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OBSESIÓN por Amaya Kurau

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Notas del capitulo:

 

 

VI

Gotas de cerezos

 

 

Levantó la vista y observó los pequeños brotes que comenzaban a florecer. El rosa se extendía ahora por el jardín y del invierno solamente quedaba un sutil ambiente gélido que contrastaba suavemente con los rayos del sol que se filtraban entre las ramas del sakura bajo el cual se encontraba.

El día estaba en su apogeo, pero podía resistir la luz y los rayos del sol, podía hacerlo porque quería ser quien recibiera a Zero. Hoy era el día en que le entregarían los resultados de sus pruebas y deseaba ser el primero en la mansión en ver su rostro de satisfacción. Claro que, bien podría haber ido hasta el mismo plantel y esperarlo a la salida, pero no estaba seguro de contenerse si volvía a presenciar algo como aquello sucedido hacia poco más de un mes, cuando aquella jovencita, completamente sonrojada, se paró frente a Zero y haciendo una pronunciada reverencia, le ofreció una pequeña bolsa rosa. Él sabía que día era, pero verlo con sus propios ojos lo molestó y sus celos se encendieron; especialmente cuando Zero, que se le había quedado viendo por unos segundos, le sonrió con amabilidad. Él había estado seguro que aceptaría aquello que le ofrecían, aunque fuera sólo por cortesía; pero simplemente no podía permitirlo, así que bajó del auto rápidamente y lo llamó por su nombre. Al escucharlo, Zero se había girado hacia él sorprendido. Ambos se quedaron viendo por unos segundos sin decir ni hacer nada, entonces la jovencita, aún más avergonzada, había hecho una nueva reverencia y pidiendo disculpas salió corriendo llevándose consigo su presente, Zero había hecho ademan de intentar detenerla, pero era demasiado tarde; además, aun sin palabras ella había comprendido a la perfección y había hecho bien al marcharse, de lo contrario estaba seguro que él habría hecho algo desagradable en un impulso y por supuesto Zero se habría enojado.

Lo cierto es que hasta ese día no había sido del todo consciente de lo que Zero provocaba en los demás, hombres y mujeres por igual. Poseía una belleza exótica como pocas, pero era su carácter lo que realmente llamaba la atención. Si bien muchos se mantenían alejados debido a ese aire sombrío que por lo general emanaba, había quienes se sentían atraídos; y no sólo eran vampiros, ahora sabía que también había humanos. No comprendía como había sido tan tonto de pensar que sus rivales sólo podían ser otros vampiros o incluso algunos cazadores. Desafortunadamente contra los humanos no podía hacer mucho. No podía lastimarlos o Zero no se lo perdonaría.

El sonido de la reja lo sacó de sus pensamientos y le hizo girarse hacia la entrada principal. Zero caminaba por la vereda cuando se percató de su presencia y se detuvo un instante para luego reanudar su camino dirigiéndose hacia él.

-    ¿Qué haces aquí, Kuran? – preguntó cuando estuvo cerca - ¿no es demasiado temprano para ti?

Parecía de buen humor y además se veía radiante bañado por la luz del sol.

-   Tenía documentos que revisar, pero vi desde el despacho que los cerezos están floreciendo, así que salí a contemplarlos. Son hermosos ¿no? - Levantó la vista hacia las ramas del árbol. Su corazón latía cada vez más rápido tan solo por saberse al lado de Zero contemplándolos.

-    Si, lo son, y también bastante efímeros…

-    Como la vida humana en comparación a nosotros.

-    En especial a ti.

-    Hmmp… si –. Sonrió con cierta melancolía, no quería pensar en eso precisamente hoy. Apartó su vista del árbol y miró a Zero - ¿Y cómo te fue? – El joven le sonrió y él sintió que su corazón le dio un vuelco.

-    Debería decir que efectivamente eres un buen tutor.

-    Ya te lo había dicho –. Ante el comentario poco modesto, Zero levantó una ceja, pero él sólo sonrió. - Me alegro que te haya ido bien Kiryuu-kun. Por cierto, pensaré en cual será mi paga.

-    ¿Tu paga?, creí que lo hacías por Yuuki.

-    Lo hice, pero eso no te exime de la duda.

Zero lo miró con insolencia. En cambio, él se le acercó más, quizá demasiado ya que Zero hizo ademan de retroceder, pero él fue más rápido y alcanzó el pétalo de cerezo que estaba entre los mechones de su pelo y que probablemente había llegado allí mientras cruzaba el jardín para llegar a donde estaba.

Mientras hacía aquello había rozado muy sutilmente la mejilla de Zero y sorpresivamente pudo percibir el ligero estremecimiento de su cuerpo y ver el apenas perceptible sonrojo en su rostro, que sin más sonrió internamente fingiendo no darse cuenta de aquello.

-    Lo siento, no pude evitarlo – dijo mostrándole el pétalo. Zero no dijo nada y desvió la vista hacia la mansión. - ¿Y en que estábamos?, ah sí, ¿cuál debería ser mi paga?

-    ¿Qué diría tu amada Yuuki si supiera que intentas cobrar lo que supuestamente era un favor?

-    Vamos Kiryuu-kun, ya deberías saber que no hago nada gratis.

-   Si, supongo que sí. ¿Qué quieres entonces? – preguntó de mala gana. Kaname lo miró unos segundos intensamente pero entonces agitó la cabeza en negación.

-    Sólo bromeaba, me conformo con esto.

-    ¿Con que?

Como respuesta Kaname sonrió.

-    Estoy cansado, a mi también me dio gusto verte Kiryuu- kun y saber que te fue bien, pero creo que iré a dormir un poco.

-     ¿Qué?, ¿Quién diablos dijo que a mí me dio gusto verte?

-    Hmmp… tú también descansa Kiryuu-kun, no te necesitaré más por hoy.

Antes de que le diera la espalda con una sonrisa condescendiente, Zero dio un paso hacia él.

-    Espera, dime que es lo que quieres, no pienso deberte nada.

-    ¿Aceptarías cualquier cobro entonces?

-    Si lo considero justo.

-    ¿Justo?, bien, pues… talvez una ida al bar de la otra…

-    En definitiva, no.

-    Hmmp… ¿no me preguntaste qué quería?

-     Sí, pero no pienso volver allí.

-     Entonces… no sé, ¿Qué podría pedirte a ti?

-    ¿Me menosprecias?

-    Jamás haría eso… bueno… mmm… ¿qué tal una cita?... – dijo esto con una expresión inocente y  pudo ver como el rostro de Zero se ensombreció.

-    No te burles de mí – dijo con voz apera.

-    No te enojes… mmm – Sonrió. – No lo sé Kiryuu-kun, estoy cansado, lo pensaré y te diré después – Se iba a girar para marcharse, entonces se detuvo y volvió a mirar a Zero a los ojos - Aunque…

-    ¿Aunque?

Antes de que Zero reaccionara, él se acercó rápidamente y tomándolo del mentón depositó un beso sobre sus labios. El cazador abrió los ojos desmesuradamente, pero él se alejó antes de que reaccionara de algún modo. Fue un beso fugaz pero dulce. Sin embargo, Zero al instante que reaccionó, frunció el ceño y sin más le propinó un puñetazo en el rostro rompiéndole el labio; y aunque él había visto venir el golpe, ni siquiera hizo hada por esquivarlo.

-    ¡¿Qué diablos haces?!, ¡deja de jugar conmigo!, ¡no soy más ni tu maldito peón, ni tu juguete!, ¡Si vuelves a hacer algo así te mataré! – dijo esto furioso y dándose la vuelta, se marchó a grandes zancadas.

Kaname con la mirada sombría lo vio alejarse hasta perderse escaleras abajo en dirección a su chalet. Entonces se recargó sobre el tronco del árbol de cerezo, levantó la vista y vio como el viento arrancaba algunos pétalos que caían sobre él como gotas de lluvia rosadas. Sonrió con tristeza y entonces se llevó un brazo al rostro y cubrió sus ojos con el dorso mientras tocaba sus labios con los dedos de la otra mano. Podía sentir el sabor dulce de aquel beso, pero también el sabor metálico de su propia sangre. 

 

[…..]

 

-    Takuma, hoy fue un día perfecto.

La hermosa mujer rubia de ojos celestes, tomó asiento en su diván y al instante le siguieron dos jovencitas. Una se situó a su lado y la otra se recostó sobre su regazo.

-    Me alegro por ti, Sara-san.

-    ¿Sí?, pues no te ves contento.

-    Lo estoy – dijo el vampiro noble devolviéndole una de sus radiantes sonrisas.

-    Eres un perfecto mentiroso ¿cierto, Takuma?

-    No sé de qué hablas, no te he mentido.

-    No hace falta, te conozco. ¿Estás así debido a la aparición de ese insignificante cachorro?

-    ¿Kiryuu-kun?, no tengo nada que ver con él.

-     Entonces es porque lo extrañas a él, ¿no es así?

-    Mi abuelo lo merecía después de todo lo que hizo siendo jefe del senado. Se había ocultado bien y cuando lo encontré casi me mata, pero tu salvaste mi vida. Asi que no tengo ningún motivo para extrañarlo.

-    Hmmp… no hablo de Ichiou-san sino de Kaname-sama.

-    ¿Qué?

-    Dijiste que ya no confiaba en ti debido a tu abuelo, y que te marchaste de su lado sin autorización para buscarlo por tu cuenta, ¿por qué no volviste a su lado una vez nos deshicimos de él?

-    Sabes la respuesta.

-    Jajajaja… es cierto –. Ella se levantó y se aproximó a él y tomando su rostro entre sus manos acercó el suyo. – No puedes Takuma – se dirigió a su cuello – ya no puedes dejarme –. Lo mordió.

-     Eres muy cruel – dijo él suavemente mientras ella bebía su sangre. Al escucharlo, Sara se separó y lo miró a los ojos sonriéndole.

-    ¿Cruel?, Hmmp, no más que él. ¿Crees que Kaname-sama perdonaría que supieses que fui yo quien tomó la vida de Ouri-sama y no se lo dijeras?

-    Quizá él lo sabe ya.

-    Mmm… Si, no me sorprendería. Pero sin duda yo no quiero pelear con él, yo sólo soy un pobre sangrepura que acata las normas impuestas por el consejo y que no desea mas que una vida tranquila. Él no puede venir simplemente por mi sin una causa justa. Aunque si tú le hablaste sobre Ouri-sama y yo…

-     Sabes bien que no; pero Kaname no es tonto.

-  Ciertamente no; y sin duda yo actuaria igual que él si sospechara que otro sangrepura está intentando desestabilizar mi posición, lo dejaría actuar hasta que llegara el momento de aplastarlo.

-    Es un juego sumamente peligroso el que intentas.

-    El tuyo también lo es Takuma; si quisiera podría saber con facilidad si me mientes a través de tu sangre, lo sabes; pero te estoy dando un voto de confianza.

-    Me parece que más bien te estás divirtiendo usándome como una de tus piezas –. Se inclinó ahora él y tomándola de la cintura la atrajo contra su cuerpo e inclinándose mordió su cuello. Ella miró el techo mientras acariciaba su cabeza y jugaba con su pelo.

-    Si, lo hago y no podrás dejarme por eso, salvé tu vida, me necesitas. Jugaremos mucho como cuando eras pequeño y me visitabas, jugaremos hasta que caiga cada pieza en el tablero y pueda dar jaque mate al rey…

 

[…..]

 

Recargado en su escritorio miraba por la ventana, llovía y hacía rato que había anochecido, pero aún no había señales de Zero. Sobre el escritorio se encontraba su tablero de ajedrez y en ese momento él traía en su mano a la reina negra oprimida con fuerza. Volvió a mirar el reloj; y luego a su escritorio donde también se encontraba la orden de la asociación que Zero le había dejado. Al principio cuando la leyó, enfureció y le costó demasiado reprimirse ya que se encontraba junto a Yuuki; pero ahora, en este momento estaba preocupado, por no decir ansioso.

Apretó con más fuerza la pieza entre sus dedos hasta fracturarla y luego la dejó nnsobre su escritorio y se apartó de allí tomando nuevamente la orden. En ella enviaban a Zero a territorio Hanadagi a investigar una intromisión por parte de vampiros de nivel inferior. Sin embargo, ya había pasado demasiado tiempo como para que solo se tratase de eso.  

Tampoco Seiren, Kain ni Ruka habían vuelto. Si Zero seguía tardando tendría que olvidarse de la prudencia y salir él mismo a buscarlo. No le importaba que Shirabuki o cualquier otro sangrepura que estuviera involucrado en eso supiera que él actuaria; tampoco que pudiese violar los tratados de paz al introducirse en territorio de otro sangrepura y mucho menos le importaba el senado y lo que fuese que esperaran de él cómo líder de los vampiros. 

Mientras pensaba en ello, un relámpago iluminó la estancia; entonces frunció el ceño, arrugó la hoja y la arrojó a la chimenea encendida y tomando su gabardina se dirigió a la salida. Atravesó el pasillo hacia el vestíbulo con paso decidido. No iba a aguardar más tiempo.  

-    ¿Kaname-oniisama?

Mientras cruzaba el vestíbulo la voz suave de Yuuki atrajo su atención desde lo alto de las escaleras.

-    Yuuki.

-    ¿Saldrás, solo?, Ni Seiren ni Zero se encuentran.

-    No te preocupes. Kiryuu-kun fue solicitado por la asociación y yo envié a Seiren a otra misión; pero aun así no puedo posponer mis actividades.

-    Pero…

-    Estaré bien, no tardaré.

Dicho esto, se dirigió hacia la salida, allí ya lo esperaba una doncella con una sombrilla.

-    Gracias – dijo tomándola, y salió de la mansión sin mirar nuevamente a Yuuki.

Sólo pasaron un par de minutos cuando el auto llegó hasta donde él estaba; sin embargo, en vez de abordarlo miró hacia su izquierda. Entre los pinos que servían de cerca al jardín interior, podía ver el techo del chalet donde se alojaba Zero.

-    No lo necesitare, puedes llevártelo - le dijo decidido al chofer y se encaminó hacia allá.

Sabía que Zero era el mejor cazador, muy superior incluso a Kaien y por eso no dudada de sus capacidades, se había enfrentado incluso a él; pero precisamente por eso también sabía que era demasiado osado y a veces imprudente. En territorio de Hanadagi no debería suponer que se enfrentaría a otro sangrepura, por lo que sabía toda la familia estaba desde hacía cien años en su letargo y así se suponía debían permanecer otros cuatrocientos más. Sin embargo, había otros cazadores muy capaces, ¿por qué tenían que enviarlo precisamente a él?, Zero era su guardián, no se suponía que pudiesen disponer de él a su antojo; pero lo estaban haciendo. Ponían en riesgo a Zero y él ni siquiera había podido negarse porque había salido a cumplir los caprichos de Yuuki y no estaba cuando esa orden llegó.

Continúo avanzando por el sendero bajo la sombrilla. La lluvia era suave pero incesante y parecía querer aumentar. De vez en cuando un relámpago iluminaba su camino. Sin darse cuenta llegó hasta el chalet, las luces se encontraban apagadas, Zero no había querido sirvientes de planta allí. Subió las escaleras y cerrado la sombrilla, se detuvo en la terraza frente a la puerta y posó la palma de su mano sobre ella; sin embargo, pronto la cerró en puño con fuerza sin atreverse a entrar.

-    ¿Qué estoy haciendo?, él no está aquí. Sólo estoy perdiendo tiempo.

Se giró bruscamente, pero justo en ese instante sintió su presencia y segundos más tarde lo vio acercase por el sendero, y aunque lo correcto hubiese sido desaparecer de allí, Zero también lo había visto. 

La lluvia arrecio empapándolo más si es que eso era posible ya que estaba escurriendo, el pelo se pegaba a su rostro y ni que decir de su ropa. Su primer impulso fue tomar su sombrilla para salir a su encuentro, pero pensó en lo absurdo de eso y desistió. En cuanto Zero estuvo frente a él, se estremeció; emanaba un aura demasiado oscura y parecía realmente furioso.

-    ¿Qué rayos haces aquí? –. Le espetó con brusquedad.

Por un momento creyó que él era la causa de su furia debido al beso robado del día anterior; sin embargo, también pensar eso, precisamente en este momento, era absurdo. Zero no aguardó su respuesta y pasó a su lado e ingresó al chalet. Sus pasos resonaban contra la madera con algo de fuerza.

-    ¿Ocurrió algo, Kuran? –. Zero se giró y lo miró. Tal y como lo había supuesto, el cazador no estaba molesto con él, o al menos su molestia no era mayor que la que sentía por lo que fuese que hubiese ocurrido allá.

-    No, es solo que… - Se detuvo, ¿Qué podía decirle?, “Estaba muerto de la preocupación por ti que casi salgo en tu búsqueda sin importarme nada”

-    ¿Es solo que?… - Zero parecía estar por perder lo poco de paciencia que le quedaba - ¿Qué tanto me miras, Kuran?

-    ¿No deberías secarte primero?, te vas a resfriar.

-    Jajajaja… - La risa sarcástica de Zero resonó entre las paredes, nunca lo había visto reír así. - Soy un maldito vampiro ¿lo has olvidado?

Su cuerpo se estremeció ante aquellas palabras; pero también por el impulso de lanzarse sobre él y arrancarle la ropa allí mismo.

-    No, no lo he olvidado, mi memoria es bastante buena.

-    Sí, claro, ¿y bien?, no me has dicho que hacías afuera.

-    Tu misión, estabas tardando demasiado.

-    Hmmp… ¿estabas preocupado por mí?, no me hagas reír…

-    ¿Sucedió algo?

-    Eso no te importa. Si no estás aquí por algo relacionado a mi trabajado como tu guardián, puedes irte.

En vez de hacer lo que el joven le pedía, se acercó más a él con paso decidido, Zero frunció el ceño y retrocedió con cautela unos pasos hasta quedar casi contra la pared al lado de la chimenea. Entonces los ojos de Kaname se volvieron carmesí y aunque Zero estaba por sacar su arma; lo que en verdad sucedió fue que en ese instante la madera en la chimenea se encendió. Zero miró hacia la allí y luego a Kaname que no había dejado de mirarlo con los ojos en carmesí.

El sangrepura, sin decir nada llevó una mano hasta su rostro y con el dorso de su muñeca limpio las gotas que escurrían de su pelo hacia su rostro. Un sutil rubor tiño las mejillas del cazador.

-    Ve a secarte o te secaré yo. Luego hablaremos – dijo con autoridad.

Zero lo miró molesto, pero de inmediato le dio la espalda y se dirigió hacia las escaleras no sin antes llamarlo idiota. En cuanto Zero estuvo fuera de su vista, Kaname se llevó una mano al rostro cubriéndolo y suspiró, estuvo a nada de lanzarse sobre él.

Se dirigió posteriormente hacia uno de los sofás y se dejó caer allí, miró entonces el dorso de la mano con que había limpiado el rostro de Zero, estaba mojado aun, sin más lo llevó hasta sus labios, capturando esa humedad entre ellos.

 

En la partida, ¿había avanzado o retrocedido en el tablero?

 

Notas finales:

Hoooola nuevamente. Ha sido mucho tiempo. Con todo lo que pasó en mí país ni ganas ni tiempo de publicar. En fin, espero que les haya gustado este capítulo. Hasta pronto y gracias por leer, les mando un beso a todos.


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