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Stay close to me* por NeyGP

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Notas del capitulo:

Un pequeño Otayuri ahora djfas

Yuri se encontraba en su habitación, rodeado de prendas esparcidas por todo el lugar. Al no encontrar algo que lo convenciera, comenzó a sacar todo rápidamente y sin cuidado, llevándolo a donde está ahora mismo.

Plisetsky no era alguien a quien le importara lo que los demás pensaran, si por él fuera, ya estuviera listo desde hace horas para el encuentro que tendría en menos de 10 minutos. Realmente solo le importaba la opinión de dos personas.

El problema era que se encontraría con una de ellas después de mucho tiempo en menos de 5 minutos.

Sin importarle más nada, tomo sus prendas favoritas y se vistió rápidamente para momento después salir rumbo al aeropuerto para recoger al kazajo el cual ya debería de estar por llegar.

Después del Grand Prix Final siguieron manteniendo comunicación mediante llamadas o mensajes. Yurio se encontraba feliz de que, a pesar de la distancia, Otabek quisiera seguir siendo su amigo. Él sabía el mal carácter que poseía, pero pareciera no importarle, ya que el kazajo siempre estaba ahí cuando quería conversar.

Al llegar al aeropuerto el rubio se encontraba nervioso y ansioso por ver a su amigo, nunca antes había experimentado esa sensación, era algo nuevo y extraño para él. Los minutos pasaban y Yuri se repetía una y mil veces en sus pensamientos que sentir eso era normal, eran amigos y se apreciaban mucho.

Tanta era la concentración del menor, que no notó cuando Otabek llegó a su lado. El moreno al notar la actitud de su acompañante, trató de llamar su atención tocando su hombro.

–Yura? – Preguntó el kazajo preocupado. No era muy común ver al menor tan calmado.

–Ah, lo siento Beka, no te vi – Contesto sin muchos ánimos.

El camino al departamento del menor fue bastante silencioso e incómodo para ambos. Yuri seguía reprimiéndose mentalmente por esos pensamientos tan extraños hacia el moreno, y Otabek se preguntaba si había hecho algo mal como para que el ruso se comportara tan distante con él.

El trayecto que separaba el departamento del aeropuerto no era muy largo, por lo tanto, en poco tiempo se encontraban frente a la puerta principal del menor. Entraron sin decir palabra alguna y procedieron a dejar las cosas del mayor en la habitación de invitados.

–¿Te parece si vemos alguna película, Beka?

–Me parece bien.

Mientras el moreno se disponía a desempacar sus cosas, Plisetsky estaba a punto de sufrir un ataque al corazón. Por fin había descubierto y aceptado los sentimientos que tenía hacia su amigo.

Le gustaba Otabek Altin.

Para despejar un poco su mente se dispuso a hacer palomitas de maíz para la película que verían como bienvenida para el kazajo.

Por otra parte, estaba el culpable del malestar del menor, el cual trataba de comprender por qué su amigo no era el mismo de siempre. Debía admitir que sentía algo más que solo amistad por él desde la primera vez que lo vio, el problema era que por no querer incomodarlo o echar a perder esa amistad tan tranquila y la cual iba comenzando hace no más de un par de meses, no decía nada.

Lo estaba volviendo loco el no poder hablar claramente como siempre lo hacía.

Sin esperar un minuto más, salió de la habitación para encontrarse con Yuri, el cual estaba colocando todos los aperitivos en una mesa cerca del sofá para sí poder estar más cómodos al momento de ver la película.

Antes de que pudiera realizar un movimiento más, sintió como algo peludo se restregaba contra su pierna. Al mirar hacia abajo se encontró con un pequeño gato siamés, el cual ronroneaba sin parar de sobar su rostro contra él.

–Parece que le agradas– comento Yuri desde su lugar a un costado del sofá, observando como su preciada amiga trataba de llamar la atención de su invitado.

–Esto es raro– comentó mientras alzaba al minino del frio suelo– No suelo caerle muy bien a los animales.

– Y a ella no suelen caerle muy bien las personas– El moreno al escuchar ese último comentario, camino hacia el sofá con su nueva amiga entre sus brazos, acomodándola en su regazo al momento de sentarse.

–¿Qué película veremos, soldado?

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No sabía si era el hecho de estar totalmente a obscuras viendo una escena en la cual cabezas y extremidades volaban de un lado a otro, o el rostro emocionado y feliz de la persona a su lado, pero sentía que el corazón se le saldría del pecho. Habían conseguido una manta lo bastante grande como para cobijarse ellos dos sin la necesidad de rozarse. Misha dormitaba cómodamente en el regazo de Otabek, el cual de vez en cuando le propinaba una leve caricia en el lomo a la minina, haciendo que ronroneara con gusto y que Yuri sonriera por ello.

Estaban tan absortos por la película en su momento, que no notaron que la pequeña Misha se levantó de golpe, haciendo que el recipiente de palomitas callera al suelo. Al momento de querer tomar un poco de la comida chatarra, en lugar de sentir el recipiente, se toparon con la mano del otro. Sonrojados y avergonzados retiraron la mano rápidamente mientras volteaban a otro lado. Sus corazones no paraban de latir con rapidez, parecía como si el otro pudiera oír claramente los latidos.

Siguieron viendo la película normalmente después de un par de minutos sin decir nada. Ambos estaban idos, como si todo hubiera quedado claro luego del leve roce. Sin darse cuenta, ambos buscaban el contacto del otro y al tocarse nuevamente, se tomaron las manos entrelazando los dedos sin dudar. Se sentían avergonzados, pero deseaban tanto ese calor que no se atrevían a separarse.

Al terminar la película, seguían con las manos entrelazadas, pero no se atrevían a decir palabra o a mirarse a la cara. Hasta que el moreno fue el primero en hablar.

–Yuri – Lo nombro con tanta seguridad que el menor no pudo evitar levantar el rostro para verlo – Desde la primera vez que te vi, no pude borrarte de mi mente. Esperaba algún día poder hablarte y lograr acercarme a ti, pero luego de hacerlo, me di cuenta de que no solo te quiero como amigo, si no como algo más– El menor lo escuchaba atentamente, sorprendido por la sinceridad que desprendían sus palabras – Y sé que, aunque no pronto, puedo hacer que sientas lo mismo.

No sabía que decir, ahora realmente parecía que su corazón se saldría. Nunca se esperó que el kazajo fuera tan directo en ese momento.

–Entonces, Yura ¿me darías la oportunidad de... – El rubio se tiró a sus brazos antes de terminar la oración.

–Más te vale no arrepentirte después– Susurro en el pecho de su ahora pareja.

–Nunca lo haría.

Se acomodaron nuevamente en el sofá, Otabek recargado en el respaldo y Yuri entre sus piernas pegando la cabeza a su pecho, en poco tiempo Misha al ver que todo estaba en orden, se subió para acurrucarse en el regazo del menor.

Y así pasaron la tarde completa, acurrucados, con las manos entrelazadas y sin ganas de separarse en un largo tiempo.

Puede que después le dé un premio a su pequeña princesa.

 

Notas finales:

Nos vemos en el siguiente! Gracias por leer <3 


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