Solo el hecho de que apareciera en la oficina podía ser considerado un milagro. Aunque lo más seguro era que se aparecía solo porque su padre estaba vigilando y se aseguraba de que viniese a trabajar. Y cuando llegaba la oficina, parecía que lo único que Jongdae quería hacer, aparte de jugar a los dardos, era fastidiar a Baekhyun y ignorar la montaña de trabajo que tenía que hacer.
Esa misma montaña de trabajo que su secretario tendría que hacer después, todo porque Jongdae era muy generoso y considerado y quería dejar algo que hacer a Baekhyun en sus oh-demasiado-aburridos días.
“Ni sé porque todavía no lo he hecho, me encantaría decir que trabajamos juntos, pero YO soy el único que se está matando en le trabajo,” Baekhyun estaba muy cerca de tener un ataque de nervios y era pronto a malgastar su hora de almuerzo lamentándose por teléfono.
“En serio Luhan, dame una buena razón para que no lo tire por la ventana.”
“Te paga.”
Mierda, Luhan es todo un listillo.
“Vale, tienes razón. Pero puedo mutilarlo o herirlo seriamente?” Quizás se sentiría mejor si le daba una paliza.
“Mira Baek, no estoy 100% seguro, pero dudo seriamente que tu contrato incluya algo así.”
Baekhyun suspiró, últimamente lo único que Jongdae hacía era contradecirlo y ya no estaba seguro de poderlo aguantar mucho más tiempo.
Y, hablando del rey de Roma, ahí estaba, en toda su intolerable belleza.
“Tengo que irme Lu, hablamos pronto!”
“Baek?”
Jondgae lo miró, esperando de tener su completa atención y continuó cuando Baekhyun asentí con la cabeza. “Te gustaría almorzar conmigo?”
Tenía que ser una broma. Uno segundos antes estaba planeando su homicidio por teléfono – por cierto, algo muy estúpido- y ahora el tipo lo invitaba a comer juntos.
Era la cosa más dulce que había escuchado de los labios de Jongdae y hasta parecía que le estaba pidiendo una cita.
Aceptó y trató inútilmente de disimular su sonrojo causado da la sonrisa casi felina de Jongdae. Vale, puede que esa no seria una cita romántica, pero un chico puede soñar, no?
Excluidas su pereza y su natura de troll, Baekhyun descubrió que Jongdae no era tan malo después de todo. Cuando no estaba jodiendo su vida, hasta parecía tolerable, como durante su almuerzo de hoy.
El heredero de los Kim había escogido un restaurante elegante de comida griega, no muy lejos de los KI Headquarters, y ordenó muchos platillos diferentes para los dos, porque Baekhyun nunca había probado esa comida Mediterránea.
No tenían mucho de que hablar, porque aunque pasaban la mayor de sus días juntos, nunca tuvieron la ocasión de comunicarse decentemente. Pero Baekhyun no es fan de los silencios incomodos y decidió arriesgarse y preguntarle algo para romper el hielo.
Jongdae lució feliz de hablar un poco de su vida y ya no se parecía para nada al bastardo arrogante de las entrevistas.
“Si, estudié chino cuando era un niño, es por eso que ahora lo hablo con fluidez,” le contaba mientras comían. “Creo que mi padre quiera ampliar las KI y lanzarme en el mercado chino, pero sinceramente…”
Se quedó en silencio, dejando la frase a medias. Estaba claro que no quería hablar de su trabajo ni de su relación con su padre, y por primera vez Baekhyun pensó que quizás Jongdae no era un niño caprichoso y quejica, sino solo un chico no lo suficiente pronto para todas esas responsabilidades.
Armándose de valor, movió su mano temblorosa por la mesa hasta encontrar la de Jongdae y le da un apretón reconfortante. Lo quería consolar, aunque su relación no era de las mejores no quería verlo tan abatido.
“Sinceramente,” dijo sonriendo. “Lo estás haciendo genial.”
Jongdae contestó con otra sonrisa.
“Lo estoy haciendo genial porque TU lo estás haciendo genial!”
Ahora Baekhyun tenía su típica sonrisa cuadrada estampada en la cara, le hacia feliz que el otro reconociera sus esfuerzos en el trabajo.
Regresaron a su oficina, y por primera vez no se tiraron libros y pisapapeles el uno a el otro.