Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

RUPTURA por Nova22

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

>3< Actualización final >3<

Capítulo 21


— Kuroo, es media noche...


No ahora. Estaba confundido, no sabía cómo sentirse; él no podía aparecerse así después de casi seis meses. Trató de ser comprensivo con el moreno, sabía que necesitaba tiempo, que quizá su presencia le resultaría desagradable ahora, pero ¿Qué con Hotaru? Ella era su hija y lo necesitaba. No tenía muchas expectativas, sin embargo creyó que después de conocer la verdad él querría conocerla de inmediato y tuvo miedo de que también la odiara a ella cuando Yamaguchi aseguró que se había marchado el mismo día en el que recibió los resultados de las pruebas.


Estaba bien para él si lo odiaba ahora, pero Hotaru era inocente en todo esto.


— Solo un segundo — insistió Kuroo, su semblante, aunque algo apagado, era el de alguien que no pensaba desistir — Tengo que verla.


No podía solo llegar y esperar que realmente atendiera a sus demandas, existía un momento para todo y aunque Kuroo hubiera esperado mucho para conocerla, suponiendo que realmente fue así, este no lo era y tenía que comprender eso — Deberías volver mañana.


— Quiero ver a mi hija, Kei ¿Vas a negármelo? Soy su padre — aseveró él, alzando la voz.


Apretó su agarre sobre el pomo de la puerta, no quería tener una discusión aquí, sin embargo el rumbo al que apuntaba su conversación era exactamente ese — No, por supuesto que no, pero este no es momento para...


El pasillo, que hasta hace unos segundos era total oscuridad, se iluminó por la débil luz que repentinamente se filtró por debajo de la puerta vecina. Debió suponer que esto sucedería, ya era el tema de conversación favorito de sus vecinos y no ansiaba contribuir más a sus habladurías, no por él, sino por Hotaru. En un futuro ella comenzaría a notar ciertas cosas...o circunstancias y sería muy difícil de explicar para él si otros la envenenaban con sus historias. Sobre todo por qué las personas tendían a exagerar demasiado.


— Tal vez deberíamos hablar dentro — se apartó de la puerta e inmediatamente lo hizo, Kuroo ingresó. Lo conocía, sabía que no se marcharía fácilmente, él era una persona insistente y también muy imponente...era eso último a lo que más le temía. Su vida, si bien no era lo que soñó, estaba comenzando a tomar un rumbo y su presencia amenazaba con desestabilizar todo — ¿Te das cuenta de la hora que es? No es momento para una visita sorpresa, Hotaru está dormida.


— Solo quiero verla un segundo — Kuroo peinó su cabello con una mano, parecía ansioso y cansado — Han pasado meses.


¿Y de quién era la culpa? No estaba tratando de jugar al digno, sería muy hipócrita de su parte después de lo que había hecho, pero esto no se trataba de él, se trataba de su hija ¿Dónde estuvo todo este tiempo? ¿Dónde estuvo cuando Hotaru tuvo su primer resfriado? Ella era un bebé, pero Tsukishima sabía que resentía su ausencia, que lo necesitaba.


— No me hagas rogarte, Kei, porque no pienso volver a hacerlo nunca más.


El rubio se cruzó de brazos y observó por toda la habitación, buscando frenéticamente algo que ordenar, lo encontró, su libreta de nueva cuenta estaba sobre el suelo y algunos lápices la acompañaban, sin embargo no se movió. No pudo — Esa no es mi intención y sé que este es tu derecho, pero...— "solo un segundo" pensó resignado, esa discusión prometía ser interminable...a menos que alguien cediera y Kei no tenía la fuerza mental para resistir — Ella no es sensible al ruido, pero trata de no despertarla...toma mucho tiempo volver a dormirla — No recibió respuesta suya, pero supuso que había comprendido, y antes de que siquiera lo notara Kuroo ya se había abierto paso por el corto pasillo.


Kei suspiró profundamente al tiempo que se permitía dejarse caer sobre el sofá; mucho iba a cambiar a partir de ahora y no podía tener expectativas de que todo marcharía favorablemente para ninguno de los dos después de su traición o la forma en la que todo terminó.


Pero estaba dispuesto a dar lo mejor de sí en esto por Hotaru.


 


Kuroo caminó lentamente, su corazón repentinamente se había disparado y se sintió nervioso. Tenía una hija y no podía creerlo, lo consideró una broma o un desafortunado error al principio y pasó mucho tiempo procesando esa información hasta que su camino y el de Akaashi coincidió. Y lo que al principio creyó que sería un desagradable momento resultó ser uno llenó de revelaciones.


Y ahora estaba aquí, sabía que no era un horario apropiado para visitas, el plan original no era este, pero antes de que lo notara ya estaba frente al edificio. Pensó en dar media vuelta, no estaba muy emocionado por volver a ver el rostro de Kei, sin embargo terminó subiendo esas interminables escaleras de todos modos, tocando el timbre de su puerta y ahora empujaba suavemente la que sabía, por los dulces acordes que se filtraban, pertenecía a su hija.


Una habitación repleta de pequeñas luces tanto en el techo como en la pared lo saludó; la decoración era sencilla, no estaba saturado de juguetes o adornos, sin embargo era lindo, adorable y agradable a la visita, cualquiera querría darle un segundo o quizá un tercer vistazo. Al menos no invirtió su dinero en vano y tampoco perdió su tiempo. Kei tuvo suerte de que su engaño no lo fuera del todo.


Escuchó un fugaz sonido, una vocecita suave, que le hizo detenerse a la mitad del camino, era tan dulce como el aroma que llenaba la habitación. Cortó el último tramo que lo separaba de la gran cuna y sujetó el borde de esta, sus dedos se aferraron con fuerza a ella al tiempo que se inclinaba lentamente, entonces todo su cuerpo se relajó. Sonrió. Observó un par de pequeñas manitas que querían alcanzar a los gatitos que giraban lentamente en el móvil sobre la cuna, la pequeña niña lucía una adorable sonrisa mientras hacía sonidos con la boca. Era un sonido maravilloso.


Ella era maravillosa.


Pequeños hoyuelos se formaban en sus rosadas mejillas cuando sonreía, su nariz era pequeñita y respingada, como la de Kei, eso era algo que le hacía parecer un poco altanero. Sus labios eran de un suave tono rosa y su cabello era rubio y un poco ondulado, parecía tan suave...como finos hilos de seda. Tenía el rostro de un ángel y toda la luz de la habitación parecía concentrarse sobre este y esos impactantes ojos avellana que lo miraban con curiosidad.


Se sintió nervioso y muy asustado, no sabía cómo reaccionaría a su presencia, debía ser un extraño para ella. No quería asustarla o sentir su rechazo sobre él, le resultaría muy doloroso, aunque tampoco podía culparla; estuvo ausente por casi seis meses. Estaba mentalmente preparado, sin embargo Hotaru no profirió sonido alguno, lo miraba con esos grandes ojos, como si pudiera alcanzar hasta la parte más profunda de su ser, al tiempo que chupaba su puño. 


¿Era esa una buena señal? Kuroo creyó que lo era y eso lo animó a estirar la mano y tocarla; su piel era tan suave y cálida que inmediatamente encogió su corazón, que ella hiciera lo mismo que él y alcanzara su palma fue el detonante final para desatar la emoción que estuvo reprimiendo. Había pasado un segundo y ya estaba enamorado de ella, un solo maldito segundo y ya era incapaz de contener las lágrimas que nublaron su visión.


— Hotaru...lo...lo siento...


Si tan solo no hubiera echado a un lado esos resultados como si fueran basura, si por un maldito momento hubiese olvidado su rencor, su orgullo y toda su incredulidad, si no hubiese sido tan indeciso habría podido verla mucho antes, tocarla, sentir su calor y perderse en la dulzura de sus grandes ojos. Esta niña; Hotaru, era su hija, aquello que jamás imaginó podría tener, el sueño al que renunció hace mucho tiempo. Su niña. Ahora estaba jugando con sus dedos, agitaba las piernas y sonreía, le estaba sonriendo y ese pequeño gesto había hecho que su corazón se desbocara...que renaciera en su pecho ese dulce sentimiento llamado amor.


Volvió a sentirse como un ser humano vivo, recuperó toda la energía en su cuerpo y a sentir que la vida otra vez tenía sentido.


— ¿Quieres cargarla? — Kei le habló desde el portal de la puerta, mantenía su distancia y el contacto visual fue fugaz cuando volteó.


— Quiero...


Él se acercó, casi tentativamente, rodeó la cuna y se inclinó para tomarla con delicadeza; Hotaru inmediatamente estiró sus curiosas manos y trató de tomar los anteojos del rubio, este agitó la cabeza alejándolos de su alcance. La escuchó bufar suavemente, pero no dejó de intentar tomarlos. — Cuidado con su cabeza...y con las manos, está en una etapa en la que quiere tomar todo y llevárselo a la boca.


"Cuidado" Repitió esa palabra una y otra vez al tiempo que la tomaba entre sus brazos, apoyó la cabeza contra su hombro y sujetó firmemente su cuerpo. Las manos de su hija no se mantuvieron quietas y tiraron de los mechones de cabello que caían sobre su rostro. Trató de meterse uno a la boca, pero se apartó, eso la molestó y balbuceó con más fuerza al tiempo que trataba de tomarlo de vuelta. Sonrió, también rió. Ella parecía muy vivaz y estaba llena de energía, no le extrañaba que Kei tuviera problemas para dormirla.


Cerró los ojos y acarició su cabeza, su suave cabello y besó su frente. Se sentía tan dichoso, sin embargo también sintió dolor y pesar. Esto...no se suponía que debía ser así, no era justo, después de todo, esto no era justo. Apretó suavemente aquel pequeño cuerpo contra su pecho, Hotaru suspiró y aferró las manos a su camisa al tiempo que apoyaba la cabeza sobre la zona entre el cuello y el hombro. Ese calor, ese suave aroma y las dulces emociones que despertaban en su pecho, no quería dejar de sentirlo jamás.


Quería tenerla así por siempre.


— Mañana...tenemos que hablar...


Hotaru estaba de vuelta en su cuna, dormirla fue mucho más sencillo de lo que el rubio imaginó. Antes de que lo notara ella ya estaba durmiendo, sin embargo hacer que dejara de aferrarse a Kuroo fue un poco más complicado.


— ¿Sobre qué quieres hablar? — el ambiente entre ellos era tenso, fu así desde que Kuroo apareció detrás de su puerta y ni siquiera el corto momento con Hotaru había cambiado eso.


— Sobre Hotaru...no hay nada más que eso entre nos otros, Kei y será mejor que no tengas expectativas.


Por supuesto. Era lógico, sin embargo esa respuesta lo dejó muy intranquilo y abierto a muchas posibilidades que su mente no dudó en formular. Kei pasó el resto de la noche en vela, Kuroo también lo hizo, no quería olvidar la sensación de ese pequeño cuerpo contra su pecho...no quería cerrar los ojos y volver a abrirlos solo para percatarse de que todo esto era una mentira.


La mañana pasó a un ritmo tan...lento que pareció una eternidad, sus tareas domésticas no ayudaron a hacerlo más soportable. Hotaru también estuvo inquieta, era una niña muy perceptiva y parecía estar resintiendo también su fluctuante estado de ánimo, reclamando mucha más atención de lo normal, también estaba mucho más rebelde.


— Solo un bocado más ¿De acuerdo? — Tsukishima tomó una pequeña porción de papilla del pequeño platito azul que había colocado sobre la trona y la acercó lentamente a la boca de la bebé. Esta agitó la cabeza y apretó sus finos labios al tiempo que también agitaba sus manitas — Hotaru, abre la boca — susurró pacientemente, su pequeña hija no había comido más de dos pequeñas cucharadas, no era especialmente glotona, pero siempre se comía todo de su plato, incluso había ocasiones en las que pedía más — Solo un poco...


Parecía que en esta ocasión ella estaba dispuesta a escucharlo y permaneció estática mientras acercaba lentamente la cuchara a su boca, sin embargo giró repentinamente la cabeza y la punta chocó suavemente contra su mejilla, manchándola de papilla en el proceso. No estaba molesto, quizá un poco frustrado, pero sobre todo, preocupado. Este no era un problema que su pediatra pudiera solucionar.


Escuchó el sonido del timbre y anunció a quien supuso era Kuroo que podía entrar; el moreno cargaba un oso de peluche amarillo del tamaño de Hotaru, estaba vestido con ropa muy casual, una simple camisa azul oscuro y unos pantalones oscuros; se veía cansado, había perdido un poco de peso, sin embargo seguía tan apuesto cómo lo recordaba y aun perturbaba sus pensamientos. No lo estaba mirando, lo mismo ocurrió la última vez, veía a Hotaru y largó una mano para acariciarla. Ella también lo veía al tiempo que agitaba los pies, parecía interesada en el juguete también.


— ¿Es su hora de comer? — la voz de Kuroo se hizo escuchar después de un par de eternos segundos.


El rubio carraspeó — Se supone que lo es, pero...hoy es uno de esos días en los que juega a la niña rebelde — suspiró buscando que de esa forma que esa sensación de extrañez e incomodidad también desapareciera — Deberías intentarlo, tal vez tengas mejor suerte que yo...


— ¿Puedo? — sus miradas se encontraron y fue aún más extraño e incómodo que permanecer en total silencio. Kei rompió el contacto cerrando los ojos, abandonó la silla en la que se encontraba sentado y lo invitó a ocuparla con un movimiento de mano.


Kuroo no pareció renuente a aceptar su oferta, fue todo lo contrario, estaba muy emocionado por tener esa oportunidad, por supuesto que también estaba un poco nervioso. El único contacto que había tenido con un bebé en toda su vida fue con el hijo de Yaku y le vomitó encima, también se orinó y...fue un desastre. Supuso que los niños lo odiaban desde entonces y aunque con Hotaru fue diferente anoche, aún temía hacer mal muchas cosas.


— No es muy difícil, trata de no llenar demasiado la cuchara y no fuerces su entrada a su boca...ella lo tomara por si sola...si lo quiere.


— Princesa, es hora de comer — lo primero que Kuroo hizo fue agitar el gran oso frente a ella, apretó su pecho y repentinamente un sonido similar a un gracioso rugido provino de él e inmediatamente Hotaru soltó un grito de entusiasmo. Fue maravilloso — Podrás tenerlo cuando termines ¿De acuerdo? — tomó una pequeña cantidad de papilla con la cuchara y se la acercó a la boca, su mano tembló y estuvo a punto de retroceder, pero recobró firmeza y no pudo evitar reír de alegría al verla tomar su comida con gusto. — Bien, bien...— entusiasmado, tomó otra porción, con un poco más de cantidad. Su pequeña lo tomó, sin embargo pudo notar como una parte de su papilla se derramaba por su barbilla.


Unas pequeñas gotas cayeron sobre su babero, la porción que manchaba su rostro fue limpiado por Kei con un suave pañuelo de colores — Lo estás haciendo bien — susurró al tiempo que dejaba que ella sujetará sus dedos — Dejaré que te encargues de eso...— él abandonó el pañuelo sobre la trona y caminó hacia la sala de estar. Kuroo se permitió mirarlo solo un momento y contemplar su esbelta figura antes de que se sentara sobre el sofá y comenzará a trabajar en la ropa a medio doblar que había visto al entrar a la casa.


Estaba dispuesto a ofrecerle dinero por Hotaru, lo que sea que él deseara, sin embargo Yaku hizo un escándalo de eso. Lo defendió y no le hizo muy feliz que sus argumentos fueran tan convincentes, principalmente porque una parte de él los comprendía, no obstante no se negaría si en algún momento Kei tocaba el tema. Aunque lo creía imposible, lo había visto arrullarla, también mirarla y podía decir, sin temor a equivocarse, que la adoraba.


Y tenía que admitir que verlo sostenerla removió algo en él.


Su perfil seguía siendo tan dolorosamente hermoso que como lo recordaba, verlo a los ojos despertaba en él emociones conflictivas y prefería evitar hacerlo tanto como podía por ahora. Tsukishima no estaba en mejores condiciones que él, había demasiado en ellos, recuerdos tan buenos como malos y tan dulces cómo amargos. La forma en la que todo había terminado, ese dolor, aún seguía fresco en su memoria.


— ¿Está todo bien con Hotaru? Me refiero a su salud...— murmuró Kuroo.


Kei tomó la pequeña prenda rosa que acababa de doblar cuidadosamente y la colocó donde había una pequeña pila con prendas similares. Tomó otra del cesto y lo colocó un sobre la mesa de centro — Tuvo un resfriado hace unos meses, pero todo está en orden ahora...— alisó cuidadosamente la camiseta y se percató de que había un pequeño borde cuya costura estaba un poco abierta...necesitaría coserlo — Deje los datos de su pediatra sobre la mesa, supuse que los querrías...


— De acuerdo ¿Hay algo más que deba saber?


— Por ahora no, está un poco sensible al polen últimamente, pero no parece afectarle demasiado.


— Entiendo.


Su intercambio de palabras terminó con esa única palabra y el silencio fue llenado con los balbuceos de Hotaru y las cariñosas palabras que Kuroo le dedicaba. No cabía duda de que la amaba, podía estar tranquilo en ese sentido, sin embargo aún quedaban muchas cuestiones pendientes, si bien no había nada que rescatar entre ellos y mucho menos arreglar, aún tenían que llegar a un acuerdo respecto a su hija.


No iba a permitir que irrumpiera en su vida a su antojo, ambos necesitaban de ciertos límites y tratar de sincronizar sus horarios para no estresar a la niña.


— Me estaba preguntando...si podía llevarme un par de horas a Hotaru.


— No — su respuesta fue demasiado contundente e inmediata, lo suficiente como para hacer que Kuroo desviara su atención de su hija y que la sonrisa que adornaba su rostro desapareciera — Es muy pequeña todavía y el clima aun no es bueno...— jamás se habían separado de esa forma, era consciente de que estaba en casa cuando iba al trabajo, sabía que cuando abriera la puerta ella estaría ahí...sin embargo pensar que no podría sentir su presencia o que su hogar iba a estar vacío le provocaba temor y ansiedad.


— Solo será un momento, necesito hacer algo importante.


No, no, no, no y no. Ella era aún muy pequeña y lo necesitaba. Kuroo lo estaba haciendo bien por ahora, a Hotaru le agradaba y él la amaba, pero eso no era suficiente, necesitaban relacionarse por más tiempo, ahora no era el momento...tenía miedo, mucho miedo ¿Si no la devolvía? No podía quitarle la custodia, pero su familia tenía los recursos suficientes como para quitársela si deseaban...para llevársela lejos de su lado.


El temor que esa idea provocó en su cuerpo fue suficiente para estremecerlo, conocía a la madre de Kuroo y no dudaba en que fuera capaz de hacer algo así, también a Kuroo, él tendía aguardar rencor por mucho tiempo y también sabía lo condescendiente que era con ella.


— Sea lo que sea estoy seguro de que puede esperar.


Abandonó la cesta que estaba a punto de llevar a la habitación y fue por Hotaru, ella había terminado su papilla en tiempo récord, sin embargo aún llevaba puesto el babero y los restos de papilla, tanto sobre este como los que manchaban al área de la boca, se adhirieron a su ropa cuando la aferró a su cuerpo. No iban a llevársela a ningún lado.


— Kei...— Kuroo avanzó y el rubio retrocedió — Escucha, no sé lo que estás pensando, pero tienes mi palabra de que voy a traerla devuelta sana y salva.


— ¿Cuánto vale la palabra de un hombre despechado?


— Mucho más que la de alguien que fue capaz de mentirme por años y fingir que nada pasaba.


El silencio entre ellos fue frío, como el invierno en su apogeo, Kei podía jurar que sintió que algo le atravesaba el pecho y el dolor físico que le acompañaba. Se mordió el labio inferior ¿Qué era lo que pretendía? ¿Qué bajara la cabeza y accediera silenciosamente a sus demandas? Tsukishima sabía lo que había hecho y se sentía terrible por ello, pero ese asunto y este era distinto. Estaban hablando de Hotaru, su hija, no de sus errores pasados y este era un tema en el que no iba a ceder fácilmente.


Tenía que protegerla.


Se contemplaron en silencio, la postura de ambos era orgullosa y de obvia obstinación, el ambiente ya tenso desde el principio se hundió aún más, se transformó en algo opresivo e incluso sofocante, sin embargo ninguno parecía dispuesto arromperlo. Entonces Hotaru rompió en llanto, el rubio sintió los puños de la pequeña aferrarse a él, la miró y su enrojecido rostro y el desconsuelo de aquel sonido rompió su corazón.


— Ya, ya...— susurró el rubio, la meció suavemente al tiempo que también giraba para llevarla a su habitación, abandonando a un Kuroo que se sintió como un idiota por haber hecho llorar a su hija.


Ella tenía una canción de cuna favorita, también tenía un muñeco de felpa favorito. No dormía sin él y por supuesto su humor mejoraba cada vez que jugaba con él. Kei lo tomó y lo agitó suavemente frente a ella, no lo tomó de inmediato, debieron haber pasado cerca de cinco o seis minutos, en los que se sintió tan angustiado que estaba dispuesto a acompañarla en su llanto, hasta que se calmó. No del todo, pues aun hipaba suavemente, pero ya parecía más tranquila.


— Lo siento, no vamos a pelear otra vez — besó su frente — Lo prometo...— ¿Era así como seria a partir de ahora? ¿Tendría que avanzar como si estuviera en un campo minado? Si era así, entonces esto iba a transformarse en algo peor de lo que imaginó. Si Hotaru hubiera sido de Akaashi las cosas habrían sido diferentes, más sencillas, él...


No. Este no era momento de pensar en supuestos. Había un dicho que decía "Lo que se siembra se cosecha" y quizá era esto lo que le tocaba. Sin embargo, y aunque su voluntad no fuera tan fuerte, no podía permitir que esto lo derrumbara. Hotaru lo necesitaba fuerte.


— ¿Se calmó? — su espalda se tensó cuando escuchó a Kuroo entrar a la habitación. Cuando recibió una respuesta afirmativa de su parte, él se animó a entrar y acercarse a ellos, una de sus manos acarició la cabeza de Hotaru, la otra sostenía el gran oso de felpa que había traído para ella — ¿Qué se supone que es eso? ¿Un búho? No es muy lindo.


Suspiró para liberar tención en su cuerpo — A ella le gusta, no duerme si no está a su lado — tenía que admitir que era un poco extraño, inusualmente similar a Bokuto, pero adorable a su manera.


Kuroo también suspiró, no dejó de acariciar la cabeza de Hotaru — Lamento lo de hace un rato, me dejé llevar.


— No, yo lamento haber tocado ese tema...— no podía jugar al orgulloso ahora, quería hacer esto bien y estaba dispuesto a poner todo de su parte para que su convivencia fuera lo más tranquila posible, por Hotaru y por los dos — Y también haber reaccionado como lo hice...me dejé llevar. — por sus miedos, permitió que su mente jugara con él y que la posibilidad de ese horrible escenario nublara su juicio.


Hotaru era muy importante para él, pero también lo era para Kuroo y necesitaba recordar eso.


— Debí ser más claro contigo, el sitio al que quiero llevarla es con mi abuelo...quiero que conozca a su nieta.


— ¿El hospital?


— No, él fue llevado a casa hace unos días — se suponía que tomaría un vuelo a la ciudad solo para verlo y volvería a marcharse, pero una noche antes se encontró casualmente con Akaashi y abandonó todo para volver de inmediato. — Él siempre dijo que prefería pasar sus últimos días en casa, con su familia y sus recuerdos de la abuela, y no rodeado de tubos y maquinas, mi padre decidió respetar su voluntad.


El abuelo de Kuroo. Ya era bastante viejo cuando lo conoció, tenía entendido que pasó la mayor parte de su vida manteniendo a flote el negocio familiar; era un hombre un poco estoico, pero tenía una mirada gentil. No hizo ningún comentario negativo cuando supo acerca de su matrimonio y las pocas veces que cruzaron palabra no mostró hostilidad hacia él. Le agradaba y él moreno lo adoraba.


Ese anciano prácticamente lo había criado, Kuroo incluso lo llamaba su padre algunas veces, por lo que sabía muy bien lo importante que era para él.


— Si...si es así creo que podría, pero...— miró a la pequeña, había dejado de llorar por completo y ahora dormitaba. Ella siempre lloraba con todo lo que tenía y terminaba agotada. No quería imponerse y siendo totalmente sincero la idea no le parecía muy atractiva, sin embargo...Hotaru lo necesitaba ¿Que si requería un cambio de pañales? Kuroo no podría hacerlo en su actual condición, no sabía cómo cuidar de un bebé — ¿Te molesta si también voy? Ella podría necesitar algo.


No quería pecar de soberbia, pero creía conocer cuál era su postura al respecto. La idea no le sentó atractiva, sin embargo no era un insensato y al igual que Kei, quería que su hija estuviera lo más cómoda posible — Si la posibilidad de ver a mi madre no te molesta...supongo que está bien.


— Voy a preparar una mochila con sus cosas y a cambiarla...dame unos minutos.


Afortunadamente Kuroo había adquirido previamente un asiento especial para bebés, no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta ¿Verdad? Era este aspecto suyo el que precisamente no le gustaba.


Gracias a Akiteru, Kei aprendió la forma correcta de colocar dentro a la bebé así como las medidas que debía tomar cuando tuviera que transportarla en auto, sin embargo no pudo evitar comprobar todo más de una vez...solo para estar completamente seguro.


La residencia principal de la familia de Kuroo estaba ubicada en una zona a las afueras de la ciudad y era exageradamente grande; había que conducir cerca de cinco u ocho minutos después de cruzar el gran portón para llegar a la puerta principal. No había cambiado mucho desde la última vez que la visitó, conservaba ese aire opresivo y ese pomposo esplendor del que la madre del moreno estaba tan orgullosa, sin embargo también parecía solitario y algo frío.


Tan imperturbable como una fotografía que adornaba una pared. Siempre se preguntó cómo un niño pudo vivir así.


— Ten cuidado, no es muy buena relacionándose con personas nuevas — puso de vuelta el botón del suéter de lana de Hotaru, acomodó su gorrito y alisó la falda de su vestido rojo, comprobó que sus medias de algodón y el moño oscuro en la parte trasera estuvieran en orden, y le dio un beso en la frente. Se veía preciosa con ese vestido — Se buena ¿Si?


— Solo serán unos minutos, puedes dar una vuelta por la casa o por el jardín para matar el tiempo.


— No, estoy bien aquí.


Kuroo hizo amago irse, sin embargo volvió a voltear — Al final del pasillo hay una sala de té, ve y descansa un rato, no tienes que quedarte aquí — dicho esto y sin esperar respuesta suya, Kuroo abrió la puerta de la que debía ser la habitación de su abuelo y desapareció detrás de ella.


Suspiró. La propuesta de Kuroo no parecía tan mala, incluso era atenta, sin embargo había algo en él que le impedía moverse de su posición. A menudo Akiteru lo llamaba sobre protector y quizá lo era, ella consumía la mayor parte de sus pensamientos cuando no estaba en casa por el trabajo y se robaba toda su atención cuando estaban juntos, quería que estuviera bien...quería que fuera feliz. Ella era su pequeña y quería protegerla de todo y todos.


La paternidad era una cosa realmente difícil.


Tomó su móvil y jugó con él un instante antes de marcar el número de su hermano, él respondió casi inmediatamente. — ¿Estas ocupado?


"Estamos en un paseo familiar de fin de semana, pero..."


— ¡Oh! Lo siento, no quería interrumpir.


"No, no, no ¿Qué pasa? Tú no llamas a menudo ¿Está todo bien con Hotaru? Recuerda que pronto van a salirle los primeros dientes, así que..."


— Kuroo volvió.


El silencio que se formó tras esa revelación fue llenado por el de la respiración de su hermano, supuso que debía encontrarse en un parque y que también estuvo corriendo; sus hijos eran deportistas natos que tomaban el balón y lo arrastraban con ellos cada vez que tenían la oportunidad. Creyó escucharlos llamarlo a los lejos.


"Estás bien"


— No lo sé...creo que...no.


"¿Quieres hablar al respecto?"


— No...


"¿Quieres hablar un rato sobre Hotaru?"


No pretendía que Akiteru o nadie más le diera la respuesta a las preguntas que revoloteaban en su cabeza o que resolviera sus problemas. Tampoco estaba tratando de evadir nada o de huir, tenía la intención de seguir caminando hacia el frente, pero eso no quería decir que tuviera que hacerlo sólo, existían personas que estaban dispuestas a darle un pequeño empujón cuando sentía que quería detenerse. No iba a permitir que ellos hicieran todo por él, pero descubrió que no era tan malo ser un poco débil de vez en cuando y que las palabras de aliento podían hacer la diferencia en algunas ocasiones.


"Kei, eres muy fuerte...puedes hacer esto"


No se sentía muy fuerte hoy, nunca era así cuando pensaba en Kuroo, sin embargo sus ideas estaban mucho más claras. No iba a ceder a sus demandas llevado por la culpa, ambos necesitaban separar sus problemas personales de sus asuntos paternales, de lo contrario la única que sufriría sería Hotaru.


Decidió matar lo que restaba del tiempo observando el jardín desde una ventana cercana; era enorme y precioso, se extendía hasta más allá de donde abarcaba su vista, estaba repleto de flores de brillantes colores que no había visto jamás, incluso había un gran estanque adornado con lirios y nenúfares. A lo lejos se vislumbraba la imagen de una gran estructura metálica que parecía tener el tamaño de la casa de su infancia, incluso podía ser más grande. Tenía la forma de un antiguo castillo y si su memoria no fallaba esa debía ser una jaula para aves.


Sin duda era una construcción impresionante, un regalo para la vista, pero también le pareció un poco triste que estuvieran limitadas a ese espacio cuando el mundo era un lugar enorme.


— Así que te atreviste a poner un pie en mi casa después de lo que nos hiciste...niño este no es uno de los sitios a los que acostumbras a ir para seducir hombres.


No era su día de suerte ¿Verdad? Definitivamente no lo era, pues aun cuando esa casa era jodidamente enorme terminó encontrándose con esa mujer. Sabía que existía esa posibilidad cuando sugirió venir también. La miró. La acompañaba una chica vestida de sirvienta, ella también lo miraba con desdén y Tsukishima supuso que despreciar a otros debía ser un requisito indispensable para trabajar para esa familia.


Sonrió. Últimamente no trabajaba mucho en sus sonrisas falsas, sin embargo no pensó mucho al respecto cuando ella arrugó la nariz — No podía soportar las ganas de saber de usted, la extrañaba.


La sirvienta hizo una mueca, muy desagradable por cierto, sin embargo la madre de Kuroo mantuvo su digna postura y alzó la barbilla. Estaba preparado para lo que sea que tuviera que decirle que, por la forma en la que lo miraba y el rencor en sus ojos, parecía ser mucho, sin embargo ella debía estar preparada para recibir respuestas de su parte...respuestas no agradables.


No podía esperar para ayudarle a enriquecer su fino vocabulario.


Lamentablemente esa gran colisión no sucedió.


— Estás aquí madre, creí que pasarías la tarde con tus amigas.


— Pospuse nuestra reunión, tenemos mucho de qué hablar...te marchaste demasiado pronto esta mañana y ni siquiera me dejaste decir nada.


— Entiendo — el tono de voz de Kuroo fue de cierta forma desinteresado, no hubo nada en él que señalara ningún sentimiento y en realidad a penas y la miró, su atención estaba sobre Hotaru y la forma en la que se agitaba entre sus brazos, entonces su mirada se posó sobre la suya — Esta inquieta ¿Crees que necesite un cambio de pañales? No huele mal, pero creo que algo la está molestando...


— No, la cambié antes de venir, pero déjame...—estiró los brazos y el moreno le entregó de vuelta a la bebé, parecía indecisa en si debía o no llorar, balbuceaba sonidos que señalaban cierta molestia en ella, pero no parecía haber ensuciado el pañal — ¿Desde hace cuánto esta así? ¿Le diste algo o...?


— No, estaba bien hasta hace un segundo...


— Esa niña es mi nieta ¿Cierto? — había olvidado que la madre de Kuroo aún seguía con ellos, no tenía tiempo para lidiar con ella ahora, la llamó su nieta por lo que ya debería saber la verdad sobre Hotaru. No planeaba ocultárselo, le hiciera feliz o no, ella efectivamente era parte de su familia, sin embargo no tenía mucha prisa en que lo descubriera — Déjame verla.


Ella se acercó, trató de tomarla sin su permiso y en ese momento Hotaru decidió que era el momento de llorar, su llanto fue estridente, incluso temblaba. Era la primera vez que hacia algo así, estaba muy tensa, también parecía desesperada, sentimiento que se transmitía a su cuerpo volviéndolo suyo también. Si tan solo pudiera hacer suyo también todo aquello que la afligía.


Kuroo llamó su atención colocando una mano sobre su hombro, parecía tan afligido como él — Vamos al jardín, creo que ahí va a sentirse mejor...yo llevo su mochila.


La madre de Kuroo protestó, incluso trató de seguir detrás de ellos, pero el moreno no le permitió continuar. Le pidió que esperara y a regañadientes ella accedió, no estaba prestando mucha atención a ellos, lo único que deseaba era calmar a Hotaru, pero le pareció que su trato fue muy frío. Nunca fueron especialmente cariñosos el uno con el otro y en realidad jamás la había visto ser cariñosa con nadie o siquiera tenía idea de si podía llegar a serlo, sin embargo él siempre respetó sus deseos, incluso los había sobre puesto ante todo.


Su llanto pareció disminuir a medida que se alejaban por el pasillo, no demasiado, pero estaba dejando de temblar y eso era algo bueno, no suficiente para que dejara de sentirse ansioso, pero si un poco más optimista. Kuroo por otro lado parecía a punto de un colapso nervioso, comprendía bien su sentir, fue terrible y muy doloroso también para él la primera vez, pero de cierto modo también era algo maravilloso.


La prueba de que la amaba a tal grado que sufría cuando ella lo hacía.


Esa era una experiencia que él consideraba única en la vida y hacerla sonreír de nuevo se sentía como un logro muy importante...Kuroo también tenía derecho a experimentar algo así y Hotaru a sentir que era importante para él.


— Deberías calmarla tú — sugirió Tsukishima, cuando al fin hubieron llegado al jardín.


El moreno alzó ambas manos a la altura de su pecho y retrocedió un paso — No creo que sea buena idea, prefiero observar por ahora.


— Inténtalo, va a ser mejor de lo que crees.


Kei insistió con un tono de voz que le indicó que tenía la posibilidad de negarse si así lo deseaba. Kuroo ya la había visto llorar antes y fue angustiante, lo suficiente como para estar aterrado de acercarse a ella y hacer algo que pudiera empeorar la situación. Aun ahora se encontraba indeciso y muy asustado. Esta clase de temor no era algo que hubiera experimentado nunca antes.


La tomó, muy suavemente, en esta ocasión ella se agitó y pataleó un poco, pero terminó aferrando sus pequeños puños a su camisa. No estaba llorando demasiado, pero si estaba muy inquieta y él obviamente no sabía qué hacer, afortunadamente Kei si y le dio instrucciones. Entonces comenzó a mecerla suavemente, como si estuviera bailando un lento vals, al tiempo que acariciaba su espalda haciendo pequeños círculos, no dejó de susurrarle o de decirle cuanto la quería. Olvidó que estaba asustado, se sintió nuevamente revitalizado y feliz, más y más feliz hasta el punto en el que se encontró riendo suavemente cuando la descubrió tranquila y sonriente.


¡Lo había logrado! Podía ser algo pequeño y sin importancia para ojos ajenos, pero para él fue algo maravilloso.


— Ella dejó de llorar.


El entusiasmo brillaba en sus ojos, Kei también lo estaba y por un instante, que pareció durar una eternidad, no hicieron más que mirarse, esta vez de verdad y tanto el moreno como el rubio se perdieron en los ojos de otro. Los recuerdos se galoparon en sus mentes y el frágil instante de calma terminó siendo derrumbado en un simple movimiento de las oscuras pestañas de Kuroo...Era incapaz de verlo a la cara sin recordar el rostro de Akaashi, sin recordar su traición.


— Dale esto — Kei tomó un chupete amarillo en forma de oso de la mochila y se lo entregó — Me parece que ya han sido suficientes emociones para ella el día de hoy, deberíamos volver.


— Sí, estoy de acuerdo...lamento haber sugerido algo como esto tan repentinamente y que mi madre la alterara — al parecer no fue el único que pensó en la posibilidad de que su madre desencadenara su reacción. Tenía entendido que nunca fue buena con los niños — Aún tenemos algunas cosas sobre las que debemos hablar.


— Ah...uhn... ¿No vas a hablar primero con tu madre?


— Lo dejaré para después...no estamos en muy buenos términos y...— ambos iniciaron su camino hacia el auto — Ya que tocamos el tema, quiero que sepas que soy el más interesado en que ella no tenga influencia en su educación, no voy a evitar que la vea...al final de cuentas es parte de su familia, pero no voy a permitir que haga lo que quiera con mi hija.


— Estoy de acuerdo...supongo que ese es uno de los puntos que quieres tratar, también tengo algunos.


— Es justo, estoy dispuesto a escuchar...así como también espero que tomes en cuenta mis sugerencias.


— De acuerdo.


La primera semana fue una llena de cambios en el que no solo su ritmo de vida fue alterado. Ambos estuvieron de acuerdo en que debían ir lento por ella. Se fijó una pensión, asunto que desencadenó una larga discusión. Kuroo le dio su apellido, fue especialmente insistente en ese aspecto y Tsukishima no tuvo problemas con eso. No lo dijeron explícitamente, pero el tema de su rompimiento no era uno que fuera agradable para ninguno y por lo tanto sería algo que evitarían tocar frente a ella. Definieron horarios, también fechas y el rubio trató de ignorar el hecho de que el moreno estaba, deliberadamente, tratando de evitar encontrarse con él tanto como le era posible. No lo culpaba y hasta cierto punto lo comprendía, pero no dejaba de resultarle...doloroso.


Adaptarse a una nueva rutina fue extremadamente difícil, después de aprender lo más importante sobre cuidar a Hotaru, Kuroo comenzó a llevarla de paseo algunos fines de semana; no iban relativamente lejos, pero Tsukishima no dejaba de sentir ansiedad o de preocuparse por sus necesidades. Ese primer mes fue el más terrible de su vida y el que le siguió a ese no fue mucho mejor, sin embargo estaba aprendiendo a sobre llevar su ausencia. En cuanto a su relación...estaba en un punto muerto, su trato era casi frío y el único tema que tocaban era el referente a su hija.


Para todo lo demás no eran más que extraños fingiendo ser cordiales con el otro...con nada más que una hija en común.


El tercer mes fue mucho más tranquilo que los anteriores, sin embargo Kuroo buscaba pasar más tiempo con Hotaru, no le molestó al principio. Había momentos en los que el trabajo se volvía demandante y no podía volver tan temprano a casa como quisiera y no tenía problemas en que el moreno cuidara de ella, había demostrado cuanto la amaba en muchas ocasiones. Pero sentía que estaba acaparándola demasiado.


Había momentos en los que él simplemente se la llevaba sin su permiso.


Suspiró pesadamente — Hoy también...— estaba molesto, esto tenía que parar.


— ¿Te pasa algo? Has estado suspirando desde hace un rato ¿Es por mí? ¿Hice algo?


— No, no es...— volteó hacia la persona que lo acompañaba, un chico que a su parecer era demasiado llamativo con esos piercings en las orejas ¿Cuál era su nombre? Terushima, era un recién graduado que trabajaba en su departamento desde hace dos semanas — Es algo complicado, pero no eres tú.


— ¡Oh! ¿Seguro? — Kei asintió y él sonrió ampliamente — Sobre lo que hablábamos hace un momento...la cafetería...


¿Estaban teniendo una conversación? Recordaba vagamente haber cruzado una o dos palabras con él, pero el tema de su conversación era poco claro. Terushima quería teñirse el cabello de un nuevo color, verde o quizá naranja, era un chico extraño, sin embargo trabajaba duro y era entusiasta. Le agradaba mucho a las secretarías, ellas lo llamaban "adorable" Tanaka, su vecino de escritorio, lo llamaban "Playboy" y lo odiaba.


Kei no tenía una opinión específica sobre él. Aprendía rápido y hacia su trabajo, lo que hiciera en sus horas libres no era su asunto.


Tampoco tenía mucho tiempo para pensar en otras personas y por supuesto ahora no lo tenía para escucharle hablar.


— Oye...


Terushima trató de llamar su atención tocando su hombro con la mano, sin embargo sus palabras se transformaron en un jadeo, casi grito de sorpresa, cuando un elegante auto deportivo se acercó a ellos y sonó la bocina. Era justo la persona que quería ver; Kuroo.


— ¿Mi hija...?


— Está en el auto, sube hay algo de lo que quiero hablar contigo.


Perfecto. Tsukishima también ansiaba decirle un par de cosas. Se despidió de su acompañante, que se había alejado unos cuantos pasos de ellos, y subió al auto. Hotaru estaba en el asiento trasero, comenzó a balbucear con alegría cuando lo vio sonreírle; últimamente ella se estaba volviendo una gran conversadora, balbuceaba largos discursos incomprensibles y ansiaba ser escuchada por todos. Estaba mucho más ávida de atención y había descubierto nuevas formas de conseguirla.


Era una niña muy lista.


— ¿Quién era ese tipo, Kei?


— Un compañero de trabajo.


— ¿Dejas que tus amigos te sigan hasta tu casa? ¿Te das cuenta de que también mi hija vive ahí? No voy a permitir que la expongas a cualquier extraño, es peligroso e irresponsable.


Percibió hostilidad en su tono de voz y Kei frunció profundamente el ceño ¿Qué demonios le pasaba? ¿No acababa de decirle ya que era un compañero y no un amigo? Esto era ridículo. Por supuesto que conocía los riesgos de exponer a Hotaru a rostros nuevos y desconocidos, él mismo se había asegurado de aclarárselo a Kuroo cuando su madre "sugirió" presentársela a sus amigos ¿Estaba tratando de iniciar una discusión? Porque eso era lo que estaba consiguiendo al atreverse a llamarlo irresponsable.


— Estás...— apretó los labios impidiéndose a sí mismo continuar y exhaló aire contenido. No iba a discutir con él frente a Hotaru, ella parecía haber percibido algo extraño en el ambiente y se mantenía callada y muy atenta a ellos. Volteó en su dirección y le sonrió, habló un poco con ella y le devolvió la sonrisa, con ello pudo apreciar sus pequeños dientes frontales — No te confundas, no somos amigos...trabajamos en el mismo departamento y no, no estaba tratando de llevarlo a casa como amablemente sugeriste, hasta que salimos de la estación ninguno tenía idea de que íbamos por el mismo camino ¿Feliz?


— Es una excusa muy convincente...lo admito — No, esto no se trataba de Hotaru ¿Verdad? Era sobre él...si antes lo dudaba un poco ahora no le cabía duda de que la opinión de Kuroo sobre él era la peor — Escucha, tratar de rehacer tu vida ahora es...


— Por favor — resopló por lo bajo el rubio al tiempo que ponía los ojos en blanco — No necesito a ningún hombre para rehacer mi vida, me basto solo...— suspiró lentamente — Hotaru es lo único que me importa, necesito que entiendas eso...porque si no es así entonces vamos a tener muchos problemas en el futuro. No estoy pidiéndote que olvides el pasado o tú rencor, solo necesito que lo hagas a un lado de vez en cuando...por ella — abrió la boca y volvió a cerrarla — Sé que es difícil para ti, pero tienes que confiar en mí y en que la amo tanto como tú lo haces.


Kuroo no dijo nada en un rato y cuando se detuvieron frente a su edificio él permaneció estático en su asiento, con las manos sobre el volante y una expresión pensativa en el rostro. Solo necesitaba considerarlo. No le estaba pidiendo nada demasiado imposible ¿Verdad? Podía odiarlo en silencio cuanto deseara, podía seguir evitándolo como estaba haciendo desde que volvió, ni siquiera tenía que perdonarlo.


— Entiendo...


¿Crisis evitada? No parecía ser el caso, aunque tampoco parecía que no estuviera tomando sus palabras en cuenta, sin embargo Kuroo estaba diferente. Su estado de ánimo cambió a uno más ausente y pensativo. No dijo una sola palabra mientras subían al edificio, no era que esperara que tuvieran una gran conversación, jamás la habían tenido, pero necesitaban intentarlo al menos.


— Kuroo ¿Está todo bien?


— Si...creo que Hotaru tiene hambre, estuvo haciendo los ruiditos usuales de cuando quiere comer.


— Casi son las seis, ya sabes que ella es muy estricta con sus horarios — entregó a Hotaru a Kuroo, abandonó sus cosas sobre el sofá y fue directamente a la cocina — ¿Puedes dejarla sobre su silla? Voy a preparar algo para ella...Mantenla entretenida un momento ¿De acuerdo? Esto no tomará mucho tiempo, preparé un poco de puré de verduras esta mañana antes de salir, solo necesito preparar algo rápido antes.


Usualmente Kuroo se marchaba después de dejar a Hotaru. Y después de esa corta discusión no tenía muchos deseos de verlo más tiempo y probablemente el moreno tampoco, pero necesitaba hablar con él. Aún no había olvidado el asunto por el que había abandonado el trabajo más temprano, esto era algo que no podía dejar pasar y esperaba que esto no desencadenara otra discusión.


— Hotaru, no quiero desastres esta vez...hoy no te toca baño...— Tsukishima agitó la cucharita de dinosaurios al tiempo que la sentenciaba con voz suave pero firme, ella debió encontrarlo gracioso porque rió alegremente y balbuceó aún más, un par de hoyuelos se formaban al final de sus rosadas mejillas cada vez que lo hacía, su sonrisa lucía un par de adorables y pequeñitos dientes — Si, si...ya sé que eres muy linda, que no se te suba a la cabeza, princesa.


— ¿Qué fue lo que hizo?


— Ah...estuvo jugando a la niña independiente y trató de comer sola — tomó una porción de puré con la cuchara y se la acercó a la pequeña, ella lo recibió con alegría — No puede usar una cuchara todavía, pero eso no la detuvo y usó las manos...solo la dejé un segundo para responder el teléfono y cundo volví el puré estaba por todo su rostro.


Kuroo rió, esa fue la primera vez que lo escuchó haciéndolo desde que volvió — ¿Alguien ya quiere ser independiente? — su tono de voz fue alegre y cariñoso, sin ser realmente empalagoso, acunó su pequeño rostro con una mano y acomodó al oso de felpa que se había transformado en el acompañante favorito de Hotaru a la hora de la comida — Deja que te mimemos un poco más ¿Si?


— Hey...— le dio otra porción de comida a Hotaru ¿Este era un buen momento? No quería arruinar el ambiente, pero tampoco quería dejarlo pasar más tiempo o que la situación se transformara en algo peor — No estoy en contra de que veas a Hotaru ni de que salgas con ella, es tu derecho como su padre y no he olvidado eso, pero no puedes llevártela cuando te plazca o sin avisarme antes. Tenemos un acuerdo ¿Recuerdas?


— Creo que deberíamos...volver a tratar de estar juntos.


— ¿Qué?


— Quiero ser capaz de verla desde el amanecer hasta el anochecer, quiero verla hacer desastres o arrullarla en las noches. El tiempo que paso con ella no es suficiente, quiero vero todo...no puedo soportar tener que dejarla. — pasó una mano por su cabello — Y creo que esto tampoco es bueno para Hotaru, ella necesita un hogar estable, no que la llevemos de un sitio a otro como si fuera un juguete.


Esto era porque tenía la custodia completa ¿Verdad? — No tienes que sacrificarte por Hotaru...no sería justo para ti — podía hacer algunas concesiones, Kuroo aprendía muy rápido y podía reconocer los estados de ánimo de su hija y atender sus necesidades. Era un padre amoroso y atento, a veces la mimaba demasiado, pero era lo mismo con Kei, no podía evitarlo. — Podemos encontrar una forma menos estresante para ella y también para nosotros. Está creciendo muy rápido, cuando sea el momento podrás tenerla en casa.


— ¿Podrías al menos considerarlo un poco?


— Estábamos peleando hace media hora ¿Crees que es sano para Hotaru vivir con padres que van a pelear cada cinco minutos? Nosotros no estamos en los mejores términos y no podemos atrevernos siquiera a considerar...


— Te quiero, Kei...—fueron solo dos palabras, pero le hicieron olvidar todos sus argumentos y sentirse aturdido — Te quiero y hace un rato...lo que te dije en el auto, no era por Hotaru, estaba celoso...


— Kuroo, no...— el rubio abandonó la cucharita sobre la mesa, Hotaru aún comía, al tiempo que los miraba con curiosidad. Sus ojos siempre le recordaban a Kuroo...le hicieron extrañarlo el tiempo que no estuvo presente.


— No, Kei, escúchame...en todo este tiempo, ni mi rencor o los amargos recuerdos sobre nuestra ruptura lograron que lo que sentía por ti desapareciera...— al principio pensó que era patético y humillante sentir amor por él después de lo que le hizo, sin embargo mientras más trataba de evitar verlo y más trataba de escudarse dentro de ese orgullo herido, más caía en cuenta de que ese amor no desaparecería...de que lo necesitaba — Lo he intentado, cada día desde que volví a verte, pero no pude...sigues aquí.


— Esto no es lo que en verdad quieres, sé que Hotaru es importante para ti y qué harías lo que sea por ella, pero...esto no es lo correcto.


— Por supuesto que la quiero, es mi niña, pero ha pasado el tiempo suficiente como para aceptar que en realidad no estoy mezclando mis sentimientos, que esto es real y fue muy difícil aceptar eso — atreverse a confesarlo mucho más — Y...aceptar muchas más cosas, como en que fallé contigo.


No solo se marchó para lamer sus heridas y revolcarse en su propio rencor y miseria, las palabras de Yaku permanecieron en su mente. Pensó en desechar la idea, pero tenía que admitir que había un poco de verdad ahí, sin embargo no descubrió eso en el tiempo que pasó viajando, tratando de encontrar un sentido a su vacía vida, lo descubrió cuando vio por primera vez a Hotaru. Algo pasó en el corto instante que le tomó asimilar que esa pequeña persona era también parte de él, que era real, algo que lo llevó a descubrir cosas nuevas y a comprender otras.


No podía decir que había olvidado todo o que siquiera lo hubiera superado, su anterior discusión fue un indicador claro, pero comprendía como formó parte en todo esto...lo que hizo.


El rubio bajo la cabeza, Kuroo pudo percatarse de cómo se mordía el labio inferior ¿Qué era lo que él pensaba al respecto? Había algo ahí, en sus ojos y su mirada, sin embargo se sentía inseguro...él ya había mentido antes.


— No creo que...


Hotaru comenzó a golpear las manos contra la trona, reclamaba la atención que le fue negada; tenía toda la cara manchada de papilla, la cuchara estaba en el suelo, el plato estaba a punto de seguir el mismo destino, afortunadamente Kuroo consiguió tomarlo. Estaba vacío y apostaba lo que fuera a que su pequeña hija ansiaba ser elogiada por su gran logro, los miraba con ojos brillantes al tiempo que chupaba los restos de papilla de su labio inferior.


— Voy a buscar algo para limpiarla — murmuró Kuroo.


— Deje un paquete de toallas húmedas sobre la mesa de...


Repentinamente Hotaru emitió un inusual ruido que los dejó a ambos congelados, dos pequeñas sílabas que formaban una palabra muy conocida para ellos ¿Fue una confusión? Ella emitía muchos sonidos últimamente, adoraba balbucear, así que ambos lo creyeron posible, sin embargo volvió a suceder y el tiempo se detuvo.


— ¿Dijo papá?


— Creo que podría haber...


Lo hizo y su voz fue tan dulce. Rió, se había quedado sin palabras por la emoción, Hotaru estaba creciendo y era increíble, su corazón golpeó salvajemente en su garganta. En cuanto a Kuroo sus emociones lo habían dejado en un pequeño estado de shock, en el que no sabía qué hacer y casi por reflejo imitó la risa de Kei al tiempo que se tambaleaba devuelta a donde estaba su hija, ella lo miraba con esos grandes ojos avellana. Repitió esas pequeñas sílabas, él jadeó y cada emoción se disolvió en su pecho gracias a la calidez que brotó en él y a las finas lágrimas que se acumularon en sus ojos.


— Me llamó papá...


Esta mañana, cuando como cada día fue a comprobar a Hotaru la descubrió parada, se sostenía de la baranda de su cuna; ella gateaba y podía sentarse, pero era la primera vez que la veía parándose por sí misma. Fue un instante memorable y único, algo que como padre guardaría en su memoria y corazón. Sin embargo le pareció un poco injusto ser el único que experimentara esa clase de alegría. Kuroo también era su padre y la amaba tanto como él. Si estuviera en su lugar también sufriría por no poder ser testigo de pequeñas y grandes cosas como esa.


Tal vez podría intentarlo...


— Vamos lento ¿De acuerdo? Aún no sabemos si vamos a hacerlo bien...por eso, vayamos lento.


— Si, lento...


Un par de días después el abuelo de Kuroo falleció, fue un duro golpe para el moreno a pesar de que trataba de fingir que no era así. Se aferró mucho a Hotaru, no la llenó de juguetes pues ya habían hablado al respecto, pero la mimaba tanto como podía, Tsukishima también estuvo para él. La comunicación mejoró notablemente gracias a ello, aún había tensión entre ellos, sin embargo la brecha que habían creado iba haciéndose cada vez más delgada.


Por supuesto, no todo era siempre perfecto, la sombra de sus errores pasados y las heridas causadas por su ruptura seguían ahí.


Ambos fueron testigos de sus primeros pasos, balbuceos que poco a poco iban transformándose en pequeñas palabras que los nombraba tanto a ellos como a algunas cosas, sufrieron su primer resfriado de la temporada y celebraron su primer cumpleaños. Hotaru estaba cada vez más llena de energía que nunca, los hijos de Hinata eran sus compañeros de juegos favoritos y parecía tener cierta fijación especial por el hijo de Yamaguchi. Lo seguía a todos lados. Estaba creciendo en muchos aspectos, se volvía cada vez más independiente, a menudo fruncía el ceño cuando algo o alguien no le gustaba, podía ser muy astuta, a veces un poquito egoísta, odiaba los guisantes y Kuroo se los comía cuando no estaba mirando.


Ella lo adoraba.


Su relación con el moreno fue mejorando, hubo algunos besos entre ellos, nada demasiado intenso y la mayoría ocurrió en momentos donde la emoción los embargaba. Pero fue suficiente para descubrir que sus sentimientos por él seguían tan vivos como la primer vez y que era lo mismo con Kuroo. A menudo se quedaba en su departamento y dormía a Hotaru, no compartían la misma cama, pero tomaron como rutina charlar durante las noches, a veces con una taza de café, otras con chocolate. El tema central siempre era Hotaru, pero antes de que lo notaran terminaban hablando sobre ellos y en una ocasión terminaron quedándose dormidos sobre el sofá.


Se estaban acercando cada vez más y ese hecho trajo un poco ilusión a su corazón, sin embargo la tranquilidad que había construido en un año era cada vez más y más opacada por los celos de Kuroo.


"Volvieron a pelear ¿Verdad?" esa pequeña frase se había transformado en la favorita de Akiteru últimamente, en su saludo especial cada vez que lo llamaba.


— ¿Es tan difícil de creer para ti que estoy llamando solo para saludar?


"¿Qué pasó esta vez? Dime qué no volvió a gritarte o a acusarte, porque si lo hizo..."


— No, fue solo un malentendido — aunque sus voces subieron unos cuantos decibeles, afortunadamente siempre evitaban pelear frente a su hija — Está todo bien...


"Espero que entiendas que después de escuchar sobre sus últimas dos peleas dude un poco de tus palabras"


— Tu también — susurró con un amargo suspiro ¿Tan poco confiable era? Estaba llegando a un punto en el que estaba comenzando a dudar de sí mismo.


"¿Kei?"


— Podemos solucionarlo.


¿Había algo mal con él? No era especialmente amable con otras personas, ser sociable no era uno de sus puntos fuertes, pero Kuroo creía que era demasiado amistoso y esa opinión no era reciente. En el pasado era igual y tuvo que abandonar su trabajo para complacerlo, no estaba siendo demasiado insistente en esta ocasión, pero lo había sugerido, también habían hablado sobre matrimonio en una o dos ocasiones, sin embargo aún no estaban listos.


Sus peleas no eran constantes, pero no se detenían y estaban llenas de acusaciones hacia su persona y dudas hacia su honestidad que lo herían más que cualquier objeto cortante.


"No quiero meterme en tu vida, tampoco quiero decirte que hacer porque eso es algo que solo tú puedes decidir, pero creo que en el fondo ya lo sabes bien...Kei, pelear y no rendirse es un gran acto de valentía y coraje, pero también lo es saber cuándo renunciar" dijo "No eres un tonto por tratar de intentarlo o sentir ilusión, tampoco un fracaso por no haber obtenido el resultado que deseabas...no es tu culpa, es solo que algunas cosas se dan y otras no...y no es el fin del mundo"


Pero lo amaba y esta era la última oportunidad que tenían para estar juntos.


— Entiendo, yo...debo colgar o Hotaru va a despertarse y ya sabes cómo es ella.


Colgó el teléfono sin darle tiempo a decir nada más y se dejó caer sobre el sofá con un suspiro cansado. Había pasado ya un año desde que Kuroo volvió, su vida había cambiado mucho y creía estar avanzando, sin embargo parecía haberse detenido en algún punto ¿Había hecho mal? Había instantes en los que todo marchaba bien, en los que se sentía como si fueran una verdadera familia y otros en los que todo se salía de control. Esa tarde por ejemplo, trató de tomar ventaja de que el moreno había llevado a la pequeña a visitar a sus padres para ir al centro comercial y comprar algunas cosas para ella, todo iba bien hasta que encontró por casualidad a su antiguo jefe.


Kuroo se había ofrecido a pasar por él, los vio hablando fuera del edificio y enloqueció, trató de decirle que era casado, pero ni siquiera lo escuchó y argumentó que eso no debía ser un problema para él, que ese debía ser su juego favorito y que no debía ser difícil para él convencer a cualquier hombre.


Fue un momento desagradable, afortunadamente su hija ya estaba de vuelta en casa con la niñera y no tuvo que presenciar nada, pero estaba seguro de que percibió su tensión.


Ya era tarde, Kuroo quizá no vendría, así que decidió preparar algunas cosas antes de acostarse. Hotaru tenía una muy importante cita de juegos con los hijos de Hinata mañana y necesitaba adelantar un poco de trabajo doméstico, lo había hecho ya por la mañana, pero su hija tendía a desordenarlo todo cada vez que se descuidaba y ahora el departamento era un reguero de juguetes.


Estaba hecho polvo cuando terminó de recoger todo y estuvo tentado a simplemente echarse sobre el sofá y dormir, incluso el dolor de cuello que recibiría le pareció atractivo, pero el timbre de su puerta sonó, ese no fue el único sonido, su visitante también golpeó la puerta y Tsukishima sintió una extraña sensación de déjà vu que le hizo sentirse inseguro sobre si debía o no abrir, pero también que le dijo que tenía que hacerlo.


— ¿Kuroo? — susurró apretando el pomo de la puerta.


— Quiero que hablemos — su voz se escuchaba un poco rasposa y profunda y a pesar de que parecía tranquila Tsukishima pudo percibir algo más en ella — Abre.


No. Su cuerpo repentinamente se congeló, no quería abrirle, pero también temía que tratara de tumbar la puerta como aquella vez. Pero esto no era como aquella vez, no había hecho nada ¿Verdad? La abrió — Es muy tarde para una visita, Hotaru está dormida.


— Vine a verte a ti — olía a alcohol ¿Estaba borracho? No parecía ser el caso, sus ojos no poseían ese brillo cristalino que delataba su estado, en su lugar había tormento — Kei, estoy enloqueciendo — lo empujó, no fue violento, él solo apoyó ambas manos contra sus hombros y le hizo caminar hacia atrás, pasó a paso. Hasta que sus piernas chocaron contra el sofá y ambos cayeron sobre él. Kuroo atrapó su cuerpo con el suyo, pero Kei no estaba asustado, sabía que no debía temer, que no lo lastimaría. No luchó, permitió que el tormento en sus ojos lo embargara, lo hizo suyo — Te quiero tanto, te amo tanto...— acaricio su rostro con reverencia, lo acunó con ambas manos, estás se sintieron frías sobre su piel, sin embargo tan maravillosamente agradables — Pero no puedo soportar verte sin sentir ira o rencor, sin recordar lo que hiciste con él...lo he intentado cada maldito día, pero no puedo.


El rubio también tocó su rostro, sus dedos se pasearon lentamente por este y delineó con las yemas cada una de sus facciones. Quería abrazarlo, aferrarse a él al tiempo que sus ojos se volvían turbulentos por las lágrimas. Kuroo suspiró rozó sus labios con los suyos, pero no lo besó. Le gustó permanecer ciego, le gustó fingir que no había notado nada, pero no le hizo feliz. En el fondo siempre lo supo, desde siempre, que había algo en los dos que simplemente no iba, que no encajaban del todo el uno con el otro y era esa diferencia la que los había traído hasta aquí...no eran las dos únicas piezas de un rompecabezas ¿Verdad?


— Kuroo, te amo...


Idiota. Se negaba a aferrarse a alguien, sin embargo hizo que se aferran a él. Le hizo algo terrible a Kuroo, debió haber dicho que no cuando le propuso volver a intentarlo, debió atender a sus razones y no a sus sentimientos, a ese miedo a la soledad que se negaba a abandonarlo...a ese amor que cada día lo consumía más y más.


— Eres todo lo que jamás desee en este mundo, pero lo que pasó me lastimó tanto que no creo que pueda volver a vivir tranquilo otra vez...que me siento paranoico cada vez que te dejo solo y siento que quiero hacer pedazos a cada hombre que se te acerca...— susurró él, su tormento se traducía al sonido de su voz y a la forma en la que su cuerpo tiritaba — Que quiero hacerte daño...soy un bastardo, soy...


Tsukishima lo calló apoyando la punta de los dedos sobre sus labios — Eres un buen hombre, Kuroo...gentil y amable, pero yo te arruiné — susurró con voz rota. Deseaba jamás haberse cruzado en su camino, quizá de esa forma él...


— No, no es así...— no podía culpar a Kei por todo, él lo había lastimado, sin embargo Kuroo también lo hizo con su indiferencia, con su abandono y percatarse de eso ahora era desesperante y también provocaba en él una angustia terrible, era tan insoportable que se sentía morir — No te cuidé como debería, estaba tan obsesionado con complacer a mi familiar y a mí mismo que olvidé lo que de verdad era importante, olvidé que tú eras todo lo que yo necesitaba para estar satisfecho. Para ser feliz. Te fallé y te entregué a él, te arrojé a sus brazos como si no me importara.


Si tan solo se hubiera atrevido a hablar. Si le hubiera dicho como se sentía — Nos equivocamos tanto. — ambos hicieron cosas que jamás podrían deshacer ¿Dónde estaba el mundo perfecto con el que soñó? El mundo que con tanta ilusión sostuvo entre sus brazos, lo poco que quedaba de este se estaba transformando en finas partículas de polvo que desaparecían frente a sus ojos — Todo este tiempo — era injusto y no lo quería. Quería tenerlo, lo amaba con tal intensidad que sentía que no podría seguir adelante si no estaban juntos, tanto que la simple idea de separarse lo hacía querer retorcerse de dolor, que quería patalear como un niño y aferrarse a él. Pero no lo hizo.


Sin embargo no fue capaz de contener las lágrimas que buscaban anunciar la agonía que su cuerpo estaba sufriendo.


— Tú sigues siendo aquello con lo que siempre soñé, incluso con tus errores sigues siendo la persona más perfecta en este mundo...llenaste mi mundo vacío — tenía miedo, el mundo se volvió repentinamente oscuro ¿Qué se suponía que haría sin Kei? Sentía que estaba muriendo lentamente, que este dolor acabaría con él — Me diste una hija — podría hacerlo, si no tuviera esa pequeña luz, podría morir amándolo. Tomaría esa agonía y la sostendría hasta que esta terminara con él.


— Siempre tendremos a Hotaru, para toda la vida — lo abrazó y permitió que su rostro reposara sobre su hombro, la calidez de su aliento estremeció su piel y las manos que se enredaron su cintura le hicieron suspirar.


— Tal vez, en el futuro...tú y yo podríamos...


— No — si Akaashi era el hombre más importante de su vida entonces Kuroo era aquel con el que habría deseado pasar el resto de esta. Aún recordaba la forma en lo que lo amó, como llenaba su corazón hasta desbordarlo, en el fondo seguía siendo el mismo de siempre, la misma persona a de la que se enamoró, orgulloso y egoísta, pero con sentimientos sinceros — Kuroo, hay cosas que no están destinadas a perdurar...si seguimos así vamos a terminar odiándonos.


Akaashi tenía razón, Akiteru también. Se esforzaron mucho en arreglar una relación que ya estaba rota y terminaron rompiéndola aún más. Los trozos de lo que fue su vida, de lo que restaba de aquel amor que alguna vez fue dulce no solo los estaban lastimando, también volvían a caer y desaparecían a medida que los forzaban a mantenerse en su sitio una y otra vez. 


Si no se detenían, entonces no quedaría nada.


— Lo entiendo, pero...todavía soy incapaz de aceptarlo.


— Lo sé, yo también...— Tsukishima enredó su los dedos en su cabello; el aroma de su perfume, el de su Shampoo, el calor de su cuerpo y su peso sobre el suyo, como su presencia ponía su mundo de cabeza o como su corazón latía solo por una de sus molestas sonrisas...todo lo que lo amó y todo lo que lloró por él, no quería olvidarlo.


Tal vez, algún día, sería capaz de mirar al pasado y sonreír, podría volver a ver lo que fue su vida sin sentir que algo en él se rompía y podría rememorar sus errores sin sentir pena.


Quizá algún día sería capaz de abrazarlo todo y aceptarlo como parte de él.


Pero ahora lo único que deseaba era llorar con toda la fuerza que restaba en su cuerpo, gritar muy fuerte, hasta que su garganta no fuera capaz de emitir sonido alguno y maldecir lo injusto que era el destino...entonces iba a seguir con su vida.


Porque no podía permitirse detenerse, porque a pesar de que no era para nada fuerte seguía deseando seguir.


*****


— ¿Kuroo? Estoy en camino, lo conseguí — las recepcionistas lo saludaron y el respondió a su saludo con un movimiento de cabeza como hacía cada día al salir del trabajo y apretó el paso, esto no era algo que hiciera todos los días, sin embargo estaba retrasado.


Se escuchó un suspiro detrás de la línea "Gracias al cielo, estaba a punto de lanzarme por la ventana y no estoy bromeando, lo habría hecho por ella"


— ¡Oh! ¿Hotaru estaba a punto de heredar una gran fortuna? Un poco más y habría podido poner mis manos sobre todo ese dinero. — corrió, encontrar un taxi fuera de la editorial era prácticamente imposible a esta hora del día y en esa zona, tampoco ayudaba que fuera verano, sin embargo él conocía el sitio adecuado, pero estaba un poco alejado del edificio.


"Tal vez no debí haberte mencionado sobre el testamento ¿Debería andarme con cuidado a partir de ahora? ¿Necesito contratar guardaespaldas?"


— No deberías descartar la posibilidad — escuchó un sonido nasal similar a una risa detrás de la línea, el rubio también rió. Estaba cerca, sin embargo chocó contra un desconocido al doblar la esquina, el hombre lo miró mal y Kei se disculpó con una reverencia — Oye...— detuvo a un taxi con un movimiento de mano y se subió a este, recitó la dirección y pensó que debería comprar pronto un auto...ya había ahorrado suficiente, pero también estaba pensando en comprar una casa con un patio pequeño para que Hotaru pudiera jugar — Gracias por hablar con Hotaru, lo que sea que le hayas dicho la calmó...no sé lo que habría hecho si terminaba odiándome o pensando que soy...


"Tranquilo, ella jamás te odiaría, sabe que la amas más que a cualquier cosa y te ama de igual forma" suspiró "Lamento que mi madre dijera todas esas cosas desagradables, ya hablé con ella, le puse un ultimátum, mi padre también lo hizo. No volverá a decir nada"


Hotaru estaba en la edad en la que comenzaba a notar cosas y a preguntar por ellas; la mayoría de sus compañeros de clase vivía con sus dos padres, a sus seis años era una niña muy observadora y comenzaba a obsesionarse con el porqué sus padres no vivían juntos. Incluso llegó a creer que era su culpa. Estaba tratando de explicarle la razón de la forma más sutil posible, sin embargo los comentarios de la madre de Kuroo no ayudaban mucho.


Afortunadamente Hotaru podía llegar a ser una niña muy rebelde y en muy contadas ocasiones la escuchaba...últimamente ya era muy difícil que alguien lo hiciera, incluso Kuroo se estaba distanciando más y más de su madre y ella se estaba volviendo una mujer muy solitaria a causa de eso.


— Gracias...a los dos — no le sorprendió esa reacción del padre de Kuroo, él estaba encantado con su nieta, no se perdía ninguno de sus cumpleaños desde el primero y Hotaru también lo adoraba. Ella decía que era muy gentil y divertido, Tsukishima no lo creería si su pequeña hija no fuera siempre un poco, o quizá demasiado, brutalmente honesta con todos...ya estaban trabajando en eso — Bien...debo colgar, debes estar ocupado.


"La junta está por terminar, pero créeme he querido salir corriendo desde que mi padre entró a la sala...no dejó de mirarme como si fuera un animalito que estaba a punto de devorar" volvió a suspirar "Estar del otro lado de la mesa es difícil"


— Suerte con eso.


"No la necesito, Hotaru me dio muchos besitos antes de que la dejarla en la escuela...pero gracias"


Negó con la cabeza al tiempo que guardaba su móvil dentro de su pantalón, una sonrisa adornaba su rostro. Kuroo lo estaba haciendo bastante bien; montó su propio negocio hace casi seis años, gastó la mayor parte de sus ahorros y la herencia que le dejó su abuelo para conseguirlo, pero no todo resultó como esperaba al principio. Tuvo muchos problemas. Sin embargo ese hombre no sabía cuándo rendirse y antes de que lo notara estaba tan ocupado que estaba a punto de volverse loco y que ahora estaba en la mira de empresas más grandes que buscaban asociarse con él.


La empresa de su padre era un ejemplo.


Su relación era buena y casi podía decirse que eran buenos amigos. Casi. Sin embargo esto no ocurrió fácilmente, los sentimientos no desaparecían de inmediato. El camino estuvo lleno de altos y bajos, indiscretos te quiero que amenazaron con derrumbar todo progreso, sentimientos que se negaban a desaparecer, los celos y ese apego del que no podían escapar. Descubrió una verdad sobre Kuroo y aunque fue un gran shock para él y trajo consigo muchos problemas, decidió no pensar demasiado en ello. No podían cambiar nada de lo que hicieron e imaginar supuestos tampoco tenía sentido. Parecía mentira que hubieran llegado hasta aquí, a veces no podía creerlo y le parecía sorprendente cada vez que se atrevía a mirar a su pasado...cada vez que veía todo lo que Hotaru había crecido.


Aún era duro, aún era difícil hacerlo, pero recientemente había descubierto que no era tan malo pensar en su pasado, revivirlo, y ahora era capaz de decir que era feliz, que había vuelto a sentirse como si mismo después de lo que pareció una eternidad.


Tal vez solo tuvo suerte.


El taxi aparcó frente a una cafetería recientemente abierta a una corta distancia de la escuela de Ballet a la que Hotaru asistía por las tardes, al principio estuvo en contra de que lo hiciera, pero a ella le encantaba. Había hecho algunas amigas, no demasiadas, sin embargo había niñas y también niños, que le agradaban.


Pensó en ir de inmediato a la escuela, a ella le motivaba que Kuroo o él la vieran lucirse, sin embargo era verano y el corto tramo que había corrido lo había dejado algo sudoroso, si a eso le sumaba la larga jornada de trabajo en la que pasó la mayor parte de su tiempo corriendo detrás del desastroso escritor del que estaba a cargo y que planeaba irse de vacaciones sin entregar su manuscrito, podía decir que era un desastre que del que no quería que su hija fuera testigo. Necesitaba refrescarse, por lo que no dudó en entrar. Aún tenía algo de tiempo, siempre prefería llegar temprano, pues no se sabía que imprevisto podría encontrarse en el camino.


El frio del aire acondicionado fue una sensación casi gloriosa sobre su piel. No le sorprendió que el local estuviera abarrotado, se había vuelto muy popular entre los padres que esperaban a sus hijas, pero esta era la primera vez que entraba. Tenía cierto aire melancólico, la decoración era sencilla y minimalista, los postres detrás de la vitrina eran la atracción principal y se robaban la atención de todos. Incluso la suya. Creyó que encontrar una mesa vacía sería imposible, sin embargo había una junto a la ventana y se abalanzó sobre esta antes de que alguien lo hiciera, sin embargo cuando se disponía a tomar asiento se percató de la presencia de otra persona.


— Lo siento, pero yo vi primero esta... ¡Oh! — él rubio y aquella persona callaron y se sostuvieron la mirada por un muy largo instante, entonces ambos se echaron a reír. No les importó llamar la atención de los demás clientes o parecer raros a sus ojos, esta situación era tan...cómica ¿Esto en verdad estaba pasando? No podía ser posible, pero si era él, entonces...— Akaashi, es...una sorpresa...


— Te ves bien...— lo invitó a sentarse con un movimiento de mano y el rubio lo hizo sin protestar, no era la primera vez que lo veía, se habían encontrado en una o dos ocasiones ya por casualidad. Sin embargo si era la primera vez que se sentaban a hablar; el parecía más maduro, no demasiado, pero algo había cambiado en él. Sus ojos tenían un brillo azul especial — Ha pasado un tiempo ¿Cómo está todo?


Una camarera se acercó a ellos y tomó su orden, el rubio no pidió nada más que un café helado mientras que el moreno no dudó en ordenar algunos dulces. Su apetito era tan grande como siempre — Normal, creo...ya deberías saberlo, pero no llevo una vida muy interesante, solo sigo una rutina como cualquier padre.


— Puede que sea solo mi opinión, pero es posible que hayan cosas muy especiales en la cotidianeidad...siempre algo nuevo.


Tsukishima sonrió — Supongo que es así — podía ser cierto, su vida era algunas veces una rutina que giraba en torno a su trabajo y a su hija, sin embargo siempre había pequeñas cosas nuevas dentro de lo ordinario, pequeños momento que, si bien, podrían no tener importancia para otros, pera él eran especiales. — ¿Vienes aquí a menudo...?— carraspeó ¿Qué clase de pregunta cliché era esa? ¿Por qué siempre tena que ser así con él? — Este lugar está muy lejos de tu oficina o de los sitios que frecuentas.


— Estoy aquí por Sakura.


La mesera volvió con su pedido y mientras esta dejaba todo sobre la mesa, se permitió pensar detenidamente en el nombre que él acababa de mencionar, lo había escuchado antes y tuvo un instante de lucidez después de beber un sorbo de su bebida — ¿Tu sobrina?


— En realidad...— Akaashi sonrió y mordió su labio inferior, una especie de atractivo habito suyo con el que buscaba contener su emoción por algo — Ahora es mi hija...


— ¿Ganaste la custodia? — sabia sobre eso debido a la televisión y a las revistas de chismes que las secretarias llevaba a todos lados; Akaashi pasó cerca de un año peleando por la custodia de su sobrina, fue un gran escándalo en el que parte de la vida secreta de su ya fallecida hermana salió a la luz pública. — Es maravilloso, me alegro por ti.


— Ha estado conmigo desde hace dos años y ella todavía está adaptándose a su nueva vida — esa niña lo adoraba, sus primeras palabras fueron para él y tenía entendido que siempre fue la figura paterna que su verdadero padre jamás se preocupó por ser.


— Creo que vas a hacerlo bien...— comprendía muy bien lo difícil que era adaptarse a una nueva vida, lo que era cuidar a un hijo y la preocupación que el amor por él o ella podría provocar a alguien. Iban mucho más allá que cualquier cosa que pudiera leer en libros o ver en televisión, pero Tsukishima se permitió hablar un poco con él sobre su experiencia, la sensación de comodidad que Akaashi generaba en su pecho lo hizo mucho más fácil.


Y por un instante se sintió un poco perdido en el pasado, no en sus recuerdos, pero si en esa familiar sensación. No. En realidad si había recordado algo, pequeño y fugaz, y le pareció muy extraño haberlo hecho después de casi síes años y justamente ahora.


— Como nunca antes en la vida ¿Eh? — no lo había pensado antes, pero esas eran palabras muy apasionadas para alguien tan joven. Miró a Akaashi, la forma en la que leía ese libro parecía muy madura e intelectual, aun no se había quitado el habito de mordisquearse el labio cuando estaba muy concentrado en algo.


— ¿Pasa algo? — peguntó el moreno, alzando repentinamente su grisácea mirada.


— No, nada, es solo que...— ¿Podía realmente algo como eso suceder? Enamorarse de alguien al que alguna vez se amó, no de la misma forma que en el pasado, sino de una forma más especial; como si fuera la primera vez que se experimentaba ese sentimiento, pero también como si fuera la última ¿Puede una persona se tanto el primero como el ultimo amor de alguien? Parcia un poco complicado — Recordé algo que alguien me dijo hace algunos años.


— Esa persona debió haber dejado una gran impresión en ti como para que lo recuerdes después de tanto.


— Supongo...— se levantó. Fuera como fuera no tenía la intención de enamorarse de nadie, su vida estaba bien como estaba, era muy feliz — Tengo que marcharme, la clase de Ballet de Hotaru ya debió haber terminado.


— ¿Ballet? ¿Ella va a la escuela de Ballet que está cerca de aquí? — Tsukishima asintió y alzó una ceja, no era un secreto para nadie que había una escuela de Ballet en esa zona. Sin embargo él parecía sorprendido — No...es solo que Sakura está interesada en tomar los cursos de verano, por eso estoy aquí, ella esta con mi madre...acordamos vernos aquí para ir los tres juntos por información.


Esa era una verdadera sorpresa — Es una buena escuela, las instructoras son muy pacientes con las niñas...le gustará — siempre y cuando Sakura no fuera demasiado competitiva como Hotaru.


— ¿Tu hija va a estar ahí? A Sakura le vendría bien una amiga, es un poco tímida con otras niñas para su edad.


— No este verano, planee una corto viaje con Hinata a la casa en el lago de su familia, pero si a tu hija le gustan las clases supongo que estarán viéndose a menudo después del verano.


Akaashi se encogió de hombros y sonrió — Entonces supongo que te veré o no por ahí.


— Eso creo.


Akaashi volvió a su libro después de ese corto intercambio de palabras y el rubio se marchó del local. Su despedida no despertó expectativas en ninguno, las posibilidades estaban abiertas tanto a un si como a un no y eso le gustó. Dejó una agradable sensación en su pecho.


Se sorprendió al ver a Kuroo en la entrada de la escuela, Hotaru estaba con él y parecía estar sosteniendo algo entre sus brazos al tiempo que daba enérgicos saltos sobre la puntita de sus pies, su faldita se agitaba cada vez que lo hacía, igual que algunos rebeldes mechones rubios de su pequeña coleta. No podía dejar de preguntarse como su cabello, siendo tan fino y suave, se transformaba en algo similar a un arbusto sin podar cada mañana.


— Creí que estarías en el trabajo — su madre ya no estaba ahí, supuso que se había marchado para que Kuroo pudiera pasar tiempo con Hotaru.


— Quise apresurarme y darle una sorpresa a Hotaru —Kei se cruzó de brazos y el moreno retrocedió percibiendo el peligro, podía ver perfectamente bien cuál era la sorpresa; un cachorrito, no habían acordado nada sobre una mascota, se suponía que lo pensarían con calma. — ¿Es muy bonito verdad? Un amigo lo consiguió para mí, tiene todas sus vacunas.


— Kuroo, se suponía que...


— Mami, mami...— le llamó la pequeña — ¡Papi está bien! Le dije que el abuelito no se lo comería...es una vaca y las vacas solo comen cosas que crecen del suelo ¡Se lo dije!


— Vegano, princesa, el abuelito es vegano. — corrigió Kuroo.


Hotaru negó enérgicamente y su precioso cabello rubio brillo con el sol, igual que sus rosadas mejillas y la bonita sonrisa que vestía todos los días — No, es una vaca, él me lo dijo...y las vacas hacen muu y los perritos guau ¿Verdad Momo? — incluso le había puesto nombre al cachorrito, tenía que admitir que era una bestia muy bonita; tenía unos increíbles ojos dorados y parecía esponjoso como un oso de felpa.


— Princesa ¿Por qué no vas a mostrárselo a tus amigas? Parece que quieren conocerlo. — ella asintió y corrió donde una niña pelirroja y un niño castaño la esperaban, Kuroo sonrió a la escena donde ella les presumía con orgullo a su nuevo amigo, el rubio también lo hizo, sin embargo tuvo que borrarla inmediatamente él giró para verlo. Uno de los dos tenía que ser el estricto aquí y al parecer ese papel le pertenecía — Lamento no haberte consultado antes, mañana ustedes se van de vacaciones y quería que tuviera algo para recordarme.


— Olvídalo — sabía que eso pasaría, estaba dentro de sus cálculos, la especialidad de Kuroo era mimar a Hotaru — Pero espero que sepas como cuidar de un perro porque no me permiten tener mascotas en el edificio ¿Recuerdas?


Kuroo lo miró con extrañez — Si, lo entiendo, lo haré...pero ¿No estas cediendo muy fácilmente hoy? Vine preparado para todos tus sermones, de lo contrario habría huido.


Puso los ojos en blanco, si quería hacerlo enojar estaba haciendo un gran trabajo — Hoy me siento benevolente, tómalo como tu día de suerte.


— ¡Oh! Entonces vamos los tres por un helado, aún es temprano y hace calor — sugirió — Puedo llevarlos a casa después, sé que tienen mucho que preparar para mañana...asegúrate de llevar repelente contra insectos, el bosque está plagado de ellos en esta época del año — el rubio accedió a su petición y mientras los tres se dirigían a un local cercano Kuroo siguió hablando. — Eso me recuerda a que quiero hablarte sobre los amores de verano y sobre los niños...un lago puede ser un sitio convenientemente romántico a veces, también escuché que el niño de Oikawa va a estar ahí y ese enano playboy de manos pegajosas no me agrada.


"No de nuevo" pensó ¿Se daba cuenta de que Hotaru tenía seis años? Ella estaba más interesada en jugar y corretear por ahí que por los miembros del sexo opuesto, pero quería retar a cualquiera a convencer a este padre sobreprotector y celoso de lo contrario. Era imposible.


— De acuerdo — murmuró sin mucha energía, sin embargo con una sonrisa en el rostro.


La vida continuaba ¿Verdad? Había concluido un libro más en su vida, el más grande y pesado, sin embargo no era el final. Cada día sería una nueva historia, páginas en blanco que se transformarían en capitulo tras capitulo lleno de sentimientos, emociones e instantes preciosos y memorables.


El futuro era desconocido y extraño, sin embargo no tenía miedo de descubrir lo que se ocultaba tras cada paso que debía avanzar o lo que esa cosa llamada destino deparaba para él.


Posibilidades, el futuro estaba lleno de posibilidades. 

Notas finales:

No sé cómo sentirme, este es el segundo fic largo que termino y es extraño; no puedo creer que haya llegado tan lejos, pero también es algo genial.


Quiero agradecerles por haberle dado una oportunidad también a esta historia, incluso si la dejaron al algún punto, para mí saber que se tomaron el tiempo de leerla es algo maravilloso. A los que me han acompañado hasta aquí, no sé si quiero disculparme o agradecerles por haber esperado pacientemente por cada actualización. No fui exactamente constante. Pero quiero que sepan que escribía cada capítulo con mucho cariño porque este es un fic al que quiero mucho y ustedes son lector@es muy apreciados y quería darles algo que pudieran disfrutar.


 


Aquí un pequeño anuncio, voy a estar reeditando también los primeros capítulos de este fic, también pienso retomar dos fic Discoteca y Propuesta irresistible, al primero voy a editarle los capítulos (esperen más y muy detallado Lemon). Estoy pensando escribir una especie de epilogo, aunque la última parte podría contar como uno, o un extra de este fic, pueden esperar algo para el futuro así como más pequeñas historias mías ;)


¡¡Recuerden que Nova los ama!!


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).