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Aún respiro por Yuna

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Notas del capitulo:

Bueno, pues es primer fic que publico y nada es mío, vaya desgracia ¬¬U. Los personajes del gran Kishimoto-sama, la canción es del grupo Avalanch, y el fic es de una amiga mía, que le pedí un fic desesperado y sobre autolesiones y me regaló esta pequeña maravilla. Yo le pedí k lo subiera, pero me dijo que era un regalo y k por tanto los derechos eran míos... y que si podía ser, no lo subiera pk era horrible ¬¬U Pues ya quisiera yo escribir así de horrible. Algún día la convenceré para que publique (A su autora: no me mates... pero lo subí... no podrías haberlo hecho mejor, tonta, y la canción que has puesto queda genial)

IMPORTANTE: Bueno, pues es primer fic que publico y nada es mío, vaya desgracia ¬¬U. Los personajes del gran Kishimoto-sama, la canción es del grupo Avalanch, y el fic es de una amiga mía, que le pedí un fic desesperado y sobre autolesiones y me regaló esta pequeña maravilla. Yo le pedí que lo subiera, pero me dijo que era un regalo y que por tanto los derechos eran míos... y que si podía ser, no lo subiera porque era horrible T.T Pues ya quisiera yo escribir así de horrible…

(A su autora: no me mates... pero lo subí… no podías haberlo hecho mejor, tonta, y la canción que has puesto queda genial)

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La canción es Aún respiro del álbum El hijo pródigo, del grupo Avalanch

 

Aún respiro

 

 

Solo en la habitación de la pequeña posada, Sasuke contempló su reflejo en el espejo. Sus ojos estaban rojos y ni siquiera se había dado cuenta de ello. ¿Desde cuando tenía activado el sharingan? Hacía horas que no peleaba con nadie. Un suspiro desconsolado escapó de sus labios. Ni si quiera era consciente de las reacciones de su propio cuerpo. Por instinto, por pura costumbre, llevó una mano a la bolsa de las armas. Extrajo los kunais y los shurikens. Sujetó uno de los cuchillos con la boca, se colocó el resto entre los dedos de la mano derecha y cogió una de las estrellas con la mano izquierda. Adoptó una postura amenazadora, y el espejo le devolvió la imagen del odio y la venganza. En eso se había convertido. ¿Era él? ¿Era el vengador? ¿Era un demonio? ¿Continuaba siendo humano? ¿Podía decirse que aún estaba vivo? Ya no sabía nada, ya no le importaba nada. Aporreó con furia aquella imitación de si mismo. El cristal saltó hecho añicos, esparciéndose por toda la habitación a causa de la violencia del golpe. Notó la calidez de la sangre resbalando por su muñeca, y sólo entonces fue conciente de los fragmentos de vidrio clavados en su puño, un puño que aún sostenía los kunais con fuerza. El líquido rojo continuó su camino, deslizándose por el brazo. Y entonces lo sintió. El dolor.

 

 
Dolor dulce dolor
Recuerda que aún estoy vivo
Aprieta pero no ahogues
Comprueba como respiro.

 

 

Se dejó caer, ahogando un jadeo. El dolor era una emoción humana, una prueba de que estaba vivo. Dejó caer las armas para tomar entre sus manos un gran pedazo de aquel cristal que le había enseñado el camino. Siguió con la afilada punta la huella que marcaba su sangre, abriendo lentamente un corte que, aunque superficial, era lo bastante profundo para que el dolor recorriera todo su cuerpo. Y, en medio del sufrimiento, se abrió paso la nítida imagen de unos ojos azules. Naruto… Aquel recuerdo le partió el alma. Se arrastró por el suelo, jadeando pesadamente, con la mirada febril, buscando con desespero un kunai, como si le fuese la vida en ello. Naruto… Encontró el arma. La agarró con sus manos temblorosas y, sin importarle ya las lágrimas que fluían libremente, lo hundió con fuerza en su muslo. Una oleada de dolor recorrió todo su cuerpo, dejándolo sin aliento por un segundo. Pero aquello no era bastante. Naruto… Retorció lentamente aquel cuchillo, desgarrando cruelmente la carne, agrandando la herida, apretando con los dientes el metal del kunai que aún estaba en su boca, ansiando sentir, ansiando olvidar, pero ante todo, ansiando tenerle junto a él. Naruto…

 

 

Dolor dulce dolor,
Mi dulce musa se ha ido
Rompo todo lo que escribo
Hazme sentir tu castigo.

 

 

El dolor físico le provocaba un perverso alivio. Naruto… ¿Se había ido realmente en busca de venganza? ¿O simplemente había huido de él? Le había abandonado, sin confesarle que él también le amaba, sin despedirse siquiera. Simplemente había desaparecido. Sin más. No tenía perdón. Ahora, Naruto debía odiarle. Gateó sin rumbo por toda la habitación, tratando de escapar de aquella idea, clavándose en las rodillas y las palmas los fragmentos del espejo destrozado. Recordó el dulce rostro del kitsune, aquellos ojos que no le mirarían con amor nunca más. Tomó otro kunai, puso su mano izquierda en el suelo y la atravesó, con tanta furia que el cuchillo se quedo encajado en el suelo. Se sintió mareado al intentar extraerlo. Tragó saliva y dio un fuerte tirón hacia arriba, notando como la herida se agrandaba a medida que se ensanchaba la hoja. Abrió la boca dispuesto a gritar, dejando caer el kunai, pero de su garganta no brotó ningún sonido. Miró alternativamente la sangrante herida y el arma todavía clavada en el suelo. Se merecía aquel castigo. Su sufrimiento no era nada comparado con el daño que había hecho a Naruto al dejarlo. El dolor ya no era suficiente, ya no era consuelo. Quería destrozar aquel cuerpo que había hecho sufrir a Naruto, lacerarlo, despedazarlo, reducirlo a nada. ¿Quería morir?

 

 

Ven y óyeme, ven y olvídame
Ven y haz lo que quieras conmigo
Ven, destrózame, ven y déjame
Mas no me dejes morir, eso te pido.

 

 

Ese era un camino demasiado fácil, un camino que no debía tomar, una solución a la cual no tenía derecho, un descanso que no merecía. Debía sufrir, debía pagar. Se llevó las manos al rostro, cubriendo sus bellas facciones, mezclando sus lágrimas con la sangre que manaba de las heridas abiertas, deseando la muerte pero sin atreverse a rogar por ella. Acabar con su existencia… Naruto… Naruto no se lo perdonaría. Gritó al fin, un aullido desgarrado que le salió del fondo de su desolada alma, un lamento capaz de romper el corazón de quien lo escuchara. ¿Qué era lo que quería? ¿Por qué no podía saberlo? No podía pensar, no podía razonar, era consciente de que sus pensamientos no tenían orden ni sentido, estaban marcados por un incoherente discurso que se contradecía y le hundía más y más en su propio desconsuelo. Se arañó, arrancando pedazos de carne, escarbando ferozmente en sus heridas. Se acuchilló salvajemente con el kunai una y otra vez hasta finalmente desplomarse, agotado, sobre el suelo cubierto de sangre. Por alguna razón que no comprendió, el frío contacto de las baldosas logró sosegar un poco sus ansias de lesionarse. Cerró los ojos.

 

 

Dolor dulce dolor,
Que no acabes vencido
Llorando por los rincones
Oscuros del olvido.

 

 

Lloraba. Ya solo le quedaban las lágrimas. El dolor era demasiado intenso para permitirle nada más. Apretó con fuerza los dientes, mordiéndose el labio inferior hasta hacerlo sangrar, buscando escapar del dolor a través del mismo, pero a penas sintió nada. Tenía embotados los sentidos, solo podía percibir con claridad el olor metálico de su sangre impregnando toda la habitación Por fin, lentamente, la conciencia le iba abandonando. El olvido le permitiría alejarse de si mismo. Cerró los ojos, unos ojos que habían perdido su brillo y su ilusión por la vida. Naruto… Sus labios dibujaron una triste sonrisa para el kitsune, para la persona que amaba. Al fin le había vencido. Naruto había tenido el valor para confesarle sus sentimientos, para declarar que le amaba… y en cambio él solamente había huido. Si hubiese podido sentir al menos una vez la suavidad de sus labios, el calor de sus caricias, el cuerpo de Naruto pegado a su propio cuerpo… Y, en medio del dolor, la agonía y la confusión, se abrió paso un nuevo sentimiento. El miedo.

 

 

Ven y óyeme, ven y olvídame
Ven y haz lo que quieras conmigo
Ven destrózame, ven y déjame
Mas no me dejes morir, eso te pido.

 

 

Si moría, no tendría ocasión de verle una vez más, no podría disculparse, no podría despedirse. El miedo le obligó a buscar una esperanza, le forzó a tomar una decisión. Cumpliría con su venganza, sí, pero no por si mismo, si no para deshacerse de su pasado y poder volver junto a él. Acabar lo que había empezado era el único camino para ser libre, para tener una oportunidad. Naruto no le perdonaría, eso lo sabía, pero no importaba, igualmente tenía que hacerlo. Era lo menos que debía al kitsune. Una disculpa, solo pedía la oportunidad de disculparse. No quería nada más, no lo merecía. Solo poder volver a verle y excusarse ante él. Se sintió aterrorizado cuando el dolor y el cansancio le vencieron. No podía morir, todavía no, quiso gritar desesperado mientras caía en la inconsciencia.

 

Sasuke abrió los ojos, unos ojos que pronto sintieron el escozor de las lágrimas. No le importaron el cansancio, ni las heridas, ni el dolor que torturaba su maltratado cuerpo, ni las cicatrices que podían quedarle. Solo un pensamiento de alivio infinito cruzaba su mente:

 

Aún respiro...

 

 


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