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Dernière Danse por Killary

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Si tu alma es libre…

¿Alguna vez encontrará un hogar?

 (Loveless – Dream On Dreamer)

 

 

 

4. Paso cuatro: Ser tú mismo no es tan fácil

 

 

 

Lo admiraba mucho. Aun lo admiro. Leonardo Menotti. Mi primo. Mi hermano. Mi heroe.

 

 

Cuando se fue de la ciudad luego de confesar que quería ser bailarín y que todos le dieran la espalda me sentí realmente decepcionado de todas estas personas que se decían ser nuestra “familia”.

 

 

Mi mamá y la suya eran gemelas y vivíamos en la misma ciudad en casas contiguas. Nos criamos como hermanos. Leo era el 3er hermano de 5, 3 chicas 2 chicos, y yo era último de 3 todos varones. Al final éramos como 8 hermanos revoltosos muy unidos… O eso creí hasta aquel día.

 

 

Al enterarse de la noticia, mis hermanos lo repudiaron inmediatamente. Se burlaron tratándolo de “afeminado” “mariquita” “niñita” y muchas cosas más… Y de sus hermanos sólo la más pequeña,  dos años menor que él, le dio el apoyo y la comprensión que necesitaba en ese momento. Pero fue en vano.

 

 

Leonardo tenía 18 años cuando se fue. Y yo con 12, por más pataletas que monté no pude hacer nada. En casa se prohibió volver a hablar del tema y mi madre y mi tía hicieron como si Leo nunca hubiera existido. Mi padre hace mucho nos había dejado y el padre de Leo había muerto hace un año de una penosa enfermedad.

 

 

Luego de un tiempo tuve una novia, Janina, con la que compartí mi primera experiencia sexual y de la que creía estar enamorado...  Hasta que conocí a Adriano… Y mi mundo dio un giro de 360 grados.  Nos hicimos amigos… Nos hicimos algo más… Nos hicimos muchas cosas… Demasiadas cosas…

 

 

A los 15 me di cuenta que me gustaban los chicos tanto o más que las chicas… Y simplemente callé. Janina me terminó al par de meses cuando notó el alejamiento y no hice nada al respecto. Mi madre me echó la bronca por perder a una niña tan buena. Me dio un sermón horrible y me obligó a buscarla. De manera obediente fui a hablar con Jani y al final volvimos. Pero las cosas nunca más fueron iguales y ella lo notó. Un año más mantuvimos esa farsa. Yo me enteraba por amigos comunes que ella estaba en coqueteos con otro muchacho un grado menor y la verdad no me interesó en lo más mínimo. Al contrario, me sentí aliviado. Un día vino y me volvió a terminar. Esta vez de manera tranquila, civilizada y definitiva. Luego de conversar con Jani mi madre aceptó nuestra ruptura.

 

 

A mis 16, estaba completamente libre y con ganas de experimentar. Con cuidado y siempre a escondidas. Después de Adriano, vino Ítalo, Roberto, Samuel… Hasta que llegó Joaquín… Y mi mundo volvió a girar 360 grados… Él era  bailarín de una compañía que estaba de paso por la ciudad. Lo miré, me miró… Fue amor a primera vista. En el mes que estuvimos juntos, aprendí pasos básicos de danza y me di cuenta de que se me daba muy bien el baile… Fue un mes muy intenso… Pero acabó. Me prometió volver y cumplió. Un año después estaba nuevamente en mi ciudad. Estuvo por dos meses… Luego me lo dijo… Dijo que me quería… Me pidió irme con él… Me congelé del miedo... Le dije que no podía… Joaquín no iba a dejar su carrera, su vida para quedarse conmigo… Con un mocoso de 17 años que aun estudiaba en el instituto y que le tenía tanto miedo a su madre que permanecía en el closet… Y aunque me había jurado quererme… Me dejó.  Fue mi primera decepción amorosa... Primera y última…  Me juré jamás volver a enamorarme, jamás entregar el corazón nuevamente… El amor sólo estaba hecho para tontos masoquistas a los que les gustaba sufrir… Y yo no iba a ser uno de ellos.

 

 

Cumplí 19 años. Por fin terminé el instituto y había decidido mudarme con mi primo Leonardo, estudiar danza y ser un profesional independiente como él… Conversé con mi madre y con promesas de estudiar una carrera “normal” pude convencerla.

 

 

Así mantengo mi vida, en las sombras. Hasta hoy no soy capaz de decirle a mi madre nada. Ella piensa que estoy aquí para estudiar en la universidad, no sabe que sigo en contacto con Leo, ni que bailo, ni que soy bisexual… ¿Cómo confesarle a mi familia la verdad si con sólo enterarse de que Leo quería ser bailarín reaccionaron de esa forma?... ¿Se imaginan si les digo que me van los chicos?... Joder, seguro me queman en la hoguera…

 

 

 

Hace unas semanas que empecé a compartir departamento con Leo. Busqué un trabajo a medio tiempo 3 veces por semana y me inscribí en el taller de danza para prepararme y audicionar en la próxima convocatoria del Instituto de Bellas Artes. Todas las mañanas iba a practicar al estudio. Pero hoy aprovechando que estaba libre iba a ir un rato por la tarde. Quería ver la cara de mi primo al saber que su gran amor estaba en la ciudad. Samantha era una bailarina norteamericana que estaba de paso con su compañía…  Había llegado al departamento y yo la envié directo al estudio. Sam, el gran amor de Leonardo. Ellos mantenía un romance de ya 5 años, entre altas y bajas, separaciones y encuentros, peleas y amistes… Eran de esos amores tormentosos de novela que te tienen preguntándote ¿se quedaran juntos? ¿Se volverán a ver? ¿Se confesarán?... De esos amores en los que yo no creía.

 

 

Entré al estudio repartiendo besos a todos los que me encontraba en el camino. Me dirigí al salón que Leo usaba para impartir clases. Al entrar al pasillo me detuve. Un niño estaba pegado a la pared, estrujando un papel en sus manos, con la mirada perdida y el rostro bañado en lágrimas… Lo conocía, lo había visto muchas veces por aquí… Nunca habíamos hablado… Mis ojos no podían abandonar la escena… Era la imagen más tierna que había visto en mi vida. Lo vi girar dándome la espalda y alejarse caminando lentamente... Joder que retaguardia… Ya recuerdo bien a este niño... El papel quedó en el suelo hecho una bola. Lo recogí y estiré un poco. Era un informe de notas del instituto. Muy buenas notas por cierto. Por el grado  debe tener unos 15 o 16 años… Etienne Dubois se llamaba, después de tanto por fin sabía su nombre…

 

 

Seguí por el camino que había seguido el niño. Debo entregarle el papel, supongo que se le cayó de casualidad… No lo veía por ningún lado. ¿Dónde se habrá metido? Llegué hasta el fondo, junto a las puertas de los cuartos de limpieza… Y lo oí. Unos sollozos del otro lado… ¿Qué debía hacer? ¿Irme?... No, no lo iba a dejar así…

 

 

Respiré profundamente y di un par de golpes a la puerta. Sin esperar respuesta la abrí. Estaba oscuro así que encendí la luz. Allí en un rincón, cubriéndose los ojos con una mano estaba el niño. Poco a poco fue descubriendo esos hermosos ojos grandes y oscuros algo enrojecidos por el llanto.

 

— ¿Qué haces aquí? — Pregunté con nerviosismo bien disimulado. Se levantó, pasó el dorso de su brazo por aquel rostro de muñeca y se sorbió la nariz… Joder que niño tan mono…

 

—Ya me iba… — Una vocecita suave y delicada me contestó.

 

—Etienne, ¿verdad? — Frunció el ceño y me miró sorprendido.  — ¿Te llamas o no Etienne? — Oh no… Creo que lo he disgustado… Pero mira que lindo se pone así todo enfurruñado…

 

—No te importa. — Masculló intentando llegar a la puerta. Ah no, no, no… No te me vas a escapar niño bonito. Ahora que después de tanto tiempo podía tenerte cerca no te dejaría huir. Lo tomé del brazo, deteniéndolo. Delgado, suave, tibio… Una corriente eléctrica que me recorrió entero al contacto. — Suéltame… — Suspiré soltándolo. Me pasé la mano por el cabello tratando de calmarme. La verdad… me estaba excitando…

 

—Mira niño, yo…

 

—No me digas así. — Joder, joder, joder… No me mires con esa carita…

 

—Okey… — Le dije sonriendo. — Mira… Etienne… — Que dulce suena… Etienne... — Sólo venía a alcanzarte esto — Le alcancé la hoja. — Se te cayó cuando saliste corriendo…

 

—No salí corriendo… — Oh mierda, deja de mirarme así… — Gracias…

 

—Okey… No saliste corriendo… — Una risita nerviosa se me escapó… Creo que lo enfureció porque de un movimiento me arranchó la hoja y trató de escapar dándome un empujón y abriendo la puerta. Sólo reaccioné estirando el pie y golpeando la puerta  para volver a cerrarla…

 

— ¡¿Qué carajos quieres?! — Hasta sus gritos son dulces… Me apoyé en la puerta para asegurarme de que no volvería a intentar huir. — Ya me devolviste la hoja, ya te di las gracias, ahora ¡déjame salir! — Esa mirada… Joder esa mirada…

 

—Creo que empezamos con mal pie… Me llamo Donato… — Estiré la mano en un gesto de paz y saludo… Quería volver a empezar bien las cosas… Sus preciosos ojos se pasearon de mi mando extendida a mis rostro un par de veces con cara de incredulidad… — Oh vamos, no seas rencoroso… Siento haberme portado como un pedante… — Me disculpé. Yo sabía que siempre daba esa impresión a la gente que recién conocía. Su gesto cambió y pude notar diversión en su mirada… Okey, vamos mejorando… — El rencor es malo, ¿sabes? Te envejece rápido y luego a los 30 parecerás un anciano de 80… Nunca encontrarás novia y…

 

—Está bien, está bien, te disculpo. — Estrechó mi mano con la suya… Delgada, delicada, tibia, suave… — Tan sólo deja de hablar…

 

—Okey… Un gusto soy Donato… — Reiteré sonriendo.

 

—Soy Etienne… Aunque eso ya lo sabías… — Me respondió con una sonrisa… Joder que sonrisa… Casi me mojo los pantalones… Nos quedamos mirando… Lo recorrí entero… Cabello negro lacio que escasamente cubría su cuello… Esa piel de porcelana… Delgado, no muy alto… Un culo respingón de infarto… Unas piernas que a pesar de los pantalones que llevaba se notaban bien formadas… Su rostro precioso de muñeco con esos ojos marrones grandes y expresivos… Una naricilla pequeña… Unos labios llenos y  pálidos… Tengo ganas de enrojecerlos a mordiscos… — Hey… mmm… Donato…

 

— ¿Si?... — Pídeme lo que quieras niño bonito…

 

—Mi mano…

 

— ¿Qué tiene?... — Es tan cálida… Tan jodidamente suave… Tan…

 

—Que la necesito… — Joder… Miré su mano entre la mía… De un salto me separé, no quiero que piense que soy un pervertido o algo… Lo oí reír… Una risita que me contagió. Reí con él

 

—Lo siento, no me di cuenta… — Me disculpé nerviosamente.

 

—No importa… Oye, ya tengo que irme… — Oh no, no, no… Ahora que te tengo no te me escaparás tan fácilmente…

 

—Nunca te vi por aquí… — Intenté empezar una conversación con una pequeña mentira. Tampoco es que le voy a decir que lo había visto por allí… Bueno lo correcto sería “hace un tiempo  que veo tu hermoso culo por aquí”…

 

—Qué raro porque vengo hace un año a las clases de….  A las clases de Leo…

 

— ¿En serio? — Joder, esto no me lo creo. — ¡Leonardo es mi primo!

 

— ¿Qué?...

 

— ¡Si! Leo es mi primo por eso vengo de vez en cuando aquí. Hemos bailado juntos algunas veces, ¿sabes? No soy tan bueno como él pero me defiendo muy bien. — Algo en común, algo que usaré a mi favor para conquistar a este niño bonito… Ahora lo llevaría conmigo aprovechando la coincidencia… — Justo hoy venía a visitarlo y que me ayude con algunos movimientos pero bueno, estaba “ocupado” — Recordé que Leo debería estar con Sam… Quizá hasta podríamos ir a tomar algo los cuatro y así conocería más a este muñeco. Lo saqué de aquel cuarto de servicio.

 

—Lo sé… Los vi…

 

— ¿Viste a Sam? — ¿Así que ya conocía al amor de Leo? Esto se ponía mejor… Lo tomé del brazo y empecé a conducirlo hacía la sala de mi primo. — A que es guapa, ¿verdad? Leo está loquito por ella… Creo que hasta quiere casarse. — Las palabras me salían sin evitarlo. Cuando estoy nervioso no puedo parar de hablar… Posiblemente Leo ya le haya contado toda su historia… — Pero ella vive en Norteamérica y él aún no decide mudarse. Estuvo un par de años por allá… regresó el año pasado ¿sabes?  Ella sólo estará unos meses mientras dure la gira de su compañía… Es una gran bailarina, ya podrás verla. Te encantará… — Por fin llegamos a la puerta del salón…

 

—Espera…

 

— ¡Abran par de pervertidos! —  Grité mientras tocaba la puerta… Los muy fogosos le habían echado llave seguramente para hacer sus guarradas. — ¡Leo, Sam, ya sabemos que están dentro! — Siento como Etienne bruscamente tira de su brazo liberándose… Giro y lo miro sorprendido… ¿Qué le pasa? Casi se cae por la fuerza que usó… — ¿Etienne?... ¿Qué ocurre? — Intento acercarme a él pero retrocede… Respira agitado, sus mejillas están sonrosadas, sus ojos vidriosos… ¿Quiere llorar?... — ¿Te sientes bien? — Cuando iba a contestarme escucho como  la puerta  por fin de abre… No tuve tiempo de reaccionar… Etienne salió corriendo, empujándome en el proceso… ¿Qué es lo que había ocurrido?... — ¡Etienne! — Llamé pero no se detuvo. Siguió corriendo como alma que lleva el diablo hasta desaparecer de mi vista… ¿Qué le sucedería?

 

— ¿Doni? — Leo se me había acercado y estaba viendo hacía el pasillo por donde hace un momento desapareció aquel niño. — ¿Ese era Etienne?

 

—Emm… Bueno… Sí, si era él…

                              

— ¿Qué hiciste ahora? — Mi primo me miraba ahora enarcando una ceja y con los brazos cruzados.

 

— ¿Yo?... ¡No hice nada!

 

—Entonces… Explícame por qué Eti salió huyendo de ti…

 

—Pues… — Recordé como vi a Etienne por primera vez… Llorando junto a esta puerta arrugando su boleta de notas… Correr a encerrarse… Sus sollozos… Luego cuando lo traje aquí… Su rostro lleno de tristeza… Sus ojos a punto de desbordarse… Será que él… Él… ¿Le gusta Leo?... — No sé…

 

—Oh Doni, porqué será que no te creo nada… — Sam se puso a mi lado revolviendo mi cabello.

 

—Te juro que no hice nada… — Murmuré sabiendo que no me creerían.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Corrí y corrí sin parar hasta llegar al departamento. Abrí la puerta y entré casi sin aliento.  Cerré la puerta y me apoyé en ella, resbalando hasta quedar sentado en el suelo. Que día de mierda.  Me acaban de romper el corazón… Por segunda vez. Aunque está vez creo que me lo rompí yo solito. Leo nunca se me insinuó, nunca intentó nada conmigo, nunca me dijo nada… Es que era tan amable y considerado que yo creí… Creí que le gustaba… ¿Me habré equivocado también con Gaël?… No, no, Gaël me quería… Me lo dijo muchas veces… Gaël…

 

 

Tomé mi móvil y marqué nuevamente el número de Amélie…  Un tono, dos, tres, cuatro… Nada… Siempre era así… Ya había pasado más de un año… Creo que… Creo que me olvidó o no quiere saber nada de mí… O quizá nunca fue realmente mi amiga…

 

Seguí intentando… Una vez más…

 

Otra…

 

Otra…

 

¿Es que no te cansarás nunca?... — Me paralizo… Es la voz de Meli… Meli…

 

—Meli, soy Etienne… Meli… — Logro articular emocionado.

 

Lo sé…

 

—Te he llamado millones de veces… ¿Por qué no me contestabas? — Silencio. — ¿Amélie?  — Silencio… — ¿Qué sucede?... — Un suspiro profundo…

 

—Etienne… Ha pasado mucho tiempo

 

—Lo sé, lo sé, pero te llamé…

 

Etienne… Será mejor dejarlo así… No vuelvas a llamar… — Las palabras mueren en mi garganta… No entiendo…

 

—Amélie…

 

—Déjanos tranquilos Etienne… estamos bien ahora, sin ti… — ¿Estamos?... Pero… — “¿Con quién hablas amour?” — Una voz a lo lejos… Esa voz… Su voz… No, no, no…

 

—Gaël… — Me sale en un susurro entre mi desconcierto, sintiendo como se me oprime el pecho dolorosamente…

 

Número equivocado, ciel… — Escucho antes de sentir como corta la llamada…

 

 

Me quedo con el móvil en la mano tratando de procesar lo que acaba de pasar. ¿Era él? ¿Realmente era Gaël?... “Amour”… ¿Dijo amor? ¿Acaso ellos dos están juntos?... No, no, imposible…

 

Me levanto despacio del suelo y camino lentamente hacia mi habitación.  Siento que estoy en un sueño. Esto no puede ser real.  Llego al cuarto y me tiendo en la cama aun con el teléfono entre mis manos. El nudo en mi pecho me causa tanto dolor que casi me imposibilita el respirar. Inhalo y exhalo por la boca tratando de llenar adecuadamente de oxigeno mis pulmones. Mi vista perdida en imágenes inexistentes de ellos dos, me arde.

 

Quizá realmente todo es un mal sueño. Quizá si cierro los ojos por un momento al abrirlos nuevamente todo se borrará. Sí, eso es. Todo volverá a la normalidad. Sólo tengo que cerrar los ojos…

 

Pero al cerrar los ojos las lágrimas contenidas se escapan sin control. Y sin poder reprimirme más  empiezo a sollozar…

 

No fue una buena idea cerrar los ojos…

 

 

 

 

Notas finales:

Ahora me leen...

Ahora ya no...

xD

 

XOXO


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