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CARICIAS por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.


Hola, traigo un nuevo capítulo, como la desvergonzada que soy, la demora solo se debe a que andaba de oso perezoso, no tengo más excusa :3, bueno, espero que les guste, a pesar de que mi cabeza a andado algo nublada durante estos días.


Gracias por leer.


 

Palabra #3: Beso





Saga no podía decir que las sombras de su alma habían desaparecido, sin embargo, el peso que estas ejercían sobre su pecho si había disminuido. Mu llegó como una brisa de viento fresco dispersando la niebla de sus pesares. Desde aquel día donde se había mostrado tan vulnerable ante el ariano un vínculo de confianza inesperada nació entre ambos. Saga comenzó a frecuentar Aries con mucha más regularidad, siendo recibido por Mu con una mirada de intriga al comienzo, para después habituarse a la pragmática y hasta cierto punto silenciosa presencia de Saga en su templo. En más de una ocasión había interrogado al heleno de sus constantes visitas a su templo.


«Me produce tranquilidad estar aquí Mu, solo eso», fue la respuesta que recibió, un día de labios del heleno, cuando el estrepitoso calor tenía a todos los habitantes de las doce casas encerrados en sus propios templos. Kiki por otro lado decidió irse a Japón junto con Atena, por lo que la presencia de Saga llenaba en parte la soledad que había dejado su alumno en las paredes del templo de Aries.


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Batallar con los impulsos que lo llevaban a recorrer cada uno de los escalones que daban en dirección hacía Aries eran una constante tortura, los primeros sentimientos siempre eran de reticencia y un desprecio a sí mismo por sentirse débil y vulnerable, sin poder caminar en soledad llevando su dolor y pecados a cuestas. Al llegar a la mitad del camino, esa horda de sentimientos negativos se transformaba en una latente necesidad e hiperventilada respiración. Su mundo se volvía un caos en pocos segundos. Cerraba los ojos y daba pasos a ciegas hasta llegar al patio trasero de la primera casa y se internaba por las columnas fuertes y resistentes del templo de Aries, su corazón latiendo de manera frenética hasta que sus fosas nasales captaban el característico picor del polvo estelar y su oídos escuchaban como si de música se tratase, el eco del metal ejercido por el golpeteo del martillo de Mu. Todo aquel ambiente lo envolvía situándolo en una burbuja de tranquilidad y relajamiento, dando un paso a la vez para internarse un poco más en el templo, mientras su corazón volvía a su frecuencia habitual. La imagen de Mu, saliendo de su taller, limpiando sus manos con aquel paño que siempre usaba era la última pieza que su alma encajaba en su mente para lograr un estado de completa tranquilidad. En ocasiones se cuestionaba el papel de Mu en su vida y día a día, los detalles y las pequeñas cosas son lo que más solía invadir su mente, pensando constantemente en el suave cabello del ariano que brillaba con los tenues rayos del Sol que se colaban por las ventanas del templo, sus manos blancas y laboriosas que se movían con agilidad por cada tarea que realizaba. Y sus labios, aquellos rosados labios que solían enfocar su atención en el rostro del ariano, cuando hablaba con aquella calma estudiada tan característica de Mu, o cuando las sonrisas tímidas del lemuriano solían iluminar las sombras del alma cansada del geminiano.


Aquel día su rutina no había sido diferente, como se le había hecho costumbre a Saga, bajó cada escalón de los templos inferiores siendo sofocado por el calor del verano griego hasta llegar a Aries, Mu en aquella ocasión se presentó ante él con un coleta floja adornando lo alto de su cabeza y el rostro brillante bañado con diminutas partículas del polvo estelar. La imagen se le hizo exquisita y encantadora, viéndolo con su sonrisa tímida, los ojos titilando y embetunado con el brillo tenue del mineral metálico una idea tan absurda y a la vez cierta terminó de hacer clic en su mente, su corazón frenético, la ansiedad vivida que en un comienzo habían sido por los miedos y las culpas se fueron transformando en un sentimiento mucho más luminoso y cálido que fue enmascarado por su propio pesar de darse cuenta de que su necesidad de la presencia del lemuriano en su vida iba mucho allá de la simple amistad, las constantes visitas que ya llevaban el tiempo record de un par meses habían cobrado su precio y su corazón respondió de buena gana, sin darle opción a elegir, se había enamorado de Mu. Se aproximó al ariano, hipnotizado por esos ojos brillantes que lo veían expectante, posó su mano de manera gentil sobre la mejilla de este y sin darle oportunidad al ariano de rebatir lo besó con ansiedad, anhelo y un amor enmascarado con la tristeza. No sabía cómo afrontar un amor que se le había negado por muchos años, su mente y alma solo conocían de deber y dolor, y el estar a merced de Afrodita y con un corazón dañado como el suyo, no era tarea fácil, No podía ofrecerle mucho a Mu, solo el amor que poseía en ese momento.


 





 


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