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¿Esto es estar enamorado? por Tseje

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Notas del fanfic:

 

Bungou Stray Dogs, no me pertenece. Es propiedad del autor. Esta historia, sin embargo, es totalmente mia. 

Sus pulmones buscaban con anhelo un poco de oxígeno, aunque una vocecilla en lo profundo de su mente aseguraba que no sería una mala manera de morir.

La escasa iluminación no le permitía verle el rostro a su atacante, pero sentía su sonrisa y los pequeños espasmos que la risa le ocasiona.

Rechino los dientes, molesto.

Lo estaba retando.

Mordió sus labios en un intento por callar, no le daría el gusto a aquel mafioso sádico de verlo vulnerable: ¡Eso jamás!

Una nuevo dolor le recorrió el cuerpo de los pies a la punta de sus cabellos. Y, esta vez, no fue capaz de reprimir un grito que desgarró su garganta.

-Mal...dito- susurró una vez que el dolor le dejó abrir la boca sin soltar un gemido.

Sintió aquella sonrisa contra su hombro, sintió el ligero aire que expiró con ella y sus manos no pudieron más que agarrar aquella tela que cubría el piso y aferrarse a ella como un náufrago a una tabla de madera.

xXx

En la agencia todo transcurría con normalidad…

Con toda la normalidad que aquel lugar podría tener.

El ruido igual al de cualquier otro día pero para Nakajima Atsushi, el novato,  en la sala solo se oía el incesante golpeteo que los dedos causaban sobre su propio ordenador.

Ignorando todo a su alrededor, se había puesto el firme propósito de mantenerse concentrado; mientras trataba de no quedarse dormido sobre el escritorio.  

-¡Atsushi-kuuuun!!- Gritó en su oído Dazai, su autonombrado “mentor”, alargando tanto la última sílaba que podría jurar que sus pulmones protestaron.

-¿Qué ocurre, Dazai-san?- respondió, bastante sorprendido, pero agradeciendo (internamente) la repentina interrupción al remolino de sus pensamientos.

-Llevo 20 minutos llamándote… - Se quejó, exagerando como siempre.

-Espero que hayas terminado el informe que te pedi ayer, mocoso- habló el rubio idealista, Kunikida Doppo, que venía siendo algo así como su superior.

-Estoy trabajando en ello, Kunikida-san- respondió cansado regresando la vista hacia el ordenador

-Pero si no llevas ni la mitad, Atsushi-kun- reveló el pelinegro mayor, burlón como de costumbre.

- E-eso no es cierto- trato de defenderse el peliblanco, aunque era muy obvio que solo había logrado escribir un mísero párrafo en toda la mañana.

-Si no te conociera, Atsushi-kun, diría que estas enamorado-volvió a atacar  Dazai, divertido como siempre de las reacciones exageradas del menor.

-¿-Po-porque… dice eso?- respondió, desviando la mirada aparentando estar concentrado en su trabajo- Solo estoy cansado-

-mmm- Osamu Dazai no era una persona reconocida por su discreción ni por dejar a la gente en paz cuando algo pica su curiosidad. Sin embargo, analizándolo como el gran detective que él es, Atsushi no podría tener una relación con nadie.

No estaba diciendo que no despertaria el interes de nadie, el chico era simple pero nadie podía negar su atractivo pero, de un tiempo a la fecha,  Atsushi no hacía otra cosa que trabajar. Y no como si fuera un obsesivo con ello, simplemente era un joven que buscaba ayudar y progresar.

A su manera.

Por si mismo.

Osea que, a menos que estuviera saliendo con algún miembro de la Agencia (lo cual, por sus investigaciones, no era el caso), Atsushi-kun estaba tan soltero como el resto.

Pero, eso no quitaba el hecho de que podía  estar enamorado de alguna mujer.

Tal vez ¿un amor a primera vista?  O ¿Un amor no correspondido?. Sea como fuere, el gran Dazai Osamu no podía dejar a su nuevo y lindo subordinado a la deriva en el mar de las relaciones. Él tenía que ayudarlo, aunque el muchacho en cuestión no quisiera ayuda.

Y el primer paso para hacerlo era sacarle el nombre de aquella persona.

-¿Estas enamorado, Atsushi-kun?-

-No- fue la simple y corta respuesta del joven tigre después de un inusual silencio, pues ni el zumbido de una mosca fue escuchado. La respuesta, sin embargo, fue dada con tanta seguridad que ni Kunikida (que había estado escuchando la conversación) pudo ponerla en duda.

Dazai suspiro derrotado, mientras Atsushi volvia su atención al ordenador.

¿Se habría equivocado?




XxX

-Hasta mañana- se despidió Atsushi desde la puerta. Aquel día el Jefe le había sugerido  o más bien le había ordenado salir temprano y descansar; después de verlo casi desmayarse en la reunión.

Nadie protesto pues sabían que el pobre chico había pasado semanas durmiendo solo 2 horas (si bien le iba) pues estaban trabajando en un nuevo caso en cooperación con la Port Mafia. Atsushi era el único que podía sobrevivir una misión de aquel tipo.

Todos los que quedaban en la oficina le desearon un buen viaje  a casa.

-Yo pensaba que Atsushi-kun estaba enamorado- se quejó  Dazai, tirado en su escritorio, cuando la puerta se hubo cerrado detrás del chico.

-¿Cómo  podría  pensar en eso con todos los problemas que ha tenido?- preguntó  a su vez Kunikida detrás de Dazai- El pobre ha pasado días en misiones peligrosas, peleando por su vida. El único que podría pensar en algo así con todo eso eres tu!-

-Kunikida-kun… gritar tanto hará que te salgan arrugas-

-Es extraño- habló entonces la doctora Yosano interponiéndose antes de que el rubio pudiera replicar- Esta mañana, Atsushi-kun traía una marca en el cuello-

-¿Una marca?-  Atrayendo la atención  de ambos adultos.

-Si, pero el dijo que era un piquete de algún bicho- contó la mujer.

¿Podría  ser?

-¿Lo revisaste, Yosano?- preguntó el pelinegro, sin ocultar su emoción.

-No vi razones para no creerle a Atsushi, después de todo si ese chico está preocupado por alguien… es por sí mismo- respondió- Además se ve tan virgen como ustedes- terminó alejándose y soltando una sonora carcajada.

-¿Qué le pasa? - cuestiono Kunikida frustrado,  rojo como un tomate.

-Cierto… a leguas se ve que el unico virgen aqui eres tu-

-Dazai!!!-

 

Mientras aquella discusión se llevaba a cabo en uno de los pisos del edificio, a Atsushi lo recibia un agradable aire de libertad.

Por fin, después de locas semanas tenía un momento de paz.

Comenzó su andar por la calle , hasta llegar a una de las avenidas principales cerca del sector comercial de la ciudad. Aquella calle estaba mucho más transitada y, de vez en cuando, se topaba la imagen de una pareja paseando felizmente.

¿Estas enamorado?

Aquella pregunta seguía flotando en sus pensamientos, ocupando gran parte de ellos, sobretodo ahora que no requería su concentración para nada más.

La respuesta que le había dado a sus compañeros fue real… porque ni siquiera él  mismo sabía si lo que sentía era eso.

¿Cómo  saber que te has enamorado cuando nunca antes lo haz experimentado?

Deteniéndose frente a un grupo de tiendas bastante concurridas, adornadas hasta sus últimos rincones com corazoncitos y confeti rosa, mientras un sujeto disfrazado de oso obsequiaba globos a los niños y a las chicas que se acercaban.

“Para los amantes” rezaba el enorme cartel de bienvenida.

Amantes…

Recordó que había visto esa palabra hace mucho, cuando era pequeño y entraba a hurtadillas a la biblioteca del orfanato, y tuvo que buscarla en el diccionario pues no entendía su significado.

“Los que se aman” susurró  a la nada, al viento… a quien no podía escucharlo y a quien no le interesaba. El oso gigante le dio uno de sus globos y él le agradeció con una sonrisa.

 

XXX

El aire frío de invierno que aún se podía sentir en los alrededores de Yokohama, se colaba por entre la tela de su abrigo. Había salido rápido de la base, ya no soportaba las insinuaciones de Higuchi ni al molesto científico de pacotilla que querían obligarlo a probar una de sus extrañas creaciones-

-“Una mierda”-  lanzó al aire, que sopló más fuerte en ese momento, como si quisiera alejar aquellas palabras de su boca. Siguió su camino, aunque no estaba muy seguro a donde se estaba dirigiendo. “Mientras más lejos mejor”

Para cuando se dio cuenta ya estaba en el vistoso y rosado centro comercial. ¿Por qué de todos los lugares disponibles había ido a aquel?

Chasqueo la lengua molesto ,pero continuando su caminata por el lugar.

Aquella mañana había sido, por mucho, la más horrible de su vida. Todo comenzó cuando Chuuya comenzó a hablar de sus estupidas y mas recientes conquistas. Y él. aburrido, había dicho que “Enamorarse le parecía la cosa mas ridicula del mundo”.

En lugar de que la gente desperdiciara su vida en boberias debería dedicarse a cosas mejores. como solía decirle a Chuuya…

Y entonces, el pelirrojo contraataco con el hecho de que el perro de la mafia no se había enamorado… +

Pero, ¿Eso era verdad?.

Tomando en cuenta los sucesos acontecidos en las últimas semanas, ya no podía seguir tan seguro.

¿Aquello  era estar enamorado?

¿Que era lo que estaban haciendo si no?

-Tonterias- lanzó de nuevo, sin dirigirse a nadie en particular. Siguió caminando, y se detuvo a admirar una tienda que no parecía tener un tema ni finalidad en específico. Era una mezcla entre una tienda de antigüedades, de peluches y de ropa…

Decidió entrar, tal vez podría encontrar un regalo para Gin. Hacia mucho tiempo que no le regalaba algo a su pequeña hermana.

El lugar por dentro era tan lúgubre como lo parecía por fuera, no era de extrañar que no tuviera muchos clientes. De hecho parecía ser el único. Paseo la mirada por todos lados y descubrió la sección donde se aglomeraban, sin orden aparente, muñecos de felpa. De todos los  tamaños y formas posibles.

Mientras trataba de encontrar algo para ella, sus ojos se toparon con un pequeño tigre de tela blanca y ojos amarillos. Era pequeño y parecía que no le habían puesto el relleno suficiente pues sus patas colgaban y se tambaleaba formando extraños ángulos. .

Sonrió, de cierta forma le recordaba a alguien.

Alargó la mano para tomarlo pero chocó contra la mano de alguien más

-Disculpe- murmuró la otra persona. Abrio los ojos al reconocerlo, de todas las personas y de todos los sitios ¿Por qué  se lo tenía que encontrar a él?

-Jinko/Akutagawa- exclamaron ambos con sorpresa.

-¿Qué  haces aquí? - preguntó Atsushi, sin moderar su tono de voz, casi gritando, sumamente nervioso.  Un siseo cerca del mostrador le hizo ponerse rojo y bajar la cabeza avergonzado.

-Eso mismo podría preguntar yo, Jinko- respondió controlando mucho mejor su tono de voz. Frunciendo el ceño

-Vine de compras-

-Pues ya somos dos-

El silencio se instauró entre ambos. Atsushi no levantaba la mirada pero Akutagawa no despegaba sus ojos del chico.

-Ibas a tomar ese muñeco- susurró por fin el de cabello plateado

-Tú también- apuntó

-Solo… queria verlo mas de cerca-

Sin decir palabra, el pelinegro alargó la mano, bajo el pobre muñequito y se lo lanzó.

-Velo entonces-  Miro como la cara del peliblanco pasaba de la sorpresa a sonrojarse levemente cuando torpemente, lo atrapó en el aire. Inclinándose un poco en el acto, quedó a pocos pasos del otro.

Una sonrisa ladina hizo aparición en su rostro.Rápidamente lo tomó del antebrazo, que había quedado más cerca al atrapar al muñeco,  y lo jalo con fuerza.

Atsushi cerró  los ojos preparándose para el impacto, pero golpearlo no era el plan de Akutagawa.

Sus labios chocaron suavemente. El peliplateado abrió los ojos sorprendido, poniendo fuerza, tratando de alejarse. Akutagawa, por otra parte, usó su otra mano para asir la delgada cintura y disminuir la distancia entre sus cuerpos. Atsushi cerró los ojos fuertemente y así los mantuvo relajando, un poco, su postura dejando caer sus brazos a sus costados. Lo que el pelinegro interpretó, acertadamente, como un invitación.

Profundizó el beso, meneando la cabeza, lamiendo su labio superior y entrando en la cavidad ajena cuando el permiso le fue concedido. Ambas lenguas chocaron y comenzaron un jugueteo sensual.

Un Atsushi, con la mente ya un poco nublada y completamente relajado,  pasó los brazos alrededor del cuello de Akutagawa volviendo aún más inexistente el espacio entre ellos.

Se separaron cuando el aire les fue demasiado necesario.

Fue un solo beso, pero los labios de Nakajima estaban rojos y un poco hinchados, un pequeño hilillo de saliva caía por su comisura y un sonrojo cubría adorablemente sus mejillas.

-¿Qué estás pensando?- dijo cuando pudo recuperar el aliento. Atsushi, al darse cuenta de su posición,  bajo sus brazos pero Akutagawa no relajó su agarre, lo afianzó  aún  más. Dejando el espacio entre ellos casi inexistente.

-¿No estás más delgado?- comentó como si nada.

-¿Qué si alguien nos ve?- volvió a preguntar el más joven rehuyendo su mirada y dirigiendola hacia el mostrador.- Era una tontería, la dueña de la tienda había caminado hacia la trastienda y estaban lo suficientemente alejados de la ventana, ocultos entre las sombras. Incluso si alguien entraba, la campanilla les avisaria.- Y estoy igual que siempre-

-Nadie nos ha visto- lo tranquilizo, acercándose un poco más a sus labios -¿Vas a decir que tu no quieres?-

La nueva réplica murió en sus labios cuando un nuevo beso dio inicio, con mucho menos pudor que el anterior.

Un beso y otro… besos largos y apasionados se intercalaban entre pequeños roces de labios.

Se separaron al fin, un paso. Pero Akutagawa mantenía su mano en la cintura de Atsushi, impidiéndole alejarse mucho. El silencio de nuevo se hizo presente pero, esta ocasión, ninguno desvió la mirada.

Negro contra dorado, sus iris se enfrentaban a distancia.

Entonces, una suave risa floto en el aire.

-Pensé que no te vería hasta la próxima semana- comentó normal, pero la mirada en sus ojos y el ceño fruncido eran un claro indicador de que venía con reproche.

-Me dejaron salir temprano hoy- respondió Atsushi, alejando aquella mano de su cintura, pero sujetándola con una de las suyas.

Simplemente la sostuvo con delicadeza.

Akutagawa dirigió su vista hacia sus manos. ¿Como ese pequeño contacto podía disparar tantas sensaciones en su cuerpo?

Se aventuró, Durante todos sus encuentros en las últimas semanas el contacto entre sus manos había sido casi inexistente asi que queria probar.

¿Qué otras sensaciones podría despertar?

Entrelazo sus dedos,y sus palmas hicieron contacto.  

Fue como si alguien le hubiera electrocutado ahí, donde su piel hacía contacto con la otra.

Supo que Atsushi había experimentado algo parecido, ya que sus orejas se cubrieron de rojo; clara señal de que estaba avergonzado.

-¿Saliste temprano?- preguntó tratando de regresar a la conversación mientras, disimuladamente, acortaba la distancia.

-Si.. Creo que el Jefe me vio muy cansado- respondió.

Ahora que lo mencionaba, podía darse cuenta que sus ojeras se había vuelto más visibles que la última vez. Entonces no estaba exagerando cuando le dijo que estaba más delgado.

-Te has excedido otra vez- no era una pregunta. Ante lo cual, a Atsushi no le quedó más que callar y aceptar la realidad.

Ryunosuke soltó un suspiro de frustración.

-Se supone que esta semana es para que descanses- puntualizó

Y es que después de unas frenéticas semanas sin dormir y de tener que estar soportandose casi las 24 horas del día, a ambos les habían relevado de su misión.

Porque: “ Eso era explotación”, según Dazai. Así que ambas organizaciones habían acordado darles un descanso, que Atsushi no estaba cumpliendo del todo. Pero, ¿podían culparlo? Escribir los informes desde su apartamento era… aburrido.

-¿Qué estabas haciendo aquí de todas formas?-  contraataco después el peliplateado

-Buscaba algo para Gin- respondió recordando el motivo por el cual había entrado en primer lugar.

Atsushi sabía que Gin era la hermana menor de Akutagawa, que trabajaba también para la Port Mafia y la única persona por la cual Akutagawa podría demostrar sentimientos. Si buscamos en la escala de prioridades de Ryunosuke, Gin estaría siempre en el primer lugar. Claro que esto,no lo admitiría ni bajo tortura.

Atsushi, se ofreció entonces para ayudarle a encontrar un regalo digno de la joven “Nadeshiko

xXx

 

-Gracias por su compra- sonrió la anciana al verlos salir por la puerta. Atsushi le devolvió la sonrisa, avergonzado mientras cargaba su propia bolsa de compras. Akutagawa llevaba una bolsita de papel café, sin adorno, que dentro contenía un pequeño accesorio para celular para Gin y un triste tigre blanco.

Caminaba liderando el camino mientras unos pasos más atrás Atsushi caminaba como ratón asustado bajo una capa gris que también había comprado. La capucha cubría su cabello y dejaba gran parte de su rostro a resguardo de las sombras.

“¿a dónde vamos?” había querido preguntar pero la mirada dura del pelinegro congeló sus palabras e hizo que se las tragara.  Negarse no era una opción tampoco.

-Eres muy lento-  De improviso una mano surgió de la nada y tomo su antebrazo, obligándolo a caminar a su altura. Lo cual era un poco injusto. Las piernas de Ryunosuke eran un poco más largas y cada paso suyo le sacaba una buena ventaja.

Llegaron a la estación de trenes, en donde con tanto ruido de fondo le fue imposible saber qué tipo de boletos estaban comprando.

¿A dónde podrían ir que necesitará el tren?

Sin darse cuenta, fue arrastrado hasta un vagón y metido en un compartimento de esos que solo ves en películas y que está reservado solo para la clase alta.

Akutagawa, ajeno a todo lo que pasaba por la cabeza de Atsushi, entregó sus pasajes al revisor al que miro con cara de pocos amigos cuando le pidió si su acompañante podría “quitarse la capucha”

Atsushi se dedicó a recorrer con la mirada el pequeño pero magnífico lugar. Los sillones, dispuestos uno frente a otro, forrados de una suave y fina tela roja eran perfectos para mantener a otras 4 personas con mucha comodidad.  La lámpara sobre su cabeza simulaba una especie de telaraña, le recordaba a esas imágenes de castillos y palacios en los que, de pequeño, había deseado vivir.

Akutagawa, luego de despachar al revisor y cerrar la puerta, colocó sus compras en el compartimiento del equipaje y se sentó.

-Ya puedes quitarte eso- Atsushi, al escuchar aquello no tardó en desprenderse de la capa y arrojarla sobre el asiento.

-Moria de calor- a pesar de que la mayoría de la gente usara abrigo, guantes y gorra para protegerse del frío invernal que azotaba la ciudad portuaria, él solo necesitaba un simple suéter. Akutagawa no hizo comentario alguno al verlo desprenderse también de su bufanda y de la delgada chaqueta que le cubría.

El tren comenzó  su marcha y fue allí que Atsushi recordó  dos cosas. La primera, no tenía ni idea de adonde lo estaba llevando. Por lo que sabía, y había experimentado, bien podría estarlo conduciendo a su última morada. Segundo, estaban solos en aquel compartimento. La simple idea de lo que habia pasado las ultimas veces que se quedaron solos, o lo de más reciente en el tienda, le hicieron sonrojarse. Y le provocó una sonrisa a Akutagawa.

-No pienso hacerte nada…- habló,  con la mirada aparentemente fija en el paisaje del exterior.

Atsushi lo imitó, tratando en vano de concentrarse en los árboles y el aguanieve que había empezado a caer.

-Perdona…- susurró  entonces Akutagawa atrayendo la atención  del peliplateado, que lo miro sin entender- Por hacerte  usar esa cosa- señaló la capa que descansaba en el asiento.- pero vas a tener que usarla un poco más cuando bajemos -

-¿A dónde vamos?- se atrevió a preguntar.

-¿Quieres saber?-

-Esto es un secuestro-

-No me niego a decirlo- contraataco, mirándole con una sonrisa que no presagiaba nada bueno.- Todo depende de qué tan persuasivo  puedas ser, Jinko-

-Hmm- subió los pies al asiento y abrazó sus rodillas, con un puchero en el rostro. ¿Qué estaba planeando Akutagawa?

El pelinegro no quitaba su mirada del pequeño tigre, ocultando tras su mano una sonrisa divertida ante las expresiones que iban apoderándose de tanto en tanto de su rostro. Para él no era ningún problema imaginar todas las cosas que pasaban por aquella blanca cabeza, había aprendido bastante a adivinar sus pensamientos durante el tiempo que habían pasado juntos.

Pero, lo que pasó después no pudo haberlo adivinado ni vaticinado.

Atsushi se levantó y, sin previo aviso ni invitación, invadió su espacio personal. Sintió que algo húmedo tocaba su cuello cuando lo besó, enviando nuevas y desconocidas sensaciones hasta su entrepierna.

Por otra parte, Atsushi ocultando la cara tras una máscara de indiferencia no podía estar más avergonzado. Se había atrevido a besar el cuello de Akutagawa Ryunosuke y a dejar una suave marca. Se separó, tratando de sonreír con superioridad.

-¿Vas a decirme a dónde me llevas?-

Pero la respuesta no llego. En su lugar, sus labios fueron devorados nuevamente.

Un beso salvaje que lo asfixiaba.

Sin saber muy bien cómo, terminó sentado en las piernas de Akutagawa, mientras sus manos le recorrían el cuerpo, desde la espalda, bajando suavemente por sus piernas.

-Mgh- un gemido se escapo entre el beso, cuando las manos de Akutagawa, hábilmente comenzaron a levantar su camisa. Usando la pequeña zona racional de su cerebro que no se había apagado, se separó. Respirando entrecortadamente y sintiendo como el calor seguía creciendo en su interior. Trató de levantarse pero, el agarre del pelinegro se hizo más fuerte al notar sus intenciones.  

-¿Estás tratando de escapar, Jinko?-

-Quiero regresar  a mi asiento- respondió

-Oh, no- respondió Akutagawa- tu iniciaste este juego, vamos a terminarlo-

-Suéltame- exigió con molestia. “Yo solo queria saber a dónde vamos!!” pensó desesperado.

-¿Estás seguro de eso? Por que pareces estar bastante comodo aqui- Akutagawa se estaba divirtiendo y no tenia problema alguno en mostrarlo.

Se acercó de nuevo al cuello de Atsushi, besándolo debajo del lóbulo de la oreja recorriendo cada centímetro, deteniéndose justo debajo de su barbilla. Chupandola y consiguiendo que dejara escapar un suave gemido en el proceso.

La temperatura en el compartimento estaba aumentando, empañando de a poco los cristales, y cubriendo sus cuerpos de una fina capa de sudor.

Se besaron toda la piel que estuviera disponible; sin quitarse la ropa se marcaron el alma.

 

xXx

-Una suave capa de nieve y hojas cubría las rocas, perdiéndose entre los vapores que liberaba el agua caliente.

Atsushi observaba el espectáculo con sus bicolores ojos mientras dejaba sus pies sumergirse en el agua. Liberándose de parte de su cansancio. Miró distraído las ropas que portaba, era la primera vez que usaba una Yukata y lo agradecia, aunque fuera cortesía de la posada.

Soltó un suspiro, mirando al cielo y luego desviando su  mirada hacia la puerta. Akutagawa había salido hacía unos minutos, después de recibir una llamada a su celular.

Un nuevo suspiro abandonó sus labios, con su propio celular apagado en sus manos.

Justo después de entrar en el hotel, él mismo había recibido una llamada de Dazai-san preguntando frenéticamente donde estaba. Safandose respondiendo que había decidido pasar unos días en el pueblo cercano a su orfanato, que necesitaba pensar.

Justo antes de poder escuchar sus réplicas, había colgado y apagado el aparato.

¿Qué estaba haciendo?

¿Por qué lo estaba haciendo?

-¿En qué estás pensando?- susurró Akutagawa en su oído, abrazandolo y sorprendiendolo. Casi haciendo que tire el celular al agua.

-En nada- respondió desviando la mirada.

-Eres un pésimo mentiroso, ¿lo sabías?- se burló. O trato, ya que su ceño seguía fruncido y sus ojos no se despegaban del mentado aparatito. Desde que el hombre tigre había recibido esa llamada, algo había cambiado.

Ah! Cómo ansiaba regresar al ambiente que tenían en el tren.

Así que, aprovechando la  posición, dirigió sus labios al blanco cuello que se exponía ante el. Regocijándose cuando obtuvo la respuesta deseada: Atsushi se estremeció entre sus brazos. Siguió pasando su lengua por la piel a su alcance mientras sus brazos apresaban a su víctima  y le impedían escapar.

-Hoy…- comenzó Atsushi tratando de contener los suspiros que luchaban por escapar de su garganta.

-¿Hoy que?- pregunto en un susurro, volteandole la cara y dejando sus rostros a escasos centímetros de distancia. Pero la respuesta nunca llegó. Murió en los labios de Atsushi, al besarlo.

 

La luz de la luna se filtraba por  la ventana, pasaba a través del delgado papel que cubría las paredes. La yukata que portaba,poco a poco y lentamente era removida de su cuerpo, mientras aquellos finos y largos dedos recorrían la piel de su espalda, de su pecho.

Gemidos suaves escapaban de sus labios o morían en ellos al ser besados. Cada beso, cada caricia, cada mirada le robaba el aliento y lo llenaba de un sentimiento que nunca pensó en experimentar: Deseo.

El placer se extendía desde cada parte de su piel que era tocada, rozada o besada, como fuego que se mezclaba y circulaba por sus venas. Le quemaba.

Pronto el sudor perló su piel.

-Mhg- soltó cuando aquellas manos apretaron su trasero y comenzaron a recorrer sin prejuicios ni miramientos sus piernas.- No..- comenzó entre suspiros- No es… justo-

-¿Qué?-

-Soy… el unico… siendo desvestido aquí- terminó soltando el aire que le quedaba y haciendo un puchero.

Su piel se erizo cuando en el rostro contrario apareció una sonrisa de superioridad. Sin decir palabra, Akutagawa se despojó de su propia Yukata. Las palabras murieron en la garganta de Atsushi ante la imagen,

Aprovechándose del mudismo,  Ryunosuke retomó el ataque a su cuello, mientras su mano, con una habilidad que él mismo desconocía, despojaba al menor del resto de sus prendas.

Deteniéndose un momento. Ellos siempre paraban en ese momento, nunca habían llegado más lejos que el despojarse de su ropa. Así que, el pelinegro se separó, dispuesto a respetar su autoimpuesto límite.

Pero fue súbitamente sorprendido por las manos de Atsushi, las cuales no le permitieron alejarse. Le miro el rostro.

-Está bien…- susurró temblando, pero con su mirada decidida- Solo por hoy… - No necesito decir más para que Akutagawa entendiera el significado de aquellas palabras.

Bajo la luz de la luna, ambos llegaron hasta el final.

 

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El sol le despertó, golpeandole de lleno en la cara.

Estaba adolorido, pero extrañamente relajado.  

Desvió la mirada a su lado, donde cierto pelinegro mafioso dormía plácida y profundamente.

Se agachó y deposito un suave beso en aquella frente que siempre estaba marcada por las arrugas, por las marcas del desagrado y que ahora estaba completamente relajada.

-Feliz Cumpleaños, Akutagawa  Ryunosuke-



¿Esto era estar enamorado?

 

Notas finales:

Ame a esta pareja desde la primera vez que se encontraron. Aunque mi Ship original era con el Atsushi x Dazai, estos dos se volvieron mi OTP

Y tenia que sacarme esta idea de la cabeza antes de regresar con el resto de mis historias. 

Gracias a todos los que llegaron hasta aquí y muchas más a quienes dejen rw.

Pregunta:

¿Les gustaria una segunda parte? 

~Tseje~


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