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Acordes de Libertad por andherezu_rosui1

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Notas del capitulo:

Hol@

¿Como estan? Espero que bien. Yo no tanto pero aqui sigo!

Espero disfruten el capitulo.

Lean y disfruten!!

Capítulo 3 Trio...

 

 

 

El abrazo que compartió con Minato, fue efusivo y alegre como solía ser el rubio,  en cuanto la tuvo cerca la había tomado de la cintura y levantado en el aire, girándola un par de veces antes de dejarla delicadamente en el suelo sin soltarla de su abrazo depositando un tierno beso en su frente.

 

-¡Que gusto verte! ¡Mikoto-chan!- Declaró contento el rubio sonrojando a la aludida al escuchar el "chan" seguido de su nombre ¿Cuándo entendería el rubio que ya no era una niña? La morena acostumbrada a la hiperactividad de sus saludos no pudo evitar sonreír de buena gana ante la brillante sonrisa que abarcaba el rostro del ojo azul dejándose llevar como de costumbre por la energía que este desbordaba.

 

-¿Pero, dime que haces aquí? ¿Por qué no llamaste para avisarme?- Cuestionó ella contenta aunque un poco reacia queriendo olvidar a propósito el breve intercambio entre él y Fugaku. No quería arruinar la visita de Minato y lo más seguro era que él se iría pronto de vuelta a Inglaterra, siempre era así y decidió que no tenía nada porque preocuparse, todo estaría como siempre en poco tiempo. Y comentó más relajada después de meditarlo - Pude haber ido por ti al aeropuerto...

 

-¡Quería que fuera una sorpresa!- Minato le respondió con una leve risa impregnada en la voz mirándola con genuina alegría, para después desviar su mirada al muchacho moreno que seguía expectante ante su presencia y que no había vuelto a hablar desde que le había preguntado su identidad, así que agrego dudoso - Pero creo que sí debí llamar primero. Esperó no haber llegado en un mal momento...- Comentó mirando a ambos morenos alternadamente al tiempo que soltaba de su agarre la cintura de Mikoto.

 

El comentario fue sin ninguna doble intención, Mikoto lo sabía porque el rubio era muy amable y por lo general despistado en ese sentido, sin embargo la incomodidad que sintió en el pecho se hizo presente de nuevo cuando Fugaku intervino negando cualquier mal entendido que pudiese tener Minato ante su presencia en el departamento de la mayor.

 

-¡Te equivocas!- Dijo casi gritando, se había formado un leve sonrojo en las mejillas pálidas del moreno y su tono vehemente había desconcertado a ambos mayores que se limitaron a mirarlo fijamente. Fugaku puso una de sus manos en su rostro intentando ocultar el nerviosismo y el evidente sonrojo en sus mejillas. Intentó hablar de nuevo modulando su voz aunque no salió tan tranquila como esperaba.

 

-¡Enserio! ¡No interrumpes nada! Mikoto-san y yo sólo somos amigos...- Dijo sintiendo el ardor en su rostro, seguramente había enrojecido más porque hasta sus orejas las sentía calientes, su voz le había traicionado sonando en un tono más alto del que pretendía sintiéndose un poco estúpido por reaccionar así ante la mirada fija que aquel ángel que simplemente le observaba detenidamente con un gesto de confusa sorpresa en el rostro ¿Porque le pasaba eso con un completo extraño? Sé reprochó un momento molesto por su ineptitud al controlarse terminando por bajar la cabeza, avergonzado como jamás imaginó estarlo alguna vez bajo el hechizo de ese par de zafiros azules frente a él.

 

Minato se fijó en el nervioso comportamiento del chico y por primera vez notó que parecía menor a ellos tal vez un año o dos pensó dudando ya que el moreno por muy joven que pareciera su rostro o su actitud, era por muy poco tan alto como él. Sonrió al verle bajar la cabeza tal vez avergonzado por algo, se preguntó si era tímido o sólo algo extraño aunque le restó importancia a la cuestión en segundos y decidió que el adolecente le agradaba, se acercó a él y extendió su mano para presentarse formalmente era cuestión de etiqueta y también porque quería conocer al joven moreno.

 

-Me llamó Minato Namikaze, tengo 19 años, soy medio hermano de Mikoto y...- Habló con gentileza y arrugo el ceño brevemente en señal de pensar detenidamente algo agregando con una sonrisa y tendiéndole la mano de nuevo- Y es un placer conocerte...-

 

Mikoto miro a su autonombrado hermano presentarse elocuente con su característica y radiante sonrisa que incontables veces la había cautivado a ella, aunada a la mirada azul profundo de sus ojos, esos ojos que eran capaces de capturarte con sólo posarse en ti y al notar la fijación en la mirada del menor sabía que él estaba perdido.

 

Fugaku juraba que esos ojos azules, podían ver a través de él hasta llegar a su alma, miró incrédulo la bella sonrisa que el rubio le dedicaba y como si su cuerpo reaccionara a su presencia tomó la mano del mayor estrechándola firme aceptando el saludo y devolviéndole la sonrisa sin ser consiente del todo que sonreía abiertamente por primera vez desde que había salido de su casa.

 

-El placer es mío - Respondió Fugaku-  Namikaze-san...

 

Mikoto se sorprendió por la genuina sonrisa que adornaba el rostro del menor en ese momento, ella había conseguido hacerle reír también aunque sólo eran sonrisas burlonas o endebles que desaparecían en segundos, era la primera vez que sonreía complacido por algo y al observar sus manos enlazadas aun por el saludo de la presentación, la punzada en su estómago se hizo presente de nuevo.

 

-Minato...-Dijo con gentileza, colocando un gesto de confusión en el moreno, sonrió una vez más amable y explicó - Por favor llámame Minato ¿Ok? - Le corrigió deslizando su mano del agarre del menor, que lo miró con algo parecido a la decepción por un segundo- ¿Cuál es tu nombre?

 

-Fugaku...- Respondió automáticamente, desconcertado por la sensación de vacío que lo recorrió al soltar la mano del mayor, lo miró de nuevo a los ojos y sin querer que el dejase de prestarle la atención que le dedicaba agregó- Cumpliré 18 en unos meses.

 

-¡Oh! Entonces habrá que celebrarlo cuando sea el momento- Respondió en el mismo tono amable, girándose para ver a Mikoto.- ¿No crees Mikoto?

 

La morena sólo asintió incomoda, ella no sabía que se acercaba el cumpleaños del menor, tenían al menos tres semanas de vivir juntos y lo único que sabía del moreno era su nombre de pila porque se había negado a darle su apellido, su edad era evidente porque el día que lo encontró llevaba su uniforme de instituto así que básicamente la había intuido pero ¿Su fecha de cumpleaños? ¡Ni siquiera le había pasado por la cabeza preguntarle! Sintió algo parecido a la envidia al ser Minato el que obtuviese esa información del menor antes que ella, pero una vez más se dijo a si misma que era algo normal. El comportamiento de Minato era el de siempre, hacía sentir a las personas cómodas y su carácter abierto y honesto conseguía sonrisas incluso del ser más amargado o triste, prácticamente sentirte mal o deprimido con el rubio era imposible y Fugaku había pasado por una mala experiencia tal vez la hiperactividad de Minato le vendría bien se dijo y con una sonrisa le invitó a cenar con ellos.

 

Una vez todos en la mesa Minato alabo la comida de la morena tal cual siempre hacia cuando ella cocinaba, desconcertándose al escuchar que la cena había sido preparada por el menor ya que ella llegaba tarde ese día a casa y el menor se había hecho cargo de cocinar.

 

-¿Enserio?- Cuestionó el rubio mirando con brillo en los ojos la sopa de miso en su pequeño tazón.- ¿Tu cocinaste esto?- Preguntó mirando al moreno que asintió apenado por sus halagos previos a su comida- ¡Vaya! ¡Serás un buen esposo algún día!- Declaró sonriente el rubio provocando que el menor escupiera la comida en su boca de la impresión.

 

-¡Q-qu-que! ¡Yo no soy un doncel!- Respondió avergonzado el moreno. Después de todo sólo los que tenían cualidad de donceles aprendían a cocinar en caso de contraer nupcias con alguien de su mismo sexo, ¡Y él no lo era!

 

-¡Oh!- Dijo el rubio asombrado- Lo siento.- Se disculpó con cara de no sentirlo en realidad, después de todo el moreno era menor y su cuerpo no se había desarrollado del todo además de que su piel lechosa y su cabello un poco largo le daban el aspecto de un doncel en pleno desarrollo ¿Quien podría culparlo por ese mal entendido?

 

-¡Minato! Ten un poco de delicadeza por favor -Le regañó la ojo verde frunciendo el ceño levemente y miró al menor a su lado- Fugaku-kun disculpa el no suele ser tan despistado...

 

Ante esto el rubio sólo se encogió de hombros quitándole importancia al asunto y siguió comiendo, Fugaku sólo asintió dándose por enterado y Mikoto se sintió un poco extraña, después de todo Minato no tenía ninguna mala intención. La cena siguió su curso con Minato contándoles de su viaje y el motivo de este, cuando terminaron el rubio se marchó con la promesa de visitarlos al día siguiente.

 

Mikoto no sabía que era ese malestar que se había instalado en su pecho desde el momento en que el rubio les contó que su estadía se prolongaría al menos cuatro meses, debido a un concurso de música que se celebraría en Japón y aunque todo dependía de si lograba pasar era evidente al menos para la morena que si se quedaría al menos ese tiempo.

 

Era poco probable que el rubio no llegase a la final o incluso que ganase, por alguna extraña razón Mikoto estuvo a punto de decir que era una estupidez que pensara lo contrario, pues Minato era lo que en el mundo de la música clásica se conocía como un genio, que fallara un concurso era tan usual como ver unicornios en el parque, pero sabía también que Minato no tenía ni un pelo de hipócrita él era así, despistado, amable y cortés jamás alardearía o se creería superior a algún otro músico, ella misma había sido testigo fiel de lo mucho que él se preparaba para alguna competencia y del amor que le profesaba a la música, por lo que prefirió morderse la lengua antes de decir algo que lamentara después.

 

Sabía que lo que en realidad la molestaba un poco era la curiosa conexión que se había dado entre el rubio y su huésped, cuando se despidió de ellos, fue como si tuviera una vida de conocer a Fugaku, y como si esa cena fuese una rutina de hacía tiempo. Les había informado que se quedaría en su casa durante aquella estadía, una gran mansión en un suburbio tranquilo de la ciudad que a pesar de habérsela ofrecido incontables veces sus padres ella se había reusado a habitar, le gustaba su departamento y aunque la casa que habitó la mayor parte de su adolescencia con su nueva familia era hermosa y le encantaban los jardines que tenía la enormidad del lugar, sin ellos la hacía sentir sola, y envidiaba a su rubio hermano por vivir en ella sin sentirse de esa forma en su estadía aunque estaba segura de que el rubio les visitaría seguido para conversar.

 

Desde el primer encuentro ya habían pasado cerca de un mes. Caminaba por el parque, era una noche estrellada y una luna clara se alzaba en el firmamento nocturno iluminando la oscura noche, acababa de salir de su trabajo de medio tiempo y estaba acostumbrada a caminar por ese lugar sin temor alguno. Sumida en sus pensamientos, llegó increíblemente al mismo lugar donde había visto sentado por primera vez con un semblante frio y solitario a Fugaku, el chico del que irremediablemente se había enamorado, se sentó en el mismo lugar pensando una vez más en sus sentimientos hacia el moreno y los conflictos que este descubrimiento le causaba.

 

Nunca imaginó que la presencia del rubio fuese alterar tanto la rutina que se habían formado ella y Fugaku hasta antes de su llegada. Los primeros días no le había molestado llegar a su departamento y toparse con su hermano y el menor conversando alrededor de la pequeña sala con la guitarra ébano que el moreno portaba orgulloso, en alguna de tantas noches se preguntó si Minato no había notado el nombre del creador de la misma, estaba segura que el podría identificar la réplica de la que él tenía en su habitación, después de todo el mismo las había mandado a hacer para sus cumpleaños que curiosamente eran el mismo día para ambos por eso había dicho cuando se la regaló que eran hermanas nacidas el mismo día para crear la más bella música, y ella había desechado un día que su soledad la supero y le impidió ver la luz que la cuidaba. 

 

El día que la había tenido en sus manos había descubierto el significado de la expresión "el mundo es un pañuelo" pues de alguna manera se había topado con Minato que cumplía años el mismo día que ella, y que era todo lo que ella no, que le había regalado la mitad de un juego de guitarras hechas solo para ellos, tan idénticas y diferentes solo por el color, y que a su vez una de ellas había sido abandonada y encontrada por el moreno que ahora parecía cautivo por la presencia de la misma luz que la cegó a ella en algún momento de su vida.

 

Los días siguieron pasando y la relación entre ambos chicos se fue estrechando al punto de que Fugaku solía ignorarla cuando llegaba a casa y les encontraba entretenidos en su plática, lo único que ella conservaba de aquellas múltiples conversaciones eran retazos de lo que hablaban, pues en lo único que podía pensar era en el leve dolor que le oprimía el pecho cuando fijaba su mirada silenciosa en las sonrisas que compartían ambos haciéndola sentir como en antaño, aun en compañía, en “su” compañía ella se sentía Sola...

 

Se preguntó en constantes ocasiones el porqué de esos turbulentos sentimientos, que rayaban en desear que el rubio jamás hubiese estado ahí para ella en primer lugar. Se dijo que se debía a su poca confianza o a que tal vez y sin ser consiente se había enamorado de Fugaku y ahora después de semanas de largas veladas donde ella actuaba como mera espectadora de lo que surgía entre su hermano y su recién descubierto amor... Comprendía al fin que lo que ella había sentido todo ese tiempo eran celos, celos, celos ¡CELOS! Incontrolables y cegadores, que al hacerse reales para ella tomaron el control de sí misma y la llevaron a interrumpir y hacerse notar ante el moreno cada vez que estaba Minato presente.

 

No obstante, en cuestión de semanas y a pesar de sus esfuerzos por mantener a Minato lejos de Fugaku, ellos habían fomentado una amistad más que sólida, sorprendiendo a Mikoto cuando Fugaku le comentó en una cena a la cual Minato no asistiría que había conseguido pasar a la segunda etapa del concurso, y que no lo vería por un tiempo porque tenía que practicar. Y aunque al principio ese anuncio había aliviado a la morena al punto de la euforia nunca imagino que el hecho de no verlo no sería impedimento para que Fugaku no estuviese en contacto con él. 

 

Sentía que se perdía a si misma cuando accidentalmente escuchaba la risa contenta del moreno al leer algún mensaje del rubio o la mirada risueña del moreno al pronunciar el nombre del rubio. La primera vez que reacciono consiente de los estragos que estaba pasando su corazón estaba preparando la cena y desde el momento en que escucho el timbre del teléfono sonar, se perdió descargando su frustración con una pobre zanahoria que sería parte de la sopa de esa noche, soltó el cuchillo solo hasta que había terminado tan destruida que parecía puré en vez de cubitos, tomándose la frente perturbada por el nivel de rencor que comenzaba a apoderarse de ella.

 

Era consciente de que las llamadas diarias entre ambos no implicaban necesariamente lo que ella sospechaba, engañándose una vez más así misma reprimiendo lo que sentía, diciéndose que solo eran amigos y que todo sería normal cuando el rubio se marchara, y cuando eso pasara aun si ellos seguían en contacto, ella ya no sería alejada de Fugaku, él no la ignoraría cuando estuviese con ella, volverían a ser solo los dos solo tenía que aguantar.

 

Pensamientos como esos rondaban siempre su cabeza al volver a casa, fingir una sonrisa, preparar la cena y conversar de nada y todo con Fugaku, era lo único que la incentivaba a continuar reservando sus sentimientos, pues estaba consciente de que sus sentimientos en contra de Minato era infundados e inmaduros, Minato era encantador y guapo ¿Acaso ella no había caído también? Fugaku solo estaba deslumbrado por la vitalidad que el rubio desbordaba, igual que ella lo estuvo una vez...

 

*

 

Fugaku por su parte se había dado cuenta de lo distraída que parecía su amiga, Mikoto actuaba extraño, distante, y aunque al principio creyó que se debía a su trabajo y los deberes de la universidad, pronto se dio cuenta de que nada de eso justificaba que ella desquitara su frustración con la cena, porque sí la había visto destrozar hasta hacer añicos las zanahorias de la cena en más de una ocasión.

 

Se preguntaba que seria lo que atormentaba la mente de la joven, le gustaría que al menos ella confiara en él lo suficiente para contarle lo que le pasaba, después de todo ella lo había ayudado todo ese tiempo, en ocasiones pensaba que la ausencia de Minato era la causa del malestar de la mayor. Pero pensaba de nuevo y dudaba de ello, tal vez solo era estrés. No quería incomodarla más de lo que ya debía estar y se entretenía conversando con el rubio, que a pesar de estar tremendamente ocupado con su competencia siempre le respondía los mensajes que el escribía y enviaba después de leerlos un par de veces.

 

Se sentía dividido de alguna forma, por un lado estaba Mikoto que de una forma u otra se había ganado su cariño, si bien no sabía con certeza qué clase de cariño era, sabía que la chica le gustaba, sus ojos esmeralda le trasportaban a un lugar tranquilo cuando se posaban en ellos, y cuando la mayor se amarraba el cabello en un moño alto dejando al descubierto la pálida piel de su cuello sentía que un calor similar a la excitación le recorría, pero incluso si eso pasaba estaba seguro de que no haría nada que comprometiese a la mayor, dormían en la misma habitación y aun en las noches podía apreciar la perfecta silueta de mujer en la cama, su delicada respiración y los ruiditos de su cuerpo al deslizarse entre las sabanas, sin embargo nada de eso lo había hecho perder el control con ella. Si, le gustaba, la quería, era hermosa y su cuerpo reaccionaba a su cercanía, a sus roces... Pero... Conoció a Minato... Y sintió que se dividía...

 

El rubio era bello, y estaba seguro de que no había palabra alguna que alcanzara para describirlo, no solo su apariencia era hermosa sino su corazón también, era inocente, amable, puro... Un ángel. Si era un ángel... Uno muy hermoso y lo había cautivado. Tanto que se sorprendía así mismo pensando en él, varias veces durante el día. El rubio causaba estragos en él, lo llevaba de la vergüenza a la agonía en segundos, perdía el control de sus reacciones cuando estaba cerca, cuando sonreía, cuando se fijaba en él, cuando sin querer chocaban sus miradas. Le había costado mucho disimular las manos sudorosas, los nervios, los sonrojos, el tartamudeo, que se apoderaba de él cuándo el rubio decía algo que le resultaba bochornoso, o cuando simplemente hablaba con él. 

 

Con forme le conocía quedaba más y más prendado de la personalidad que el mayor desbordaba, tenían mucho en común, sobre todo la pasión por la música. Se preguntaba cuando podría verlo de nuevo, cuanto tiempo le llevaría practicar para el nuevo certamen del concurso en el que participaba, sentía que incluso los mensajes y llamadas que se hacían no le satisfacían, comenzaba a extrañarle y eso era un tanto perturbador porque no sabía que era aquella expectación que le invadía cuando leía sus mensajes, o escuchaba su voz en sus llamadas, ni idea del que haría cuando el volviera a su país y no le viera en un largo tiempo. Se habían hecho amigos, pero la pesadez que le embargaba cuando pensaba en la partida del mayor no era propia de un amigo.

 

Soltó un suspiro cansado, en momentos como aquellos cuando se encontraba solo en el departamento que compartía con Mikoto esos pensamientos se hacían presentes para él. Siempre llegaba a la misma conclusión después de horas o eso creía el, de divagar entre ambos mayores. Mikoto le gustaba, la quería... Pero Minato... ¿Qué? ¿Qué era Minato para él?

 

Escuchó el timbre de la puerta y se levantó de su cómodo lugar en el sofá para abrir, seguro la morena había olvidado las llaves, se dirigió a la puerta y al abrir se preguntó de nuevo ¿Que sentía por Minato? El cual por cierto estaba sonriéndole con alegría y con la mano extendida en un saludo.

 

-Hola...- Se escuchó a si mismo susurrar, una vez más cautivo de ese par de orbes cielo.

 

-¡Hola Fugaku! -Correspondió el saludo.

 

El moreno se hizo a un lado y le dejo pasar, era un poco extraño volver a verlo después de un tiempo, habían estado en contacto por teléfono y habían conversado casi todos los días pero ahora que lo tenía enfrente sentía que los nervios de la primera vez volvían a él como si nunca se hubiesen ido, si tan solo supiera el motivo no estaría sufriendo por ello.

 

- ¡Vine a celebrar!- Declaro el rubio al ver que el menor no decía nada- ¿No ha llegado Mikoto-chan?

 

-¿Eh? No, debe estar saliendo de su trabajo...- Respondió el moreno intentando sonar normal, olvidando lo primero que dijo el mayor.

 

-¡Entonces vamos por ella!- Dijo el mayor y lo tomo de la mano. Salió con el del departamento de nuevo dándole tiempo apenas para tomar las llaves y poner el seguro al departamento.

 

Cuando ya llevaban buena parte del parque recorrido, Fugaku al fin fue consiente de la mano que se enlazaba a la suya mientras caminaban, y también noto que el rubio tenía una pequeña valija en la otra mano que por algún motivo no había dejado en el departamento, ahora que se fijaba mejor el rubio traía puesto un traje negro, no como los que usaban los hombres de negocios, sino más bien del tipo formal, un traje de pingüino usados solo para los bailes de noche o algún tipo de evento como la opera. Se dio cuenta que iban llegando a la bifurcación del parque cerca de los columpios, recordando que Mikoto podría tomar cualquiera de los dos y llegar a casa sin problemas, y ellos podrían tomar el equivocado y pasarla de largo.

 

-Creo que debemos esperarla aquí- Comentó logrando detener el andar del rubio que no le había soltado la mano hasta ese preciso momento, cuando se giró para verle la cara.

 

-¿Porque?- Preguntó curioso mirando hacia el frente sin notar el leve gesto incomodo de Fugaku al sentir que le soltaba.

 

-Porque Mikoto-san pasara por aquí en cualquier momento y podríamos tomar el camino equivocado si seguimos.- Dijo el moreno metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

 

-¡Ah! Entonces esperaremos- Acepto el rubio sentándose en uno de los columpios. Al mismo tiempo que dejaba la pequeña valija en el suelo.

 

-¿Que traes ahí? - Indagó Fugaku sentándose en el columpio de a lado- Debiste dejarlo en el departamento.

 

-Si...- Respondió el rubio dejando salir una risita juguetona por su despiste- Creo que me deje llevar... Pero estoy muy emocionado- Agrego efectivamente emocionado.

 

-Es cierto, dijiste que había algo que celebrar- Recordó Fugaku meciéndose levemente en el columpio- ¿De qué se trata?

 

-No te lo diré hasta que llegue Mikoto-chan- Declaró el rubio levantándose del columpio con la valija en sus manos. La depositó en la base del columpio y procedió a abrirla dejando a la vista un hermoso violín con tonos dorados. Fugaku contempló embelesado los movimientos delicados del mayor al sacar el instrumento de su funda, saco el arco también y se posicionó frente a él colocando el violín en su cuello.

 

-¿Qué haces?- Preguntó el menor, intuyendo la respuesta y sintiendo como cada uno de los bellos de su nuca se erizaban al escuchar por primera vez la música del rubio.

 

Sin decir una palabra, Minato estaba interpretando una melodía, Fugaku veía como el rostro del mayor había cambiado al tocar, se veía tan lejano, era tan vibrante, y la vez tan hermoso, ahí bajo la luz de la luna como único reflector, con el cómo único público, las gemas azules del mayor lucían un brillo diferente, el había sido incapaz de mover un musculo siquiera desde que había comenzado la melodía.

 

Por muy excéntrico que sonase incluso para sí mismo Fugaku sentía que esa melodía estaba siendo tocada solo para él, Minato no había dado razón alguna para tocar pero sentía que lo hacía únicamente porque él era quien escuchaba. Y justo cuando la última nota se escuchó y el brillo del rubio volvió a ser el de siempre y le regalo la más hermosa de las sonrisas pudo al fin contestarse aquel dilema que minutos antes le atormentaba... Aquella pregunta que rondaba su mente desde que había notado los efectos de ese rubio sobre su persona y las curiosas reacciones de su cuerpo con la morena, aunándose en la misma pregunta  ¿Que sentía por Minato y Mikoto?

 

Y justo en ese instante en que sus ojos se clavaron en la perfección del rubio frente a él supo que la única y posible respuesta era...

 

-¿Chicos?- Se alzó una voz tersa en el silencio que compartían- ¿Que hacen aquí?

 

Ambos miraron con distintos grados de sorpresa a la morena que había llegado a ellos sin siquiera notarlo hasta que ella les había llamado. Minato fue el primero en reaccionar y dejando su valioso violín de vuelta en su estuche se acercó a la morena y la tomo de la cintura girándola un par de veces con una sonrisa alegre y contagiosa.

 

-¡Estábamos esperándote!- Dijo el rubio bajando a la morena que le sonreía incrédula por lo dicho.

 

Fugaku se quedó silencioso sin levantarse del lugar donde estaba, contemplando al par de mayores frente a él, aun impactado por lo que su mente acababa de revelarle a su confundido corazón. Lo que sentía por esas dos personas frente a él solo podía llamarse de una forma, solo existía una palabra que describiera sus sentimientos por ambos y era... Amor...

 

 

 

Continuara...

Notas finales:

Bueno ahi esta espero les haya gustado y me dejen su RR

GRacias por leer!!!

Nos vemos


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