“Bitácora de Batman -investigación sobre Superman- día 12:
Las habilidades de Superman derivan de su fisiología Kryptoniana. Gracias al poder del Sol Amarillo de la Tierra, Kal-El, también conocido como Superman, posee una gran gama de habilidades, super fuerza, super oído, visión térmica y de rayos X, además de invulnerabilidad, super velocidad y capacidad de volar. Superman es un individuo extremadamente poderoso y, cuando su cuerpo almacena la energía procedente de las radiaciones del sol amarillo de la tierra, sus capacidades físicas, fuerza, resistencia y demás cualidades se ven aumentados en una medida tan espectacular que podría afirmarse que es casi invencible.
Incluso en circunstancias normales, su lista de habilidades es tremendamente larga, y puede afirmarse, que Superman es un Dios con enormes poderes y casi ninguna debilidad.
Tipo de caso: Abierto”
Aquello era lo que se leía en la enorme pantalla de su baticomputadora. Hizo especial ahínco en las debilidades del kryptoniano, ahora debía de descubrir cuales eran por si en algún momento era necesario erradicarlo. Batman siempre sería un genio, todo lo que había conseguido fue gracias a las largas visitas que tenían; a simple vista se podría decir que Superman era un Dios, pero conociéndolo también se podía contemplar una peculiar tranquilidad, como si aquel hombre no representara una amenaza, con su radiante sonrisa y sus claros ojos celestes, sin embargo la paranoia del murciélago podía más que cualquier par de ojos sinceros.
-Me parece que en el informe hace falta mencionar sobre los gustos de Superman hacia el pay de manzana joven Bruce.
-Dijo que ha probado mejores pays que los tuyos Alfred.
-Me siento ofendido sin duda señor.
-Nunca conocí a nadie que no le guste tu cocina, eso quiere decir que proviene de algún lugar donde los pasteles son una especialidad... Tal vez ingredientes frescos.
-¿Por qué no le ha colocado un rastreador de esos que le encantan a usted amo Bruce?
-Por ahora mantiene interés, no quiero que se de cuenta, eso solo traería problemas- se masajeó el puente de la nariz- es mejor conseguir la información de primera mano.
-Imagine eso señor, de cualquier forma sus rastreadores “comestibles” ya están listo en el vino como lo pidió.
-¿Qué hay de la información?¿Que encontraste Alfred?
-Nada de ayuda se lo aseguro, hay miles de empleos que se ajustan a las visita que le hace Superman, oficinistas, choferes, médicos de base... de cualquier forma, porque piensa que alguien con semejante poder trabajaría?
-No sé, una corazonada, solo quiero tener contemplados todos los ángulos.
Llevaban más de medio mes viéndose, hablando de lo que sea, algo que a Bruce ya le estaba fastidiando un poco, siempre era la misma rutina, justo a las tres de la tarde llegaba volando por la ventana, comían algo y hablaban de cómo el superhombre había salvado y ayudado aqui o por allá para después de media hora irse a quien sabe donde. Pero durante tres días seguidos, no hubo rastro del kriptoniano, nada. En las noticias si se hacía ver, pero por la oficina del millonario ni un cabello. Wayne comenzaba a lamentarse de no haber usado los rastreadores “comestibles” )como los llamaba Alfred), eran de última generación, consistían en nanorastreadores biodegradables con las enzimas del estomago, solo tenían una duración de entre seis y ocho horas pero eran tan sutiles que ni los sentidos desarrollados del hijo de Krypton los notarian. Se había confiado de sus encantos de millonario.
Esa tarde como las otras tres anteriores no llegó, pensando que sería mejor aprovechar el tiempo, invito a una increíblemente atractiva sospechosa de fraude a cenar, la embriagaria y ella sola hablaría. Su celular sonó.
-¿Samantha?... Hola querida, paso por ti en cinco minutos- una brisa le acarició la nuca- solo tengo que arreglar algo.
Colgó el aparato, fingió no haberse dado cuenta de la presencia que lo acompañaba. Acomodo unos papeles y ya dispuesto a salir la otro presencia se presento. Lucía su conocido traje, el cabello despeinado y la miraba por alguna razón baja.
-Lamento no haber venido antes estaba…
-Superman- lo frenó- no hace falta que te disculpes, no tienes una obligación conmigo.
-¿Planeas salir?- preguntó solo por decir algo, había escuchado a la perfección la conversación de hace unos segundos.
-Si, con una amiga.- “ahora o nunca Bruce”- había mandado a preparar un buen vino para ti. ¿Por qué no te lo llevas?- camino hacia un cajón y le ofreció una botella, ahí era donde estaban los pequeños nanodos.
Kal sintió eso como si Bruce intentara deshacerse de él. Se agitó, había tenido tanto trabajo acumulado que no pudo verlo hasta ahora. Solo le quedaba una carta para retenerlo a su lado. Por nada del mundo quería permitir que se encontrara con esa mujer que lo esperaba en el estacionamiento.
-Puedes traerla contigo, me gustaria enseñarte algo especial.
Tal vez valía la pena comprobar, sujeto la botella contra su pecho y se acercó al héroe de capa roja, después de un -deacuerdo- ambos salieron. Superman lo sujetaba como si fuera un muñeco de cristal.
La luna se alzaba soberbia sobre la bóveda celeste de Gótica, atravesaron la ciudad y el mar, pasaron por encima de campos solitarios y bosques tranquilos que eran resguardados por las criaturas que los poblaban; en aquel instante el mundo cobró una paz inmensa donde nada malo podía suceder, el mundo con el que la gente buena sueña, una utopía para Bruce y una meta para Kal. Volaron en silencio maravillandose de la magia del mundo hasta que el viento gélido le acarició el rostro. Bruce había preguntado a dónde iban. -A casa- fue la respuesta.