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RUPTURA por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< ACTUALIZACIÓN >3<

Capítulo 4


Tsukishima negó con la cabeza en repetidas ocasiones, se encontraba justo frente al gran portón de su universidad. Un gran tumulto de personas, en su mayoría mujeres, se había reunido en torno al vistoso Ferrari deportivo rojo estacionado justo al frente. El dueño del auto sonreía de oreja a oreja mientras disfrutaba de toda la atención.


– Tsukki, vine a recogerte – exclamó Kuroo. – Es viernes, tengamos una cita – De pronto todas las miradas de posaron sobre Tsukishima.


Incómodo Tsukishima se aproximó rápidamente hacia el pelinegro– Creí haberte dicho que no volvieras a venir ¿Te das cuenta de que estoy saliendo con Akaashi?


– Lo sé, pero podemos tener una cita de amigos – Tsukishima lo miro exasperado. Cualquiera con ojos podía ver que Kuroo no buscaba ser su amigo.


Lo buscaba cuando sabía que Akaashi no estaba cerca, intentaba invitarlo a salir, Tsukishima no sabía cómo había conseguido su e-mail, pero desde que lo hizo no había noche en que no le enviará su fin de tontos mensajes de texto.


– No – respondió tajante – Ahora si me disculpas tengo que ir a trabajar.


Kuroo lo tomo de la muñeca impidiéndole marcharse – Te llevo – ofreció de inmediato – Vas retrasado ¿Verdad? Será más rápido si te llevo… Por favor – Kuroo casi lo tenía, esa carita de gatito perdido era un arma poderosa. Tsukishima trato con todas sus fuerzas de resistir, pero fue imposible, el pelinegro no soltaba su mano y no dejaba de mirarlo a los ojos.


– E-está bien, pero no te estaciones cerca de la tienda ¿Bien?


– Sube – dijo Kuroo abriendo la puerta del auto.


Kuroo cumplió su promesa y lo dejo unos metros antes del local donde trabajaba, con lo que Tsukishima no contaba era que el pelinegro volvería diez minutos después. Molesto por tan inesperada acción Tsukishima fue a reprenderlo.


– ¿Qué crees que estás haciendo? Vete, estás molestando a los demás clientes.


– eh! ¿Por qué? Hay algo malo en mí.


Todo estaba mal en Kuroo, el auto deportivo estacionado afuera, sus ropas finas, ese Rolex en su muñeca. No encajaba en esa modesta cafetería, con su clientela modesta.


– Si no vas a comprar nada será mejor que te vayas – Tsukishima podía jurar que Kuroo jamás había estado en un lugar como ese.


– Pero quiero verte trabajar – dijo mirándolo a los ojos con una expresión suplicante que le pareció adorable – Sírveme una rebanada de tu tarta favorita y una taza de café, pero no me eches.


Tsukishima suspiró, lo conocía desde hace seis meses y ya sabía perfectamente como era Kuroo, no se iría aunque se lo pidiera. Le daría tarta, mucha de ella, la suficiente te como para desear jamás querer ver una en su vida.


 


*****


Tsukishima cerró los ojos con disgusto al vislumbrar la luz del sol, no sabía en qué momento había vuelto a dormirse, paro ya era muy tarde. Con parsimonia se levantó de la cama y frotó su estómago, había desayunado hace un par de horas y ya tenía hambre.


Quizá se deba al sueño que acababa de tener, pero tenía un enorme deseo de comer tarta. Podía saborear ese dulzor en su boca, lo jugoso de las fresas. Y entonces recordó la sonrisa de Kuroo cuando, en su descanso, accedió a comer con él. Fue un charla divertida y llena de chistes malos extrañamente graciosos.  Ese día Kuroo no se marchó de la cafetería, comió cada rebanada de tarta que llegaba a su mesa hasta sufrir una terrible indigestión. Incapaz de conducir y usando la culpa como su arma, el pelinegro logró que Tsukishima cuidara de él lo que restaba de la tarde y gran parte de la noche.


Tuvo una pequeña discusión con Akaashi debido a eso.


El timbre de la puerta sonó, debía ser Kuroo. El pelinegro había insistido mucho en acompañarlo a su próxima cita médica e ir a recogerlo a su casa.


Nervioso peinó con los dedos su cabello, limpió polvo imaginario de su ropa y fue a atender la puerta.


Déjame adivinar – la persona al otro lado de la puerta no era Kuroo – Esta demasiado ocupado con su trabajo como para venir.


Vestido con un pulcro traje negro, Yamamoto, su antiguo chófer lo miraba nervioso – No... él dijo que estaría ahí, solo necesitaba terminar de...


– Olvídalo – Tsukishima cerró la puerta detrás de él con más fuerza de la necesaria – Vámonos, se hace tarde. – sin hacer más comentarios, Tsukishima bajó las escaleras hacia un auto negro estacionado frente al edificio. El chófer tubo que trotar un poco para poder alcanzarlo y abrirle la puerta del auto.


Tsukishima no estaba molesto porque no estuviera, solo un poco decepcionado. A pesar de que ya había pasado por situaciones similares después de casarse con él, esta vez realmente deseaba que Kuroo dejara de lado su trabajo.


El auto emprendió camino hacia el hospital, observó a través del cristal de la ventana mientras trataba de alejar pensamientos innecesarios sobre Kuroo de su mente. Treinta minutos después alguien que no era el chófer estaba abriendo la puerta para que saliera del vehículo.


– Creí que no vendrías.


– Te prometí que lo haría – dijo tendiéndole la mano para ayudarlo a salir. – Lamento haber enviado al chófer, tenía algo que arreglar y no estaba seguro de llegar a tiempo ¿Estas molesto?


– No, ya estoy acostumbrado. – Y a pesar de que era así, aún esperaba que fuera diferente. Realmente era un tonto.


– Yo te dije que cambiaría, solo dame otra oportunidad.


Uno silencio y se miraron directamente a los ojos, Tsukishima buscaba sinceridad en sus palabras, pero solo se encontró temblando ante su intensa mirada. Se preguntó entonces si Kuroo dejaría de afectarle algún día.


– Andando, ya es bastante tarde – nervioso, Tsukishima solo quería escapar de esa mirada.


La doctora no pudo ocultar su sorpresa cuando vio a Kuroo entrar al consultorio, pero no hizo ningún comentario al respecto. Ambos tomaron asiento frente a ella y Tsukishima le extendió los resultads de sus últimos análisis.


– Parece que todo está en orden aquí – dijo ella mirando la hoja – Ya pasaste por la Toxoplasmosis, eso es bueno. No tendrás que hacer más pruebas de control para eso, todo está bien.


Tsukishima suspiró aliviado, podía tachar eso de su larga lista de temores.


– Vamos hacerte una ecografía ahora...vamos a asegurarnos de que ese embrión este donde debe estar y si tenemos suerte podremos escuchar sus latidos.


La doctora le hizo pasar a la habitación contigua, una enfermera tomó su peso, presión arterial y le pidió desvestirse de la cintura para abajo. Comando al fin se encontraba sentado sobre la camilla Kuroo entro junto con la ginecóloga y se posicionó a su lado.


Tsukishima sabía que estaba embarazado, las pruebas y los síntomas se lo habían confirmado, pero fue en ese momento cuando realmente tomó conciencia de que una vida crecía en su interior. El corazón del bebé latía fuerte y rápido, el sonido inundo toda la habitación parecía algo tan irreal y a la vez maravilloso.


– Es normal que lata tan rápido – preguntaron al mismo tiempo Kuroo y Tsukishima.


La doctora sonrió y dijo – los latidos del corazón del bebé siempre asombra a los padres primerizos. Está todo bien, el embrión está bien implantado y su corazón late con normalidad.


Volvió a suspira aliviado, mientras mentalmente iba tachando otros puntos de su lista de temores. La doctora seguía hablando, señalaba el saco vitelino, al embrión y congelaba la imagen por momentos para tomar medidas. Pero Tsukishima no estaba escuchando, estaba totalmente hipnotizado observando ese pequeño círculo en la pantalla, en un momento dado volteó a mirar a Kuroo y noto lo emocionado que estaba, sus ojos brillaban como si estuviera a punto de llorar.


– Es nuestro hijo – le susurró tomado su mano, Tsukishima le devolvió el apretón y todo su mundo se redujo a ellos dos y a ese tan especial momento.


Con el corazón desbocado, Tsukishima quería reír y llorar al mismo tiempo, tantas emociones, tantos sentimientos en su pecho. La mano de Kuroo sobre la suya, la forma en que le sonreía, igual que la primera vez que se tocaron. Como si el tiempo no hubiera pasado, como si fuera la primera vez.


– Kuroo...


El sonido del móvil del mayor rompió el hechizo del momento, Kuroo se excusó y salió de la habitación, y la mano de Tsukishima, fría, sintió su ausencia.


Kuroo no volvió a aparecer lo que restaba de la consulta y cuando salió del consultorio Tsukishima caminando de un lado al otro del pasillo hablando por el móvil. Cuando él se percató de su presencia hizo un gesto de disculpa, que solo aumento su molestia y decepción.


– Ten – dijo estampando contra su pecho un sobre del hospital – Pedí que hicieran una copia para ti, pensé que lo querrías – no espero respuesta suya, ni tampoco la quería. Subió al elevador y Kuroo casi tubo que correr antes de que las puertas se cerrarán frente a él.


– Lo siento mucho, Kei. Te juro que no habría respondido si no fuera algo realmente importante.


– No importa, se lo importante que esa empresa es para ti. Me dejaste por ella después de todo – murmuró sin dirigirle la mirada.


– Nuestro hijo va a heredar...


– ¿Hijo? – exclamó sorprendió – No des por hecho que es un niño ¿La querrías igual si fuera una niña?


– ¡Por supuesto que sí! Lo querría sin importar lo que fuera. – Kuroo lo tomó por los hombros obligándole a mirarlo a los ojos – Es nuestro hijo, nos necesita a los dos. Juntos.


Tsukishima intento apartarse sin éxito – Ya hablamos de esto antes.


– Cásate conmigo. No quiero perderme esto...el embarazo. Quiero ver cómo cambia tu cuerpo, verlo crecer, dar sus primeros pasos, escuchar sus primeras palabras.


– Podemos hacer eso sin estar casados. – insistió Tsukishima.


– ¿En verdad quieres que nuestro hijo pase toda su infancia yendo de una casa a otra? Nuestro hijo necesita una familia estable y un hogar con sus padres para cuidarlo cuando esté enfermo, para arroparlo durante las noches, para cuidarlo cuando tenga un mal sueño.


Tsukishima respiro hondo. – Ambos sabemos que no vas a estar ahí, trabajas demasiado. De todos los años que estuvimos casados solo una vez recordaste nuestro aniversario. Pero siempre recordaste asistir a tus reuniones, llamar a tus socios, las fiestas elegantes para beneficencia, nunca olvidaste el cumpleaños de tu madre o el aniversario de tus padres...La lista sigue, Kuroo ¿Quieres que continúe? Porque puedo hacerlo.


Había estado callándose eso por tanto tiempo y ahora ya no podía guardarlo más. Quería creer en las palabras de Kuroo, su corazón quería estar otra vez con él, pero en el fondo sabía la verdad.


No sabía en qué momento todo cambio ¿Dónde había quedado la persona que se reveló contra su familia solo para estar con él? ¿Dónde estaba la persona que lo había arrastrado hasta Las Vegas para casarse en secreto? Muchas cosas habían cambiado, pero lo único que seguía igual eran sus ojos, todavía tenía esa mirada. La forma en la que Kuroo lo miraba, como si fuera lo más precioso para él no había cambiado.


– Sé que mi trabajo consume mucho de mi tiempo y entiendo que estés molesto, pero puedo cambiar eso – Kuroo acunó su rostro con una mano – Kei, no me quites la oportunidad de disfrutar de esta experiencia a tu lado. Volvamos a intentarlo por nuestro hijo.


Tsukishima se mordió los labios, inseguro. Sabía que su hijo merecía ser parte de una verdadera familia, Kuroo tenía razón; había cosas que no podrían darle como padres separados. Aun así, no podía evitar sentirse inseguro.


– Déjame pensarlo – dijo Tsukishima.


– ¿Cuánto tiempo?


– Un mes, hasta la próxima cita médica.


– Un mes es mucho tiempo...


– Todavía no ha hablado con mis padres sobre esto, tenía pensado hacerlo después del tercer trimestre – Tsukishima dejo escapar un suspiro – tal vez deberíamos hacerlo…juntos.


– De acuerdo...si, hagamos eso...


Kuroo pareció satisfecho con el acuerdo, le dio una enorme y dulce sonrisa, y lo halo suavemente hacia él. Sin moverse Tsukishima vio cómo se acercaba lentamente hacia y unía sus labios en un beso largo y lento que su desboco su corazón, le aceleró la respiración e hizo que le temblaran las rodillas. Pero a pesar de todo lo que ese beso le provocó, sentía que algo faltaba ¿Que era? No lo había sentido antes.


El mayor lo abrazo Apretándolo contra su pecho, Tsukishima paso las manos alrededor de su cuello, tratando de descubrir que era ese otro sentimiento que acababa de surgir. Entonces se escuchó un carraspeó, las puertas del elevador estaban abiertas y Akaashi estaba parado frente a ellos.


La tensión era casi palpable entre ellos, Kuroo apretó su agarre alrededor de su cintura y sonrió.


– Hemos decidido volver a casarnos ¿No estás feliz por nosotros? – dijo Kuroo.


Los ojos de Akaashi se posaron sobre el rubio. – ¿Eso es cierto? – Tsukishima negó con la cabeza incapaz de articular palabra.


– Por supuesto que lo es – aclaro Kuroo tomando a Tsukishima de la mano para salir – Esperamos que asistas a la boda.


– Entiendo – dijo Akaashi ingresando al elevador – Estaré feliz de asistir – había tristeza en la sonrisa que se dibujó en su rostro y en mirada que le dedicó antes de que las puertas se cerrarán.


– No...– susurró Tsukishima. Quería explicarle lo que estaba ocurriendo, no quería volver a ver esa expresión en su rostro. Pero la mano de Kuroo se lo impidió – ¿Por qué le tuviste que decirle eso? – dijo apartándose de un tirón.


– Es mejor que cortes con eso antes de que siga haciéndose falsas expectativas.


– Somos solo amigos.


– ¿Amigos? – Exclamó molesto – Él está enamorado de ti, no pueden ser solo amigos. Es imposible ¿O es que tú esperabas otra cosa? – dijo mirándole con los ojos entrecerrados.


– ¡Por supuesto que no!


– Entonces ¿Qué tiene de malo que se lo diga? Ambos sabemos que tarde o temprano vamos a volver a estar juntos.


– No des por hecho algo que aún no ha sucedido, odio cuando haces eso.


Sus voces poco a poco iban aumentando de volumen, consciente de que todas las miradas estaba sobre ellos, Tsukishima salió de la recepción hacia el estacionamiento.


– Kei – le llamó Kuroo a sus espaldas – Lamento haberlo hecho ¿De acuerdo? Estaba celoso – Tsukishima detuvo su andar – Siempre me molestó que confiaras más en el que en mí. También me habría gustado que me pidieras consejo a mí.


– ¿Como? Trabajas todo el tiempo. –dijo dándose vuelta– Llegue a pensar que tenía que hacer una cita con tu secretaria para poder hablar contigo.


Kuroo lo miró sorprendido, era como si no se hubiese dado cuenta de eso hasta ahora – ¿Podemos cenar juntos esta noche? Quiero que hablemos de todo no importa que.


– No – respondió Tsukishima.


– ¿Por qué no?


– Estoy cansado y necesito un poco de tiempo a solas.


– ¿Puedo llamarte al menos? Para saber cómo va todo...– Tsukishima asintió, Kuroo trato de tocarlo pero se apartó.  


– Hasta pronto, Kuroo – Tsukishima subió al auto y pidió al chofer avanzar. Observó por el espejo retrovisor como la figura de Kuroo se hacía cada vez más pequeña y cuando al fin desapareció de su vista, sintió un agudo dolor en el bajo vientre que lo hizo doblarse unos instantes para luego desaparecer tan pronto como había surgido. 

Notas finales:

>3< GRACIAS POR LEER >3<


 


Lamento que sea tan corto, pero me ocurrió un pequeño accidente y ahora el movimiento de mi mano derecha es muy limitado, lo que hace muy difícil para mí escribir con comodidad. 


Para los que leen choices, lamento decirles que esta semana no habrá actualización. :'(


Gracias por su atención 


 


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