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Dernière Danse por Killary

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Quiero viajar hacia atrás el tiempo

Y decir las cosas que no dije

Quiero decirte todo

Si no es demasiado tarde… ¿Lo es?

(People Change – Joel & Luke)

 

 

 

Paso dieciséis: Paseo por el pasado

 

 

 

Mis pasos me llevan al malecón. Parece que fuera ayer que estuve aquí… En este lugar donde recibí mi primer beso… Joder, han pasado 6 años ya…

 

¿Qué hago aquí?

 

A cada paso que doy, me arrepiento más y más. Los recuerdos de todo lo vivido, lo bueno y sobre todo lo malo se arremolinaban en mi mente.

 

No quiero ir a esa casa.

 

Vuelvo a inhalar el aroma del mar. Siempre me tranquilizó. Observo las pequeñas olas chocarse contra el muelle y desaparecer. Acomodo el jersey de cuello redondo que hoy uso y con un gran  suspiro retomo el camino. 

 

No he avisado a nadie de mi llegada. Tengo la esperanza de que al tocar la puerta nadie salga a abrirme. Rogaba porque así fuera…

 

Estaba tan sumido en mis pensamientos que casi sin notarlo, ya me encontraba frente a aquella casa de dos plantas verde olivo y blanco… Tal y como la recordaba…

 

Metí las manos dentro de mis jeans y caminé hacia la puerta con pasos trémulos. Las luces estaban encendidas… Mala señal…

 

Presiono el timbre.  El ding dong sólo logra que mis latidos se aceleren. Los minutos pasan y nadie aparece. Me siento algo aliviado. Entonces… ¿Está bien si me voy?... Joder… Tocaré una vez más y si no me atienden…

 

Otra vez el ding dong… Retrocedo un par de pasos, confiado… No van a abrir…

 

— ¿Buenas tardes? — Una señora mayor está de pie frente a mi. Lleva el cabello canoso recogido en un moño y usa un vestido floreado oscuro con un delantal. No la reconozco…

 

—Buenas tardes… Mi nombre es Etienne Dubois y…

 

— ¿Etienne?... ¿El hijo de la señora Juliette?... — ¿Me conocía?...

 

—Si… — Sin esperármelo me vi rodeado por los cálidos brazos dela regordeta señora.

 

—Bienvenido, que gusto me da conocerte… Te pareces tanto a tu madre…— Me soltó viéndome con una sonrisa — Pasa, pasa niño… Tu madre no está, ella y el señor Marcel llegan entrada la noche… — Escuchar ese nombre me dio escalofríos… Es la última persona con la que quisiera encontrarme… — Me dijeron que en estos días ibas a llegar, hasta una foto me enseñó… — Claro… La foto que me vi obligado a tomarme junto a ella el día que partió de casa de Solange… — ¿Y tú maleta?...

 

—Yo… me estoy hospedando en un hotel…

 

— ¡De ningún modo! — Exclamó escandalizada, me sentí avergonzado… — He acondicionado una habitación… No puedes rechazar el pasar los días junto a tu familia después de tanto tiempo… Le romperás el corazón a Madie… — Otra vez Madeleine… ¿Es que todo giraba en torno a sus deseos?...  ¿Y por qué me importa tanto eso?... Es que acaso… ¿son celos?...  — Justo estoy preparando la cena… — Todo se ve igual… La sala, el comedor… Entramos a la cocina y la veo… Mi pequeña hermana está sentada en la antigua mesa de roble con aquel mantel a cuadros azul y blanco… Si hasta podría jurar que es el mismo de hace 6 años… — Madie, mira quien llegó… — La pequeña niña gira con una gran sonrisa que desaparece al verme…

 

— ¿Quién eres? — Pregunta con su vocecita.  Se levanta de la mesa sin quitarme la vista de encima. Llevaba el cabello castaño largo y sujeto en una trenza, un overol de  mezclilla y una camiseta rosada a rayas a juego con sus alpargatas… Tenía los mismos ojos oscuros de Marcel…

 

— ¡Es tu hermano! — Contestó la señora acercándose a la niña y dándole unas palmaditas cariñosas en la espalda.

 

—No nana Marie… Mi hermano parece niña. Tiene el cabello largo y usa vestidos… Tú no eres mi hermano. — Sentenció señalándome con su pequeño índice. Me quedé helado al escucharla. La señora se echó a reír.

 

—Qué dices criatura…  

 

—Mi papá me contó y me enseñó fotos… ¿Quieres ver?...

 

—No es necesario… — Pude por fin hablar… — Tienes razón… Cuando era niño usaba vestidos y el cabello largo. Sonreí tragándome los nervios y la incomodidad — Pero ya no más…

 

— ¿Por qué ya no?

 

—Porque crecí… — Mis manos empezaron a sudar…

 

— ¿Y qué?

 

—Y… Y los hombres no usan vestidos… — Joder… Miré a la señora que no apartaba los ojos de mí…

 

— ¿Por qué?

 

—Pues… porque no es correcto… — Desvié la mirada hacia atrás… ¿Pasaría algo si salgo corriendo y no vuelvo nunca más?...

 

— ¿Por qué?

 

—Porque…

 

—Madie… — La niña dirigió la vista a la señora que se había agachado frente a ella, tomándola de las manos — ¿Recuerdas cuando me dijiste que regalara ese vestido azul con Minnie en el pecho porque ya no te gustaba? — Madeleine asintió efusivamente. — Es igual, a tu hermano ya no le gustan los vestidos, ¿entiendes?

 

—Aaaaaaaaa ya… — Contestó sonriendo. — ¿Los regalaste también? — Preguntó volviéndome a clavar sus ojos curiosos.

 

—Si… — Suspiré agradecido con la señora…

 

— ¿Y tu cabello?

 

—Lo corté… porque se me enredaba mucho y no tenía quien me ayude a cepillarlo… — Dije rápido antes que empiece a preguntarme ¿por qué?

 

—Oh es triste… Yo puedo cepillártelo ahora — Ofreció con una gran sonrisa…

 

—Siéntense niños, mientras termino de preparar la cena… — Me senté en una silla junto a Madie que empezó a enseñarme los dibujos de su cuaderno. Yo asentía y sonreía, más por cortesía… Mientras más avanzaba la hora, más temor sentía…

 

La señora… La nana Marie, que así pidió que la llamara, terminó de cocinar y nos sirvió un rico estofado.  Era raro para mí cenar tan temprano, apenas iban a dar las 7 de la noche, pero lo agradecí internamente ya que no había podido almorzar nada por los nervios y en estos momentos estaba muerto de hambre… Literalmente…

 

Cuando terminé y me ofreció amablemente servirme una nueva porción, rechacé cortésmente aunque hubiera querido aceptar de buena gana… Sin embargo me alegré al ver que de postre nos servía un delicioso pastel de manzana…  No soy muy adepto a lo dulce, pero este me supo a gloria. Claro que cuando acabé y me ofreció otra rebanada, no dude esta vez en aceptar… Es que, joder, ese dulce no se puede despreciar…

 

 

El tiempo pasó volando. Madeleine que era una máquina de conversar, empezó a bostezar. La señora Marie… nana… bueno, como sea… la llevó a acostar. Me quedé solo en la cocina y me puse a lavar los servicios, como forma de agradecer la comida.  Terminé con todo y aun la amable señora no aparecía… Comencé a pasearme como león enjaulado… Dieron las 9… 9:30… Quiero irme…

 

Necesito irme…

 

Ruidos en la sala… Voces… Mis sentidos se ponen en alerta… Pego mi espalda a la pared  al lado de la puerta trasera de la cocina… Quiero salir… Sólo estirar la mano, coger el pomo de la puerta, girarlo y escapar… Pero no puedo moverme… Escucho la risa de mi madre… La voz grave de Marcel…

 

Se me revuelve el estómago…

 

— ¿Etienne? — Juliette entra y sonríe ampliamente al verme. Me obligo a sonreírle de vuelta.

 

—Prometí que vendría… — Se acerca y me abraza… No puedo devolverle el abrazo…

 

— ¡Marcel! — Llama… El hombre aparece. Me mira incrédulo por un momento, pero casi al instante una sonrisa burlona aparece en el rostro.

 

— ¿Quién es este jovencito?

 

—Es Etienne… — Responde mi madre tirando de mi hasta ponerme delante de su marido.

 

—Oh vaya, no lo reconocí con el cabello corto y sin faldas… — Ríe. Es un sonido de lo más desagradable. Las ganas de escapar se triplican… — ¿No le darás un abrazo a tu padre? — ¿Qué?... ¡¿Qué?!... No puedo reaccionar… Mi madre con un chillido emocionado me empuja hacia adelante… Marcel abre los brazos y me atrapa… Es asqueroso… — Es un gusto tenerte de vuelta… — Me presiona aún más contra su pecho… Quiero vomitar… — Espero que los malos entendidos hayan quedado atrás y podamos ser nuevamente una familia… Por mi parte todo está olvidado y perdonado… — ¿Olvidado?... ¡¿Perdonado?!... No puedo soportar más… Me separo de él intentando no ser tan brusco. Me armo de valor y cuando estaba a punto de abrir la boca para mandarlo a la mierda,  mi celular empieza a reproducir Starlight, indicándome que alguien llamaba… Inhalo profundo…

 

—Discúlpenme un momento… — Camino hacia la sala, alejándome de esos dos que se quedan dentro de la cocina… No… Mejor salgo de esta casa… Así que abro la puerta principal… El aire frío me golpea… Se lleva un poco la sensación desagradable que ese tipo me dejo en el cuerpo. Cojo el móvil que ha empezado a sonar de nuevo… — ¿Diga?

 

Eti… Eti ¿eres tú?... — Miro la pantalla… Ezio… ¿Ezio?

 

—Si Ezio… ¿Qué pasa?... — Olvido todo. Sólo pienso en que si Ezio me llama y no Donato es porque algo malo le ha pasado…

 

Oh, nada, nada, no te preocupes…

 

— ¿Donato?

 

Está bien… Es por él que te estoy llamando… Anda preocupado porque no lo has llamado para avisarle que llegaste bien… — ¿Doni?... ¿Preocupado?... ¿Por mí?... — No le digas que te conté… Me mataría…

 

—No te preocupes, no le diré…

 

Me ha perseguido desde que llegué al bar, preguntándome si me habías llamado, si tenía alguna noticia, si te iba a llamar… — Se me escapa una risita… No puedo imaginar a Doni de esa forma… — En fin… ¿Estás bien?...

 

—Si… — La pregunta me regresa a la realidad… Miro a la casa que tengo detrás… La puerta aún sigue abierta y las luces encendidas… — No… — Me sincero.

 

¿Por qué? ¿Te hizo algo tu padrastro?...

 

—No… Sólo… No quiero estar aquí… — Terminé en un susurro.

 

—Puedes regresar…

 

—Lo sé… Creo que no voy a aguantar los 10 días…

 

Regresa… — “Vete” susurra… ¿A mí?… Un golpe… — Eso estaría bien… — ¿Qué?... —  Ay…  ¡Hey! ¡No molestes!... — Grita al otro lado. — “Estoy hablando con Eti”… “No le he dicho que te mueres  sin él”… “No me digas cherry pie maldito dinosaurio” — Se notaba que había cubierto el celular intentando que no escuche, pero podía oírlo perfectamente… La risa de Ezio estalló — “No, no, no, sueltameeeeee” — Ruidos y carcajadas se entremezclaron… Por un momento me pareció escuchar también la risa de Donato…

 

— ¡Etienne! — Mi madre me llama desde la puerta. Me doy cuenta que me he alejado mucho de la entrada… Le hago una seña con la mano dándole a entender que ya iba.

 

—Ezio… ¡Ezio! — Trató de hacerme escuchar… — Tengo que colgar…

 

No… “vete, vete o le diré”… Eti lo siento… Un estúpido dino empezó a molestar… “Ouch”…

 

— ¿Doni?...

 

Oui…  Pero lo acaba de llamar Fabi… — Me decepciona escuchar eso… Quería hablar con él…

 

—Ezio… ¿Qué haces un lunes en el bar?... — Caí en cuenta que la cerecita no debería estar hoy allí, era su día de descanso.

 

Yo… Bueno… — Lo escuché suspirar. — No puedo quedarme más en lo de Lucca y hasta que consiga un lugar, Fabi me permitirá dormir aquí… Pero no te preocupes, tu Donato me ayudará a conseguirme una habitación…

 

—Ten cuidado… Ya sabes que Doni piensa con el pene… — Volví a escuchar su risa.

 

—Imposible, estoy saliendo con Massimo…

 

— ¿Massimo? ¿El repartidor?... — No lo creía… Massimo era un tipo como de 30 que nos llevaba las provisiones 2 veces por semana… Sabía que andaba tras Ezio desde que lo vio por primera vez pero se contuvo al saber que tenía a cara de soldado al lado… Y ahora…

 

—Como amigos…

 

—Claro chérie… — Amigos, si claro, como no… 

 

— ¡Etienne! — Otra vez la voz de mi madre…

 

—Ezio, tengo que colgar… Mañana hablamos, ¿sí?

 

Claro… Cuídate por favor…

 

 

Colgué el móvil y lo guardé en el bolsillo de mis jeans. Caminé sin ganas de regreso. Ya lo había decidido, me despediría y mañana la llamaría para decirle que tenía que volver a Italia por el trabajo…

 

—Hijo entra, pasan de las  10 no puedes estar fuera a estas horas…

 

—No te preocupes, voy a regresar al hotel…

 

— ¿Hotel? — Me tomó del brazo jalándome dentro de esa casa nuevamente. — De ninguna manera. Vas a quedarte aquí, en tu casa.

 

—Madre por favor, de verdad  prefiero…

 

— ¡No! — Su grito hizo que me encogiera como cuando era niño. — Te quedarás aquí, en tu habitación. Ahora sube, mañana volveremos a conversar.

 

—Pero…

 

—No me contradigas… — Esa voz seca y dura me dio escalofríos. Asentí sin abrir la boca y subí siguiendo el camino que me sabía de memoria.

 

 

Mi habitación… No existía. Ahora era un cuarto totalmente blanco, con una cama armable de 1 plaza vestida con pálidas sabanas amarillas. Una mesa plegable a modo de escritorio con una silleta… Las ventanas cubiertas por unas cortinas largas y oscuras… Mi armario completamente vacío…

 

No iba a quedarme en este lugar…

 

Cerré la habitación con  seguro. Apagué las luces. Y esperé… esperé… esperé… Cuando dieron las 12 me asomé a la ventana. No iba a poder bajar por aquí… Entonces sólo quedaba un camino…

 

Abrí la puerta con cuidado. Me asomé… El pasadizo estaba oscuro. Caminé descalzo, no iba a arriesgarme a ser escuchado. Bajé las escaleras y evalué mis opciones… La puerta principal… Imposible, estaba cerrada con llave… La cocina… La puerta trasera que estaba en la cocina… Me dirigí hacía allá… Le quité los seguros… ¡Bingo! Pude abrirla sin dificultad. Como siempre, está puerta sólo la aseguraban por dentro.

 

Me puse los tenis y corrí a través del jardín… trepé y salté la verja…

 

Libre al fin…

 

 

Caminé, caminé, caminé… ¿Es que no iba a pasar un puto taxi en este pueblo de mierda?... Creo que no… Todo se veía desolado y silencioso… ¿Será porque es Lunes?... Bueno, tampoco es que tuviera miedo, este pueblo siempre fue tranquilo… Gaël y yo siempre caminábamos por esta calle cuando íbamos al instituto… No ha cambiado mucho…

 

— ¡Váyanse todos al infierno! — Di un salto al escuchar ese grito. Miré alrededor aterrado… ¿De dónde había salido? — ¡¿Qué más quieres de mí?! — Una silueta en la acera del frente, un tipo con traje sosteniéndose del poste de alumbrado con un brazo que a su vez sostenía una botella mientras el otro estaba levantado hacia el cielo… Estaba visiblemente ebrio.  — ¡Maldita sea! — El sujeto se deja caer sentado. El ruido de la botella al romperse resuena por toda la desierta calle. Me giro dispuesto a irme, es peligroso seguir aquí… Sin embargo unos fuertes y desconsolados sollozos hacen que mi cuerpo se detenga por completo… Vuelvo sobre mis pasos… Ese hombre está sufriendo… Quizá está herido… Quizá necesita ayuda… No puedo dejarlo allí tirado… ¿No puedo?... Me debato por un momento… ¿Me acerco?... ¿Lo dejo?... ¿Y si algo le ocurre y mañana sale en el noticiero de las 8?...  Mi conciencia no me dejaría en paz… Además si intentase hacerme algo, de una patada lo noquearía…

Ay si Etienne, ahora te crees Bruce Lee…

Joder… A la mierda… Voy a dar un vistazo, pregunto si está bien y me voy… Avanzo despacio… Llegó hasta su lado y me aclaro la voz.

 

—Señor… ¿Se encuentra bien?... — Levanta el rostro surcado por las lágrimas… No… Mi corazón se acelera… El aire se me escapa… No puede ser… — ¿Gaël?... — Mi voz como en un susurro… Mi cuerpo incapaz de moverse… Me mira desde el suelo extrañado y de pronto abre los ojos a más no poder… Se levanta ayudándose del poste  sin apartar la vista de mi… Sus dedos se posan en mi mejilla… Los arrastra suavemente por mi rostro, como dibujando… Parpadea varias veces sin dejar de verme… Sus ojos me recorren como tratando de creer lo que ve… Retira el cabello que me cae a un lado de la cara y por un  momento lo sostiene entre sus dedos…

 

— ¿Etienne?... — Sonrío… Me ha reconocido… A pesar de los años, del cabello, de la ropa… Me ha reconocido… — Etienne… — Repite delineando mi sonrisa. — Eti…

 

—Si…

 

Y me abraza.

 

 

 

 

Notas finales:

Libre soy... libre soy... 

Starlight de Muse fue mi tono de celu un par de meses el año pasado xD

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?  Joder, han intentado responder una pregunta a un niño?  T_T

 

XOXO


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