En aquel hermoso día, Yuuki, el lindo hijo de Kai y Aoi cumplía siete años, por lo que se encontraban cómodamente en su casa viendo películas y comiendo golosinas después de haber celebrado bastante a lo largo del día. Todos estaban bastante entretenidos, como si en realidad se tratara de tres niños y no sólo de uno, hasta que Aoi interrumpió el silencio existente.
—Kai, pasame ese chocolate que tienes a un lado —dijo en voz baja mientras apuntaba hacia el comestible.
—¿Éste? —Kai tomó el chocolate y lo alzó, para luego abrirlo e introducirlo de forma rápida en su boca.
—¡Grandísimo idiota, ése era el último!
—Aoi iba a lanzarse contra Kai pero fue interrumpido por una tercera voz.
—Papá, no me dejas escuchar.
—Pero, Yuuki, tu papá Kai fue el que comenzó.
—Aoi, sé un adulto y deja que nuestro hijo vea la película en paz.
—Papá, dame otro chocolate, que viene mi parte favorita.
—Oh, mi lindo Yuuki, tu papi se comió el último —Aoi le sonrió a Yuuki y acarició su cabeza.
—¿Qué? Tonto papi Kai —el pequeño formó una mueca en su rostro.
—¿Cómo dijiste, niño malcriado? —preguntó Kai.
—Tú me criaste —Yuuki sacó la lengua a Kai y comenzó a correr en dirección a las escaleras para subir a su habitación mientras Kai le miraba con disgusto.
—Oh, ese es un mal niño. Al igual que su padre —Kai cambió su expresión a una totalmente pervertida y empezó a acortar la distancia entre él y Aoi para luego besarle—. Creo que debería castigar a su papi por no enseñar a ese niño a respetar.
—No suena nada mal darle una reprimenda a ese mal padre —Aoi volvió su voz juguetona y atrajo aún más al contrario.
—Entonces lo haré —expresó con una voz sensual e intensificó los besos.
—Kai, detente, Yuuki aún está despierto.
—Tal vez ya duerme, es bastante tarde. Vayamos al cuarto y no se dará cuenta si haces silencio.
Ambos siguieron besándose antes de tomar dirección a la planta alta de la casa, pero Yuuki bajó y presenció un poco de aquello que sus padres estaban haciendo.
—Papi Kai, papi Aoi, ya quiero seguir viendo la pelícu... —aquel dulce niño cortó sus palabras al ver a sus papás besándose—. ¡Qué asco!
—¿Yuuki? —Aoi empujó a Kai fuera del sofá dejándolo tendido en el suelo.
—¿Por qué se estaban tragando las caras? —comenzó a subir las escaleras a una velocidad sorprendente—. Ya me voy a dormir.
—Te dije que no estaba dormido —recalcó Aoi—. Ahora el pobre está traumado.
—Sólo nos ha visto besarnos, no seas exagerado. Cómo si nunca nos hubiera visto otras veces.
—Sí, pero ahora nos estábamos "tragando las caras" —hizo comillas con sus dedos—. Pobre chiquillo.
Kai se levantó del suelo y volvió a sentarse al lado de Aoi mientras sobaba su nuca.
—Íbamos tan bien. No debiste lanzarme al piso, idiota.
—Guarda silencio, imbécil.
—¿Qué te parece si terminamos lo que empezamos? —Kai volvió a esa cara pícara suya.
—¿Terminar lo que empezamos? ¿Qué empezamos? —dirigió una mirada escéptica al otro hombre.
—Esto —Kai se puso de pie y apunto a una notable erección bajo sus pantalones.
—No veo nada, pito chico.
—Te mamas, en serio —rió como tonto y luego paró—. Sabes que eso no es cierto.
—A ver.
—Vamos al cuarto y te refresco la memoria, bonito.
Ambos volvieron a iniciar con sus juegos y besos para dirigirse a su habitación, no sin antes asegurarse de que su bonito hijo estuviera dormido esta vez. Así tuvieron una noche llena de pasión como las que no tenían desde hace bastante tiempo.
Alrededor de tres meses habían transcurrido ya desde el cumpleaños numero siete de Yuuki y aquellos tres estaban de paseo por un muy hermoso parque mientras comían helado.
—Papi, cuando termine este ¿me compras otro helado? —preguntó Yuuki a Kai.
—Dile a tu papi Aoi que te compre otro —susurró al oído del pequeño.
—Papi, ¿me compras otro helado?
—¿Eh? —Aoi se llevó una mano a la cabeza y se sostuvo de Kai—. Creo que voy a vomitar.
—Eres un tacaño, ¡ve cómo te pones sólo porque te pidió otro helado!
—No es por eso, estúpido —dijo Aoi mientras tomaba el cuello de la camisa de Kai y lo atraía hacia él enojado.
—¡Tranquilo, no te enfades! —Kai se puso nervioso y rojo como tomate. El temperamento de su pareja sí que era tremendo y le hacía temer.
—Vamos a casa.
—¡Pero, papi! —a aquel nene sólo le quedó seguir a sus padres al auto para marcharse. Por aquel día ya no habría helado.
Al llegar a casa, Aoi subió al baño y se encerró a intentar vomitar, mientras Kai y Yuuki no tuvieron piedad por sus malestares y se la pasaron haciendo bromas sobre los sonidos que emitía.
Transcurrido un rato, Aoi salió de aquel baño con las manos detrás para luego gesticular palabra.
—Aoi, Yuuki... —tenía una extraña expresión en su rostro.
—¿Qué pasa, papá?
—¿Ya estás mejor? —preguntó Kai un poco preocupado.
—¡Estoy embarazado! —Aoi mostró entusiasmado ante los ojos de los otros presentes una prueba de embarazo.
—¿No te cansas de parir? —dijo Kai con una cara de asombro.
—¿Qué dijiste, baboso? —Aoi se abalanzó sobre Kai y comenzó a estirarle los cabellos a aquel desdichado.
—¡Para, para, era una broma! —gritaba Kai desesperado—. ¡Yuuki, auxilio!
—¡Adiós, papá! —dijo para luego huir.
—¡Pequeño traidor! —gritó Kai, para su hijo mientras intentaba sacarse a Aoi de encima.
Y de aquella manera, esa familia se preparaba para tener a un nuevo integrante que con suerte, tal vez no saldría tan chiflado o chiflada como los otros tres. Pero quién sabe, esa locura sí que estaba en los genes y para muestra estaba Yuuki, que desde muy chico ya tenía sus toques de pillo, muy propio de sus progenitores. Pero aun así, esa familia era perfecta tal y como era, tan poco común, tan curiosa, tan Kaoi.
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español