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Dernière Danse por Killary

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Y no me puedo negar a ti

Al animal dentro de ti

Quiero más…

(Animal – Neon Trees)

 

 

 

Paso 12: Respira

 

 

 

— ¿Hablas en serio?

 

—Si… Tú dijiste que les encantó el baile, ¿no?... — Me acomodé el pelo de la manera más coqueta que pude y lo miré con suplica fingida. — Vamos Fabi…

 

—Esto no es un juego peque, es un trabajo tan serio como cualquiera que implica responsabilidades y compromisos…

 

—Lo sé, no me trates como a un niño…

 

—Eres un niño…

 

—Sabes que no es así… Además quiero trabajar, tener mi propio dinero, dejar de depender de mi tía… Sólo te pido 3 días a la semana…

 

— ¿Lo consultaste con Solange?

 

—Si… No te voy a mentir, no le gustó mucho la idea pero aceptó… — Aceptó que trabaje en un restobar, ese es el cuento que le metí, que no quería en uno de sus locales porque quería buscarme un trabajo por mi mismo y demostrar que era capaz…  Si se entera que trabajaría en un bar gay y bailando… Posiblemente me encerraría…

 

— ¿Y Dona que dice?

 

— ¿Qué tendría que decir?... No es mi dueño… — Aun llevaba fresca la imagen de Donato y Gerard follando en el cuarto de descanso hace una semana… Joder… Un golpe directo a mi corazón y mi orgullo… ¿El mierda no se pudo esperar un poco? Tener que aceptar que Piero tuvo razón en todo lo que dijo… Y repetirme mil veces que si tuvo razón en lo de follar con alguien más, también tendría razón en que Doni sentía algo más por mí que sólo ganas de sexo… Sexo…

 

Sexo… Amor… Cuatro letras, ¿no?

 

—Es que son tan amigos, pensé que habían hablado de esto. — Volví a prestarle atención a Fabián.

 

—Si pero… Entiéndeme… Quiero lograrlo solo… — Susurré esto último.  Si no lograba el trabajo, todos mis planes se irían por el retrete. Fabi me quedó mirando largo rato... “Por favor, por favor, por favor… Di que si…”

 

—Mañana a las 6 con tus documentos, no faltas, no tardanzas, no permisos… No hagas que me arrepienta… — Lo abracé con una gran sonrisa.

 

—Gracias, gracias, gracias… Juro que no te arrepentiras…

 

—No me agradezcas… — Revolvió mi cabello cariñosamente. — Si no puedes o tienes algún problema, dímelo. — Asentí efusivamente. — Y ahora déjame seguir organizando esto que falta poco para abrir… Dona está atrás en el almacén, llegó temprano hoy, si quieres ve… — Me estremecí… La última vez que lo vi aquí fue cuando… Ese maldito enano, puto regalado…  Luego preferí no volver y sólo nos encontramos fuera para ensayar como siempre al salir de clases… Pero ahora según los magníficos planes de Piero, debía empezar a mover mis fichas… Que no entendía bien que significaba pero bueno… Si con eso tenía una mínima posibilidad de conquistar a Doni, lo haría.

 

—Gracias… Iré a verlo… — No estaba muy seguro pero… Caminé sin detenerme, saludando a un par de chicos compañeros de Doni… Y a partir de mañana también míos… ¿Qué pensaría Donato al enterarse?... ¿Se cabrearía?... ¿Cómo debería decírselo?... ¿Quizá si empezara con… — ¡Ay! — Alguien me empujó y caí al suelo de rodillas.

 

—Ups, lo siento… Estaba distraído… — Me levanté del suelo sin quitar la vista de la cara burlona de ese maldito enano ofrecido…

No… No puedo hacer una escena… Tengo que controlarme… Siempre me sirvió inhalar fuerte y profundo y soltar suavemente… Puedo hacerlo…

 

 

Respira profundo…

 

 

—No te preocupes… — Le devolví la sonrisa hipócrita tranquilamente — No pasó nada.

 

— ¿Vienes buscando a Dona?... — Asentí sin querer cruzar una palabra más con este tipo… — Está en el depósito… Pero creo que no es un buen momento, ¿sabes?... — Fruncí el ceño mirándolo fijamente — Él está algo… cansado...— Hizo un gesto obsceno y empezó a reírse de su estúpida broma. Maldito Gerard…

 

—Gracias por el aviso… — Seguí mi camino sin voltear.

 

— ¡No digas que no te lo advertí! — Escuché cuando tomé el pomo de la puerta y abrí lentamente entrando y cerrándola tras de mi. Pude divisar a Doni al fondo, sin remera, con un cuaderno en la mano, los audífonos puestos mientras tarareaba una canción. Me acerqué con cuidado para sorprenderlo. Pasé una mano por su espalda, acariciando sus hermosas alas, haciendo que de un respingo, pero no volteó a verme.

 

—Puta madre Gerard eres peor que una espina en el culo… Deja de joderme… ¿No tienes nada que hacer?... — Me quedé congelado al escuchar su clara voz de fastidio. — ¿Estás sordo?... Te he dicho que…

 

—Sorpresa… — Doni había girado bruscamente y se quedó viéndome desconcertado.

 

—Muñeco… Ahm… Yo… — Se sacó los audífonos, se veía nervioso. Era raro ver nervioso a Doni… Bueno… Veamos que tan efectivos son los consejos de Piero…

 

 

Respira profundo…

 

 

— ¿Pensaste que era Gerard? — Sonreí de lado acariciando uno de sus brazos desnudos. — No te asombres, me lo encontré fuera, me dijo que estabas aquí… Aunque también dijo que estabas cansado y… — Pegué mi cuerpo al suyo sugestivamente — la verdad no lo pareces…

 

—Estaba haciendo inventario… — Dejo el cuaderno y los audífonos a un lado… Acercó su nariz a mi cuello oliéndome descaradamente… Ya era nuevamente el Doni desvergonzado de siempre… — Hueles delicioso… — Un mordisco hizo que gimiera… — Extrañaba esa voz…

 

—Si apenas nos vimos ayer… — Solté en un suspiro.

 

—Pero no te jodo hace días… — “Porque estabas tirándote al puto enano ese”… Mierda… No, no puedo dejarme llevar por la rabia… Cálmate Etienne…

 

 

Respira profundo…

 

 

— ¿Y qué esperas?... — Susurré provocativamente a su oído. Sus manos me tomaron de las nalgas con fuerza y su lengua invadió mi boca… Me encendí como una antorcha… No podía controlarme… Doni era mi debilidad… Sólo con mirarme ya me tenía a sus pies… Y en estos momentos me maldije por eso… Aunque sólo fue por un par de segundos… — Ah… ¿Aquí?... — Pregunté al sentir sus manos abrir mi cremallera y colarse dentro de mis slips…

 

—Aquí… Ahora… No será la primera vez… ¿O ya lo olvidaste?... — No… ¿Cómo podría olvidar?... Y no fue sólo una vez… Donato tenía la “afición” de hacerlo en todos los lugares imaginables…

 

— ¡Ah!... Doni… Ngh… — Mientras divagaba entre recuerdos Doni ya tenía mis jeans en mis tobillos, estaba arrodillado y chupaba con ganas mi falo… Joder… Era un maldito dios… Me quitó una bota y liberó una de mis piernas… Un par de dedos ensalivados se  colaron entre mis nalgas… — Ugh…

 

—Lo siento muñeco… No tengo lubricante a mano… Y no puedo esperar… Necesito enterrarme en ti hasta las bolas... — Se puso de pie y levanto mi pierna libre colocándola en su cintura. Rodeé su cuello con mis brazos, sosteniéndome… — Lo siento… — Entró en mi de golpe… Siseé de dolor…

 

—Donato… — Me quejé cuando empezó a moverse sin darme tiempo para acostumbrarme... Maldito animal… Lo abracé con toda la fuerza que podía, … No era la posición más cómoda del mundo… Pero a estas alturas poco importaba… Estaba con mi Doni…

 

—Joder muñeco… Tienes el culo más caliente del mundo… — Me besó con brusquedad mezclando lamidas con mordiscos… Era un bruto… Pero me encantaba… Abandonó mi boca y su lengua fue a lamer mi cuello… Giré el rostro para darle mejor acceso… Sin querer mis ojos fueron a clavarse en una figura que se asomaba por la puerta entre abierta… Gerard nos miraba inmóvil, con los ojos bien abiertos y la boca en un rictus de incredulidad… Debí sentirme nervioso, pero no… Creo que hasta gusto me dio sorprenderlo fisgoneando… Cuando nuestras miradas se encontraron… Le sonreí… Me sentí triunfador… Ver su rostro, una mezcla de asombro, disgusto y tristeza… Eso fue mejor que cualquier estímulo… — No voy a aguantar mucho…

 

—Dámelo… Dámelo todo… — Gemí alto sin apartar la vista de nuestro espectador… Doni gruñía y jadeaba con fuerza… Me tenía cogido de las nalgas y sentía como sus cortas uñas se clavaban en mi piel… Mi pene erecto y goteante se friccionaba entre nuestros abdómenes… Su voz se volvió un susurro ronco “muñeco”. “mi muñeco”, empezó a repetir una y otra vez mientras una sensación tibia se propagaba por mis entrañas… Cerré los ojos sin soportar más y grité su nombre  cuando alcancé el orgasmo… Todo desapareció a mi alrededor… Me sentí viajar a otra dimensión…

Me sentí volar…

Tocar el cielo…

 

 

—Eti… Etienne…

 

—Mmm…

 

—Eti… Muñeco… — Poco a poco mi mente iba despejándose, volviendo de ese viaje al paraíso que por primera vez había experimentado… Tuve conciencia de mi cuerpo nuevamente aun prisionero entre la pared y el pecho de Donato… Mis pies tocaban el suelo sin sostenerme… Los brazos de Doni hacían ese trabajo… Abrí los ojos lentamente… La puerta cerrada daba cuenta que nuestra audiencia había desaparecido…

 

— ¿Estás bien?... Yo… Lo siento muñeco…

 

—Estoy bien, no tienes porque pre… — No pude terminar la oración… Donato salió de mi y un líquido tibio se escurrió por mis piernas… — ¿Qué…

 

—Mierda… Estaba tan caliente que… No me puse preservativo… — Me sentí aturdido… ¿Lo hicimos sin protección?... Pero… Yo no… Nunca… — Hey, tranquilo… No te preocupes que no tengo nada raro, sabes que me chequeo periódicamente, no pongas esa cara de terror…

 

—No es eso… Es que…

 

—Tampoco es que vayas a salir embarazado, ¿verdad? — Rio suavemente como casi nunca lo hacía… — Deja de preocuparte Eti, te juro que estoy 100% sano… — Revolvió mis cabellos cariñosamente.

 

—No,  que no es eso…

 

— ¿Entonces?

 

—Es que… Es extraño… y… vergonzoso… — Joder… Sentía la cara arder y la humedad recorriendo mi pierna derecha no ayudaba en nada a tranquilizarme… Donato empezó a carcajearse de lo lindo mientras se alejaba hacia unas cajas y luego volvía con un paquete de toallitas húmedas. Se pasó una por su vientre y falo, y se acomodó los vaqueros.

 

—Deja el drama… — Empezó a limpiarme despacio. — Ves, ya estás como nuevo. — Terminó con su tarea y se dedicó un minuto a arreglar mi ropa. — Y aquí no pasó nada. — Me dio la espalda y alejándose un par de pasos volvió a tomar el cuaderno que había dejado a un lado.

 

—No pasó nada… Claro, porque a ti no es al que casi lo parten en dos… Eres una bestia… — Dije en tono de falso reproche. Me miró sorprendido pero al notar mi sonrisa empezó a reír nuevamente.  Me encantaba oír la risa de Doni.

 

—Bien que te gusta, muñeco pervertido… Hubieras visto la cara que tenías mientras te follaba. — Estiró un brazo y revolvió mis cabellos. — Déjame terminar con esto… — Volvió con el cuaderno a seguir anotando cosas mientras miraba unas tarjetas. Me senté con cuidado sobre una caja, observándolo en silencio… Su espalda luciendo esas hermosas alas que me gustaban tanto, ahora surcadas con unos cuantos arañazos… Cortesía mía por supuesto. Una manera de dejar mi marca… Suspiré… ¿Le digo lo del trabajo?... Bueno, tengo que ¿no?... Pero ¿cómo empiezo?... ¿Y si se cabrea?... ¿Y si me grita?... ¿Y si le dice a Fabián que de ninguna manera me quiere aquí?... ¿Y si…? 

Basta.

Díselo…

Vamos habla…

No seas cobarde…

 

 

Respira profundo…

 

 

—Doni…

 

— ¿mmm?

 

—Voy a trabajar aquí a partir de mañana…

 

—Scusa?... — Giró tan rápido el cuerpo que di un respingo. Sus ojos caramelo me miraban serios.

 

—Que… Que voy a trabajar en el bar… — Repetí tratando de sonar relajado, aunque creo que fallé… Doni no dijo nada por unos minutos. Su mirada empezó a incomodarme. Cerré los ojos ahogando un suspiro. Quería huir… No le hubiera dicho nada… Joder, ¿qué mierda estoy tratando de hacer?… Soy un niñato estúpido… No hubiera abierto la boca… Mejor me voy… No quiero escucharlo… Dirá palabras hirientes… ¿Por qué le hice caso a Piero?... Sabía que no funcionaría… Me va a echar… Me sacará de un grito… Me…

 

— ¿Fabián aceptó? — Abrí los ojos despacio y lo miré con duda… Demoré unos segundos en poder responder.

 

—Si… Le gustó lo del baile y… — Logré soltar.

 

— ¿Solange? ¿Hablaste con ella?... ¿Sabe lo que quieres hacer? — ¿Qué?... ¿Mi tía?...  ¿Ese era el gran problema?... ¿Mi tía?... Claro… El gran señor Donato Mancini piensa que aún soy un crío… Piensa que soy un niñato que aún necesita que lo cuiden… Piensa que soy un muñeco de porcelana…

Voy a demostrarte que estás equivocado…

 

—Si… Sólo será los fines de semana… — Lo miré con el ceño fruncido. — No soy un niño Donato, quiero valerme por mi mismo.

 

—Eres un crío aun. — Intenté protestar, pero me silenció colocando uno de sus dedos sobre mis labios. — Sé que dirás que vas a cumplir 19 años y que ya te sientes un súper adulto pero aun eres un niño sin maldad, dulce, crédulo, inocente…  Y eso es lo que adoro de ti. — Estuve a punto de golpear su mano y gritarle que estaba errado pero… esas últimas palabras me dejaron sin aliento.  Me mordí la lengua y cerré los ojos con fuerza… Acepto que él tiene razón… sólo en parte… Ya no soy un niño, menos tan inocente como piensa… Abrí la boca dispuesto a contestarle un par de cosas… — Pero te entiendo…

 

— ¡Es que yo… ¿ah?... — Espera, espera, espera… ¿Dijo que entendía?... Miré incrédulo…

 

—Vamos muñeco, que no soy tu madre… Puedes hacer lo que quieras, y si se te antoja trabajar… ¿Quién soy yo para hacerte un escándalo?

 

—Es que dijiste… Pensé que…

 

—Ya, ya, dejémoslo así. Sabes que me preocupo, pero bueno… Estarás aquí así que fácil puedo tener un ojo sobre ti. — Me cogió del brazo. — Vámonos que ya me está entrando la claustrofobia. — Salimos y en el pasillo nos encontramos con Gerard. Donato pasó a su lado sin dirigirle palabra. No pude aguantarme y giré disimuladamente la cabeza para echarle una mirada. Encontré unos ojos llenos de odio y un dedo medio. Le mandé un beso disimulando la sonrisa y volví a prestar total atención a Donato que había empezado a hablarme sobre los horarios del bar mientras entrabamos al cuarto de descanso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Sorry la demora... *espacio para llenarlo de excusas, excusas y más excusas, contar mis problemas existenciales, etc, etc, etc*

Trataré de mejorar eso.

 

XOXO


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