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En el Pasado por Princess Nemesis

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Notas del capitulo:

Como dije el titulo, solo son recuerdos.

Con sus brazos le rodeo la cintura, haciendo que soltara un pequeño quejido, pero aun así no aflojo su agarre, es más, lo atrajo hacia sí, temía que intentara escapar. Llevó su nariz hacia ese pálido cuello y aspiro ese dulce aroma. Su sola esencia era un afrodisiaco.

 

—Podrías soltarme, si tienes sed, espera a que ella regrese –dijo Kaname.

 

Zero se preguntó, si Kaname era muy inocente o estúpido, no parecía darse cuenta de nada. Mayormente apostaba por la primera opción.

 

—No podrías darme tú de beber, hueles muy bien –dijo sacando sus colmillos y rozó el cuello del castaño.

 

Sabía que se estaba comportando egoísta. Kaname alimentaba con su sangre a Mitsuki y casi no bebía sangre de ella, para no debilitarla. Pero…. Deseaba la sangre de Kaname, ansiaba sentir ese líquido carmín recorriendo por su garganta, anhela deleitarse saboreando cada parte de él, porque con su sangre no sería suficiente, nunca tendría suficiente de él.

 

—Zero –advirtió, una amenaza silenciosa.

 

Suspiró.

 

No se apartó del castaño, es más, le comenzó a empujar suavemente hacia la cama. Al final, Zero quedo sentado en la cama, con Kaname recostando su cabeza en las piernas del peli plata.

 

Zero comenzó acariciar los cabellos castaños de Kaname, y este no dijo nada, estaba cansado, tener que enfrentarse a varios sangre puras, no era sencillamente fácil.

 

—Kaname –le llamó —Me dirás lo que sucede, o tendré que esperar a que me lo cuentes.

 

El castaño suspiró, se preguntó cómo era posible que él se diera cuenta siempre de lo que trataba de ocultar. Zero era muy intuitivo, era una de sus cualidades.

 

—Nuestra debilidad….. –comenzó a decir, sorprendiendo momentáneamente a Zero —Es nuestro corazón.

 

—Tus investigaciones dieron frutos, pero ¿Qué te preocupa?

 

—¿Qué hacer para que esa información sea útil para los humanos? Si estos ni pueden con los humanos convertidos.

 

Zero entendió a Kaname, quería salvar a los humanos, pero que hacer cuando llegas a callejón sin salida. Tenía la respuesta, pero encontrar la solución no sería fácil. Kaname tenía una carga muy pesada sobre sus hombros. Zero se encontró deseando poder disminuir esa carga, quería aliviar ese peso.

 

—Has hablado con Mitsuki sobre esto. –preguntó.

 

El castaño negó suavemente.

 

—No quiero preocuparla. No me perdonaría que sus sueños se vean interrumpidos por eso.

 

Como siempre, actuando como un caballero.

 

—No deberías perturbarte. La solución al problema seguramente está en tu mente.

 

—Lo sé.

 

<<Que respuesta más egocéntrica>> pensó Zero divertido.

 

—Pero es difícil acceder a ella –completó Kaname.

 

Siguió acariciando los cabellos castaños. En algunas ocasiones se le hacía difícil entender la compleja mente de Kaname. Pasaba de ser arrogante a mostrar una tierna dulzura, o simplemente al revés.

 

—Te ayudaré a encontrar la respuesta. –dijo por impulso.

 

Le observo, y se alivió al percatarse de que se encontraba dormido. Seguro que estaba demasiado cansado. Zero suspiró, ni si quiera el mismo se entendía, deseaba decirle y mostrarle sus sentimientos a Kaname, pero tan solo pensar que lastimaría a su hermana le creaba un nudo en la garganta.

 

Mordió su labio inferior, ¡Maldición! Sé que ella no le amara como lo hago yo. Ese fue el pensamiento que pasó por su mente, pero que desecho rápidamente.

 

Misutki, si le haces sufrir tan solo una vez. No me contendré, y le apartaré de tu lado.

*

*

*

La lluvia caía a cantaros, el cielo estaba gris a causa de las nubes de tormenta. Allí estaba Kaname, mojado totalmente. Sus cabellos castaños se pegaban en su rostro y con su flequillo mantenía ocultos sus bellísimos ojos borgoñas.

 

Se mantenía estático, su rostro no expresaba nada. Porque sus lágrimas se camuflaban con las gotas de lluvia.

 

Como si fuese por arte de magia, una pequeña neblina apareció cerca del castaño, comenzó a aparecer aún más, poco a poco se fue fundiendo y salió un bello hombre de cabellos plateados como la luna y poseía unos ojos que se podían confundir con las más bellas gemas amatistas.

 

Zero se mantuvo allí, no se acercó al castaño, aunque lo deseaba no lo hizo. Pero quería que supiera que estaba allí por él, para que comprendiera que pasara lo que pasara no iba a dejarle solo.

 

—Ellos te necesitan fuerte –dijo directamente.

 

Deseaba ir a consolarle, abrazarle y decirle palabras hermosas, para aliviar el dolor de Kaname. Pero no quería aprovecharse de la momentánea debilidad del castaño.

 

—No deberías venir a reprochármelo, no deberías golpearme. No deberías odiarme.

 

Estaba indefenso, desecho. Por lo que esas palabras salieron normalmente de su boca, Zero lo supo inmediatamente.

 

—Podría hacerlo, podría golpearte y odiarte hasta que me consuma la eternidad. Pero, sé que ella entregó su corazón voluntariamente.

 

<<Y porque jamás podría odiarte. Te amo demasiado, como para hacerlo>> pensó.

 

—Sencillamente eres un idiota.

 

Zero apretó sus puños, y deliberadamente los aflojo. Con los pasos elegantes propios de un pura sangre fue hasta Kaname y con sus brazos rodeo su cuerpo, acercándole hacia sí. Pudo sentir que las lágrimas del castaño no se habían detenido, y su cuerpo se estremecía imperceptiblemente entre sus brazos. Y Zero no pudo evitar odiar a su hermana.

 

<<Te dije que no te atrevieras a hacerle sufrir, Mitsuki>>

*

*

*

Kaname pasó su mirada por toda la habitación y observó como aparecía, Zero. No pudo evitar sonreír tenuemente.

 

—Me has mandado a llamar, mi Rey –dijo Zero haciendo una leve reverencia.

 

El castaño frunció el ceño, porque, aunque nunca lo deseo formó una monarquía. Los seres humanos eran protegidos por la Asociación de Cazadores, y el Consejo Vampírico hacia cumplir las leyes a los vampiros. Pero él estaba por encima de los dos bandos, ya que fue quien las formó.

 

—Si te escucho dirigiéndote a mí, por ese título, harás que mi ego crezca. Y eso será extraño ya que tú siempre me muestras tus colmillos sin vacilar.

 

El peli plata rio limpiamente.

 

—Me dirás para que me llamaste, Kaname. –dijo.

 

El castaño señalo una mesa. Por lo que Zero se acercó a esta. Allí había dos armas anti-vampiros, eran las únicas que Kaname no había entregado a la Asociación.

 

—Que me quieres decir con esto. –dijo al percatarse que Kaname, estaba a su lado.

 

—Artemis, se quedará en la mansión Kuran. Pero, a Bloody Rose la forme para ti, ella te pertenece.

 

Zero alzó una ceja.

 

—Sabes que, solo tú puedes tocar esas armas…. –comenzó a decir —y esa habilidad será transmitida a tus descendientes.

 

Era cierto, aunque esas armas fueran hechas con el corazón de su hermana, estas solo reconocían a Kaname, era una muestra del amor que ella sintió por el castaño, ni siquiera Zero podía tocarlas.

 

—No me has entendido. A Bloody Rose la formé para que tú la usaras. Créeme la utilizaras.

 

Entendió rápidamente, Kaname había tenido una pequeña visión del futuro.

*

*

*

<<Te amo>> Fueron las palabras que nunca le dijo al castaño, sentimientos que nunca se atrevió a confesar. Y por lo visto jamás diría.

 

Allí estaba la persona que más quería, cayendo en el letargo. Sus ojos borgoñas estaban cerrado.

 

¿Por qué me privas de volver a ver tus bellos ojos?

 

Su rostro se veía apacible, Zero dirigió su mirar hacia los labios del castaño.

 

Vuelve a hablarme, deseo escuchar tu tierna voz.

 

Por el bello rostro del peli plata, surcaron lágrimas. Ya no había vuelta atrás. Rápidamente salió de la mansión Kuran. No deseaba permanecer más tiempo allí.

 

Al llegar a su hogar, su aura se alzó haciendo que las ventanas y lámparas se quebraran. Quedarse encerrado allí, sería su auto impuesto castigo. Por los pasillos, por los corredores, en aquella habitación, solo había recuerdos de él.

 

La añoranza, el anhelo de tenerlo entre sus brazos seria su delirio. Se volvería loco porque deseaba probar esos labios que le fueron prohibidos. Condenado eternamente a jamás probar la sangre de nadie, ya que su eterna sed, jamás seria saciada.

*

*

*

Zero se encontraba sentado en un sillón cómodamente, esperaba. Solo tenía que esperar. Observó las paredes de la mansión, las cortinas, y todo lo que había allí.

 

La esencia que hace unos días fue despertada era la de Kaname. Dirigió su vista hacia la puerta que fue abierta estrepitosamente. Cabellos castaños oscuros que caían por los hombros, y unos ojos heterocromaticos, ahí tenia al responsable del despertar de Kaname.

 

No sabía si odiarlo, o agradecerle porque nuevamente podría verle. La sonrisa arrogante de ese Kuran, le dio a entender la respuesta.

 

—Si una gota de la sangre del Ancestro Kuran fue una delicia, como será la de usted. –escuchó la soberbia en esa voz.

 

Era una lástima que nadie de los Kuran, tuvieran esa personalidad tan atrayente que poseía Kaname. Ninguno sacó esa bella sonrisa. Ni uno solo de ellos, poseía esos ojos que tenían una mezcla de dulzura, astucia y perversidad.

 

<<Con que probaste su sangre>> pensó Zero. Su poderoso poder se desato, haciendo que el caminar de Rido se detuviera, él sintió como la sangre en sus venas se congelaban, su cuerpo se estremeció.

 

Rido Kuran, orgullo y sádico, sangre pura, sintió el terror en persona. Zero lentamente se levantó del sillón, sus ojos solo mostraban frialdad lo que hizo que el castaño sudara frío.

 

—Quieres probar mi sangre, está bien, dejaré que la bebas. Quieres destruir mi cuerpo, dejare que lo hagas. Solo….. no olvides mi rostro ni ira, Rido Kuran.


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