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Encuentros... en el antro de la perdición por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“¡Izuna, suéltalo!”

“¡Tobirama! ¡¿Qué comportamiento es ese?!” Madara y Butsuma trataban de separar a los dos, que se gritaban el uno al otro, acusándose de distintas cosas. Los dos estaban enfurecidos más allá de cualquier razón. Sus manos en garras se alzaban hacia la cara del contrario. “¡Ya, sepárense! ¡¿Qué se supone que está pasando?!”

“¡Pregúntale a ese tramposo!” lo señaló el albino con el dedo, siendo sumamente grosero. “¡Suéltame! ¡No pienso estar ni un segundo más en frente de un tramposo idiota con el cerebro de un…!”

“¡Mejor que un mal perdedor como tú!” gritó el Uchiha, moviéndose en los brazos de su hermano. Este levantó una ceja, normalmente él no se comportaba así, ni siquiera con algunos de sus ex rivales en los tribunales. “¡El verde de la envidia se te nota! ¡Nunca has podido soportar que alguien sea mejor que tú!”

“¡¿Desde cuando eres mejor que yo, pequeño…?!”

“¡Tiempo fuera!” Hashirama gritó cuando hubo bebido suficiente como para calmar el dolor de cabeza que taladraba su cerebro. “¿Pueden decirme de dónde demonios se conocen ustedes dos? No recuerdo que hayan estado a un radio de un metro el uno del otro.”

“¡En el concurso de monografías para becas de postgrado!” el Senju mayor estuvo a punto de echarse a llorar de nuevo. Era un punto muy delicado para su hermano, acostumbrado a ganar todo con mucha facilidad gracias a su elevado IQ. El haber quedado segundo en ese concurso sin duda había conmocionado su vida… y generado un gran odio hacia una sola persona en su corazón.

“Déjame adivinar, Izuna fue el ganador de ese año, ¿verdad?” Madara lo recordó en ese momento. Había estado tan orgulloso de su hermanito por eso… aunque no creía que fuera a generarle tantos problemas.

“¡Ese idiota hizo trampa! ¡No hay otra manera de ganarme!” siguió debatiéndose el albino. “¡Además no soy un mal perdedor!” ¿en serio? Pensó su aniya. “¡Ese eres tú, Izuna Uchiha! ¡Me acusaste de conducta inadecuada después de haberte ganado ese juicio en Dinamarca!”

“¡Y tú a mí después de ese juicio en Munich!” los dos estuvieron a punto de pelearse físicamente de nuevo, gritándose las listas de juicios que habían peleado el uno contra el otro. Hashirama estaba muy tentado a beber más, pero se contuvo. Después de todo su madre iba a necesitar unos cuantos brazos para llevarla de regreso a la cama. Empezar a beber antes de las diez de la mañana no le haría bien. “Te voy a…”

“No vas a hacer nada” el pelinegro mayor cogió más fuertemente a su hermanito. “Este desayuno se supone que es especial… ¡para celebrar mi compromiso!” de repente el menor bajó la cabeza con culpabilidad. “¿Es que acaso no te importo?”

“No… nii-san… no es así…”

“Awwwww ¿el bebé va a llorar? ¿Su nii-san fue muy malo con él?” se burló el albino, que estaba todavía en brazos de su padre. Hashirama se adelantó y le dio un lapo en la cabeza, captando finalmente su atención.

“¡Tobirama! ¡No sigas peleando! Acaso no…” sus lágrimas salieron de sus ojos. Por una vez, sus manías depresivas consiguieron que su hermano se apiadara de él, porque sus ojos se clavaron en el piso, bastante avergonzado. “¿Acaso no te importo? Este… ¡este fin de semana es importante! ¡Celebramos mi compromiso! ¡¿Es que eres tan cruel?!” se cubrió la cara mientras lloraba. “¡A nadie le importo!”

“Cla… claro que no… aniya… yo… lo siento” Tobirama intentó calmarlo, conocedor de cómo era cuando se ponía así. Izuna iba a hacer un comentario igualmente burlón al que el albino le había hecho antes, pero una mirada de su hermano le recordó por qué debería mantener la boca cerrada.

“Tranquila, querida” Butsuma se acercó a su esposa, palmeándole la espalda. “Creo que todo ya se calmó… espero…”

“Sí, ya se calmó” Izuna aseguró, limpiándose el traje. Le dedicó una mirada envenenada a su rival, que se la reciprocó antes de hacer un silencioso pacto de no agresión durante las cenas… al menos hasta que encontraran la forma de romper a la pareja. “Ni muerto me convierto en pariente tuyo”

“Ya somos dos” se fueron a lados opuestos de la habitación, haciéndose la ley del hielo. Sus ojos estaban llenos de una extraña llama de furia. Raizo los miró, pensando que no podía ser peor. De repente una ligeramente ebria Namie junto con su marido se acercaron a su sobrino menor, que refunfuñaba enfadado.

“Tenemos que hablar” le susurró el hombre, que estaba mejor que su mujer. “Es obvio que tú no quieres que tu familia y la nuestra se unan, así que queremos tu cooperación para terminar con este compromiso.”

“¿Por qué me lo piden a mí?”

“Porque según nuestros informadores eres la única persona lo suficientemente influyente en la vida de tu hermano como para ayudarnos a terminarla” susurró el castaño. “De hecho, eres el adulto más influyente.”

“Sí, lo soy… y normalmente me preocuparía más por su felicidad, pero les voy a ayudar” respondió el Uchiha, apartándose un poco el cabello. “Pienso que está cometiendo un grave error. No se puede casar con su primer novio, es sólo una confusión entre el primer amor y el juntos para siempre. No quiero verlo arrepentirse.”

“Muy bien pensado”

“He representado suficientes divorcios en mis tiempos” soltó un suspiro. “Pero primero tendremos que actuar como si todos fuéramos buenos amigos. Si llegan a sospechar algo entonces serán más difíciles de controlar.”

“¿De qué están hablando?” Hotaru se les acercó por detrás. Había estado escuchando a escondidas, más aún no quería echarle agua encima a las ilusiones de los enamorados de que sus familias se llevaran bien a pesar de todo. “He estado pensando que quizás este problema se generó porque aún no hemos tenido suficiente tiempo de calidad juntos, las dos familias. ¿Qué les pareció?”

“Es una magnífica idea” sonrió el abogado como todo buen mentiroso. Sentía que no se debía meter con este tipo. Si Raizo entre todas las personas le tenía miedo… no lo malinterpreten, adoraba a su tío, pero era demasiado extraño. “Podría conseguir reservaciones en algún restaurante de cinco estre…”

“Yo ya me tomé la libertad de hacerlo” se señaló a sí mismo el casanova de la familia Senju. “He reservado una sala en un hotel exclusivo de ciudad, hoy a las ocho la deben tener lista para nuestra cena. Ordené los favoritos personales de cada uno. Espero que sea del agrado de todos ustedes.”

“¿Una cena en el hotel?” preguntó Raizo, acercándose. Todavía estaba cubierto por una manta, tapando mitad de su rostro, aunque al parecer empezaba a mejorar. Hablar con alguien que no fueran sus sobrinos era una mejora.

“Claro, espero que te guste” el anfitrión trató de tomar su mano, pero este se retiró inmediatamente. Izuna, preocupado, se acercó. Su tío siempre había tenido una cierta dificultad social, pero nunca a este punto. Hotaru también se preocupó, cuando lo rechazaba normalmente no estaba temblando.

“¿Estás bien?”

“Cre… creo que sí” de todas maneras se sujetó de su mano. “Yo… sólo… vamos a comer… desayunemos y vámonos a casa”

“Como quieras”

“Espera” Hotaru se acercó, dispuesto a hacer un último pase, por muy estúpido y desesperado que fuera. “¿Te invito una copa?” espera un momento. “Ya sé que no tomas, que mala idea he te…”

“Sí quiero una” esto dejó de piedra a sus dos sobrinos, que estaban escuchando la conversación entre esos dos. Madara sintió que debía hablar muy seriamente con Izuna de esto y el menor estuvo de acuerdo. No querían que algo malo les pasara a los miembros de su familia con los que todavía podían relacionarse.

“Señores, el desayuno está servido” todos fueron al salón donde se servía con el paso digno de unos soldados que se dirigían a la guerra.

-En el apartamento de Madara-

“¡Tío Izuna!”

“¡¿Cómo están mis angelitos?!” el susodicho abrió los brazos para coger a los niños que se lanzaron a ellos, riendo en sus brazos. Él también sonrió, sólo verlos por computadora hacía que sintiera que se estaba perdiendo mucho. “Awwww, se ven tan lindos. Son unos chiquitines adorables.”

“No somos pequeños, somos grandes” señaló Sasuke, a pesar de que seguía siendo un adorable enano con carita de muñeco en brazos de su hermano. Detrás de ellos, un Obito en piyama con el pelo revuelto y muchos moretones salió de la parte de atrás, asintiendo. Tenían unos cuerpos pequeños, pero eran unas enormes bestias que destruían a todos los que se ponían en frente.

“Sí, ya están bastante grandes… en comparación con la última vez que los vi” se rio al ver el puchero que puso Sasuke. “No te preocupes, todos crecen a su ritmo. Seguro que pronto vas a ser un jovencito tan hermoso como tu madre.”

“¡Gracias!” el niño le sonrió. Se quedaron en brazos de su tío un rato más para luego salir corriendo hacia su incauto primo.

“Ah, sí, Obito, necesitaré que te quedes en la noche también. Hotaru organizó una cena sorpresa y tengo que ir junto con estos dos” el adolescente tembló de miedo. Todo un día con esos fenómenos… horror. “Tu padre dijo que podrías… ¿verdad?”

“Por favor…”

“¡Obito-nii jugará con nosotros! ¡Traigan la cola para jugar a ponerle la cola al burro!” el chico corrió, sacando su celular para llamar durante un par de minutos. Sabía de un par de personas que le debían algo, que eran sus amigos… bueno, amiga y rival… pero que lo ayudarían a meter a esos niñitos en cintura.

“Por favor contesta… contesta”

“¡Encontré la correa de perro!”

“¡AYUDAAAAAAAA!” gritó por el celular. En el cuarto principal lo escucharon tres adultos, uno pensando en su seguridad y los otros dos riéndose.

“Awwwww, se parecen a nosotros cuando éramos pequeños” comentó Izuna entre risas, sacando sus trajes de la maleta para escoger uno para la noche. Tenía que ser perfecta… para despistar a su hermano antes de arruinar su relación. Debía hacerlo… aunque debiera mostrarse educado con su peor enemigo. “¿Qué te parecen estos?”

“Están bien” Madara rebuscó su armario para buscar el próximo regalo de cumpleaños de Raizo. “Tío, ponte esto” se lo dio. “Seguro que te gustará” tomó el borde de la manta. “Déjame que te vea”

“Hummm” Raizo lo sujetó sobre su cuerpo, sin dejar caer esa cosa. Se metió al baño, sorprendiendo a los otros dos.

“¿Desde cuándo nuestro Indiana Jones es tan modosito?” preguntó el mayor, sentándose en la cama. Sabía que su tío era extraño, pero siempre se cambiaba en donde fuera, conversaba del antiguo Egipto exclusivamente y nunca bebía. “Además lo he visto hacer un montón de cosas que Raizo nunca haría.”

“Sí, a mí también me preocupa” el menor concedió, tomando asiento a su lado. “He intentado hablar con él miles de veces, más siempre está esquivando el tema” bajó la mirada. “Es como si no confiara en mí.”

“Claro que confía, es sólo que… quizás está demasiado lejos de su nerd-vana personal” se cruzó de brazos el rey de los medios. “Deberíamos tomar unas vacaciones en familia, como cuando los visitamos en su excavación en el templo de Amón Ra en tus primeras vacaciones de la universidad.”

“Hace como mil años… y antes de que misteriosamente perdiera su interés en el Antiguo Egipto. ¡Ha estado autoconfinado en mi casa desde hace meses!” gritó con frustración el abogado. “Creo que ha cogido una misteriosa enfermedad que…”

“No te pongas así, seguro que simplemente no le ocurre nada sobre lo que investigar ahora” negó con la cabeza. “Seguro que ya se le ocurrirá, sobre todo si nosotros lo ayudamos.”

“Eso espero” volteó la cabeza hacia el baño. “Odio verlo tan deprimido”

“Y yo”

“Hummm” Raizo, que los había estado escuchando todo el tiempo, se encogió. No quería causarles tantos problemas a sus sobrinos ni que se preocuparan por él, pero tenía que quedarse ahí… al menos por un tiempo. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando pensó en lo que había pasado. “Tranquilo… no pasó nada… no pasó nada…”

-En la noche-

“Tranquilo, aniya, respira” la posibilidad de ver a Izuna Uchiha por segunda vez en el día había puesto a Tobirama como un energúmeno. Kawarama estaba intentando calmar sus ánimos mientras que sus padres mantenían sus copas bien llenas de vino fino. “Mamá, papá, no está funcionando.”

“Tobi-chan, por favor” Namie se acercó a su hijo, poniendo los brazos alrededor de su cuerpo. “Trata de fingir que lo soportas por un par de minutos, luego podremos librarnos de toda su familia para siempre, ¿sí?”

“Ya qué” el albino rodó los ojos. Finalmente los Uchiha hicieron acto de presencia, saliendo del costoso auto de Madara. El segundo hijo de los Senju le dio una mirada envenenada a su viejo rival, que no le hizo caso. Tomándolo como restregar su actitud más madura en su cara, el joven estaba a punto de lanzarse contra él cuando su hermano lo sujetó por el brazo.

“Respira… piénsalo racionalmente” trató de calmarlo.

“Sí, sí, no tengo que dejarme llevar” la cena fue tensa, nadie podía comer de la fabulosa comida que Hotaru les había ordenado. Entre los dos hermanos menores lanzándose dagas por encima de la mesa, Raizo meciéndose en su silla, acompañando a los Senju en lo que determinaba como un concurso por ver quién se emborrachaba más rápido y la pareja acaramelada que intentaba ignorar toda la tensión la cena era todo menos amena. En medio de esto el Uchiha mayor abandonó la sala para descansar un rato. El casanova estuvo a punto de hacer su jugada cuando…

“¿Qué haces tú aquí?” alguien que salía de otra sala le preguntó. Raizo le respondió, parecía aterrado. “Esto no fue lo que quedamos” lo tomó del brazo y sacudió duramente, acercándolo a sí mismo. “¿O es que acaso te quedaste con las ganas?”

“Déjame… no quiero… suelta”

“Si ese es el caso…” se acercó más de lo que a Hotaru le gustaba. “estaré más de encantado de llevarte conmigo después de recibir mi premio por mi genial investigación” el Uchiha tembló un poco más. “De hecho, ¿Por qué lo hago? Dije que si te volvías a…”

“¿Algún problema, caballeros?” el Senju se acercó a ellos con calma. “Raizo, tus sobrinos quieren que hagas un brindis” anunció. “Por favor vuelve a la sala”

“Creo que no, aún no hemos terminado” el hombre lo jaló de nuevo, haciéndolo gemir de dolor y tirar la manta que siempre llevaba. El otro entonces pudo apreciar lo delgado y consumido que estaban. “Acordamos algo, este amiguito me debe una cosa por estar cerca de mi gran noche.”

“Yo… lo puedo explicar” finalmente el Uchiha habló, alejando un poco la cara para no ver a su atacante. Lo conocía bien, era otro egiptólogo con aires de grandeza, pero con muy poco talento y aún menos inteligencia. Y esa gran investigación que estaba presentando… “Mi sobrino se va a casar y…”

“No pedí explicaciones, sólo que te alejaras”

“Como si tuviera que darte alguna” Hotaru lo tomó del cuello de la camisa, haciendo que soltara a Raizo y tirándolo al suelo. “Más te vale mantenerte alejado de él, ¿quedó claro?” le advirtió, cerniéndose sobre él. “Ahora me tiene a mí para protegerlo, así que mantén tus manos lejos. Vamos, Raizo-kun” lo tomó de la mano, arrastrándolo hasta adentro del salón. El Uchiha lo siguió un poco sonrojado. ¿Acaso ese don juan acababa de protegerlo? “Tranquilo, no te va a pasar nada.”

“Gra… gracias” una vez dentro comenzó a beber de nuevo, tratando de quitarse el mal recuerdo de la cabeza. Bebió tanto vino que terminó prácticamente cayéndose en medio de la reunión.

“Nunca has tomado antes, ¿verdad?” preguntó su acosador, acercándose para levantarlo del piso. Él negó, impulsado por su embriaguez a decir la verdad. “Eso explica tu total falta de resistencia al alcohol” suspiro “Por suerte preví que esto pasaría” lo tomó en brazos. “Te llevaré a la habitación que renté en caso de que alguien estuviera tan ebrio como para no irse a casa.” Lo llevó hasta una suite especialmente arreglada. “Ya llegamos” tomó le piyama de seda preparado que estaba sobre la cama. “Déjame ayudarte”

“¡No!” el egiptólogo comenzó a agitarse y a golpear al aire cuando sintió que le desabrochaban los botones de la camisa. “No me toques… ¡no me hagas daño!”

“Shhhhh, no voy a hacerte nada” Hotaru trató de calmarlo. Era verdad… aunque nadie se lo creyera. “Sé que es difícil de creer viniendo de mí, pero no voy a hacerte nada malo o sexual, sólo quiero ayudarte.”

“Ya déjame… no me…” las manos le temblaban mucho y las lágrimas salían de sus ojos. Sus dedos se enredaron en la camisa al otro, impidiendo que se moviera. “Por favor” su voz estaba mucho más baja que antes. “Ya han… ya han intentado… ya han intentado violarme antes… no…”

“Violarte… ¿Quién…?” una de las manos se desenredó de su camisa para volar a su boca, tapándola. Hotaru decidió dejarlo para después, llevándolo al baño para que vomitara. Frotó su espalda mientras vomitaba, tratando de calmarlo. En ningún momento tocó alguna de las partes privadas de las que se supone debía alejarse. “¿Puedes decirme quién trató de… hacerte eso?”

“Por favor… no…” con estas últimas palabras el otro se desmayó. El Senju suspiró y lo cargó hacia la cama. Con cuidado lo desvistió, colocándole la piyama de seda tratando de no posar la vista demasiado en zonas privadas. Al terminar lo arropó, besando su frente.

“Voy a ayudarte, aunque sea lo último que haga” sonrió antes de salir de la habitación. “Nobunaga y yo no somos gemelos por nada.”

Notas finales:

¿qué les pareció? Review!!!!


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