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¿Así funciona el amor? por madnessrequest

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Camino alrededor de dos horas más, no podía dejar de pensarle.

 

Lo conoció hace un par de años, cuando entraba en los veinte, mediante una amiga. Ojala nunca los hubiesen presentado. Mari una sus mejores amigas entro a estudiar ingeniera, y en una de sus ayudantías se encontró a Elliot, a quién ya conocía de nombre, pues una de sus compañeras había empezado a salir con él. De forma inmediata, Elliot, Mari y Leonor se hicieron inseparables.

 

Y fue por ello que termino presentándoselo.

 

Mari era una chica ingenua y Leonor estaba enamorada del hombre, quizás fue por eso que no notaron que el gran Elliot se lo comía con los ojos la primera vez que coincidieron, tanto así que Alex sintió miedo, lo cual era estúpido considerando las experiencias que tenía. Pero díganme, quién en su sano juicio no se aterra cuando el novio de la amiga de tú mejor amiga te mira de “esa” forma, a decir verdad pensó que eran ideas suyas… pero aquel día todo se escapó de sus manos.

 

Alex era un chico extraño, por decir lo menos. A sus diecinueve años no tenía idea de que quería hacer de su vida, de ser por él seguiría como cuando tenía quince, trabajando de camarero y tocando en bares de mala muerte, pero Dante le dijo que tenía que hacer algo de su vida, que por lo menos tenía que conseguir terminar la enseñanza media, ya vería él que hacer con la superior. Pero, Alex era bruto y nunca escuchaba. Ni siquiera a él mismo.

El punto es que, Alex a sus diecinueve años había recorrido más camas de las que podía recordar, tanto de hombres como de mujeres, pues no le veía lo malo a aquello. Sin embargo, nada lo preparo para los avances de Elliot.

 

¿Cómo lo hace alguien para estar justo en tus peores momentos? ¿Qué acaso tenía un radar? Le enfurecía de tan siquiera pensarlo. Aquel día salieron a tomarse un par de copas, iban Mari, Elliot y otros amigos, y una cosa llevo a la otra y el par de copas se trasformaron en botellas y botellas y más botellas de alcohol.

 

Como han de imaginarse, una cosa llevo a la otra. Mari se fue con otra de sus amigas y le dejo solo con Elliot y entonces, pecó.

 

-          Hola… -dijo cabizbajo al abrirse la puerta, había llegado a su destino.

-          Kuro –le recibió una ronca voz, perteneciente a un hombre de unos treinta años, lleno de tatuajes, de aspecto desaliñado y mirada verdosa cansada, cabellos largos y negro azabache, vestía lo de siempre, una camisa a cuadros sobre una camiseta y jeans oscuros desgastados

-          Sabes que ya nadie me llama así –refunfuño haciendo un puchero

-          Yo te di ese nombre –dijo serio, mirándole de arriba abajo-así que yo decidiré cuando quitártelo

-          Eres idiota -sonrió

-          No más que tú –soltó confidente- pasa, te preparare un té

-          Dante… -trato de comenzar al cruzar la puerta

-          No digas nada –lo silencio, pasando un brazo sobre sus hombros, un gesto común entre ellos

 

Se conocieron en un restaurant donde Alex trabajaba de camarero por las tardes, en ese tiempo llevaba su cabello negro con puntas verdes, sus lentillas grises y sus ojos delineador de negro, resaltando lo pálido de su piel, y el encantador toque de sus facciones, vestía siempre prendas oscuras y jamás cambiaba sus converse. Tenía 15 años. A veces quisiese haberse enamorado de él, pero nada era tan fácil.

 

-          ¿Cómo esta Chase? –trato de iniciar Alex, al llegar a la cocina y sentarse en esa mesita que tantas conversaciones había presenciado

-          ¿Realmente quieres saber? –pregunto burlesco Dante, mientras sacaba unas tasas y ponía el hervidor

-          Sabes que lo quiero –volvió a sacar su labio inferior en un puchero muy infantil

-          Lo quieres muerto, Kuro –dijo divertido, a pesar de que era un tema delicado

-          No me digas así

-          ¿Te preocupas por el mote con el que te llamo y no por mí diciendo que lo quieres muerto? –pregunto riendo

-          Yo… -se puso nervioso

-          Siempre serás un gato callejero –afirmo entonces

-          No sigas…

 

Siempre era lo mismo, Dante era como un hermano mayor para él o tal vez algo incluso más especial, en realidad nunca quiso indagar en si lo quería fraternalmente o de otra forma. Pero ya no era momento para ello, ya era tarde.

 

-          ¿Por qué viniste? –pregunto el mayor entonces, rompiendo el silencio

-          Que directo –soltó con molestia

-          Es por ese niño ¿no? –dijo meditando, mirando detenidamente a ese mocoso tan particular

-          No es un niño –dijo frunciendo el ceño

-          Hubieses sido mucho más feliz conmigo –soltó entonces con una risa burlesca, mientras le daba una palmadita inocente en la espalda

-          Fuiste tú quien no me quiso –contesto ahora sí malhumorado

-          Eres un gato callejero Alex –siguió molestándole

-          ¡Cállate! –termino por gritarle

-          Está bien –dijo cantarín, mordiendo su labio para no volver a molestarle provocando un silencio que solo fue roto por el sonido del agua al golpear la losa que había comenzado a lavar- Alex –hablo conciliador

-          Dante –le llamo, mirándole directamente a los ojos

-          Este siempre será uno de tus hogares –dijo mientras se secaba las manos, queriendo quitarle el peso al compromiso que hacía en esa frase

-          Yo… -trato de hablar

-          Vamos a dormir –lo callo, tomándole de la muñeca para arrastrarle al cuarto principal

-          Pero ¿y Chase? –quiso negarse, inquieto y lleno de dudas, pues sabía que ya nada era lo mismo

-          No importa –corto con seguridad- ven aquí Kuro –le invito, mientras le regalaba una media sonrisa que siempre le había pertenecido solo a él; a aquel niño de mirada pérdida.

 

Y es que los miedos desparecen junto a la persona correcta, y un trozo de su corazón siempre amaría aquel hombre.

 

(-)

 

Aquella noche Alex estaba triste, su novio de turno le había sido infiel, aunque si era su novio de turno ¿realmente se consideraba infidelidad?

 

Elliot estaba a su lado, diciéndole lo lindo que le parecía, lo dulce que notaba era en realidad, que se merecía muchas cosas y no debía de llorar por un idiota. Já, si pudiera retroceder el tiempo.

 

Elliot era un experto en la forma de hablar, podía conseguir lo que quisiese si de eso dependía, tenía un carisma único e inigualable, y aquella noche lo demostró, aquella noche fue la primera vez que probo sus labios y cuando despertó se prometió que nunca más pasaría, pero se equivocó.

 

Elliot era su droga.

(-)

 

-          Debes despertar –sintió que le movían

-          No quiero –gruño tratando de cubrirse con las sabanas

-          Tienes que –exigió, sacudiéndolo

-          Pero –trato de volver a acomodarse, mas al no poder, solo miro al mayor haciendo pucheros

-          Y debes irte –sentencio con seriedad

-          No quiero –siguió, caprichoso como él solo

-          Kuro –le reto

-          No me digas así –término por gritarle, levantándose parcialmente y provocando que quedaran sus labios solo a centímetros.

 

Con Dante siempre era igual, el hombre le abría las puertas de su hogar lo cuidaba y secaba sus lágrimas, incluso le ayudaba cuando las pesadillas volvían. Pero todo tenía un límite y ese era Chase.

 

Cuando Alex tenia quince años Dante le ofreció vivir con él, esos fueron definitivamente los mejores años de su vida y a su vez los más locos, pues aunque aquel hombre hoy presentase un aspecto cansado y calmo, hace diez años las cosas eran diferentes.

 

Hay una etapa en la vida de los hombres donde las cosas se tornan un poco oscuras, y fue en ella que Dante se llevó la mayoría de sus primeros; y con ello me refiero a: sexo y drogas.

 

-          ¿Por qué me dejaste marchar aquella vez? –pregunto aun somnoliento, pero con una mirada decidida

-          Porque eres un gato callejero –le dijo como si nada, mientras ordenaba la cama de la que por fin había logrado echar al menor

-          …

-          No te enojes, lo digo con cariño –revolvió sus cabellos- siempre serás especial para mí, te amo a mi estúpida manera, pero tú no eres para mí y yo no soy apto para ti

-          ¿Por qué…? –trato, confundido- Y no me repitas lo mismo

-          Algún día lo entenderás

-          Dante –le llamo, como lleno de anhelo

-          Chase viene en camino –sin embargo, el tiempo había acabado

-          Me echas por él –gruño, tratando de impregnar humor a su comentario

-          “Ese” es el amor de mi vida –y esa era la verdad más triste en su vida

 

Y ese es uno de los tantos motivos por el que estaba tan roto.


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