Los lamidos, gemidos, jadeos, suspiros y besos retumbaban la habitación entera. Llenaban cada espacio del lugar con su ardiente lujuria y deseo. No quedo ni una esquina sin que se llenara del olor característico de la libídine.
- Hnn, aahh… - Gemía el joven japonés mientras su miembro era masajeado por el chico moreno frente a él, entrelazados de piernas con escasos centímetros entre el uno y el otro.
La masturbación subió de nivel cada vez a uno más intenso, cada vez más delicioso, sintiendo que en cualquier momento se desbordaría, si seguía así acabaría en cualquier momento. Aferro las uñas a las piernas de su amigo y las clavo dando aviso al orgasmo que en cualquier momento llegaría. Pero el tailandés disminuyo las estocadas reteniendo y atrasando el orgasmo inminente y se concentró en devorar la inexperta boca de su amigo y compañero como si no hubiera un mañana, sin perdonarle la lengua, sin ignorar ni un detalle mientras con destreza seguía masajeando el pene del mismo y sus piernas eran arañadas.
Yuri se pegó aún más a su compañero en busca de más placer, casi retorciéndose, jadeando de deseo y éxtasis.
- P-pichit-kun… - Jadeo.
- No, Yuri, no pienses en mí. No estoy aquí… - Cada palabra salía como suspiros de beso en beso y con la mayor discreción puesto que papá y mamá estaban afuera atendiendo a los clientes y ante un silencio repentino –poco probable, pero posible- escucharían lo que hacían los chicos en la habitación del fondo…
Yuri volvió a cerrar los ojos y se concentró en todo lo que estaba sintiendo. Tanta lujuria, excitación. Era demasiado para su inexperto y joven cuerpo, su primera experiencia sexual estaba siendo más intensa de lo que había pensado en el momento en el que Pitchit le había preguntado cómo había sido su primera vez con los ojos brillantes en curiosidad, sin embargo, lo único que había obtenido como respuesta a su interrogante había sido una cara roja hasta las orejas y unas manos que se retorcían por no hallar como decir aquello: Que no tenía experiencia alguna…
Más tarde, sintiéndose un poco mal por el nipón, le había preguntado por su primer beso, al menos tenía que haber besado por primera vez ¿No?
Vicchan, su mascota, había saltado a la cama y había hecho que esta se tambaleara junto con los chicos que estaban uno frente al otro con las piernas cruzadas. Una vez más Yuri se había sonrojado al no poderle responderle a su amigo. ¿Cómo era posible que un chico de 18 años no hubiera dado siquiera su primer beso? Pitchit no iba a permitir que aquello siguiera así.
Le tenía DEMASIADO aprecio para permitir que su amigo se siguiera perdiendo de algunos placeres de la vida.
- Yuri – Susurro el tailandés, pero el aludido no lo escucho al estar concentrado devorándole la boca a su compañero. Levanto sus dedos y parando el beso con lentitud y sensualidad los introdujo en su boca. – Chupa, Yuri.
Y el joven Katsuki supo que hacer y cómo hacerlo. De alguna manera sabía desde el fondo de alma, y en cierta parte, de su culo, que tenía que lamer bien esos dedos como si no hubiera un mañana.
- Tan lindo – Le hablaba Pitchit con dulzura - ¿Desearías que fueran los dedos de Víctor? O mejor aún ¿Su pene? – Y con una sonrisa sintió como las lamidas en sus dedos aumentaban, Yuri se estaba imaginando cosas sucias.
Después de un largo rato lamiendo Pitchit le quito los dedos y lo volvió a besar sin dejar de masturbarlo ni una vez.
Entre besos le siguió susurrando.
- Acuéstate – A lo que Yuri obedeció – Ahora te voy a meter estos dos dedos Yuri, piensa en Víctor…
Y comenzó su trabajo mientras proseguía con el que había comenzado en su pene. Estimulando con elegancia, como todo lo que los patinadores artísticos hacían, con gracia, con gentileza y delicadeza. Hasta en el sexo aplicaban lo que sus entrenadores e instructores de danza le habían enseñado desde muy pequeños: A ser sensuales para cautivar al público y a los jueces.
- ¡Aah, aah! V-Vic-tor! – gemía Yuri mordiéndose la mano para no gritar. Mientras Pitchit sonreía feliz por su amigo.
Cuando sintió que sus dedos se deslizaban con gracia dentro y fuera de su compañero fue cuando se sacó el miembro como lo más natural del mundo y se introdujo en el japonés. Este enseguida grito de placer.
- ¡Yuri! ¿está todo bien? – Toco la puerta su madre. Pero Yuri no podía hablar y la perilla comenzó a forzarse para entrar.
- ¡Estamos bien, Sra. Katsuki! Solo es un calambre- Rio Pitchit naturalmente.
- Oh, ¿Necesitan algo? – Pregunto un poco preocupada.
- No, muchas gracias, ¡en quince minutos terminamos!
- ¡Bien! Diviértanse… - Se despidió y se marchó.
- Oh claro que sí… - susurró mientras con decisión comenzó a moverse dentro del japonés que estaba con el rostro totalmente enrojecido y a punto de desistir de lo que estaban haciendo. A lo que Pitchit comenzó a besar otra vez susurrándole al oído de vez en cuando. Para que Yuri no se “enfriara”
Los gemidos no tardaron en aparecer nuevamente, pero esta vez más ruidosos, más fuertes. Pitchit no dudo que se escucharían a pesar de que el trataba de menguarlos juntando sus bocas en un infinito beso. Sin embargo no sirvió de mucho ya que la cama estaba empezando a sonar también, Pitchit quien estaba preocupado porque nada saliera mal de aquello se apresuró con las estocadas y el trabajo en el pene de Yuri.
Después de varios minutos, mucho esfuerzo y sudor Yuri se aferró al cuello de su amigo y dejo salir su esencia profiriendo un último gemido el cual cayendo en cuenta estaba seguro que lo había escuchado el edificio entero…
Él también tras unas cuantas estocadas más acabó teniendo un orgasmo dentro de su compañero, cayó cansado por el esfuerzo sobre el joven Katsuki sin muchos ánimos de quererse levantar de allí…
- Gracias – Sólo pronunció.
- No hay de qué – Contesto Pitchit sonriendo aun abrazado al cuerpo desnudo de Yuri.
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Algunos años después…
El siguiente es Katsuki Yuri representante de Japón con su presentación Eros, ésta es el arreglo opuesto al de la presentación de Yuri Plisetski, ambos coreografiados por Victor Nikiforov…
El público y los narradores hicieron silencio al estar Yuri en el centro de la pista tomando su pose inicial. Hizo el casi imperceptible gesto de estar listo y la música comenzó a sonar.
Seducía a los jueces, al público y a los otros participantes con su baile, pero ese baile era única y exclusivamente para su entrenador quien lo veía cautivado desde afuera de la pista, absorto del mundo que lo rodeaba porque se notaba que con lo que respectaba a su pupilo, todo lo demás estaba de más…
Y Pitchit se había dado cuenta mejor que nadie.
- Yuri, si me hubieses mostrado ese lado eros que tenías escondido, creo que hasta yo me hubiese enamorado de ti – susurro para sí mismo desde las gradas, en el fondo sabía que él había ayudado a su amigo a conseguir ese Eros que se desbordaba en ese momento en la pista.
Y se sentía tan bien…