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The Bloody Awesome ABC por xoxomcr

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Narcisismo

 

Él era perfecto, asombroso, especial, único.

 

No había otro en el mundo, sistema solar o universo que se pueda comparar con su grandeza, ni alguien que poseyera cualidades tan espectaculares como las suyas.

 

Dios fue muy caritativo con el planeta Tierra al crear algo tan perfecto como él, las demás naciones deberían estar agradecidas de poder estar ante la sagrada presencia del magnífico Prusia.

 

Cada cosa que hacía o decía era genial.

 

Su manera de conquistar territorios era impresionante, su imponente personalidad hacía delirar a los demás... hasta cuando hacía el ridículo lo hacía con estilo.

 

Él no caía, el piso lo llamaba para apreciar su hermoso rostro. No se equivocaba, decía las palabras incorrectamente para probar la inteligencia de los demás.

 

Si quisiera, podría ser mejor casanova que Francia o el jefe de España, apoderado de Austria o gobernador de Hungría.

 

Muchos decían que su ego era más grande que la ingenuidad y torpeza de Veneciano, pero por supuesto que ellos lo decían por algo llamado envidia, por que en el fondo ellos mismo sabían que querían ser como Gilbert Beilschmidt, lástima que nadie podía, porque como aclaró antes: él era único.

 

— ¡Eres un narcisista!

 

Eso fue lo que Alemania le dijo antes de entregarle un folleto y largarse de su presencia. Ese día West sí que estaba furioso, bueno... después de pensarlo bien, hacerle bromas a su hermano luego de un día agotador no era una idea grandiosa, sólo buena, porque él nunca tenía malas ideas... casi nunca. Lo mejor sería ver de qué trata el bendito folleto que le dio Ludwig.

 

Características del narcisismo – Cómo detectarlo:

 

*Grandiosidad: el narcisista se cree enormemente importante, considerándose por encima de cualquier persona.

 

¿Acaso esa cosa se estaba mofando de su persona? Él no se creía importante, él era importante. Eso era algo que no se ponía en tela de juicio, y por supuesto que era mejor que los demás.

 

*Necesidad de aprobación: tienen una gran necesidad de sentirse aprobados y admirados por los demás, quienes, sin duda, tienen que saber lo maravillosos que son...

 

Es que no hacía falta esforzarse para que todos sepan lo maravilloso que era, por supuesto que todos lo tenían que saber sin necesidad de decirlo una y otra vez (aunque lo hacía de todas maneras, por si acaso).

 

*Falta de empatía: no es capaz de ponerse en el lugar del otro y compartir sus sentimientos. Se muestran insensibles y desconfían de los motivos de los demás.

 

No es que fuera insensible, pero para qué querían contarle sus problemas a él. ¿Qué pensaban, que era un psicólogo internado en su consultorio sin nada mejor que hacer además de escuchar las penas ajenas? Eran patéticos, confiando en cualquiera (aunque obviamente, él no era cualquiera) y hablando de sus vidas y problemas existenciales tan a la ligera, sinceramente no los comprendía, no podía entenderlos.

 

*Negación: niegan quienes realmente son y adoran la imagen sobrevalorada que tienen sobre sí mismos. Niegan sus sentimientos de depresión y cualquier trauma que hayan podido sufrir.

 

¿Negar lo que era? Já. ¡Por supuesto que no! ¡Negaba rotundamente que ese conjunto de palabras tuviera siquiera un ápice de certeza! Además, ¿quién sufre de depresión o algún trauma? Como si fuera que el estar solo o el haber dejado de ser una nación lo afectara. Por supuesto que no necesitaba de nadie —salvo él mismo— para ser feliz (trabajaba cada día incansablemente para convencerse de ello).

 

*Manipulación: dado que los demás están ahí para satisfacer sus necesidades, no dudan en manipularlos y en tratarlos como objetos para lograr sus objetivos.

 

¡Pero si para eso existía el prójimo! Claro que sólo de vez en cuando, tampoco era un monstruo desalmado que hacía eso por placer a cada momento.

 

*Interpretación distorsionada de los resultados y recuerdo selectivo: exageran sus éxitos y se atribuyen mayores habilidades que los demás al conseguirlos...

 

¿Alguna vez han escuchando ridiculez mayor que aquella? Cosas como esa son las que lo hacían reír. Definitivamente dudaba de la lucidez del que escribió semejante desvarío. Él jamás exageraba una hazaña suya, porque cuando decía que estuvo a punto de dominar el mundo y casi logró que el idioma universal fuera el alemán, sólo decía la verdad en su estado más puro.

 

Por otra parte, ¿por qué estaba discutiendo tan seriamente con un pedazo de papel? Era demasiado awesome como para perder su tiempo con una simple hoja.

 

*Envidia: envidian a los demás y creen que los otros son envidiosos también. Aunque prefieren la lógica a los sentimientos, al mismo tiempo envidian a las personas que tienen capacidad de empatía y son emocionalmente accesibles.

 

¡Suficiente! Ese folleto hablaba de puras tonterías, no tenía la más mínima disposición de admitir que algo en lo ahí escrito tuviera coherencia... y si Gilbert decía que eso era incoherente, entonces no había lugar a repercusiones. Tan sencillo como eso.

 

Recordó ese momento con una sonrisa victoriosa. ¡Por supuesto que Ludwig no podría contra su espectacularidad! Hacía falta más que un trozo de papel para hacerle dudar de su salud mental. Seguía siendo igual o más asombroso que antes de leer ese folleto.

 

— ¡Gilbert, eres un inútil! Te dije que los cubiertos no se ponen en el lavarropas, por algo se llama “lava-ropas”, joder; ahora tendré que comprar nuevas vajillas —decía de forma cabreada un rubio, interrumpiendo sus recuerdos. Caminaba hacia él masajeándose las sienes—. ¿Y qué hay con eso de meter en la tina a un pollito? Vamos, he escuchado sobre patitos de hule, ¡pero eso es ridículo! —continuaba, molesto.

 

Bueno, tal vez había algo, o mejor dicho, alguien que podía hacerlo dudar sobre su salud mental en ocasiones. Ese era Arthur.

 

— ¡Pero es Gilbird! ¿Cómo se supone que me bañe sin él? Si es mi impresionante camarada. Además, ¿quién más me enjabonaría la espalda cuando no estás? —intentaba explicarse.

 

—Ya decía yo que idiota más grande no podía encontrar, aunque bueno, también está Alfred... y el imbésil de Francis, el odioso de Antonio y el atarantado de Veneciano... oh, y ese estúpido danés, pero en fin... siempre me sacas de quicio. Hoy te toca poner la mesa, y no... no estará acompañada con cerveza, si sigues así quedarás obeso y ni siquiera tu adorado Gilbird te va a mirar, es más te quedarás...

 

Arthur no pudo continuar porque Gilbert le detuvo.

 

No lo detuvo con un golpe ni con una grosería. No necesitaba usar la fuerza bruta, porque era tan asombroso que podía hacerlo callar con un sutil beso... beso que con el transcurrir de los segundos se tornada demandante y apasionado, e hizo que el rubio soltara un leve suspiro.

 

—...más guapo que de costumbre —pronunció el más alto luego de romper con el contacto—. Eso fue lo que quisiste decir, ¿verdad? —continuó logrando que Arthur frunciera el seño y se preparara para rebatir, pero antes de que lograra hacerlo, puso dos de sus dedos en los labios del inglés—. Tranquilo, es broma. Es imposible ser más guapo de lo que ya soy, pero qué importa si a nadie más le intereso, sólo quiero que tú me mires —aclaró con una voz aterciopelada provocando un pequeño sonrojo en el inglés. Gilbert no lo aguantó y sustituyendo sus dedos, volvió a unir sus labios con los del británico.

 

Rayos, Arthur sí que podía con él, era el único que lo hacía pisar tierra y pisotear su ego de vez en cuando. También fue el único que lo ayudó a superar el trauma que le causó el hecho de dejar de ser una nación. Cada vez que las ganas de beber hasta la inconciencia para olvidar sus problemas le atormentaban, Arthur estaba allí para acompañarlo. Aunque tuviera mucho trabajo de por medio, se hacía un espacio para acompañarlo con unos cuantos tragos y de paso, ambos se desahogaban mientras tuvieran litros y litros de alcohol corriendo por sus venas, auque el de ojos verdes lo hacía con el pretexto de que estaba allí con él porque no tenía nada mejor que hacer, pero sabía que en realidad el rubio se preocupaba, y eso hacía que experimentara una extraña felicidad.

 

Tal vez ahora ya no era el Reino de Prusia, pero seguía siendo el perfecto, asombroso, y especial de siempre... aunque no único, porque después de conocer gran parte de Inglaterra, le quedaba claro que él ya no podría contentarse consigo mismo.

 

Y como todo personaje awesome que era, merecía a alguien maravilloso a su lado.

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí.


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