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歹徒 (Dǎitú) - HunHan por Caterina711

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Notas del capitulo:

Hey Hey! Aquí otro cap. Espero que sea de su agrado n.n

 

La cena había transcurrido tranquila cuando el Señor Zhou y Sehun comenzaron charlar temas laborales, como siempre. Al terminar Luhan se paró y se sintió fatalmente mareado, aunque su débil tropiezo pasó desapercibido, su rostro reflejaba lo contrario, estaba muy pálido, y tenía ojeras marcadas y oscuras bajo sus ojos. Sehun comenzó a ponerse de pie, miró de reojo en dirección a Luhan que tenía su cuerpo levemente inclinado hacia el respaldar de la silla con una mano en ésta y la otra en la mesa. Su cara estaba blanca como el papel. Estaba perdiendo el equilibrio lentamente. ─Jieqiong─. Llamó Sehun. Jieqiong quien estaba distraídamente juntando los platos y servicios, fijó expectante su vista en el abogado. ─Tu hermano, al parecer se va a desmayar─. Dijo tranquilamente Sehun, señalando con un movimiento de cabeza. Jieqiong alarmada dejó lo de lado lo que estaba haciendo, miró a su hermano que tenía el ceño fruncido; había escuchado la conjetura del mayor, pero no tenía energía para contestarle que se metiera en sus propios asuntos. Preocupada, Jieqiong volteó a su hermano para tenerlo cara a cara, y examinó su expresión cuidadosamente, tomó su rostro con ambas manos. ─En realidad tenías fiebre...─ Susurró juntando sus cejas. ─Maldita sea, Luhan. Te enfermas más veces en el año que la pequeña Bo.─ Dijo fastidiada la joven. Sehun simulaba no prestar atención, sin embargo le llamaba la atención que su hermana lo regañara como si fuese mayor que él.


 


Desde un principio dedujo que Luhan era un niño mimado, pero el trajín que había en la casa por una simple gripe, le parecía aparatoso. Sehun solo hubiese lidiado con una pastilla y agua, pensaba éste mientras presenciaba el escenario desde el baño común, donde cepillaba sus dientes.


Por otro lado, el señor Zhou había corrido en automóvil a la farmacia más cercana, por pastillas más efectivas para la gripe. Y Jieqiong entraba y salía de la habitación con agua, a vigilar que estuviese cómodo, y llevando trapos húmedos para la fiebre. La pequeña Bo Lixue, reposaba en pijamas sentada en el sitial azul de Luhan cerca de la cama. Mientras le decía alguna que otra cosa “graciosa” con el fin de subirle los ánimos al enfermo; Luhan reía débilmente, pero sus ojos desplegaban una adoración sincera y tierna hacia su hermana más pequeña, no reía por complacer, sino que efectivamente le causaba cierta simpatía las observaciones que hacía Bo Lixue sobre cualquier cosa que se le ocurriese. Luhan bajó la mirada, hacia la puerta de su habitación, que se encontraba abierta, y en una simple coincidencia topó con la de Sehun, quien estaba en el baño paralelo a su cuarto, en  pijama de seda, esta vez tenía la parte de arriba vestida en una suave camisa de seda color vino, al igual que sus pantalones. Se veía algo mojigato para el gusto de Luhan, le había gustado el torso pálido y descubierto del abogado, sin embargo, ese pensamiento quedaba tachado en su cabeza, porque a las finales se trataba de Sehun, y él se había obsesionado con el mayor. No sabía si este pensamiento era causa de su altísima fiebre, o estaba siendo él normalmente en su estado maniaco. Esto no era un buen producto de la temperatura y su mente desviada.


Sehun corrió su mirada de manera hostil. Odiaba la mirada del chico, podría afirmar que se sentía hasta ultrajado por el menor, sabía leer miradas, aparte de que Luhan no se preocupaba de disimular en lo absoluto. Era un mocoso atrevido.


 Lo contradictorio de todo este espectáculo, era que naturalmente, el mayor se sentía atraído cual imán al cuerpo del rubio. Era esa descarada faceta suya que lo hacía tan único. Ya llevaba un día con él cerca, y sentía que lo podía arrastrar a cualquier parte con él. Sehun no era tonto, sabía que tenía encandilado al chico. Sabía que tenía bastantes atributos que lo hacían atractivo, pero no abusaba de ello. Sus relaciones solían ser largas, con uno que otro compromiso roto por decisión propia. Había deshecho compromisos dos veces en el pasado, uno a los veintisiete y el otro a los treinta. Las dos veces, habían sido chicas guapísimas e inteligentes, al mismo nivel de Sehun. Una la conoció en la universidad, y la otra en la oficina de abogados. Por lo general, fueron chicas de iniciativa y carácter. Sehun tenía carácter, pero no iniciativa, por lo que insólitamente éstas chicas habrían tenido la tenacidad para proponérsele a Sehun, quién en su momento, pensaba que la costumbre de estar junto a su pareja, era lo mismo que “amar”, o desear un “felices para siempre”. Estaba rotundamente equivocado; había tropezado dos veces con la misma piedra. Ahora estaba con una mentalidad totalmente enfocada en sus proyectos personales y metas. El casarse, tener hijos, una casa y un perro, no estaba en sus prioridades. Se dio cuenta que no era lo suyo. Y esto se debía a que extrañamente no se sentía muy atraído por la psicología femenina, y tampoco por sus cuerpos. Se estaba reprimiendo mucho en ese aspecto, sabía que algo “raro” pasaba con él, desde la adolescencia y principio de la adultez, tenía preferencias distintas. No obstante, con el conocimiento de sus propias inclinaciones, no se atrevía a atravesar las puertas oscuras del clóset. Donde se encontraba ahora no iba a arriesgarse y exponerse de esa manera. Pero de lo que sí estaba seguro, era que con Luhan habría terminado con todas sus dudas sexuales, si es que hubo algunas antes, por supuesto.


 


Eran cerca de las cuatro de la madrugada, Luhan no podía pegar ojo. Le dolía la garganta, y tenía la nariz congestionada. Por suerte, la fiebre se había ido, pero se encontraba en un estado lamentable. Estaba transpirado, su cabello pegoteado y seguramente ojeroso a más no poder. No quería leer, tenía un poco de jaqueca. Tampoco quería escuchar música, ni mucho menos fumar. Salir no era opción. Solo le quedaba dar vueltas en la cama. Pensó en tomar sus pastillas para el insomnio, pero había tenido suficientes medicamentos por el día anterior. Se giró a la izquierda y cerró los ojos. Pensó en Sehun, ¿se habría preocupado aunque sea un poco? No. Sonrió por su estúpida pregunta. Mierda, era solo un desconocido, y para él era como su amor platónico de toda la vida. Sin embargo Luhan era bastante observador, la mirada afilada y severa del mayor, aparte de denotar autoridad, mostraba algo más…pero le era incierto, no lograba identificar qué, pero lo sentía. El pensar eso, le hacía sentir paranoico, teniendo ideas casi delirantes. Respiró profundo, y se concentró arduamente en caer dormido.


 


 


 


─Está dormido aun…─. Escuchó la suave voz de Jieqiong, que seguramente le informaba a Bo Lixue, y el sonido de la puerta al cerrarse despacio. Abrió a regañadientes los ojos, y se giró en dirección a su mesita de noche. Las dos y veinte de la tarde. Había dormido cerca de diez horas, se sentía pesado y cansado. A duras penas se sentó sobre la cama y rascó su cabeza. Su cabello necesitaba un baño ya, y todo él. Se bajó de la cama. Y buscó toallas limpias en el compartimiento de éstas. Llenó la tina y vertió la fórmula de burbujas. Había sido mala idea fumar diez cigarrillos seguidos y luego quedarse dormido a la intemperie. No lo haría más; lección aprendida.


Descansó su cabeza en el extremo de la tina, mientras pasaba una esponja por sus hombros, brazos, clavículas y pecho. Lavó su cabello con abundante champú y acondicionador. Destapó la tina, y envolvió la toalla en su cadera. Secó su pelo. Cepilló sus dientes y salió del baño. Aún tenía ojeras, pero ya no eran tan oscuras. Tomó sus medicamentos como era de costumbre, y se dirigió a buscar la ropa que vestiría hoy. Tomó unos jeans tradicionales, no tan ajustados como los del día anterior, una polera de algodón blanco simple y de manga larga, y encima una sudadera grande y roja. Se peinó un poco. Ahora su cabello rubio caía sobre su frente y tapaba parte de sus cejas. No iba a poner tantas ganas en su “look” hoy, se sentía aun mareado y agotado, todavía sorbía su nariz y tenía los ojos irritados. Se puso sus pantuflas; peludas blancas y pomposas, eran obsequio de su hermana, no las podía desechar. Salió de su habitación y escuchó el sonido de cubiertos chocar con la porcelana de los platos. Estaban comiendo. Por milagro, se encontraba realmente hambriento. Pasó por el umbral del comedor, ahí encontró al señor Zhou ayudando con la comida a la pequeña Bo Lixue. Y a Jieqiong masticando su comida animosamente. Cuando ésta se percató de Luhan, abrió con sorpresa los ojos y sonrió, limpió su boca con ambas manos en la servilleta, y se levantó. ─Siéntate Lu, ahora voy por tu plato.─ Dijo Jieqiong tan servicial como siempre. Luhan asintió y le sonrió en respuesta. Cuando se sentó el señor Zhou y Bo Lixue lo saludaron sonrientes. Pero había algo extraño. Sehun no estaba, ¿Se habría ido? ¿Ya habría terminado de comer?... no quiso preguntarle al señor Zhou, quizás éste sospecharía cierto “interés” por parte del menor. Sería realmente problemático si ese fuese el caso. Jieqiong llegó con el plato y se sentó a su lado. Luhan agradeció y comenzó a comer.


El almuerzo fue ameno en compañía de sus dos hermanas y su “padre”. Pero había algo, o alguien que lo tenía ansioso. Muy ansioso. Quería preguntar dónde se encontraba, porque era indudable que este sujeto antipático no estaba en casa.


Ya eran las seis de la tarde y todos seguían con total normalidad, como si Sehun nunca hubiese existido. ¿Y si había sido solo un sueño o producto de delirio por la fiebre? No. Imposible, su mente estaba algo desalineada, pero nunca a tal extremo.


Ahora estaba subiendo las escaleras para revisar el cuarto de huéspedes y corroborar su cordura. Necesitaba probar que todo eso no había sido producto de su imaginación. Caminó lenta y temerosamente por el pasillo de madera deslumbrante. Una parte de él quería que Sehun fuese real, éste se había convertido en su nuevo objetivo y distracción por estos próximos quince, ahora catorce días. Pero otra parte de él no lo quería en su rutina. Sabía que todo lo que tuviese que ver con él sería difícil, y tarde o temprano terminaría lastimado por el supuesto abogado del demonio.


Cuando estuvo frente a la puerta de madera oscura del cuarto de huéspedes, apenas tocó ésta como si fuese de material tenue y frágil. ─… ¿te interrumpo?─. Preguntaron muy cerca de su oído, le causó algo de escalofríos, saltó y se volteó de inmediato. Abrió sus ojos como plato al ver a su “producto de imaginación” parado a pocos centímetros de él, como siempre con esa mirada que lo hacía sentir pequeño. ─yo…solo estaba caminado…─. Dijo tratando de sonar lo más convincente posible; fracasó. ─Tú estás caminando…─. Dijo el mayor fingiendo pensárselo. ─Pues yo creo, que tú andas en busca de algo, que podría estar adentro o afuera de la habitación ¿o me equivoco? ─ Puntualizó Sehun. Luhan ya no tenía esa faceta despreocupada o pícara. Estaba desconcertado, replanteándose qué es lo que debería responder a Sehun esta vez. Una lógica y única respuesta se le ocurrió. ─Está en lo correcto. Verá…─ comenzó a decir con convicción y los brazos cruzados en el pecho. ─…Resulta que…cuando bajé a comer, usted no estaba. Así que sí, lo estaba buscando a usted.─ finalizó con una sonrisa gloriosa. Sehun lo miró como siempre; cejas juntas, labios apretados y ojos oscuros casi negros. Levantó su mirada, y como si Luhan no existiera, pasó de él rozando su costado, y de un portazo dejó descolocado al menor. Éste estaba como una estatua viendo la puerta que se había cerrado en sus narices. ─Ese desgraciado…─murmuró para sí, apretando los puños y zapateando el piso; estaba haciendo una rabieta. Jieqiong que iba desinteresadamente caminando por el pasillo a su habitación, se percató de la presencia de alguien parado al final del pasillo, donde estaba la habitación que ocupaba el abogado. Entrecerró los ojos y vio unas pomposas pantuflas blancas impactar repetidas veces en la madera del piso. ─ ¿Luhan, qué demonios haces ahí? Molestarás al señor Oh, ven aquí.─ Exigió la menor. Luhan reaccionó y sitió vergüenza. Cuando Luhan estuvo cerca de su hermana, ésta lo jaló del brazo. ─No sé qué tramas Luhan, pero deja a ese sujeto en paz. No me niegues nada. Porque ayer yo misma lo confirmé todo.─ Admitió Jieqiong. Luhan palideció, ¿Sehun le habría dicho lo que había hecho?... Eso sería un acto muy impertinente por parte del mayor, dado que él también se vería afectado de alguna manera. ─ ¿qué te “afirmó” exactamente?...─. Preguntó dubitativo, pero con la mirada fija en su hermana. ─Pues me dijo que eres un “buen anfitrión”…No quiero inferir cosas, Luhan. Pero eso me da bastante qué imaginar…─. Finalizó la chica, al mismo tiempo posaba una mano en el hombro del mayor. ─Pero Lu, lo que te pediré es que no coquetees o pretendas llegar “más allá” con ese sujeto. Es mucho mayor que tú, y no te va a tomar enserio…hazme caso Lu…─. Luhan miró un poco desesperanzado a su hermana. Quería contarle cómo se sentía respecto a Sehun, pero a su hermana no le caía ni en gracia el abogado. Tampoco tenía argumentos favorecedores como para cambiar su criterio sobre Sehun. Éste habría sido tan antipático tanto con el mismo Luhan, como con su hermana. Sin embargo Luhan estaba dispuesto a  conocer a Sehun desde el fondo de su alma. Tenía la esperanza de que Sehun no fuese un témpano andante.


Luhan, resignado tanto con su hermana como con Oh, decidió ir y tirarse en su cama, aun le dolía un poco la cabeza y la garganta. Miró el calendario que se encontraba en su mesita de noche; al día siguiente tenía cita con su psiquiatra. Tenía que ir a la espantosa clínica para enfermos mentales…odiaba esa sensación, la odiaba tanto como el primer día que entró a ese lugar, la odiaba porque le recordaba el dolor de perder a su madre. Cerró sus ojos fuertemente y puso una almohada contra su cara. Gritó de frustración y rabia. Cuando se destapó la cara, se quedó mirando el cielo de su habitación. Le picaban los ojos, quería llorar otra vez. Pasó bruscamente el dorso de su mano por sus ojos y mejillas, quitando las lágrimas que avecinaban con furia.


Hoy tampoco le apetecía leer. En su cabeza solo pensaba cómo podría llegar hacia el pálido pelinegro, sentía que los días pasarían tan rápido, que no podría ni siquiera volver a dirigirle la palabra. Miró por las grandes ventanas, el cielo estaba cubierto de un rojo anaranjado intenso y rasos blancos de nubes esparcidas en espirales irregulares. Eran ahora las siete y seis de la tarde. Ya no le dolía tanto la garganta como en la mañana. Un cigarro no le haría mal, quería salir al antejardín un momento.


Cuando fumaba, su mente quedaba en blanco, sus pensamientos se disipaban como el humo. Abrió el cajón de la mesita de noche, sacó una cajetilla de cigarrillos rojos nueva y un lindo encendedor dorado automático.


Bajó las escaleras lentamente, escuchó la televisión y risas desde la sala de estar. Seguramente las chicas estarían compartiendo con su padre. Abrió la puerta principal sin hacer ruido, y se sentó en el desnivel de mármol rozando la punta de sus pantuflas con el césped, posó un cigarrillo en sus labios apretándolo suavemente, y levantó la tapa del encendedor en la punta de éste, caló profundo y cerró los ojos. El olor a tabaco inundaba sus fosas nasales…pero no era el olor del humo de su cigarrillo, sino que era olor de tabaco puro. Abrió los ojos despacio y contempló la figura de Sehun, quien vestía un largo abrigo negro, al igual que sus pantalones y zapatos, bajo el abrigo, una camisa blanca y una corbata gris,  estaba en la acera apoyado levemente sobre su automóvil. Un gran puro sobresalía de entre los labios. Revisaba el teléfono atentamente. Aspiró la boquilla del puro y botó abundante humo blanco-grisáceo. ─…ahora pensará que lo seguí…joder…─ Murmuró Luhan para sí mismo. Tomó otra calada de su cigarrillo y centró su vista en el cielo, ahora rojo y púrpura. ─Pareces un chiquillo malcriado de diecisiete fumando a escondidas de sus padres.─ Observó Sehun mientras se dirigía a paso lento en su dirección. Luhan miró de reojo su propia vestimenta. Y sí, efectivamente parecía adolescente. Se cogió de hombros quitándole importancia. ─Pues tú pareces una especie de mafioso de alguna película barata.─ puntualizó el menor. ─ ¿ya no soy señor Oh…nuevamente?...─. Preguntó Sehun con irónica inflexión, haciendo alusión al anterior “encuentro casual” a solas que habían tenido. ─Es curioso que cuando estás en un lugar a solas conmigo me trates como tu igual. ¿Qué pretendes?...─. Preguntó pacíficamente mientras llevaba el puro otra vez a sus labios. Caló hondo y esperó a que el menor respondiese. ─Pues, ¿tú qué crees, Oh Sehun?…─ Cuestionó el rubio mientras volvía el cigarrillo a sus labios con los ojos entreabiertos y contemplando el cielo arrebolado. ─Yo creo que tú estás buscando “algo”, en el lugar equivocado.─ dijo toscamente el abogado, usando esas molestas metáforas que, al parecer, acostumbraba a utilizar. Mientras seguía consumiendo su puro. Luhan rodó los ojos y rio con sarcasmo. ─… ¿y tú qué sabes de mí?...No sabes nada. Crees que puedes manipular y tener a cualquiera a tu merced, solo porque sabes cómo usar las palabras a tu favor. ─ Señaló el menor con el ceño fruncido y fulminando al de cabello negro, que lo miraba con excesivo sosiego y el puro en la boca. ─touché.─ Se limitó a decir el mayor, deshaciendo el enganche de sus miradas, apagó el puro y se dispuso a entrar. Luhan, que ya había pisoteado su colilla hace unos segundos, se apresuró hasta los pilares de mármol que estaba atravesando Sehun. Otra vez, como si fuese un hábito entre ellos, lo jaló del antebrazo hacia atrás. Sehun quien sintió el repentino jalón, miró por sobre su hombro. Luhan era bello, Sehun no lo iba a negar, nuevamente sintió una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal. Luhan, quien miraba fijamente sus labios, mordió por inercia los propios. Jaló del antebrazo del mayor con más fuerza, inconscientemente Sehun se dejó hacer, y quedó cara a cara con el más joven.


Hubo un silencio que pareció ser casi eterno, Sehun quien en un principio se había mostrado reticente a las acciones de Luhan, ahora estaba casi tan encandilado como éste por él. Descubrió que con el menor no podía controlar del todo sus impulsos, que Luhan le parecía cada vez más enigmático. Luhan sentía su pulso acelerado, sus mejillas ardían y sus manos transpiraban. Vio tensar los músculos del cuello y mandíbula de Sehun, su mirada ya no era aguda y severa, estaba suavizada, y sus ojos tenían un brillo sutil. Luhan ahora puso su mano derecha sobre el pecho de Sehun, que estaba cubierto por el largo y grueso montgomery negro. Sehun tragó saliva compulsivamente, estaba paralizado con las acciones del rubio, tenía la incertidumbre de qué haría Luhan esta vez. La mano delgada y pálida del menor subió suavemente hasta su cuello, pasó delicadamente los dedos por éste, Sehun contemplaba la expresión de Luhan, era como si el otro estuviese tocando algo inexplorable por primera vez, para todo ser humano común y corriente. Los ojos de Luhan destellaban como los de un gato ansioso por atrapar un ave. Presenció nuevamente como las pupilas del menor se expandían por el deseo. Luhan acercó su cara lentamente al cuello pálido y suave del mayor. Olía bien, masculino, a tabaco y a perfume costoso. Acarició la extensión con su nariz y cerró los ojos. Sehun estaba tenso, se estaba dejando hacer por el maldito niño. Cuando Luhan quiso pegar más su cuerpo al de Sehun, éste agarró al menor de los hombros y lo alejó abruptamente. Luhan siseó por el duro apretón y retrocedió inmediatamente. ─Si me disculpas…─ Dijo apenas audible el mayor, alejándose y desapareciendo tras la puerta de entrada. Luhan que sobaba sus malogrados hombros, se percató que ya estaba casi oscuro. ¿Cuánto tiempo habría estado explorando los atributos de Sehun?...y lo más raro de todo, había sido que el otro le había permitido apreciarlo, sin un reproche o amenaza posterior. Solo se marchó. De pronto sintió sus mejillas y labios tensarse; estaba sonriendo. Pero no con malicia, ni sarcasmo, tampoco con travesura. Era autentica dicha. Quizás no estaría tan lejos de lograr acercarse a Sehun. Y eso de alguna manera, le llenaba el pecho con una sensación cálida. Despertó de su ensueño, y corrió adentro. Sintió un escozor repentino; le habían propinado un palmetazo en la nuca. ─ ¿¡Por qué estabas afuera, tonto!?─. Exclamó Jieqiong con las cejas fruncidas y la mano en el aire aun. Luhan la miró con mansedumbre, ahora aparte de sobar sus hombros, estaba sobando su nuca. ─No es para tanto…─murmuró el rubio. Sintió que Jieqiong lo olisqueaba cada vez más cerca…Luhan retrocedió, sabía lo que venía. ─ estabas… ¿¡estabas fumando!?─. Los ojos de su hermana estaban abiertos de par en par, y su expresión de enojo aumentó con la respuesta del mayor. ─…solo fue uno. Nada más, lo prometo…─ dijo un poco intimidado. ─ ¡Eres un mocoso irresponsable!─. Bramó la chica, al mismo tiempo que tomaba una de sus pantuflas. Luhan dedujo el siguiente movimiento y solo corrió escaleras arriba. Iba riendo, no le gustaba hacer enfadar a su hermana, sin embargo, le causaba gracia cuando ésta recurría a los golpes, supuso que la situación se vería graciosa al presenciarlo externamente. Cuando llegó al segundo piso, se paró frente a su puerta, pero antes miró al fondo del pasillo; la luz de la habitación estaba encendida y la puerta estaba abierta, caminó con cautela, y escuchó al pelinegro hablar por teléfono, como siempre. ─Sí, fui a la oficina hoy, también me reuní con el presidente de la compañía…sí, necesitaba su respaldo…Claro. Como no. Hasta luego.─ Finalizó la llamada. Luhan entró en la habitación y camino con paso apresurado y ligero hasta la cama. Sehun quien revisaba el móvil aun de espaldas a éste, se percató del movimiento y giró medio cuerpo. ─ ¿Tienes algo que decirme?─. Preguntó el mayor. Se veía fastidiado, su cabello estaba un poco desordenado; había pasado sus manos por él. Se había sacado el abrigo, solo estaba con pantalones y la camisa con los primero dos botones desabrochados. Había guardado el móvil, y ahora cruzaba los brazos sobre su pecho. ─No exactamente. Como te habrás dado cuenta, no tengo otra cosa qué hacer en casa, y tú, “Señor Oh”, me pareces muy intrigante…Quiero conocer más sobre usted.─ Afirmó el rubio con una sonrisa burlona. Sehun bufó, y carcajeó con socarronería a la respuesta del menor. ─ ¿Te crees que voy a hablar de mi vida privada contigo? Un niño mimado, carente de afecto y sin escrúpulos…Haz el favor de retirarte, por favor.─ Dictó el frívolo hombre. Luhan sabía eso, lo sabía de sobra. Pero de cierta manera, cómo lo dijo ese hombre, había sonado déspota y cruel. Habría esperado ser ignorado o simplemente echado de la habitación. Pero no esperó recibir una crítica analítica del abogado calculador. Sus ojos centellaban, tenía rabia. Rabia porque todo lo que quería le era difícil conseguirlo incluso conservarlo. Rabia, porque esa persona insufrible que se encontraba frente a él, lo confundía. Era como estar en el limbo de posibilidades.


 Con la poca dignidad que conservaba frente a Sehun, se paró, avanzó hacia el hombre; su mirada lo escrutaba y atravesaba, éste lo quería lejos. No obstante, Luhan sonrió de medio lado, tomó el cuello de la blanca camisa. Todo pasó muy rápido, Sehun no pudo reaccionar a tiempo, y Luhan ya había hincado sus dientes en la curvatura de su cuello. ─ ¡Ah!─. Gruñó Sehun, había sido sorpresivamente doloroso. Cualquiera habría esperado una simple cachetada, pero no una mordida. Luhan era peculiar. ─ ¿¡qué carajos te pasa!?─. Dijo el pelinegro mientras ponía su palma sobre la piel que se tornaba rojiza e hinchada en el hueco de su cuello. ─Perro que ladra no muerde. Y como me ves, es como realmente soy. Lamento decepcionarte y concederte la razón, has atinado justo. Soy así…sin embargo, eres cruel e injusto. No me has dado tiempo de mostrarte unas pocas virtudes que poseo ocultas…─. Admitió Luhan, con la voz algo temblorosa, pero con una permanente sonrisa irónica en el rostro. Sehun estaba estupefacto. Este niño lo hacía arrepentirse de lo que decía. ¿Acaso se sentía conmovido por el menor?... se sentía culpable por provocar esas lágrimas que se formaban abultadas en la línea de agua de sus ojos. ─Pero dime. ¿Qué quieres de mí? Me conoces hace menos de dos días, y es como si me siguieras desde toda la vida. No puedo creer que todo esto es por la maldita oral…─. Dijo Sehun, casi exasperado moviendo su mano por su cabello. ─ ¡No!... ¡no lo digas así!…─. Vociferó Luhan. A pesar de su constante actitud descarada, esos hechos lo hacían sentir profundamente avergonzado, porque dichas acciones no eran parte de su comportamiento “sano”. Él estaba enfermo; no era un enfermo adicto al sexo, pero si tenía estados de manía intensos. Y “lastimosamente”, Sehun habría protagonizado uno de ellos. Sabía cómo lo veían los demás, sabía que era un “fácil”, según su catalogación popular, pero prefería eso mil veces, a ser apuntado como el bastardo mal de la cabeza. No quería sentir exclusión otra vez. Nunca más en su vida. Pese a todo esto, de alguna forma, este hombre magníficamente distante, se había metido en su cabeza más allá que un pasatiempo. Las nuevas sensaciones de calidez dentro de él, lo hacían querer experimentar más allá con el mayor. No quería que éste, fuese quien lo señalara con el dedo y lo rechazara como todos los demás lo habían hecho alguna vez. ─Entonces, ¿cómo me explicas toda esta rabieta tuya?...─. Sehun, al parecer había vuelto a sus cabales, y frotaba el puente de su nariz con los ojos cerrados, esperando que el rubio contestara. ─Solo quiero que seas más accesible conmigo…─. Dijo Luhan en tono de súplica. Sehun abrió los ojos, y quedó mirando fijamente la expresión lastimera del más joven. Suspiró, e hizo ademán con la mano, para que tomara asiento en la cama. Luhan obedeció instantáneamente. ─ ¿Por qué?─. Preguntó firme. Luhan no sabía qué responder exactamente, no admitiría todos esos disparates de la calidez interior, vulgarmente conocidas como “mariposas en el estómago”. Se sonrojó al pensar en ello. ─Yo…tú…es que…no lo sé…solo me atraes, y de cierta manera quiero que tú…─dejó la frase en el aire, no quería confesarle aquello al mayor. ─Tú quieres que yo…─. Sehun recalcó la frase, con las cejas alzadas, a punto de la impaciencia, para que el rubio siguiera hablando. ─Yo quiero que tú me…veas…quieras…─Confesó casi en un murmullo. Sehun quedó pasmado mirando los ojos brillantes e irritados de Luhan, nadie le había pedido eso jamás, es decir, nunca alguien lo había apreciado de esa manera tan…sentimental. Y ciertamente, sabía que el chico no mentía, en lo absoluto, él estaba  diciendo la verdad, su voz era débil y sus mejillas estaban con un rubor contrastante. Sin embargo, éste no dudó en mirar a sus ojos cuando confesó lo último. Sehun se paró casi de un salto. ─Es hora que vayas a tu habitación, es tarde y no sería buena idea que te vieran aquí a solas conmigo.─ Dijo el abogado, sin mirarlo a la cara. Estaba mirando algún punto perdido en la pared de enfrente. Luhan acató de inmediato la orden, estaba nervioso. Prefería escuchar eso, a la verdadera respuesta del mayor. No quería perder las esperanzas tan pronto. Con la mirada gacha se puso de pie, y caminó hasta la puerta de la habitación, echó un último vistazo a Sehun que estaba de espaldas a él masajeándose las sienes. Luhan suspiró y siguió rumbo a su habitación.


 


El encontrarse a solas en su habitación, le hacía pensar en todo lo que había acontecido ahí. Antes de que apareciera Sehun, no se lo pensaba mucho, pero ahora que estaba Sehun. Deseó que éste hubiese aparecido antes, y que no tuviera un pasado que omitir o del cual avergonzarse.


Luego de bañarse, y alistarse para dormir, tomó sus pastillas y se hundió entre sus numerosas almohadas y frondosos cobertores. Puso su alarma a las ocho en punto de la mañana. Tenía la cita con su psiquiatra a las diez. Miró su reloj, aun no era tan tarde. Eran las once y veintitrés. Decidió ir a ver si sus hermanas seguían en pie. Se levantó despacio, encajó sus pantuflas y salió de la habitación. Al pasar por afuera del baño común, se veía la luz a través de los bordes, hizo caso omiso a ello y caminó a la puerta de la pequeña Bo Lixue, no había nadie, y las luces estaban apagadas. Luego vio la luz que se filtraba por la puerta de Jieqiong. Luhan le pediría disculpas. Tocó tres veces. Jieqiong abrió con el cabello tomado en una cola de caballo y con una bata de polar púrpura. ─ah, tú…─. Fingió enfado la chica. Luhan sonrió y la abrazó. Jieqiong se resistió al principio, pero terminó por corresponder el fuerte abrazo. ─Te venía a pedir disculpas, y desear buenas noches…─. Dijo Luhan mientras tomaba la cara de su hermana con ambas manos y le besaba la frente. ─Disculpado. Y Buenas noches para ti también, descansa, Lu. ─ Dijo Jieqiong con una sonrisa fraternal y gentil. Luhan asintió y salió de la habitación cerrando cuidadosamente. Al pasar por fuera del cuarto de su padre, notó que la puerta de éste estaba abierta, miró para ver si estaría Bo Lixue junto a él. Pero solo estaba el señor Zhou durmiendo con lentes puestos y hojas esparcidas por toda la cama. Luhan sintió cargo de consciencia al pensar en dejarlo dormir así. Apiló los papeles ordenadamente en un montón y sacó sus lentes, los dobló y dejó en la mesa de noche. Para su impresión, Zhou Qiong tenía un sueño muy pesado, ni se había inmutado con la presencia del chico. Sin embargo, la nueva incógnita era, ¿dónde rayos estaba Bo Lixue?... Bajó al primer piso, estaba todo apagado. Subió nuevamente y volvió a revisar su respectiva habitación. No estaba. Veía que al final del pasillo, estaban los destellos de la habitación de huéspedes. No podría ser…Bo Lixue no era tan atrevida…aparte, Sehun…él no se mostraba muy dócil, por lo que no había que ser un genio para deducir que tampoco tendría tacto con los niños pequeños. No quería volver a la habitación del “demonio”, pero cabía una gran posibilidad de que su hermana estuviese ahí, de lo contrario ¿dónde? Respiró profundo y caminó agitado a la última puerta.

Notas finales:

Bueno...Les deseo Lindo día, tarde o noche! <3 bye bye.


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