Capítulo 5
Amigos nostálgicos
Llevaba viviendo una semana en esa enorme casa, Tenri se disculpaba a diario por la prepotente actitud de sus hijos y estos simplemente lo ignoraban, aunque siempre sentía sus miradas asesinas; pero la actitud de Shinya le resultaba extraña, en ese tiempo no había estado ni hablado con él, simplemente lograba verle de lejos.
A las dos semanas empezó a asistir al colegio, se sentía más solo que nunca; nadie se le acercaba, sin amigos y viviendo en una casa donde lo odiaban Guren prefirió centrarse salir adelante. Aunque su cara indiferente no mostraba rastro de dolor en el fondo los comentarios clasistas que recibía le lastimaban.
Sintiéndose miserable cumplió un mes con su nueva vida y una noche mientras estaba sentado en el jardín vio salir a Shinya del invernadero, llevaba una semana sin verlo, un sentimiento de culpa lo invadió, había prometido cuidarlo pero ni siquiera se había esforzado por acercársele.
Analizó rápidamente al niño, estaba más delgado y pálido, instintivamente corrió para cargarlo.
-¿Dónde estuviste esta semana?- le preguntó al bajarlo
Sus ojos azules mostraban sorpresa y Guren temió haberlo hecho enfadar.
-No quería asustarse- río nervioso-para recompensarte hare todo lo que quieras-
Ambos se miraron sumidos en un raro silencio, podían pasar toda la noche de esa manera, sin preocupaciones ni dolor, simplemente mirándose.
-Pijamada- susurró –Quiero hacer una pijamada contigo
-Claro que si- sonrió inmensamente- Será en mi cuarto
Guren nunca había estado en una pijamada, no tenía idea de que se hacía; llevaban diez minutos mirando el techo color gris.
-¿Qué quieres hacer Shinya?- preguntó para no quedar como tonto
-Dormir. Quiero que me cuentes historias para dormir a tu lado- se giró hacía Guren
-¿Por qué?- preguntó extrañado mirando al pequeño
-Me siento tan triste al igual que tú. Mi mamá también se murió- dijo abrazándolo
-Yo siento que no puedo continuar sin ella- hundió a Shinya en su pecho- Es como si el mundo hubiera dejado de existir. Todos los días están llenos de dolor, pero debemos luchar para no ahogarnos entre tanta mierda-
Ambos estaban abrazados y sin poderlo evitar comenzaron a llorar, era un llanto que expresaba desesperanza; escucharlo podría quebrar hasta al más fuerte.
-Mi mamá era la única que me quería- dijo el niño entre sollozos- No quiero vivir en un mundo donde nadie me ame.
-Tu papá te adora y yo también te quiero. Eres como mi salvación- su voz estaba ronca
-Tú también serás mi salvación Guren-
Entre lágrimas no supieron en qué momento se quedaron dormidos.
Esa nostálgica noche logró derribar todas las barreras que había entre ellos, y aunque el inicio fue difícil todo parecía mejorar.
No hubo más días aburridos para Guren pues logró forjar una rutina donde no debía separarse de Shinya.
- Desayunaba y obligaba a Shinya a comer
- Iba al colegio
- Hacía la tarea mientras Shinya dibujaba
- Salía a pasear con Shinya
- Comían el almuerzo en el jardín
- Cenaba con todos los Hiragi
- Le leía cuentos a Shinya
- Y finalmente dormía con Shinya
Siguiendo esa rutina vio como un mes marcado por cambios transcurrió. El pequeño Hiragi comenzó a subir de peso e incluso volvió a hablar con su padre. Pero el giro más inesperado fue cuando notó que Mahiru comenzaba a tratarlo mejor.
La primera que vio como le sonreía quedo impactado, ¿era en serio?; no sabía cómo reaccionar así que simplemente correspondía haciéndole una leve reverencia.
Poco a poco todos los que vivían en la mansión Hiragi notaron que aquella nueva amistad renovó las vibras de desolación trayendo consigo algo de paz. No a todos les gustaban los cambios.
Kureto se encontraba sentado en el balcón mirando como su hermano jugaba con alguien que no era él.
-Puedo sentir tu envidia a kilómetros- dijo Mhiru en tono divertido- Quien diría que alguien tan poco sensible como tú podría querer a alguien-
-Deja de joderme y dime ¿Qué quieres?- preguntó irritado al ver como se sentaba a su lado- Sólo buscas a la gente cuando las vas a usar-
Mahiru río
-Supongo que lo herede de ti-
Kureto estaba dispuesto a irse pero al escuchar una fuerte risa frenó en seco.
-Se lo que estás pensando “Antes se reía gracias a mi”- imitó la gruesa voz
-Tsk- cerró los puños de coraje- No me hagas perder el tiempo-
-Me gusta Ichinose.-
-¿Y debería importarme con quien te quieras revolcar?-
-En este caso es obvio que sí- se acercó para abrazarlo- Analiza el panorama-
Se quedó pensando y comprendió.
-Veo que has entendido. Yo quiero a Guren y tú a Shinya-
-Si logras enamorarlo estará siempre contigo-
-Exacto. Solo debemos sepáralos- susurró en su oído
-Seamos equipo por primera vez-
Cerraron el plan con una hipócrita sonrisa y abrazo.
Ambos eran egoístas, no sentirían remordimiento al lastimar a las personas que supuestamente adoraban.
Shinya y Guren jugaban animadamente en el jardín, por fin habían encontrado a un compañero para olvidar tanto sufrimiento, la vida parecía ser amorosa.
Nunca imaginaron que mientras su cariño crecía, los escasos tiempos de gloria que planeaban vivir peligrarían.