos.

 

Sasuke miró el frasco de sangre fresca y oscura entre sus manos. Tenía que admitir que Itachi sabía muy bien cómo hacerlo, después de todo, era un enfermero del hospital de Konoha. Su hermano mayor sabía muchas cosas sobre los vampiros que él desconocía completamente. A veces llegaba a envidiarlo.

 

Cuando Itachi le acercó al bebé para que lo cogiera en brazos, Sasuke parpadeó y lo hizo mejor de lo que esperaba. Nunca antes había cuidado de un bebé, y mucho menos de un bebé vampiro.

 

—Su nombre es Naruto —le dijo Itachi con una sonrisa en sus labios, mirando su reloj de muñeca—, dentro de cuatro horas tendrá un año.

 

Sasuke bajó lentamente la mirada hacia el bebé, llamado Naruto. Se fijó con detenimiento cómo sus pequeños ojos eran de un color azul zafiro, un color brillante y bello. Sus diminutas manitas estaban hechas puñitos a la altura de su pecho, y en sus mofletitos, en ellos había tres finas marcas, como si pareciera un verdadero gato. Su cabello ya había crecido un poco y lo tenía cortito, era rubio y suave, muy suave. Su piel, como siempre lo era el de un vampiro, estaba helada cuando Sasuke posó el dorso de su mano en uno de sus mofletes.

 

Tuvo que admitir que el bebé era hermoso. Sin embargo, a él nunca le gustó la idea de convivir plácidamente con los vampiros. Siempre pensó que eran sus Némesis de por vida, no obstante, cuando los tiempos cambiaron y comenzaron a respetarse, él tuvo que tragarse todo el odio y aprender a estar con ellos, cosa que aún le era algo difícil, pero lo aceptaba al fin y al cabo.

 

¿Un lobo como él tenía que hacerse cargo de un pequeño vampiro como Naruto? Lo creía imposible, sin embargo, sabía que los vampiros crecían rápido; cada día cumplían un año y, cuando se llegasen los dieciocho días, los vampiros ya habían llegado a la mayoría de edad para que a partir de ahí, pudieran vivir sus vidas sin cuidados de familiares o seres queridos. Sasuke sabía que a partir de esa edad muchos vampiros ya no envejecían, aunque siempre pudo haber excepciones.

 

Sólo sabía eso de ellos, pero nunca supo cómo cuidarlos. Si Itachi se lo había pedido, no le quedó otro remedio que aceptarlo y aprender. Después de todo, sólo tenía que cuidarlo dieciocho días.

 

Sólo dieciocho días y todo acabará.

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado, y si es así, hacérmelo saber :)


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