Las calles desiertas no lo sorprendieron del todo. Desde el día pasado con la noticia que parecía ser la única durante veinticuatro horas, muchos de los criminales de diversos sitios del planeta se habían escondido como ratas esperando que las cosas se aclararan. Por supuesto que Gótica no era la excepción a esa regla donde por lo visto el miedo e incertidumbre les había sembrado un toque de queda a las escorias que solían pasear como dueños del lugar.
Las llantas de su batmovil derrapaban sobre el asfalto de esa ajena ciudad, sus coordenadas estaban puestas en uno de los tantos centros médicos de la ciudad, ahí era donde se encontraría con el comisionado Gordon y por fin comprobaría en primera persona si lo que Lois Lane había escrito era cierto. Una vez llegó salió como si fuera una sombra y subió al techo donde el policía en jefe fumaba tranquilo un cigarrillo.
-Gordon…
El hombre dio un pequeño salto por la sorpresa, siempre le causaba esa misma aceleración y de nada le servía pedirle ser más ruidoso para no subirle la presión ya que el caballero de la noche parecía ignorarlo casi como si disfrutara de ir espantando a villanos y policías por igual.
-Batman, creí que nos veríamos ayer- alzó una ceja analítica, realmente no buscaba nada en específico, ese hombre era una caja hermética incapaz de descifrar- todo en orden?
-…
-En fin, te estábamos esperando- empezaron a caminar al interior del hospital- ¿Puedo preguntar dónde estuviste todo este tiempo?
-...- nuevamente silencio.
-Imagine eso… - el comisionado entendió que el justiciero no hablaría sobre su desaparición así que sencillamente empezó con la explicación del estado de Harley Quinn- los estudios arrojaron una destrucción parcial en el lóbulo frontal.
Al abrir la puerta de la habitación 324 se encontró con una mujer rubia sentada al borde de la cama. Ella tenía la vista fija en un punto de la pared y no se inmuto ante el ruido de las bisagras, ambos hombres la contemplaron metódicamente.
-Quinn está sumida en un estado de relativa calma debido a que se le han suprimido sus habilidades sociales y de razonamiento complejo al quitarle parte de su masa cerebral.
El enmascarado no decía nada así que el comisionado prosiguió con la explicación que tiempo atrás le había dado una doctora del lugar.
-El lóbulo frontal se relaciona con el control de los impulsos, el juicio, la producción del lenguaje, la memoria funcional y en general con las funciones motoras.
-Una lobotomía- afirmó Batman después de tanto tiempo sin hablar, no es que figurara como el más platicador pero esa ocasión lucía más reservado.
-Si- el oficial se rascó la nuca al tiempo que hacía una mueca. Esa mujer les había provocado muchos problemas, había matado a muchas personas y causado tanto mal como su jefe, sin embargo verla en ese estado era deplorable. Su característica sonrisa alegre ya solo era un recuerdo en su rostro que se mantenía serio como nunca imagino ver. Sentía lástima por ella, su vida desde un inicio había sido una toma mala de decisiones constante.
-Los lóbulos frontales asisten en la planificación, coordinación, control y ejecución de las conductas- Batman era experto en muchas áreas y la medicina siempre había sido una de sus preferidas. Lo magnífico que era el sistema humano siempre lo había fascinado, tal vez de estar vivos sus padres Bruce se habría vuelto un médico siguiendo los pasos de Thomas Wayne.
-Ahora será una muerta en vida incapaz de valerse por sí sola.
Girándose sobre sus pasos el murciélago se dispuso a dejar el recinto. Ya había comprobado con sus propios ojos de lo que Superman era capaz de hacer; Batman había esperado tanto tiempo sin hacer nada porque llanamente buscaba una excusa, algo que justificara a enfrentarlo.
Ahora ya no necesitaba más, esa misma noche iría a confrontarlo de una vez por todas.
Cuando Gordon quedó solo volvió a mirar a la rubia sin poder reprimir un suspiro.
-¿Qué nos deparará el futuro ahora?- se cuestionó desalentado por la obra trágica de quien creyó era el héroe más grande de todos los tiempos.
***
Una vista lúgubre se asomaba por los espejos de ese vehículo, el conductor apretaba con fuerza el volante y sus guantes de cuero rechinaban fuertes al hacer fricción ambos materiales. Una nave lo esperaba en un callejón cercano y el transporte ya tenía las coordenadas puestas hacia Metrópolis, todo estaba montado con perturbadora precisión y no era para menos teniendo en cuenta la cantidad de tiempo con el que conto el millonario para acomodar hasta el más mínimo detalle, esa noche no había nada que él no controlara, ni siquiera las palomas o ratas podrían figurar en su tan perfecto plan. Pero el destino era caprichoso un amante receloso y engreído que se esforzaba por sorprender hasta al más reacio de sus hijos, el destino se manifestaba de diversas maneras y en el caso de Batman fue con una llamada entrante de su fiel mayordomo.
-Ahora no Alfred.
-Señor, creo que está tomando el camino equivocado.
-Sin rodeos.
-Superman está en Arkham, ya fue llamado el comisionado y …
-Dile que no se acerquen… él es mío.
Las llantas pronto tomaron otro camino y el motor comenzó a desprender el aroma de estarse quemando por la marcha de las balatas y los engrames al unísono. Pronto llego a lo que esperaba fuera todavía un hospital psiquiátrico y no un cementerio de zombis. Los oficiales hacían barricadas que se abrieron al verlo llegar, la situación estaba muy por encima de lo normal pero claro que confiaban en su caballero nocturno quien se abrió paso casi volando para frenar esa locura.
Los pasillos sumergidos en la oscuridad perpetua por primera vez le desagradaron; estaba seguro que de no tener su marcara con visión nocturna no sería capaz ni de mirar su propia nariz. Con pasos sigilosos se adentró en las entrañas de ese espantoso lugar que no desprendía ningún ruido, alarmado por lo que el medio le enseñaba decidió dejar el sigilo de lado, de cualquier forma a Superman le bastaba con escuchar su corazón para saber de la presencia del murciélago.
Llego a lo que era el complejo de las celdas y en cada una fue admirando la misma marioneta sin vida una y otra vez solo quedaban cascarones vacíos con ojos morados, un alarido que parecía una súplica lo condujo hasta la planta baja del recinto, ahí estaba lo que buscaba y la impresión a lo que vio le valió segundo de reacción.
El hombre que frente a él no podía ser Clark, no podía. Ese hombre portaba el mismo escudo de la casa El en su pecho pero era diferente. Su uniforme ahora era una versión principalmente negra, con una capa blanca y su emblemática “S” de un escalofriante color rojo. Las diferencias notables de su traje original incluían el frente de la capa que se extendía sobre la mitad de su pecho (enmarcando su insignia), y la adición de dos vendas blancas alrededor de cada uno de sus antebrazos y espinillas.
Superman sostenía a dos caras de la solapa y lo dejaba caer al suelo después de haber terminado con la conciencia de ese hombre, cuando tuvo de frente a Bruce una sonrisa victoriosa le adorno el rostro. Había llegado demasiado tarde.
Kal estaba a punto de decir un buen discurso cuando de la nada un humo negruzco se levantó en la habitación, la munición estaba equipada con plomo en polvo que en definitiva provocara que no fuera capaz de ver a ese escurridizo murciélago, al kriptoniano no le costó trabajo tomar una bocanada de aire y luego soltarla sobre la molesta cortina que le tapaba los ojos sin embargo en su costado derecho sintió un fuerte golpe en las costillas que lo freno en un instante, ahí estaba Batman, con lo que parecía un guante adaptado para tener un resplandor verde en los nudillos, “eso sí que es eficiencia” pensó irónico el extraterrestre al comprobar lo creativo y buen inventor que era el millonario.
Intento darle un puñetazo que fue fácilmente detenido por el antebrazo del otro, era obvio que su fuerza aumentada estaba siendo mermada por esa desagradable roca. De nueva cuenta Bruce le dio otro golpe ahora en la boca del estómago que le saco el aire y lo doblo por la mitad, en esa posición un rodillazo le termino por acomodar las ideas que estaban más que claras.
Superman le lanzo una mesa de metal que descansaba con algunos medicamentos sobre ella, ya para ese entonces tenía la vista borrosa dejando que el aparto volara en la dirección que fuera sin provocar ningún rasguño en su tramposo adversario. Tal vez pasados cinco minutos eternos Clark fue recibiendo golpes precisos que le hacían sembrar los dientes por el dolor, no podía defenderse y ya no le importaba después de todo había hecho lo que más le importaba: terminar con los peores criminales. Ahora si llegaba a morir sería bueno para él, se iría de este mundo con la conciencia limpia por haber rescatado muchas vidas y lo mejor de todo sería que se marcharía con el azul de eso salvajes ojos. Los azules profundos de Bruce siempre habían sido lo que más le gustaba del humano, la cantidad de sentimientos que le transmitió y todo lo que le provocaba cada vez que se sumergía en ellos. Sería una buena muerte.
Eso pensaba Superman dejándose aporrear como un costal de papas, Batman estaba fuera de sí, como un animal salvaje que no ha comido en días y de repente encuentra a una víctima sin fuerza para escapar o salvar su vida. Una y otra vez sus puños impactaban sobre el rostro ya no tan perfecto de Clark recordando al Joker, a Quinn, a todo los prisioneros de Arkham… recordándose a él.
-¿Lobotomías Clark? ¿En serio eres capaz de eso?
-¿Y ellos no?- contesto tratando de no ahogarse con la sangre que salía de alguna parte de su boca- ¿Que tanto mal deben hacer para que entiendas que es la única solución?! Jamás se van a curar, nunca van a cambiar y lo sabes Bruce!!!! Al menos de esa forma no volverán a lastimar a nadie.
-Está mal lo que haces…
-¿Por qué? No mato a nadie- la tranquilidad para hablar era lo que probablemente más fastidiaba a Batman.
-Pero los dejas impedidos que es casi lo mismo!
-Tú mismo lo has dicho “casi”
Otro golpe en el rostro lo callo al instante. El Hombre de Acero había notado que la única forma de acabar con el mal ocasionado por los criminales más grandes del mundo como el Joker, era utilizando la fuerza bruta y debía borrarlos del mapa.
-Vamos Bruce no quiero pelear contigo… no importa cuanto lo intente… no puedo odiarte- la cabeza le daba vueltas y el dolor se le clavaba lacerante por todo el cuerpo- eres como un veneno que se coló por mi sangre y cuando intenté librarme de él, DE TI, descubrí que también es lo que ahora me mantiene.
¿Qué debía responder? Lo único que quería era que todo eso terminara, que fuera como en un principio. Deseaba volver en el tiempo para corregir la montaña de errores que cometió, anhelaba poder limpiar esas manos y calmar esa conciencia que estaba perdida sin guía.
-Juntos podemos cambiar el mundo, hacerlo un lugar mejor para las personas que lo merecen.
Wayne estaba sentado a horcajadas en el pecho del superhombre mientras le sostenía de la “S” roja que combinaba con la sangre de su dueño. No respondía pero tampoco lo callaba, una parte de su ser requería escucharlo hasta el final antes de encerrarlo de por vida en una cárcel.
-Te necesito a mi lado Bruce, no puedo ser verdugo sin juez.
Esos ojos eran crueles, estaban heridos y nuevamente se dio cuenta de que era su culpa. Las primeras nubes comenzaron a despejarse dejando la negrura del cielo verse adornada por las luces nacientes de un nuevo día. Viendo ese milagro de la naturaleza que se asomaba por las ventanas del lugar se percató de algo importante. No solo era su culpa, era de toda su ciudad. Como una epifanía la idea le pego de golpe: Gótica lo hería.
Primero había sido él mismo por jugar de una forma tan vil con sus sentimientos las primaras grietas las había hecho con sus propios besos y caricias falsas, después fue el Joker, quien le obligó a mancharse de la sangre de su amigo y al final había sido la gente que lo culpa sin más ni más. Todo junto trabajando en distintos tiempos para romperlo. Convirtiéndolo en lo que era ahora.
Lo vio bastante lejos pero no tarde para remediarlo. Sin darse cuenta Bruce había roto las dos promesas que en un momento había puesto sobre la balanza. A sus padres les fallo al crear al peor enemigo de la humanidad y a Martha Kent por no protegerlo y solo torturarlo sin compasión. Todo lo que había hecho solo fue hacer sus peores pesadillas realidad, así que debía de hacerse responsable, y la única solución sería una: estar junto a él.
Las manos le temblaron cuando aflojo el agarre y lo libero. Debía de cuidarlo, ser su conciencia para que no lastimara a quien no debía, como antes le había dicho Kal-El, necesitaba de un juez que le mantuviera siempre por el buen camino ese donde aún se podrían considerar como héroes.
Sus padres siempre serían su amor en la Tierra, uno que solo podía existir como recuerdo, pero Clark, él siempre sería su amor de las estrellas y estaría dispuesto a acompañarlo hasta el mismo infierno con tal de que no perdiera del todo su alma.
FIN