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Change for changes por Karasu_Seiko VI II I

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Notas del capitulo:

Sentí que no acabaría a tiempo ; ;

No había sido capaz de quitarle los ojos de encima a Uruha durante todo el concierto. Ruki no estaba ahí, y era como si Aoi y Reita no existieran. Fueron alrededor de dos horas y media en las que Kai dirigía su vista hacia el guitarrista cada vez que podía. Hubo momentos en los que Uruha lucía tan elegante que dejaba anonadado al batero, lo suficiente como para casi provocar que perdiera el ritmo y se equivocara; de igual forma, hubo otros momentos en los que el más alto tocaba cierta nota o se movía de una forma que hacía que Kai recordara al joven y descoordinado guitarrista que conoció hace mucho, y del cual se enamoró. Quería que el concierto durara para siempre, pero también quiso que terminara tan pronto como comenzó. Porque la oferta de Uruha de la noche anterior sugería el inicio de un nuevo ciclo, y esta vez Kai se aseguraría de establecer una base fuerte para ellos.

Comenzaron a reunirse como grupo en el centro del escenario, y fue sólo hasta que Ruki tomó su mano que Kai cayó en cuenta de que los demás miembros estaban allí. Se inclinaron, aceptaron los aplausos y vítores de la multitud y, después de agradecer unas cuantas veces más, los cinco se fueron tras bastidores para dejarse caer en los sillones —o hasta en el piso—, recibiendo el aire frío con el que el cuarto estaba lleno.

Kai escuchó en silencio a sus compañeros hablar y hablar sobre el concierto. Sobre lo enérgico que había estado el público, y sobre cómo el hecho de que cantaran cada canción les ofrecía una emoción alucinante de la que nunca se cansarían. Escuchar el entusiasmo en sus voces era suficiente para que Kai comenzara a sentirse aliviado y relajado, permitiendo que el éxtasis provocado por la presentación lograra disminuir. Pero tan pronto como su cuerpo empezó a regularse, Uruha caminó hacia él; ya tenía puesta su ropa, pero aún tenía maquillaje embadurnado por toda la cara.

Le dio un golpecito a Kai en la rodilla con la propia y le sonrió. —¿Listo para irnos, líder?

Kai le devolvió la sonrisa y tomó su bolso, para después seguirlo.

Durante todo el trayecto en auto, el batero pudo sentir anticipación construyéndose en el ambiente que los rodeaba. Ninguno pronunció palabra, y casi podía jurar que hubo momentos en los que escuchó su corazón y el de Uruha latir al unísono.  Estaba lloviendo, así que aunque Kai supiera qué decirle al hombre sentado junto a él, no emitiría ni un simple suspiro; sabía que a Uruha no le gustaba que rompieran su concentración mientras conducía al llover.

Cuando finalmente llegaron al complejo de apartamentos, Kai sintió una calidez repentina en su rodilla. Al bajar la vista, se encontró con la mano de Uruha.

>>—¿Preparado para correr?

Kai se encogió de hombros, escondiendo su alegría. —Sólo es lluvia. No pasa nada si nos mojamos un poco.

—En especial si sabes que seré yo quien te seque y te caliente.

Antes de que Kai pudiera pensar en una respuesta, Uruha ya estaba fuera del auto corriendo hacia la banqueta. Divertido por la acción, el batero salió del carro y lo siguió, tomándose su tiempo para alcanzarlo a pesar de que el guitarrista le había gritado que se apresurara.

No había ni un centímetro de sus cuerpos que no estuviese empapado para cuando llegaron al apartamento, y cuando Kai se volvió para encarar a Uruha, no pudo evitar soltar una carcajada. Su maquillaje estaba todavía más arruinado que antes.

—Deberías dejar que los maquillistas hagan su trabajo y te limpien la cara después de los conciertos —El batero se acercó y pasó su pulgar por debajo del ojo de Uruha, esparciendo todavía más el delineador negro—. Eres un desastre.

—Pero soy un desastre sensual, ¿no es cierto? —El guitarrista parpadeó de forma juguetona, provocando que Kai riera de nuevo.

—Eres un desastre que ha estado viviendo con Reita por demasiado tiempo. Se te está pegando su personalidad de niño descuidado —Después de darle unas palmaditas en la mejilla a Uruha, Kai se alejó para dirigirse al baño—. Voy por unas toallas. Ya vuelvo.

Sin embargo, antes de que pudiera dar más de tres pasos, sintió el brazo del más alto rodearle la cintura y atraerlo hacia su cuerpo mojado. Su espalda quedó pegada al pecho de Uruha, y éste aprovechó para presionar sus labios detrás de su oreja y susurrarle.

—La oferta que te hice antes iba en serio. Deja que yo te seque —Las manos de Uruha se deslizaron bajo la camisa de Kai con la intención de acariciarlo, provocándole escalofríos en el proceso. Sus suaves labios comenzaron a presionar ligeros besos sobre el cuello del batero; en ocasiones utilizaba su lengua para recoger gotas de lluvia que aún tenía instaladas en la piel.

Kai no se había percatado de que casi se estaba congelando hasta que sintió cada pequeño roce que Uruha le dedicaba. El contacto lo envolvía en una calidez apacible. Terminó de recargarse en el cuerpo del mayor, aceptando los mimos sin palabra alguna. Mientras Uruha trazaba un camino de mordiscos y lamidas por su cuello, Kai se aseguraba de que no hubiese ni un centímetro que los separara. Se le escapó un gruñido cuando sintió el miembro de Uruha restregarse contra sí por primera vez. Fue entonces que se dio cuenta de que no podría mantener ese ritmo tan lento que el guitarrista había establecido.

Se soltó del agarre del más alto y se volteó para encararlo. Lo miró de arriba abajo con ojos hambrientos antes de empujarlo contra una pared. Se fundieron en un beso tan duro que ambos estuvieron seguros de que a la mañana siguiente tendrían los labios amoratados. Los dos sabían lo que le gustaba al otro. Uruha tenía sus manos en las caderas de Kai y las apretaba contra las propias, restregándose mientras seguían enredando sus lenguas. Gemidos graves escapaban de sus bocas, y éstos acompañaban al sonido húmedo de los besos que les rodeaba.

—Joder —Uruha rompió el contacto y recargó su frente contra la de Kai, intentando hablar a pesar de su respiración agitada—. No puedo creer que soporté tres meses sin tocarte.

Kai rió, también sin aliento. Tenía las manos detrás del cuello de Uruha y rozaba los labios en su pecho. —La buena noticia es que no tendrás que esperar ni un segundo más —Alzó la cabeza para darle un besito rápido al más alto, y luego lo tomó de la mano—. Vamos, sigamos en la recámara.

Continuaron tan pronto como llegaron a la habitación, como si no hubiese habido interrupción alguna. Se tocaban con mucho más arrebato que antes, y sus labios encajaban como si no les importase nada más en el mundo. Se desnudaron en cuestión de segundos y continuaron besándose y acariciándose en la cama, con el líder acomodado entre las piernas del guitarrista.  

Kai paseó sus labios por la mandíbula de Uruha, su cuello, su pecho, mordiendo con la fuerza suficiente para dejar ligeras marcas que el más alto apreciaría al día siguiente. Apenas había comenzado a succionar cerca del abdomen cuando sintió las manos callosas de Uruha subir por su espalda, provocando que se estremeciera.  

—Acuéstate, Kai. Quiero hacer algo por ti.

El mayor utilizó un tono que bien podría describirse como tranquilo, pero Kai detectó que no se había tratado precisamente de una sugerencia. Y luego de todo ese estrés que había soportado durante las semanas anteriores al concierto, permitir que Uruha tomara el control de su reinado sonaba bastante tentador.

Alejándose del guitarrista, Kai se acomodó al otro lado de la cama. Le sonrió, y Uruha se montó sobre su cuerpo y comenzó a besarle justo como él había hecho momentos antes.

—¿Planeas dejarme marcas que combinen con las que yo te hice? Qué dulce —Se burló el menor, para después cerrar los ojos y soltar un suspiro de relajación mientras Uruha le chupaba su manzana de Adán.

—No es mala idea, pero todavía tengo planeado algo mejor —Uruha continuó besándole, acariciando y chupando cada parte que sabía provocaría las mejores reacciones en Kai; éste, por su parte, lograba sentir la sonrisa del guitarrista contra su piel cada vez que lograba sacarle una respuesta ruidosa.

El guitarrista siguió besando más y más abajo, ocasionando que el batero jadeara con cada roce. Ni siquiera habían estado separados por mucho tiempo, pero durante ese periodo el miedo de perder a Uruha para siempre había perseguido a Kai, lo cual provocaba que atesorara aún más lo gentil que el mayor se estaba comportando con él. Regularmente lo hacían a prisa y de forma brusca, pero ahora más que nunca Kai estaba agradecido de que Uruha tomara la iniciativa e hiciera las cosas despacio.

—Carajo —La espalda de Kai se arqueó y sus manos se enredaron en el cabello de Uruha, pues éste le había mordido cerca del hueso de la cadera, y ahora se disponía a lamer la marca que le había dejado.

—Disculpa —El guitarrista soltó una risa ronca —. Moría por hacerlo —Situó un tierno beso sobre el rastro antes de continuar descendiendo; cubrió de besos los muslos de Kai y acarició las partes internas antes de abrir sus piernas por completo—. Pero moría aún más por hacer ésto.

El batero sintió la punta de la lengua de Uruha deslizarse por su entrada, provocando que gruñera. Cerró los ojos en completo delirio y atrajo más hacia sí la cabeza de Uruha con sus piernas, alentando a que el guitarrista continuara con sus acciones. Ahora que ya había comenzado, Kai necesitaba que terminara con ello.  

El guitarrista siguió lamiendo y, en ocasiones, introducía sólo la punta de forma provocativa. En cuestión de segundos, el líder sintió su estómago humedecerse a causa del líquido preseminal brotando de su erección. Uruha sabía lo que quería, lo que deseaba. Era el único hombre que lograría comprender a Kai por completo, el único que lograría reducir a tremendo sádico a ese estado de balbuceos.

Pronto, el guitarrista comenzó a gatear por encima del cuerpo del líder, sonriéndole con picardía antes de alcanzar uno de los cajones de la mesita de noche. —Sigues guardando el lubricante y los condones en el mismo sitio, ya veo.

El comentario ocasionó que Kai resoplara; el sentido del humor de Uruha siempre había sido mordaz. —Menos mal que no te los llevaste cuando te fuiste.

El guitarrista rió entre dientes mientras vertía el líquido viscoso entre sus dedos. —Bueno, también me doy cuenta de que no usaste nada desde que me fui —Dejó caer la botella en la cama y después apuntó hacia ella—. El lubricante sigue medio lleno.

—Discúlpame si no estuve de humor para masturbarme. El novio con el que estuve durante diez años me botó y estuve viendo a un loquero tres veces a la semana. Tocarme no estaba en mi lista de cosas por hacer.

—Me encanta que me acusas de parecerme a Rei por pasar tanto tiempo con él cuando tú suenas exactamente igual de quejoso que Ruki. Tal vez ustedes dos-

Kai posó dos de sus dedos sobre los labios de Uruha, impidiendo que terminara de hablar. —Tal vez deberías callarte y follarme de una vez.

El guitarrista se limitó a sonreír con altivez, y después introdujo sólo un dedo a la vez que colisionaba sus labios con los de Kai por enésima vez en esa noche.  

Incluso después de que terminaron, los besos y las caricias no se detuvieron. Se quedaron acurrucados en la cama, mirándose el uno al otro, sonriendo y con el cabello revuelto, delineando las marcas que se habían dejado.

Era una calma reconfortante que Kai no había experimentado con Uruha desde que comenzaron a salir, y no lograba comprender cómo había soportado todos esos años sin sentir ese nivel tan dulce de intimidad; una sensación que, estaba seguro, ahora ansiaría por el resto de su vida.

Acercándose más al guitarrista, Kai colocó la cabeza en su pecho, el cual seguía húmedo por el sudor, y cerró sus ojos para concentrarse en sus latidos.

—Terminamos hace como veinte minutos, Uru. ¿Por qué tu corazón sigue tan acelerado?

El mayor suspiró, con sus dedos aún bailoteando sobre la espalda de Kai. —Siempre me pasa cuando estoy cerca de ti. Y de verdad espero que mi corazón siga latiendo así durante lo que me queda de vida.

Despegando su cara del pecho del guitarrista, Kai alzó la vista, luciendo poco más que perplejo. Uruha siempre había sido directo —incluso podría decirse que hasta seco—, por lo que las ocasiones en las que se comportaba así de cursi eran extrañas y muy contadas. Estaba tan fuera de su personaje que se comportara así, que Kai tuvo razón en desconcertarse; de cualquier forma, le hizo darse cuenta de que el amor de Uuha por él estaba, y siempre estaría, ahí.  

—Eso sonó casi como una propuesta.

—Ajá —respondió el más alto con despreocupación, alejándose del otro para aferrarse a una almohada—. Y después de toda la mierda que me has hecho pasar, espero que aceptes.

La oportunidad de comenzar el siguiente capítulo en sus vidas.

La promesa de comenzar de nuevo.

El inicio de un ciclo saludable.

¿Cómo podría decir que no a eso? 

Notas finales:

Puede que haya roto la regla no escrita de que Kai no es pasivo, pero bueh (?)

Igual quiero aclarar que, desde mi punto de vista, ser pasivo de vez en cuando no te quita la calidad de dominante en la relación, y mucho menos en la personalidad. Pero bueno, esa ya es cuestión de cada quién.

Muchas gracias por leer. Nos vemos en el próximo DIK <3

@KarasuSeiko


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