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歹徒 (Dǎitú) - HunHan por Caterina711

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Notas del capitulo:

¡Hey x2! Aquí va el primer cap. 

Lean bonito...<3

¿Cuándo es que la mente se distorsiona a tal punto, al cual debes acudir a pastillas para suprimir aquellos sentimientos dolorosos? Un sabor amargo, casi permanente; con el tiempo, ya poco perceptible en la boca, pero presente siempre en su mente; en su alma.

Los simples placeres de la vida, ya casi son insignificantes, el mirar el techo durante minutos se volvió su hábito común.

 

Perderse en los libros; novelas románticas surrealistas de amores idealizados, narrados en contextos históricos y preciosos. Además, fumar cigarrillos fuertísimos, y la música, son unos de los pocos placeres que conservan su entusiasmo y que no se inhiben con los efectos de los antidepresivos y ansiolíticos. Todo lo demás es solo pasajero, irrelevante e innecesario para la estructura monótona de su rutina.

 

A pesar de su pesimismo y poca motivación diaria, no deja de lado su vanidad, ya que es una de sus peores defectos, debido a su egolatría. Sin embargo es algo con lo que ha aprendido a vivir, al igual que las mismas personas que conviven con él; sus hermanas menores, que por cierto, trata de no adentrarlas a su jodido estilo de vida; no se merecen lidiar con tanta mierda extraña que pasa por su cabeza.

 

Es día Viernes por la tarde y decide que es hora de saltar de su cama a la repisa repleta de libros; novelas, para ser precisos, recientemente adquiridas y también algunas viejas, o simplemente ya leídas hace poco tiempo. Pasea su dedo atentamente por cada título, todos le parecen llamativos, cómo no, si él mismo las escoge. De pronto desiste de su decisión repentinamente, es entonces cuando baja las escaleras hasta la sala de estar, se avienta al sillón y saca su móvil del bolsillo de su jeans. Chequea si hay algo qué hacer en la noche en los distintos eventos en redes sociales, quizás sea buena idea salir y “divertirse un rato”, es decir, algo que lo haga olvidar quién es por un momento.

 Él no se preocupa si alguien lo quiere acompañar a algún lado. Él solo va y ya.

Aunque es un chico bastante antisocial, disfruta mucho de la música inundando su mente y el bajo retumbando en sus oídos mientras baila despreocupadamente, para quizás atraer a algún o alguna fácil, igual que él, y llevarlo a la cama. No se especifica género, porque no le interesa en absoluto. A los dieciséis años, se dio cuenta que podría entregarse sin remordimiento o vergüenza alguna, ya sea a un hombre o a una mujer. Nunca se ha tomado la virginidad algo preciado, o relevante, “esas son jodidas consideraciones jodidamente absurdas”. Mientras piensa en las cosas que debe hacer antes de alistarse para salir al club nocturno más lujoso de Seúl, en el cual, ya es miembro V.I.P, debido a su concurrida asistencia y su despilfarro casi semanal de dinero, alista su ropa y suspende las dosis de pastillas a partir de esa tarde. Hoy quiere embriagarse e irse con algún tipo a su cama.

 

Ya son las nueve de la noche cuando sale de la ducha, con una toalla envuelta en su cadera y se dirige directamente a su habitación. Se para frente al espejo de cuerpo entero y observa el reflejo; él está satisfecho con su cuerpo, es un muchacho alto, delgado, pero con músculos levemente tonificados, en su abdomen, pecho, brazos y piernas, sin esfuerzo alguno; sino pura genética, o eso supone él, ya que nunca se ha fijado mucho en la contextura corporal de su familia. También es muy pálido, su piel se asimila a la fina porcelana. En conclusión, le gusta mucho lo que ve.

Agita su cabello rubio claro con la toalla para quitar el exceso de humedad, y se dirige a su cuarto guardarropas, para tomar sus prendas y comenzar a vestirse. Luego de alistarse, se dirige al cuarto de su hermana, la mayor de ambas, pero al entrar no hay nadie, así que deduce que estaría abajo.

 Él siempre se asegura de, por lo menos, avisar a su hermana que saldrá, que llegará tarde, o que simplemente no llegará hasta el día siguiente. Siguiendo su plan anterior, se dirige a la planta baja en búsqueda de susodicha.

Aunque él no sea alguien demostrativo, hay pocas personas que le importan, como lo hacen sus hermanas. Es más, no hay más importantes que ellas en su vida; la mayor es una chica muy dulce y comprensiva con él, además de ser una buena estudiante independiente que no da problema alguno. La más pequeña, es una bebé aun, tiene tres años, y es muy, muy tranquila y obediente, no obstante ello, es muy afectiva con sus hermanos y padre. A pesar de no ser hermanos directos de sangre entre los tres, ellos se quieren como tales. El señor Zhou Qiang, padre de Jieqiong, se casó con su madre Lu Liang cuando ambos eran muy pequeños, y por consiguiente de este matrimonio nació Bo Lixue, la hermana menor.

 

Cuando llegó al primer piso, escuchó como tarareaban en la cocina, mientras salía un muy buen aroma a comida casera, que seguramente habría estado preparando su hermana para cenar. De ser así, él tendría que quedarse a cenar si o si, para no ver la expresión triste y decepcionada a su adorable hermana.

 – ¡Hannie…uh, hola!- dijo Jieqiong, cuando vio a su hermano entrar por el umbral de la cocina, al mismo tiempo que estaba al pendiente de las ollas y el fuego con un guante de cocina. –He hecho la cena, espero que te guste. Supuse que estabas ocupado, así que no he ido a saludarte cuando llegamos con la pequeña Bo Lixue... ¡Ah sí!, Padre quiere saber cómo has estado, habla con él, ¿sí? Ah! Y también dice que ya tienes tu dinero mensual depositado en tu cuenta, ¿cómo estuviste hoy?, espero que estés hambriento ahora, porque he cocinado mucha comida, eh. Pero si n…-. Se calló abruptamente, cuando Luhan la abrazó y le besó la mejilla de manera cariñosa y fraternal, para que se tomara un respiro. Él conocía muy bien a Jieqiong. Sabía que para no hacerlo reflexionar sobre sus propias ideas como persona, se desesperaba y hablaba demasiado rápido, a veces atropelladamente. –Gracias, Jie. La verdad tengo mucha hambre- Mintió. Ella por su parte sonrió satisfecha y comenzó a servir la comida en los platos. –Uh…por cierto, Jie…Hoy saldré…tú sabes…mm…quizás no llegue o de ser así, lo haré…pero tarde…-. Soltó el anunciado, algo incómodo y ansioso, no quería causarle preocupaciones extras a su hermana. La chica, por su parte, cambió su anterior expresión de tranquilidad, a una de preocupación y solo asintió con la cabeza, yendo a buscar a la pequeña Bo Lixue al cuarto de juegos que se encontraba en el segundo piso. Cuando Luhan vio a la pequeña sonrió levemente, pero con cariño sincero. Se dirigió a ella para sentarla en la silla alta, y besó su esponjosa y suave mejilla, la pequeña bebé tomó ambas mejillas del muchacho para acercarlo y dar un tierno beso en la punta de la nariz de éste. Luego de la tierna escena, Jieqiong gesticuló suavemente con las manos para que comenzaran a cenar, y así lo hicieron.

El transcurso de la cena fue tranquilo, con breves preguntas de parte de Luhan para Jieqiong y la universidad, como también para Bo Lixue y su día en la guardería, a pesar de que ella solo se limitaba a asentir o negar con la cabeza.

Se paró de la mesa, levanto los platos, pasando a besar fugazmente la mejilla de la pequeña Bo Lixue, y dejó los utensilios sucios en el lavavajillas, le dio un beso a su hermana Jieqiong en la frente y agradeció por la comida. Acarició su cabeza antes de ir a lavarse los dientes, para retomar su plan anterior. Pero antes de que se dispusiera a salir por la puerta principal, Jie lo intersectó justo en la entrada. Luhan la miró atentamente, expectante, ya sabe lo que viene, y realmente le apena mucho preocupar de esa manera a su hermana, pero es algo que no puede evitar. Él debe hacer ese tipo de cosas, es un impulso irrevocable que se instala determinante en su mente; sabe que está mal, incluso ha llegado a pensar que es algo totalmente normal, que le pasa a todo el mundo, o quiere creer que es así, para no tener la incertidumbre de su propio ser. Ahora hace lo que se le da la gana, con tal de mantener su cabeza metida en otra parte. – Ehm…Hannie…por favor, llega esta noche, no me importa si…es acompañado…- dijo la chica tímidamente mirando sus pies -…Pero llega, por favor. Y cuídate mucho, ¿está bien?...y…si llegas con alguien más, por favor sé consciente de que Bo y yo estaremos en las habitaciones contiguas…pero te pido que por favor te cuides.- terminó mientras levantaba la cabeza para mirarlo a los ojos y darle un gran abrazo confortador.

 

Jieqiong se sentía muy abrumada con su hermano, ella lo quiere mucho y no sabe cómo ayudarlo, añadiendo que a veces tratar con él era una tarea difícil, así que simplemente opta por no llevarle la contraria en varias oportunidades y “dejarlo ser”. Sin embargo, ella siempre estaría ahí para tenderle una mano, o mejor dicho, un fuerte abrazo cuando su hermano tuviese una crisis de pánico, ansiedad, o hasta existencial; simplemente ella le ofrecía compañía y mucho cariño.

Prácticamente, Luhan era su familia junto a su hermanita y su padre, ya que la señora Liang había fallecido hace tres años casi. Uno de los motivos por los cuales, Luhan es como es.

Jieqiong, miró a su hermano tomar el auto e irse. Se dirigió a donde estaba su hermana, quien estaba ahora sentada en la alfombra felpuda de la salita de estar, con un peluche en cada mano, mirándolos como si quisiera decidirse por alguno de ellos. La pequeña era seria; inexpresiva facialmente, además muy tímida, pero eso no la hacía menos tierna y afectuosa, Jieqiong tomó a Bo Lixue para luego darle un baño y ponerla a dormir junto a ella y acurrucarla como lo haría una madre cariñosa, o eso pensaba ella.

 

Conducir, para Luhan era algo tedioso, pero no estaba dispuesto a tomar locomoción colectiva, o pedir un taxi. Él es demasiado desconfiado, eso quiere decir que, obviamente, ni de un taxista se fiaba.

Al llegar al estacionamiento del famoso club “Euphorie”, aparcó su vehículo, tomó su billetera, se arregló observando su reflejo en el espejo retrovisor, enmarcó una linda sonrisa falsa y salió del auto.

Dentro del salón y la pista estaba repleto. Mirando alrededor, se da cuenta que varios se voltean a ver quién ha llegado. Él piensa que quizás los ha visto en alguna otra ocasión en el club, pero la verdad no le interesa saberlo y sigue su camino hacia la barra. – ¡Hey! Luhan, ¿solo otra vez?- le dice el barman, un chico no tan alto, delgado, atractivo y con lindas facciones. -…Hey, sí. Dame un White Russian.        Por favor.- dijo Luhan con una voz calmada tratando de no sonar grosero y tan cortante. La verdad es que a él, no le interesa mantener conversación alguna con el barman,  para luego no tratar de lidiar con una especie de vínculo cercano y esas cosas sociales que hacen todos… Tampoco es que le molestara o incomodara éste, ya que siempre que iba al “Euphorie”, era este chico a quien Luhan siempre prefería para que sirviera sus bebidas, es solo simple costumbre. –Siempre te limitas a responder y nada más… ¿Realmente te gusta venir aquí?..- dijo el barman con un tono de diversión y sarcasmo en la pregunta. –Bueno…sí, me gusta. De lo contrario no vendría.- terminó de decir eso, mientras recibía el trago de parte del contrario. –Bueno, si necesitas algo, solo dime. De verdad me agradas…-. Luhan quedó mirando con total serenidad al extraño chico, pero sin ninguna expresión en sus ojos, que se alejaba de él, para disponerse a hacer el trago de otro.

–Disculpa, ¿estás solo?- dijo un voz, casi ronroneando muy cerca de su oreja, mientras por el otro lado le picaba suavemente el hombro para llamar su atención. Luhan se mentalizó en poner su sonrisa más encantadora, y se incorporó para mirar al coqueto desconocido. Era de tez algo trigueña, según podía notar con las luces de la barra, además unos labios formados en una mueca totalmente seductora. Tenía el cabello castaño y un poco despeinado, que caía sobre su frente; eso no le quitaba lo atractivo, al contrario, le hacían ver con un aire rebelde y travieso, en conjunto con su bella sonrisa, y sus suspicaces ojos que lo escaneaban por completo; de la cabeza a los pies. Luhan dio un paso atrás para acomodarse frente al desconocido. –y… ¿tu nombre es?...- preguntó mientras se pegaba más al de cabello castaño. –Kai.- dijo con una sonrisa ladina, entonces lo llevó a la pista de baile. Los bailes si bien, no estaban siendo tan explícitos en cuanto a roce o movimiento, pues sus insinuaciones a través de sus miradas lo decían todo, aunque solo era lujuria, estaba deseando irse con él a un lugar más privado, porque siendo sincero, es eso lo que se proponía la mayoría de las veces que salía a “distraerse”.

 

Los besos en el cuello, ya no eran suficientes, ni el roce de las manos contrarias bajo la ropa satisfacía la necesidad que ambos sentían. Su entrepierna ya comenzaba a molestarle, y el tumulto de gente amontonada por todos lados, lo hacía incomodarle y ponerlo realmente ansioso. Entonces se separó un poco del rostro de Kai, para acercar sus labios al oído –Vamos a mi casa, ¿sí?-. El otro chico por su parte sonrió ampliamente, besando el cuello de Luhan como respuesta afirmativa, y se dejó llevar por las escaleras del club, hasta el estacionamiento privado que se ubicaba en el subterráneo, donde subieron al auto apresuradamente.

 

La llegada a su casa fue casi estruendosa, Luhan estuvo tan sumido en la lujuria del momento y la necesidad de liberarse con el descarado seductor que lo acompañaba. De un portazo cerró la puerta de la entrada principal y arrastró al pelinegro escaleras arriba, sin mucho cuidado pateó la puerta de su habitación para abrirla, y luego la empujó sin mucha fuerza, para cerrarla; fallando en el intento. Sus momentos de éxtasis, eran totalmente cegadores. Debido a su trastorno maniaco- depresivo; los estados de manía, incluían energía excesiva en este tipo de situaciones, por lo que el hecho de que sus dos hermanas menores estuviesen habitando en la misma casa y durmiendo en una habitación casi al lado de la suya, le importó un rábano, es más. Ni siquiera pasaron por su mente. Tiró a Kai a la cama mientras él se deshacía de su camiseta, al igual que el contrario, que lo miraba con lascivia mientras de humedecía los labios. Luhan de despojó de toda prenda sobre él, quedando solamente en bóxer, seguido de eso se posó en el piso de rodillas, entre las piernas del otro, desabrochando y bajándole rápidamente los pantalones.

 –hey…hey…me impresionas eres muy rápido y eficiente. Sabes lo que haces, ¿eh?-. Dijo Kai mientras acariciaba sus pálidos y tersos hombros de arriba abajo, observando por completo su pecho y abdomen. Luhan era realmente hermoso, le gustaba como su pecho subía y bajaba entrecortadamente, como lucían sus pezones rosados y duros por la excitación, su abdomen suavemente cincelado y esa marcada V que conducía sutilmente hacia su ya, firmemente, despierta intimidad. –Cállate. Te la voy a chupar- dijo sin tacto alguno, para romper la estúpida burbuja del otro, mientras ahora se deshacía de la ropa interior del contrario. Cuando vio el pene del contrario, lo analizó, sí. Eso siempre lo hacía. Tenía una “extraña”, por no decir, promiscua manía, de memorizar penes…es algo que no lo puede evitar. Cuando la tuvo cerca de su boca, escupió un poco de saliva, para lubricar el falo, y lo engulló completo. Luego de chupar y succionar de arriba abajo, agarró el pene con una mano y lo masturbó mientras lo miraba a los ojos y sonreía con satisfacción al ver la expresión del contrario, ya casi ponía los ojos blancos y le tiritaban las piernas; se iba a correr. Paró entonces con el juego, y de su mesita de noche, sacó lubricante y condones. Hincado aun de rodillas en el piso, vertió un abundante chorro de lubricante en los dedos de su mano derecha, llevando dos de ellos a su entrada. –Póntelo mientras, esto va a ser…oh, mierda… rápido, necesito correrme ya…mmm... recíbelo maldición.- Luhan casi exclamó agitado y visiblemente excitado, con las mejillas sonrosadas y mordiendo su labio inferior evitando gemir más de la cuenta, extendiendo la mano izquierda para alcanzarle un condón, mientras que con la otra mano se dilataba y penetraba con sus dedos índice y corazón, haciendo tijeras para mayor dilatación. Kai, por su parte. Sin cuestionar, lo recibió y comenzó a abrirlo. Miró algo perplejo a Luhan, la frialdad e indiferencia que emplea en este tipo de situaciones le desconcierta. Nunca lo había hecho rudo, o con tanta brusquedad en el acto.

-Tiéndete en la cama para montarte. Rápido.- Exigió Luhan, mientras sacaba los dedos de su entrada, y se incorporaba rápidamente sobre la cama. Kai hizo caso sin rechistar, y apoyó su espalda en el respaldar de la cama, con el condón ya puesto. Acto seguido, Luhan se acomodó sobre el otro, abriendo suavemente sus nalgas, hasta topar la cabeza del pene, en su entrada. Bajó lentamente aferrado a los hombros del castaño, mientras suspiraba y dejaba caer la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados. –Oh…sí…mmm…- cuando terminó de bajar, comenzó con un vaivén de caderas suave, en círculos. Pronto comenzó con una marcha frenética, mientras le mordía y succionaba distintas partes del cuello y pecho del contrario. Al pasar unos minutos de frenesí Luhan sale de él, provocando un sonido obsceno, haciendo gemir sonoramente al otro. – ¿Por qué te de…detienes?...- Kai murmuró apenas, tratando de recobrar el aire de sus pulmones. –Quiero que me folles en cuatro. Anda, hazlo.- sentenció Luhan, mientras se posicionaba con su cabeza en la superficie de la cama, y levantaba sugerentemente su caderas. A Ten le excitaba la manera con la que Luhan lo trataba, y cómo se comportaba; tan demandante, tan caliente.

Luego de consecutivas penetraciones, Luhan empezó a gemir realmente fuerte, estaba perdido, casi drogado. No tenía sexo desde hace dos meses, y eso le estaba cobrando factura. Gemía de tal manera, que sus gritos se escuchan a través de la almohada que había llevado a su boca para amortiguar inútilmente sus gemidos. De pronto, Kai tiró de sus débiles brazos, de manera que su espalda quedó pegada al pecho del otro, y siguió embistiéndolo con más fuerza. Luhan ya no podía más, se iba a correr en cualquier momento, entonces se deshizo del agarre de Kai una de sus manos, y comenzó a bombear su miembro, al ritmo de las embestidas, estaba fuera de sí, no controlaba sus gemidos, que se convertían casi en sollozos, y Kai no los iba acallar, le excitaban sus gritos de sobremanera. Pero sorpresivamente, pasó lo inimaginable, Luhan contuvo la respiración, justo segundos después de venirse, cruzó miradas con su hermana, que había abierto de imprevisto la puerta, que se encontraba previamente junta desde que había llegado a su habitación con el “pseudo” extraño, entonces se percató que Jieqiong tenía un mano cubriendo su boca, y las cejas alzadas hasta más no poder, era una mueca de auténtico espanto; vio las posturas en la cuales éstos se encontraban, era lógico y claramente evidente lo que estaban o estuvieron haciendo segundos atrás, en fracción de segundos su cuerpo se deshizo del  completo shock, y su cara se tornó de un rojo furioso, estaba tremendamente avergonzada y apenada. La cara de Luhan no estaba mucho mejor, su boca se había secado, y sus ojos que en un principio la miraron a la cara, ahora miraban las colchas de su cama; no lo podía creer. Jieqiong No dijo nada, y salió corriendo de ahí, sin siquiera cerrar la puerta. Luhan deshizo bruscamente la penetración, y tiritando, por el post orgasmo y por el gran bochorno, que acababa de pasar, trató de ponerse su ropa interior y una camiseta grande que estaba en algún rincón de su cama, en total estado de nerviosismo y ansiedad, reunió todas las prendas de Kai, las juntó en una bola de ropa, y la empujó en el pecho del contrario. –Vete ahora. Vístete, y vete.- Kai sin más remedio, asintió mientras se quitaba el condón y lo anudaba, mientras buscada donde botarlo. Luhan le apuntó el lugar junto a su mesita de noche, y lo dejó el tacho de la basura.

Unos pocos minutos más tarde, Luhan escuchó que la puerta de la entrada principal se cerraba, y entró en pánico, quería romper sus cosas, quería rasgar su piel y no quería volver a ver tal expresión en el bello rostro de su hermana. No, no quería volver a ver eso jamás en su vida.

Divisó el pequeño frasco anaranjado, que se encontraba en la repisa de enfrente. No dudó ni un segundo, y se paró abruptamente para alcanzarlo, y tener un largo, “largo”, sueño. No quería sentir vergüenza, tampoco asco de su propio ser. Fue justo entonces, que la puerta se abrió despacio, y dejó ver una pequeña melena negra, con el flequillo desparramado y los mechones desordenados.

–Luhan… ¿ya no te sientes mal?, ¿ya…ya…no te duele?...- dijo la pequeña niña, que a pesar de su corta edad, hablaba casi perfectamente. Entonces, Luhan sabía que estaba a punto de cometer un error, su pequeña hermana, era una de las más grandes razones para vivir, Luhan la amaba muchísimo al igual que ella a él, añadiendo que tenía los mismos ojos y rasgos que su querida difunta madre. Y fue cuando comprendió, que solo tendría que afrontar el problema, disculparse con Jiqiong, y jurarle que nunca más la haría preocuparse, ni decepcionarse de él. Se agachó hasta quedar a la altura de la pequeña Bo Lixue, comprendió que a lo que ella llamaba “malestar/dolor” eran a sus descarados gemidos de “falsa agonía”, y eso le causó unas tremendas ganas de llorar, no entendía cómo pudo haber sido tan desconsiderado; estaban sus hermanas, qué jodidos estaba pensando. Se recriminó mentalmente mientras abrazaba a su pequeña bebé, hasta que le miró su rostro, el cual estaba con los ojos casi cerrándose del sueño, eran las cinco y diecisiete de la mañana, alcanzó a ver el reloj de su cómoda. Con cuidado tomó a la pequeña, le besó ambas mejillas y esta vez la llevó a la habitación de ella. La cobijó, y se aseguró de que estuviese bien dormida. Contempló su pacífico semblante inocente y dulce, y acarició su cabeza.

Al salir de la habitación, vio que la puerta de la habitación de Jieqiong estaba abierta, y pudo notar que ella no estaba allí. Entonces supuso que estaba en el primer piso.

Al llegar a la sala de estar, Jieqiong se encontraba sentada en un sillón individual, con una taza de algo caliente entre las manos, la cual miraba fijamente.

Al percatarse que Luhan estaba enfrente de ella, levantó la cabeza y lo miró fijamente. Luhan, no supo interpretar su expresión. No sabía si se trataba de decepción, vergüenza, disculpas…entre otras muchas emociones. –Luhan…- Murmuró apenas la joven, mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Tal acto provocó el mismo efecto en los ojos de su hermano.

 

 

 

Notas finales:

 The first cap! 

Pronto subiré el 02.

Cya soon <3


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