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Ataque furtivo por Snake

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Notas del capitulo:

Buenas... madrugadas?

puaj tuve complicaciones para poder actualizar -puto pc-, pero bueno aquí casi durmiendo sobre este jodido Notebook, he traído una nueva parte de esta furtiva historia.

 

Espero les guste!!

 

8. REVELANDO SECRETOS.

 

...

 

—¡Ah!

Fue azotado contra su escritorio, con vehemencia, arrojando todo a su paso con su cuerpo, carpetas cayeron esparciendo hojas que descendieron como plumas del cielo, todo ahí era un alboroto. Su cinturón fue desabrochado y al acto sus pantalones cedieron hasta el suelo, casi como si fuesen demasiado amplios para su figura.

Ahí estaba Seijuurou, permitiendo que Murasakibara le atacase tan desenfrenadamente, y entonces sintió sobre sus muslos las manos de su alto amante, ahora enredando sus dedos en los costados de su ropa interior, deslizándola lento hasta que alcanzó a su costoso pantalón en la alfombra de la oficina.

Sin mirarle una sola vez, Atsushi introdujo su más que despierto miembro, sin mucha preparación y con bastante lubricante, dentro del cuerpo de aquel hermoso hombre de cabellos rojizos al que estaba sometiendo. Y le vio con detención, aquella piel pálida que parecía porcelana pura, brillando cándidamente por las pequeñas gotas de sudor que le recorrían. Contempló aquellas piernas que temblaban por sus movimientos obscenos al penetrarle con fuerza, esas esbeltas extremidades que al parecer flanquearían en cualquier instante. Y mientras proseguía empujando apasionadamente, sostuvo enérgico el cabello de Akashi, enredando sus dedos en aquellas suaves hebras de aquel peculiar y bello tono.

Y así susurró entonces al oído de su querido Akashi.

—Habla ahora. Lo que tienes para decir, quiero oírlo Aka-chin.

Seijuurou solo respondió soltando un fuerte gemido, apretando sus ojos con fuerza, jadeando y temblando en aquel escritorio que le acompañaba cada día de trabajo. Su cuerpo parecía estar volviéndose loco, a pesar de ser tomado de esa manera casi feroz y sin cuidado, cada fibra de su ser lo estaba disfrutando, siendo arrasado por un placer extraordinario que le mantenía absorto, con la cabeza totalmente en blanco.

—Atsu... —musitó apenas, intentando sostenerse de algún sitio, pero le era imposible ante aquellas sacudidas bestiales de las que era una voluntaria víctima.

—Vamos Aka-chin. Me estoy poniendo impaciente.

Atsushi insistió, estremeciéndose al mismo tiempo al ser presionado tan exquisitamente por su amante, soltando un gruñido de satisfacción, con el cabello desparramado sobre su bello rostro, con gotas de sudor descendiendo por su cien, mientras jadeaba con fuerza clavando todavía más su demandante mirada en Seijuurou.

—A...Ahora... No...

—Aka-chin. —resopló frunciendo el ceño, sujetando ahora las caderas del más bajo, aumentando la velocidad de sus certeros y feroces movimientos.

—Te fui... Ah... —fue interrumpido por sí mismo, mientras arqueaba su espalda y la voz se le quebraba retorciéndose por aquel agonizante deleite. —No, Atsushi...

—¿Qué ocurre? ¿Vas a correrte ya Aka-chin? Y aún no dices nada, que tramposo eres...

—Ngh… te he sido... infiel. Te engañé, lo he estado haciendo por algún tiempo…

Y al terminar de revelarlo todo, con esa voz lasciva y agitada, fue abatido por un orgasmo electrizante, tan intenso, tan único. Y su cálida esencia brotó manchando ese suntuoso traje que aún llevaba en la parte superior de su escandaloso cuerpo.

—Ahh, mira Aka-chin ensuciaste tu ropa. Pero... ¿y eso que importa verdad? Tu cuerpo ya estaba sucio desde antes.

Murasakibara dejó el cuerpo de Akashi, y este cayó arrodillado sin fuerzas, con la mirada un tanto perdida, y todavía recuperando la respiración. Frente a él, Atsushi arregló sus ropas, sin dedicarle una mísera mirada fortuita, anudó su cabellera desarreglada y suspiró profundo, con el disgusto dueño de su rostro, y el dolor apropiándose de su corazón.

—Atsushi.

—No quiero perdonarte, Aka-chin. Tú... me has lastimado realmente.

 

Y ambos corazones cayeron hechos pedazos en aquella oficina, donde tantas veces se dedicaron dulces palabras de amor que ahora estaban desechas.

 

 

****

La vida en la ciudad parecía apaciguarse, y el sabio tiempo brindó un toque de quietud en el corazón de todas las personas, después de todo, habían sido dos largos meses un tanto complicados y dolorosos para algunos, sobre todo para Murasakibara Atsushi, el gran amigo de Himuro Tatsuya.

—Muro-chin. ¿De verdad vas a casarte pronto con Sa-chin?

—Bueno, sí. Ya sabes, Satsuki está bastante emocionada.

—¿Y tú lo estás?

—¿Adónde quieres llegar con esto?

—No la utilices solo para vencer a Aka-chin.

—Ugh...

Himuro no halló respuesta ante eso, después de todos los sucesos ocurridos Atsushi era un ferviente creyente de que su amor con ese engatusador hombre de mirada bicolor tan solo fue un vil juego estratégico. Y por supuesto no quería que nadie más viviera lo mismo que él.

Tatsuya se sintió un poco mal entonces, pero respondió en su mente que últimamente estaba siendo un buen hombre, ya que después de Izuki, no había salido nada bien entre él y algún otro sujeto desconocido. Y se rectificó, no era que fuese un buen hombre a voluntad, simplemente -y por alguna razón desconocida- las cosas no le estaban resultando con nadie más.

¿Acaso el bello Shun le marcó con desgracia para siempre?

Rió evidente ante lo ridículo que se tornaron sus pensamientos al final, y aquella bella sonrisa se desvaneció con lentitud al recordar a ese singular muchacho con esa mirada deslumbrante que no podía olvidar.

¿Por qué? Ya habían transcurrido dos meses, era tiempo suficiente para sacarlo de su cabeza, no lo entendía, y le molestaba. Tal vez todo se debía a que jamás lograron obsequiarse esa “última vez”.

Suspiró insondable.

—Atsushi ya es hora.

—¿Mm? ¿De qué?

—Iremos por ahí, a buscar un poco de diversión. ¡Anímate! Hay un montón de chicos que quisieran atraparte.

Ambos aflojaron el nudo de sus corbatas casi al unísono, ese había sido un largo día de trabajo.

 

 

***

Deslizó su índice sobre el casi perfecto perfil de Izuki, abriendo con el roce esos cautivadores labios traviesos. Y como si quisiera hacerle suplicar de forma desesperada, desabrochó con lentitud cada botón de la pulcra camisa blanca que llevaba el de inolvidable mirada platina. Himuro Tatsuya se quitó la corbata con una calma tortuosa, llevándola entonces hasta las muñecas del hombre que tenía cautivo bajo suyo, las ató con cuidado, minuciosamente, incrementando segundo a segundo las intensas ansias que tomaban posesión de Shun.

Totalmente a su merced.

Así le tenía el hombre del lunar, desnudo, temblando por cada toque ligero que le provocaba gritar por más, atado e indefenso, pero en el fondo le encantaba hasta casi hacerle perder la razón por completo. Deseaba probar los labios de Tatsuya, y disfrutarle solo como él sabía hacerlo, pero este solo le tomó con vigor girándole hasta dejarlo boca bajo, y sostuvo sus caderas apegándolo a su cuerpo.

—Vamos a dejarlo hasta aquí por hoy, Izuki. —se acercó al oído del más bajo. —Hoy pareces más dócil y ansioso de lo que esperaba, que lindo.

 

Y luego de aquellas palabras susurrantes, Izuki Shun despertó de aquel -delicioso- sueño delirante que le entretuvo gran parte de la noche que pasaba a solas en su cuarto oscuro.

—Ugh... ¿qué diablos? —masculló encontrándose con la solitaria realidad, y se percató de que su entrepierna estaba mucho más animada que él mismo. —Estoy tan duro que podría morir.

Una broma, o un regaño a su propio cuerpo, ni siquiera él comprendía la intención de sus palabras, solo sabía que debía ocuparse pronto de aquello, para dormir un poco más hasta la mañana siguiente.

Aunque, ¿dormir? ¿Desde cuándo se había vuelto tan aburrido? Y aún más un viernes por la noche, lo usual sería ir por ahí en busca de diversión y tener una agradable noche después de una atareada semana ¿verdad?

Y entonces, luego de ocuparse de “sus asuntos”, llamó por supuesto a ese incondicional hombre que jamás se negaba ante nada que él le pidiese; su gran Takao Kazunari.  Ese bello halcón del bar gay donde ambos trabajaban, y es que a pesar de estar muy ocupado atendiendo la barra, Kazunari poseía una vista sin igual. Siempre estaba viéndolo todo, pendiente de cada cosa que no estuviese en su lugar, era un gran trabajador y por eso su jefe Reo le quería tanto.

También era un gran hombre, y como todo gran sujeto, aquella vez que perdió su tarjeta de identificación en el apartamento de Ryouta, él optó por la opción correcta. Y a pesar de ser tentado con mensajes como “¿Vendrás esta noche?” Kazunari no le visitó aquella vez, y prefirió buscar sus pertenencias cuando Izuki estuviese cuidando a los mocosos del rubio.

Pero tomar aquella decisión que mantuvo a salvo su relación amorosa, no fue nada fácil para su pesar.

 

Y entonces, Izuki y Takao se reunieron en la avenida más cercana para ambos, se saludaron cariñosamente y se dirigieron a un nuevo club que había abierto sus puertas hace muy poco, y estaba causando gran furor en los adultos jóvenes de la ciudad.

—Dime Takao, ¿cómo conseguiste que nos permitieran entrar a este sitio? ¡Wow, es súper vip!

—Jaja, ¿olvidaste con quien hablas? —respondió sonriente abrazando a su amigo. —Tengo mis contactos. Ah, dime, ¿cómo te está yendo con ese sujeto?

—Todo va genial con Miyaji-san. Es bueno en... eso.

—¡Jajajaja! ¡No hables como un virgen y di "sexo" abiertamente!

—¡Baja la voz, idiota!

—Jaja~

Y así comenzó la noche dentro del club, como era de esperarse adentro estaba colmado de personas suntuosas y refinadas, bellas mujeres y hombres bien vestidos que combinaban de forma perfecta con aquel ambiente tan distinguidamente diseñado. Las luces eran tenues y agradables, mientras que la música suave inundaba exquisita los oídos de los visitantes, y eso dejó boquiabiertos a los amigos recién llegados.

Entre copas y sonrisas, brindis y conversaciones agradables, la noche avanzaba rápido para esos dos atractivos jóvenes que pronto se adaptaron a tal lugar. Les acompañaban dos encantadores hombres de negocio que insistieron en charlar con ellos, todo iba de maravilla, hasta que Takao fue tocado desvergonzadamente por uno de los sujetos.

Aquello enfureció a Izuki, quien le defendió al acto y los hombres que antes parecían cordiales y corteses, se molestaron de inmediato argumentando que fueron ellos quienes los sedujeron para luego negarse descaradamente.

—¡Jodido mentiroso! No vuelvan a acercarse. —escupió Shun de mala gana, a punto de golpearlos, pero sabía bien que debía mantener la compostura ahí dentro.

—Como si fueras a gustarme con esa horrible cara. —agregó Takao burlándose mientras se alejaba junto a su camarada.

Después del mal rato ambos rompieron a reír estrepitosamente, divirtiéndose ahora con tan molesta situación, y en medio de aquellas risas explosivas Izuki divisó algo en el segundo nivel, algo que le hizo callar de súbito.

Sin decir nada emprendió camino apresurado hasta el piso superior, casi voló por las escaleras y se detuvo frente a una hermosa mesa de centro de vidrio negro acompañada por unos sillones aterciopelados. Y claro, Takao le siguió sin pensarlo dos veces.

—¡¿Qué haces con él, jefe Reo?! —cuestionó Shun a los hombres sentados cómodamente en el precioso sillón.

Y ahí se encontraba Reo, evidentemente coqueteando con Himuro Tatsuya, hombre con el cual hablaba en demasiada cercanía, y al lado de esos dos, Murasakibara charlaba con un castaño que sonreía un tanto inquieto.

—¿Izuki...? —Himuro le miró asombrado y casi incrédulo al preguntar aquello. Y vio en primera fila como Mibuchi saltaba a los brazos de Shun, sin entender nada de todo eso.

—Ehh, Shun, ¿qué haces? —intervino Takao tan confundido como el hombre del lunar. —Deberíamos... ¿irnos?

—Reo-san, ¿te estas involucrando con...?

—Eso no tiene nada que ver contigo Izuki. —irrumpió Tatsuya severamente. —¿Qué es lo que quieres?

Y aquella pregunta revolvió la cabeza de Shun completamente. En un acto de extrema impulsividad se dirigió desesperado hasta allá arriba. ¿Por qué? Él también comenzaba a preguntárselo colmado de un amargo arrepentimiento, sólo sintió un deseo irremediable de ir y soltar los primeros disparates que se le viniesen a la cabeza. Era como haber caído en un remolino que le nublaba la visión y todos sus sentidos, sintió tanta vergüenza como pocas veces en su vida.

Esa manera de actuar, por supuesto no era típica en él.

—Ah, yo... lo siento creo que bebí demás. Solo vi a Reo-san y yo... vine sin pensar.

—¡Ok! —se robó la atención Takao aplaudiendo dos veces. —Nos vamos yendo, diviértanse~ sólo vinimos para ver a nuestro jefe.

—No esperaba encontrarlos aquí. —dijo Mibuchi emocionado viendo a sus queridos empleados, y luego de abrazarles una última vez los dejó partir. Sin antes contemplar con seriedad a su querido Shun, como si estuviese analizando todo lo acontecido.

 

Ya afuera del club -que al parecer no les dio una de sus mejores noches- Kazunari plantó su curiosa mirada sobre los bellos ojos de Shun. Preguntando sin mencionar una sola palabra que era lo que pasó ahí dentro, y como era de esperarse Izuki captó aquello enseguida.

Pero este tan solo detuvo un taxi y se subió esperando que su amigo fuese tras él, y así lo hizo. Dentro del automóvil Takao continuó insistiendo con su punzante mirada ansiosa, sin detenerse un segundo.

—No sé qué fue eso Takao. Ya basta.

—Oh, estas súper enojado. ¿Hay algo que no me has contado? ¡Estoy tan herido!

—No hay nada, nada.

—¿En serio? Y si... —rodeó el cuello de su amigo con su brazo, aproximándose. —¿Y si te cuento mi secreto, me contarías el tuyo querido amigo?

—¿Tu... secreto?

Takao sonrió con malicia, pero aquella sonrisa repleta de picardía se esfumó al instante, transformándose en una expresión que manifestaba nada más que dolor, sorprendiendo de sobremanera al joven Izuki Shun.

—¿Takao?

—Hey... —acercó sus labios hasta el oído de Shun. —Creo que tal vez no he sido un muy buen sujeto como parece. He estado hablando por mensajes con un... hombre que me interesa más de lo que debería.

—Espera...

—Ese sujeto es... Kise Ryouta-san.

—¡¿K-Kis...?!

—Y ahora... —calló a Izuki colocando su dedo índice sobre los labios de este. —¿Vas a decirlo? Que te has enamorado de él.

¿Acaso un gran secreto fue revelado ante el mismísimo Izuki? Era imposible, al menos él así lo creía, de ninguna manera aquello podía ser cierto. Era mentira, mentira, apenas y compartió con Himuro algunos días, enamorarse en tan poco tiempo era irreal.

¡Era jodidamente imposible!

¿Verdad...?

Y con la mirada perdida, guardó silencio, sin lograr encontrar una respuesta para decir.

 

Notas finales:

Gracias por leer!

Cualquier falta ortográfica o errores de redacción, etccccc, son parte de la edición -de útima hora- envuelta en mucho sueño JA. Disculpen cualquier molestia y eso ;-;

Bye, que tengan un buen viernes!

 

CAMBIO Y FUERA-


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