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Problemas de clase por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno... mientras esperaba un programa, pues corregí esto y lo subo

Disfrútenlo 

 

 

Complicado, eso definía la situación y Kyoya no tenía la suficiente paciencia como para soportarlo. Cuando llegó a su nuevo departamento en la zona de resguardo, con ventanas y puerta blindadas por seguridad,  soltó la cadena que lo unía al castaño. La primera regla de seguridad era que hasta que el clase A se acople al nuevo ambiente, y aun después de eso, se lo debía encerrar en la jaula especialmente establecida en el departamento, pero Kyoya simplemente dejó a Tsunayoshi libre, quería ver qué tan divertido sería su trabajo. Ese castaño era especial de muchas formas diferentes, una de ellas era que su parte animal hablaba, monosílabos, palabras sueltas, tal vez solo el reflejo de sus cuerdas vocales pero lo hacía y Kyoya a veces quería cerrarle la puta boca porque solo repetía “carne, presa”. Había que recalcar que él simplemente aguantó esos años de entrenamiento para ese momento, para probarles a todos que podía extinguir los problemas causados por esas mutaciones usando a las propias pestes 

Primer suceso, una pelea, el castaño se le lanzó encima gruñendo como cualquier depredador y Kyoya cómo lobo orgulloso  dio pelea sin protestar, le gustaba eso. Pero todo tenía un límite, lamentablemente un clase A no los conocía y en este caso, el carcelero tampoco. Las cosas se le fueron de las manos y al final del día todas las cosas de esa casa estaban destruidas. Tal vez no debió desatarle la camisa de fuerza, porque con las extremidades libres, Tsuna se vio libre de usar sus garras y con ellas a flote, rasgó todo lo que pudo. Las garras retráctiles brillaban cada vez que se incrustaban en alguna textura dura, si fuese la carne de algún desgraciado, se separaría del cuerpo de con un solo tirón, llevándose con ella huesos, piel o lo que fuera. Kyoya sangraba desde alguna parte de su cabeza, no podía especificarlo puesto que poco le importaba, sólo sabía que ese castaño de alguna maldita forma logró romper los grilletes que limitaban la movilidad de sus piernas y ahora saltaba sin medir distancias o se impulsaba tan hábilmente que dos veces lo estampó contra la pared. Y el bozal… ese bozal aún estaba colocado, porque al parecer el castaño no sabía cómo diablos desatarlo y Kyoya tampoco le dio tiempo de que lo arrancara. Iba atacarlo una vez más, pero captó algo diferente, algo que detuvo su atacar

 

 

-¿Qué?… ¿qué hice? – las lágrimas de ese castaño empezaron a surgir despacio. Esos ojos achocolatados se volvieron brillantes de repente – o no… no de nuevo… yo de nuevo… agh

-¿qué te pasa? – mentiría si dijera que no se sorprendió ver un rastro de inteligencia en esa mirada que ahora recorría con terror todo el departamento

-qui… ¿quién es usted? – el castaño se apegó a la pared, mirando todo el lugar mientras entraba en pánico y retrocedía tanto como le fuese posible. Se dejaba caer al suelo y negaba, mientras esos sollozos se escaparon de a poco

-volvió tu parte humana – chistó cuando la imagen salvaje que enfrentó todo el día desapareció de repente, dejando solamente eso… un muchacho temeroso y que lloraba

-¿hasta cuándo? – susurró bajito mientras miraba la serie de destrozos y veía sus propias manos que mostraban rasguños – ya basta… no, no quiero esto… ya basta – susurraba mientras retraía sus garras hasta dejarlas solo como uñas un poco largas – ya no más destrozos y muerte

-eres un clase A, ¿qué esperabas? – bufó, pues si ya no estaba ese ser descontrolado, poco le interesaba

-lo siento mamá… lo siento papá – sollozaba agarrándose el cabello sin importar que pequeñas garras le lastimaran la piel – lo siento tanto… yo no quise… yo no quise hacerlo

-aprovecharé tu conciencia para revisarte – Kyoya se acercó al castaño, quien en pánico empezó a retroceder queriendo escapar, gateando lejos del azabache. Kyoya lo agarró de los cabellos con molestia, porque esa parte humana sencillamente era ¡patética! – ven aquí – lo tomó del cuello y lo estampó en la pared, agarró el bozal y dirigió sus dedos hacia la parte que detenía ese artículo en su lugar. Iba a quitarle esa cosa para revisarlo por completo

-no… POR FAVOR NO LO QUITE, ¡NO LO HAGA! – Tsunayoshi empezó a gritar y removerse histérico, negándose a que el otro le quitara esa cosa. Con sus manos trataba de defenderse, pero el agarre en su cuello lo detenía

-quieto – gruñó insatisfecho por esa personalidad

-SI LO HACE, PUEDO MATARLO – sus lágrimas de nuevo volvían a invadirlo, miraba al otro con desesperación pero no hubo caso cuando su cuello fue apretado y el aire se le prohibía

-hum – le golpeó en el estómago, haciendo que el castaño perdiera el aire. Le quitó el bozal de un tirón forzoso. Vio las lágrimas embarrar todo ese rostro magullado y poco le importó. Estaba harto de tratar con ese llorón y apenas llevaba minutos conociéndolo

-por favor, ya no… ya no quiero matar a nadie – suplicó bajito tratando de hablar mientras el aire se le escapaba – el charco de sangre… no lo quiero ver más

-abre… tu boca, ábrela – ordenó Kyoya, pero el otro se negaba a obedecerle. Le apretó las mejillas, metió sus dedos en esa boca, lo hizo a la fuerza y sin dejar de apretarle ese cuello. Vio los colmillos y los repasó con sus dedos, sintió esas garras clavarse en sus brazos tratando de apartarlo pero no lo hizo. Kyoya siguió con esa revisión sin importarle el dolor que esas lágrimas mostraban – dentadura fuerte a pesar de falta de tratamiento – habló al verlo con detalle. Al finalizar lo soltó dejándolo caer al suelo con dureza

-el bozal, el bozal – pedía con desesperación mientras tosía sin descanso – muerte… ya no más muerte – decía cuando lo halló y con habilidad impropia se colocaba esa cosa. Tsuna se encogía, temblaba, lloraba, pero nada podía despertar la compasión de su “dueño”

-seré tu carcelero. Me obedecerás sin rechistar, pues desde mañana iremos a combatir

-NO – gritó enseguida, negaba constantemente. El mar de recuerdos en su cabeza era un conjunto de puñaladas – YO NO QUIERO ESO

-lo harás – exigió con el ceño fruncido

-ME USAN PARA DAR MUERTE. ME USAN PARA TODO… PERO ME SALGO DE… control – su tono de voz se quebraba, bajaba. Tsuna sufría, pero en su vida nunca habían tenido consideración por esas lágrimas dolorosas que les brindaba

-no importa tu opinión, Tsunayoshi – ni siquiera lo miraba de frente, sólo seguía con sus asuntos. Limpiaba la sangre de su rostro, recogía sus tonfas, verificaba que al menos tuviese un lugar donde descansar  e ignoraba las súplicas ajenas – tu sólo obedeces

-YA NO QUIERO HACERLO – sollozó mientras intentaba colocarse de nuevo la camisa con largas mangas – ya maté muchos carceleros. Ya ayudé a matar a mis padres. Ya maté a mi hermano mayor… ya no más – susurraba con desespero

- como humano eres débil

-Y usted es idiota por unirse a esto – le miró con rabia, frunciendo su ceño – usted no entiende nada de lo que un clase A siente

-¿ustedes sienten? – se burló con una pequeña sonrisa, pero se calló al ver esa mirada llena de amargura y que despedía finas lágrimas que ya no podían ser contenidas

-¿y ustedes son estúpidos? – gruñó bajito, pero se detuvo al escuchar el sonido agudo que salía de su garganta, su animal interior rugía. Sintió el pánico que le producía la posibilidad de volver a perderse en sus instintos y se golpeó las mejillas con fuerza – nos mantienen con vida a pesar de ser una amenaza. Nosotros no tenemos la culpa de haber nacido de esta forma. Nosotros, al menos la mayoría, no queremos dañar a nadie… pero lo hacemos cuando la necesidad nos gana. Ustedes sólo deberían cortarnos el cuello y liberarnos de esta condena

-ustedes son herramientas

-¡No lo somos! una herramienta jamás va contra su dueño por voluntad propia… nosotros, los enemigos de clase A… lo hacemos – dejó que su aire escapara mientras se pegaba a la pared y juntaba sus piernas, flexionándolas para volverse lo más pequeño posible

-los usamos, es todo. Así de simple – no tenía intención de charlar con un clase A, pero de alguna forma le parecía divertido que el castaño lo estuviera regañando y dando una charla de reflexión

-y por esa estúpida forma de tratarnos, nosotros desgarramos sus cuellos con placer – lo miró de frente limpiando sus lágrimas. Pocas veces tenía la dicha de tener conciencia, así que la aprovecharía –  porque a nuestra parte animal también le gusta la venganza

-¿sientes esa necesidad? – estaba lanzando preguntas al azar, aunque no creía en ninguna de esas respuestas

-¿acaso no saben más de nosotros? – habló con seriedad – ustedes nos tratan como bestias y jamás preguntan porque demonios hacemos lo que hacemos

-lo hago ahora. Dime, ¿qué sientes?

-hambre, mucha, por eso matamos… pero también está la venganza, la ira, la tristeza, la necesidad de pareja, la necesidad de territorio

-¿por qué?

-¡porque somos más animales que ustedes! – Tsuna miró al azabache y elevó sus manos en una petición de que apretara la camisa de fuerza – porque nos gana el instinto. ¿Ha visto a un león antes?

-si

-entonces sabrá que es… un animal que necesita nacer, crecer, tener territorio, procrear, quiere descendencia… pelea con sus semejantes, quiere sangre pero al final está todo enfocado en… protección

-protección, ¿ustedes? – habló burlón, ese castaño le estaba alegrando el día, ¿cuánta tontería podría decir?

-sí. Todos tenemos ansias de protección para nosotros mismos y para nuestra manada

-¿por eso se matan entre ustedes?

-eso es pelea de territorio, ¿pero ha visto usted  a un clase A con pareja?

-no

-pues es usted estúpido – Hibari se enfadó e iba a protestar pero el castaño de un solo movimiento estaba frente a él, a solo pocos centímetros de su rostro –  porque en la jaula habían cinco parejas, ¿no se fijó?

-¿qué?

-alejados de todos, protegiéndose entre sí, teniendo un espacio propio y siempre unidos… somos animales – recordaba a las parejas en esa jaula, las veía en pocas ocasiones, ya que siempre los encerraban en celdas individuales – Pero somos asesinos porque ustedes nos tratan como tal. Nos niegan la parte básica de nuestra existencia y sólo reaccionamos a eso

-matan por necesidad – se enfadó y empujó al castaño contra la pared, mirándolo con furia

-matamos por hambre – habló sin inmutarse por esa mirada – tenemos más hambre de la normal… ¿han analizado los cuerpos? ¿Han puesto atención?

-mataste a tus padres

-porque el instinto te borra la memoria. Yo veía presas, enemigos a mi territorio… yo veía hambre y desesperación

-¿y ahora que ves? – suspiró poniéndole un poquito de atención al castaño

-a un jodido IDIOTA – se quejaba mostrando los dientes – un IDIOTA que no le teme a que mi parte animal vuelva y lo mate

-dices poder matarme pero aquí estoy – dijo con rabia mostrándose erguido y altanero – Todos advierten que los clase A  pueden matarnos pero aquí estamos los carceleros. Tú y yo hemos peleado durante horas y sigo vivo

-porque yo quise mantenerlo vivo y porque a ellos  no les conviene que los carceleros mueran en las dos primeras semanas – la actitud del castaño cambiaba con rapidez, era como hablar con personas diferentes de repente – reafirmo mi teoría, ustedes son IDIOTAS – al sentir los pasos para un ataque directo, Tsuna saltó con habilidad alejándose del azabache – les suben el ego al principio… pero nos dan droga de larga duración para que no podamos saborearlos… ¿o en verdad creyó que no puedo matarlo? Lo haría si no tuviera mi cuerpo debilitado

-esa mirada tuya me demuestra que eres sanguinario – se quedó mirando al castaño y entendió que no mentía. Esos malditos ancianos le cortaron la diversión, por un pequeño momento se sintió un idiota al no haberlo sospechado. Unas bestias como esas no deberían ser tan débiles

-nos controlan con dosis pequeñas – rió bajito al saber que ellos no eran sinceros con los novatos, aun – cuando nos trasladan a las misiones. ¿Le suena la expresión “revisión de rutina”? Pues ya lo escuchará

-¿qué quieres decirme con eso?

-que los que se han dado cuenta… son los ancianos, los que sonríen… los que lideran a los carceleros – Tsunayoshi simplemente miraba al otro, su dolor había pasado, su desesperación se fue porque su parte pensante le abrió los ojos

-tu parte humana está confundida – lo vio acercarse pero no se apartó, lo enfrentaría

-Timoteo fue mi carcelero – rebeló sin inmutarse – cuando descubrió que yo podía darle la información que quería, se tomó el tiempo  para estudiarme

-dime lo que descubrió

-le dije todo lo que pude. Timoteo registró todo, buscó en archivos, dedujo teorías… él logró entender el origen de los clase A – le dijo con rabia incrustando sus uñas en la piel blanca de los brazos de su carcelero – él y los más viejos lo saben todo… pero a los más jóvenes no les dicen nada

-mientes. Tu parte pensante me miente demasiado bien

-idiota – insultó y sintió el primer golpe en su mejilla, pero no se inmutó – están siendo usados

-estás hablando demasiado Tsunayoshi. Si quieres decirme algo sólo dilo – gruñó insatisfecho por la mirada dolida del castaño

-Quiero ver cómo los ancianos resuelven esto… así tal vez mi gente y la suya pueda al fin liberarse del enemigo

-habla Tsunayoshi. ¡Dilo! ¿Qué hacen los ancianos?

-fui engañado para decirles todo – susurró apartando a Hibari de su cuerpo – y es por eso que ellos buscan a una pareja para nosotros

-herbívoro mentiroso – gruñó mostrando sus dientes y preparando sus tonfas para golpearlo – hablas de pareja cuando nosotros no somos más que sus entrenadores…

-cada carcelero designado tiene un clase A especial… son seleccionados específicamente porque reúnen característicos para ser NUESTRA pareja – aclaró con asco, limpiándose el molesto sudor que se instauraba en su frente y que señalaba que de nuevo iba a perder su conciencia

-tonterías, ¿has notado que hay muchos compañeros de batalla solamente de mujeres u hombres?

-¿y eso importa? Al menos para nosotros no, porque lo único que buscamos es compañía

-tus palabras no tienen fundamento, si hay descubrimientos en seguida lo dirían

-Pero eso es confidencial. No les dicen nada, pero en esencia es eso… los ancianos saben que nosotros somos controlados por instintos – sintió el dolor de cabeza punzante, apresuraba su lengua porque quería causar un poco de pánico tal vez. Tsuna quería una revancha por el maltrato, quería ser libre y aun así no podía, por eso al menos tendría una leve venganza – nos dan la oportunidad de conseguir pareja para “calmarnos”

-¿estás en edad? – levantó una ceja pues aquella plática ya tomaba rumbos que jamás imaginó. Podían ser verdades o mentiras, podían ser solo delirios y aun así no quería perder detalle, porque nunca había que dejar algo suelto – eres sólo un mocoso, no estás en edad de tener pareja – la curiosidad le picó de repente

-he estado en edad desde hace veinte años… - emitió una leve risita al ver la reacción de su dueño – soy más viejo que usted – decía caminando por la habitación

-imposible, tus registros…

-mentiras. Los ancianos mienten mucho, no debería confiar en ellos – habló mientras se levantaba para estar de frente a azabache – mi metabolismo  es más lento que los demás

-entonces… ese viejo de patillas – Kyoya estaba recibiendo mucha información. La memorizaba para estudiarlas poco a poco, porque al menos tendría algo en qué entretenerse – ¿cuántos años tiene?

-tiene el triple de años del que dice el registro… tal vez un poco más, nadie está seguro de eso

-me estás… manipulando – dudó en afirmar aquello porque no veía rastro de malicia en los ojos chocolates

-idiota – susurró alejándose de un solo salto, su corazón empezaba a acelerarse, conocía muy bien esa sensación – ¡IDIOTA!...me… ¡me niego a tener pareja! – mostró sus colmillos cuando su mente se empezaba a nublar – no quiero y menos si es un idiota que se ha dejado engañar tan fácilmente – gruñía quedito mientras sentía sus garras surgir. Tsunayoshi juraba que ese azabache se arrepentiría de no haberlo atado de nuevo

-hum – sonrió al ver la ira en esa mirada brillante, de nuevo esa aura de depredador llenaba ese menudo cuerpo. Eso se iba a poner divertido nuevamente

-no necesito nada de usted, Hibari-san

-leíste mi gafete – sonrió mientras tocaba su pequeña identificación, lo único que no cayó en su batalla  

-no soy ignorante… debió darme muerte antes – se puso en posición de ataque, aún tenía un ligero toque de lucidez y estaba disfrutando de ver la sonrisa ajena. Deseaba ver esa sonrisa cuando le arrancara la garganta y tragara su carne. Deseaba al menos saber qué mordió primero y qué sabor tendría – si me permite… el hambre llama… disfrutaré de su sabor

-¿crees que te dejaré? – emitió una sonrisa llena de ansiedad. Volvía a hervirle la sangre porque la pelea sería digna

-a mi yo humano no – sonrió mientras dejaba que su voz y su mente se perdieran – pero cazador… hambre – susurró finalmente, antes de dejar que su gruñido saliera con calma

  

 

Pelearon nuevamente, Hibari tuvo muchos problemas con ese castaño cuando se salió de control tras arrancarse el bozal. Peleaban como animales, limitados por esas paredes reforzadas y el castaño se volvía mucho más salvaje con el tiempo, incluso llegó a morderlo con fuerza en un brazo. Kyoya cayó una vez más y esos colmillos intentaron incrustarse en su garganta, lo golpeó en el rostro para mandarlo lejos. Era difícil, demasiado difícil, porque… le dijeron que el clase A día estar en óptimas condiciones para el siguiente día, no podía dañarlo demasiado.

Una duda le llegaba entonces. Si ese castaño estaba drogado para que no desatara su furia, ¿qué pasaría si le impide tener esas dosis? Sonrió al sentir esa nueva meta en mente. Como fuera iba a evitar que los ancianos le dieran sus dosis a Tsunayoshi, él quería ver al verdadero clase A en ese cuerpo delgaducho. En ese día, el ruido había sido su mejor aliado, pues siendo que se la pasaron luchando largas horas sin descanso, el inspector llegó. Los hombres ya con edades maduras lo único que querían era detener a Tsunayoshi sin matarlo y enjaularlo con todas las protecciones necesarias, pero iba a ser tan fácil

 

 

-atrás Hibari, este ya no es tu asunto – advertía uno de los mayores mientras apuntaban a Tsunayoshi con sus armas. El mencionado solo se colocó contra una pared, quería ver a sus superiores actuando contra ese castaño. Y más que eso, quería ver a Tsunayoshi actuando por instintos

-¡cuidado! – el más viejo de ellos era el que estaba más atento de todo. Alejando al castaño que los miraba mientras se relamía los labios – no le den la espalda o  los matará

-¿por qué no está atado? – gruñó el de cicatriz en la mejilla mientras junto a sus compañeros rodeaban al castaño, quien respiraba profundo levantando la nariz

-Hibari Kyoya, parece que no puedes mantener a tu… - pero el regaño se acabó con un solo ruido bajito – agh

-¡maldición! – se quejaba uno de los hombres saltando lejos de donde el castaño sujetaba el cuerpo de uno de los inspectores.

 

 

Dos pasos fueron suficientes para estampar el cuerpo del desdichado en la pared. Un paso en falso de uno de ellos, abrió camino al depredador que incrustó sus colmillos en el cuello del hombre, quien con los ojos muy abiertos exhalaba el aire y saboreaba su propia sangre. Un sonido como crujido resonó cuando el castaño apretó más el cuerpo con sus garras. El silencio acunó a todos cuando una de las manos del inspector trataba de extenderse como para pedir ayuda. El castaño dejó ver sus garras incrustarse en el rostro del hombre que le superaba en altura, empujándolo en dirección contraria de la que el desgarraba carne y piel. Una mancha rojiza se extendía por el cuello del atacado, un movimiento brusco y Tsunayoshi se alejaba con algo entre sus fauces.

El aroma se extendió por la habitación pasmando a los inspectores y haciendo sonreír a Hibari, quien sabía que tenía a un asesino experto bajo su techo. Las garras arrancaron dos porciones más antes de que el castaño se alejara y tragara lo que ya masticó. La imagen grotesca de un clase A relamiendo sus labios mientras saboreaba la sangre tibia que aun emanaba vapor, ocasionó que uno de los inspectores disparara un dardo tranquilizante y allí empezaba la captura con un muerto como resultado. Pelearon un rato más, hasta que Tsunayoshi perdiera fuerza. Tres dardos fueron necesarios para ver al castaño caer de rodillas y al fin poder ponerle la camisa de fuerza, bozal y aprisionarlo en la jaula.

Kyoya recibió un regaño de sus superiores cuando todo terminó, quienes lo retaron por no haber seguido las reglas de aislamiento del castaño y como si fuera poco, liberarlo de las protecciones. El azabache sólo bufó molesto, en cuanto pudo los echó afuera a todos, no quería olvidar nada de lo que el castaño le dijo, iba a anotarlo y a tomarlo en cuenta para investigarlo un poco. Había una habitación en su departamento que en vez de puerta sólo tenía barrotes gruesos e impenetrables. Ahí dormía un recién sedado Tsunayoshi, quien ahora detenido por la camisa de fuerza, se veía inofensivo.

Kyoya se la pasó el resto de la tarde analizando lo escuchado por ese castaño, era simplemente… significativo. Empezó a recordar cada paso de su entrenamiento, físico, mental pero netamente teórico. A los veinte escogidos se les amaestró en diferentes especialidades, pero jamás participaron siquiera en una cacería de algún tipo B o C. Todos en la clase “especial” fueron escogidos progresivamente, porque decían destacar en algo. Pero cuando Kyoya analizaba a todos los estúpidos compañeros que tenía, entendió algo bastante interesante. Era cierto que los ancianos los estaban uniendo de a apares con los de clase A, con las personalidades mayormente opuestas.

Kyoya vio el comportamiento de cada enemigo y de cada carcelero e hizo una lista. Calmado con salvaje, problemático con desinteresado, inteligente con idiota. En su caso, Tsunayoshi, el más débil mentalmente como humano estaba con él, quien era poderoso en todo ámbito… si los ancianos estaban buscando emparejarlos, aún estaban en etapas de investigación. Todo lo estaban haciendo empíricamente, con prueba y error, porque hasta donde sabía, muchos novatos ya habían muerto en generaciones pasadas y muy pocos seguían con vida… pero había una incógnita que debía resolver, ¿cómo sabían que la pareja se establecía? ¿Qué tenía que pasar? ¿Qué cambio tendrían los carceleros y los clase A? ¿Por qué la administración de drogas? ¿Por qué los ancianos no les decían las cosas más básicas para alargar su vida? Aunque la mayoría de respuestas eran obvias y aun así debía certificarlas… para eso, debía hablar con Tsunayoshi de nuevo

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Se me acaban los capítulos escritos jajaja ok no, pero como es algo simplecito, que en un inicio iba a ser un one short, no tiene una trama demasiado compleja

¿Cómo pensaba ponerlo en un solo capítulo?

La verdad ni idea, pero bueno

Gracias por sus reviews. Y yo que pensaba que nadie se iba a arriesgar a leer esta pequeña historia XD

Nos vemos~

Besitos~


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