Desde la distancia observaba su rostro, sus ojos amatistas, fríos como el hielo, su tez blanca, su mentón marcado y sus cabellos plateados, aquellos que jugaban coquetos con el viento.
Ahogando un suspiro cerro la cortina obligándose a no verlo, al fin y al cabo era su copia, si quería verlo podía mirar el espejo, pero nunca era lo mismo. Su mirada era vacía como se sentía, la de su hermano era fría como se comportaba, sus ojos mostraban el dolor de su alma, los de Zero mostraban el odio que había estado guardando todos esos años. Simplemente no era lo mismo y él amaba ver a su hermano.
Para cualquiera esa declaración sería enferma y él era completamente consiente, pero para él no, jamás tocaría de manera inadecuada, ni siquiera llegaba imaginar tocar dulce e inocentemente su piel, pero no podía negar que había algo en su hermano que lo hacía sentir amor.
Sino jamás se hubiera marchado con Shizuka para salvarlo.
Alzando la mirada se topo con un pequeño espejo que había en la pared, en el se veía con aquella mascara que ocultaba su rostro, su cabello de un color plateado caía sobre sus mejillas, atrás más largo que adelante. Una pequeña mueca por sonrisa y un rostro completamente pálido.
r13;¿Aún te atormentas? r13;pregunto la pequeña chica a la había acompañado hasta aquel lugarr13; Ya ha pasado mucho tiempo y solo tienes esta vida
r13;No podría, aunque lo deseara r13;murmuro el respuesta alejando la vista de aquel objeto y mirar a la menor quién mostraba una pequeña y cordial sonrisar13; no es lo correcto
r13;¿Quién lo dice? ¿Sus normas de comportamiento?
r13;Para ustedes quizás los lazos sanguíneos no signifiquen mucho, para nosotros es mucho más fuerte r13;aclaro de forma cortante
r13;¿Quiere decir que al amarlo lo lastimarías más que al quererlo? r13;sonrió con ironíar13; Jamás entenderé su lógica en cuanto a sus sentimientos
En silenció tan solo se volvió a acercar a la ventana, dejando que los recuerdos en su mente se agolparan por sobre la voz de su cabeza que repetía lo que aquella chica, donde la imagen de su hermano junto con aquella chica peli-castaña lo esperaba.
Como siempre algo dentro de él se encogió con fuerza mientras veía la escena, su hermano sonreía y ya nunca más sería esa sonrisa para él.
Era la misma sonrisa, eran los mismos ojos, el mismo cabello y el mismo rostro. Pero a la vez eran dos hombres muy distintos, desde pequeños todos veían aquella diferencia, ahora solo ellos. Su hermano lleno de ira y odio, él al contrarió con un enorme vació, como siempre eran la cara opuesta uno del otro, siempre siendo su hermano mejor que él.
r13;Quizás jamás desee hacerle daño murmuro llamando la atención de la menor, sin dejar de mirar por la ventanar13; pero jamás sería feliz a mi lado, lo cual lo lastimaría
Quizás no era la sangre.
Ni el odio que se generó en el corazón del cazador.
Era su amor.