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RUPTURA por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< ACTUALIZACIÓN!!  >3<

Capítulo 3


Esperaba tranquilamente junto a la entrada del parque de diversiones, las personas entraban y salían sin prestarle la más mínima atención hasta que sintió una mirada sobre él. Un joven pelinegro no más alto que él lo miraba fijamente, haciéndole sentir incómodo y expuesto.


Sin previo a gritar – ¡Policía! ¡Policía! – mientras se acercaba a él. Confundido Tsukishima voltea hacia los lados buscando la razón por la que aquel joven actuaba así.


– ¿Cuál es el problema? – un oficial acudió rápidamente a su llamado y de inmediato se acercó a él.


– Este joven me ha robado – Tsukishima estaba en shock, no podía creer que esto estuviera pasándole. Debía ser una broma, esperaba que lo fuera, pero él pelinegro no cambiaba su expresión.


– No, creo que es un error. No hice algo así – se defendió Tsukishima.


El oficial lo tomo del brazo y dirigiéndose a Kuroo dijo – ¿Qué es lo que robó?


– Mi corazón.


El rostro de Tsukishima era todo un poema, no entendía que le pasaba a ese joven que ahora lo miraba con una inocente sonrisa.


El oficial soltó su brazo y se disculpó dándole una reverencia – La mentó mucho esto – dirigió su mirada a Kuroo – Usted va a venir conmigo.


– ¿Que? No, espere un momento – dijo tratando de zafarse de su agarre – ¿Cómo te llamas?


– Oficial. Por favor enciérrelo y pierda la llave – dijo Tsukishima mirándole con burla.


El oficial se despidió de el con una reverencia, observo al pelinegro forcejear hasta sacarse de su agarre y luego lo vio correr en su dirección con el oficial detrás de él mientras garabateaba algo en un trozo de papel. Cuando estuvo frente a él tomó su mano y coloco algo sobre ella.


– Llámame – dijo con un intento de sonrisa seductora antes de que el oficial volviera a atraparlo.


Mientras era escoltado por segunda vez le escucho protestar y decir "Tengo derecho a un abogado" "¿Y mi llamada? También tengo derecho a una ¿Verdad?" "Esto es brutalidad policial" "Quiero una celda con aire acondicionado"


Cuando el oficial y él pelinegro desaparecieron entre la multitud de personas que deambulaban por la calle, Tsukishima observo el trozo de papel. Un número de teléfono y un nombre escrito en el. Kuroo Tetsuro.


Arrugó el papel y sin inmutarse lo tiro a la basura, no iba a llamarlo, definitivamente no. El tipo, de nombre Kuroo, podría ser un loco o podría simplemente tratarse de un tonto con pésimas técnicas de conquista, como sea, no importaba. No volvería a verlo jamás, pero definitivamente recordaría eso.


*****


 


Melancolía. Fue lo primero que ese lejano recuerdo le produjo a Tsukishima ¿Cuantos años habían pasado ya? Ocho o nueva tal vez. Ese, definitivamente fue el peor primer encuentro del mundo y la peor primera impresión que pudo haber tenido de Kuroo.


Observó el techo púrpura de la habitación hasta que las náuseas matutinas cesarán y se incorporó. Se sintió confundido por unos segundos hasta que recordó que ese no era el departamento que compartía con Kuroo, era un departamento más modesto y pequeño. Su nuevo departamento.


Aún había cajas por doquier que necesitaban ser desempacadas y eso le frustró. Odiaba el desorden.


Le habría gustado comenzar a ordenarlo todo desde ese momento, pero ya era tarde y había una importante cita a la que debía asistir. Escuchó el timbre del teléfono, pero decidió ignorarlo, estaba seguro de que sería su madre de nuevo. No quería ser grosero, pero desde que firmó el divorcio ella había estado intentando llevarlo a una cita a ciegas con uno de los hijos de sus amigas y no estaba de humor para eso. Ignorando el molesto sonido comenzó a prepararse para su cita.


Una hora después, estaba sentado en la sala de espera de un bonito hospital privado muriéndose de nervios. Podría haber ido a cualquier otra clínica, pero Akaashi insistió mucho en que debía ser esta y no pudo negarse a aceptar después de escuchar sus tan convincentes argumentos y darle esa sonrisa que podría convencer a cualquiera.


Volteó de inmediato cuando escucho la puerta del consultorio abrirse y vio una mujer con un vientre prominente salir del consultorio y pasar frente a él junto con su esposo. Cuando ambos estuvieron dentro Tsukishima los vio mirarse con una sonrisa, abrazarse y antes de que el elevador se cerrará sus puertas los vio darse un tierno beso. Sintió un poco de envidia de ellos y soledad, porque sabía que él no tendría algo así.


– Tsukishima Kei – la voz de la enfermera llamó su atención.


– Soy yo – respondió automáticamente.


– Ya es su turno, por favor siga.


La enfermera lo acompaño hasta el consultorio y le pidió sentarse en una de las sillas frente al gran escritorio de roble. Nervioso, comenzó a recorrer el consultorio con la mirada. En la pared del escritorio habían colgados una diploma universitario de una universidad extranjera y otra más del país, y diversos certificados de especialidad que reflejaban la exquisita formación de la ginecóloga.


A continuación, Tsukishima se fijó en el collage en la parte a la izquierda del escritorio, con curiosidad se acercó a él y notó que en el habían diversas fotos de recién nacidos y sus padres sonrientes. Fue una visión agradable, que provocó en él un gran anhelo.


De pronto, la puerta se abrió, la doctora le recibió con una suave sonrisa y le invito a sentarse. Era una mujer un poco mayor que su madre, cabello castaño y ojos del mismo color, ella volvió a sonreírle y Tsukishima notó que las arrugas que se formaban alrededor de sus ojos le daban un aspecto agradable.


– ¿Su pareja no lo acompaña? – preguntó viendo con curiosidad el asiento vacío junto a él.


– No...yo...


En ese momento la puerta se abrió y Tsukishima se giró de inmediato al escuchar esa voz – Lo siento se me hizo tarde...el tráfico es terrible a esta hora del día.


¿Qué estaba haciendo Akaashi ahí? Tsukishima estaba sorprendido, él pelinegro no mencionó que estaría ahí. La sorpresa del rubio fue aún más grande cuando escucho a la Doctora llamarle por su nombre.


– Keiji, has crecido mucho. ¡Te volviste tan apuesto! – exclamó ella emocionada – Me sorprendí mucho cuando me llamaste.


– Lamento mucho las molestias, pero era algo importante.


Tsukishima no entendía que era lo que estaba ocurriendo, Akaashi hablaba con ella como si fueran viejos conocidos. Al notar su confusión él pelinegro colocó una mano sobre su hombro y dijo – Ella y mi madre son amigas – dijo sentándose a la dirección suyo – También atendió el embarazo de mi hermana.


– E-entiendo, pero ¿Por qué estás aquí?


– Estoy seguro de que no quería hacer esto solo – susurró Akaashi.


– Bien – habló la doctora – Comencemos...


Tsukishima le entrego los resultados de la prueba analítica y le realizó una serie de preguntas, que lo avergonzaron un poco debido a la presencia de Akaashi. Tomó un bolígrafo y garabateó algo sobre una hoja de papel, después sacó de un cajón un círculo de cartulina, observó la hoja y el círculo, y calculó la fecha probable de parto. Ordenó unos nuevos análisis de sangre para comprobar diversas cosas, por último le indico que pasara a la habitación contigua y le pidió desvestirse para examinarlo.


– ¿Sientes alguna clase de dolor?


– En algunas ocasiones ¿Es algo malo? – preguntó Tsukishima preocupado.


– No – respondió – La estructura de los tendones y ligamentos se va modificando por efecto de las hormonas. Es algo normal en los premios meses del embarazo, al igual que las náuseas – Ella se apartó y le indico que podía volver a vestirse – puedo recetarme un antiespasmódico si es muy molesto.


– No, estoy bien. – Keiji es un buen muchacho ¿Verdad? – dijo la doctora con el pomo de la puerta en la mano – Cuida bien de él – dijo antes de abrir la puerta y salir al consultorio. Dejándolo confundido y ligeramente avergonzado.


Cuando Tsukishima volvió Akaashi le dio una sonrisa que le hizo sentir un poco tímido y volvió a sentarse junto a él.


– ¿Va a estar bien...El bebé? – abortos espontáneos, embarazos ectópicos, entre otras cosas. Había estado leyendo mucho sobre eso y tenía que pudiera ocurrirle algo así.


La doctora le dio una sonrisa conciliadora – La mayoría de los embarazos transcurren sin problemas. Trata de no estresante mucho pensando sobre eso, tómatelo con calma. Ten una alimentación variada y balanceada, descansa adecuadamente, haz ejercicio moderado y sobretodo no faltes a tus citas.


Akaashi sujeto su mano – Todo va a estar bien – Susurró. Ese simple gesto fue suficiente para calmar su creciente ansiedad, que fue remplazada por seguridad.


– Te veré dentro de dos semanas, no dudes en llamarme si tienes alguna duda.


Ambos se despidieron de la Doctora, salieron juntos de la clínica y en completo silencio caminaron hasta el auto de Akaashi.


Akaashi abrió la puerta del copiloto y antes de aceptar subirse Tsukishima preguntó – ¿Por qué no me dijiste que vendrías?


– Te habrías negado de haberte lo dicho.


Si, definitiva te se habría negado. Pero su presencia ahí le hizo más fácil sobrellevar todo – Gracias por venir...


– ¿Vamos a comer? – dijo Akaashi indicándole que subiera al auto. Tsukishima aceptó y salieron del estacionamiento rumbo a su lugar habitual.


Después de un rato Akaashi habló– ¿Por qué aún no se lo has dicho a tus padres?


– No me habrían dejado mudarme – y más importante temía a la reacción de su padre, si ya de por si odiaba a Kuroo. Con esa noticia probablemente lo odiaría más y su hermano…Tsukishima agradecía que no se encontrará en la ciudad.


– ¿Y a Kuroo?


Tsukishima se removió incómodo – Hablaré con ellos después del tercer trimestre, ahora en un poco pronto para saber si...


– Va a estar bien – le interrumpió Akaashi – Tsukishima, todo va a estar bien.


No había forma en que Akaashi supiera si estaría bien o no, pero escucharle decir eso le hizo sentir mucho mejor.


Akaashi estaciono el auto en el aparcamiento del restaurante y de pronto su teléfono móvil sonó.


– ¿Trabajo? – Akaashi asintió viendo la pantalla del móvil – Si estás ocupado podemos dejarlo para después. No importa.


– Puede esperar – respondió Akaashi apagando el móvil – Vamos.


Tsukishima lo siguió algo cohibido, no estaba acostumbrado a ser puesto antes que él trabajo, Kuroo lo hacía en muy escasas ocasiones. Siempre olvidaba las fechas importantes debido a su trabajo y aunque siempre trataba de enmendarlo haciendo algo lindo por él, a Tsukishima le habría gustado que estuviera ahí al menos una vez.


Se sentaron en una de las mesas hasta el fondo, tuvieron una charla agradable y un momento tranquilo. Akaashi le brindó su apoyo y dio palabras de aliento y al fin Tsukishima pudo relajarse después de haber pasado tanto tiempo preocupado y sintiéndose solo.


Al final Akaashi se ofreció a llevarlo de vuelta y antes de que Tsukishima cruzara la puerta de su edificio, Akaashi preguntó.


–¿Puedo venir a verte más tarde?


– No creo que sea buena idea...No he terminado de desempacar...y estoy un poco cansado.


– Está bien, entiendo – dijo su rostro se veía ligeramente decepcionado – Te llamaré – Tsukishima lo vio caminar hasta su auto y alejarse.


Cuando estuvo de nuevo en la soledad de su departamento suspiró apoyando la espalda contra la puerta, sabía de los sentimientos de Akaashi y también de sus intenciones. Pero no podía solamente aceptar esos sentimientos, no cuando Kuroo era el único en quien pensaba. No sería justo para él, que solo le había mostrado amabilidad cuando debería odiarlo por lo que le hizo en el pasado.


 


*****


– Tsukishima ¿Podrías disculparme un momento? pregunto Akaashi después de colgar el teléfono.


– ¿Paso algo? – preguntó Tsukishima desviando su atención del desfile del parque de atracciones.


– Tengo que ir a recoger a un conocido – Akaashi suspiró, no parecía muy feliz – ¿Quieres venir conmigo? Ay otro lugar al que quiero llevarte y podríamos ir después de recogerlo.


Tsukishima asintió nervioso, sabía a qué otro lugar iba a llevarlo. Este era su primer aniversario y también sería su primera vez estando juntos en la intimidad. Decir que estaba nervioso sería poco, nunca había estado con nadie y estaba un poco asustado, pero sabía que podía confiar en Akaashi.


Se sorprendió al ver que el lugar en el Akaashi tendría que recoger a su amigo era una jefatura de policía. Ambos salieron del auto y Akaashi le pidió que lo esperara fuera mientras entraba. Minutos después el mismo pelinegro de hace unas horas salió junto con él.


Ninguno de los dos pudo ocultar la sorpresa en sus rostros cuando sus miradas se cruzaron, Kuroo sonrió y decididamente se acercó hasta él.  


– No pensé que nos veríamos tan pronto, debe ser el destino.


– ¿Ustedes ya se conocen? – preguntó confundido Akaashi.


– No – respondió rápidamente Tsukishima. Esa fue la primera vez que le mentía a Akaashi.


– No, lo confundí con otra persona – dijo dándole una sonrisa que solo Tsukishima pudo ver – ¿Nos presentarías? – dijo dirigiéndose a Akaashi.


Akaashi caminó hasta quedar a junto al rubio – Tsukishima él es Kuroo Tetsuro, nuestros padres son amigos. Kuroo este es Tsukishima Kei, mi pareja.


Kuroo sonrió y le extendió una mano – Un gusto Tsukishima.


– Si…– Tsukishima sujeto su mano y no pudo evitar sentir una ola de calor que recorría su cuerpo, en ningún momento despegaron sus ojos del otro. Cuando el pelinegro lo soltó tubo que contenerse para no sacudir la mano, como si así pudiera librarse de esa sensación de hormigueo que su tacto le había provocado.  


 *****


 


El incesante sonido del timbre lo despertó de su siesta. De nuevo había soñado con el pasado, nunca olvidaría ese día. Su primera vez con Akaashi, su primer encuentro con Kuroo y también fue el inicio de una cadena de malas decisiones y malas acciones que lo llevarían a cometer una traición.


– Maldición...– gruñó somnoliento, odiaba ser molestado mientras dormía. Pasaba el día entero de mal humor comando ocurría algo así, por eso Kuroo siempre era cuidadoso con él.


Molesto se levantó del sofá dispuesto a reprender a quien sea que sé que estuviera detrás dela puerta.


– Ya voy! – grito Tsukishima, no entendía quién podría estarlo molestando a esta hora de la tarde. No había dado a nadie aún la dirección de su nuevo hogar y Akaashi dijo que llamaría.


En su molestia Tsukishima abrió la puerta de golpe encontrándose con la persona que menos esperaba ver – Ya escuché, no tienes que seguir...tocando – su molestia fue remplazada por confusión cuando lo vio parado frente a su puerta. – ¿Qué haces aquí?


Con una caja entre las manos, Kuroo lo miraba nervioso. – Encontré algunas cosas tuyas en casa y pensé en traértelas.


Tsukishima lo miró inquisidor – ¿Cómo sabes dónde vivo?


– Investigue un poco – Tsukishima lo miró mal – ¿Puedo pasar?


– No, solo dame la caja – dijo Tsukishima. Tomó la caja entre sus manos y entonces, el ya conocido olor a cigarrillo llegó a él. Usualmente no le molestaba, el fumaba un cigarrillo de vez en cuando, pero ahora ese olor le resultaba tan desagradable que le revolvía el estómago. Le hacía querer vomitar.


Con un empujón devolvió la caja a Kuroo, corrió hacia el cuarto de baño cubriéndose la boca y vomitó.


– Ahí va mi almuerzo – susurró para sí mismo después de jalar la cadena. Se sentía fatal, la habitación parecía la dar vueltas a su alrededor y sus manos estaban cubiertas de sudor.


– Kei ¿Estas bien? – Preguntó Kuroo detrás de la puerta – ¿Estas enfermó? ¿Debería llevarte a un médico?


Tsukishima se levantó del suelo y fue hacia el lavabo – No estoy enfermó. Esto es solo por...estoy bien.


– Estás enfermó – afirmó Kuroo – Si no sales voy a llamar a un médico.


– Por favor, déjame solo – le pidió – Solo necesito descansar.


– No puedo dejarte solo si estás...


– Kuroo, está no es tu casa. ¡Quiero que te vayas ahora!


Hubo silencio detrás de la puerta, Tsukishima tuvo que pegarse a la puerta para escuchar los pasos de Kuroo. Espero unos segundos y cuando al fin estuvo fuera del baño Kuroo, se había quitado la chaqueta y estaba esperándolo sentado en el sofá con los resultados de la prueba de embarazo entre sus manos.


Al notar su presencia el pelinegro se incorporó de inmediato – ¿Estas esperando un bebé? – cuando Tsukishima asintió Kuroo se dejó caer de golpe sobre el sofá y pasó una mano por su cabello. – ¿Por qué no me lo dijiste antes?


– No quise arruinar tus planes – respondió Tsukishima.


Kuroo se levantó repentinamente – ¿Mis planes? Kei, yo no quería que nos separamos.


 Tsukishima resopló. Kuroo decía no haber querido divorciarse, pero aun así lo hizo y fue tan fácil para el sacarlo de su vida. – ¿No quiero discutir esto ahora? Márchate.


– No, tenemos que hablar de esto ahora – Kuroo se acercó a él, pero Tsukishima retrocedió.


– ¿De qué quieres hablar? – preguntó Tsukishima exasperado.


– De lo que haremos a partir de ahora. – Tsukishima alzó una ceja – Yo soy el padre y como tal también quiero ser parte de su vida.


– No te estoy diciendo que no vas a conocerlo. No planeo hacer de esto una película dramática, huir y volver cinco años después solo para que te enteres de que tenemos un hijo – dijo Tsukishima cruzándose de brazos – Podemos establecer un régimen de visitas como muchas parejas divorciadas con hijos hacen.


– No estás entendiendo lo que quiero decir. No quiero ser un padre de medio tiempo, no quiero solo visitas de fines de semana. Quiero estar ahí desde el principio, en todo. Con él y contigo.


Tsukishima suspiró, era claro a donde quería llegar Kuroo con eso – Escucha, Kuroo...


– Casémonos – propuso de inmediato Kuroo. – Admito que fui un idiota, pero puedo arreglarlo. Solo quiero que todo vuelva a ser como antes, te extraño.


– No – respondió Tsukishima con firmeza – Tú tomaste una decisión y decidí respetarla. Ahora te pido que respetes la mía.


– ¿Estás haciendo esto para vengarte mí?


– No jugaría así con la vida de mi hijo – estaba haciendo esto por el bebé. Sabía cómo fue la educación de Kuroo, internados extranjeros, profesores privados durante las vacaciones. Fue educado para complacer a su familia, Tsukishima no quería eso para su hijo. No iba a permitir que lo convirtieran en su títere.


– ¿Ya no me amas?


– Te amo, Kuroo – Y probablemente Tsukishima jamás amaría a nadie como a él. Pero su relación empezó mal, mintieron y engañaron sin consideración alguna a una persona que no se lo merecía. Akaashi. Empezaron mal y estaban destinados a terminar mal.


– Entonces ¿Por qué? – susurró Kuroo.


– Porque a veces el amor no es suficiente. – Necesitaba algo más que eso, algo de lo que Kuroo se olvidó hace ya mucho tiempo. Compromiso.


Se miraron en silencio. Los ojos de Kuroo profundos y cálidos no se despegaron ni un solo segundo de los suyos. En ese momento Tsukishima se preguntó si algún día su corazón dejaría de acelerarse con tan solo una mirada suya.


Supo que no sería así cundo comenzó a acercarse lentamente hacia él y no pudo moverse de su sitio.


El timbre de la puerta volvió a sacándolo del trance en el que se había sumido – ¿Esperabas a alguien?


– No...– respondió Tsukishima mirando hacia la puerta.


Kuroo entrecerró los ojos y se apresuró a abrir la puerta. Un chico estaba al otro lado de la puerta cargando un vistoso y alegre ramo de flores, hecho con girasoles, lirios azules y margaritas blancas. No era ostentoso, pero tampoco era pequeño.


– ¿Tsukishima Kei? – dijo el mensajero.


– Si – respondió Tsukishima acercándose a la puerta, Kuroo se hizo a un lado y el mensajero le entrego el ramo de flores.


No era un fanático de las flores y siempre creyó que no iban con su personalidad. Pero no sabía que tenían los girasoles que lo abstraían de la realidad por un momento. Solo había dos personas en el mundo que conocían su gusto por esas flores, la primera era la persona que tenía al frente y que ahora mismo no hacía nada por ocultar su molestia y la otra era Akaashi.


– ¿No vas a leer la tarjeta? – preguntó con molestia Kuroo.


Tsukishima ni siquiera había visto la tarjeta, se había perdido contemplando el ramo. Bajo mirada expectante de Kuroo, tomo la tarjeta con el logo de la florería de un lado y una pequeña nota por detrás que decía:


"Espero que estas flores puedan sacarte una sonrisa"


Akaashi K.


Tsukishima sonrió, las flores cumplieron su cometido, por un segundo, recordó la primera vez que había recibido flores de su parte y deseó volver el tiempo atrás. A esa época llena de paz y tranquilidad, donde Kuroo no estaba ahí para hacer estragos en su vida y sus sentimientos.


El pelinegro tomó la tarjeta de su mano y con el ceño fruncido leyó el destinatario – Ya te envía flores – dijo con desdén – Devuélveselas. No, mejor dámelas. Voy a devolvérselas personalmente.


– ¿Te volviste loco? No vas a hacer eso – exclamó Tsukishima alejándose de su alcance.


– No puede enviarte flores estás esperando un hijo mío ¿Si quiera lo sabe? – Kuroo apretó la tarjeta en una mano y la tiro al suelo.


– Las flores son para mí, no para el bebé – respondió Tsukishima – Y sí, sabe lo sabe.


– Ese descarado...¿Todavía siguen viéndose? – Era gracioso que Kuroo usará la palabra descaro para referirse a Akaashi, cuando él había hecho exactamente lo mismo en el pasado.


– Si lo veo o no, no es asunto tuyo.


– Por supuesto que lo es, tú eres mí...– Kuroo calló, parecía que no se había dado cuenta hasta ahora de que ya no estaban casados. – No quiero que veas a nadie más. Quiero que volvamos a estar juntos. Cometí un tremendo error, pero si me lo permites pasaré el resto de nuestras vidas enmendándolo. Te amo. – susurró.


Esa última frase, dos simples palabras que causaban una infinidad de sentimientos en su pecho. No había pasado ni una semana desde su separación, pero ya extrañaba ese sentimiento, el sentirse especial por solo ver su reflejo en sus ojos, despertar cada mañana a su lado, esa cansada pero sincera sonrisa que le dedicaba al volver a casa después de un largo día de trabajo, el tiempo que pasaban solo los dos. No había olvidado nada de eso, pero tampoco había olvidado porque se separaron.


– Kuroo, no. Ya no puedo.


– ¿Por qué? Si nos amamos.


– Me fallaste Kuroo. Ese día, cuando recibí los papeles del divorcio me di cuenta de que lo que era realmente importante para ti no era yo.


– Tú eres importante para mí, pero en ese momento no tenía elección.


– No quiero escuchar excusas – dijo Tsukishima cansado – Hiciste lo que hiciste, porque creías que era lo mejor para tu familia. Ya eres un adulto, pudiste haberte negado, pero no lo hiciste. Fue tu decisión.


– Dame una oportunidad, juro que no volverá a pasar – Kuroo le miró suplicante.


– No sé si quiero estar con alguien que antepone los deseos de otros por sobre los suyos.


Kuroo se acercó a él y lo tomo delicadamente por los hombros – Por favor, deja que vuelva a ganarme tu confianza – deslizó su una mano hasta la del rubio y dio un suave apretón.


Tsukishima negó con la cabeza. Estaba seguro de que si no fuera por su embarazo Kuroo no estaría pidiéndole volver. Probablemente ahora estaría en un elegante restaurante con una posible candidata a madre de su tan ansiado heredero – No, Kuroo. No merece la pena dijo apartándose, su tacto y su mirada lo estaban haciendo flaquear. Vete.


– No voy a rendirme Kei, tu más que nadie sabes que no lo hare. –dijo tomando su rostro entre sus manos Te amo. dijo depositando un beso en su frente.


Tsukishima no respondió, otra vez su mente era un caos. Una parte de él quería creer en sus palabras, quería creer que cambiaria y que podrían volver a estar juntos. Pero su parte más racional y sensata, aquella que había estado ignorando desde que lo conoció, le decía que eso no iba a suceder.


Justo después de que la puerta se cerrara detrás de Kuroo el teléfono móvil de Tsukishima sonó, era Akaashi, le había llamado tal y como había prometido hacer. Siempre sincero, nunca faltaba a su palabra, siempre estaba ahí para él. Le habría gustado haberse enamorado de él, pero parecía que al destino, si es que realmente existía algo como eso, le gustaba complicarle la vida.


Observo el ramo de flores entre sus manos y luego la caja que contenía algunos recuerdos de su antigua vida con Kuroo y por primera vez en su vida se sintió confundido. Parecía como si estuviera dividido entre lo que quería y lo que necesitaba. 

Notas finales:

>3< GRACIAS POR LEER!! >3<


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