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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Gracias por las lecturas, de verdad jeje tenemos nuevo fan comentado además <3 e¡ternamente agradecido!

19. Uglunn

 

El portal a la Tierra no estaba inmediatamente al lado del que Lucoa había abierto. Tuvieron que caminar un buen rato en silencio hasta llegar ahí.

¿Por qué en silencio? Sencillo. Cuando llegaron a Midgard en el portal, lo primero que hicieron fue echar a volar muy lejos, sobrevolando tierras de reinos humanos sin ningún peligro. Pero, de vuelta, el portal de Lucoa les había dejado cerca de uno de los castillos más potentes de la zona, y los bosques de los alrededores estaban bastante vigilados. Ellos había aparecido en el bosque, afortunadamente, pero había humanos patrullando. Según lo que habían podido espiar, había una criatura deambulando por los alrededores y había que matarla.

“Pobre criatura, qué habrá hecho ella… si son los humanos los que invaden su territorio”, pensó Kobayashi, activando el modo “los humanos son la plaga”.

—Dame la mano —le susurró Kobayashi, cuando vieron al primer humano en la distancia.

—Espero que lo propongas para incluirme en tu bloqueo de percepción y no para aprovechar el momento. —Tohru puso cara de sobresalto—. No tienes remedio.

—Yo también quiero —susurró Kanna. Con ella Kobayashi no pudo ni quejarse, simplemente le dio la mano. ¡Qué debilidad que tenía con ella!

En ese viaje silencioso, Kobayashi tuvo tiempo de pensar en lo que el padre de Tohru le había dicho. Solamente de recordar la escena tenía escalofríos, pero recordar esas palabras lo que le provocaba era mucha presión. Y no quería compartirla con nadie. Era algo suyo.

¿Y si no funcionaba? ¿Y si causara problemas? ¿Y si no era feliz? ¿Y si no podía…?

Había muchas preguntas rondando su cabeza y provocándole arcadas. Esa vuelta de viaje no la esperaba de esa manera, tan amargante. No le solía dar vueltas a las cosas, pero esa era muy importante, relevante.

“Pero Kanna y Saikawa se lo han dicho mutuamente y siguen igual”, pensaba. Dos malditas crías tenían más valor y decisión que ella, estupendo. Eso lo empeoraba más.

Después de un buen rato caminando, por fin Lucoa detectó el sitio por donde habían llegado desde la tierra. Ella era la mejor localizando puntos de entrada cómodos al mundo humano. Sin embargo, cuando llegaron a la localización exacta que les dejaría en la montaña a las afueras de la ciudad, encontraron algo raro.

—Eso es… ¿un portal? —preguntó Kobayashi.

Todos se quedaron quietos mirando un portal normal, la pantalla acuosa de siempre con los bordes blancos, pero con una masa azulada que parecía ser como roca alisada por el agua. Echaba una bruma helada por los bordes del portal y congelaba el suelo.

—Es como si fuera un tapón… —añadió Tohru, acercándose un poco

Entonces, al escuchar la voz de la dragona, toda la masa se movió y pataleó. Sí, pataleó. Aquello estaba vivo, y parecía que lo que se movían eran sus patas, o piernas, o troncos, por lo gordas que eran.

Tohru oyó una voz apagada y alertó a Lucoa:

—¡Abre un portal al lado, corre!

—¡Enseguida!

Tohru, Kobayashi y Kanna cruzaron el portal para ver quién era el que se había atascado, mientras que Fafnir y Elma se quedaron con Lucoa.

—¡Gracias por venir a ayudarme! —dijo una voz grave, como de tonto amable.

—¿Cómo te has quedado atascado?

—¿Cómo has abierto un portal?

—Aah… qué rápido habláis.

—Y tú que lento —apuntó Kanna, sin remordimiento.

Kobayashi, mirándoselo de nuevo, vio que era tan grande como un dragón, y seguro que más pesado. Su cara era abultada, con barba blanca, unos orejones que ríase usted de Dumbo. Y sus manos colgando tocaban el suelo, congelando esa zona en concreto.

—¡Eres un gigante de la escarcha!

—Así es, pequeña humana —dijo pausadamente—. Veo que tienes miedo. No deberías, somos pacíficos, los gigantes.

—Es cierto, nos han ayudado en varias ocasiones a proteger nuestras crías —señaló Tohru.

—Oh, ya veo…

—Me llamo Uglunn, y me he perdido.

Uglunn les contó que era experto rastreador de portales entre mundos. Usaba su toque de hielo para encontrar trazas mágicas en el ambiente, y así llegaba hasta el lugar exacto donde había estado un portal, pero no sabía qué había al otro lado. Él quería volver al suyo, Jotunheim, donde le esperaba su familia desde hacía un tiempo, pero no había conseguido rastrear ningún portal a ese mundo.

—Pensé que esta vez sí encontraría el camino a casa pero, bueno, me topé con un mundo que no conocía, y el portal era demasiado pequeño… cuando lo quise dejar, ya estaba atascado, tonto de mí…

—No te preocupes, te ayudaremos —dijo Tohru, decidida—. Somos cinco dragones, creo que podremos desatascarte.

—No sé si podréis, peso mucho…

—Hay que intentarlo. ¡Kobayashi! Quédate con él mientras nosotros probamos de tirar de sus piernas.

Y Kobayashi se quedó sola, ya en la Tierra, con esa cara abultada pero sonriente.

—¿Te preocupa algo? —preguntó con amabilidad Uglunn.

—Bueno, estás atascado aquí, ¿no es obvio?

—Ah, tú no lo debes de saber… los gigantes de la escarcha como yo podemos leer las emociones de especies como la humana. Sé que estás angustiada y no es por mí. Puedes hablar, si quieres, tenemos para un buen rato aquí.

—No te conozco de nada…

—Motivo de más, ¿no? Porque probablemente jamás nos volvamos a ver. Tu secreto está a salvo.

—Bueno, pues, es que…

*  *  *

Al otro lado, en Midgard, los cinco dragones se preparaban para tirar del pobre Uglunn. Tohru ya les había puesto al corriente.

—Dudo que un tirón sirva con un gigante de la escarcha —dijo Fafnir.

—Los gigantes pesan mucho más de lo que aparentan, nuestra fuerza no sería suficiente —añadió Lucoa—. Y son inmunes a la mayor parte de la magia de los nueve mundos.

—¿Y si agrandamos el portal?

—Su mera presencia ha congelado los bordes. Su hielo es mágico, dudo que se vaya a mover.

—¡Es que hay obstáculos en todo!

Los cinco dragones se transformaron para hacer un intento de sacarlo de allí, a base de tirar, pero el gigante no se movió un milímetro. Tohru estuvo a punto de rugir de rabia, pero se contuvo solamente porque los humanos de Midgard andaban cerca.

—¿Y qué narices hacemos ahora?

—Auðumbla —dijo Kanna, con calma.

*  *  *

—Mmm, ya entiendo… te están presionando. Y, por lo que parece, es un habitual, te lo noto.

—Sí. La cuestión es que me hace ilusión, pero…

—No es el momento.

—No.

—Y la presión te amarga.

—Sí.

—Es una situación compleja… Bueno, puedes aprender algo de lo que estás viendo.

—¿Qué quieres decir?

—Mi culo está en un mundo en el que los árboles te podrían matar y donde cinco dragones intentan arrastrarme —Kobayashi se rio por la forma de describirlo— pero mi cara está aquí, en este mundo que parece tranquilo y maravilloso, y, en vez de preocuparme en exceso, escojo mirar el cielo y esperar a que se me ocurra algo… ¡o a vosotros!

—Entiendo…

—Si dices que no estás preparada, es que de por medio tienes cosas que hacer. ¿Por qué no te centras en hacer esas cosas primero y luego pensar en qué futuro quieres?

—Gracias —le sonrió Kobayashi—. Me has ayudado mucho.

—De nada. Me gusta haber sido de ayuda en una situación tan insólita. Se pueden hacer amigos en todas las situaciones.

*  *  *

Kanna había tenido una estupenda idea. Primero no lo habían entendido, solamente diciendo “Auðumbla”, pero el suyo era un gran plan. Kanna les explicó, de forma bastante simple, que podrían reconstruir el mito de Auðumbla y el gigante Ymir (y qué mejor momento que ese, realmente, no podía ser mayor metáfora del mito). Ya que Uglunn estaba algo alzado, tenían suficiente espacio para poner un “Múspelheim” bajo su barriga, que el calor del fuego de dragón fuera subiendo y fundiera parte del hielo mágico.

—Luego yo haré crecer plantas, raíces y lianas por los trozos fundidos, para que separen el portal del cuerpo de Uglunn y se resbale. ¡Es como la vida que generó Auðumbla con sus ríos de leche!

—¿Quién tiene las llamas más potentes? —preguntó Tohru.

—Creo que yo. Dejo que den vueltas en mi interior durante mucho rato antes de echarlas —propuso Fafnir.

—Adelante.

Le tomó un poco de tiempo, pero acabó echando unas llamas oscuras debajo de la barriga de Uglunn. Él pataleó un poco, como haciendo el esfuerzo de librarse de las llamas, lo que ayudó aún más a deshacer el hielo.

—Por Loki, ¡cómo quema! —renegaba él, con Kobayashi delante.

—Creo que han encontrado un plan.

—Desde luego. —Aunque no parecía enfadado por quemarse.

Al cabo de unos cinco minutos de penuria para el gigante, Kobayashi vio que unas raíces húmedas, como de plantas y flores pequeñitas, se intercalaban entre el pesado cuerpo de Uglunn y empezaba a poder moverse. Además, esas plantas no se congelaban (gracias al fuego que no veían) y se mantenían frescas.

—¡Uglunn! —exclamó Tohru, apareciendo por el portal—. Te estamos a punto de sacar ya, te estás escurriendo de vuelta a Midgard.

—¡Estupendo! ¿Ves? Sabía que lo solucionaríais.

Tohru no entendió y volvió a Midgard de un salto. Las plantas, que ya habían separado casi por completo el cuerpo de Uglunn del portal, estaban creciendo bastante en la Tierra, y ya se temía Kobayashi que no lo pudieran detener. Entonces, los dragones empezaron a tirar del gigante y esta vez sí se movió, hasta que se oyó el sonido de un tapón de botella y el gigante volvió a Midgard, como absorbido. Kobayashi cruzó el segundo portal.

—¿Estáis bien?

—¡Perfecto!

Uglunn se levantaba, rascándose la barriga ennegrecida por el fuego, y los dragones volvían a su forma humana. Lucoa cerró el portal e hizo rejuvenecer las plantas, para que se convirtieran en semillas en su mano.

—Gracias por ayudarme, chicos. Creo que seguiré deambulando por aquí, a ver si encuentro un nuevo rastro.

—Será mejor que no —le regañó Lucoa—. Hay humanos de Midgard buscándote. Toma, mira, te haré un portal a tu medida para que vuelvas a tu casa.

La amabilidad de Lucoa se transformó en dicho portal, y al otro lado solamente se veía roca, pendiente, hielo y colores grisáceos, aunque al fondo se veía un gran color verde.

—¡Mi casa! —se alegró Uglunn—. Gracias de nuevo. Espero que os vaya bien y se solucionen vuestros problemas tan fácilmente como el mío.

Y cruzó al otro lado. El portal se cerró dejando a todos los presentes menos Kobayashi con la duda de a qué se refería con ese último comentario.

Los siguientes fueron ellos. Cruzaron el portal que habían creado para ayudar al gigante y suspiraron aliviados y cansados, sabiendo que volvían a estar en la Tierra. Los dragones notaron mucho el cambio de ambiente, por la falta de magia natural que había.

—De vuelta a la ciudad…

—Nos veremos pronto, gente.

Se fueron dividiendo en grupos y echaron a volar, cada uno a su casa. La sorpresa que se llevarían Takiya y Shota…

Notas finales:

Este capítulo se nota que es un paso medio entre la fiesta y la siguiente parte jeje pero espero que haya gustado igual :)


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