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Clases Particulares por Dark Amini

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Notas del capitulo: Un nuevo capitulo, a veces creo que soy más oscuro de lo que creia...jajajajaja

 

Paso el tiempo, Daniel ya no me dirigía la palabra, se hizo más introvertido y yo sentía un poco de culpa, pero al ver que Antonio ya no se interesaba en el, me tranquilizo y deje de pensar en él.

 

Antonio a veces era muy distante conmigo, y eso me daba rabia, no entendía por que ya no era tan cortés conmigo en la intimidad y por que me ignoraba después de haberme tomado. Le reprochaba y él no me contestaba, en ocasiones solo se limitaba a darse vuelta en la cama y quedarse dormido. Era exasperante y me dolía mucho. Lo amaba y eso era lo que más me frustraba. Pero también me confundía, por que cuando me llevaba a esas fiestas donde intercambiaban parejas o simplemente donde me compartía con un nuevo amigo, el se portaba dulce y generoso conmigo, incluso se ufanaba de llamarme su tesoro. Pero siempre me quedaba una sensación de insatisfacción, un vació que me lastimaba el corazón. ¿Alguna vez me dijo que me amaba?, no podía recordar ningún momento donde me dijera la ansiada frase: “Te amo”.

 

Además ya no me satisfacía ser el pasivo en la cama,  y mucho menos de lo que sentí al ser yo el poseedor de Daniel. Pero cuando Antonio me acariciaba y me besaba con tal pasión, perdía esos sentimientos de insatisfacción y me dejaba llevar en cada caricia y beso que marcaban mi piel como su propiedad. Y lo peor que todo, es que él lo sabía. Lo amaba y lo odiaba tanto.

 

Un día caminaba por el centro de la ciudad y me encontré a Damián, el cual me saludo cortésmente y me dijo:

 

-         ¿Qué haces tan solo?
-         Nada, vine a buscar un material para un trabajo en la escuela.
-         Ahh… - me dijo con cierta ironía.
-         ¿Por qué?
-         Nada… es que pensé que… - me decía con una picara sonrisa
-         ¿Qué? – dije con nerviosismo, sentía que por alguna entupida razón, él pensaba que engañaba a Antonio.
-         Que venias a buscar “acción”
-         ¡No como crees! –dije nervioso
-         Lo se… pero… ¿no te gustaría experimentar nuevas cosas? – me decía mientras me abrazaba de lado y caminaba junto a mi.
-         ¿Qué cosas? –dije con evidente curiosidad
-         Pues yo te podría mostrar como complacer mejor a Antonio…

 

Su sonrisa era cautivadora, jamás me había parecido tan atractivo como en ese instante. Y caí en el gancho cuando menciono a Antonio. La idea de reconquistarlo y hacer que se comportara conmigo como antes me nublo el sentido común. Sin pensarlo acepte y me fui con él. Jamás hubiese imaginado que diablos iba a hacer.

 

Caminamos por las calles hasta llegar a una zona muy sucia, Damián me llevo por un callejón y en el fondo, había una puerta de metal muy oxidada, Damián saco una llave y abrió aquella pesada puerta, fue en ese momento que tuve un mal presentimiento. Entramos a un cuarto muy oscuro, y antes de que pudiera retroceder, Damián bloqueo la puerta con su cuerpo y la cerro bruscamente, eso me asusto y retrocedí en la oscuridad. Damián cerró la puerta con llave y completamente aterrado le grite:

 

-         ¡Déjame salir!...
-         Tranquilo, no tienes por que estar asustado – me decía mientras lo oía caminar por el cuarto.
-         ¡¿ Que piensas hacerme?! – dije chocando con algo que sonaba como cadenas de metal golpeando la madera.
-         ¿Sabes?, desde el primer momento te desee… no entendía como Antonio desperdiciaba tan delicado ángel
-         ¿De que hablas? – pregunte mientras me alejaba de aquellas cosas.
-         Debo de confesar que durante toda mi experiencia, jamás había experimentado tanta delia al poseer un cuerpo. Tímido pero audaz, tierno pero apasionado… estas dispuesto a hacer de todo por complacerlo, mírate ahora, estas aquí por el solo hecho de complacerlo…
-         No te entiendo… ¿Qué quieres hacerme?
-         Sinceramente. Nada que no quieras hacer.
-         ¿Entonces por que cerraste la puerta con llave?, ¿Por qué no enciendes la luz?
-         ¿Eso deseas?, pues eso tendrás – me decía mientras se encendía la luz.

 

Estaba pasmado ante aquel lugar. Era un cuarto lleno de cosas sadomasoquistas, dildos de todos colores y formas, látigos, instrumentos de tortura, cadenas con grilletes colocados en una tabla, más al fondo había una cama vieja de metal con cadenas y grilletes. Sentí escalofríos en todo el cuerpo… ¿Qué pensaba hacerme?. Sin esperarlo, me tomo por los hombros por detrás y me asusto tanto que pegue un brinco. Damián se veía muy complacido por mi reacción mientras me decía:

 

-         Desde que te conocí vi ese fuego en tu mirada. Ese ser salvaje que necesita ser despertado… tu seguramente ya te siente incomodo ante el dominio de Antonio
-         ¡¿Qué dices?!
-         Lo se perfectamente desde que te poseía, sabia que en el fondo no te sentías subyugado a nuestro placer, realmente eras tu quien marcaba el ritmo de penetración y de lamidas de los dos. A Antonio le incomodo eso, pero a mi me impresiono realmente.
-         No comprendo… - no entendía si lo decía para impresionarme y no poner resistencia, o simplemente era sincero conmigo.

 

Ya no me dijo más. Comenzó a besarme el cuello subiendo gradualmente hacia la nuca, mientras acariciaba mi pecho con una mano y se aferraba de mis caderas con otra mano. Al principio me resistí, pero ya hacia tanto tiempo que Antonio no me tocaba así, entonces decidí que pasara lo que pasara, no desperdiciaría esa oportunidad y me deje llevar. El me volteo y me beso con pasión, sus manos se deslizaban por debajo de mi ropa y comenzaban a arañar mi espalda. Un profundo gemido se escucho en todo el cuarto, sin explicarme como, respondí con un suave mordisco en sus labios, pero me retracte pensando que lo podría lastimar, entonces él me apretó con fuerza a su pecho y me dijo:

 

-         No te limites, te prometo que no me vas a lastimar, déjate llevar por tu instinto…

 

Acto seguido, tiro con fuerza de mi cabello inclinado bruscamente mi cabeza y propinando una serie de mordiscos en mi cuello. Lo suficientemente intensos para sentir placer, pero no tan duros como para lastimarme. Gemí y comencé a rasguñar su espalda a través de la ropa. Sin pensarlo, deje de rasguñarlo para jalarlo hacia la cama, pero el se detuvo y me dijo:

 

-         Sin prisas, tomate tu tiempo para disfrutarlo, te prometo que te enseñare el significado del placer…

 

No sabia que hacer, así que él comenzó a desnudarme lentamente mientras me lamía y mordisqueaba el pecho, yo metía mis manos entre su cabello, deseaba que su boca entrara más allá de la piel, que apretaba su rostro contra mi ser con intensidad. Se incorporo y comenzó a besarme, tomo mis manos y las llevo por los costados de su cuerpo, mostrándome donde se encontraban esos secretos puntos de placer. Después de desnudarnos por completo, sentía su miembro erecto unido al mió. Era un roce muy sensual, era como si se acariciaran mutuamente. El se detuvo un poco y me dijo mientras me besaba el rostro:

 

-         Ponte el traje que esta en la cama…
-         ¿Cuál? – preguntaba desconcertado, mientras volteaba para ver que se trataba de un traje negro de piel sintética, parecían listones unidos por invisibles puntadas, en partes remataban con hebillas  y cadenas.

 

Al verme totalmente confuso, pacientemente le llevo a la cama y comenzó a vestirme con tan extraña ropa. El solo uso lo que parecía un collar y unos cintos negros con aros plateados que rodeaban su pecho. Una vez vestidos me beso apasionadamente y reanudo sus caricias. Yo no sabia que hacer, hasta que me dijo:

 

-         Sométeme
-         ¿Qué? – se que hacia preguntas tontas, pero no tenía ni idea que hacer, jamás había estado en una situación así.
-         Toma cualquier cosa que te guste… y usa tu imaginación.

 

Me sentí indeciso. No me sentía capaz de usar cosas tan peligrosas como esas, pero al ver que se comenzaba a impacientar y yo no quería experimentar dichos artilugios escogí un pequeño látigo de cuero negro. El me miro complacido y sin decir nada se puso de rodillas frente a la cama, apoyando la cabeza en ella. Yo estaba parado detrás de el y no me sentía completamente convencido de hacerlo, así que suavemente comencé a pegarle. Pero eso pareció exasperarlo y viro bruscamente con la intención de levantarse. Se veía muy molesto. Por mi cabeza paso la idea de que me iba a mostrar con lujo de violencia como se azota un cuerpo… el mió. Sin pensarlo y por temor a que se levantara a pegarme, le di un latigazo tan fuerte en la cara que le voltee el rostro. Me quede paralizado al ver que le había pegado muy duro, las líneas de piel negra habían dejado marcas en tan delicada piel. Quería echarme a correr, pero en el momento en el que di un paso hacia atrás, el me sostuvo fuertemente de la mano y me dijo con una extraña sonrisa:

 

-         ¿Ves que no es tan difícil?... continua.

 

Me soltó y regreso a la posición inicial recargado en la cama. Me sentí muy desconcertado. Pero mientras le pegaba midiendo cierto grado de fuerza, el solo escuchar sus gemidos de placer, comenzó a excitarme tanto que lo tome de los cabellos con rudeza y lo voltee hacia a mí mientras le ordenaba:

 

-         Lámeme.
-         Si…

 

Comenzó a lamerme el miembro con suavidad, pero apreté su cabeza de tal manera que el comprendió que deseaba algo más intenso. Mientras me lamía y me chupaba, algo bestial se apodero de mí, y comencé a rasguñar su piel de los hombros y de la espalda. Sentir como su piel se enrojecía ante mis arañazos me excito más. Realmente hacia un oral como todo un maestro que casi me vengo en su boca. Pero el se detuvo y bruscamente se levanto y me arrojo a la cama, quedando boca abajo. Me perturbé mucho, y más cuando me ato las muñecas a la cama con los grilletes. Pensé que ahora era mi turno de sentir los latigazos y lo único que me quedaba era suplicar que no lo hiciera tan duro. Pero el busco una serie de dildos de diversas texturas… me impresionaron tanto que por un instante prefería los latigazos. El me miraba con mucha satisfacción mientras le ponía a uno con protuberancias un lubricante con aroma a banana. Me acariciaba mi cabellera mientras colocaba este en la entrada de mi ano. Cerré los ojos y apreté los puños, pero el me dijo:

 

-         Tranquilo… o te dolerá.

 

Sin dar más explicaciones me lo introdujo lentamente y por más que aflojaba el cuerpo, no pude evitar gritar de dolor. El se puso detrás de mí levantando mis caderas, mientras jugaba con dicho aparato. Sentí que me iba a desgarrar algo, y lo peor de todo es que entre más me dolía, más tenso me ponía, incrementando la agonía. Entonces el tomo un poco de más lubricante en una de sus manos y comenzó a masturbarme. No podía responder, así que me lo saco con brusquedad. Ahora sentir como mis entrañas se retraían también me causo dolor. Pero el insistía en masturbarme, gradualmente comencé a excitarme, hasta que mi miembro adquirió una rigidez tal que me asombraba. Sin preguntarme, Damián tomo otro dildo, este parecía estar lleno de canicas, lo lubrico y me lo introdujo suavemente. Ahora ya no me parecía tan brutal como el anterior, pero aun así, sentía como me penetraba. Damián con maestría coordino el movimiento de ambas manos provocando un efecto inusual de placer. No tarde mucho en venirme en su mano, con un desgarrador gemido. Aun con el dildo dentro, el no dejaba de moverlo, y yo tan sensible, sentí que me iba a desmayar si continuaba con eso, pero el se masturbaba regocijado en mi cara de angustia. Se vino rápidamente para mi alivio. Satisfecho, me saco bruscamente aquel dildo provocando que llorara de dolor y me soltó. No me podía ni siquiera incorporar, me sentí aturdido y adolorido, hasta que me dijo:

 

-         Más te vale que te vayas. O cambiare de opinión y te quedaras conmigo como mi juguete.

 

Hice acopio de fuerzas, le levante y me desvestí adolorido. Me puse mí ropa y Damián abrió la puerta, pero el marco me detuvo con tosquedad y me dijo:

 

-         Ni una palabra de esto a Antonio, o la próxima vez no seré tan generoso

 

Asentí con la cabeza y me fui de ahí lo más rápido que pude caminar. Desde ese instante evite a toda costa ir a esas fiestecitas donde Antonio me prestaba con otros. Pero por otro lado, esa experiencia me ayudo a descubrir algo en mí que me gusto… sentir el absoluto dominio del otro, sentirlo a mi merced.

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