Ayúdame a salvarlo
Tras dejar a Guren Tenri llegó a su casa, la noche ya había caído por lo cual se le apeteció tomar una ducha antes de dormir. Al subir a su habitación vio la luz del baño prendida.
-¿Shinya eres tú?- preguntó
No hubo respuesta.
Cinco minutos después Shinya salió, llevaba puesto un mameluco de cohetes, se subió a la cama y se metió entre las cobijas.
¿Quieres que te lea un cuento?- le preguntó Tenri sentándose a su lado
No hubo respuesta
-Tomare tu silencio como un no- suspiró frustrado
Se puso pensativo y recordó el milagro ocurrido frente al invernadero.
-¿Te agradó Guren?-
El niño movió su cabeza para asentir.
-A partir de mañana vivirá con nosotros. ¿Eso te hace feliz?-
-Si- susurró y le dio la espalda a su padre
El corazón de Tenri comenzó a latir fuertemente, pues llevaba tres meses sin escuchar a Shinya hablar; sin duda eso lo ponía feliz.
Al siguiente día despertó temprano para ir por Guren; una vez arreglado le dio un beso a su hijo quien dormía profundamente y se marchó.
Del otro lado de la ciudad Guren suspiró dolido, se encontraba acostado en el piso, recordaba lo feliz que había sido al lado de su madre, unas cuantas lágrimas se le escurrían. Los muebles estaban cubiertos con sábanas, todo estaba listo para decir adiós
Escuchó un claxon sonar, se puso de pie y hecho la mochila negra a su hombro.
-Nunca me dejes sólo mamá- suplicó amargamente
Salió y volteó una última vez antes de subir al carro “Siempre juntos” pensó al abrir la puerta.
-Buenos días Guren- saludo amablemente Tenri- ¿Listo para tu nueva vida?-
-Supongo que si- respondió cabizbajo- lamento causarle molestias-
-No te catalogues así. Nunca serás una molestia- volteó a verlo- A demás quería pedirte un pequeño favor.
-Dígame cual-
-Hace cinco meses mi esposa falleció a causa de cáncer a todos nos dolió como no tienes idea pero lentamente estamos recuperándonos, aunque hay alguien que sigue sumido en el dolor
-Ese alguien ¿es Shinya?- preguntó Guren
-Si. Ellos dos tenían una conexión asombrosa, en pocas palabras Shinya tenía mamitis y mi esposa Shinyitis- río por su comentario- Antes de que ella enfermara él era un niño sumamente feliz, siempre que hacía dibujos los pegaba en la pared de mi despacho pero ahora los rompe-
Hubo un momento de silencio, Guren procesaba todo.
-Hace cinco meses dejó de sonreír, hace dos meses no come bien, el pediatra le recetó suplementos, pero lo peor ocurrió hace tres semanas, él dejo de hablar; sólo se comunica con señas-
La luz del semáforo se puso roja.
-Día tras día pierdo la esperanza, hace dos meses duerme conmigo porque ya no aguantaba el miedo de que se quedará durmiendo por siempre. No existe peor dolor para un padre que sepultar a su hijo pero siento que pronto asistiré a otro funeral-
Guren quedó impactado al ver como Tenri comenzaba a llorar, el semáforo pasó a verde y tuvieron que continuar, de nuevo hubo un silencio que a veces era interrumpido por los suspiros del mayor.
-¡Yo no quiero que Shinya se muera!- gritó golpeado el volante con sus manos- para evitar eso te necesito a ti. ¡Por favor ayúdame!-
“¿Cómo no ayudar a alguien tan tierno?” pensó Guren, él tampoco quería otro funeral.
-Si te pido esto es porque le agradas. Ayer te sonrió y cuando le pregunte si vivir contigo lo haría feliz dijo que sí. Gracias a ti volvió a sonreír y hablar.-
-Cuente con mi ayuda señor Hiragi-le dijo Guren sonriéndole
-Gracias- su voz estaba quebrada
-Si alguien tan huraño como yo puede hacer feliz a alguien tan tierno prometo que nunca dejaré de velar por su felicidad- le dio palmaditas de aliento en el hombro- ¡Juntos salvaremos a Shinya!-
Ese fue el final de esa reveladora y dolorosa plática.