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Ataque furtivo por Snake

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Notas del capitulo:

Hola!!

:c iba tan bien actualizando cada semana y ahora tardé un montón

Para que hablar más sobre eso.

 

En fin! más que pinceladas del pasado se toman este capítulo y se desata un encuentro que esperé mucho.

 

Espero les guste -no se aburran- y graciaaaaas por sus rw

 

9. UN POCO DE MÍ, UN POCO DE TI.

 

...

 

Decir que su vida escolar fue maravillosa sería una total mentira. Cuando era más pequeño sus compañeros le molestaban diciendo que tenía “rostro de chica”, algo en realidad exagerado, y es que simplemente sus facciones eran un tanto delicadas y bellas, y sus largas pestañas oscuras destacaban demasiado. Aun así, para los crueles niños que le rodeaban eran razones suficientes para hostigar a Shun y aislarle todo el tiempo.

Pero él no le daba importancia a aquello, su padre se encargaba siempre de mantenerle firme y fuerte, le criaba de esa manera con todo su amor y dedicación

El tiempo transcurrió y llegó a la preparatoria, ahí fue el primer sitio donde hizo lo que se podría llamar un amigo, y es que a pesar de las cosas que sufrió antes, era poseedor de una buena personalidad, fresca y sin resentimientos. Las cosas parecían ir bien en ese nuevo ambiente, sin embargo, encontró ahí a sus viejos compañeros del pasado, quienes para su sorpresa tan solo le entregaron hostiles miradas despectivas, nada más que eso.

El año escolar avanzó, y mantenía con su salón una relación distante pero no mala, él se comportaba agradable con el resto y hasta parecía que su solitario pasado no le afectaba.  Pero en realidad no era así; Izuki Shun tenía problemas para confiar en el resto y formar relaciones más profundas. Por lo que el contacto con los demás solo era simple y superficial cordialidad. Nada más allá.

Pero existía una excepción. Una persona, solo una persona en toda la escuela tenía su total confianza y cariño, se trataba del presidente de su clase, con quien logró congeniar, con quien logró sentirse cómodo y feliz. Su primer amigo y su primer amor.

Comenzaron una secreta relación amorosa, una que perduró hasta casi el término del año escolar, un romance que tuvo un bello inicio, pero un lacerante final.

Shun se entregó de todas las maneras posibles, estaba loco de amor, aferrándose a fuertes sentimientos que a su corta edad creía eternos. Pero ese sujeto solo se comportó como un maldito idiota, negándolo todo cuando fue descubierto ese amorío secreto, diciendo fríamente ante todos que Izuki le sedujo primero. Que Izuki solo era una perra que abría sus piernas ante cualquiera, que Izuki Shun no era en absoluto importante para él. Y jamás volvió a hablarle.

Y así fue como su corazón fue hecho trizas, y su reputación en la escuela resultó de ese modo desastroso. Él sólo era una puta sin valor ante los ojos de todos.

Y comenzó a ser aislado por eso, los viejos compañeros del pasado reaparecieron para hostigarle otra vez, y ya nadie le quería a su lado.

Día tras día, siempre lo mismo. Crudos insultos eran escritos en su banco y casillero, siempre humillándole y entonces cuando se hartó de todo, se convirtió en un delincuente más. Un chico que ante la primera cosa, solo lanzaba golpes a sus acosadores, solo se estaba defendiendo, pero le trajo duros problemas escolares y familiares.

Sus calificaciones bajaron y su madre le observaba cada vez con más decepción. Ella repudiaba los aretes y perforaciones que llevaba su hijo, odiaba su violenta forma de ser y esa actitud que llamaba “incomprensible”.

¿Tal vez le odiaba totalmente?

 

Incluso su familia le distanciaba. Menos su adorado padre, quien siempre le veía con una bella sonrisa acogedora en su rostro, y entonces todos sus problemas parecían desaparecer.

Pero la vida tal vez no deseaba ver a Izuki sonreír, y le arrebató a su padre, quien murió en manos de un ladrón que le atacó a pocos pasos de su casa. Shun le encontró desplomado en la acera, sangrando, dando sus últimos respiros, mirándole con amor por última vez.

Todo se derrumbó sobre sus hombros.

Ya no tenía nada, ni a nadie, estaba solo.

 

Tan solo.

 

—¡Jodida puta no estés llorando en la escuela, es asqueroso!

—Ya déjalo, oí que su padre murió hace unas semanas.

—¿Y eso que? ¿No es lo que merecen las perras como él?

—¡Jajajaja! —rieron estrepitosos todos los chicos reunidos cerca de Shun.

—¿Estás lloriqueando porque nadie quiere acostarse contigo? —agregó otro de ellos acercándose a Izuki. —Nadie quiere follarse a una basura como tú.

—Es cierto. Dime Izuki, ¿cuantas pollas has tenido dentro al mismo tiempo? ¡Jaja, hey responde! —exclamó tironeando los cabellos del chico. —¡Sucia perra!

 

“¡Siempre estás dispuesto a abrirte con quien lo pida!”  “¡¡Pedazo de mierda!!”  

“¡¡Siempre estarás solo!!”

 

SIEMPRE ESTARÁS SOLO.

 

—¡Ah...!

Despertó agitado. Jadeando con fuerza, levantándose abruptamente en medio de la oscuridad. Limpió de su frente el sudor frío que le recorría, y es que soñar con tales episodios del pasado revolvía todo dentro de sí.

Una vez pudo recuperar la respiración se levantó totalmente, y fue en busca de agua, la que bebió de forma casi desesperada.

—Ugh, mierda... ¿por qué soñé… con eso? Que jodidamente molesto.

Shun volvió a la cama entonces. Y se durmió pocos minutos después como si nada.

 

Al día siguiente se reunió con Miyaji en un café popular del centro comercial, ambos parecían tener una entretenida conversación y sus cálidas risas atraían la atención de más de algún otro cliente del lugar.

Miyaji Kiyoshi no era su novio ni nada por el estilo, sólo estaban saliendo hace dos semanas, sin compromisos claramente, y es que así le gustaban las cosas al bello camarero. Se conocieron de casualidad una tarde en la biblioteca de la universidad, y no pasó mucho tiempo para que continuasen conociéndose un poco más bajo las sábanas. Se llevaban bien y el rubio estuvo de acuerdo con la forma en que Shun prefería las cosas, sin embargo, muy dentro de su corazón Miyaji ocultaba nacientes sentimientos de pertenencia.

Él estaba comenzando a desear monopolizar a ese peculiar y bello hombre de inolvidables ojos grisáceos.

—¡Oh, es Kise-san! Atenderé el llamado afuera Miyaji. Regreso enseguida.

—Bien, no me culpes si bebo tu latte.

—Hey. —sonrió. —Lo llevaré conmigo entonces.

 

Y tal como lo dijo, fue con su vaso y contestó el llamado del carismático hombre de cabellos dorados. Se mantuvo afuera un poco más, y puso entre sus labios uno de sus cotidianos y favoritos cigarrillos, el que encendió segundos después de observar atentamente el fuego que emitía su viejo encendedor.

Poco a poco, lentamente el cigarrillo fue extinguiéndose, siendo consumido por un pensativo Shun que detuvo su mirada en lo alto, clavándola en ese cielo manchado por las inmensas nubes. Dejó ir los últimos rastros de humo y pisoteó la colilla sobrante, y cuando levantó la mirada se estrelló bruscamente con un hombre, derramando su -ya tibio- café sobre este.

—¡Ack! ¡Diablos, lo siento!

—Mierda... ¡fíjate por do...! Ah, ¿Izuki?

—Oh... Himuro.

Ambos cruzaron sus sorprendidas miradas. Y guardaron total silencio.

 

 

***

Se bajó del automóvil con los ojos brillantes, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Y es que no es sorprendente que un pequeño se deslumbrarse al ver tal paisaje embriagador.

Frente a él había un prado enorme, que no parecía tener un final, tan verde, con tantos e inmensos arboles a su alrededor. Era un sitio tan vasto para él, que aparentaba ser infinito. El pequeño Tatsuya corrió emocionado, como si se dirigiera al paraíso mismo, y entonces divisó metros más allá bajo un gigantesco arce de bellas hojas, una frazada sobre las hierbas y sentado sobre ella a un niño, era Akashi Seijuurou.

Seguido todo el tiempo por una alta mujer de traje, Tatsuya corrió con mayor entusiasmo hasta ese niño que aguardaba sentado, su felicidad destellaba más que antes y sus mejillas se tiñeron de un adorable tono rosa.

—¡Sei-chan! ¡Estoy aquí, Alex-san me trajo en secreto!

—Um... Tatsuya-nii. —respondió el pequeño dos años menor. Posando su bella mirada carmesí en aquel entonces, sobre el sonriente Himuro. —También he venido en secreto.

—Tendremos un día de campo, ¡pero no pensé que sería un lugar tan bonito! Y hay un montón de aves sobre nosotros, busquemos más animales después, ¿si? —agregó sosteniendo las manos del contrario, quien parecía un poco más callado y contenido que Tatsuya.

—Yo... Yo quiero... —desvió la mirada. —Quiero jugar más con Tatsuya-nii. Cada día, todos los días.

—Sei-chan. —entristeció en cuanto apreció esa afligida expresión en su querido medio hermano. —Vamos a vivir juntos. ¡Si, lo prometo! ¡¡Pronto creceremos, y podremos jugar cuanto quieras!! ¡Te llevaré conmigo y estarás a mi lado, para siempre!

Los llorosos ojos del bello Seijuurou brillaron esperanzados, fue total y completamente conmovido por aquellas sinceras palabras de Himuro. Y sellaron aquella dulce promesa con un cariñoso abrazo, mientras eran observados por la alta mujer rubia que llevó a Tatsuya hasta ese encuentro secreto.

Los ojos de la mujer se humedecieron sin que pudiese evitarlo, y es que ellos eran separados constantemente, Alex pudo sentir con fuerza los puros sentimientos que esos dos pequeños se entregaban cada oportunidad que encontraban. Y Justo en ese mismo instante fue testigo también de la aparición de las madres de ambos, totalmente enfurecidas.

Esa fue la última vez que Tatsuya y Seijuurou pudieron abrazarse tan cálidamente.

—¡¡TATSUYA-NIISAN!!

—¡¡SEI-CHAN, MAMÁ DEJAME IR!! ¡SEIJUUROU!

 

Fueron alejados del otro entre lágrimas y sollozos, entre gritos y más llanto. Sin compasión.

 

“¡Te llevaré conmigo y estarás a mi lado, para siempre!"

 

—Muro-chiiiin~ no te duermas en el trabajo.

 

Abrió los ojos y a pocos centímetros de distancia se encontraba Atsushi viéndole con detención, mientras le sostenía el flequillo que cubría su rostro habitualmente. Reaccionó a los pocos segundos y una amarga sensación se apoderó de su cuerpo. Aquel sueño, esos recuerdos de su infancia que creía olvidados, le sorprendieron en demasía.

Himuro había olvidado por completo todo eso, esos auténticos sentimientos de dos ingenuos niños, pero ya nada era ni seria de ese modo, nunca más.

—Ellos de verdad se esforzaron en hacernos dos adultos despreciables... —murmuró para sí mismo, llamando la atención de su alto amigo.

—Muro-chin está triste.

—¿De qué hablas? ¿Y en qué momento me dormí? Demonios...

—Solo me fui por una hora y te aprovechaste de la situación. Vamos a la reunión con Shikatani-san.

—Ah, cierto, cierto. ¿Dónde es?

—¿Muro-chin lo olvidó? Raro. En el salón de arte Taemin. Cerca del café que visitamos el otro día.

—Ya veo. ¡Buen chico, Atsushi! Te has ganado un pastel. —le sonrió a su amigo, quien le vio emocionado. O más bien, fue Tatsuya quien pudo captar la emoción en su rostro.

 

Poco después, hartos del tráfico que les atrapó en una gran avenida, Atsushi y Tatsuya abandonaron antes de tiempo el suntuoso automóvil que les llevaba hasta su destino, y es que después de todo, siempre era mejor opción transitar en medio del agradable aire fresco.

Caminaban a paso lento y relajado, Himuro llevando sobre él un largo abrigo ante las frías brisas que poco a poco abrazaban la ciudad, mientras que Murasakibara solo se contentaba con sus negros guantes de cuero. Sin desearlo, atraían miradas por doquier, era algo agotadoramente incesante para Atsushi, pero Himuro ya estaba demasiado acostumbrado a eso. Y es que era raro ver a dos hombres tan apuestos y al mismo tiempo tan elegantes cruzando por ahí como si nada.

Precisamente en el momento en que los dos hombres comentaban ese tema, Himuro se estrelló bruscamente con un hombre que derramó café sobre sus sofisticadas ropas de gran valor.

—¡Ack! ¡Diablos, lo siento!

—Mierda... ¡fíjate por do...! Ah, ¿Izuki?

—Oh... Himuro.

 

Y él silencio se hizo dueño de la situación. Pero sólo hasta que Murasakibara intervino posando su palma sobre la cabeza de Shun.

—Muro-chin, ¿quién es él?

 

Himuro Tatsuya, la última persona que Izuki deseaba ver después de aquello, y con aquello se refería al desafortunado encuentro de hace cinco días atrás. La noche en que Shun visitó un club popular donde halló a Himuro junto a su querido jefe Reo, esa MALDITA noche donde actuó de forma inesperada, comportándose como un molesto e irritante sujeto celoso.

Todavía odiaba recordarse en esa extraña circunstancia.

Le avergonzaba como nunca antes.

 

—¿Qué... que hace un sujeto como tú en un sitio como este? —habló Shun intentando mostrarse natural y relajado.

 

Y entonces Himuro solo le presentó a su amigo, quien todavía mantenía su mano sobre la cabeza del chico de las entregas. Shun aún un tanto desconcertado, insistió al hombre del lunar para limpiarle un poco antes de que se marchase, y este acepto sin pensarlo mucho, pero dentro del lugar Izuki fue invadido por un detestable sentimiento de incomodidad.

Ya que presentar a Himuro y a Miyaji fue un poco extraño. Tal vez demasiado.

Presuroso llevó a Tatsuya hasta el baño, donde solicitó que se despojara de su costoso abrigo, y finalmente ya se sentía más tranquilo. A medida limpiaba la prenda del más alto, comenzó a inquietarse nuevamente, esa era la primera vez que volvían a estar completamente a solas desde la última vez, y de alguna forma eso hacía a su corazón saltar desmedidamente dentro de su pecho.

¡¿Por qué?! Se reclamó molesto.

Y entonces algo capturó su atención. Ahí estaba Himuro, desabotonando su pulcra y fina camisa manchada también. Shun se preguntó un tanto alborotado en que momento ese hombre se había quitado tantas de sus prendas justo frente a él.

Tragó en seco.

Ese jodido idiota era demasiado sexy.

—Diablos, realmente traspasó hasta mi piel. Izuki dame esa toalla. ¿Izuki?

—Ah, sí, si claro. Aquí tienes.

 

Sus ojos eran atraídos como imanes, hasta esa suave y tentadora piel que Tatsuya limpiaba con lentitud. No podía evitarlo, ¿cómo hacerlo? Ese abdomen que parecía esculpido por dioses se asomaba a través de la camisa, y aquel pantalón que dejaba ver esas sensuales marcas del oblicuo, comenzaron a subir la temperatura del atrevido espectador en el que se convirtió Shun.

Desvío la mirada al encontrarse cayendo por ese hombre, como si se tratase de un delicioso fruto prohibido, y se acercó torpemente al lavabo para humedecer su rostro. El agua fría nubló sus pensamientos y logró distraerle unos cuántos segundos, pero repentinamente fue acorralado por Himuro, y sintió la presión de su cuerpo en el suyo, tensándole de pies a cabeza.

—¿Qué haces mirándome de ese modo, chico pervertido?

—¡Agh...! Himuro, me asusté.

—¿Que tienes? —habló al oído de Shun. —Hoy pareces melancólico, no eres el mismo de siempre.

—Ah... —fue sorprendido. Esperaba oír cualquier cosa, menos algo como eso. ¿Cómo es que con tan solo verle unos pocos minutos, él pudo descubrir lo que ocultaba tan bien?

—Solo me bastó ver tus ojos... —rozó sus labios en el lóbulo de Shun, mordiendo uno de sus aretes. —Verlos una vez para descubrirte.

—Tú... —se giró veloz, empujándole ligeramente. —No actúes como si fuese un libro fácil de leer, me molesta. ¿Qué hay de ti eh? —sonrió con un toque de satisfacción. —La tristeza que se refleja en tu mirada es taaan evidente. ¿Tuviste un mal sueño o qué?

—Hm, quien sabe... Izuki.

 

Ambos se vieron un tanto desafiantes, divirtiéndose con todo aquello que no hacía más que exponer sus sentimientos sin hablar tanto sobre ellos. Pero aquel juego era demasiado entretenido y estimulante. Sus miradas cambiaron, tornándose más anhelantes e intensas, era confuso, pero se sentía demasiado bien.

Y entre esas apasionadas miradas, Shun sujetó con fuerza la nuca de Himuro, y este casi al mismo tiempo sostuvo con posesividad la mejilla del tentador camarero, alzando su rostro hacia al suyo, deslizando luego su pulgar sobre los hermosos labios de Izuki.

—Ya descubriste un poco de mí, y yo un poco de ti. ¿Qué harás ahora Himuro?

—Voy a besarte.

Notas finales:

Muchas gracias por leer.

 

Pienso que pronto subiré un próximo capítulo (ya lo estoy escribiendo) y siento mucho -otra vez- tardar en actualizar. <3

 

Nos leemos, saludos y tengan buen día (tarde o lo que sea) XD

 

adiooooos.


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