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NUEVO TRABAJO por SkDany

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Notas del capitulo:

¡Hoola queridos lectores!.

He aquí un nuevo capítulo. Quería subirlo el día de ayer, pero el resfrío me invadió... y lo había terminado a las 12:15 am :v, así que ya no tenía internet ;-;

Este cap, tiene algunas escenas algo complicadas, me costó bastante escribirlo. Ritsu se enfrenta a un problema más grave, pero 'gracias' a ello su vida tendrá un nuevo rumbo. Ahora si, tendrá que arreglárselas.

Tiene algo de gore, aunque en mi opinión no me pareció tan intenso. Aquí es dónde dejo que ustedes juzguen.~ 

Disfruten de la historia, que cada vez se pondrá más buena 7u7 

Salu2.

 

Dicen que en la vida hay que ser optimistas y que sin importar los inconvenientes hay que poner siempre una buena cara y hacerlo de la mejor manera. Sí, eso en cualquier otro trabajo, pero el caso de Onodera era totalmente diferente; en este caso él había arribado al “Infierno” y ahora estaba cara a cara con el “Demonio”. Esta vez no creía que tuviera un comentario optimista para esa situación.

– ¿Nombre? – Interrogó el azabache, sin siquiera mirarle a los ojos a Ritsu, quién reaccionó de inmediato. No era necesario preguntar si era la persona que buscaba, su terrible personalidad lo describía, típico de un jefe. – S-Soy Onodera Ritsu… Esto, me contrataron para ser editor. – Respondió, mientras le entregaba la carta a Takano, quien al leerla se sorprendió y luego la arrugó mientras maldecía a los cuatro vientos. – ¡Maldito seas! ¡En qué diablos estás pensando contratando a alguien en esta etapa, Isaka! – Que perdiera los estribos lo asustó, después de todo pasar de estar tranquilo, a casi querer destruir todo en tan sólo un segundo es algo impactante, tanto que hasta los que estaban inconscientes despertaron y empezaron a garabatear. Ese tipo era aterrador. – ¡Argh! Por lo menos dime que tienes experiencia editando. – Takano esperaba que la respuesta fuera satisfactoria, pero… – Pues, si, tengo experiencia en edición de literatura. – Eso le llenaba de orgullo, era experto en eso y a casi todos les sorprendía tener tales habilidades. – Ajá. ¿No tienes experiencia editando manga Shojo? – Le interrogó, sin siquiera quitarle la mirada de encima. – Ugh… L-La verdad… No, señor. – Que momento tan incómodo, quería renunciar y quería hacerlo ahora. – Qué inútil eres. No me servirás para nada. – Qué directo era, pero por desgracia Ritsu tenía que tragarse sus palabras, aun cuando quería mandarlo al carajo. – Ahh, que voy a hacer contigo… Oh, creo que ya sé. – Por un momento parecía que el mal humor de Takano desapareció enseguida, después de darle un recorrido visual al lugar, tuvo una excelente idea. – Por ahora, te encargarás de organizar este lugar, es todo un basurero. No tengo tiempo de explicarte las cosas, así que es lo mejor que puedes hacer, así no estorbarás. Empieza novato. –

Todos esos años que había trabajado como editor de literatura, se habían ido a la basura… Todo para tener que limpiar… Estaba condenado, y quería matar a su jefe. Suspiró pesadamente, mientras dejaba su abrigo y su bolso en un estante, perfectamente organizados. – “¡Bien, haré esto rápido y le demostraré que si puedo hacer esto, puedo hacer cualquier cosa!” – Estaba decidido y no tenía planeado rendirse tan pronto. Alguien tenía que poner a Takano en su lugar, y le demostraría que si podía hacerlo.

Inició recogiendo los documentos que estaban regados en el suelo, algunos formaban casi una montaña, y al mover tan solo uno, se le venía encima, empeorando más la situación, aun así consiguió acomodarlos por categorías. Los arrumó en una esquina, y después siguió con los libros. Revisó las portadas, las comparó y acomodó por autor, sobre uno de los estantes que estaban sobre la pared. Se las arregló para conseguir una bolsa negra de basura y recoger lo que sobraba: Envases de soda, de bebidas energizantes, y de comida chatarra. De vez en cuando encontraba algún trozo de galleta, o pizza. Esta gente estaba loca.

Le tomó por lo menos un par de horas o quizás más, ya ni sabía, pero al mirar la hora, ya estaba tarde. Eran por lo menos las 8 de la noche y ya estaba muriendo de hambre, pero había valido la pena trabajar de seguido, El departamento de Emerald, por un segundo había dejado de convertirse en un basurero. Misión cumplida. Ahora estaba exhausto y sólo quería llegar a casa, además de que casi todos se habían ido, y desde hacía un rato que no veía a su egocéntrico jefe – “Pero qué egoísta. Ni siquiera se molestó en revisar mi trabajo. ¡Qué persona tan arrogante y horrible! De seguro ni amigos debe tener.” – El único lugar dónde podía quejarse sin que fuera reprendido, era en su cabeza. Era su único método de desahogo, por lo menos mientras estuviera en Marukawa. No era tan tonto como para decir tales cosas de su jefe estando en el área de trabajo.

Con las pocas energías que le quedaban, recogió sus cosas y se dirigió al elevador, seguramente tendría que tomar el tren ahora, parecía ser el camino más seguro a su casa. En las noches era más arriesgado salir. Mientras caminaba hacia el elevador, tomó su celular, para escribir a su madre que ya estaba de camino a su departamento, y que le volvería a mensajear cuando ya estuviera en casa, debía mantenerla tranquila después de todo.

Una vez salió del elevador pudo sentirse más tranquilo, en ese momento juraba que ese era el elevador más lento del mundo, pero por fin, había terminado. Salió de la editorial y sólo por esta vez, ir a la estación de tren, ni loco se iría caminando, estaba cansado y de paso era arriesgado andar sólo, aunque aún había una cantidad considerable de personas en las calles, pero en su opinión era mejor prevenir que lamentar… Y quería llegar rápido a su departamento.

Sólo era cuestión de caminar cinco minutos hasta la estación, y así fue; pasó su tarjeta sobre aquel identificador que estaba en la entrada y ahora sólo quedaba esperar a por su tren, que era el último. No tuvo tanta suerte para llegar a tiempo así que ahora tenía que esperar y decidió hacerlo sentado en una de las bancas de la estación. El lugar estaba solo, y por el momento sólo le acompañaban las luces blancas que colgaban del techo, un guardia de seguridad que estaba en el extremo derecho, y en un pequeño rincón había un vagabundo, andrajoso, sentado sobre una lámina de cartón gastado, mientras que su rostro estaba cubierto por una gastada capucha de color gris, y frente a él había un pequeño tarro metálico que probablemente era para recolectar algo de limosna.

No era tan común ver vagabundos en las estaciones, pero supuso que debido al invierno le habían permitido quedarse allí. Esta vez, Ritsu se había distraído y estaba siendo imprudente, pues no le quitaba la vista de encima a aquel sujeto, tenía un presentimiento acerca de esa persona, aunque no estaba muy seguro de que era. En el momento en que el vagabundo dirigió la mirada hacia el castaño, Ritsu de inmediato se sobresaltó y miró hacía otra dirección. – “¡Maldición, llega rápido, tren!” – Estaba desesperado, e incómodo por la situación en la que estaba, y ahora quién no le quitaba la mirada de encima era aquel extraño personaje. Sin siquiera haber dicho algo, ya se había metido en un problema.

El vagabundo se había puesto de pie, y ahora se dirigía hasta el lugar dónde se encontraba Ritsu, eso sólo pudo ponerlo más nervioso de lo que ya estaba; se acercaba cada vez más, hasta quedarse frente a frente y hacerle una pregunta: – Disculpe, pero ¿No tendrá algo de dinero que pueda regalarme? La verdad es que desde esta mañana no he podido comer muy bien. – La voz de aquel hombre tenía un tono grave, y algo temblorosa, probablemente era un anciano, pero era difícil de saber, su rostro no podía verse con claridad. El castaño se encontraba casi petrificado, era todo un cobarde y miraba al vagabundo frente a él, y seguido al guardia que no les quitaba la vista de encima. – A-Ah… L-lo siento mucho, no tengo dinero en este momento, y apenas salgo de mi primer día de trabajo. – Ahora a quién le temblaba la voz era al ojiverde, y esperaba que el hombre entendiera, pero era algo persistente. – Oh vamos, sé que tienes por lo menos algo allí, cualquier moneda me servirá. – Insistió, y de alguna forma evitaba que el castaño pudiera levantarse o huir. Qué situación tan problemática, pareciera que el tipo no iba a quedar satisfecho con un ‘No’. En ese instante, Ritsu miraba constantemente al guardia que parecía divertirse con la situación, pero después de unos minutos, el guardia se acercó a ellos, para por fin darle una mano al pobre chico. Se trataba de un joven, quizás de 23 años, de cabellos negros, ojos color miel, y con una altura de quizás 1.80. Alguien atractivo. – Bien viejo, ya fue suficiente. ¿Qué no escuchaste que no tiene nada para ti? Vamos regresa a tu lugar, si no quieres quedarte afuera. – Le advirtió, poniendo su diestra sobre el hombro del viejo, pero éste no quería seguir órdenes del joven y hasta lo ignoró en repetidas ocasiones, hasta colmar la paciencia del guardia. Por tan sólo unos segundos se formó un silencio incómodo, hasta que escuchó algo que se quebraba y desgarraba. Seguido de ese perturbador sonido, algo caliente y casi viscoso salpicó en su rostro, cubriendo parte de su mejilla derecha, y descendiendo hasta su mentón. Sus ojos se abrieron en pánico, al mismo tiempo que su boca, queriendo gritar, pero no podía emitir ningún sonido, todo debido a la terrorífica imagen que quedaría grabada en su mente para siempre: Frente a él, un hombre que estaba suspendido a tan sólo tres centímetros del suelo y a quién le habían atravesado el pecho con tan sólo una mano, y sobre el hombro derecho del pobre vagabundo, se asomaba un rostro, con una sonrisa siniestra y con ojos de color rojo, susurrándole algo que en definitiva ya no podría escuchar, debido a que estaba gritando de dolor, de manera entrecortada ya que  cuando quería salir su voz, sólo podía escupir una cantidad considerable de sangre. – Debiste haber seguido mi consejo, viejo~. Pero bueno, me diste la oportunidad de comer un poco. I-ta-da-ki-ma-su~ – Murmuraba, al mismo tiempo que bajaba aquella desgastada capucha para dejar a la vista el cuello de su víctima, que seguido mordió, para extraer y beber de su sangre. En el momento en que le mordía, podía escuchar con claridad cómo esos colmillos perforaban la piel, y el sonido de cada trago de sangre que bajaba por la garganta.

El pobre Ritsu apenas podía asimilar lo que estaba sucediendo, ver como devoraban a alguien más frente a sus ojos, sin siquiera poder mover un solo músculo, y escuchar sus ahogados gritos de dolor, mientras que agonizaba hasta quedar sin movimiento alguno. Justo cuando ya el joven guardia estaba terminando su ‘merienda’, extrajo su mano que estaba entre el pecho del pobre viejo, y al hacerlo, un poco más de sangre salió disparada, salpicando las ropas del castaño convirtiéndolo en un desastre, todo esto ya que había destrozado su corazón, y lo único que controlaba aquella presión era su brazo. El cadáver, sin más, cayó en el suelo y ahora ya no había nada que se interpusiera entre Ritsu y el desconocido joven. – Ugh, su sabor era asqueroso. Ahh, mira eso, el suelo y ahora mi uniforme quedaron hechos un desastre. Bueno, me las arreglaré para limpiar esto, como siempre lo he hecho~. – Buscaba cómo ‘arreglar’ en vano su uniforme, que había dejado de tener ese pulcro color azul. – Deberías agradecérmelo. Te acabo de quitar a ese molesto viejo de encima. ¿Tienes alguna idea de cómo pagar eso?~ – Estaba siendo sínico, y esa desagradable sonrisa no desaparecía de su rostro, mientras que no dejaba de quitarle la vista de encima a Ritsu. Pero algo más había atraído su atención, por lo que acortó distancias entre sus rostros, quedando a sólo unos cuántos centímetros. – ¡Vaya! Tienes un color de ojos muy poco común. Jamás había visto un color verde tan intenso cómo los tuyos. O quizás se noten más por la sangre en tu rostro… Mmm, ¿Acaso eres un extranjero o algo así? – No sabía si era un descarado o esa era su personalidad siempre. Es decir ¿Quién hablaba tan normalmente con alguien después de haber asesinado a alguien a sangre fría frente a sus ojos? No era normal, y ahora Ritsu estaba más asustado que nunca, y sólo podía sentir cómo sus lágrimas recorrían sus mejillas, dejando un camino entre la sangre que estaba en su rostro. – “¡¿Voy a morir?! ¡¿Voy a morir?! ¡No! ¡No quiero morir! ¡Por favor, Dios!” – Esas palabras se repetían en su mente, mientras que su cuerpo no dejaba de temblar y buscaba alargar la distancia entre los dos. Sólo una oportunidad necesitaba, y quería salir corriendo de ese lugar, tenía que pedir ayuda, a quien fuera, pero más que nada, necesitaba un milagro. Segundos después, se escuchó el tren que llegaba a la estación, deteniéndose en su respectivo lugar y atrayendo las miradas de los dos, sobre todo del extraño vampiro, a quién no le convenía que alguien bajara de allí.

¡Ese era el momento oportuno! Y recordó de inmediato que en su bolsillo de su abrigo, guardaba un pequeño frasco con gas pimienta. Lo usaría en casos extremos, y éste sin duda era uno de ellos. Al final, cuando se abrieron las puertas y nadie descendió del tren, el despiadado vampiro retornó su vista hacia el castaño y quería terminar su trabajo, pero cuando lo hizo, recibió directo en sus ojos una ráfaga de ese gas, lo que le hizo retroceder, tirarse al suelo, mientras se quejaba y frotaba sus ojos con desesperación.

No había tiempo que perder, los segundos ahora eran vitales, y aunque sus piernas temblaran no lo dudó tanto para correr directo al vagón del tren. Estaría a salvo si esas puertas se cerraban y se pusiera en marcha. Y así fue, las puertas se estaban cerrando, pero cuando creía que estaba a salvo, se había equivocado. Ese chico era persistente, y como no era un humano, no le costó mucho para forzar las puertas. Estaba furioso, y aun cuando tenía los ojos llorosos, estaba decidido a no ser piadoso con el castaño, ya que le amenazaba con tener una lenta y dolorosa muerte.

Quizás meterse en esos vagones no había sido una estupenda idea, pero tampoco se iba a quedar quieto esperando como el otro entraba. Corrió a lo largo de los vagones, hasta toparse con el último, donde había una salida de emergencia, pero aquello lo conduciría hacia los rieles del tren. Esta vez sí dudó en salir hacia el oscuro túnel, dónde probablemente no encontraría alguna salida; la mala noticia era que el tren ahora empezaba a estar en movimiento, así que era o saltar o quedarse atrapado. Solución, la primera opción. Decidido, saltó hacia esa casi infinita oscuridad, y empezó a correr, mirando en varias ocasiones hacia atrás, esperando si le seguían o no, pero le era difícil ver algo, no sabía si era por el cansancio, la adrenalina, el miedo… todos sus sentidos se estaban descontrolando. Se detuvo por un segundo, le faltaba aire y ya no escuchaba algo más, ni siquiera el sonido de pasos. Apenas a algunos metros se podían ver las luces de la estación, iluminando un pequeño tramo de la vía férrea, pero no veía alguna silueta de alguna persona. Quizás se había ido, y no se percató de que había salido. ¿Acaso ya estaba a salvo? Si era así, tenía que regresar a la estación, y salir por las escaleras, quizás alguien podría ayudarle. Estaba en ese plan, pero al dar la vuelta, tenía frente a él al siniestro, sádico y ensangrentado vampiro, quién no dudó para tomarle del cuello con tan sólo una mano y ponerlo contra la pared. – Sabes, iba a ser amable contigo. Tenía pensado hacer que no sufrieras tanto, después de lo que habías visto. Estaba siendo considerado, pero tenías que jugar a ser el valiente, y eso en verdad me dolió. De veras, creía que las que usaban gas pimienta eran las mujeres. Ja, supongo que ahora lo he visto todo. – Mientras que el vampiro le hablaba con un tono burlesco, la mano sobre el cuello de Ritsu se ajustaba más haciendo que respirar se hiciera más difícil y llevándolo a un estado de desesperación bastante alto, ya que sus pies no lograban tocar el suelo, y sus manos se aferraban con fuerza al brazo del guardia. –  P-Por..favor…No qu-quiero..morir.. – Entre lo poco que podía hablar, pronunciaba esas cortas y casi entendibles palabras. Estaba tan desesperado por aferrarse a la vida, que rogar por ella se había vuelto fundamental. – ¿Qué dices? No puedo entenderte~. Sabes, aquél viejo no me dejó lo suficientemente satisfecho, de hecho, su sangre tenía un sabor horrible. Dime, ¿Has probado sangre alguna vez? No, creo que no. Bueno, ya que más da, terminemos con esto~. – Terminada la conversación, liberó a Ritsu de su agarre, haciendo que cayera en el suelo, desesperado por tomar oxígeno, pero lo único que podía respirar era el aire combinado con el olor de la sangre, que ahora invadía sus pulmones. Su mente se estaba tornando blanca, su garganta ardía como el infierno, y ahora temblaba sin poder controlarlo. Algo no andaba bien con él. – Oye, ¿qué te pasa? Ni siquiera te he hecho nada y ya estás así. Qué raro eres. Creo que terminaré con tu miseria. – Sin más rodeos, acomodó a Ritsu, sentándolo contra la pared, y abriendo apenas los dos botones de su camisa, para dejar a la vista su cuello.

– Qué desastre el que causaste. De todos los vampiros eres el más patético que he visto. Eres una vergüenza para la especie. De hecho, creo que todos ustedes deberían morir. – Una voz, en medio de la oscuridad, acompañada de unas pisadas que se acercaban más y más, más una silueta que atrajo la atención de ambos. ¿Quién era? – “Esa voz… me es familiar…” –

– ¿Todo esto por un simple chico? Has caído muy bajo. ¿Por qué no lo dejas ya? Quizás te deje ir si lo haces. – Había un tono de burla en esas palabras, pero no dejaba de ser escalofriante. Tal parecía que ese guardia si sabía de quien se trataba, ya que se podía ver cómo se ponía esa piel de gallina, y cómo con su mano temblorosa, buscaba la linterna de su cinturón para iluminar el lugar en que se encontraba aquél sujeto desconocido. – T-Tú eres… N-No puede ser… – Estaba aterrado, era como si hubiera visto al mismo demonio, pero ¿quién podría ser más aterrador que él? – El cazador… El Lobo solitario… M-Masamune T-Takano… – En eso que escuchó ese nombre, los ojos verdes de Ritsu se abrieron debido a la sorpresa, y se enfocaron sin duda en el azabache, que le miraba sin importancia alguna, pero sin embargo ya había notado su presencia. – O-Oye, vamos a razonar esto… verás, ayudé a este chico, pero solamente me atacó y pues, me estaba defendiendo. Tú sabes cómo son estas cosas. – Hasta ese vampiro conocía las consecuencias de sus actos y que no tenía posibilidades de salir vivo de ésta situación. – Sabes, acabas de darme un verdadero dolor de cabeza. Ya tengo que limpiar el desastre que dejaste en la estación, y ahora tendré que ocuparme de tu desagradable cadáver aquí en éste túnel. Acabas de dañar por completo mi noche, espero que estés consciente de ello. – Sin previo aviso, desenfundó un arma que escondía entre su abrigo de color negro, se trataba de una Five-Seven, una pistola semiautomática, y disparó al instante, justo en el brazo izquierdo, el cual aquella mano, sostenía con poca fuerza el abrigo del castaño. Fue un movimiento tan rápido, que apenas si ambos se podían percatar de ello, y lo único que Ritsu había podido ver en aquella oscuridad, era el color rojo de la sangre saltar en medio de los dos. No sintió miedo en lo absoluto y algo en él, estaba despertando. Por primera vez, creyó que ese color rojo, era el más hermoso que había visto. Más, quería ver más de él. Mientras que aquél vampiro se retorcía en el suelo a causa del dolor, sosteniendo con su única mano lo que quedaba de su destrozado brazo, Ritsu sólo podía jadear, y abrazarse así mismo. – ¿Qué te pareció? Ya pudiste probar algo de esas balas, qué cómo verás no son para nada normales. Éstas son especiales, para escorias cómo tú. – Alardeaba demasiado, pero dejando de lado al joven, algo llamó su atención. – Oye tú, deja de estar haciendo el vago y muévete de una buena vez. ¿Acaso no quieres vivir? – Ésta vez le hablaba a Ritsu, pero él ya no entendía razones. – M-Mas… Déjame ver más de ese color… – Ya no tenía cordura en él, en su mente sólo existía una sola cosa, un solo deseo… Sangre. Antes de que el malherido vampiro, pudiera levantarse para atacar al azabache, sintió cómo alguien le empujaba, dejándole contra el suelo mientras que se sentaban sobre él, inmovilizándolo. – ¿A dónde crees que vas? Es muy pronto… No hemos terminado aún, ¿Lo olvidas?~ – Esta vez, lo papeles se habían intercambiado, el ‘cazador’ se había convertido en la presa, y ahora iba a ser devorado. Esa inocente carita que había visto antes en la estación había cambiado totalmente, los ojos verdes que antes le habían cautivado, ahora se habían tornado en un rojo brillante, y la expresión de un pequeño conejillo asustado, había cambiado, ahora era él el que sonreía ladinamente, dejando ver ese par de colmillos afilados. Lo había despertado, ese monstruo en su interior, y ahora era él el que le temía. – Ahora yo, tomaré tu vida ~… – Mencionó esas palabras con toda la naturalidad del mundo, y mientras el otro pedía ayuda, un sediento Ritsu se encargó de corromper el cuello ajeno,  destrozándolo para empezar a beber hasta la última gota de sangre. Mientras su único espectador sintió por primera vez algo de terror al ver tan sádica escena. Tan sólo un escalofrío le hizo darse cuenta que no se trataba de un ser cualquiera, y que debía ser precavido, por lo que no dejó de apuntar. – Takano-chan~, detente, no lo mates. Tráelo contigo. – Una voz proveniente del intercomunicador que llevaba en su oreja le hizo detenerse. – Tienes que estar bromeando. ¿Para qué demonios quieres a eso? – Respondió con el típico mal humor que le caracterizaba. – No es mi deseo, son órdenes del jefe. Dice que tiene planes para él. No todos los días encuentras a un vampiro que apenas está iniciando. Además, no creo que quieras hacer enojar a tu jefe, ¿o si? – Una pequeña risa se escapó de la voz del otro lado y ahora sólo quedaba que el azabache obedeciera. – Tsk, malditos locos. ¡Oye, tú! ¿Acaso no te has dado cuenta que ya no se mueve? Ya no tiene nada más que puedas absorber. Así que ahora, se buen chico, y ven conmigo en paz. – Razonar no era su estilo, pero tenía que intentarlo, de lo contrario podría matarlo. Sólo por esa vez decidió cambiar el cartucho de su arma, por uno que contenía balas capaces de cortar de manera temporal los impulsos del sistema nervioso, dejando inconsciente a cualquier ser vivo con tan sólo una de ellas. La atención del castaño había sido atraída, pero ya no se encontraba en sus cinco sentidos, y ni siquiera sabía quién era. Los únicos impulsos que le dominaban, eran los de destruir lo que se moviera. Y de tal manera actuó; sin pensarlo demasiado, se puso de pie y con el objetivo de derribar al otro, corrió directo hacia Takano, quién no esperó más para disparar directo en la frente del castaño. Se detuvo y por un corto periodo de tiempo, se pudo notar cómo el color de sus ojos cambió enseguida, cayendo arrodillado en primera, y después terminar inconsciente sobre el suelo. – Creí haberte dicho que vinieras en paz, niño. Pero bueno, supongo que tienes algo de suerte… Chiaki, ya lo tengo. Envía a la estación un equipo de limpieza, y también a uno de transporte… No pienso cargar a éste tipo hasta la base. – Se reportó, seguido encendió un cigarro y empezó a fumar. Ya podía bajar un poco la guardia. – ¡Bien! Ya los envié, estarán allí en 5 minutos. ¡Buen trabajo, Takano-chan!~ –  Le respondieron del otro lado. –Maldita sea, te he dicho que no me llames así. Argh, cómo sea, que se den prisa. Cambio y Fuera. – Y con ello cortó la comunicación, y ahora sólo necesitaba un poco de paz. Sin embargo, no podía quitar la vista del pequeño castaño tirado frente a él. – Ahora sí, te espera una vida difícil… Onodera. –

Notas finales:

Bueno, ahora si, Súper Takano al rescate!(?) KHÉ

Espero que lo hayan disfrutado, y ya está en proceso el siguiente cap, esta vez Takano tendrá el papel de pj principal, y se conocerá el secreto de su segundo empleo.

Nos leemos luego!


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