Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dernière Danse por Killary

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Si me acuesto aquí

Si solo me acuesto aquí

¿Te acostarías conmigo y olvidarías el mundo?

(Chasing Cars – Snow Patrol)

 

 

 

Paso treinta y cuatro:  Aceptación

 

 

 

¿Hace cuanto no lloraba?... No recuerdo… Posiblemente desde adolescente… Y hoy, no puedo dejar de hacerlo…

 

¿Por qué?

 

¿Por qué yo?

 

¡¿Por qué a mi?!

 

Leo una y otra vez el resultado: POSITIVO

 

No pude creer la primera vez que me lo entregaron… Toda mi vida he sido cuidadoso, siempre… Hablé con el médico y me rehusé a aceptarlo… ¡Hace seis meses me hice este mismo examen y salió negativo!... Simplemente no podía ser… El hombre optó por volver a realizarme la prueba… dio el mismo resultado.

 

Cómo… Cuándo… ¿En qué me equivoqué?...

 

¿Sería aquel rubio con el que me acosté hace un par de meses cuando terminó gira?... ¿Aquel morocho del fantástico sexo oral aquella noche en que decidí jugar un poco y me fumé unos cuantos porros?... ¿Kai?... Al terminar la gira él viajó a visitar a su madre y yo regresé aquí… Pensaba todo el día en él y decidí que era inaceptable…  Entonces salí de fiesta en fiesta… Pero fui cuidadoso… Lo fui…

 

¿Lo fui?

 

Joder… No recuerdo… Esa noche de los porros, el alcohol, las luces de colores y ese moreno susurrándome cosas… Tuvo que ser esa noche… ¡Mierda! ¡Maldita sea! ¡Maldito sea!... Golpeo la pared con los puños hasta que el dolor me impide seguir…

 

Kai… ¿Estará bien?... Si hubiera algo mal, me hubiera llamado ¿verdad?... ¿Verdad?...  Oh dios Kai… Sus hermosos ojos rasgados y ese cabello tan negro como el de un cuervo…  Mi cuervo… Su cuerpo delgado y esa pequeña cicatriz en su cadera derecha… Kai… Tengo que decirle… Hemos tenido encuentros frecuentes desde que nos conocimos hace ya un poco más de medio año cuando fuimos compañeros de gira… Una gira donde compartíamos habitación y cama cada noche… Kai… Me va a odiar… Si algo le sucede me va a odiar…

 

Y yo me voy a odiar más…

 

Miro a mi alrededor. El amplio departamento nunca se había sentido tan frio… Nunca me había sentido tan sólo… tan… perdido…

 

¿A quién debo llamar?...

 

Pienso en mi madre… ¿Hace cuánto que no hablamos?... ¿Debería decirle?... No… No creo que pueda… Ni siquiera he sido capaz de confesarle mi orientación sexual, cómo voy a decirle ahora que su hijo tiene VIH…

 

Esto no es real… es una pesadilla…

 

Mamá me haces tanta falta… Quisiera que me curases como cuando era niño y me hacía un raspón en las rodillas por andar jugando… Grita que soy un descuidado, pero toma mi mano con cariño y llévame a tu habitación… Siéntame sobre tu cama, esa con la colcha amarilla que huele a flores; limpia la herida, échame una de tus cremas mágicas, ponme una bandita, dame un beso y dime que todo estará bien… Que todo estará bien…

 

Me sacudo por los sollozos que no puedo controlar…

 

No sé cuanto tiempo paso hecho un ovillo sobre el sofá de la sala. Está oscuro por lo que debe ser de noche. Me levanto con esfuerzo, dejo sobre la mesita de centro el papel arrugado de mis resultados y camino arrastrando los pies hasta el baño. Me lavo la cara con agua fría y voy a la cocina por algo de beber. Me muevo en automático porque siento que todas mis ganas han sido drenadas.  Busco en la nevera una botella de agua, pero me encuentro con un twelve pack de cervezas junto a uno de 6. Cojo el de 12 y regreso a la sala. Me siento nuevamente en el sofá y sin encender siquiera la luz, tomo una lata, la abro y empiezo a beber.

 

Quiero dejar de pensar…

 

Una lata tras otra… Un cigarrillo tras otro… Me acabo el paquete y voy por más… Aun siento que no es suficiente… Tomo el que queda, regreso a la sala y lo bebo… Y aun necesito más…

 

Quiero dejar de sentir…

 

Voy dando tumbos por el departamento revolviéndolo todo… maldiciendo el no tener más licor por pasármela de viaje en viaje y poco tiempo aquí… Hasta que doy con una botella de vodka en una de mis maletas… Claro, la traje de Rusia como un recuerdo…

 

Lo último que veo mientras doy largos tragos a la botella es la incipiente luz que se cuela entre las cortinas avisándome que un nuevo día acaba de llegar…

 

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

 

—Toca más fuerte… Quizá siga durmiendo…

 

—No lo creo, es medio día. — Golpeo con fuerza la puerta otra vez — ¡Dona, abre!

 

—Ve a pedirle la llave al conserje, no será la primera vez que te la de.

 

—Tienes razón, vuelvo enseguida. — Corro escaleras abajo. Claro que el conserje me conoce porque varias veces he pasado días aquí cuando Donato estaba de viaje y Sam y yo llegábamos a la ciudad. Es más, cuando Dona decidió comprar este departamento, vinimos a su inauguración e incluso Sam lo ayudo a decorarlo. Claro que antes de todo Dona me presento como su primo y me dio carta abierta para usar el depa en su ausencia.

 

Llego hasta el primer piso y el amable señor me da las llaves de repuesto no sin antes decirme que se le hacía raro porque vio llegar a Donato ayer por la tarde y no lo vio salir.  Sus palabras me preocupan.

 

—¿Las tienes? — Pregunta Sam impaciente cuando regreso a su lado.

 

—Si, pero don Juan me dijo que le parecía raro que Dona no esté en el depa porque no lo ha visto salir…

 

—Vamos, ni que Juan se  pasase las 24 horas prendido de la entrada, quizá al ir al baño… — Sam sigue hablando mientras abro la puerta y la imagen que se me presenta me deja helado… Donato está tendido en el suelo al pie del sofá, rodeado de latas, botellas, colillas de cigarro y vómito… Corro a su lado seguido de una aterrada Samantha que no deja de murmurar oh mi dios, oh mi dios…

 

—Donato, vamos despierta… — Lo sacudo mientras busco su pulso y me alivio al sentirlo, junto a su aliento alcohólico — Sam abre las ventanas, necesito aire — Me hace caso inmediatamente, también va a la lavandería y trae una cubeta, trapos y guantes para limpiar el desastre…

 

—Sácale esa ropa, dale un baño para ver si así se le quita la borrachera… — Dice con gesto de asco. Si hay algo que Sam detesta es este tipo de excesos. Asiento, con su ayuda cargo a Dona y entre los dos lo llevamos al baño, hasta sentarlo en la ducha. Sam se va y yo aprovecho en desnudarlo y darle un baño para quitarle la peste. Estoy algo molesto por ver el estado en que se encuentra. ¿Cómo se le ocurre tomar hasta llegar a ese extremo?... A pesar de que lo mojo y refriego, él solo atina a balbucear incoherencias y tratar de alejarme dando desordenados y débiles manotazos.  Con esfuerzo termino de asearlo y como puedo lo seco y arrastro tomándolo de las axilas. No puedo cargarlo porque el cabrón es tan alto como yo y pesa, y la verdad no quiero llamar a Sam por ayuda porque la he visto demasiado cabreada. Llegamos a su habitación y le pongo uno de sus pijamas que huele a nuevo porque seguramente nunca lo ha usado. Lo meto a la cama asegurándome dejarlo de lado y recojo un poco el desorden, parece que un huracán arrasó con el lugar. Regreso a ayudar con la limpieza.

 

— Oh mierda, mierda, mierda… — Encuentro a mi novia murmurando, tapándose la boca con la mano sin dejar de leer un papel arrugado…

 

—¿Qué es? ¿Qué pasa?...

 

—Leo… esto es… — Me alcanza el papel y lo que veo me quita el aliento…

 

—No… — Reviso el nombre varias veces buscando alguna equivocación, algo que me diga que ese papel no le pertenece a mi primo… Pero no encuentro error. Es un resultado de un examen de laboratorio y le pertenece a Donato.

 

Donato es seropositivo…

 

Pero cómo… Sé que es un loco que piensa primero con el pene y casi se folla todo lo que se mueve, pero siempre fue cuidadoso, usa protección, se hace exámenes dos veces al año… Entonces ¿por qué?... ¿Qué sucedió?... ¿Hay algo que no sé?... Estos últimos años empezó a viajar mucho como parte de los bailarines que acompañaban en giras a diferentes cantantes… No nos veíamos seguido por eso, sumado a mi trabajo que me mantiene la mayor parte en Norteamérica… pero hablábamos por teléfono seguido…

 

Mierda…

 

—Leo…

 

—Joder, no entiendo… Él… — Mis ojos no pueden apartarse del papel.

 

—Amor, tranquilo…

 

—Si acaba como Jackson no me lo perdonaré… — Murmuro… Jackson es un amigo de nuestro círculo cercano que murió hace un año. Le diagnosticaron el VIH y cayó en una profunda depresión de la que no pudimos sacarlo. Todo ocurrió tan rápido… ¿Y si le pasa lo mismo a Donato?... ¿Y si se abandona?...

 

—Donato es fuerte y nos tiene a nosotros. No permitiremos que caiga, no lo dejaremos, ¿entiendes? — Sam me abraza y escondo el rostro en la curvatura de su cuello. — Lo llevaremos a casa, nada malo va a pasarle… Sabes que si cumple con el tratamiento todo estará bien… Vamos a ayudarlo…

 

 

Luego de permanecer largo rato abrazados y ya más tranquilos, decidimos terminar de ordenar y cocinar algo. Claro que no encontramos nada en la heladera así que tuve que salir a comprar y regresar en tiempo récord porque quería estar presente cuando Dona despierte.

 

Eran las 9 de la noche, justo terminábamos de comer cuando sentimos ruidos provenientes de la habitación. Corrimos hacía allá y nos topamos con un desorientado Donato saliendo del baño, descalzo y con el cabello enmarañado. Nos mira con sorpresa y con la voz roca pregunta

 

—¿Ustedes?... ¿qué hacen aquí?

 

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

 

Abro los ojos y siento que mil agujas se clavan en ellos lo que me obliga a cerrarlos de nuevo. La cabeza va a explotarme en cualquier momento y el estómago lo tengo revuelto… Vuelvo a abrir los ojos, despacio, y puedo ver que estoy en mi habitación…

 

¿Todo ha sido un maldito sueño?...

 

Me levanto rápidamente cuando las ganas de vomitar me atacan. Corro hasta el baño y con las justas llego al inodoro donde vacío todo mi contenido gástrico, que no es mucho. La boca me amarga horrores. Apenas termino y comprobando que ya no queda más que expulsar, voy hacia el caño y me lavo los dientes para desaparecer el desagradable sabor. Al mirarme al espejo recién noto que llevo ese horrible pijama a cuadros que me regalo Thiago por mi cumpleaños hace unos años… Parezco un anciano…

 

—¿Ustedes?...  ¿qué hacen aquí? — Pregunto sorprendido al ver aparecer a Leonardo y Samantha. — ¿Cómo entraron?... — Pregunta estúpida teniendo en consideración que Leo tiene carta libre de venir a quedarse cuando quiera.

 

—¿Cómo te sientes? — Sam parece realmente preocupada.

 

—Con un terrible dolor de cabeza, creo que bebí demasiado…

 

—¿Crees que puedas comer algo?... Presumo que no has comido nada desde ayer… — Levanto los hombros y empiezo a caminar hacia la cocina detrás de ellos.

 

—¿Qué hora es?

 

—Las nueve de la noche… — Me detengo en seco al ver un papel sobre la mesa de centro… No… Fue una pesadilla ¿verdad?... No puede ser que… 

 

Camino y lo tomo presuroso. Leo y la realidad me golpea. No fue una pesadilla. Es real. Levanto la vista clavándola en la pareja que tengo al frente. Leo a tomado a Sam de la mano y permanecen en silencio. Bajo la vista porque las ganas de llorar vuelven y a duras penas me puedo controlar. Me muerdo el labio con fuerza para tratar que deje de temblar. Se que en cualquier momento Leo me recriminará y dirá que me lo busqué, que es mi culpa, que soy un imbécil y he firmado mi sentencia de muerte por mi estupidez… Y se irán lejos, maldiciéndome y…

 

—No llores… — Pero nada de eso ocurre… No hay gritos, ni reproches, ni insultos… Al contrario, Leo y Sam me abrazan fuerte y sin poder soportar más me echo a llorar en sus brazos… — No estás solo, estamos aquí…

 

—Todo va a estar bien…

 

 

Los días pasan y los siento largos e interminables. Me la paso echado en la cama o en el sofá sin ganas de nada, odiándome a mi mismo y al mundo, con el móvil entre las manos esperando una llamada que diga que Kai también dio positivo… A veces trato de juntar el coraje para llamarlo y decirle… Pero no puedo… Soy un maldito cobarde…

 

Leo y Sam se ocupan de todo mientras cada vez me siento más y más un estorbo. Deciden que lo mejor es llevarme a vivir con ellos a Norteamérica. Así que luego de una semana más, estamos volando rumbo a su departamento.

 

Una vez que estuve instalado, me llevaron a un centro especialista en la atención de personas con VIH. Volví a someterme al examen una vez más, solo que ahora no guardaba ni la mínima esperanza de que por milagro saliera negativo. Era una rutina simplemente.

 

Empecé pronto con el tratamiento, medicinas a horario estricto, visitas al psicólogo, al nutricionista y terapias grupales. Aprender a ser muy cuidadoso con la higiene, a mantener distancia con las personas resfriadas o con alguna enfermedad infecciosa y realizar ejercicio, que no fue muy difícil porque siempre llevé una rutina constante debido al baile.

 

 Conocí a muchas personas que llevaban años ya con el virus y se veían tan saludables que al comienzo pensé que eran actores pretendiendo ser seropositivos solo para levantarnos el animo y crear esperanza. Pero no, realmente tenían VIH. Poco a poco fui aprendiendo a vivir con la realidad que me tocaba.  O por lo menos lo intentaba.

 

Entonces llegó el momento de enfrentar y hacer lo que iba posponiendo hace buen tiempo.

 

Un día tomé el teléfono y llamé a Kai. Lo primero que hizo fue reprocharme la desaparición. Que por qué no le contesté el móvil, que había perdido un trabajo, que justo se encontraba en Europa en una gira y por tonto no había ido. Que Jerson tomó el puesto y por mi culpa estaba sufriendo porque no lo soportaba… Lo dejé hablar y hablar porque por naturaleza era una máquina parlanchina, porque estaba fascinado en parte por volver a escuchar su voz luego de tanto y también porque estaba asustado a morir de decirle…

 

—Don, ¿estás bien? Estoy que hablo y no dices nada…

 

—Kai… ¿te hiciste la prueba? — Solté sin pensar.

 

—¿Prueba?

 

—La ELISA…

 

—Claro, ¿tú no?

 

—¿Como salió? ¿Todo bien?

 

Por supuesto que todo bien, ¿qué esperabas? Sabes de sobra que soy muy cuidadoso… ¿Por qué preguntas?...  Donato… tu…

 

—Si… — Es lo único que pude decir, sabía que Kai me había entendido perfectamente. El silencio que siguió solo me confirmó eso… Y de pronto los gritos…

 

Anata wa baka desu!... Dō yatte kore o watashi ni suru koto ga dekimasu ka?... ¡¿Cómo?!...  Baka!... Sen-kai baka!... Watashi wa anata ga kirai ​​desu! — Me quedo con el móvil entre las manos escuchando el tono que indica que la llamada finalizó… Me había cortado… ¿Qué me dijo?... Que era un idiota… Que cómo pude hacerle eso… Que me odia…

 

Lo entiendo, yo también me odio…

 

—¿Dona? ¿Todo bien? Ya va a estar el almuerzo…

 

—Voy a mi habitación un momento

 

—Te aviso, no te quedes dormido

 

—Si, gracias Sam… — Camino cabizbajo y casi arrastrando los pies. Llego a mi habitación, cierro la puerta y me lanzo a la cama. Tengo una opresión en el pecho y unas ganas de llorar terribles… Pero ya no quiero… No tiene sentido a estás alturas llorar… He llorado demasiado…

 

Mi móvil suena y al mirar la pantalla me sorprendo. Es Kai… ¿Por qué me llama?... Contesto, total ya no tengo nada que perder…

 

—¿Dónde estás? — Pregunta de frente con la voz serena. No entiendo. ¿Dónde estoy?... — Contéstame baka, no tengo todo el maldito día. ¿Dónde estás? ¿En tu departamento en Italia?

 

—No… Estoy con Leonardo en su departamento en Manhattan… — Lo escucho maldecir. — Me voy a quedar con Leo y Sam por un tiempo… — Siento la necesidad de explicarle, pero no deja que siga hablando…

 

Está bien. — Suelta antes de que pueda decir más, y vuelve a colgar. Me mantengo un buen rato con el móvil entre las manos mirando la pantalla oscurecida.

 

¿Por qué?

 

¿Por qué?

 

Oculto la cara en la almohada deseando desaparecer… Pero se perfectamente que eso no ocurrirá.

 

Todo es tan difícil…

 

Sam toca mi puerta para avisarme que el almuerzo estaba listo. Suspiro… Y nuevamente me pregunto, ¿qué me queda?... 

 

¿Qué me queda?...

 

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

 

Pasé casi por todas las etapas…

 

Negación… Y es que no podía creerlo… No podía ser cierto…

 

Ira… Odio contra el mundo, pero sobre todo contra mi mismo…

 

Depresión… Entrar a un cuarto oscuro donde solo sentía lastima de mi mismo… Donde pensaba que todos me miraban con pena… Donde la única idea rondándome era la de la muerte…

 

Negociación… Pensar que quizá si cambiaba mi forma de ser… Si empezaba a ser realmente responsable con mi vida sexual… Si mejoraba mi alimentación… Si tomaba todas las medicinas y seguía las indicaciones… Quizá podría mejorar… Quizá de alguna forma…

 

A veces  tenía una mezcla... Rabia, lástima de mi mismo... Un sentimiento de soledad... 

 

A este paso nunca llegaría a la última etapa...

 

 

Leo me consiguió un trabajo en una tienda departamental, en los almacenes. Aun no tenía ganas de volver a bailar en público y lo entendieron. Iba poco a poco, paso a paso. Salir a la calle fue algo complicado. Más complicado fue empezar a relacionarme fuera del circulo de ayuda. Hablar con personas nuevas, saludar, dar la mano… Bueno, dar la mano estaba fuera de mis límites. Había decidido evitar al contacto de cualquier forma posible. No podía ni pensar en tocar a alguien, menos que me toquen. Me sentía sucio…  Hablaba mucho de ello con mi terapeuta y siempre me repetía que era algo pasajero.  Que lo iría superando con el tiempo…

 

Realmente espero eso…

 

Habían pasado ocho meses desde que descubrí que era seropositivo. Dos desde que hablé con Kai. Uno desde que estoy trabajando.

 

Marco mi salida y me despido con una sonrisa de algunos compañeros que me encuentro en el camino.  Fuera del centro comercial las calles están frías, tengo que colocarme la bufanda casi cubriendo todo mi rostro y usar los guantes que Sam me obsequió por mi cumpleaños hace dos semanas.  Pronto empezarán las decoraciones por navidad y no es una época que me agrade mucho. Suelo pensar bastante en mi familia en esas épocas y tiendo a aislarme… Cosa que está vez no podré hacer ya que tengo a Leo y Sam sobre mi, preocupándose casi las 24 horas del día… No es que no agradezca el haberlos tenido junto a mi en los momentos más difíciles, pero creo que ya es tiempo de valerme por mi mismo nuevamente.  No es justo que sigan cambiando su ritmo de vida por mi. Tengo que demostrarles que ya puedo solo.

 

Paro en una esquina esperando el cambio de luz para poder cruzar. Veo alrededor y sin querer me llama la atención una pareja que está dentro del café que tengo al frente. Son dos rubios trajeados y yo conozco más que bien a uno de ellos. Es Norman, el novio de Etienne… o exnovio no sé. Hace mucho que no tengo noticias de él y la última vez que nos vimos supe que estaban separados. Etienne… mi muñeco… Cuántos errores cometí con él… Si me hubiera comportado diferente, si hubiera aceptado lo que sentía entonces, si hubiera sido sincero quizá hubiéramos tenido una oportunidad… Quizá… Pero los hubiera ahora estaban de más. Él no quiere saber más de mi y lo dejó muy claro la última vez que nos vimos… Podría… ¿podría haberlo contagiado?... Sacudo la cabeza… Es imposible… No hemos tenido sexo en más de dos años y para eso todo estaba normal y negativo… No hay forma… No la hay…

 

¿No la hay?

 

La luz cambia a verde, pero no cruzo. Me hago a un lado, saco mi móvil con el corazón latiendo acelerado y marco aquel numero que había permanecido guardado a pesar del tiempo, rogando porque sea el mismo. Sigo mirando a esos dos que conversan animadamente, sentados uno frente al otro. No noto miradas ni gestos que me hagan sospechar de que tengan algo romántico, más parecen amigos… amigos… ya se de dónde conozco al otro, es el novio de la cereza, el rubio pijo cara de palo…

 

Pronto? — De pronto su voz adormilada… No pensé en la diferencia horaria…

 

—Etienne, soy Donato…

 

Donato… ¡Donato! ¿Qué quieres? — Escucho que se remueve y un clic — ¡Son casi las 4 de la madrugada! ¿Estás loco? — Lo dejo gritar porque no se que decir, cómo empezar… — Joder… ¿Pasó algo?... Pasó algo, ¿verdad?... ¡Responde maldita sea!

 

—¿Cómo estás?...

 

—¿Cómo estoy? ¿Para eso llamas a estas horas? ¿Para preguntar cómo estoy?... ¡Estoy cabreado! ¡Así estoy!

 

—Lo siento, yo…

 

Sabes qué, voy a colgar…

 

—¡No!... Por favor no… — Doy un suspiro intentado infundirme valor — De verdad muñe… perdón, Etienne, de verdad necesito saber si estás bien, si todo está bien…

 

No te entiendo… Pero bien, si tanto quieres saber ¡estoy bien! ¿Feliz? ¿Puedo cortar ahora?

 

—Te… ¿te sigues haciendo la prueba?… — casi termino en un susurro que felizmente Etienne escucha.

 

¿Qué prueba?

 

—La… ELISA… — Me sale con dificultad… Sigo mirando a los dos rubios que parecen divertidos… Es como si la burla del destino se reflejara en ellos…

 

Donato… tu…

 

—Sólo dime que estás bien… por favor… por favor… — Muerdo fuerte mi labio intentado tranquilizarme. No quiero llorar.

 

Si, todo está bien… el examen… todo bien… limpio… — Un suspiro de alivio se escapa mezclado con un sollozo que no puedo reprimir más. — Doni, tu… ¿eres… eres seropositivo?

 

—Lo siento… Yo… fui un estúpido… yo…

 

—¿Estás aquí? Voy a tu departamento ahora…

 

—No… estoy con Leo y Sam en su departamento…

 

—Oh… Joder… Doni… ¿Están contigo?...  Leo y Sam ¿están allí?

 

—No te preocupes, estoy bien…

 

Mira, se que nos separamos en malos términos, pero quiero que sepas que puedes contare conmigo, a pesar de todo creo que podemos siempre ser amigos, ¿no?

 

—Si, claro… Disculpa por haber llamado a estas horas…

 

No importa, llama a la hora que quieras no hay problema… Donato, ¿de verdad estás bien? ¿Quieres contarme?... Claro, lo ideal sería vernos, pero estoy en casa y bueno, sólo nos queda el teléfono… No es bueno que estés solo en estos momentos… — La verdad que yo no quisiera verlo, el móvil es una forma de no enfrentarlo cara a cara, evitar el mostrarme tan patético…

 

—Estoy bien… Yo… Estoy en tratamiento… hace ocho meses que lo sé… lo siento… debí llamarte antes… yo… es difícil… — No se que más decir… Ya no quiero hablar…

 

—Tranquilo, no te preocupes…

 

—Tengo… tengo que colgar… — Un silencio antes de que contestes me da tiempo de serenarme un poco.

 

—Está bien… Hablamos después, ¿verdad?

 

—Si, claro… Hasta luego… — Si, claro… No estoy seguro de querer retomar esta conversación en un futuro cercano… Lo único que quería saber era si estaba bien, si no estaba pasando por lo mismo que yo y felizmente no lo está… A este paso voy a llamar a todos con los que alguna vez me lie porque tengo miedo de haberlos contagiado… Aunque ya me explicaron mil veces que debo haber adquirido el virus meses antes de que la prueba dio positivo… Pero ¿quién sabe?... Tengo miedo de que alguien pasé por lo que estoy pasando por mi culpa…

 

Guardo el móvil en el bolsillo de mi abrigo y me siento un poquito ligero. Hablar con Etienne y que no me haya gritado, odiado o culpado me hace sentir un poco mejor… Veo al frente, hacia la cafetería… Los rubios han desaparecido.

 

Con un suspiro sigo mi camino. No tardo en llegar el departamento. Queda cerca al trabajo por lo que no tengo necesidad de tomar el autobús, caminar me despeja y me ayuda a relajarme.  Abro la puerta y encuentro todo a oscuras… No recuerdo que Leo o Sam me hayan dicho que saldrían o que llegarían tarde… Cierro la puerta y dejo las llaves sobre la mesita del recibidor... 

 

—Konnichiwa… — Doy un respingo al prender la luz y encontrarme cara a cara con Kai…

 

—Kai… Tu… ¿Qué…

 

—Lo siento si te asusté, Leonardo me dejó entrar, me dejó esperarte porque justo iba de salida con Samantha y pues les expliqué que venía a visitarte, que necesitaba urgente hablar contigo, que había viajado sólo para eso y entonces tu primo  me dijo que no había problema; además tu sabes que él me conoce, ¿recuerdas que una vez bailamos en un espectáculo ese de los 6 meses?, dónde te peleaste con la perra de Jerson y casi nos botan…

 

—Kai…

 

—Joder que hasta ahora me rio de la cara que puso Leonardo cuando nos encontró en los vestidores a punto de agarrarnos de los pelos, pero la culpa la tuvo ese marica ordinario, mira que arruinarte el vestuario y decir que fue casual, marica celoso sólo porque lo rechacé y me vio contigo…

 

—Kai…

 

—Felizmente Leonardo había notado todo, que, si no nos quedábamos sin trabajo, ¿te imaginas? ¿Cómo pagaba la renta y las clases? Y encima lo que tengo que mandarle a mi madre, aunque seguro que si le explicaba ella hubiera entendido y hasta me hubiera ayudado, ya conoces a mi madre, por cierto, te manda saludos y exige saber cuando la vas a visitar, sabes cómo se pone…

 

—¡Kai!

 

—¿Si? — Por fin se calla y me mira con esos ojos rasgados y un gesto de inocencia. Si no le conociera…

 

—¿Qué haces aquí?...

 

—¿No te lo dije? He venido a verte, o qué crees que hago aquí… — Se acerca un paso y retrocedo dos… Me mira frunciendo el ceño… — ¿Qué? ¿Me tienes miedo? — Niego con la cabeza y lo rodeo ante su mirada ahora incrédula. Me quito el abrigo y lo dejo sobre el respaldar del sofá. Camino en silencio hacia la cocina y me sirvo un vaso de agua. Siento su mirada sobre mi en todo momento… — ¿Y ahora? ¿No me piensas hablar o qué?

 

—Pensé que no querías volver a verme, la última vez que hablamos me diste a entender eso…

 

—Pues entendiste mal, baka. — Vuelve a intentar acercarse a mi y vuelvo a retroceder — ¡Deja de hacer eso!

 

—¿Hacer qué?... No estoy haciendo nada. — Dejo mi vaso sobre el lavadero y camino de tal forma que la mesa queda entre Kai y yo.

 

—¿No quieres que te toque? No tengo nada contagioso si es lo que te preocupa…

 

—¡Pero yo si! ¡Deja de actuar como si no lo supieras!

 

—¡Lo digo por ti pedazo de imbécil! ¡Se que no puedo estar aquí si tengo algo que pueda contagiarte porque estás inmunodeprimido! ¡No por mi! — Vuelve a intentar acercarse y vuelvo a evitarlo — ¡Quédate quieto! ¡Quiero abrazarte! — Lo miro con cara de horror… ¿abrazarme? ¡No! Y si… — ¿Piensas que vas a contagiarme si te abrazo? — Pregunta incrédulo… Bajo la mirada incapaz de enfrentarlo… — ¿Es que no te han explicado de que va tu enfermedad? ¡He leido mucho! Estoy muy informado de todo... ¡Un abrazo no me va a contagiar! — Cuando vuelvo a levantar la mirada es demasiado tarde… Kai de un salto estaba frente a mi y aunque intento hacerme a un lado, sus brazos me rodean…  Intento removerme, pero entrelaza sus manos tras mi espalda con fuerza — ¡Que te quedes quieto!

 

—Joder Kai ¡suéltame! No es gracioso, ¡esto no es un juego!

 

—¿Quién está jugando? Tu eres el que se está portando como un niño, así que te trataré como tal… ¡Deja de moverte joder! ¡Entiende que por un abrazo no me contagiarás! ¡Ni por un beso!

 

—¡No! — Estampa un beso en mi mejilla y ríe… ¡El muy capullo se ríe! — ¡Basta!

 

— Tampoco si nos tomamos de las manos, lloramos, reímos, sudamos… ¡podríamos tener sexo con precaución! — Está vez logro empujarlo con fuerza y separarlo de mi.

 

—¡¿Te parece gracioso?! — Grito con rabia — Claro, búrlate del imbécil infectado, total que mas da… Tarde o temprano se muere ¡por lo menos que sirva para diversión un rato!… — La sonrisa se borra de su rostro y me mira con asombro.

 

—¿Qué?... Yo no…

 

—No entiendo ni para que coño has venido, si la última vez que hablamos me quedó claro el rechazo… ¿Es una especie de venganza por haberte follado todas esas veces?... ¡Lo siento!  ¡No lo sabía!  ¡No sabía ¿ok?!  — Levanto las manos mientras no paro de gritar, me siento molesto y no estoy seguro si es con él, conmigo, con el mundo o con todo… Pero no me detengo — Además, te salió negativo ¿no me dijiste eso? Entonces ¡felicidades! ¡Vete y vive tu vida! ¿Qué haces aquí? ¿Sientes lástima? ¿Vienes a compadecerme? Pobrecito de Donato que se jodió la vida por idiota… ¡O te causa morbo el verme morir lentamente?... — Estampa con fuerza la palma de su mano en mi rostro, tanto que me hace girar hacía un lado y callarme de la impresión…

 

—Damare! Urusai!  — Sus ojos están llenos de lágrimas, pero aun así su gesto es fiero. — ¡Nunca te escuché decir tantas estupideces juntas! Baka! — Se sienta en el sofá y esconde el rostro entre sus manos. Permanezco sin moverme porque aun no puedo asimilar que me haya golpeado… — Al comienzo cuando me lo dijiste… tuve miedo… Hacía un par de semanas que me habían dado el resultado de mis exámenes y todo iba en orden, pero… aun así me aterré. — Empezó a hablar bajo luego de varios minutos de silencio — Busqué mis resultados y los revisé una vez más, pero a pesar del negativo volví a sacar una cita para realizarme un nuevo examen… Luego me senté y estuve pensando… Imaginé por lo que estarías pasando y quise verte… Te llamé y me dijiste que estabas en América… — Levanta el rostro y me mira directo a los ojos — Colgué porque no quería decir nada más por teléfono, quería hablarte cara a cara… Me hice el examen al día siguiente… Luego cuando por fin me entregaron los nuevos resultados y leí nuevamente negativo, hablé con mi madre, y no te aterres que no le conté nada… es algo de lo que sólo a ti te compete hablar… Pero le dije que vendría un tiempo a América y que necesitaría su ayuda porque posiblemente unos meses no podría mandarle el dinero de siempre, tenía pensado cuidarte a tiempo completo y eso no dejaría margen para trabajar por lo menos los primeros meses… — Por fin puedo moverme y me siento a su lado pero lo suficientemente lejos para evitar el contacto… — Y ya sabes cómo es ella, me dijo que no me preocupara, que ella siempre respetó mi deseo de enviarle una mensualidad pero que yo sabía bien que no lo necesitaba, que el onsen iba más que bien, y que todo el dinero que enviaba lo tenía en el banco en una cuenta a mi nombre… Ni siquiera se disgustó cuando le dije que esta vez no pasaría las fiestas con ella... — Sonríe triste — Tengo a un ángel por madre, siempre lo he dicho…  — Suspira y pasa una mano por sus cabellos sacudiéndolos un poco — En fin, para terminar el cuento, saqué los pasajes y aquí me tienes… Lamento haberte golpeado…

 

—Lo tenía merecido… — Digo llevándome nuevamente la mano a la mejilla enrojecida.

 

—Claro que te lo tenías merecido… ¿Por quien me tomas?... Entérate de que nunca me sentí uno más de tus polvos ocasionales, por si lo has olvidado pasamos más de cuatro meses compartiendo habitación y cama… Y por cierto, babeas la almohada cuando duermes…

 

—Babeo… ¡Hey! ¡Es mentira! Yo… — Dejo de replicar cuando me choco con la mirada divertida de Kai y sin poderlo evitar sonrío… — Disculpa todo lo que dije, yo…

 

—Ya está olvidado, la verdad nunca hago caso cuando empiezas a decir estupideces… — Lo miro indignado, pero no me dura mucho porque su risa me contagia y termino riendo con él…

 

— Watashi wa anata no egao ga daisuki desu… — Dice al rato cuando ya nuestras risas se habían calmado. Enarco una ceja porque esta vez no entendí nada de lo que dijo por lo bajito de su voz… — Que tengo hambre, ¿no me vas a alimentar?

 

 

Cuando Leo y Sam llegaron nos encontraron aun en la mesa de la cocina riéndonos mientras tomábamos café. Ya pasaba la media noche y Kai se sorprendió al notarlo. Habíamos perdido totalmente la noción del tiempo. Kai intentó irse, pero Leo se lo impidió. Bueno, tampoco es que se haya esforzado mucho. Al final Kai terminó durmiendo en el sofá cama de la sala.      

 

Como a las tres de la mañana desperté y no encontré mi botella de agua sobre la mesita de noche. Claro, con todo lo ocurrido se me había olvidado. Me levanté y con sigilo caminé rumbo a la cocina. Al llegar tomé mi botella y dándole un trago emprendí el regreso, pero no pude evitar las ganas de echar un vistazo… La verdad no me esperaba encontrarme con aquella imagen… Kai estaba sentado entre sabanas revueltas abrazando sus rodillas y con la cara escondida entre ellas… Sus hombros temblaban ligeramente…     

 

—Kai… — Susurré al llegar a su lado. Él levantó el rostro y pude ver las lágrimas que caían desde sus oscuros ojos rasgados. — ¿Qué sucede?    

 

—Akumu… — Murmura y sé inmediatamente lo que pasa. No es la primera vez que me lo dice y es quizá una de las primeras palabras que aprendí de él en el tiempo en que prácticamente vivimos juntos.    

 

—Ya pasó, ya estoy aquí…  — Me siento a su lado y palmeo su rodilla… Recuerdo la primera vez que se levanto sudando y llorando y cuando le pregunté que pasaba me dijo que era una pesadilla… Esas noches lo abrazaba y arrullaba hasta que volvía a dormirse… Si, aunque suene increíble… Yo abrazando a alguien al dormir… Pero me acostumbré tanto que un día me di cuenta que simplemente buscaba el contacto sin pesadillas de excusa… — Estoy aquí, descansa…    

 

—Si… — Se acomoda sobre el sofá cama y se acurruca sin dejar de temblar… Tengo la necesidad de abrazarlo, pero el miedo puede más… Lo cubro con las sabanas y el edredón mientras escucho aun sus sollozos ahogados… Nunca me quiso contar de que iban esas pesadillas… Me decía que eran malos sueños que no valía la pena recordar…    

 

—Buenas noches… — Digo bajito parándome y tomando nuevamente la botella que dejé a un lado en el suelo. Kai no me responde. Camino dos pasos rumbo a la habitación y me detengo en seco.      

 

Mierda… No puedo dejarlo así…      

 

Abro la botella y tomo un par de tragos antes de cerrarla y dejarla sobre la mesita de centro que está a un lado. Vuelvo mis pasos, tomo un lado de las sabanas y con una profunda inhalación me tiendo junto a él…       

 

Al diablo el miedo…      

 

Ni bien me siente, Kai como un resorte gira y se abraza a mi escondiendo su rostro húmedo en mi pecho… Mi primer impulso es separarme y salir corriendo… No, no lo haré.  Kai me necesita. Viajó hasta aquí dejando todo para estar a mi lado y apoyarme. Me toca estar para él.    

 

—Aquí estoy… — Repito abrazándolo de vuelta.    

 

—Koko ni iru yo… — Susurra pegándose aún más a mi.      

 

Cierro los ojos cuando al rato lo siento relajarse y su respiración se acompasa. Se ha dormido. Sonrío sintiendo que quizá las cosas a partir de ahora no serían tan oscuras. Que quizá este rayito de luz iluminaría mi sombría existencia… Entender que tengo una enfermedad. Que no tiene cura. Pero que puedo tener una buena calidad de vida… No es el fin del mundo… No estoy solo…      

 

Quizá ahora si podría entrar de lleno dentro del último paso…        

 

La última etapa…        

 

Aceptación…  

 

 

Notas finales:

*Hola

*Callate

*Me encanta tu sonrisa o amo tu sonrisa o maso así xD

*Estoy aquí

*Tonto q lo dice muchas veces

Lo demás lo dijo Donato...

Es el cap más largo q he escrito creo xD

Tengo sueño

Y hambre

Y...

Felices fiestas! 

 

XOXO

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).