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Regalo de la vida por Reiga

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Notas del fanfic:

 

Bueno aquí viene justo en la fecha límite, algo cortito y cursi con todo mi cariño para Geraldin Ortega, espero que te guste linda, si no pues también dímelo ok? >u<

 

 

Advertencia

Solo una buena cuota de romance algo fluffi y lo que clasifico 100% mpreg

Espero les agrade <3 

 

~*~

 

El viento arremolinaba el cabello de la chica enfrente de él, su olor a lavanda le llego a la nariz causándole una agradable sensación, casi cerraba los ojos para sentirlo mejor. Reconocía que algo bueno tenía esa chica.

—Sempai —decía nerviosa, mientras sus manos se ponían enfrente de ella aferrándose a la otra con nerviosismo. —¿Que me dice? 

—Lo siento pero no estoy interesado —decía casi bostezando, frunció el ceño cuando vio a la chica molesta para luego ver una mirada de perro apaleado.

—Por qué no Aomine-sempai, A mí me gustas y…

—Pero a mi tu no, no eres mi tipo así que si me disculpas… — la chica oso tomarlo de la mano y el de cabello azulinos rebeldes la miro como si hubiera cometido el crimen más atroz de la vida.

—Sé que no sales con nadie Sempai, por qué no al menos me das una oportunidad ¿acaso no te parezco bonita?

El joven sonrió casi con dulzura, la chica tembló ante lo que podía ser la oportunidad para salir con el chico más sexy y atractivo de la escuela. Su mano grande y firme acuno  su mejilla   con delicadeza, la otra se posó en su cuello. Cerró los ojos esperanzada cuando el joven que le gustaba se acercaba en cámara lenta.

—Definitivamente no, a menos que fueras hombre o tuvieras el cabello y los ojos rojos, ¿ahora si comprendes? O ¿te doy una explicación más grafica?

—¡Saki-niisan! —Gritaba una pelirroja a unos cuantos metros —¿¡Por qué te demoras tanto!?

—Adiós — dijo fríamente, la chica se sorprendió del cambio, la mirada habia sido como el mismísimo hielo para ella, pero cuando miro a la pelirroja su mirada cambio a una dulce.

Así como lo habia dicho fuerte y claro, él era gay, varón o doncel no le importaba en lo absoluto y en cuanto las chicas eran un dolor de cabeza, la única divinidad hecha mujer era su hermana Melliza. Sí, para el no habia mujer más hermosa y más bonita que ella.

Tenía el cabello rojo con reflejos iguales a los de su Oto-chan, sus ojos eran del mismo color mostrando esa misma inocencia que poseía su Oto-chan, su cocina era rica pero no más que la de su Oto-chan. Su sonrisa era mágica al igual que la de su Oto-chan, un carácter temperamental y que cuando lo sacaba a relucir pagaba las consecuencias al igual que su Oto-san. El punto es, que ella para él era preciosa.

—¿Para qué te llamó? Ahhh no me digas se te declaro,  eres afortunado Ni-san Irina es una de las chicas más bonitas de la preparatoria, cuanto chico quisiera estar en tus talones y… Dime dime!! ¿Qué le respondiste?

—¿Cómo te fue en  el examen de hoy? —y ahí iba una evasiva. La chica bufo y le soltó su brazo, indignada apuro el  paso.

—Vamos no te molestes, solo fue una broma — dijo yendo junto a ella, para tomarle la mano.

—Si no querías responderme tenías que decirlo, no tenías para que atacarme.

Su hermana le miraba dolida y en verdad se sintió mal por ello, no habia querido hacerla sentir mal o humillarla por tener una nota inferior a la media. Solo habia querido molestarla.

 

~*~

 

—¿No crees que es muy temprano para esto?

Kagami Taiga suspiraba entrecortado, su esposo no quería darle tregua a su boca, entre jadeos y placenteros suspiros pedía bandera blanca. Pero ante cada una de sus quejas significada una prenda menos en su cuerpo.

—Ríndete Taiga  —dijo mientras sus labios mojados se posaban sobre los otros para nuevamente besarle. Podía estar toda la vida besándole la boca y apostaría lo que fuera a que nunca se cansaría, los besos de Taiga eran tan tiernos como pasionales y nunca uno era igual a otro. De ello estaba seguro.

Cuando termino de desnudar el torso de su pareja poso su cuerpo sobre el de él, todo su peso yacía sobre el de su pareja para sentirlo a plenitud sin otras intenciones más que su cuerpo tocara el de su amado. Sonrió cuando las quejas y objeciones cesaron. Ahora era Taiga el que llevaba el ritmo del beso. Su lengua salía a su encuentro e intentaba hundirse más en la cama para que ambas lenguas jugaran al aire libre.

Aquello les llenaba de lujuria insana, kagami abrazaba a su esposo  tanteando esa fuerte espalda. Libero sus labios para impulsarse un poco y besar su largo cuello. Su morena piel le volvía loco, ese olor tan característico desde que lo conoció lo drogaba y solo lo incitaba a devorarlo con sus labios y palparlo de pies a cabeza. Sus labios, dientes y legua hacían lo suyo en ese cuello, mordiendo besando y lamiendo, de un lado hacia otro.

Cuando kagami no podía seguir con el impulso en su espalda lo tomo del cuello y se lo llevo con él. Para no soltarle y seguir besándole hasta saciarse de esa exquisita piel.

Aomine seguía sobre el sintiendo como su kagami tomaba todo de sí. Lo conocía, su pareja tenía un cierto fetiche o ambición por esa parte en particular suya. Le encantaba besar su cuello y sus hombros  morderlos suavemente, como si marcara cada pedazo de piel. Kagami jamás le reconocería algo así, pero aquello solo le demostraba Aomine lo posesivo que era su esposo.

No negaba que le encantaba aquello, Kagami sentía placer con ello y mejor aún se lo otorgaba a él. Gimió despacio ante una nueva succión en una  parte ya sensible. No quería hacerlo pues cuando lo hacía era cuando kagami se detenía  sabiendo que ya le dolía. Sonrió y le volvió a besar esta vez con más ganas, su boca se abría  obligando a kagami abrir completamente la suya para devorarse juntos en un beso incasto.

Ahora si empezaría lo bueno, recordaba que no tenían todo el tiempo del mundo. Y aquella ronda de besos les habia prendido a ambos. Sus miembros duros se rozaban con el otro sobre la tela, Esperando ansioso la hora en que lo hicieran piel con piel.

Las manos de ambos empezaban con el recorrido de ambos torsos muy bien formados.

Aomine siempre recordaba los primeros años que estuvo con kagami, su pelirrojo no era tímido pero si muy vergonzoso, se quedaba tieso como una roca solo sintiendo como el moreno le daba gustosamente el placer, si le tocaba era solo para abrazarlo con desesperación. Muy contrario a como era ahora. Kagami le tocaba siempre, le corría mano donde fuera si tenía la oportunidad. Aún recuerda en aquella  primera vez en donde kagami tomo el control. El juego previo por parte de su adoraba pareja habia sido tortuoso, con sus labios habia recorrido cada parte de cuerpo mientras con sus propios dedos  se preparaba para él. Casi se vino solo con verle. No lo hiso ahí pero si  se corrió apenas kagami se habia sentado sobre su miembro.

Aquella vergüenza y humillación era lo peor que recordaba, le habia matado el momento a su pareja solo porque no se pudo aguantar.

—¿En que está pensando mi pareja en un momento como este? — dijo pícaramente kagami mientras tomaba ambas tetillas de Aomine y las apretaba sin delicadeza. Aomine rio en medio del placentero dolor.

—Aquella vez en la que me vine sin hacer nada, soy tan estúpido

Kagami sonrió al recordar aquella experiencia no tan mala para sí, recuerda claramente como el cuerpo de su novio se llenó de espasmo hasta sentir como aquel caliente y viscoso  semen se alojaba en su interior. La mirada incrédula de su novio era para enmarcar. Aomine se habia sonrojado como nunca mientras le pedía perdón por algo que no encontraba que fuera para tanto.

—Claro que lo recuerdo, después de eso me tuviste en abstinencia por dos largas semanas — dijo fingiendo indignación.

—Sí, pero hasta el día de hoy estoy pagando esas dos semanas ¿no?

—Es lo mínimo — Aomine volvió a besarlo, mientras ambos sonreían en medio del beso. —oye tengo algo que decirte

—¿Qué? —Sus manos iban a la pretina del pantalón para retirarlos mientras su boca entretenida besaba cada botón, su lengua salía al encuentro de la erecta tetilla, para pasearla de un lado a otro, moviéndola y sintiendo como se ponía aún más dura. Cuando se sintió complacido fue para torturar a la hermana con la cual fue aún más brusco, escuchando con gozo como kagami jadeaba ante un dolor que sabía le gustaba.

—No crees que estoy más… ¿gordito? —Aquello detuvo al mayor y lo miro con ceja alzada y una sonrisa de burla en la cara.

—No, para mi estas bien, y aunque fueras un bolita rodante me daría igual — y siguió con su actuar de desnudar a  kagami quien bufo inconforme con la respuesta.

—Hablo enserio Ahomine, mírame bien no crees que… bueno, ¿estoy mas rellenito? —Aomine suspiro y se alejó un poco para mirar  su atolondrado novio, de seguro se habia encontrado gordo y quería que él le dijera que estaba perfecto.

—Estas bien Taiga, tu estomago sigue igual que… — “Wao” dijo en su mente —Ay bebe si están panzón — dijo sin medir sus palabras y es que ni el mismo lo creía, no se habia dado cuenta pero si kagami estaba más gordito, era pequeño pero esa pancita se notaba  era diminuta pero valla que si se notaba si le prestabas atención —No lo habia notado pero estas barrigón — dijo molestándolo y peñiscándole esa pequeña protuberancia.

—¿Ba…barrigón? — es que acaso no habia una palabra más delicada, “Si será bruto” pensaba el pelirrojo un tanto molesto.

—Cariño, parece que tendremos que hacer el amor más seguido si no quieres terminar como barril — dijo de nuevo sin malas intenciones y comenzando a besarlo hasta que kagami lo tiro en la cama y se levantó indignado

—¿!Parezco barril?!

—No amor, dije que tendríamos que trabajar para que no terminaras como…

—¡Eres un idiota! — Tomo su polera y se la puso para irse dejando a un desconcertado Aomine, ¿que habia hecho ahora para molestar a su adorado esposito?. Se puso la polera rápidamente para salir en su búsqueda.

Salió de su habitación y al pasar por al lado de la habitación de su pequeño no evito pasar para asegurarse que seguía en su placentera siesta, al acercarse a la cuna sintió esa suave respiración, su pequeño morenito y demostración más bellas del amor de kagami hacia él  dormía plácidamente agarrado a su peluche. Rio al notar que sus cabellos en la parte de atrás se levantaban dándole un toque muy desordenado, ya tendrían que cortarlo.

Nuevamente salió de la habitación dejándola junta para en caso de cualquier cosa escuchar su vocecita,  bajo las escalera y se fue directamente a la cocina encontrando a kagami con el ceño fruncido  mientras mataba un pobre pedazo de lechuga. Para luego masacrar un tomate y posteriormente torturar una cebolla.

Iba  a hablarle pero otras voces le distrajeron y se le adelantaron.

—¡Ya llegamos! — se escuchó una vos cantarina. La de seguramente su hija, la misma que  ingresaba a la cocina con una sonrisa deslumbrante. Dándole un besote en la mejilla a su padre para luego enredarse en los brazos de su Oto-chan —¿Estás enojado? — pregunto curiosa y confirmando cuando su adorable progenitor miro con furia al moreno — ay esto es grave ¿qué le hiciste? 

Saki miraba con suspicacia a su padre esperando que contara, que habia hecho para molestar de esa manera al pelirrojo mayor.

—Yo no hice nada — se defendió — el me pregunto si estaba un poco gordo  y  le dije que quizás… un poco.

—¿Un  poco?... ¡¿UN POCO?! Me dijo ¡panzón!,! barrigón! Y  ¡¡BARRIL!! — decía cada vez más exasperado

Sus mellizos sonreían, ante la discusión infantil que seguramente les duraría hasta el día de mañana.

—Anda Oto-chan — dijo animadamente  su hijo Saki, mayor por tres minutos con su hermana Melliza. De piel acanelada como su  progenitor al igual que heredo sus bellos ojos solo que mucho más claros, todo lo demás lo habia sacado a su Oto-san  si duda y como decían sus tíos la combinación perfecta. Muy diferente a su hermana melliza que  era una versión demasiado femenina de su Oto-chan — no te enojes con él, yo también te lo dije el otro día, que te encontraba ya sabes… un poco rechoncho — dijo con toda la intención de tener tacto.

La única chica de la familia quiso golpearse la cabeza. Tanto su padre como su hermano eran unos idiotas.

—¡ESO ES PORQUE ESTOY EMBARAZADO PAR DE IMBECILES! —le gritó

Aomine procesaba la información no les costó mucho antes de que se abalanzara sobre kagami para repartir, besos donde sea que estos fueran a  parar

—Eres… un…idio —Aomine no le dejaba de besar, solo cuando sintió esa legua queriendo abrirse paso lo empujo, —no te pases tonto

—ahh pero es que estoy tan feliz —Así era, ambos estaba buscando su cuarto hijo y el ultimo del cual tenían contemplado que fuera enteramente planeado, kagami habia dejado de cuidarse hace un año con ese propósito, pero él bebe no llegaba, lo cual los doctores les decía que absolutamente normal, después de estarse cuidando por cuatro años luego de su ultimo pequeño, era lógico que quitándose el tratamiento no quedara en estado inmediatamente.

—To-chan, to-san… creo que Saki murió — dijo la chica dramáticamente pero igual un poco preocupada.

El chico  se habia quedo impresionado casi en shock, kagami se acercó rápidamente hacia su pequeño, bueno tenia quince años pero aun así era su bebe. No pensó que tomaría tan mal la noticia.

—¿Saki no estas contento? — se sentó a su lado y tomo sus mejillas.

—No es eso — miro a su padre con un poco de culpa, no estaba molesto solo impresionado.

—¡Ah… ya se!, To-chan… se puso así por que le gritaste y peor aún lo llamaste imbécil — decía la chica como grande descubrimiento. Ambos padres, miraron al joven que se sonrojo levemente y bajo la mirada.

Aomine sonrió con ternura, Claro. Kagami jamás le ha gritado, mucho menos a Saki que era su pequeño, su adoración, el que siempre ha estado con él. De salir con sus amigos el prefería estar en casa y ayudarlo en los quehaceres, pasar una tarde con kagami viendo películas para él era lo primordial. El mismo joven a sus ocho año le habia confesando porqué se esforzaba en tener buenas notas. La imagen de Kagami feliz cuando él le trajo su primera nota alta en su primer año de escuela no se le habia borrado jamás. Su comportamiento era intachable con cualquiera a su alrededor. También tenía el conocimiento del rechazo que tenía hacia ciertas mujeres, sobre cuando detectaba que no era de buenas intenciones. Y lo cruel que podía ser.

También tenía algo de culpa en eso. En todos sus años de matrimonio tres veces habia tenido problemas con kagami, por problemas con chicas, ya sea una profesora de la universidad, una apoderada loca y la última, aquella mujerzuela que habia osado llegar hasta su casa en venganza porque él la habia rechazado. Aquella ves kagami habia terminado llorando por culpa de aquello y las inseguridades que esa mujer le creo estando su hijo presente y peor aun esperando a su morenito. Aún recuerda cuando el menor prácticamente le tenía las maletas hechas.

Su hija, aquella hermosa nació para robar corazones, Su carisma era entrador y enomorizante para cualquiera, su sonrisa era imposible de ignorar y no admirar. Su princesa era hermosa, solo dios y kagami sabia cuan orgulloso estaba de  tener a Nozomi como su más grande tesoro. Muy  diferente a su hermano a ella le gustaba salir juntarse con sus amigas y bueno hacer cosas de chicas, sus notas no eras sobresalientes pero  se defendía, lo que no daba en las notas lo daba en la pasión por  el deporte que habia heredado de sus padres.   Era desordenada, juguetona, enamoradiza. Un encanto si te ibas por el carril correcto con ella.

—Perdóname amor, era a tu padre al que quería llamar así, me deje llevar por el  enojo pero sabes que eso no era para ti — decía tomando su mejillas y besándolas, a cada palabra dejaba un beso en  su frente, su nariz, su mentón para luego terminar con beso esquimal.

Santo remedio, Saki habia abrasado al pelirrojo. Nozomi sonrió al ver mejor a su tonto hermano.

—Y dime… — se acercó con la mano atrás en pose investigativa  a su moreno padre — ¿qué se siente que tu hijo te robe el esposo?

—¿Mi pequeña esta celosa? — la chica abrió grande los ojos casi horrorizada.

—¡Claro que no! — dijo asustada cuando Aomine le sonrió torcidamente y abraso alzándola como una bebe

—¿También quieres un beso?

—¡Que no! — Forcejeaba —¡aléjate! Wacala!  ¡Auxilio! ¡to-chan!

—Ven aquí papá te dará un gran beso también

—¡¡To-chan!!

—Vamos Daiki deja de molestarla —Dijo el pelirrojo entretenido por la escena, su hija se encontraba con la ropa toda desordenada y realmente luchaba por alejarse. 

Aomine deposito un tierno beso en su frente y la soltó, ella respiraba agitadamente, mientras se acomodaba su ropa  y su coleta ya era historia más aun cuando Aomine con sus manos desordeno su cabello más aún. Ella fruncía el ceño de una manera impresionante, aun así no alejo la mano de su padre y tampoco estaba molesta como lo demostraba su cara. Y la familia completa lo sabía.

 

~*~

 

La noche se hacía presente y Aomine quería retomar lo estropeado por su pareja esta tarde, pero de nueva cuenta una pequeña vocecita los saco de su momento sexual.

—Ve a buscarlo — le mando kagami riéndose por la frustración que veía en Aomine

—Te llamo a ti —Kagami sonrió ante el tono enfurruñado y antes de levantarse le dio una agarrón a Aomine que lo hiso gritar y no precisamente de placer.

—¡Con un demonio Taiga, acaso quieres dejarlo incapacitado! — de sus ojos salieron dolorosas lagrimas mientras su manos sobaban descaradamente su miembro con desesperación.

—Claro que no — se volvió a sentar en la cama y con un descaro casi insano se asomó a aquella parte dando un cínico beso. Se levantó lo más rápido que pudo entes de Aomine lo agarrara y no lo dejara ir por su pequeño.

La frase de “Esta me la pagaras” paso por la mente de Aomine y la resintió kagami. Solo movió la cabeza y rio antes de entrar  a la habitación de su retoño efectivamente  estaba removiéndose en su cunita. Kagami también estaba cansado así que  por esa noche no se veía cantándole una canción de cuna para dormirlo lo tomo en brazos y el pequeño enseguida se acurrucó en su pecho. Beso su frente viendo como retomaba su sueño casi por obra de magia.

—Deja de estar ahí como bobo y tráelo — dijo su moreno desde la puerta, sonriendo ante la escena de su esposo junto con su hijo.

Ya en la cama ambos padres se miraban de frente con su hijo en medio, quien dormía plácidamente.

—Es un angelito

—Lo es, es una lástima que se parezca tanto a ti — dijo  casi con pesar.

Aomine sonrió. Lo sabía. Sabía que kagami era completamente feliz con su morenito por el simple hecho de que el mismo era feliz. Como olvidar ese pálido rostro que le preguntaba “si era feliz”.

 

Las piernas eran gelatinas, su manos sudaban, su ojos viajaban de una puerta al piso, su esposo estaba por tener a su bebe y aun no le dejaban entrar para acompañarlo  y apoyarlo. Sus hijos tampoco le ayudaban estaban aún más nervioso que él.

Kagami habia comenzado con las contracciones mientras ellos estaban en casa y el en su trabajo, tuvieron que lidiar con sus dolores, uno lo apoyaba mientras el otro tomaba las cosas preparadas para el gran suceso.

Sr. Aomine venga conmigo dijo una enfermera, le dio instrucciones a sus hijos de que estuvieran tranquilos, y la siguió. Con cada paso poniéndose un poco más nervioso. Al higienizarse de la manera correcta La enfermera lo dirigió a la sala de partos.

El rostro de su marido estaba pálido, noto su ceño fruncido pero en cuanto le vio ahí sonrió de manera deslumbrante. Llego a su lado tomando su mano y acaricio su rostro con la otra. Las palabras de apoyo y amor no faltaron para distraerlo del dolor soportable que inevitablemente iba a sufrir.

Cuando el llanto hiso su presencia fue el primero en impulsarse para ver a su hijo, asegurándose de que era varón como ya les habían dicho en sus primeras ecografías, luego sonrió con una felicidad que le lleno el pecho, aquel pequeño era de piel morena, “su” piel morena, y sus cabellos que eran muy pocos se notaban eléctricos como los propios. Por un lapso demasiado pequeño abrió sus ojos y noto que no eran rojos, así que solo quedaba asumir que ese pequeño bebe manchando de sangre era su viva imagen, suyo y completamente suyo.

—¿Estas feliz? — fue lo que pregunto su esposo para sacarlo de su embelesamiento, vio a su pelirrojo sonriendo. Y se acercó despacio para besarlo con ternura.

—Sí, es precioso gracias —Su tercer hijo una tercera felicidad que le regalaba su esposo.

 

Y ahora, venia su Cuarto y último hijo, no hallaba la hora de repetir todos aquello procesos únicos del estado de su marido, tener este motivo para regalonearlo le encantaba, verlo gordito, besar y tocar su barriga. Hacer el amor con el de esa manera. Era un adiós al sexo duro y hola sexo tierno, siempre se daba los dos según la situación o su desespero, pero sin duda reinaba el segundo cuando ya su Taiga iba por el cuarto mes.

Sus ojos divagaron a su esposo durmiendo y a ese pequeño en su pecho con una sonrisa antes de quedarse dormido.

 

~*~

 

Los meses pasaban y con lo único malo de alguna manera que habían tenido que lidiar, fue con la mala aceptación que habia tenido su pequeño morenito, habían notado que cuando le contaron que tendría un hermanito no habia estado feliz, pero tampoco  dijo algo de que lo podía estar pasando por esa cabecita.

La preocupación llego cuando, lloraba sin ninguna razón y se estaba negando el ir al jardín, había días en los que llegaba de vuelta con kagami y pegado a su pecho. No quería soltarlo. Con sus pequeñas manitos se aferraba a ese cuerpo con desesperación y kagami no tenía corazón para dejarlo.

—¿Otra vez taiga? — Le regaño un poco Aomine ese ida tenia libre y no tenía que dar clases en la universidad —¿cuantos días ha faltado ya?

—No ha ido en toda la semana — dijo con un poco de culpa

—Esto está mal taiga lo estas malcriando —se acercó dejando lo que hacía de lado, su esposo ya estaba en su sexto mes y una barriga como la que cargaba no era fiable que anduviera con su hijo de cuatro años en brazos. Cuando quiso arrebatárselo el menor se apretó al cuello de kagami. Ambos se miraron en verdad preocupados. Aomine forcejeo para quitarlo y entre la pataleta una patada le llego a kagami en su estómago, quien retrocedió un poco asustado.

—Dios —dijo Aomine  quitándole al menor enojado dejándolo sentado en el sillón para ver a su marido —¿Estas bien? —sus manos fueron a la zona afectada, sobándola.

—Tranquilo no pasó nada fue más el susto —sonrió para darle más tranquilidad y así mismo también, la patada le habia llegado y habia dolido, pero sabía que no era para preocuparse por la pequeña que se encontraba en su interior.

Aomine se volteo a ver a su hijo para darle una buena regañada, pero no pudo, el menor se encontraba mirándolo como con miedo casi pánico, mientras sus manitos se tomaban una a la otra con nerviosismo, se mordía los labios que tiritaban incesantemente mientras de sus ojos caían lágrimas y más lágrimas. Sus gemidos he hipidos se hicieron constantes.

Aomine suspiro y lo tomo en brazos para sentarse y situarlo en su regazo viendo con claridad como ahora lloraba desconsoladamente.

Kagami se apresuró en sentarse a su lado. Y secar su carita con sus manos.

—Vamos no llores, no fue nada — le decía kagami mirándose culpables con Aomine

—Pe… Perdón… — decía con dificultad.

—No importa eso ya paso, pero debes tener más cuidado, eso patada podía haber sido más peligrosa — decía calmadamente Aomine acariciando eso cabellos azulinos.

—Yo no quería pegarle a To-chan.

—Lo se bebe — decía ahora kagami.

Después de unos cuantos mismo detuvieron el llanto del pequeño.

—Amor, hay algo que te esté molestando en el jardín, ¿Por qué ya no quieres ir? —Fue la suave pregunta de kagami al ver que su hijo le miraba arrepentido. Sin embargo su pregunta solo provoco que el menor rompiera en llanto de nuevo.

Ambos padres se miraron en verdad preocupado, algo estaba ocurriendo, “y si pequeño morenito estaba sufriendo algún tipo de bulling colectivo” pensó Aomine con terror

—Kei — dijo seriamente el moreno mayor— necesito que te calmes y nos digas que es lo que pasa, antes te gustaba ir ¿porque ahora no?

—Taro-chan dijo… di…jo — Aomine sobaba su espalda mientras con su manga le secaba la carita —dijo que una vez naciera mi hermana me dejarían ahí para siempre —lloro, no sabían de donde sacaban tanta lagrima pero su pequeño se encontraba muy afligido — y  no me irían a… buscar a… a él le hicieron eso cuando nació su hermanita, yo no quiero quedarme ahí… yo los quiero mucho… ¿porque ustedes no a mí?… — Se llevó sus manos a sus ojos

Aomine y kagami se miraron entre si y abrasaron al más pequeño para calmarlo nuevamente, le hablaban pero dudaban que el menor les estuviera entendiendo algo siquiera.

Claro que recordaban aquel día en que sus mejores amigos tuvieron a la princesita  rubia, fue todo un caos debido a que la atrevida se adelantó un mes completo, entre tanta mal información, equivocaciones y llamadas que iban y venían, habian terminado yendo a buscar ellos al pequeño abandonado al jardín.

—Bebe ¿enserio crees que sería capaz de dejarte ahí?, eres mi hijo. Si ni tu tío kuroko ni Kise fueron por taro ese día, fue porque se les complico el nacimiento de Rina, pero aun así nos mandaron a nosotros por él, ellos jamás abandonarían a su hijo. Si algo parecido nos llegara a pasar ten por seguro que ira tu padre a buscarte o en su defecto están tus hermanos, pero no pienses jamás que te abandonaríamos cuando lo eres todo para nosotros… ¿me crees? — le pregunto infantilmente.

El pequeño le miro atento ante cada palabra, claro que le creía a su padre, estiro sus brazos pidiendo que kagami lo reclamara. El pelirrojo sonrió y lo llevo a su regazo sintiendo como el menor lo abrasaba he hipaba en su pecho más tranquilo.

Aomine lo acomodaba en su cuna, después de llorar un buen poco más. Termino por quedarse dormido suspiro un tanto triste al ver como su cuerpo seguía con espasmos, y a pesar de su morena piel se podía notar claramente la irritación alrededor de sus ojos.

Al llegar a la cocina vio a su esposo pensativo.

—¿Estas bien?

—Si… es solo que… a ningún padre le gusta ver a sus hijos llorar  así.

 Aomine camino hasta situarse  de espaldas a un mueble de la cocina, tomando la mano de kagami atrayéndolo hacia si para abrasarlo por la espalda, enseguida el pelirrojo se hecho hacia atrás sobre su hombro.

—No pasamos por esto con Saki y Nozomi — dijo kagami tranquilo y sonriendo cuando sintió un suave beso en su mejilla

—Estaban más grandes, se criaron juntos, estaban felices cuando supieron que tendrían un hermanito. Es normal que tengan ese tipo de inseguridades, pero debemos tener cuidado, Kei para ser tan pequeño es de los que se guarda cuando algo le molesta, prefiere no decirlo para no molestar, debimos cuidarnos de eso apenas notamos que algo andaba mal.

—Tienes razón…

EL moreno sonrió. Kagami estaba quedándose dormido. Sabía que se relajaba cuando el acariciaba su abultado estómago.

—¡Ey! — le reprendió alejándose cuando ese par de manos fue a sus tetillas para apresarlas entres su dedos —tenías que arruinar el momento ¿verdad?

—Yo no diría que lo estaba arruinando, más bien lo estaba encendiendo — dijo pícaramente acercándose nuevamente al pelirrojo.

—Pues ve a la ducha y apágate “encendedor” —Aomine no reprimió una carcajada que salió de su boca ante el nuevo nombre que le daba su esposo. Lo tomo de la mano y tiro de el para estampar sus labios sobre los de kagami.

—Como si una ducha fría pudiera bajármela — le grito al ver como su esposo se alejaba y rodeaba la mesa para que no lo agarrara.

—¡Cállate la boca, como se te ocurre decir algo así en presencia de una niña! —Aomine rio internamente, su tigre se veía en verdad horrorizado para luego acariciar su gran panza.

—Oh vamos ella no sabe aún de las necesidades que sufre su padre y si lo supiera lo más seguro es que este de mi parte Taiga, así que ven aquí y usa esa linda boquita que tienes…

—Cállate, voy a matarte — tomo lo primero que sus mano encontraron.

Una paila y un uslero, ambos igual de mortales si llegaban a donde kagami esperaba llegar. Ahora era Aomine quien corría por la cocina, habia metido la pata lo sabía.

—Perdóname amor sabes que soy idiota — pedía clemencia mientras con pasos de un lado a lado intentaba esquivar aquella paila.

—Pues debiste haberlo pensado antes de abrir la boca. — Aomine salió corriendo de la cocina y sudo frio cuando la paila paso cerca de su cabeza como un bumerán, Su tigre iba enserio.

—Toda la razón, es más seré yo el que use mi boca ¿si? — El moreno vio el momento mismo en que esos ojos lo fulminaron con la mirada. Y se preguntó realmente que estaba haciendo. ¿Que era más fuerte? su miedo a que kagami le rompiera el rodillo en la cabeza o las ganas de molestarlo hasta ese punto.

Se sentó en el sillón  con miedo y levanto las piernas para defenderse Cuando creyó que su adorable esposo lo mandaría gratuitamente al hospital, fue que quedo completamente en shock. Un beso en la mejilla lo ínsito a abrir los ojos viendo como kagami se encontraba de rodillas a su lado sonriendo tan hermosamente que él lo hiso de igual manera.

—Tu cara — estallo en risas el pelirrojo — debiste haberte… visto.  ¿En realidad creíste que te pegaría?  — decía contento y abrasando al moreno mientras le daba otro besito en la nariz.

—No lo creí hasta que me tiraste la paila ¡baka!

Kagami sonrió ante ese bufido.  Y volvía a darle un beso pero encontrándose con ese par de carnosos labios morenos.

 

Era temprano aun, su hijo ya habia despertado y se encontraba jugando en medio del living con sus dinosaurios y autitos. Aomine se encontraba sentado con su esposo acostado en su regazo, una mano acariciaba su cabello y la otra deambulaba  sintiendo a su hija.

—Daiki aún no hemos pensado un nombre ¿tienes alguno en mente? —preguntó girando su cabeza para mirarle

—La verdad  si pero no estoy muy seguro… — Aomine quedo en silencio para que continuara   — Derai

—¿Derai? — Kagami sonrió era raro pero se escuchaba bonito —Aomine Derai me gusta — quiso pararse pero se  fue  para atrás nuevamente. Aomine le ayudo.

—¡Kei-chan! ¿Te gusta Derai como nombre para tu hermanita?

El Joven se levantó y asintió feliz. Yendo abrasar a su oto-chan, puso su cabeza en la guatita de kagami y pronunció el nombre una y otra ves

—¡A ella también  le gusta Oto-san! — Dijo mirando a su padre, luego levantó la polera de su padre y  junto sus manitos simulando una trompeta para hablarle a su hermanita — Derai-chan espero no seas tan llorona como Rina-chan —dijo para luego poner de nuevo su oreja en la barriga de kagami esperando alguna repuesta. Una patadita le llego a su mejilla y sonrió. Pero realmente no supo si eso era un sí o un no. Miro a su padres mientras trataba de volver a sentir algo —Dijo que sí.

Ambos padres apretujaron el pequeño con histeria mientras le besaban donde quieran que llegaran sus besos, el solo se removía y reía por el cariño que le brindaban sus padres.  Tomo a kagami de los cachetes con sus pequeñas manos y le estampo un beso en la boca.  Aomine alego el suyo también y  le llego por partida doble.

Luego de aquello seguirían como cualquier día normal en la que ambos padres podían disfrutar de la regalías que les daba la vida. “Disfrutar cada momento con sus hijos”. Lo más seguro es que kagami siguiera durmiendo, Aomine para no despertarlo se levantaría sin hacer ruido.  Iría a la cocina para preparar un rico almuerzo para esperar  a sus dos amores que llegarían de la escuela. Todo aquello para luego disfrutar de una linda tarde en familia.

Sí… un regalo de la vida.

 

“Su esposo y sus hijos

en si,

Su familia”

 

Fin.

Notas finales:

Se terminó. Díganme qué tal si ?*w*

Espero les gustara lindas que tengan una excelente semana!!

Bye bye 


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