Estaba en la cocinilla de la estación cuando Nicolás también entró por un café. Inmediatamente se puso nervioso e intentó irse pero la manos de Aguerre lo detuvo.
¡No te vayas!—dijo.
Tengo cosas que hacer—contestó con algo de pánico en su voz.
¡Espera!—dijo el pelinegro con fuerza.
¡No! El capitán me pidió…--dijo el castaño pero antes de que pudiera finalizar había sido empujado contra la pared derramando un poco del café. Los labios de Nicolás lo atacaron lascivamente de nuevo—¡No hagas esto! Nos verán. ¡Déjame!—añadió empujando al otro que esta vez se vio manchado de café.
¿Piensas seguir huyendo?—preguntó el otro con ojos intensos.
No huyo de nada. ¡Deja de perseguirme! ¡Pensé que éramos amigos pero estás confundido!—dijo Marcos en un susurro, molesto.
¿Confundido?—dijo Nicolás mientras alguien que pasaba miraba con curiosidad dentro al oír que había una discusión pero seguía de largo, solo Marcos pudo verla sintiéndose más apanicado por ello—El único confundido eres tú. Veo que no piensas resignarte. Entonces deberé buscar a alguien más. ¿Es eso lo que quieres?—añadió frustrado.
Has como quieras—contestó el otro mirándolo con intensidad y después de dar un paso hacia atrás y mirarlo furioso, Nicolás se fue de la habitación.
Algo de alivio salió como un suspiro pero algo que no entendía del todo se clavó en su corazón.
¿Eso era todo? ¿Nicolás se había rendido con él?
En los siguientes días se vieron al cruzarse pero Aguerre no le dirigió ni una mirada.
Un día Marcos y su compañero estaban patrullando cuando recibieron el aviso de que había intercambios de disparos con un prófugo y que había un oficial caído cerca de ahí. Cuando llegó al lugar que estaba junto a la ruta panorámica de la playa no pudo menos que quedarse sin aliento cuando vio la escena que se desarrollaba ante sus ojos. A pasos de él se encontraba Nicolás de rodillas disparando contra el prófugo mientras su brazo derecho sangraba profusamente a la altura del hombro.
Su compañero le gritó al verlo disperso y entonces recobró la compostura y empezó la persecución de dicha persona pero al pasar junto al pelinegro preocupado se agachó un poco y le ofreció su ayuda.
Nicolás lo miró con encono en sus ojos de obsidiana y apartando su mano con un golpe se paró con esfuerzo. Cerca de ahí el compañero de Aguerre yacía sin vida y en ese momento en cual el foco de visión de Castiglioni siguió a su camarada pudo verlo claramente en la poca luz del atardecer mientras sus varios compañeros en el lugar reducían al individuo culpable de esa muerte.
La visión del compañero del ojinegro hizo que su cuerpo se estremeciera un poco al surgir la pregunta de “¿Y si hubiera sido Nicolás?”
Con eso en mente descuidó sus labores y se fue tras Aguerre sin pensarlo siquiera.
¿Estás bien?—le preguntó preocupado por la herida mientras agarraba su otro brazo para obligar a voltear y mirarlo a los ojos sintiéndose inesperadamente hambriento de su mirada.
Los ojos de obsidiana se clavaron molestos en los pardos para decirle sin preámbulos—Como esté no tiene nada que ver contigo—para luego alejarse.
Un dolor irreconocible afecto el pecho de Marcos al verlo alejarse de su lado.