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歹徒 (Dǎitú) - HunHan por Caterina711

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Notas del capitulo:

¡Holi! Otro cap. Lean bonito n.n

Cuando llegó al desdeñado cuarto de huéspedes, efectivamente, estaba impregnado con el olor del tabaco. Habían algunas tazas con café a medio tomar, y libros esparcidos por la cama y sobre los muebles. Era una habitación bastante espaciosa, pero de colores sobrios; paredes verde olivo, cortinas café con un visillo café más claro, los muebles eran de un tono caoba cereza, y la cama era de dos plazas con el respaldar igualmente de caoba, como los demás muebles; una habitación bastante cómoda y bonita. Cándida víctima de las tardes ansiosas de Luhan.


Comenzó recogiendo libros, apilándolos por orden alfabético del autor, los dejó sobre la cómoda, y prosiguió a deshacerse de las cenizas de cada cenicero y dejar las tazas en la cocina. Prosiguió a sacudir el colchón, los muebles, y barrió todo el polvo. Buscó las sábanas y colchas limpias del estante de la misma habitación, y tendió la cama. Después de eso bajó a donde se encontraban los basureros y depositó todas las bolsas con polvo y basura. Miró la hora, eran las doce y cuarto de la noche. Quiso bañarse, y recordó que tendría que ocupar la ducha del baño común, a la cual no estaba acostumbrado, ya que no estaban sus productos personales, pero realmente se sentía sucio; necesitaba una ducha.


Se dirigió al dichoso baño de la segunda planta, buscó una toalla y prendió la ducha. Hizo todo rápido, le perturbaba de sobremanera el usar cosas que no son de su exclusivo uso personal. Cuando salió de la ducha, envolvió la toalla en su cadera y recordó que había dejado su cepillo dental en la habitación de huéspedes. Abrió la puerta del baño, para verificar que el pasillo estuviera despejado, todas las puertas se encontraban cerradas al parecer, todos estaban dormidos, o no saldrían por el momento, por lo que procedió a ir descalzo con la toalla a medio afirmar, casi corriendo, por el pasillo hasta el último cuarto. Al divisar el cepillo sobre la mesita de noche, dio largas zancadas para tomarlo. Al voltearse para retomar su camino al baño y salir de la habitación, se percató que en su habitación las luces seguían encendidas, a través de la puerta se veía luz salir por los extremos, y en el piso una sombra, obviamente del abogado; era como si caminase de un lado a otro. Entonces, con mucha curiosidad, Luhan quiso escuchar si estaría… ¿hurgando en sus cosas?... o quizás, solo tenía problemas para dormir. Inclinó el lado izquierdo de su cara, para pegar su oreja a la puerta, pero solo escuchaba murmullos, ¿hablaría?, ¿sería sonámbulo?...


Todo pasó muy rápido. La puerta se abrió de golpe y el señor Oh apareció, pero ahora ya no tenía esa expresión flemática en el rostro, ahora se encontraba con una mueca levemente irritada, y con mucha menos ropa que antes…ahora si bien, no estaba desnudo. Se encontraba con un delgado pantalón de seda color burdeo oscuro holgado de pijama, y su torso completamente descubierto; tenía una complexión delgada, pero tonificada en justas proporciones, pectorales, hombros, brazos y abdomen eran impecablemente marcados, además, lampiño en su totalidad. Luhan quedó anonadado, el hombre de enfrente era hermoso, de una masculinidad suavizada, al igual que él, y aunque sonara ególatra eso le ponía mucho.


 Con un grito atorado en su garganta por el susto, observó cómo el estoico abogado se deshizo del móvil que estaba a la derecha de su rostro, y lo lanzó a la cama. ─ ¿Se supone que deba preguntarme el por qué estás semidesnudo, y al parecer, tratando de escuchar conversaciones ajenas?...─ dijo Oh, con un tono algo hostil, pero sereno al mismo tiempo. Luhan retrocedió un poco para encararlo, quiso escapar sin dirigirle la palabra, se sentía avergonzado, pero él no era así. No se iba a dejar amedrentar por un malentendido y un espléndido hombre con visibles complejos de autoridad. –Eh…No. No pierda su tiempo preguntándose tonterías señor Oh. Yo estaba perfectamente, pasando por aquí y…bueno… debido a que esta es mi habitación y “no debería pedir permiso para estar en ella”─. Destacó dichas palabras, recalcando lo que había dicho Sehun con anterioridad. ─…me dispuse a…querer saber…en qué condiciones estaba. Además… ¡usted es el extraño!... ¡usted mismo lo dijo! ...y…y yo no debería darle explicaciones. ¡Tampoco estaba espiándolo! ¿Se cree muy importante acaso?...pues entérese que no todos giran alrededor de usted. Buenas noches.─ Por primera vez, Oh Sehun habría recibido un calumnia, y habían “manipulado”, aunque inútilmente, los hechos al favor del contrario. Supuso también que el joven se habría sentido cohibido e intimidado, ya que solo una toalla lo privaba de ver más abajo de su abdomen, y por ende él mismo habría guardado silencio con el atrevimiento del menor.


Luhan caminó con paso apurado a la habitación de huéspedes, cerró la puerta tras de sí, y se apresuró a vestirse y meterse a la cama. Se sentía agitado, y con ganas de patearle el culo a Oh Sehun, por ser estúpidamente atractivo y sobre todo; un pesado. Reconocía que había sido imprudente, sí. Pero eso no quitaba la antipatía con la que actuaba Oh, para colmo, en su propia casa.


Sehun observó cómo se cerraba de golpe la puerta del fondo, en donde se había perdido la figura semidesnuda de Luhan. Bufó en consideración a la absurda discusión con el “niño mimado” de la casa, y resolvió a encerrarse en la habitación ajena, nuevamente. Era una habitación bastante espaciosa, que disponía de muchas comodidades. Las paredes eran altas y de un color azul cielo pastel, con el cielo blanco invierno. Tenía dos ventanas grandes, con cortinas azules con vuelos y detalles dorados, junto a  visillos blancos. La cama era, de hecho, grande como había adulado la hermana del joven, con muchas almohadas mullidas y blancas, al igual que las sábanas, el cobertor era azul índigo y el piso era de caoba clara, al igual que los muebles con diseños tallados. También un gran espejo de cuerpo completo. Había dos puertas contiguas dentro de la misma habitación. La que estaba a la derecha, era el fastuoso “armario”. Y la otra puerta, del lado izquierdo, daba espacio a un, no tan espacioso baño, pero lo suficientemente amplio para desplazarse con viabilidad. Hecho el meticuloso análisis espacial, el abogado pudo reafirmar su aseveración acerca del “niño mimado de casa”.


Oh Sehun, no pensó terminar durmiendo en la casa de su compañero. Ni menos, que éste tendría una familia con tantos niños, sí; tres niños, eran más que suficiente, hasta, se atrevería a decir que excesivo.


No podía creer que su supervisor de bienes inmuebles, no haya hecho la gestión a tiempo, para la adquisición de una nueva casa o departamento en Seúl. Esto habría sido discutido con el abogado Zhou Qiong presente, y susodicho habría invitado insistentemente al señor Oh a su hogar, éste se negaba. No tenía problemas en pagar una larga estadía circunstancial en un hotel exclusivo. Pero el abogado Zhou era un hombre de armas tomar, y no aceptaba un “no” por respuesta, aparte de que era su superior, y ésta sería una invitación, de la cual, incluso debiese sentirse honrado.


Tras una junta en Shanghái, habría conocido al distinguido abogado de elite, desde entonces se enteró que trabajarían juntos en un caso controversial sobre coaliciones entre distintas empresas correlacionadas entre China y Sur Corea. Había pensado con convencionalismo, que el abogado sería presuntuoso, hasta altanero. Sin embargo, el hombre mayor, resultó ser afable, jovial y muy atento. Sin dejar de ser una persona sorprendentemente sagaz, aunque ambicioso con sus propuestas y arriesgado con sus declaraciones. Sehun habría prosperado una gran admiración a su superior, tanto así, que Zhou Qiang estaba constantemente supervisando y dando recomendaciones al más joven. Éste no tardaba en acatar sus consejos, era parte de su adquisición de experiencias, y ésta era una gran oportunidad.


Sehun era un abogado con un tanto de práctica, sí. Pero nunca la suficiente. Contaba con un prontuario excelente, de importantísimos casos exitosamente ganados en sus principios. Dichos casos, lo llevaron a desempeñar su labor en una prestigiosa compañía de abogados. Tenía treintaidós años, y se encontraba en el apogeo de su profesión para ganar experiencia y prestigio. Por lo que su relación con su superior era primordial para lograr su misión. Lo que no vio venir, fue el vincularse hasta con la familia de Zhou. No pensó que en la casa, le esperaran dos niñas sumamente animosas y empalagosas, y un jovencito complicado, a su parecer.


Analizar a la gente con tanta simplicidad es su fuerte, es un as bajo la manga que él posee dentro su profesión. Sabe cómo manejar las mentes complejas, y anticipar cómo reaccionarán a las preguntas o afirmaciones que él haga o figure. Porque naturalmente él siempre tenía razón, y no se le iba ningún detalle. Estaba acostumbrado a pensar rigurosamente lo que iba a decir, y hallar las palabras adecuadas en base al contexto de la situación. Pese a ello, justo en ese pasillo, y en esa misma casa, alguien le había hecho tragar sus palabras, y reflexionar éstas. Porque Luhan había estado en lo correcto, éste era un extraño en la habitación del muchacho.


 


El ajetreo en el pasillo era sigilosamente estruendoso para su gusto. Se sentían pasitos de allá para acá. Hasta que sintió que se detenían justo en su puerta. La pequeña niña de melena negra y cara de muñeca, suspiraba quedamente a su derecha. Sehun solo sentía, una respiración ajena que se agitaba y comenzaba a jadear muy despacio. Y abrió perezosamente los ojos, era una pequeña que lo miraba entre sorprendida y horrorizada, al borde de las lágrimas. Se sentó de golpe en la cama, y retrocedió, como si la niña fuese un extraterrestre. La pequeña, metió sus dedos a la boca, intentando allanar su llanto. –Tú…no eres…Han…─. Dijo la niña apenas. ─ ¿dónde…está Luhan, señor?...─. Preguntó la pequeña con un puchero apunto de largarse a llorar. Sehun aún no salía de su ensimismamiento, entonces obró a incorporarse más derecho en la cama, y se calmó, dado que solo era la pequeña hermana menor de la familia. Su rostro adusto volvió a la normalidad, y se sentó en el borde de la cama. La niña retrocedió instintivamente gimiendo. –No te haré nada pequeña. Tu hermano está en la habitación de huéspedes.─ cortó sin más, mirando fijamente a la niña. Ella asintió, se fijó mejor en los rasgos del extraño, ya no le parecía un “espeluznante impostor de hermanos”. Un poco confundida y asustada, se alejó lentamente hacia la puerta, girando el pomo, de vez en cuando dando fugaces miradas a Sehun, que la miraba tan apacible como una estatua. Cuando la niña salió del cuarto, se fregó los ojos y corrió a tocar la última puerta. Esa habitación no le gustaba, era algo oscura, y siempre olía a cigarrillos, aparte de que de vez en cuando había escuchado a su hermano llorar en ella. Tras dos golpecitos, apareció su lindo ángel, Luhan. Ella siempre pensó que no había alguien más bello que su hermano mayor. Sin embargo, el hombre “impostor”, también era bonito, pero no como un ángel, sino como un príncipe.


─ ¿Bo Lixue?...uh, ¿por qué estás en pie?...son las…─. Dijo mirando casualmente el reloj mural de la habitación. ─ ¡Las once!─ exclamó Luhan, al notar que eran pasadas las horas del desayuno de su hermana más pequeña. Debido a su rutina, Bo lixue, los fines de semana acostumbra a despertar y desayunar temprano, por lo que la hora de comer transcurre desde las nueve hasta las diez, pero nunca después. ─...lo siento bebé… tenías hambre, ¿verdad? Vamos haremos el desayuno para todos. ¿Has dormido bien?─. La pequeña Bo Lixue estiró los brazos, mientras asentía con la cabeza, para que su hermano la cargase hasta el primer piso. Luego beso su nariz como siempre lo hacía, y Luhan besó la mejilla de la niña.


El bullicio de la cocina, no pasaba desapercibido. Tampoco el sonido de las caricaturas de la televisión allá abajo. Sehun supuso que estarían todos en pie, por lo que se dirigió al baño para asearse. Al salir, decidió que tendría que vestir algo informal, y así lo hizo, tomó unos jeans negros que se entallaban muy bien en sus piernas, y una camisa azul de jeans holgada.


Al avanzar por la escalera, divisó a la pequeña niña que hozó a despertarlo esa mañana, ésta se encontraba en el sillón rodeada de cojines y peluches con la vista atenta en las caricaturas. Por otra parte se escuchaba movimiento en la cocina. Sin prestar mayor atención a la infante, se dirigió a la cocina, donde se supone, estarían todos. Pero grande fue su sorpresa, cuando solo vio al rubio despeinado, con cara de pocos amigos que preparaba minuciosamente una mezcla con agua hirviendo y ¿leche en polvo?... Luhan no era el único mimado. Bo Lixue, al ser la más pequeña, era atendida con mucha atención, los demás integrantes de la casa siempre accedían a las pocas peticiones que hacía la niña esporádicamente, no era una niña caprichosa. No obstante, era una consentida, por eso hasta la edad de tres años, pronta a los cuatro, aun exigía un biberón de leche en la mañana. Según ella, debía saber igual que la que ingerían los bebés. Luhan y Jieqiong, sabían preparar la fórmula de memoria. Era un hábito matutino.


Luhan reparó en Sehun que yacía apoyado en el umbral de la cocina, con los brazos cruzados a la altura del pecho…susurró un “buenos días” de malas ganas, el contrario solo hizo un movimiento de cabeza. ─La pequeña irrumpió en tu cuarto esta mañana, casi se desmaya al comprobar que yo no eras tú…─. Informó Sehun con quietud. Luhan lo miró de soslayo, y sonrió de medio lado ─esa era la razón por la cual estaba tan asustada entonces…─. Dijo agitando al mismo tiempo el biberón. ─Ella es muy tímida, y no estaba enterada del cambio de habitaciones…discúlpela─. Finalizó con una expresión neutral, solo lo hacía por táctica. Nada más, y Sehun asintió. ─Disculpa que me entrometa, pero ¿acaso ella toma eso?─. Cuestionó con una ceja alzada apuntando el biberón. ─Sí, lo hace ¿Tiene problema con ello?─. Se formó una sonrisa ladina en los labios de Sehun. Luhan pareció ablandar su expresión al ver aquello. A Sehun le gustaba la actitud de Luhan, aunque cuando estaba presente el señor Zhou y su hermana solo se limitaba a responder y sonreír. Pero con el señor Oh, no era así. No sabía que tenía el mayor, pero le ponía los pelos de punta; lo que tenía de guapo, lo tenía de antipático.


─Buenos días. Sehun, veo que ya estás en pie. ¿Necesitas ayuda hijo?─. Preguntó Zhou, que venía con Bo Lixue en brazos, vistiendo unos pantalones beige simples de lino y un polo simple color negro. ─No se moleste, la leche ya está lista. Y en el mesón hay tostadas, mermelada, y otras cosas dentro del refrigerador, por si quieren. Yo iré a despertar a mi hermana. Provecho. ─ Dijo Luhan, mientras se retiraba de la cosita bajo la escrutadora mirada de Sehun. ─Me atrevería a tutearlo solo porque esa ropa lo hace ver más joven y atractivo. Buenos días señor Oh.─ Susurró cerca del cuello del contrario, mientras salía de la cocina, con una sonrisa casi perversa. Sehun, había quedado un poco descolocado con la desfachatez del jovencito. ¿Se le estaría acaso insinuando? Sehun no era tonto; la presencia de ese chico no hacía más que distraerlo. Ese niño no tenía escrúpulos, y eso era algo que percibió desde que lo vio semidesnudo en la puerta de su no habitación. Bueno, era solo un niño hormonal… ¿Cuántos años tendría? ¿Quince? ¿Diecisiete?... ─Disculpe la pregunta, Zhou. Pero ¿cuántos años tiene Luhan?─ Preguntó entrando más a la cocina, de manera totalmente casual y discreta. El señor Zhou, se tocó la barbilla, ¿estaba calculando la edad de su hijo? ─Eh…si no me equivoco, hace poco ha cumplido los veintiún años─. Es decir, que distaban por once años… pero que bah, a él no tendría por qué importarle tal hecho.


 ─ Por qué preguntas, Sehun?─. De un momento a otro el aire se volvió denso, y la mirada inquisitiva del señor Zhou, penetraba en la de Sehun. Sin embargo, Oh Sehun era un experto en ocultar emociones, por lo que colocó su mejor expresión de indiferencia y se limitó a contestar. ─Nada en específico. Mera curiosidad.─ Se encogió de hombros restándole importancia. Zhou asintió y volvió a focalizar su atención en Bo Lixue, quien comía animadamente. ─Por favor, Sehun. Toma asiento y come lo que desees. Luhan ya debió haber comido algo, y Jieqiong, no despierta sino hasta las una─. Sehun tomó asiento, y sirvió una taza con café para, sacó una tostada y la untó con mermelada. Cuando iba a probar el primer bocado, se fijó en que la niña tenía la mirada fija en él. La pequeña era bastante parecida a Luhan. Solo que su cabello y ojos eran más oscuros, sin embargo también tenía una nariz pequeña y respingada, y unas finas pestañas largas. Su piel era como porcelana. Era como una muñequita china.


Las sonrisas que hacía Sehun, eran contadas con los dedos de una mano. No obstante, la niña le causaba un sentimiento extraño, que lo forzó instintivamente a sonreír. La niña sonrió de vuelta y se sonrojó, se tapó la cara con ambas manos. ─Hija, deja de coquetear con el señor Oh, y termina con el desayuno para que podamos salir a alguna parte con tus hermanos.─ Dijo Zhou, quien miraba a la niña con falso reproche, y guiñaba el ojo a Sehun en gesto de complicidad. ─Sí, padre.─ Dijo la niña y terminó la tostada, no sin antes dirigir un vistazo fugaz a Sehun.


Bo Lixue pidió bajarse de la mesa, y disculparse antes de salir. ─Ve a decirle a tus hermanos, hija─. La niña asintió, y dio su última mirada a Sehun, se despidió de éste con la mano, y salió rápido de la cocina.


Bo Lixue, fue al cuarto de huéspedes y tocó la puerta. Luhan, quien estaba fumando, dedujo que era la pequeña. Por ende, no abrió la puerta ─ ¿Qué pasa pequeña?...─. Alzó un poco la voz para que la niña escuchara del otro lado. ─Lu-ha-nnie…quiero decirte algo. Abre por favor─. Al chico no le quedó más remedio, su hermana era su punto débil; apagó el cigarrillo y abrió, cerrando la puerta rápidamente tras de él, no quería que el olor a humo se disipara por el pasillo. ─Padre nos llevará de paseo, y dijo que te avisara. También, debo pedirte que me peines, por favor. Jie está durmiendo, y no tendrá tiempo para hacer mi peinado…─ pidió la niña con un tono de voz suave y calmado. ─Ahora mismo te iré a peinar. Espérame en tu tocador, pequeña. Yo iré en un rato─. Luhan se dirigió al baño para lavarse los dientes y las manos. No le gustaba que su hermana percibiera el aroma a tabaco directamente. Luego de eso, se dirigió al cuarto de Jieqiong, quien dormía con la cabeza enterrada en la almohada. Supuso que Bo Lixue la habría ido a despertar, pero ésta se volvió a dormir. Luhan zamarreó a si hermana por la espalda, de manera brusca. De lo contrario no despertaría.


Después de despertar con éxito a su hermana, se dirigió al tocador de la más pequeña, quien había ordenado meticulosamente los elásticos y citas que usaría para tomar su cabello. ─Esta vez, quiero dos trenzas. Esas que se pegan a la cabeza desde arriba. Como las que se hace mi hermana, por favor.─ Explicó con sus manos alrededor de su cabellera. A Luhan casi se le cae la quijada al piso, él no sabía hacer “ese” tipo de trenzas. Tendría que denegar el pedido de su pequeña y exigente hermana. ─Lo siento, Bo, pero no sé hacer ese tipo de trenzas…─. Dijo algo apenado. La niña lo miró hacia arriba, y negó con la cabeza restándole importancia. ─Entonces hazme algo que me haga ver bonita para el príncipe.─ Dijo sonriendo tímidamente con las mejillas rosadas. ¿Príncipe? ¿Quién jodidos era el príncipe?... La respuesta de su cuestión, fue contestada cuando la niña se volteó rápidamente para taparse la cara con ambas manos, al ver la figura de Oh Sehun pasando por afuera de su habitación. ─Así que “príncipe”, uh?...─. Dijo con una ceja alzada y algo divertido por el comportamiento de su hermana, quien nunca había actuado así por alguien. Por lo general no era muy demostrativa con extraños, y no solía ser así de tímida, ya que solo se limitaba a asentir o negar con la cabeza. ─Está bien, te haré dos tomates, pero esta vez tomados en la nuca. Más elegante ¿no crees?─. Hizo esa pregunta tratando de pasar desapercibida su poca creatividad con los peinados para niña. La pequeña solo asintió y le tendió el cepillo.


 


 


 


Cuando ambas chicas bajaron, encontraron a su padre y al otro abogado en los sillones con sus respectivos laptops, y celulares esparcidos por la mesa de centro. ─ ¡Padre! Se supone que íbamos a salir─. Chilló indignada Jieqiong al verlo tan concentrado en la pantalla. ─ ¡Oh!, sí cariño, solo estaba revisando unos detalles. Nada importante, ¿ya están listos?─. Preguntó el señor Zhou buscando con la mirada a Luhan. ─Uh…Luhannie no irá, dijo que se ocuparía de asear y ordenar el cuarto de invitados para cederlo pronto al señor Sehun─. Éste levantó la vista, y vio a ambas niñas con vestidos de colores claros y cabello tomado, listas para salir de paseo. ─Bueno Sehun. Te encargo a Luhan entonces…él es…er…algo… ¿complicado?...pero no creo q…─. Jieqiong, jaló de su brazo haciéndolo callar. ─ ¡Padre!, vamos. Es tarde. Que tenga buen día señor Sehun. Nos vemos más tarde. Ah, y no tome en cuenta demás a Luhan…─. Y empujó suavemente a su padre a la puerta principal. La pequeña Bo Lixue, se quedó mirando a Sehun, e hizo ademán con su mano en forma de adiós. Sehun le sonrió nuevamente; una sonrisa de labios sellados, mientras ésta se alejaba a la puerta riendo. La pequeña le causaba simpatía. 


 


 


 


Se terminó una cajetilla de cigarros. Ahora sí iba a comenzar con la limpieza del cuarto. Puso la colilla en el cenicero, y se levantó de la cama. Se dirigió al sótano, donde guardaban todo tipo de artículos de limpieza. Para llegar a la escalerilla que lo conduciría a dicho lugar, debía pasar por la salita de estar. Al llegar ahí, estaba el “abogado Oh Sehun”… quizás, podría “hablar” un poco con él…no estaría cometiendo ningún acto moralmente ilícito; sus hermanas no estaban y su “padre” tampoco. Su falta de enfoque, es resultado de su escaza concentración, y sin ninguna motivación dentro de la casa, que lo hiciera retomar sus tareas básicas, no iba a desistir de uno de sus vicios. Y qué mejor que el agraciado compañero de su “padre”.


 Con una mirada furtiva, aunque un poco recelosa; no podía creer que haría lo que estaba a punto de hacer, observó el perfil del hombre, esta vez usaba unos lentes de una marco negro y dorado, bastante elegantes, al igual que su reloj de pulso. El cabello negro y brillante como las alas de un cuervo, que se veía sedoso al tacto, en contraste con su piel pálida; quería pasarle la lengua por toda la extensión de su largo cuello y mandíbula, tenía unas lindas pestañas, que oscurecían aún más sus ojos, y afilaban su mirada y expresión austera.


Sehun, tenía los ojos clavados en los archivos PDF que mostraba su laptop. Sin embargo, tenía unos sentidos bastante agudos; con facilidad se percató que estaba siendo observado. No quiso prestarle atención al asunto, dado que seguramente era Luhan, el niño mimado. E iba acatar la “advertencia” de la chica, Jieqiong; no haría interacción alguna con el muchacho de no ser necesario.


 De pronto, una figura se paró justo enfrente de su laptop.   ─ ¿Qué haces?─. Preguntó Luhan, como si del clima se tratase. Sehun dejó de leer, y su entrecejo de marcó, y entrecerrando los ojos se quitó los lentes ópticos. ─ ¿Ahora si me puedes tutear?─. Respondió con otra pregunta, siendo ésta retórica. ─Sí. Dado que no está mi familia, hago lo que quiero en su ausencia. Y ahora dime, ¿Cuántos años tienes?─. Dijo Luhan sin remordimiento alguno, mientras se miraba las uñas, y se dirigía al sillón de al lado, esperando pacientemente que el otro respondiese su pregunta. ─ ¿veinticinco? ¿Veintisiete?...─. Insistió el menor. ─Tengo treintaidós. Ahora por favor, déjame en paz. Creo que has de notar que estoy ocupado.─ dijo áspero, sin volver a dirigirle la mirada. ─Oh…─. Expresó Luhan…sí, “oh”, porque por alguna extraña razón, le ponía de sobremanera el estar con alguien mayor, sobre todo si ese “alguien” era Oh Sehun, el tipo le calentaba con solo observarle. Si bien, Luhan no tenía un reducido historial de parejas sexuales, nunca había estado con alguien mayor, o probablemente sí, pero no por más de dos años más que él.


El abogado se comenzó a sentir realmente incómodo. El muchacho de enfrente no le quitaba los ojos de encima. Lo miraba descaradamente, como ave rapaz vigila su presa, pero con la lujuria estampada en el rostro. La cólera se le estaba subiendo a la cabeza, no tenía paciencia, y tampoco la tendría ahora con un chico caprichoso que lo manoseaba con la mirada. Trató de hacer la vista gorda, y enfocar su mirada en la pantalla del portátil, pero le era imposible. No le hacía gracia que no acataran sus órdenes a la primera. Luhan lo estaba provocando, y él no caería en su juego antojadizo. Pero no lo aguantaba, Luhan no paraba de mover su pie insistentemente, añadiéndole a esto, que le molestaba hasta la respiración del chico. ─Suficiente.─ Objetó parándose del sillón y cerrando el portátil.             ─ ¿Qué carajos quieres?─ Interrogó con exasperación, pero sin levantar la voz. ─dime…abogado Oh…─ Dijo Luhan incorporándose a la altura del contrario, mirándolo directamente a los ojos, con una sonrisa burlona surcando sus labios. ─Te gustaría ayudarme… ¿con esto?…─.Tomó la mano del mayor, y la dirigió directamente a su abultada entrepierna. Sin dejar de mirarlo a la cara, y pasear sus ojos en un vaivén constante entre la mirada impenetrable y los labios rosados del pelinegro, con un brillo libidinoso en sus ojos, al mismo tiempo se mordía provocativamente el labio inferior.                ─ ¿Qué…─ su aire se quedó atorado, y sus ojos se abrieron más de lo normal. ─ ¿¡Qué mierda haces mocoso!?─ quitó su mano rápidamente del lugar. Luhan, sin embargo, chasqueó la lengua y se rascó la nuca, con aparente gesto de aburrimiento. ─Eres un maldito conservador, igual que los otros viejos que trae Zhou a casa…─. Ese comentario, desató el que se preguntase si habría intentado lo mismo con los otros compañeros de su padre. No obstante limitó a apretar sus labios en una fina línea, mientras fruncía el entrecejo y luchaba contra la mirada atrevida del chico que tenía en frente. ─Déjame ver si entendí… ¿quieres que tengamos sexo? ¿Eso quieres niño?...─. Preguntó sin pudor alguno el mayor, mientras examinaba la expresión del otro, que cambiaba de aburrida a divertida en un segundo. ─Mmm…veamos… no exactamente, si quieres podemos arreglarlo con una mamada. Soy bastante bueno en eso, no necesito que me devuelvas el favor, por si te lo estás preguntando…eh…tómalo como un regalo de bienvenida…nunca está de más, ya sabes…─. Respondió con tono imperturbable. Sehun se hallaba a sí mismo mentalmente estupefacto, nunca se le habían insinuado de esa manera tan directa. Pero por otra parte, no se iba a dejar manipular. ─…el estrés de tu trabajo debe ser mucho, ¿no crees?...vamos señor Oh, pasemos un bonito rato juntos…─ Luhan se apegó más a él, casi susurrándole en la boca y acariciándole el cuello con la punta de sus dedos. Sehun rio de forma arrogante, y bajó un poco la vista, para fijarse en los ojos del más bajo, tenía la mirada entretenida y brillante. ─Bien, pues entonces veamos qué puedes hacer…─ dijo mientras retrocedía al sillón, dejaba la laptop en la mesita central junto a los lentes, y procedía a sentarse.             ─Que no se diga más entonces. Estoy a sus órdenes.─ Luhan relamió sus labios, mirando en cada momento al mayor, quien sin novedad, tenía su expresión flemática, con los antebrazos apoyados sobre ambos lados del sillón. Su camisa estaba con los primeros dos botones sin abrochar, y sus pantalones estaban ajustados con un cinturón a su cadera. Luhan se puso de rodillas justo entre las piernas del abogado. Lo miró cual niño haciendo una travesura, y se dispuso a tomar la hebilla del cinturón con ambas manos. Luego desabotonó el pantalón y bajó el cierre. El miembro del mayor estaba lacio bajo la ropa interior. Y comenzó a tocarlo por encima de la ropa, masajeando cuidadosamente la extensión del falo y la zona de los testículos.


Sehun no podía creer que se estaba prestando para aquel jueguito vulgar inducido por el niño mimado. Sin embargo, Sehun tenía un propósito, y al pobre muchacho le saldría el tiro por la culata, porque siendo honestos, ¿qué ser humano es tan ingenuo como para dar sin esperar recibir algo a cambio?


El trabajo manual que estaba haciendo Luhan por encima de la ropa, era valeroso, estaba logrando su cometido; logrando una prominente erección. Al notarlo, Luhan pasó la lengua por todo el contorno del miembro, mirando desde abajo con una sonrisilla casi macabra al mayor. Éste estaba rígido, aunque enardecía por dentro, Sehun no iba gemir, ni pedir por más contacto. Luhan, posó su mirada fija en el elástico del bóxer, pasó la lengua nuevamente, mientras jugueteaba tirando el elástico de la prenda. Sehun tuvo que morder su labio inferior. No iba a negar que el jovencito tenía ciertas dotes sensuales, porque a pesar de su desfavorecedora vestimenta, su rostro, expresión y cuerpo, eran totalmente exquisitos y deseables. Sus pestañas contrastaban con sus sonrosados pómulos, su cabello eran hebras finas y doradas, ese niño era una ángel caído.


Luhan no aguantó, quería probar toda su masculinidad. Bajó el bóxer dejando el palpitante e hinchado miembro frente a su cara. Como era de “costumbre”, observó el órgano viril, era grande; largo y con un grosor ideal, era rosado. Quería ponerlo en su boca. Su boca se hizo agua. Tomó el falo con la mano derecha, lo acarició de arriba abajo en conjunto con su lengua, humedeciéndolo lo suficiente como para resbalar su boca con facilidad. Cuando tuvo el glande entre sus labios, lo besó, abrió la boca y atiborró su boca. ─Oh…─. Gimió Sehun forzosamente cuando sintió la humedad y suavidad de la lengua y calor de la boca ajena. Se reprochó internamente por ese descuido, y volvió a apretar los dientes. ─Mmm…─ Gemía Luhan, saboreando el miembro, como si de un dulce se tratase, pasaba la lengua en círculos alrededor del glande, luego bajaba hasta que la punta tocaba lo más hondo de su garganta, para luego succionar gustosamente el líquido pre seminal que comenzaba a producir éste. ─ ¿Me…aprueba…señor Oh?─. Luhan sacó el pene de su boca, al mismo tiempo que provocaba un sonido obsceno con la saliva, sus labios y su lengua, respirando agitado, mientras reparaba a masturbarlo con la mano derecha, luego pasar la lengua por la base del miembro hasta los testículos. Sehun, que yacía con la cabeza hacia atrás, se volvió para mirarlo fijamente. Lo labios del menor estaban prendidos en un rojo fresa brillando por la humedad, al igual que sus mejillas y sus ojos que parecían destellar placer, sus pupilas estaban dilatadas desmedidamente. Con ese pensamiento sintió una electricidad recorrer desde el abdomen hasta su miembro. Gruñó arrugando el entrecejo clavando su fiera mirada en los ojos del menor. Quería coger a Luhan, en el piso para ser preciso. En ese riguroso momento su mente hizo cortocircuito, separando la realidad de la ficción en el momento, él no estaba jugando con él. Luhan estaba jugado solo. Iba a dejar al chico terminar lo que había empezado. Nada más, nada menos. ─Haz que me corra. Ahora.─ Exigió Sehun, su voz salía ronca y profunda, con la respiración irregular de por medio. El menor sonrío satisfecho, dentro de lo que pudo y con la misma mano anterior, masturbaba desde la base hasta la mitad, mientras metía y sacaba el resto del pene de su boca. Luhan estaba igualmente excitado, no pudo evitar gemir con el falo dentro. Las vibraciones de sus cuerdas vocales llegaban como corrientes eléctricas al glande del mayor. Sehun estaba ya casi en el punto culmine del acto. Le iba a follar la boca. Enredó sus largos dedos entre el cabello rubio del menor, el otro comprendió de inmediato qué procedía, y se aferró con ambas manos a las caderas de Sehun, sin dejar de succionar.


Las embestidas comenzaron siendo pausadas pero fuertes, causándole alguna que otra arcada, pero no era un impedimento para ninguno de los dos, uno sin remilgo y delicadeza, y el otro con una inquietante habilidad para chupar.


 Ahora sus embestidas eran rápidas y poderosas. ─Mm…te gusta…provocar, eh?...─. Gimoteó entrecortadamente Sehun. ─…dime… ¿te lo tragas o te lo echo en tu bonito rostro?─. Preguntó Sehun. Luhan levantó la mirada como pudo, su cara denotaba indiferencia, aunque picardía absoluta en sus ojos, por la pregunta del contrario, la verdad podía hacer ambas cosas. Con esa pícara mirada de niño inocente, Sehun se corrió y Luhan procedió a tragarlo, hasta succionarlo con total naturalidad. 

Notas finales:

Nos leemos luego! Bye-bye *0*


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