Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

RUPTURA por Nova22

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

>3< Actualización >3<

Capítulo 5


Tsukishima se detuvo en seco al encontrarse con la figura de Akaashi parado frente a su puerta, ya era tarde, probablemente acababa de salir del trabajo. Se veía un poco cansado. Hacía casi dos semanas que no sabía nada de él, había estado tentado a llamarle, pero no sabía que decirle.


– Traje tarta – dijo alzando una colorida caja de cartón – Es de tu tienda favorita.


Tsukishima sonrió y sin poder evitarlo se acercó a Akaashi y lo abrazo. – Él bebe está bien – susurró. Akaashi le devolvió el abrazo. Quería compartir la noticia con él quien era el único con el que había hablado acerca de sus temores.


– Lo sé, hable con la doctora ¿Estas más tranquilo ahora? – El rubio asintió. Por eso Akaashi estaba ahí ese día, le habría gustado hablar con él en ese momento. Pero las circunstancias no eran las mejores.


Ambos entraron a la casa, Tsukishima observó a Akaashi entrar a la cocina y servir la tarta. Quería decirle algo, quería disculparse, pero no sabía cómo.  


– Lo siento…por lo que Kuroo dijo el otro día. Fue muy grosero y…


Akaashi caminó hacia él y te extendió una rebanada de tarta. – No…yo entiendo. Es natural que quieran volver a intentarlo, van a ser padres después de todo. No fue la noticia lo que me afecto, fue verlos besarse…creo que estaba un poco celoso.


– Eso fue…él fue quien… – no estaban saliendo, no tenía por qué hacerlo, pero Tsukishima buscaba darle desesperadamente una explicación. – Akaashi, no estoy seguro de si quiero volver con él, le dije que iba a pensarlo. 


– Entiendo – dijo sentándose en el sofá al lado suyo – Es normal que quieras darle una familia a tu hijo. Kuroo es el padre…


– Entonces ¿Crees que debería hacerlo? ¿Quieres que vuelva con él?


– Creo que mi opinión aquí no es importante, lo que importa es lo que tú quieres. No dejes que nadie más tenga influencia en tu decisión. – Akaashi sonrió – Tú sabrás tomar la mejor decisión.


Hablar con Akaashi era tan sencillo, hacia parecer todo menos difícil y aunque a veces no tuviera la repuesta de todo, le daba tranquilidad. Podía contarle lo que sea, incluso podía hablar de Kuroo y él lo escucharía sin molestarse.


– En estos últimos días he sentido como si estuviera cayendo lentamente a un abismo sin fondo. – dijo colocando su trozo de tarta sobre la mesa y abrazando contra su pecho uno de los cojines del sofá. Tsukishima estaba feliz por el hecho de ser padre, pero también estaba asustado y confundido.


– Es normal que estés asustado es tu primer hijo y…


– Tengo nauseas todas las mañanas, ya no puedo comer lo que antes me gustaba. Quiero comer este trozo de tarta, pero mi estómago parece rechazarlo. Creo que estoy subiendo de peso. Ya no puedo tomar café, el dentífrico me causa nauseas…– ya no sabía lo que estaba diciendo, estuvo sintiéndose extraño estos últimos días. Quería dejar salir todo lo que le había estado molestando y solo siguió hablando y hablando. Hasta que, sin previo aviso, Akaashi lo beso. Lento, profundo y húmedo.


Lentamente la lengua de Akaashi rozó sus labios cerrados y la empujó para que los abriera para él aumentando la intensidad. El beso se hacía cada vez más exigente, sus lenguas se encontraban y chocaban en el interior de sus bocas unidas. Se escuchó un gemido, pero Tsukishima fue incapaz de determinar si era suyo o del pelinegro.


No se separaron hasta que estuvieron sin aliento y entonces Akaashi dijo. – Lo siento, pero lo que estabas diciendo comenzaba a dejar de tener sentido y no me estabas escuchando.


Tsukishima estaba impresionado, ese beso fue diferente a los que habían compartido antes. Fue emocionante, como la primera vez que vio los fuegos artificiales. – Vuelve a besarme – propuso de inmediato, quería comprobar que lo que acababa de experimentar no fue su imaginación.


– No creo que sea prudente que lo haga – dijo Akaashi acariciando sus labios con el dedo pulgar – Si dejas que vuelva a besarte, no voy a detenerme aunque me lo pidas.


Hacía muchos años que no veía esa expresión en su rostro, esa leve sonrisa era como si estuviera retándolo, como si estuviera diciéndole "No te atreverías a hacerlo por ti mismo". Quiso reír, porque a pesar de haber pasado todo ese tiempo separados, seguían comunicándose sin palabras.


A pesar de haber pasado tanto tiempo, a pesar de haberlo lastimado, el seguía ahí. Tsukishima sabía que no merecía su cariño, lo traicionó de la peor forma posible, fue egoísta y seguía siendo egoísta por desear que se quedara a pesar de todo.


– ¿Quieres quedarte a cenar?


– ¿Puedo? – Tsukishima asintió – Hace mucho tiempo que no pruebo tu cocina.


Tsukishima se levantó del sofá y camino hacia la cocina – No te sorprendas si el sabor no es el mismo de antes, hace muchos años que no cocino – Kuroo insistió en que ese trabajo debía realizarlo la empleada de servicio, ni siquiera podía preparar café o té. No entendía como al pelinegro le gustaba lo que ella preparaba, a él le sabía cómo a medicina.


Renunció a muchas cosas después de casarse con Kuroo y él no renunció a nada. A veces parecía que el pelinegro trataba de enmendar el hecho de que se casó con él, y no con la persona que su familia había dispuesto, trabajando y cumpliendo cada orden de su familia.


– Tsukishima ¿Vas a tener una fiesta? – habló Akaashi, mientras observaba el contenido de las bolsas de su más reciente compra, que en su mayoría se componía de comida chatarra.


– No, sabes que no me gustan las fiestas.


– ¿Te estás comiendo todo esto tu solo? Creí que odiabas la comida chatarra – preguntó sorprendido.


Tsukishima lo miró nervioso – No me gustan, pero me quitan las náuseas.


– No me extraña que estés subiendo de peso, esto no es bueno para tu salud ¿Cuantas te comes al día?


– Una – dijo. Akaashi lo miró incrédulo – Solo una – repitió. Akaashi no cambiaba su semblante – Está bien, tres…o tal vez cuatro – confesó.


– No puedes comete todo esto – Tsukishima frunció los labios, sabía que diría eso – Voy a llevármelos.


– No puedes hacer eso, los compré. Son míos. – Akaashi le miró serio y tomó su móvil – ¿Que estás haciendo? – preguntó confundido.


– Llamo a tu madre – respondió de forma natural.


El rubio resopló burlón – ¿Vas a acusarme con mi madre? Eso no va a funcionar conmigo, ya no soy un adolescente. Tengo treinta...


"Hola"


Palideció al escuchar la voz de su madre a través del movil, no es que le hubiera miedo. Pero no quería escuchar un sermón sobre la alimentación y por qué las frituras eran malas para la salud.


– Está bien ¿Puedes dejarme una al menos? – Akaashi asintió y se dirigió a la sala a charlar con su madre. Se encogió de hombros después de que el mayor saliera de su vista, no le había quitado todo; tenía un par de bolsas de papas saladas escondidas en la alacena.


– También voy a llevarme las que estas escondiendo – gritó Akaashi desde la sala. Tsukishima chasqueó la lengua, en momentos como ese odiaba que el pelinegro lo conociera tan bien.


Unos minutos después Akaashi volvió a la cocina y prepararon la cena juntos, fue un proceso agradable que se alargó gracias a la charla y al ambiente agradable que se habría creado entre los dos. Sentarse a cenar juntos fue igual de agradable, charlaron de cosas de trabajo y también de cosas personales. Era extraño, pero Tsukishima tenía la ligera sospecha de que estaba olvidando algo importante, pero decidió ignorar esa sensación. Quizá era solo su imaginación.


– Estaba muy bueno, gracias por la comida – dijo levantándose – Voy a lavar los platos –  tomó su plato y el de Tsukishima de la mesa y camino hacia el fregadero.


– Deja te ayude – Tsukishima se levantó de inmediato y siguió a Akaashi.


– No, estás muy cansado ¿Verdad? A penas puedes mantener los ojos abiertos – Tsukishima se sonrojo levemente, Akaashi tenía razón tenía tanto sueño que creía que si cerraba los ojos justo ahora terminaría durmiéndose. – ¿Por qué no descansas un momento en el sofá? Me marcharé después de terminar esto.


– Puedes quedarte un poco más...si quieres.


– Por supuesto – respondió Akaashi. Parecía feliz.


Un poco más animado Tsukishima se dirigió a la sala y se dejó caer en el sofá, tomo el mando y encendió el televisor. Sobre la mesa notó que su móvil brillaba y entonces recordó aquello que había estado pasando por alto desde que Akaashi estaba ahí. Kuroo había estado llamándole todas las noches desde su visita al médico y por lo visto, esa noche tampoco había sido la excepción.


Le devolvería la llamada después de que Akaashi se marchara, no quería evitar a toda costa que las cosas se tornarán extrañas entre ellos. Decidió dejar el móvil en su sitio y centró su atención en el televisor. Sentía los párpados pesados, desde hacía días tenía ataques de sueño horrorosos y estaba seguro de que si no fuera por el despertador dormiría las veinticuatro horas seguidas. Días atrás, cuando fue de visita a casa de sus padres termino durmiéndose en el sofá justo antes de la cena trato de excusarse diciendo que tenía muchas cosas que hacer, pero estaba claro que su madre no le creyó y sospechaba de su estado.


Tsukishima cerró los ojos "solo un momento" pensó, solo descansaría los ojos un momento.


 


– Tu teléfono está vibrando – hablo Akaashi cruzando el umbral de la puerta – ¿Tsukishima?


Akaashi dibujo una sonrisa en su rostro, Tsukishima estaba dormido con la cabeza apoyada en el respaldar del sillón y un cojín entre sus brazos. Cómo si los años no hubieran pasado sobre él, su rostro seguía siendo el mismo, calmado, sereno y atractivo. Lo único que parecía haber cambiado eran sus ojos, que ahora se mostraban más deslucidos que antes.


Akaashi deseaba desesperadamente devolver el brillo que se perdió en ellos.


El móvil seguía vibrando, durante unos segundos el nombre de Kuroo ocupo la pantalla hasta que se apagó. Segundos después volvió a encenderse mostrando el mismo nombre, por un momento la idea de responder cruzó por su mente. Pero desistió de hacerlo y en su lugar se dirigió a la habitación de Tsukishima. Sorprendido y algo divertido por el ligero aroma a fresas que inundaba el cuarto tomó una almohada y una cobija y volvió a la sala de estar para cubrir al rubio con ella.


Dio un vistazo al móvil, que no habían parado de vibrar y agitó la cabeza alejando nuevamente el impulso de responder. Le habría gustado quedarse un poco más y contemplarlo, pero estaba seguro de que Kuroo llegaría en cualquier momento.


Sospechas fueron confirmadas cuando abrió la puerta y lo vio parado frente a él.


– Akaashi – no solo las palabras de Kuroo denotaban molestia, también la expresión de su rostro.


– Buenas noches, Kuroo. – respondió sin moverse del portal de la puerta – Tsukishima está descansando ahora. No creo que debas despertarlo, él siempre...


– Se muy bien cuánto le molestaba ser despertado, no hables como si lo conocieras mejor que yo.


No iba a negar que la presencia de Kuroo también le molestaba, pero quería evitar a cualquier costo cualquier tipo de conflicto que pudiera alterar a Tsukishima.


– Bien – dijo Akaashi cerrando la puerta detrás de él y salió al pasillo.


– ¿A qué estás jugando? ¿Eres tu quien ha estado metiéndole ideas en la cabeza? Ya déjalo tranquilo – dijo Kuroo con tono severo – Él no te ama. No ganaste en el pasado y tampoco vas a ganar está vez.


Akaashi se volvió hacia Kuroo – ¿Ganar? Kuroo esto no es una competencia – replicó – Eres un adulto, deja de pensar como un niño mal criado.


Pudo percibir claramente la hostilidad y las ganas de Kuroo de lanzarse contra él, no sabía qué haría o diría. – No me hables como si fueras mejor que yo, sé muy bien lo especial que es él – Kuroo le sostuvo la mirada y paso a su lado golpeando su hombro contra el suyo.


“Entonces ¿Por qué lo lastimas?” quería preguntarle eso, pero sabía que no era el momento ni el lugar para una discusión. Tenía claro que Kuroo era la persona que Tsukishima amaba y no podía competir con eso. Pero quería permanecer cerca de él, que volviera ese agrio, pero extrañamente cautivador humor suyo. Y más importante no quería volver a verlo llorar...


 


*****


Dentro de una habitación aún inundada con el olor y el calor del sexo, la luz de la luna bañaba los dos cuerpos que yacían desnudos entre las sábanas de la amplia cama.


– Tsukki ¿Por qué estás llorando? – preguntó Kuroo claramente preocupado – ¿Fui muy brusco contigo? ¿Te lastime? –  Kuroo limpio sus lágrimas y trazo un camino de besos de su hombro hasta su cuello. – Lo siento, la próxima vez yo...


– No va a haber próxima vez – dijo Tsukishima levantándose hasta quedar sentado en el borde de la cama. Necesitaba encontrar su ropa, salir de ahí lo más pronto posible y olvidar lo que acababa de ocurrir. – Esto fue un error, no debió pasar. Por favor olvídalo.


Inmediatamente Kuroo se posicionó detrás de él y le tomó por los hombros – No me pidas que lo olvidé, he esperado por esto tanto tiempo – dijo apoyando la frente contra su hombro – Estoy seguro de que tú también querías esto. Esta noche comprobé que...


– No – exclamó Tsukishima – Esto fue un error que no puede volver a repetirse.


– ¿Por qué?


– ¡¿Por qué?¡ – preguntó incrédulo – ¿Es que acaso no lo entiendes? No puedo hacerle esto a Akaashi...él no merece algo así – dijo cubriendo su rostro con ambas manos, se sentía como la peor basura en el mundo.


Había cometido un acto imperdonable, traicionó a Akaashi, y lo peor de todo, lo que le hacía sentir aún más culpable; era que no se sentía del todo arrepentido.


 No sabía en qué estaba pensando cuando aceptó la invitación de Kuroo para pasar toda la tarde con él. No debió haber subido a su departamento, no debió haber permitido que lo besara, no debió haber correspondido a sus caricias. No debía sentir lo que estaba sintiendo por él...


– Estoy enamorado de ti y sé que también sientes lo mismo – dijo en voz baja – ¿Qué hay de malo con que dos personas que se aman quieran estar juntas?


– Quiero estar con él, esto fue un error...no debió pasar y no va a volver a repetirse – Tsukishima se levantó abruptamente y recogió del suelo cada prenda suya.


– Maldita sea – gruñó Kuroo – No planee que esto sucediera, ningún de nosotros lo hizo ¿No? ¿Quién puede garantizarnos que esto no va a volver a repetirse?


– Tu puedes hacerlo – dijo Tsukishima – Tienes que prometerme que no vas a buscarme más, no vuelvas a llamarme. Olvida que esto pasó.


No estaba enamorado de Kuroo, solo estaba confundido. Él de pronto llegó y puso de cabeza su mundo, le hizo experimentar cosas que nunca había experimentado con nadie. No podía estar enamorado de Kuroo, Tsukishima quería a Akaashi. Estaba seguro de que lo quería, de no ser así jamás habría aceptado su propuesta de matrimonio.


Decidido Kuroo caminó hacia y él y lo tomó entre sus brazos – No voy a olvidarlo, así que no me pidas que lo haga.


– Por favor, Kuroo – Tsukishima lo miró suplicante. Kuroo parecía estar sufriendo por sus palabras y eso removió algo en su interior.


– Está bien – respondió Kuroo. Su voz era suave y quebradiza – Pero, por favor no te vayas. Deja que está noche sueñe que eres solo mío – murmuró contra su cuello mientras lentamente lo devolvía a la cama – Por favor. Solo esta noche...se mío sólo esta noche.


 


*****


Un fuerte dolor en el vientre lo despertó abruptamente, Tsukishima no se había estado sintiendo muy bien últimamente, todo a su alrededor se estaba saliendo de control. Faltaban solo cuatro días para su próxima cita y aún no había tomado una decisión, Kuroo había estado molesto los últimos días y no sabía por qué y por si fuera poco ahora estaba envuelto en un estúpido escándalo.


Fotografías de él saliendo de una clínica con Akaashi y con Kuroo eran el encabezado de muchas revistas de esa semana. Y la gran pregunta que todos quería resolver era si el padre del bebé que esperaba era Akaashi Keiji, el hijo de un renombrado abogado o Kuroo Tetsuro, el hijo del dueño de una importante empresa constructora. Su teléfono y si móvil no habían parado de sonar desde que la noticia salió a la luz, sus vecinos lo veían con muy poco disimulada curiosidad y más de uno se había atrevido a preguntarle quien era el padre.


Era estresante y molesto ¿Por qué nadie podía meterse en sus propios asuntos y dejarlo tranquilo?


Resopló disgustado cuando el timbre de la puerta sonó y se dirigió a ella esperando que no fueran los reporteros que habían estado molestándolo durante todo el día. No pudo ocultar su sorpresa cuando vio a la mujer parada frente a él. Alta, de cabello negro recogido en un peinado conservador, vestida con la más fina ropa y la joyería más cara y elegante. La madre de Kuroo, le miraba con superioridad.


– ¿Necesita algo? – preguntó Tsukishima cruzándose de brazos. No comprendía que hacia esa mujer ahí, creía que estaba en el extranjero.


– Vengo a hablar – dijo ella. Tsukishima rodó los ojos ¿Hablar? Ella jamás le había dirigido la palabra para más que para recordarle la desgracia que suponía para su familia el que su único hijo se hubiese casado con alguien proveniente de una familia inferior como él.


– Pase – dijo Tsukishima, a sabiendas de que ella jamás pediría permiso para hacerlo. – ¿Puedo ofrecerle algo de tomar?


– Dudo mucho que tengas algo decente para ofrecerme – respondió ella mientras observaba con desaprobación su departamento antes de sentarse en el sofá – Con el dinero que recibiste por el divorcio podrías haber conseguido algo mejor.


– ¿De qué quería hablar? – preguntó ignorando su comentario. Mientras más pronto terminaran con esto mejor.


La pelinegra deslizó una hoja de papel. Tsukishima sonrió con molestia después de leer su contenido, ella no quería hablar, estaba ahí para hacer negocios. – Creo que hasta alguien como tú puede entender este contrato, estamos dispuestos a hacernos cargo de tu embarazo hasta su término y obtendrás una cuantiosa cantidad a cambio de renunciar a la custodia del niño.


Tsukishima respiró hondo tratando de calmarse – ¿No cree que está precipitándose un poco señora? Este bebé podría no ser de su hijo.


– Estoy consciente de ese rumor, sin embargo mi hijo afirma que es suyo – dijo ella – Y créeme que no estaría aquí si no creyera lo mismo que él, sé que no viste a nadie más hasta después del divorcio.


– ¿Me ha estado siguiendo?


– Solo cuido los intereses de mi familia, nunca descarte la posibilidad de que buscaras otras...salidas para conseguir tu objetivo.


Contó hasta diez tratando de calmar su creciente molestaría, esa mujer nunca perdía el tiempo para insultarlo de alguna forma.


– No voy a firmar nada. Mi hijo se queda conmigo.


Ella enarcó una ceja y le miró molesta – No pienso permitir que mi nieto crezca en un lugar como este – dijo señalando su modesto departamento – Desde luego nosotros podemos darle mucho más que tú, tendrá la mejor educación que el dinero pueda pagar, los mejores juguetes y una familia adecuada a su posición como futuro heredero de una gran empresa. Estará mucho mejor con nosotros. – Hizo una pausa y sonrió – Pon el precio que quieras, el dinero no es un problema para mí.  


Tsukishima apretó los puños ¿De dónde sacaba la idea de que su hijo estaría mejor con ellos? ¿Por qué esa mujer trataba de resolverlo todo con dinero? Hizo lo mismo hace cinco años, fue a su casa a ofrecerle dinero para que desapareciera de la vida de su hijo, su padre casi pierde su trabajo por su culpa. Había cosas que el dinero no podía comprar, pero parecía que la madre de Kuroo no comprendía eso, a veces, solo en ciertos momentos, parecía como si Kuroo tampoco pudiera entenderlo.


– No pienso firmar nada – dijo con firmeza – Si eso es lo único a lo que vino le pido que se marche.


Ella deslizó un cheque en blanco y dejo el contrato sobre la mesa y con frialdad dijo – Conozco a las personas como tú, todos oportunistas. No quieras engañarme con tu falsa dignidad, terminaras firmándolo tarde o temprano. Solo pon el precio.


Tsukishima no respondió, simplemente la observó marcharse y cuando la puerta al fin se cerró detrás de ella tiró el cheque y el contrato a la basura. No sabía si Kuroo estaba o no enterado de esto, pero estaba seguro de que pondría excusa tras excusa para justificar su comportamiento ¿De verdad quería seguir con alguien así? ¿En verdad Kuroo podría cambiar?


No pudo seguir pensando un agudo dolor en el bajo vientre que le hizo doblarse, creyó que desaparecería tan pronto como había llegado igual que en anteriores ocasiones, pero no fue así. El dolor que no hacía más que aumentar y esa incontrolable sensación de debilidad que dominaba su cuerpo lo asustaron. Tambaleándose tomó el móvil que se encontraba sobre la mesa y llamó a Kuroo, pero el rubio no recibía respuesta. Trató y trató obteniendo siempre el mismo resultado, hasta que al final con las últimas fuerzas que le quedaban llamó a la única persona que sabía si respondería. Akaashi. 

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).