- Kai mis padres… mi padres
- No, no vendrán. Mi madre está con ellos en el patio y ella nunca para de hablar cuando empieza. Ahora, abre las piernas y disfruta.
Separa las piernas mirando atentamente como descendía hasta introducir por completo su pene entre los labios de su mejor amigo. Adoro y quedo flotando en el aire cuando aquella desconocida sensación empezó a inundar su cuerpo. Maldición, era el cumpleaños de su madre y él estaba encerrado en su habitación, sin ropa de la mitad de la cintura para abajo, recibiendo la primera mejor mamada de su vida.
- ¡Kai, sí, asi!
- Cállate… escandaloso
Su cabeza quedo colgando sobre su hombro izquierdo junto a un pequeño rastro de saliva que destilaba de sus labios. Sus manos ahora se presionaron con fuerza contra la cabeza de su mejor amigo, estaba a punto de estallar entre sus labios y totalmente sin poder prestarle atención al exterior. Las mejillas sonrojadas al máximo, sus pezones erectos y su interior a punto de alcanzar el primer y delicioso orgasmo, pero, todo término por irse al infierno con tres simples palabras.
- ¡¿Lee Taemin, estas aquí?!
- ¡Sí!
- ¿Hijo?
Su padre abrió la puerta de golpe encontrándose con aquella perturbadora escena. Su hijo sentado sobre el velador de su habitación, con las piernas abiertas, dejando que otro hombre le chupara el pene.
- ¡Mierda Kai, sí!
Al terminar de correrse en la boca de Kai, la sangre se le congelo y de forma lenta parpadeo como intentando borrar la imagen de su padre en la puerta con la mirada llena de odio, como cuando recordaba las batallas a las que asistía para enorgullecer a su país.
El padre de Taemin era un condecorado General del ejército Americano. Era uno de esos militares de pensamiento antiguo y obsoleto, que confundían hoy en día la homosexualidad con una enfermedad y vergüenza a la familia. Por eso, no dudo ni un segundo en tomar a Kai de los pelos y sacarlo arrastras con la boca manchada del semen de su hijo, mientras Taemin se colocaba los pantalones y salía detrás suyo para ayudar a su amigo.
- ¡Mientras nosotros comíamos pastel, tu hijo se estaba tragando el pene de mi hijo!
- ¡Lee TaeWook , mi hijo no es un maricón!
La discusión paso a los golpes entre ambos militares, pues ninguno quería creer que sus hijos habían descubierto la sexualidad de esta manera tan horrible. Para ellos, ser homosexual era una aberración y debía ser corregida de inmediato.
- Lo siento tanto Jin Ri, tu cumpleaños y…
- Protejamos a nuestros hijos, no permitas que le pongan un dedo encima a Kai.
- No permitas que hagan lo mismo con Taemin.
Sus madres eran mejores amigas y ambas sabían lo que les esperaba a sus pobres hijos cuando las puertas de sus hogares se cerraran.
- Tae Wook, por favor, no cometas una estupidez. ¡Es nuestro hijo!
- Ese de ahí no es mi hijo. Mis hijos no son homosexuales.
- No permitiré que lo golpees. Mi hijo no recibirá el trato que tú le das a tu pelotón. ¡Te lo advierto!
No se dijo más y todos a excepción de su padre se fueron a dormir. Esa noche su madre no se fue de la habitación de TaeMin hasta asegurarse que este se encontrará durmiendo y a salvo de su padre.
- ¡Pero que mierda!
De una fuerte patada el colchón se volcó, tirando al joven muchacho de piel pálida al piso. Intentando recuperar el sentido por la sorpresiva forma de despertar. Tomo asiento en el suelo, junto a los pies de la cama, viendo las botas militares de su padre. Su padre no le dio tiempo para hablar, cuando el golpe de un boleto de avión le dio de lleno en la cara.
- Te cambias, te tragas el desayuno de tu madre en silencio y sales que te espero en el auto. ¡Ahora!
Hizo sin dejar de pensar en cómo unir aquel boleto de avión con lo que había sucedido ayer y por más que le daba vueltas, no podía armar el rompecabezas mental que se formó al tomarlo entre sus manos.
Cuando se encontró abajo, su madre no dejaba de ver a la puerta de la cocina, como queriendo asegurarse de que su padre no regresará. Noto las bolsas grises bajo sus ojos, debido a las lágrimas que debió dejar caer por toda la noche y le dolió haberle hecho pasar ese horrible cumpleaños a su amada mamá. Todo por su maldita calentura y ganas de experimentar con su mejor amigo.
- Mamá ¿sabes algo de Kai?
- Hable con HyoRin en la mañana. Si Won lo envió al hospital, ella no pudo hacer más que llamar a emergencias y decir que su hijo tuvo una pelea callejera.
- ¡Dios mío!
Empezó a sudar cortándose le él apetito de inmediato. Si eso le había pasado a su mejor amigo, sabiendo que su padre no era violento, incluso ellos lo iban a buscar para recibir consejos cuando se metían en problemas. Si ese había sido el destino de su amigo, entonces, a él le iría peor. Porque a diferencia del padre de Kai, el suyo lo golpearía hasta robarle el último aliento. Incluso seria capas de enviarlo a una base militar a la Antártida, alejado de la civilización.
- Mamá, tengo…. Miedo. Perdón por todo.
- Hijo, mi bebé.
Un llanto desgarrador por parte de la madre e hijo inundo la cocina, traspasando las paredes hasta la entrada de la casa, pero ni eso logro conmover el duro corazón de su padre. El hombre no se inmuto en gritar a todo pulmón que se dejará de sentimentalismos y subiera al auto con el boleto de avión que le dio.
- ¡Ponte el maldito cinturón!
Cuando el auto empezó avanzar, la respiración se le cortó junto a su garganta seca y el pánico comenzó a inundar su ser. Cientos de situaciones donde su padre lo lanzaba del auto para que quedará a su suerte en medio de la nada pasaron por su cabeza y otras dónde lo dejaba correr para luego, dispararle por la espalda. Durante todo ese recorrido no fue capaz de leer el boleto que tenía en las manos y en donde se encontraba la respuesta a todos sus miedos.
El auto se detuvo de golpe, sintiendo el resplandor de las letras plateadas molestarle la vista. Aquellas letras plateadas le informaron que estaba en el aeropuerto y recién en ese momento se dio cuenta que lo estaban enviando lejos, para curarlo.
Bajo del auto y su padre le tiro una mochila de excursión militar al cuerpo, tomándola como pudo entre sus delgados brazos. Suspiro colocándose la mochila en la espalda y siguiendo a su padre con la mirada fija en sus botas negras.
- Toma. Cuando llegue te recibirá un soldado americano y solo responderás a lo que te pregunte. No intentarás ser su amigo o algo parecido porque le di la orden de poder golpearte si lo haces.
- ¿A dónde…? ¿A dónde me envías padre?
- ¿Sabes leer? Pues en tu boleto de avión esta. Ahora ve y regístrate.
Se acercó a la aerolínea correspondiente y entrego su boleto y pasaporte para ser registrado. Al leer en el pequeño letrero lo que decía, no pudo aguantar las lágrimas y lloro en silencio. Lo estaban enviando a Cuba y una simple palabra que lo hizo sollozar con fuerza fue todo lo que pudo hacer.
Guantánamo.
Aquella prisión con prisioneros por terrorismo, donde por lo que contaba su padre, torturaban y maltrataban a todo aquel que ingresaba ahí. No quería ir a ese lugar, prefería mil veces que lo enviaran al desierto y morir bajo el sol, que ver a gente que tal vez era inocente encerrada en ese lugar.
- Cierra la boca, la gente no está mirando. Cállate o te irá peor que a tu amigo Kai.
- Haré lo que sea, pero no me envíes a ese lugar dónde gente es maltratada y torturada.
- Es hora de partir. Ahora se un hombre y asume tu responsabilidad.
Lo último que vio de su padre, fue su ancha espalda perdiéndose entre la gente. No le quedó más remedio que abordar el avión y cerrar los ojos para que esa pesadilla terminará más rápido de lo que había empezado.