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Problemas de clase por 1827kratSN

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Tsuna había estado siendo usado para probar diferentes fármacos desde el suceso con los químicos que lo dejaron postrado por cuatro días, sin embargo, no se negaba a ninguna orden por parte de Lancia. No podía.

Kyoya se limitaba a observar el cómo los ancianos inyectaban cosas en el brazo de aquel clase A que le designaron, aunque también tenía la tarea de administrar las otras dosis dispuestas para un determinado número de horas. El azabache cumplía con las labores designadas sin preguntar casi nada, sólo cosas básicas. Tsuna no se quejaba pues la única condición que tenía para dejarse tratar como un conejillo de indias, era que su hijo no le fuera arrebatado y que tuviera todas las cosas necesarias para una vida grata. Pero las cosas no eran tan fáciles como poner una inyección, dar un reporte y seguir con la siguiente dosis para Tsuna mientras el pequeño bebé dormía en la jaula… era complicado, mucho

 

 

—Tsunayoshi – Hibari lo llamaba con la voz cansada, fastidiada. Parado en la puerta de la jaula, miraba el cuerpo tendido en medio del pequeño sector dispuesto para su mascota – ¿ya estás muerto?

—Pú… drase – jadeaba, soltando todo el aire contenido en sus pulmones, respirando con dificultad y sintiendo espasmos en su abdomen

—¿Tanto te afecta esa cosa? – decía mirando el frasquito que en esa ocasión debía darle de beber al castaño. La respuesta le llegaba en un gemido adolorido por parte del enemigo que se daba vuelta, agarrándose el pecho y encogiéndose hasta quedarse en posición fetal – ¡Oye! – pero Tsuna no dejaba de soltar gemidos adoloridos, no respondía a sus preguntas. El clase A se quedaba recostado, casi sin moverse, con la respiración tan pausada que Kyoya debía agudizar su oído para asegurarse de que siguiera vivo

—So… ra – susurraba Tsuna cuando su pequeño hijo empezaba a sollozar quedito. Había llegado la hora de alimentarlo e intentaba levantarse para cumplir con su deber – ya voy – susurraba mientras apoyaba sus manos en el frío suelo, sintiendo el temblor en todo su cuerpo, pero negándose a dejar que su debilidad ganara

—Estás muriéndote, ¿y aun así atenderás a tu mocoso? – gruñía y se quedaba viendo como el otro trataba de levantarse, pero caía de inmediato – pídeme ayuda entonces

—Nunca – soltaba con desgano mientras volvía a intentar levantarse, pero no podía, su cuerpo no le respondía – No – susurraba mientras escuchaba como el llanto de su niño se elevaba de a poco. Mas, algo peor estaba pasando. Sintió pánico al escuchar las llaves resonar y la reja abrirse – ¡No! — jadeó

—No soporto los gritos o el llanto – Hibari ingresó sin ponerle atención al castaño, pasando de largo y acercándose al nido fabricado por cobijas y mantas

—¡Aléjese! – con rabia, Tsuna intentaba que su cuerpo reaccionara. La desesperación le llegaba puesto que su hijo no debía ser tocado por nadie que no fuera él – déjelo

—Sólo le daré su biberón – Kyoya estaba harto de los chillidos agudos provocados por esa peste, ahora que no tenía a esa estúpida clase A para ayudar era mucho peor. Sacó aquella cosa del bolsillo de su chaqueta para detener su dolor de cabeza – así que agradece mi gesto humanitario

—Bastardo – susurró e intentó atrapar la atención del carcelero sobre sí, pero el llanto de su niño lo aturdía, lo obligaba a levantarse a pesar del dolor en su cuerpo. Tsuna sólo trataba de ir por su bebé – ¡Aléjese!

—Nunca nos dejaste ver a esta ratita – mencionó el azabache mientras destapaba al bultito que se movía – me pregunto si se parece a ti – terminaba de apartar la horrible cobija amarillenta y al fin veía al niño abrir la boca para bostezar y posteriormente llorar – te quitaremos esto – dijo antes de deslizar el gorrito que cubría la cabeza de ese bebé

—No – Tsuna logró llegar hasta el azabache para jalarlo del pantalón – no… aléjese de mi hijo

—No le haré nada – se quejó mientras seguía con su labor, descubriendo aquella mata de cabellos. Sonrió sin poder evitarlo –. Negros como la noche – Hibari soltó una risita nasal mientras apretaba las mejillas del infante al que veía sin impedimentos por primera vez – que coincidencia, ¿no?

—Muérase – Tsuna lo agarraba de la pierna, tratando de hacerle daño con las garras que apenas pudo extender, pero solo recibió una patada que lo arrojó contra la pared cercana – agh… ¡no lo toque!… con esas… manos — incluso su voz pareció imitar a una súplica

—Así que buscaste una hembra con cabello negro – dijo tomando al bebé con sus manos y quitándole cualquier manta que lo cubriera – ¿acaso querías recordarme? ¿Tanto te gustó el sexo con tu carcelero? – sonreía en burla al levantar a ese niño al aire y verlo soltar lágrimas mientras se removía – tiene el tono de tu piel

—Maldito… ¡Bastardo! – se quejaba y volvía a intentar levantarse apoyándose en la pared, maldiciendo porque la sintomatología era horrenda para ese experimento

—Sus ojos – susurraba Kyoya mientras acunaba al infante en su brazo derecho y usaba su mano libre para empezar a forzar esos párpados. Quería abrirlos para verificar el color de ese iris – qué sorpresa – al admirar cierta particularidad en ese pequeño niño, rió con ganas – ¿tanto me extrañabas, Tsunayoshi?

 

 

Tsuna cayó nuevamente tras dar dos pasos presurosos en su intento de acercarse al carcelero, incluso así trató de insultarlo para que éste dejara a su hijo, mas, Kyoya lo ignoró y se quedó viendo de nuevo aquellos ojos de un azul brillante debido a las lágrimas acumuladas por la protesta. El pequeño era bastante singular pero poco importaba eso, Hibari tenía algo más divertido que hacer y era jugar con Tsuna.

Hibari amenazó con soltar al niño un par de veces, apretó esas mejillas con fuerza para hacerlo llorar con mayor fuerza y se burló de Tsuna quien desesperadamente estiraba sus manos tratando de alcanzar a su retoño. Sin embargo, como todo desde hace algún tiempo, se aburrió. Calló al pequeño con el biberón, metiéndoselo en la boca y dejando que éste succionara con gula para saciarse. El azabache miraba como el castaño se arrastraba hacia él y sonrió divertido. Se sintió mucho más satisfecho cuando las lágrimas de Tsuna empezaron a brotar, su ego se estaba recuperando con esa simple muestra de sumisión. Hibari escuchó una maldición, un reclamo y luego el silencio forzado pues al parecer la desesperación y el esfuerzo fueron demasiado para el estado actual en que se encontraba el enemigo. La inconciencia superó el instinto de Tsuna y se quedó tendido en el piso mientras lloraba entre sueños por la desesperación de no tener a su hijo entre sus brazos. Y ni siquiera eso doblegó al carcelero

Kyoya miró al niño en sus brazos, éste succionaba la leche con gula, con fuerza, con las manitas aferradas a la botella y sin dar muestras de querer soltarla. Sora ni siquiera se había fijado en la rendición de su castaño progenitor, Kyoya ni siquiera imaginaba que la razón de eso era que el niño lo reconocía como su nuevo protector desde que Tsuna lo declaró como el nuevo alfa. Nadie aparte de Tsuna podría explicárselo, pero eso no importaba. Entonces, cuando Kyoya acunó el silencio, lo que dijo sólo para dañar el alma al castaño, lo golpeó a él de frente y con fuerza. ¿Por qué ese castaño tomaría a una mujer con esas características? Las facciones de ese bebé eran las de Tsuna, el tono de piel, la figurita delicada también, entonces no había duda de que era el hijo del castaño, además, era obvio que los instintos de Tsuna se dirigían sólo a ese pequeño al que protegía con esmero. Por obvias razones la madre del mocoso debió tener ojos azules y cabello negro, pero, ¿por qué? Tal vez sólo era una coincidencia, pero ¿y si no?  

 

 

—Quiero respuestas a algunas cuestiones

—Necesito que cumpla con algunas cosas primero

—¿Qué quieres?

—Seguridad para mi hijo… objetos que lo beneficien a él… sólo así accederé

—Entonces pediré algunas cosas más para que forjemos un pacto

 

 

Siguiendo el trato que tenían, cumpliendo con las peticiones, Kyoya sacó provecho de la situación. El azabache quería saber por qué rayos ese niño nació con esas características tan semejantes a las suyas, tener detalles más específicos sobre algunas cosas, saber cómo destruir al castaño en base a respuestas que él mismo le daría. Con un poco de paciencia obtuvo lo que quiso. Le respondieron a cuestiones interesantes y se enteró de detalles importantes

El celo de Tsuna no llegaría hasta que el primer cachorro estuviera en condiciones de defenderse y eso pasaría cuando Sora cumpliera diez años al menos, por eso los clase A priorizaban a los escasos cachorros que lograban tener. Las mujeres y varones pertenecientes a los clase A tenían un celo con tiempos distintos de diferencia pues las especies que les cedían sus características eran distintas, un ejemplo claro eran los tiburones con celos cada dos años, los tigres cada seis meses, algunas combinaciones tenían periodos de reproducción cada tres meses. Los enemigos tenían la necesidad de una pareja que les diera la seguridad correspondiente para que su descendencia sobreviviera. Tenían una manada y respetaban al alfa que los aceptó en la misma. El alfa cuidaba de los niños, sentía necesidad por protegerlos, así como a sus subordinados. Y al final estaba una cosita esencial

 

 

—¿Por qué elegiste a alguien con mis características físicas para darte descendencia?

—Jum — Tsuna sonrió pues lo que pediría en esa ocasión para responder, sería algo más duro de cumplir — Deje de darme las drogas que Lancia receta y le responderé con sinceridad

—Perfecto — Kyoya aceptó con una condición más… una que le daría la oportunidad para la humillación ajena y su satisfacción propia

 

 

Conflicto interno…

 

 

¿Por qué insistes en quedarte callado? — la voz ajena era calmada, pero mantenía seriedad a la vez — ¿Por qué no le dices la verdad de una vez?… sabes que tenemos una oportunidad con Hibari-san

Cállate, Tsuna — en esa ocasión no bostezaba, se mantenía centrado, sereno, pendiente de lo que sólo él podía ver fuera de la habitación que ocupaban, en lo que representaba la mente del cuerpo físico que todos compartían —. No hagas que me enfade

Sabes que el dolor que sientes, que sentimos, no es mi culpa — otro que intervenía en el asunto, quien mantenía la voz trémula debido al llanto constante que mantenía — el dolor se debe a que callas… no amas… has sido usado… no confías en quien es correcto

Y según tú, Yoshi, Hibari es el correcto — se burló mientras esperaba la señal que le diera aviso para dejar de tomar control sobre todo y permitir a sus otras personalidades ver lo que sucedía fuera de su mente

—Si no es él… ¿Quién?... Si no es Hibari, quien nos mostró un lado amable, ¿quién?

Según tú, el correcto es Reborn — Tsuna se burló con una leve risa — sabes que su relación está mal, es rasgada, pútrida y sólo conlleva al daño mutuo

Me estás hartando, Tsuna… te he soportado por meses, pero si me dices algo más, algo que altere mis ánimos… te juro que tomaré medidas

No eres quién para amenazarnos, Tsu-Tsu

¿En serio? — usó un tono irónico para responder a aquellas bazofias

Quien nos manda, quien es el original entre todos, es Fifi… A pesar de que te des libertades que note pertenecen, como darnos estos nombres ridículos a veces, Tsu-Tsu, TÚ no eres nadie… No puedes elegir a quien amar, a quien el cuerpo acepta, a quien nosotros aceptamos

No nos das órdenes, ¡ya deja que salgamos de una sola vez, bastardo!

¡Acaso no entiendes que nosotros deseamos elegir al correcto! A quien nos aprecia y ama… ¡QUEREMOS A HIBARI!

¡Basta! ¡Sus estupideces me tienen harto! ¡Púdranse entonces! Este perezoso ya se cansó de sus malditas protestas.

¿Y qué harás? ¿Matarnos?

PUEDO — calló a los demás con un grito estridente — puedo y en este mismo momento lo haré

—¡Tú no eres el original, Tsu-Tsu!

—¿Y quién te ha dicho eso, Tsuna? — una carcajada sonora y tenebrosa resonó — antes de hacer lo que pienso hacer… les diré a ambos una sola cosita. ¡Puedo comerme a ambos si quiero! ¡Puedo darles los estúpidos nombres que se me den la maldita gana! Porque aquí… el original, el que decidió dividirse para que cada uno contuviera recuerdos precisos y no ceder ante la locura… ¡soy yo!

—¡Mentira!

—Pues mírame entonces

—¿Qué demonios planeas hacer?

Mostrar a su amadísimo salvador. ¡FIFI PARA… DETENTE… PORQUE UNA DE ESTAS DOS MOLESTIAS TOMARÁ TU LUGAR!

 

 

Revuelo… castigo corporal y moral

 

 

—Ugh… maldigo su existencia – susurraba el castaño mientras cerraba sus ojos y se mordía el labio para no soltar ningún sonido. Se aferraba de las sábanas que reposaban debajo de sí y colocaba su frente por sobre las almohadas en esa maldita cama. El que dominaba el cuerpo era el altanero, el que fue creado para guardar los traumas más fuertes, la parte más sólida de lo que alguna vez fue el Tsunayoshi Sawada real

—Hum – Hibari agarraba el cabello de Tsuna para tirar de él y hacerlo levantar el rostro. Lo obligaba a mirarlo para disfrutar de esa rabiosa y dolorida expresión – yo maldigo la tuya – susurraba en el oído del castaño mientras deslizaba sus dedos por el vientre del mismo, ascendiendo por la piel llena de mordidas que repartió con gusto hace poco – estamos iguales – tiraba del castaño y lo obligaba a ponerse en cuatro para que levantara la cadera

—Todos ustedes… sólo… deberían desaparecer – susurró el castaño sintiendo aquellos dedos deslizarse por sus piernas con un descaro asqueroso. Cerraba sus ojos al sentir el primer intruso en su entrada y ahogaba el gemido que quería escapar de sus labios. Mas, cuando escuchó una orden dentro de su cabeza, sonrió. Ya era hora que Tsu-Tsu entendiera que esos dos hijos de su creador debían ver la realidad en la que estaban. Fue muy satisfactorio para él tener un descanso… y ceder esas memorias a alguien más, de lo contrario, en algún punto explotaría o se desbordaría por tantos recuerdos guardados

—Dices cosas estúpidas

—¿Qué? — cambiar de personalidad era como abrir una ventana mientras la puerta de la sección adjunta se cerraba poco después. Una ráfaga fuerte que aturdía los sentidos, por eso… el shock era fuerte — ¡AAAHH! — gritó al sentir el dolor en su parte baja. Sus pupilas se dilataron al reconocer su situación actual, la prisión en sus manos y cuerpo — JODER — pero también le llegó la misión que tenía su cuerpo y calló… sin poder creerlo todavía mordió su labio, evitó gritar, y adquirió el dolor que sentía su parte física… No podía ser… ¿Eso era lo que tanto le prohibían ver? ¿Eso era lo que esas dos estúpidas personalidades estaban escondiendo y dominando?  

—Estás apretado aquí… — pero esa voz y ese dolor hizo que la nueva personalidad del castaño captara la situación y de golpe entendiera todo… maldita la hora en que hizo enojar al que parecía más débil… maldita fuera la humanidad que controlaba sus palabras y maldita fuera… su buena voluntad — ¿Desde hace cuánto alguien no te somete como es debido? – Hibari sonreía satisfecho al meter el segundo dedo en el ano ajeno y escuchar una leve queja por parte del castaño al que ahora estaba usando para su satisfacción personal. Lo iba a marcar nuevamente, hacerlo gemir debajo de su cuerpo, humillarlo para así quitarse todo el enojo acumulado en esos eternos y numerosos meses

—Agh… maldito sea – susurró cuando sintió otro intruso y el dolor se volvía insistente… sus lágrimas se desbordaron cuando escuchó en su cabeza la risa estridente de Tsu-Tsu, las maldiciones de Fifi que intentaba hacer que Yoshi viera lo sucedido. Al fin entendió esas palabras llenas de resentimiento y rabia, «me cansé de protegerlos bastardos… es hora que enfrenten la realidad… es hora de que conozcan la verdadera cara de su amado Hibari… enfrenta esto Tsuna y después me dices si tu humanidad te sirve de algo»

—¿Te duele mucho? – se mofaba al meter sus dedos, tan profundo como pudo, observando aquella espalda arquearse debido al estímulo imprevisto

—Me… me han hecho cosas peores — susurró mientras cerraba los ojos e intentaba ignorar los insultos de un cansado Fifi, al que ahora entendía, pues fue quien siempre obedeció al que era el más cercano al “original” entre todas las personalidades

—¿El jefe de tu manada? – Hibari gruñó con molestia, metiendo sus dedos insistentemente, sacándolos y embistiendo aquella entrada con rudeza – ¿Reborn te usaba de esta forma acaso?

—¿Sabe lo que hace una… leona… – decía con dificultad, soportando aquella humillación en nombre de su cachorro… entendiendo cuál era su misión, mejor dicho, escuchando la exigencia de Fifi en su mente – cuando… hay dos machos líderes? — jadeó entre el dolor que lo sacudía

—¿A qué viene eso? – susurró mientras daba vuelta al castaño para mirarlo. Se posaba entre aquellas piernas magulladas, abriéndolas tanto como le fue posible y admirando la obligada erección que el castaño tenía

—Ignorante – sintió la bofetada dura que inflamaría su mejilla, pero sólo calló por unos segundos antes de seguir – se acuesta con los dos machos… para que ninguno sepa… quien es el padre de sus cachorros… y así salvarlos de ser asesinados – susurró justo antes de que lo penetraran sin siquiera darle la oportunidad de respirar – agh

—Así que eres… la puta de tu manada – gruñó con rabia. Le enfadaba cada cosa que el castaño le decía

 

 

Las palabras quedaron selladas puesto que la rabia que dominaba al azabache era interminable. Kyoya le abrió las piernas a su mascotita y empezó con embestidas toscas, no le importó ver al castaño soltar lágrimas, escucharlo sollozar bajito, soltar gemidos de dolor y placer obligado. Sujetó esas muñecas para que Tsuna no se moviera y él pudiese seguir embistiéndolo sin riesgo a ser herido, sin que le dejasen evidencias que justificar. Incluso sus marcas en la piel del castaño no estaban en lugares visibles. Tsuna cerraba los ojos con fuerza, aguantando el maltrato a su cuerpo con todo lo que tenía y el azabache sonreía satisfecho. Hibari repasó los labios bien cerrados del castaño, quien soltó un suspiró de sorpresa, y lo besó… ¿Por qué? Ni siquiera el mismo Kyoya podía justificarse, pero aquello sólo causó que el cuerpo del castaño se relajara levemente y el dolor se fuera con el pasar del tiempo hasta que ambos cuerpos colaboraran en ese acto tan reprobatorio

A pocos metros de aquel acto repudiable estaba un bebé durmiente, ignorante de aquello, siendo la única razón por la que Tsuna se obligaba a corresponder al beso para acallar sus gemidos y ser lo más silencioso posible para que nadie se enterara. Tsunayoshi sollozó de dolor y rabia, pero colaboró con aquello porque era necesario para lo que quería.

Kyoya tomó posesión del clase A las veces que creyó necesarias para satisfacer, sanar, su ego, utilizando las formas que se le antojaran. Satisfacción disfrazada en un trato horrible. Ninguno decía nada referente a los castigos especiales de los que eran partícipes porque al terminar la primera semana sin drogas, con reportes falsos, con sexo imparable y besos a los que empezaron a tomarles goce insano… la verdad salió… pero para esto, el propio Tsu-Tsu debió negociar un plazo de tiempo con Tsuna porque estaba fastidiado de las peleas internas, además, si perdía demasiado, se comería al que más problemas le diera 

 

 

—Es su hijo – susurraba Tsuna cuando sintió su cuerpo completamente sano y dio visto bueno al accionar del carcelero. A pesar de todo, él quería intentar apelar al lado humano de su captor — Esa es la respuesta — Sin drogas ya pudo recuperarse en totalidad y volver a construir planes en conjunto con sus congéneres intangibles

—¿De qué hablas? – terminaba de colocarse la última prenda en su cuerpo después de satisfacer su frustración sexual. De refilón vio a Tsuna empezar a colocarse la ropa rasgada que le pertenecía a los de su clase  

—Sora…es su hijo – sintió la mirada del otro sobre sí y lo enfrentó con seriedad – es suyo… y mío

—No digas tonterías, herbívoro — chasqueó su lengua, maldijo bajito por tal estupidez

—Una vez le dije que las parejas formadas por clases A se acoplan – caminó en dirección a su jaula y suspiró – el acople es ese

—Tsunayoshi — enfurecido miró a aquel bastardo — si esa es la broma que querías aplicar…

—El celo es tanto para varones como para mujeres porque se acoplan y toman el papel que les corresponde. — aún escuchaba las incesantes amenazas de Fifi y Tsu-Tsu que le recordaban que era su única oportunidad, pero los ignoraba y se centraba en Hibari — No importa el sexo de la pareja, la otra se adapta. Usted me reclamó y yo me acoplé a usted. Esa fiebre que tuve después del primer celo en el que usted tuvo sexo conmigo… fue eso… un acople  

—¿De qué hablas? — habló con fastidio

—Mi sumisión también fue parte de aquello, aunque mi personalidad humana también tuvo un nivel alto de influencia – suspiró antes de entrar a su jaula – en ese entonces yo me convertí en la leona y me preparaba para complacer al macho de la manada. Protegía mi integridad ofreciéndole mi cuerpo sin descanso, incluso si no estuviera en celo… y seguía siendo sumiso porque me preparaba para cuidar de mi cachorro, el que fue concebido en el segundo celo

—Eso es imposible

—Eso es lo que querían y aun quieren los ancianos. — cerró la puerta y detrás de ésta siguió hablando — Ellos buscaban al primer macho clase A que lograra dejar la descendencia de otro macho humano

—Los varones no pueden concebir, mucho menos están en capacidad de mantener una vida dentro de sí

—Entonces explique el por qué Sora se parece tanto a usted

—Explícamelo tú, pues viste a esa cosa nacer — a pesar de que todo sonaba estúpido, si es que había una mínima posibilidad de que aquello fuera cierto… eso explicaría algunas cosas

—Lo acabo de hacer, Hibari-san… otra cosa es el que usted no me crea

—Hum — no creería tal estupidez, pero eso no evitó que otra cosa rondara su cabeza — Dijiste que las leonas se ofrecen a ambos machos líderes… entonces tú también te ofreciste a Reborn, ¿verdad?

—¿Eso importa? — soltó un bufido

—¡Contesta! – le exigió entrando a la jaula y sujetándolo por el cuello

—¿Celoso? — habló intentando no ceder ante la amenaza

—Contesta — enfureció sin poder evitarlo, porque el ser puesto al mismo nivel de ese asqueroso clase A era humillante… era imperdonable

—La idea que yo tenía después de haber acoplado mi cuerpo… era ceder al alfa de mi verdadera manada – sonrió con burla cuando, por fin, el lado altanero logró tomar el control – en el primer escape yo debí irme con Reborn y mi familia, pero las cosas cambiaron por una persona que gestaba… peor aún, usted me tuvo en el segundo celo que yo cursaba, ¿qué importa lo demás?

—No contestas la pregunta que te hice

—Cuando me dé las cantidades de alimento que necesito… se lo diré  

 

 

Kyoya no se tragó ninguna de las palabras de ese castaño, sin embargo, éstas le generaron tantas dudas y pensamientos retorcidos que incluso dudó de su sano juicio. No pudo siquiera quedarse tranquilo pues creía firmemente en que el castaño jamás debió ser de nadie más que de él. Sus propios pensamientos lo sorprendían, pero llegaban sin siquiera preverlos y al final poco le importaba porque deducía que, el verse desplazado por ese imbécil de raras patillas, su ego quedaba herido y por consecuencia su sangre hervía por la ira. Tenía un debate consigo mismo debido a las cosas que hizo, que haría y que estaba haciendo durante los días que se desvanecían con rapidez. Maldita la hora en que escuchó tales estupideces

Le cedió a Tsuna la comida que este quiso cuando creyó necesario obtener más respuestas y lo observó comer con desesperación hasta que volvió a tener la misma aura altiva que cuando lo conoció. Los rastros de maltrato empezaban a desaparecer con los días y al final estaba esa sonrisa sincera cuando el castaño tenía al bebé bien alimentado entre sus brazos. Fue sólo ahí que el clase A estuvo dispuesto a responder

 

 

—No me acosté con Reborn — Fifi poseía cierto don especial que Tsu-Tsu aprovechó, después de todo, si ya dejó que alguien revelara tan preciado secreto, necesitaba jugar las cartas a su favor — él no me obligaría a eso, además… yo ya tenía a Sora en mi vientre, así que jamás permitiría que nadie más que mi compañero elegido me tocara — mentía con descaro, lo hacía porque si esa información no era del gusto de Kyoya, acarrearía la condena de su hijo. Si la ira del carcelero no se detenía, las cosas no podían ser beneficiosas  

—Ese elegido sería yo

—Desgraciadamente sí – rió mientras jugaba con la manita de su hijo – usted me tomó y de una u otra forma se volvió mi pareja. Aunque mi parte pensante aun reniega por eso… mi animal grita de emoción debido a la cercanía. Usted es… la pareja ideal – dijo con burla mientras en su cabeza cierta risita divertida se escuchaba – que asco me da admitirlo

—Te quejas por todo y sigo sin creerte nada

—¿Cuántos días voy sin tomar drogas? — era el momento… si todo fallaba, estaba perdido, pero si todo salía como lo planteó Tsuna, la batalla la tenían ganada en parcialidad

—Dos semanas — lo miró con fastidio

—Perfecto — era el momento de la verdad — Usted no me cree que soy la madre de Sora y que usted es el padre, Hibari – dijo con una sonrisa ladeada – ahora explique el color de los ojos y el cabello de mi pequeño cielo

—Esa mujer que dijiste ser tu pareja

—¿Lia? – dijo con ironía – ¿la revisaron al menos? Sus ojos eran color plata… y la mataron cuando gestaba los tres meses

—Prueba que ese mocoso tiene mi sangre — amenazó con su dedo índice a través de los barrotes

—Hágale un examen… ups, perdón… se me olvidó que usted no es científico o médico – dijo con burla mientras empezaba a levantarse la camisa que usaba, ante la curiosa mirada del azabache – Bueno, para que sepa que YO soy la madre de este pequeñito – destapó la carita de Sora, lo vio balbucear y aplaudir con ansiedad mientras intentaba agarrar la tela cercana a su pecho – qué prueba mejor que ésta – sonrió mientras acomodaba a su pequeño, pegándolo a su pecho y dejándolo succionar levemente de su pezón derecho

—… — Hibari se quedó mirando un momento, analizando el comportamiento de la cría… ¡No era broma! En verdad se estaba alimentando, incluso un leve rastro de leche descendió por entre los labios del pequeño — Entonces tú — hizo una mueca de incredulidad y asco

—Sino me cree con esto, entonces no tengo más que decir – sin mirarlo siquiera se dedicó a peinar los cabellitos de su niño. Hace tiempo que no alimentaba a sus hijos… el placer de verlos depender de él era inmenso – antes no podía alimentarlo de esta forma porque obviamente ni loco le paso las toxinas a mi hijo

—Esta es una… ¡estupidez!

—Más le vale no decirle a nadie de esto – Tsuna mostró sus dientes en amenaza en conjunto con aura amenazante – porque si se enteran, nuestro… y escuche bien, NUESTRO hijo será llevado como rata de laboratorio – hizo una mueca mostrando sus encías y siguió – no creo que tenga tanta sangre fría como para dejar morir a SU hijo

—… — Kyoya cedió un momento de silencio mientras agachaba su cabeza. De pronto una idea acudió a su cabeza y sonrió con malicia — ¿tú crees? – susurró al elevar su cabeza y ver como el pequeño jugaba con la ropa de Tsuna mientras hacía ruidos al alimentarse

—Apuesto por eso

—Ya entregué a uno… — era un maldito, lo sabía, pero era divertido — ¿por qué no he de entregar a este? – dijo mirando a Sora

 

 

¿Cuánto terror pueden ocasionar unas pocas palabras? Demasiado si se escogía el momento y la entonación adecuada. Tsuna separó sus labios mientras rápidamente miraba a su carcelero. No observó siquiera un mínimo de rastro de arrepentimiento o mentira en esa mirada, tampoco escuchó el corazón acelerarse o esa respiración afectarse… el desgraciado decía la verdad y con tanta calma que era repulsivo. ¿Entregó a un hijo? A uno que llevaba su sangre… a… ¡al hijo de Kyoko! En ese momento Tsuna recordó que Hana le habló de algo relacionado a eso mientras él trataba de moverse después de su tortura casi mortal. Entonces… ¡La estrategia del estúpido humanista los llevó al carajo! ¡Estaba perdido! ¡Sabía que no debía dejarse llevar por esa humanidad! ¡Que se jodiera el mundo!

 

 

—¿Qué? – el terror le llegó al castaño tan rápidamente que incluso tembló – ¿usted… hizo qué?… — jadeó al entender que estaba acabado — ¡Maldito sea! – le gruñó mientras se arrastraba en su jaula para alejarse de ese demonio

—¿Te suena el nombre: Kyoko? — estaba comprobado… era cierto

—Ella – dijo con terror y dolor al recordar a su querida amiga – ¿qué le hicieron?

—Ya no existe en los registros y el pequeño tampoco… — Tsuna casi suelta un grito debido a la impresión — así que la cuestión es… ¿qué me darás para que me quede callado, herbívoro?

—Lo que sea – habló con pánico y a la vez con rabia, pero a pesar de todo el dolor que le provocaba el enterarse del desastroso destino de su amiga y de la pequeña criatura, debía dejar eso de lado. Tenía una prioridad y esa era su pequeño hijo, al que ahora se aferraba con temor de perderlo

—Qué lindo

—Maldita la hora en que confié en usted… — por un momento el lado humanista tomó el control y expresó su terror — qué asco de pareja me conseguí — dentro de su cabeza resonaba un doloroso: «te lo advertimos, idiota»

—No decías lo mismo hace un momento

—Eso fue antes de saber la basura que es usted

—Sumisión total – Hibari habló con seriedad – así son las cosas, Tsunayoshi. Para salvar a tu hijo serás… mi mascota, mi esclavo, mi juguete. Tal y como siempre debió ser

—Usted es tan simple — mordió su mejilla interna y frunció su ceño

—Una cosa más – dijo mirándolo – ¿eres el único con un cachorro de este tipo? Y mejor me respondes con sinceridad

—No – admitió sin mirarlo – hay otro

—¿Dónde está?

—En gestación, pero dudo que logren obtenerlo — se hundió en el miedo y dejó salir una información valiosa

—¿Tú crees? — rió maléficamente mientras golpeaba los barrotes de esa jaula — ya veremos, herbívoro

 

 

Previo…

 

 

¿Cómo calmar la ansiedad? ¿Cómo lograr centrarse en algo más que en la pérdida de un esposo e hijo? Tal vez obligarse a poner toda su atención en la planificación de una matanza masiva sería la solución, por lo menos para Reborn fue así. Después de todo, ¿a qué clase A no le gustaba la idea de una comida con sabor a venganza?

 

 

—Nunca pensé ver a Reborn-chan de esa forma — Byakuran sonreía mientras ayudaba a estirar el mapa que usarían en esa ocasión

—No has visto nada — Mukuro era quien se auto-designó para acompañar al líder en esas reuniones tan raras que últimamente tenían con el líder de la manada aliada

—¿Hay algo mejor que ver el amor en su forma más pura? — bromeaba mientras daba el primer mordisco al postre que le ofrecieron

—Si siguen hablando como si yo no estuviera aquí, los mataré — amenazaba el imponente líder, pero sus palabras perdían sentido cuando cierta manito se estiraba hasta casi agarrar su patilla derecha — sigan con lo suyo

—Nunca pensé verte con una niña pequeña fastidiándote el día entero — murmuró Mukuro — es tan raro, kufufu

—No hay nada de raro, Muku-chan… después de todo, tú y yo estaremos así en algunos meses

—No gracias — se asqueó por el simple hecho de tener una imagen mental de aquello

—Par de idiotas — Reborn los insultó cuando logró que Ai perdiera interés en tirar de sus patillas y se centrara en el juguete colorido que le cedió — céntrate en lo que importa

—No hace falta enojarse — sonrió Byakuran mientras empezaba a señalar ciertos lugares del mapa con un marcador rojo — tengo todo memorizado. Éstas son las áreas que la armada usa, y estas son las centrales que debemos destrozar

—Kufufufu yo también tengo todo aquí, en mi mente — Mukuro señaló con círculos azules los lugares correctos — estas son las bases que nosotros instalamos para la propagación de nuestra especie

—Wow, eso será genial — festejaba el albino

—Los más grandes llegan a los veinte años, los hemos estado trayendo a los diversos centros establecidos para mi manada — Reborn miró fijamente a su colaborador — los más pequeños están entre los doce, me refiero a los que pueden ser usados como soldados

—Veo que Verde y tú sí que aprovecharon el tiempo, nufufu

—No me imites — reclamó el heterocromático

—Mi risita es diferente a la tuya, Muku-chan

—Como sea — Reborn ignoró a los dos idiotas — logramos esparcir el gen de forma efectiva en estas zonas — señaló las partes destacadas con una raya gruesa — podemos incluso reconocer a los nuestros y traerlos aquí

—Obligadamente nufufu

—Si es necesario, sí… después de todo, despertar su hambre es cosa fácil y así sabrán que forman parte de nosotros

—Que malévolo… ¡Me encanta!

—Gracias — Verde ingresó sin apuro — Todo fue gracias a mi talento, así que gracias

—Idiota — Reborn ni siquiera se molestó en ver a su igual

—Ya tenemos el equipo… sólo falta entrenarlos bien nufufufu. Y luego… el mar de sangre y el alimento en exceso — se relamió los labios al imaginarse esa escena tan bonita

—Dejaremos de ser la raza minoritaria — Verde sonrió mientras se acomodaba en una de las sillas — es más… entre los que vienen están la evolución de nuestra propia sangre

—Eso suena genial~

—¿Y cómo va el medicamento para mantenernos cuerdos? — Reborn miró a Verde

—En fabricación masiva por los clase B y C en la zona sur… No te preocupes

 

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Último capítulo del año… creo

Así que les deseo prosperidad, fortuna, sabiduría y felicidad~

Besos~

Los ama: Krat~ 


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