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Y llegaste tú (One-Shot) por Koume

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Notas del fanfic:

Ya saben, los personajes son del gran Yoshihiro Togashi (grande, Togashi, pero ya no te publicarán el manga (;-;))

Notas del capitulo:

Y llegué otra vez, ahora con un Leopika porque se vale variar :v (oigan, me suena a canción de Sin Bandera el título pero shhhh ahora no hablemos de eso)

“Leorio Paradinight.”

Se paró de su asiento y empezó a acercarse al estrado. Estaba estático, su mente estaba en blanco, pero sus píes simplemente siguieron caminando, casi por acto de reflejo.

Por fin, el día había llegado, el momento que tanto ansiaba, por el que tanto trabajó, por el que innumerables noches pasó sin dormir, por el que tuvo que sacrificar sus momentos de ocio, por el que tuvo que arriesgar su propia vida en un maldito examen, por el que tuvo que convertirse en Hunter para lograrlo, había llegado, y no lo podía creer.

Estaba ahí, viendo como el sueño que cultivo desde tan joven se hacía realidad, era verdad, todo esto era cierto, estaba subiendo al estrado y alguien le daba su diploma que lo reconocía oficialmente como un doctor. Escuchó varios aplausos y se colocó al lado de varios de sus compañeros que también se estaban graduando.

Estaba feliz, ¡claro que lo estaba! ¿Quién conchas no lo estaría en su lugar? Pero entonces, si estaba feliz, si se supone que debe estar feliz, ¿por qué siente que algo falta? Claro, eran ellos.

Y en su camino, aunque no quisiera, se encontró con gente que guardan un lugar especial en su corazón, gente que aprecia, que extraña, e incluso admira. Eso era lo que le faltaba, hacía tanto que no los veía. Entre sus pensamientos escuchó gritos y aplausos fuera de lugar, eso ya había cesado, salió de su mente y miró adelante, sus ojos se iluminaron al ver a dos niños pasando un ridículo sólo para felicitarlo, obviamente exageraban los gritos y aplausos, incluso Killua estaba haciendo ese sacrificio, “¡Vamos, viejo!”

Sonrió, como extrañaba aquellos días. Aunque esa felicidad se esfumó al no encontrar a cierto rubio, sinceramente, ¿qué esperaba? ¿Qué mágicamente apareciera allí? A ese punto, ya no era raro que asumieran que estaba muerto, aunque le doliera, cabía la posibilidad y era muy grande.

Después de varias palabras de profesores y directivos, la junta acabó, oficialmente era un doctor y fue libre de bajarse del estrado y dirigirse a los chicos que sacaban lo peor de él, “¡¿SABEN CUÁNTO ME PREOCUPÉ?! ¡MUCHO! ¡MALDITOS MOCOSOS YO-“

“¡Leorio! ¡Deja de gritar!”

“¡Qué bueno es verte de nuevo!” Mientras Killua lo callaba un poco apenado, Gon simplemente se alegraba de que los tres estuvieran allí, el azabache rió ante la situación tan familiar, los buenos tiempos, aunque faltaba alguien, pero los buenos tiempos...

¡Maldita sea! ¿Por qué no salía de su cabeza? ¿Por qué tenía que preocuparse tanto?

“Pues felicidades, Doctor Paradinight.” Killua se burló, el más alto rodó los ojos y revolvió el cabello de ambos chicos, ambos rieron.

“¿Y bien? ¡Vamos a celebrar!” Y esa era una propuesta que ni Gon ni Killua podrían rechazar, ambos chicos asintieron y salieron de la universidad, dirigiéndose a algún restaurante para brindar o lo que sea que se haga para celebrar ese tipo de acontecimientos.

En el camino, una mano le jaló hacía atrás, haciendo que parara la marcha, los dos jóvenes voltearon atrás al no escuchar los pasos del mayor, lo único que Leorio notó es como sus ojos se abrían como platos, los de Gon se llenaron de lágrimas mientras los de Killua de asombro, ¿quién estaba atrás de él?

Y era obvio.

Era la persona que esperó desde el principio.

El que no se dignó a contestar ningún mensaje o llamada.

El que tanto tiempo ocupó en su mente por el simple hecho de que, literalmente, desapareció del mapa.

Volteó atrás para ver los familiares rubios cabellos y ojos grises de Kurapika, vio su cara demacrada, cansada y llevando años encima, los cuales no tenía por cierto, estaba horrible, “Kurapika...”

Y aún con su mala apariencia, a ninguno le importó y Leorio lo abrazó, el más bajo se tensó por un momento, no esperando el abrazo del azabache, pero tarde o temprano terminó correspondiéndolo. Cerró sus ojos dejándose llevar por la calidez de aquellos brazos, se sentía tan idiota por dejar todo aquello que llegó a importarle atrás. Tan. Idiota...

Y entre aquella calidez que le envolvía, desapareció para ser remplazado por un golpe furioso en la cabeza, volteó a ver la cara de Leorio, estaba furioso, casi sacaba humo, “¿¡Y tú qué crees que hacías!¿ ¿¡CÓMO TE DESAPARECES Y APARECES SIN DECIR NADA!?”

Se sobó la cabeza mientras veía al más alto incrédulo, detrás Gon y Killua lentamente se retiraban para dejarles solos, en un punto se fueron corriendo como alma que se llevara el diablo. Le vio directamente a los ojos, dejándole ver su arrepentimiento, sin saberlo lentamente torturaba a Leorio con ese tipo de mirada.

“¡No me veas así! ¡Te lo merecías! ¡Idiota!” Una triste risa abandonó los labios del rubio, arqueó las cejar y empezó a hablar.

“De verdad lo lamento...”

“¡¿Y tú crees que te perdonaré así como así!?”

“No, pero aún así quería decirlo,” Se acercó y colocó una mano en el hombro del más alto, “Ya se los compensaré a los tres.”

El azabache bufó y se dio la vuelta, dispuesto a encontrar a los chicos que se fueron corriendo para ir a celebrar, la voz de Kurapika volvió a detenerle, “Por cierto, felicidades, por fin lo lograste.”

Volteó a ver atrás, dirigiéndole una mirada apática, o un intento de una, porque aunque intentara ocultarlo, era obvio que en el interior estallaba en maldita felicidad, como si un unicornio vomitara arcoíris dentro de su ser mientras nadaba dentro de un estanque de chocolate...O Wisky, sí, definitivamente necesitaba un trago.

Suspiró ante el pensamiento ridículo y siguió caminando mientras ignoraba al kuruta, “Leorio espera, debo hablar contigo.”

“¿Ahora mismo? Si me disculpas, me voy a celebrar mi graduación.” Kurapika asintió comprensivo, pero siguió hablando como si estuviera a punto de explotar.

“Por favor, necesito hablar contigo, ahora.” Y sonaba desesperado, algo que antes, nunca, por ningún motivo o suceso, el rubio haría, eso hacía preocupar al azabache, “Si no lo hago ahora, tal vez nunca pueda... Hacerlo...”

Miró al suelo, demasiado triste, no una tristeza simple, no de esas que se van con helado, estaba triste, deprimido, hundiéndose entre sus propios pensamientos e incluso torturándose. Y a ese punto, Leorio ya no podría negarse a nada, “Habla rápido.”

Y la esperanza regresaron a los ojos del kuruta, nunca había actuado así. Por fin se había deshecho de esa perfecta faceta de persona serena y paciente, estaba dejando ver su preocupación, su arrepentimiento, posiblemente debido al cansancio de... Fuera lo que fuera que hiciera antes de estar ahí.

“Simplemente me quiero disculpar, tienes razón fui un idiota-“

“Uno muy grande.” Fue interrumpido, dejando las palabras en el aire, “-y uno muy grande.” Continuó.

“Les ignoré, a todos, fue mi propio egoísmo el que me hizo actuar así y yo verdaderamente lo siento, no hay forma de que me puedan disculpar pero yo aún así lo hago, lo lamento.”

No dijo nada, no contestó al discurso del menor, no podía, temía que si lo hacía estallaría; en lágrimas, en ira, se sentía como una piñata, adentro podría tener dulces, o gusanos, y los gusanos no son para nada bonitos.

Obviamente, el rubio se empezó a desesperar por la falta de palabras, intentó ocultarlo, un intentó muy pobre por cierto, el azabache suspiró, pasó una mano por su nuca, “Sólo olvídalo, estás perdonado.”

“¿Hablas... En serio?”

“¿Y por qué no lo haría?” Tenía un punto, estaba tan nervioso que no se dio cuenta que todo era tan simple como eso; o estaba tan cansado que no se dio cuenta de que había más que eso y él sólo quería acabar rápido.

“¿Realmente me perdonas?” Si era sincero, no. En ese momento estaba suficientemente enojado como patearle el trasero y que el golpe lo vuele hasta Colombia, pero no, no lo iba a hacer, no quería y no lo haría, no ahora.

“No, pero me preocupas.” Al final admitió, Kurapika alzó una ceja, no entendía como a ese punto le podría importar a alguien.

“¿Te preocupo?” Y el más alto bufó, conteniendo las ganas de gritar, ¿Qué acaso no lo entendía?, “¡Claro que me preocupas! ¿Cómo no hacerlo a este punto?”

Y el rubio le miró confundido, cada vez perdía más la paciencia, y debido a esto, dejó toda cordura y lo sacó todo, gritó lo que quería decir, “¿¡En serio te lo preguntas!? ¡Sólo mírame, Kurapika! ¡Soy sólo una persona normal! ¡Un maldito suertudo que pasó el examen de Cazador gracias a lunáticos y monstruos!”

Y con ese ‘lunáticos’ y ‘monstruos’ sabía que se refería a las tres personas que se volvieron una segunda familia cuando todo terminó, “... ¿Monstruos?”

Se dio un golpe en la cara con la mano bien abierta—un faceplam, en otras palabras—se la pasó por toda la cara estirándola, una forma de des estresarse, “¡Oh vamos! Sólo soy una persona común y corriente, comparados con ustedes, son unos monstruos. Sólo imagínalo, dos niños con fuerza y habilidades sobre humanas, un rubio con también fuerza sobrenatural y ojos que cambian de color, y luego mírame a mí, un tipo que ni siquiera puede pelear sus propias peleas, ¡hay una clara diferencia! ¿No crees?”

Proceso todo lo que acababa de decir, era demasiado, estaba cansado, no estaba seguro de cuándo fue la última vez que durmió y las palabras le caían como balde de agua. Probablemente se le quedó mirando como idiota, lo sabía por la expresión exasperada de Leorio.

“¿Entonces por qué te preocupas tanto por nosotros?” Y ahí, el azabache perdió toda compostura, gritó, y no le importó las personas que pasaran al lado de ellos. Gritó y casi se arranca los ojos, ¿cómo el rubio podía llevarlo tan al borde?

“¡Porque son mis amigos! ¡Me preocupo porque son especiales para mí y son mi maldita familia! ¿Qué parte de eso no entiendes?” No entendía el por qué, las relaciones humanas eran demasiadas complejas y extrañas y en ese momento no estaba ni en la forma ni el modo para pensar claro. Además, no entendía por qué, pasado lo que había pasado, todavía le importaba.

“No entiendo por qué. Por qué todavía les importo cuando literalmente les dejé atrás.” Y Leorio rió, rió como si ya hubiera perdido la cordura, tal vez incluso ya había perdido la cabeza, no se creía nada.

“Kurapika, Kurapika... ¿Quieres que te diga lo que eres para nosotros?” Tragó saliva, ni siquiera esperó por su respuesta para empezar a hablar, “Eres alguien importante, como dije, los cuatro a este punto somos como una familia, ¿sabes lo que se hace en una familia?”

Negó con la cabeza, tenía muchos hermanos, pero todos murieron, ya había olvidado lo que se sentía, “¿Sabes que en una familia, por tan jodida que se ponga la situación, no se deja de querer?”

Y ahí sintió como en cualquier momento lágrimas saldrían de sus ojos, debía quitarse los pupilentes o con las lágrimas la pasaría mal. Rápidamente se los quitó, al parecer Leorio esperó a que terminara, “Pero es que eres un... ¿Cómo decirlo? ¡UN MALDITO IDIOTA! ¡No te importó ni un poco lo que nos pasara! ¡Deberíamos odiarte y no lo hacemos! ¡Yo debería odiarte y tengo muy buenas razones.”

Quedó estático, ¿cuáles razones?

“Aunque no lo aparente, debes admitirlo, soy el más sensato del grupo, alguien que vio como su clan fue masacrado no tiene derecho a tener ese título de ‘sensato’,” tragó saliva, no esperando que hablara de su clan muerto como si fuera a comprar el pan, “Te debería odiar porque me sacas la mierda todos los días, me tomé la maldita molestia de hablarte, preguntarte como estabas y esperar a que contestaras, pero nunca lo hiciste. Debería odiarte porque nunca me escuchas. Debería odiarte por ser tan egoísta, pero no lo hago.”

Suspiró para recuperar el aliento, Kurapika sentía un nudo en la garganta, no estaba en su mejor momento, que le aventaran todas sus verdades en la cara era un golpe bajo, no estaba preparado, “¿Y sabes qué es lo peor? Por casi 20 años, 20 malditos años pensé que era heterosexual, ¡pero luego TÚ, ingrato, te dignaste a aparecer y joderme mi fiesta! ¿Pero sabes que hay algo peor? ¡Lo peor es que siempre me importaste y no me pude dejar de preocupar!”

Y ahí fue cuando rompió en llanto, no sollozaba, pero lágrimas caían sobre sus mejillas como ríos, Leorio se alarmó, pero en ese momento no debía parar con su sermón, “¡Te amé! ¡Mucho! ¡Pero nunca regresaste y no pude decírtelo!”

El azabache se dio la vuelta, Kurapika se quería mover, detenerle, pero no podía, su cuerpo rechazaba hacer algo. Se sentía como basura, Leorio tenía un gran corazón, y él se aprovechó de ese gran corazón, sinceramente pensaba que le perdonaría y todo quedaría como antes, no pensaba que le aventarían un sermón junto a todas sus verdades más dolorosas, pero bueno, ¿Qué más esperaba? Todos tenían un límite y él lo sobrepasó, lo había arruinado.

“Adiós Kurapika, te deseó suerte en... Lo que sea que planees hacer...”

Y comenzó a caminar, el rubio se quedó mirando el suelo, estático, con dolor y un gran nudo en su garganta, lágrimas recorriendo su cara. En ese momento, no podía hacer nada más que odiarse y lamentarse.

No.

Ya no podía seguir así, tenía que aclarar todo lo que había pasado, “Lo que planeo...”

Empezó, Leorio paró pero no miró a su dirección, tal vez así sea más fácil decirlo, “Lo que planeo es... Que me perdones...”

Por acto de reflejo empezó a caminar hacía el más alto, él no se movió, se quedó en su lugar, colocó su mano en el hombro del más alto y este se dio la vuelta.

Y ahí, Leorio sintió un calor recorrer sus labios, una humedad y un sabor fresco. Kurapik había unido sus labios en un beso. Kurapika ya esperaba que le rechazara, incluso se sentiría mejor consigo mismo si fuera así, pero no, el más alto correspondió aquel intento fallido de beso, pasó una mano por su cintura haciendo que se acercara más.

Fue torpe, aunque duradero y placentero, ambos juntaron sus labios y así estaba bien, Leorio seguía increíblemente enojado, pero a ese punto estaba dispuesto a perdonarlo cuando llegara el momento.

Sólo el tiempo lo decidiría, pero por lo menos, así eran un poco más felices.

“PFFF- ¡Míralos! ¿No es lindo?” El albino puso una mano en la boca del moreno por acto de reflejo, evitando que siguiera diciendo sin sentidos.

Tonto, no tan fuerte.” Los ojos ámbar del moreno se pasaron en su cara, y conocía ese brillo, algo estaba por hacer.

Y sí, le plantó un beso en la cara, Killua, evitando su propio sonrojo tomó la mano del moreno y empezaron a caminar, “Eres un tonto, busquemos un lugar donde celebrar.”

Gon volteó a ver atrás, fijándose que los otros dos seguían abrazados, ya no besándose, pero abrazados, “¿Y qué hay de ellos?” Señaló a su dirección disimuladamente,

“Ya nos alcanzaran, por ahora déjalos ser.” Y de nuevo ese brillo y esa sonrisa pícara.

“¿Más tiempo para nosotros no?”

“¡C-CÁLLATE!”

Notas finales:

Me pasé un chingo con las palabras, más de 2000 wow. En fin espero que les haya gustado, y también espero que hayan cantado la canción de Sin Bandera cuando leyeron el título, nos leemos!! 


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