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La chaqueta por yo-soy-la-justicia

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Notas del capitulo:

Espero que disfruten XD

Steve movía sus rodillas de un lado a otro. Tenía una mano en su rostro y en la otra una botella de cerveza caliente.El calor era exasperante y se sentía fuera de lugar.

Sam desapareció en la pista de baile; Bucky lo ignoraba por la despampanante pelirroja a su lado. En medio de todas las chicas de silicona, los pseudo-pandilleros y otros patanes pudo distinguir a un chico.

Era el chico más lindo que alguna vez vio. Lo atribuyó la mezcla alcohol y el despecho, pero no pudo sacarle la vista de encima.

Era muy pálido, algo anormal porque en California estar bronceado era casi un requisito.

Su cabello perfectamente estilizado; sus ojos oscuros y envolventes, su sonrisa seductora...

Le devolvió la mirada y le guiñó un ojo. Se estremeció y su rostro se ruborizó.

No conocía ese lado gay suyo, pero tenía ganas de experimentar.

Demonios, tenía Veintidós años, estaba en la Universidad y siempre había seguido las normas; era hora de salir de la rutina.

Su amigo lo miró de reojo y rió por lo bajo. Le dio unas palmaditas en la espalda, como si leyera sus pensamientos.

Tomó un trago de cerveza y se apoyó contra la barra. El chico lindo desapareció de su vista. Suspiró. Era un experto en esperar demasiado.

Como pasó con Sharon. Esperó demasiado, creyó que hacía lo correcto hasta que la vio sonriente, de la mano con otro hombre. Hombre que logró lo que él no pudo en dos años... En tan sólo una semana.

No valía la pena pensar en el pasado.

Sintió un piquete en su hombro. El chico lindo le sonrió, su corazón se aceleró estúpidamente.

—Que buen amigo tienes— dijo el chico en un tono burlón— te dejo sólo por la pelirroja—

Steve ladeó la cabeza y miró hacía donde se sentaba Bucky. Ya no estaba, tampoco la rusa que anteriormente lo acompañaba.

El chico lindo río por lo bajo. Su risa era suave y fresca. Sus ojos brillaban con diversión. Sintió unas ganas casi inhumanas de reflejar esa belleza en un lienzo.

—¿Te comió la lengua el ratón?— Dijo con una sonrisa coqueta. Su sonrisa era una obra de arte, todo él era una obra de arte. Sintió la falta de aire— Me llamo Tony, ¿Y tú?—

—M-Me llamo Steve— contestó y luego se mordió el interior de la mejilla, maldiciendo internamente. Tony volvió a reír.

—Eres lindo. Creo que te recuerdo de algún lado— se colocó una mano en el mentón— ¿Te conozco?— Steve Parpadeó rápidamente.

—No... Creo que no—

—No es una pregunta. Era una sugerencia—

Steve sonrió de lado.

—¿Quieres algo de tomar?— Tony lo miró a los ojos.

—No me gustan las bebidas de aquí. Sólo hay cerveza caliente— arrugó la nariz. Steve dejó su botella en la barra.

—Entonces bailemos—

—Me gusta esa actitud—

Sus movimientos eran magnéticos, sensuales, sus ojos seguían hechizandolo en medio de la penumbra, la música envolvente y ebrios desdichados.

No pudo evitar tocarlo. Lo vio abrir sus labios; la música se le tornó exasperante por no permitirle escuchar los jadeos de Tony.

La fricción, la coquetería juvenil de Tony y su forma de influirlo en el pecado; fue demasiado.

Lo tomó de la nuca y lo besó en un frenesí desesperado.

No creyó desear jamás así a alguien, menos a un hombre.

Sus labios eran perfectos, delicados, casi irreales.

Estaba en las nubes. Deseó sentirse así por siempre.

Cuando se separaron pudo ver a Bucky a lo lejos, alzando los pulgares y guiñándole un ojo.

—Este lugar me aburre— se quejó Tony— Vamos afuera...¿Quieres pizza? Yo sí. Adoro la pizza—

Steve se carcajeó, lo tomó de la mano y lo estiró hacia afuera.

Se sentaron en una mesa de una pizzería en frente del bar.

La primera vez que entró tan rápido en confianza con una persona. Charlaron durante casi dos horas, en medio de bromas. la pasaron, a pesar de la horrible pizza recalentada.

Era encantador, jovial y seductor. También un poco sarcástico y burlón. Quedó flechado por su personalidad; impresionado por su carísima.

Se hizo muy tarde más rápido de lo que quiso. Steve insistió en acompañarlo a su casa a pesar de las repetidas negaciones de Tony.

El frío clima de otoño se hizo presente. Tony tiritó de frío. Steve le besó la nariz y le colocó su chaqueta encima de sus hombros

Se subieron al auto de Steve.

—Pude venir en taxi—

—No permitiré que te pase nada, y además quiero hacerlo— el chico sonrió melancólico.

—Como todo un caballero— rodó los ojos— Hola, llamaron los años cuarenta. Piden que le devuelvan a su Steve—

—Ese chiste es más viejo que la revolución industrial- contestó dirigiendo un rápido vistazo antes de mirar al frente— ¿Cuántos años tienes?—

—Dieciséis— Steve se atragantó con su saliva.

—¿¡Dieciséis!?— abrió grande los ojos— Estoy perdido. Demonios... ¿Cómo pudiste entrar en el bar? ¡Creí que eras mayor de edad!—

—Uh, ¿Identificaciones falsas?— bufó.

—Pero eso no quita el hecho de que haya morboseado a un niño—

—Ay sí tú, padre de Tutankamón, abuelo de Matusalén; cazador de mamuts; domador de dientes de sa...—

—Entiendo tu punto— contestó— son Cinco años de diferencia-

—¿Tienes veinticinco?—

—Veintidós—

—No son tantos—

—Puedo ir a la cárcel—

—La edad de consentimiento por aquí es 14— Dijo con una sonrisa ladina. Steve río suave y aparcó el auto— Uhm, aún no... aún no llegamos a mi casa— Tony frunció el ceño. Steve sonrió y lo atrajo de la camisa.

—Me convenciste con tu argumento—

—Hey ¿Qué paso del señor "la moral es primero"?—

—Uh ¿Estoy ebrio?—Bromeó. Tony soltó una risa fresca y se aferró a él.

Lo besó con fuerza y enredó sus manos en su cabello, Tony gimió y se subió a sus horcajadas.

—Steve, o nos vamos a la parte trasera o a otro lado, porque así...—

—Vamos...atrás— contestó entre besos. Tony le mordió el labio inferior.

Fueron a la parte de atrás. De inmediato Tony continuó al ataque.

Se ubicó en medio de sus piernas.

Tan atrevido, tan encantador, tan suyo.

Besó sus labios una vez más, para volver a sentir su sabor.

El chico coló una mano traviesa por debajo de su camiseta y con la otra frotó su erección oculta por la ropa.Sus manos estaban frías. Steve gimió y echó la cabeza hacia atrás.

Riendo y mirándolo con diversión desabrochó sus pantalones. Conocía el poder que tenía sobre el hombre, y eso le gustaba.

Steve se dejó hacer, deslumbrado por ese chiquillo descarado y juguetón.

Lo miró a los ojos mientras metía su miembro en su boca, con una sonrisa provocadora que fue desapareciendo a medida que entraba en su boca. ¡Cuánta osadía!.

Se mordió el labio inferior y puso una mano sobre su cabello; usó la otra mano para sostener su pene y controlar el ritmo.

Su boca era tan cálida y estrecha. No podía dejar de mirarlo. Gimió fuerte con los ojos entreabiertos.

El tono de llamada de su celular sonó. Tony paró con su labor; Steve gruñó disgustado.

—No contestes—

Miró de reojo a su celular, el cual quedó tirado en el piso.

—Tengo que. Es mi madre— contestó. Agarró su teléfono.

—Niñito de mami— susurró burlón antes de que contestara. él enarcó una ceja.

—¿Mam-...?—

—¿¡Quién te dio permiso de salir!?— Tuvo que alejar el teléfono de su oreja. Tony rió suave y tomó la erección de Steve entre sus manos. Lo miró atónito, rogando que no se le ocurriera hacer lo que estaba pensando — ¡Vuelve a casa ahora mismo!—

—Pero ya estoy en la universidad...— se quejó. Su madre resopló por el otro lado de la línea.

—Ese no es pretexto para escaparse de casa, jovencito...—

No escuchó el resto.

Volvió a sentir la húmeda cavidad de Tony envolviendo su pene. Se tapó la boca con su brazo para ahogar un grito.

—¡Despídete de tu auto! Estás castigado. Y es mejor que vengas rápido o te irá mucho peor—

Colgó, incapaz de responder algo racional.

Continuó chupando, dando ocasionales lamidas y mordiditas suaves al glande.

Steve se tapó la boca y mandó la cabeza hacía atrás. Sus mejillas ardían. Estaba demasiado excitado.

Dejó a Tony seguir el ritmo que quisiese. Mientras chupaba masturbó a Steve, entretenido por sus reacciones y muecas avergonzadas.

Sintió un espasmo, estaba a punto de terminar. Sacó su pene de la boca de Tony y continuó tocándose con frenesí. El muchacho abrió la boca y lo miró con un brillo malicioso en sus ojos.

Dio un beso húmedo en su glande, rodeando el borde de la uretra con su lengua.

Soltó un grito que ahogó mordiéndose los labios, corriéndose en su boca. Parte de su mejilla quedó manchada.

Tony rió y buscó su boca. Steve se separó con la cabeza agachada.

—¿Necesitas ayuda para...?—

Tony negó.

—Terminé antes que tú— le mostró la evidencia. Steve enrojeció.

—¿Quieres un trapo?— Tony alzó las cejas, desafiante y se llevó los dedos a la boca, limpiándolos con su lengua. Steve se relamió el labio inferior sin dejar de observarlo.

—¿Tú primera experiencia con un hombre?—

—¿Se nota mucho?— Tony negó y soltó una risita.

Steve lo tomó del mentón, pero su celular volvió a sonar.

El rubio se sobresaltó y se abrochó los pantalones. Tony rodó los ojos e hizo lo mismo.

No contestó y apagó su teléfono.

Condujo a donde Tony le había dicho que era su casa y se despidió con un rápido beso.

Cuando llegó a su casa se encontró con su madre cruzada de brazos.

La regañada que le dio fue intensa, pero al menos conservó su auto.

Ya acostado en la cama se dio cuenta de su error, ¡Había olvidado pedirle su número a Tony! y aparte le dejó su chaqueta.

Se golpeó la frente con la palma de su mano. Era un idiota.

(...)

—Pero directo a la universidad. No puedes ir a otro lado— continuó regañando su madre. Steve rió entredientes y tomó las llaves de su auto.

Ya en clases no paró de pensar en Tony, en sus hermosos ojos oscuros, su risa traviesa...

Sam le dijo que se veía como un tonto suspirando a cada momento. Lo ignoró.

Las clases fueron tortuosamente lentas, cuando salió decidió ir a buscarlo.

Iría rápido, le pediría su número y si todo salía como quería, no le quitarían su preciado auto.

Llegó a su destino, ahora que la veía bien, su hogar era mucho más grande de lo que recordaba.

Tony vivía en una jodida mansión.

Tocó el timbre. Esperó temblando de nervios y abrazándose a si mismo; El tiempo estaba frío.

Esperó otro largo rato.

Cuando estaba por irse, un hombre de canas blancas abrió la puerta.

—Buenos Días—dijo Steve—Disculpe la molestia señor, pero..¿Por casualidad Tony no se encuentra en casa?—

El hombre frunció los labios y lo miró con las cejas levantadas.

Pudo jurar que escuchó un «Mocoso ingrato» saliendo de su boca.

Tardo para contestarle.

—¿Cómo te atreves a bromear sobre algo así?— contestó molesto. Steve ladeó la cabeza.

—Discúlpeme, pero ¿A qué se refiere?—

—Mi hijo..—tomó aire para continuar, su voz salió temblorosa— Tony falleció hace casi cuatro años—

Steve tardó en procesar la información.

—¿Eh? ¿Pero cómo? Si ayer...ayer estuve con él, incluso presté mi chaqueta—

El hombre parecía cada vez más molesto.

—Eres un sinvergüenza. Lo siento, pero debes irte. No estoy de humor para tonterías—

—¿Dónde está?— insistió desesperado. El hombre se pellizcó el puente de la nariz.

—En el nuevo cementerio. Una de las primeras lápidas— contestó cerrando la puerta frente a sus narices.

Steve soltó un respingo y un escalofrío le recorrió en la espina dorsal. Era imposible. Tony estaba vivo, tenía que estarlo.

Condujo a toda prisa por la carretera principal para llegar al cementerio. Sus ojos se le humedecieron.

«Anthony Edward Stark»

Se arrodilló ante la tumba Su respiración se agitó.

Su chaqueta estaba perfectamente colocada encima de la lápida.

Notas finales:

Avisemnme de cualquier error :p

 

¡Gracias por leer! <3


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