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Maleficio por Yae

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Sexta parte

 

 

 

 

 

Sus mejillas sonrosadas junto a la enorme sonrisa que esbozaba le dieron un aire encantador, como el de cualquier niño de cinco años. Correteaba tras aquellas gallinas como si fuese un pollito también, vivía feliz en medio de aquellos árboles, en esa casita de cuentos junto a su madre.

Pero aquella apacible dicha no duró lo suficiente para Naruto.

Cuando fue llevado al castillo tuvo que entrenarse como un príncipe lo haría, en artes, letras y armas. Si bien le costó demasiado aprender porque nunca se consideró alguien muy brillante, estuvo satisfecho cuando su padre lo observó con orgullo cuando aprendió todo lo necesario, cuando los libros ya no fueron necesarios, cuando blandía su espada con maestría.

 

 

Como en aquel momento.

 

 

 

El aceró rebotó cuando el filo de las espadas colisionó, las minúsculas centellas que saltaron junto al sonido estrepitoso hicieron a Itachi tratar de girar lo más que pudiese, debido a su posición no tenía un buen ángulo de aquel combate.

Suplicaba porque este terminase pronto… porque su hermano no perdiese.

Su respiración agotada se aceleró cuando  un quejido por parte de su hermanito llegó a sus oídos, viró tanto cuanto pudo apreciando como los movimientos de su menor eran algo más lentos, como un hilillo rojo de sangre brotaban por uno de sus sienes.

 

—           Eres solo un chiquillo, te falta mucha experiencia en combate — Naruto sonreía, bloqueó el ataque con facilidad de aquel muchacho evidentemente más inexperto.

—           ¡Calla! — bramó furioso el más joven cuando otro de sus ataques fue infructuoso, impactando el filo de su arma contra el acero del otro, la pesada arma entonces se desvió chocando contra las gruesas cortezas dejándose a merced por unos instantes, instantes que el rey aprovechó para propinarle una certera patada en las costillas, que resguardadas por la cota de placas amortiguaron el daño pero mandándolo al piso en consecuencia.

Sasuke siseó levantándose con rapidez evitando en esta ocasión el filo del arma que peligrosa se paseó demasiado cerca de su rostro, tanto que algunos de sus negros cabellos cayeron al piso al ser cortados.

—           Admítelo — el rubio ensanchó su sonrisa despiadada dando un paso más en dirección de aquel joven, — no estás en condiciones para ganar este combate, me atrevo a asegurar que nunca has pisado el campo de batalla.

Pero en lugar de frustrarse por aquella verdad, esta vez el Uchiha más joven perfiló una sonrisa soberbia, irguiéndose con elegancia sacudió su diestra para sostener su espada sin temblar — ¿Y es que tú te crees todo un veterano?... eh dobe.

El insulto cargado de bigardía enfureció al rey de ojos azules, se abalanzó contra el pelinegro dispuesto a cercenar alguna extremidad, es así que elevando su espada le atacó. Si bien el ataque no llegó a herir del todo a su oponente debido a la evasiva de este, pudo asestar un corte sobre la armadura pesada que de nuevo mandó al otro de bruces.

Un quejido lastimero soltó escupiendo sangre sobre el verde pasto, su sable seguía férreamente sujetado por su diestra, vio y oyó a la perfección esa risa que aquel rey bastardo le dedicó y cuando este quiso inclinarse para tomarle por los cabellos Sasuke fue más rápido, usando la empuñadura de la espada le asestó un golpe en el rostro, ocasionando un corte limpio en una de las mejillas.

—           ¡Bastardo! — se quejó retrocediendo un poco sujetándose la lesión que rozó de manera peligrosa su ojo derecho.

—           Mis padres son el rey y la reina Uchiha — habló poniéndose de pie — que eso te quede claro.

 

Itachi tragó pesado escuchando a su menor, parecía haber transcurrido demasiado tiempo, no entendía como dejaron a Sasuke solo allí,  Shisui debió planear la emboscada y le estaba desesperando no ver llegar a su primo en auxilio del príncipe menor. Se mordió el labio inferior al tomar el puñal que lo aprisionaba contra aquel árbol, usando su mano izquierda tiró con fuerza queriendo liberarse.

Sus dientes se presionaron entre si conteniendo el dolor, consumido por la extrema consunción no parecía capaz de quitarse aquella daga que atravesaba su mano derecha.

Los choques de metal se retomaron impacientándolo con ello, no podía permitir que su hermanito sufriese más daño, de todos modos él era ahora el único capaz de asumir el trono de su nación.

 

 

Naruto consiguió su cometido, luego de un salvaje empellón contra Sasuke logró tumbarlo mandando la espada enemiga a unos metros de distancia, el filo de su arma entonces estuvo a milímetros de distancia del blanco cuello que a pesar de estar cubierto por la armadura dejaba el espacio preciso para hacerle un corte mortal.

—           Tus últimas palabras… — sonrió a pesar de tener un hilillo de sangre brotando desde su boca y sien, Naruto estaba bastante cansado y sus lesiones ya estaban entumiendo sus articulaciones.

Sasuke le sostuvo la mirada, sus ojos carbón le acribillaban sin palabras, sus manos a los costados rebuscaron algo en su entorno con que defenderse, pero solo maleza halló a su alrededor. La desesperanza de haber fallado en su misión, el no haber podido socorrer a su mayor le fueron calando lentamente, podría hacer un último intento… revolverse a riesgo de apresurar su ejecución.

 

—           ¡No te atrevas!

Entonces la voz extenuada de su hermano oyó, Sasuke viró como pudo para apreciar a su mayor libre, con una cantidad de sangre alarmante brotando de su mano atravesada pero aun así sujetando con su siniestra la pequeña daga que apuntaba directamente en sus entrañas, como si fuese a quitarse la vida.

 

Los irascibles ojos azules de Naruto también le prestaron toda atención, con el ceño fruncido, — que…

—           Vuelve a lastimar a mi hermano y serás testigo de la muerte de tu no nacido…

El soberano contuvo la respiración unos instantes, viendo como el príncipe acercaba más la punta de la cuchilla en su vientre.

—           Tu y esa criatura de pesadilla lo dijeron… — con voz temblorosa prosiguió — sea lo que sea que hayas introducido en mis vísceras te importa demasiado.

—           ¿Estas tomando a mi hijo como rehén? — sonrió a medias si apartar su arma del otro enemigo.

—           Tu hijo o el hijo del demonio, deja ir a mi hermano ahora, — ordenó.

Naruto presionó los dientes con furia, creía capaz al magullado sucesor enemigo de inmolarse acabando con todo el sacrifico que estaba realizando para mantener vivo a su hijo. Y al fin cayó en cuenta de que estaría a merced del de cabellos largos, mientras el tiempo fuese pasando y su heredero fuese creciendo seria más vulnerable a cualquier ataque por parte de su mismo gestante.

Entonces solo le quedaba negociar.

 

 

Sasuke había palidecido al escuchar tantas incongruencia junta, no alcanzaba a comprender como las palabras “hijo”, “no nacido” y “demonio” podían relacionarse con que Itachi estuviese atentando contra su propia vida, asegurando que se atravesaría el vientre para matar a alguien más consigo.

 

 

 —          De acuerdo — el de blondos cabellos resopló.

Oh su majestad, dejad que el príncipe lo intente, no sería capaz…

—           Silencio — masculló para si al oír la nefasta voz del demonio, — de acuerdo — repitió — hagamos un trato… — atento a los movimientos de aquellos enemigos no se permitió titubear — no lastimare a tu hermano… ni hoy, ni mañana, ni lo que me reste de vida. Pero a cambio tú no osarás de nuevo atentar en contra de mi primogénito y aceptaras llegar hasta el final…

Itachi dudó, no creía que aquel hombre fuese a cumplir su palabra pero tampoco tenía muchas opciones.

—           Además — continuo sin mirarle — si te quedas sin intentar huir retirare mis tropas de la frontera y aceptare negociar de buena fe con tu reino.

Evitar la guerra… aquello sonaba tan magnifico e ilusorio que solo incrementó sus dudas, sus ojos parpadeaban con mayor rapidez debido al agotamiento, estaba seguro de que no podría mantenerse consiente por mucho tiempo.

—           Hermano…

La voz preocupada y confundida de Sasuke le hizo tragar pesado.

 

—           Quiero tu respuesta, ahora — Naruto le exigió mirándole ahora si con rencor, asegurándole un castigo si llegase a tenerlo a su merced de nuevo.

—           Júralo… por tus padres… por tu reino — se mordió los labios con cierta tirria al solo considerar que en verdad había un feto creciendo en su vientre, — por tu hijo. Si rompes tu juramento…

El sonido del metal cayendo al piso le interrumpió, Naruto había aventado su espada bastante lejos a la vez que se ponía de pie liberando de su presa al pelinegro más joven que lo miraba anonadado. Demasiada blasfemia seguramente había escuchado.

— Lo juro — comenzó mirando fijamente al príncipe mayor — por mis padres, por mi reino y por mi hijo. Le perdonare la vida a tu hermano hoy y no volveré a atentar contra él,  aceptaré una negociación justa con tu padre y solo si llegamos a un acuerdo beneficioso para ambos reinos detendré mi invasión.

 

Sasuke parpadeó aun confundido, demasiado lentamente fue poniéndose de pie, luego de la última derrota Shisui declaró que las tropas enemigas los superaban en número debido a la unión de ese reino con el de la princesa, que hace no mucho se había desposado con aquel rey de cabello rubio.

 

—           Si es así… acepto.

 

Alarmado el más joven pudo ver como Itachi dejaba caer la dorada cuchilla en acto de rendición, — Itachi… — le llamó en un murmullo, no comprendía aun como podía llegar a esa capitulación.

 

No obstante fue en aquel momento que los cascos de varios caballos se fueron acercando, Sasuke fue por su espada al darse cuenta de que eran soldados enemigos.

 

—           ¡Majestad! — gritó Gaara quien iba al frente, bajando de su caballo no dudó en correr a cubrir a su rey desenvainando su espada para amenazar a ese muchachito de cabello negro, acción que varios de sus camaradas imitaron, los pocos soldados que pudo sacar del campo de batalla para auxiliar al gobernador.

 

Naruto se mantuvo impasible, podía perfectamente romper su palabra y tomar prisionero al hermano menor de Itachi, pero de ese modo estaría poniendo en riesgo la vida de su hijo también, — déjenlo — ordenó.

—           Pero, Naruto — el pelirrojo se giró preocupado y más cuando vio cómo su rey se acercaba al prisionero que mantenía cautivo celosamente, asiéndolo por los hombros lo encaminó hacia un caballo.

—           He dicho que lo dejen, les prohíbo atacar a ese hombre — aclaró dándole un último vistazo a Sasuke, quien aún lucia demasiado consternado por lo que seguramente no comprendía, como entender una blasfemia de todos modos. Entonces le dedicó su atención a Itachi, sus heridas lo deslucían del todo y se sujetaba la mano herida tratando de contener la hemorragia en su mano derecha, así que arrancando un trozo de tela del sobretodo marrón del pelinegro vendó precariamente la fea lesión.

 

 

—           Hermano… — Sasuke balbuceó sin importarle que estuviese rodeado de enemigos y que a pesar de la orden del rubio estaba en peligro, no podía consentir que su hermano se fuese con aquel hombre.

—           Estaré bien, Sasuke — se giró por última vez sonriendo apenas a su menor para intentar confortarlo, — dile a padre y a madre que los amo.

Negó sin querer dejar ir a su hermano pero solo al intentar dar un paso los soldados enemigos obstruyeron su visión, quedándose solamente con esa entristecida sonrisa en el rostro magullado, el resultado de haber fallado estrepitosamente en la misión que se hubo encomendado.

 

No fue hasta que vio el caballo donde rey montó con su familia alejándose que los demás soldados se marcharon también, dejándolo solo con su derrota, sus oscuros ojos se aguaron de frustración, tiró de sus cabellos soltando un grito consternado, solamente pudo recoger esa dorada daga que quedó en la tierra, manchada con la sangre de su hermano mayor.

Tarde, muy tarde ecos de más pisadas de caballos se acercaron, Shisui había llegado demasiado tarde.

 

 

 

~~~

 

Su ojerosa mirada se concentraba en su labor, terminaba de cambiar de los vendajes de la mano derecha de aquel hombre, llevaba un día inconsciente y de no despertar pronto la deshidratación podría poner en riesgo su vida.

Naruto fue muy claro con ella, sería su culpa si aquel hombre llegase a morir, Sakura pensó por unos segundos que quizá era la mejor opción, si ese desafortunado llegaba a fallecer aquella pesadilla finalizaría. Sus temblorosas manos examinaron de nuevo el vientre del príncipe recostado sobre el lecho ya en aquella nueva casona, donde Naruto también la había conminado.

La nimia curvatura y el casi imperceptible palpitar le provocaban un pavor indescriptible, temía ser quien ayudase a traer al mundo a ese ser gestado por un hombre.

Una vez confirmó que “ambos” estaban bien se levantó dando un brevísimo recorrido por la oscura habitación apenas iluminada por un candelero, Sakura suspiró atrayendo sus manos sobre su pecho queriendo confortarse a sí misma, nunca en toda su vida el tiempo le pareció avanzar tan lentamente. Respingó cuando una evidente discusión llegó a sus oídos, se apegó tras la puerta oyendo por el espacio dejado al estar entreabierta.

 

 

—           Los ministros están totalmente en contra, Naruto. Sabes bien que esta guerra garantiza gran parte de nuestros recursos.

Oía a Gaara reclamar en tanto el sonido de sus pisadas metálicas se oía desde el salón.

—           ¡Soy el rey! Mi palabra debe ser acatada así no estén de acuerdo.

—           Aunque sea de ese modo, no te conviene perder todo el apoyo de la corte. ¿Por qué tú que estabas tan interesado en ganar esta guerra, quieres negociar ahora?

 

 

Tras ello las voces se hicieron más difusas, seguramente entraron a alguna habitación, Sakura se giró preocupada, no entendía a que podían referirse, sus claros ojos se posaron sobre el cuerpo inconsciente del príncipe enemigo. Entonces sus suaves pisadas se dirigieron hacia la diminuta luminiscencia que proveía del tragaluz en lo alto de la pared junto a un crucifijo.

Se arrodilló juntando ambas manos para rezar, suplicándole a los cielos que su amigo recapacitase, que se arrepintiese de sus faltas y volviese a ser ese hombre justo y algo despistado que le repetía jamás fallarle a su reino.

No tenía idea del tiempo que pudo haber transcurrido, sumergida en plegarias y rezos desesperados cuando volvió a mirar a través de la pequeña ventana la noche ya estaba presente. Las velas casi extintas le sugirieron cambiarlas, sin emitir sonido, casi como un alma en pena procedió a hacerlo, pero fueron los ligeros quejidos de aquel hombre los que rompieron el exagerado mutismo.

—           Despertaste — musitó aproximándose y ayudándole a incorporarse en medio de suaves quejidos, ofreciéndole agua de un cuenco junto al camastro — le diré a Naruto — dispuesta a informar a su rey la sujetaron de una mano reteniéndola.

—           Aguarda — le dijo con voz rasposa luego terminar de beber el vital líquido — donde… — musitó agotado y desorientado.

—           Lejos del castillo, — aclaró apartándose sin querer hablar con él, aquel hombre aunque no tuviese culpa debería tomar responsabilidad sobre su propia vida antes de… su ceño fruncido se acentuó considerando que quizá era consciente de lo que Naruto planeaba o quizá no. — Le informaré a Naruto que despertaste.

—           Espera… — Itachi le habló más alto pero la mujer abandonó la habitación cerrando la puerta tras de sí, respirando con cierta dificultad recorrió el lugar con la mirada notándolo diferente, más amplio pero con la misma abrumadora carencia de luz que podría enloquecerlo. Cuando quiso tomar el cuenco y llenarlo de nuevo con la fuente dispuesta a un lado un dolor agudo le hizo encogerse en hombros, resintiendo su mano derecha.

Las vendas limpias que lo envolvían le recordaron la razón para su condición tan lamentable, sus acalambrados dedos que sobresalían de la tela blanca casi no los pudo sentir, probablemente no podría cerrar la mano o sujetar su espada como antes y el único consuelo visible era que su diestra no parecía estar gangrenada, al menos conservaría su mano.

—           Te detesto… — susurró al aire evocando la imagen de su hermanito para confortarse, ¿habría llegado a salvo a su reino?, rogaba porque fuese así, porque el nefasto rey que por un instante pareció tener palabra la cumpliese.

Todo sacrificio valdría la pena por mantener a salvo a los suyos… a Sasuke.

Sonrió al rememorar nuevamente sus tierras, los verdes parajes llenos de girasoles por los cuales llevaba a su hermano a cabalgar, esos confines distantes que recorría junto a Shisui, su primo, mientras pudiese recordarlos sería capaz de soportar aquella tortura y rogar por volver a su lado algún día luego de acabar con su perpetrador.

Las bisagras de la puerta rechinaron escasamente advirtiéndole de la llegada del rey, Itachi no estuvo seguro de cuánto tiempo permaneció inconsciente al ver los cortes en el rostro del rubio casi extintos.

—           Espero no hayas olvidado nuestro trato — pronunció con cuidado acercándose demasiado.

—           Jamás faltaría a mi palabra… y espero lo mismo de tu parte.

—           ¡Oh! — Exclamó irónico en medio de una risilla, — soy un rey, el juramento que haga debe ser mantenido en honor a mis padres y mi gente. Le ordené a Sakura que preparase la cena — agregó tomándose la libertad de sentarse a la orilla del lecho.

Por reflejo Itachi se hizo hacia atrás apartando la mirada, como odiaba la cercanía de aquel nefasto hombre pero debía de tolerarla, aunque las vísceras se le revolviesen de solo pensar en ser tomado otra vez. — Quiero ver a mi hermano, saber que cumpliste, que está a salvo… que cumplirás con…

—           Lo harás, lo comprobaras, pero todo dependerá de tu cooperación — interrumpió tomándole del mentón para verle a los ojos, — accediste a gestar a mi hijo — le apreció una mueca de repulsión que tentó al rubio a golpearlo, pero se contuvo — me deberás aceptar en el lecho cuando te requiera.

—           No… — negó de inmediato retrocediendo hasta arrimarse al espaldar de la cama — nunca dije que continuaría con… — calló al sentir incomodas nauseas.

—           No estás en posición para negarte — Naruto afiló la mirada poniéndose de pie al verle sujetarse el abdomen con fuerza, — y ni siquiera vuelvas a intentarlo — le tomó de un brazo para encararlo — estoy cumpliendo con mi palabra, pon en riesgo de nuevo a mi hijo y te juro que no le perdonaré la vida ni al más joven de los habitantes de tu ciudad.

Itachi se tragó su pesadumbre observando fijamente a ese hombre algo más joven que él, apreciando como los zarcos ojos parecían estar apagándose con el paso del tiempo, como un cadáver perdiendo humanidad.

—           No puedo… no lo entiendo — farfulló derrotado, su cuerpo exhausto y hambriento le dificultaba argumentar, — ¿por qué no una mujer?... soy un hombre… un combatiente…

El rey quedó observándolo sin poder explicarle aunque tuviese que hacerlo. ¿Cómo había cedido a tanta decadencia? ¿Cómo es que halló más placer en poseer a ese príncipe que a su reina? Un sosiego avasallador le embargaba cuando recorría su cuerpo, cuando alcanzaba la cúspide del placer sin importarle nada más.

—           Yo abandonaría a mi hermano — dijo ganándose la atención de los ojos carbón que le miraron de soslayo, — si tuviese uno, no habría sacrificado mi oportunidad de libertad por él, no estoy cuestionando tu martirio así que no me hagas preguntas. Soy tu rey a partir de ahora, soy tu carcelero, soy tu dueño hasta el día en que mi hijo nazca.

—           Y ese día yo cumpliré con mi juramento — murmuró queriendo mantenerse firme, sometido a la promesa de ver a su hermano sano y salvo permitió que el de cabellos blondos se acercara lo suficiente para colisionar su boca contra sus agrietados labios, siendo la primera vez que ese hombre los tocaba, a pesar de no experimentar más que rencor lo dejó ser.

—           Ábrelos… — susurraron cerca de su oído, — tu cuerpo aún está lesionado pero puedes atenderme con tus labios y lengua.

Antes de distanciarse horrorizado por la demanda desvió la mirada, — me dejaras verlo… cuanto antes…

—           Tienes mi palabra de que podrás ver de nuevo a tu pequeño hermano, porque que te quede claro — farfulló un poco más alto — yo no rompí mi palabra en vuestro último encuentro, fue tu ejercito el que nos atacó y los que nos tendieron una trampa.

 

 

Seguramente fue de aquel modo, no obstante era evidente que Naruto también contaba con ello al haber llevado sus propias tropas, con el cansancio invitándolo a dormir asintió débilmente, no opuso resistencia cuando lo ayudaron a bajar de la cama para ponerlo de rodillas a la altura de la entrepierna de aquel que se hacía llamar “rey”.

No creyó que su hombría podía ser pisoteada aún más pero se equivocó, tener que acariciar aquel flácido miembro con su mano ilesa como una mujerzuela le repugnaba en extremo, la poca luz de las velas le permitía ver muy poco y lo agradeció.

—           Tu boca.

Podría llorar ante su humillación pero no se lo permitió, cerró los ojos entreabriendo los labios para acercarlo al falo del rubio tan solo rozándolo, sintiendo como su estómago vacío de alimentos se revolvía y entonces le tomaron de los cabellos para forzarlo a engullir el miembro casi en su totalidad. No pudo contener el sollozo que su garganta emitió, los tenues jadeos que Naruto iba emitiendo con mayor intensidad mientras lo forzaba a ese ritmo demencial eran lo único que podía escuchar.

Sentía ahogarse con cada embate de las caderas del otro, atropellando su garganta, desmantelando su ya carcomida fortaleza, deseando cerrarse a toda emoción para no contraerse en arcadas de repugnancia y más cuando apresurando los movimientos, haciéndole sentir cada instante como una completa agonía.

Un tormento que el rubio disfrutaba, jadeando de satisfacción, grabando la tibia y cálida sensación que aquella boca le proporcionaba, excitante, tan delicioso como condenado y solo por un instante consideró conservar al príncipe a su lado cuando todo aquello llegase a su fin.

Itachi soltó un quejido cuando el aire que ingresaba por su nariz no fue suficiente, cuando el cuero cabelludo le picaba por tanto tirones dolorosos, pero de súbito fue apartado cuando el de ojos azules llegó al clímax, la sustancia blanquecina cayó sobre su rostro y cabello desordenado acompañado de un último jadeo demasiado alto.

Tomó un poco del semen deslizándose por su mentón entre sus dedos, el príncipe aguantó la dolorosa humillación que anegaba sus ojos, como odió no poder abandonarse a la muerte.

Desafortunadamente estaba atrapado en aquella locura hasta el final.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Saludos, siento la demora pero he estado bastante enferma y las obligaciones que tengo no me permitieron escribir. Gracias por las lecturas y comentarios que animan, cuídense mucho y nos leemos en el siguiente.

Yae.


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