Estaban desesperados. Había pasado 1 semana desde que el idiota de Derek echó a Stiles y dos días desde que este último estuvo en el loft con Peter.
Eran un desastre, no podían organizarse bien y Derek era más agresivo de lo normal. Tenían que resolver este problema rápido para poder empezar la investigación, pero ahora de un humano, más específicamente, del que aún cree es su mejor amigo, Stiles.
Después de buscar arduamente alguna pista durante toda esa semana, se decidieron por llamar al que probablemente los ayudaría con el problema del wendigo, Chris Argent.
Chris llegó a la mañana siguiente junto con Isaac -que se sentía incómodo con la manada-, le contaron la poca información que consiguieron sobre de los wendigos, el hombre sólo escuchaba y asentía a lo que decíamos mientras que Isaac buscaba cualquier cosa para distraerse.
Ambos -cazador y beta- notaron la tensión en el ambiente así como la ausencia del humano hiperactivo. No necesitaron que nadie dijera nada, tan solo con las pistas que la manada daba eran suficientes. La tensión entre miembros, el enojo del alfa, la tristeza de un beta, la poca organización y la falta de información.
Sabía que Stiles era inteligente, más inteligente que el resto de lobos e incluso más que Lydia -cuando a cosas sobrenaturales se refiere-, por eso llegó a la conclusión de que algo había pasado entre él y la manada de adolescente, estaba seguro que de tener al castaño ahí ya tendrían suficiente información como para elaborar un plan y no tuvieran que llamarlo a él.
Vió de reojo a Derek, de fondo las voces de sus betas se oían informando acerca de esa criatura que ya conocía por diferentes experiencias, la mirada de Derek era de enojo y algo de celos, no necesitaba ser un hombre lobo para saber que con solo ver sus ojos había confirmado sus sospechas.
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Un grito desgarrador irrumpió la paz de aquel vecindario anunciando una vez más que el sueño de un castaño se veía irrumpido por una pesadilla.
—Papá… papá…- los sollozos de Stiles junto con sus ojos llorosos eran una escena que haría llorar a cualquiera que lo viera.
—Shhh… ya hijo, estoy aquí, yo te cuido…-dijo John mientras abrazaba a su hijo y veía a las otras dos personas entrar en la habitación.
—Papá…
—Tranquilo cariño, estamos contigo y no dejaremos que nada malo te pase.-dijo Melissa en un susurro suave y cariñoso, maternal. Se arrodilló frente a Stiles y Peter se puso detrás de ella, el muchacho la vio a los ojos aún abrazando a su padre y asintió.
—Gracias… mamá…- susurró antes de caer rendido nuevamente sobre los brazos de su padre.
Para John, escuchar a su hijo hablar de su esposa fue como otro golpe de la realidad. El daño físico que sufrió duraría poco, sin embargo, el daño psicológico trataría meses e incluso años en sanar.
—Si hubiera sido un mejor padre, si estuviera más atento a él, si tan solo pudiera retroceder el tiempo y evitar que mi hijo sufriera esto… -el llanto del Sheriff no tardó en aparecer, apretando el cuerpo de su hijo entre sus brazos y acariciando su cabello como si fuera la cosa más preciada que tuviera, por es así, Stiles es la persona más importante de su vida desde que Claudia murió, dejando solos a un esposo dolido y a un hijo con culpa.
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Cuando despertó, lo primero que sintió fue las caricias que alguien le daba en su cabello, desordenandolo y peinandolo a la vez.
Comenzó a abrir los ojos lentamente y con pesadez, las caricias eran reconfortantes y tenían un efecto que ni con la dosis más grande de Adderall lograba.
Cuando por fin dejó el sueño de lado, se enfocó en la persona arrodillada junto a él, vestía de blanco y con la piel algo morena. Siguió observando para ver la cara de la persona. Al hacerlo y llegar a la cara, no creía lo que estaba veía, su mente le estaba jugando una mala broma que, aunque le gustaría que fuera verdad, era dolorosa.
—Mamá…
Sus ojos se llenaron de lágrimas y tuvo que cerrarlos para no derramar ninguna, no quería que su madre lo viera así. Al volver a abrirlos, la mujer delante de él y que seguía pasando sus suaves dedos sobre su cabeza no era su madre, era Melissa. Con algo de decepción en sus ojos, los fue pasando por toda su habitación dándose cuenta de que Peter y su padre también estaban ahí.
Al principio se extrañó pero luego recordó lo de anoche y se sintió avergonzado. Se habían quedado con él toda la noche descuidando su propio sueño para velar por el suyo.
Se sentía querido, sí, pero también se sentía una molestia.
Observó el reloj que estaba en su mesita de al lado. 6:33.
Rápidamente se levantó de la cama y fue a su ropero para buscar algo decente que ponerse. Tomó lo primero que vio y salió del cuarto para dirigirse al baño. Todo bajo la atenta mirada de los tres adultos.
Al poco rato escucharon la regadera abrirse. El sheriff medio entendió la situación y bajó para prepararle algo de desayunar a su hijo.
Stiles salió del baño ya cambiado y fue a la cocina para encontrarse con tres pares de ojos que lo miraban como si le hubiera salido un barro tamaño Monte Everest en la frente.
El castaño tomó asiento frente a su padre y bajó la mirada al plato con tocino y huevos como si este tuviera la respuesta a sus pensamientos. Con un poco de valentía que juntó mientras estaba tomando una ducha, miró a su padre seriamente mientras esté, en cambio, lo miraba con confusión.
—Voy a ir a la escuela.