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The Man Comes Around por Just_a_strange_shipper

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Notas del fanfic:

Disclaimer: sigo añadiendo estas cosas, porque no me pertenece ningún personaje sobre el cual escribo.

 

Dicho esto, la mera explicación del fanfic, es que ayer, relativamente pronto, vi la película de Logan, y el personaje de Caliban (en sí todos) me encantó, y la mecánica relación que mantiene con Logan es... en fin, muy graciosa, dentro de lo precario de su situación; La película fue excelente, con muchos feelings, y prometo traer algo más happy aff, un fanfic en el que Laura llame a Caliban "mami" o cosas por el estilo y Charles empiece a reirse porque Logan y Caliban se quedan "¿qué mierda acaba de decir la niña?".

 

NADIE MERECÍA LO QUE PASÓ TWT

Bueno, dicho esto...

 

Advertencias: algún mal vocablo, spoilers leves.

Todo se fue a la mierda. Tampoco se molestó jamás en ocultarlo, una vez ese puto veneno le empezó a recorrer las venas, su mundo ennegreció, la esperanza fue desquebrajándose poco a poco hasta quedar cenizas, polvo. Recordaba la bala, la mera idea de un suicidio... si tuviera corazón, lo haría, apretaría el gatillo, y redimiría sus pecados, los cuales hedía desde más de veinte años.


Y cada noche que la demencia de Charles le hacía olvidar su nombre, cada noche que llegaba a ese lugar implantado en la nada y desprovisto de clemencia divina, cada noche que se dedicaba a destrozar a puñetazos el primer objeto que viera hasta no sentir nada más allá que carne machacada, que sus nudillos destrozados... cada noche que así sucedía, que según llegó a enumerar no fue una sola, cada noche perdía más la mente, respirar se dificultaba, no por las heridas abiertas y putrefactas que dejaron de sanar, sino por la estupidez que antojaba continuar inhalando y exhalando. Sin embargo, algo cambiaba mientras se abrazaba a una botella de whisky y aguardaba por unas lágrimas que no llegarían.


Caliban, indaga, su pesado cerebro.

 

No supo exactamente un cómo ni un por qué, pero recordó al mutante albino y sonrió rememorando las veces que quiso reparar aquellos vasos que estampaba contra el suelo comprando nuevos. Pronto el pensamiento se marchitó, y floreció el nuevo concepto de que, probablemente, aquel en quien pensaba, habría fallecido de una forma horrible.

 

¿En qué difiere querer morir a estar muerto?

 

Cada noche que, efectivamente, moría un poco más, llegaba ese estúpido Quasimodo, a vendarle y a darle miradas profundas, que dada su mórbida pérdida de visión ya no podía apreciar con misma exactitud. Caliban fue consciente de que dejó de dormir, fue consciente de su alcoholismo, y solía echarle reprimendas, cual, porqué no admitirlo, esposa cabreada. Esos ojos azul enfermizo le fundían.

 

 

La química mutua vendría siendo inexistente, discutían cada día, pero luego, oh, santo cielo, momentos así, en los que el otro hombre apaciguaba a la fiera, la curaba, acunaba y mantenía un silencio inquebrantable, reconfortante, parecía que el plomo ceñido a su espalda, la carga pesada de toda su vida, se repartía.

 

Si le preguntaba motivos, el contrario desviaba el tema de conversación.

 

Evocó al recuerdo de una noche, muy ebrio, muy perdido, que aplastó sus labios juntos... Caliban no se separó... O, también, la maldita sonrisa del astuto albino al verle con las gafas. Se le acercó, silbando una canción pegadiza, le quitó la etiqueta, la cual por su descuido continuaba puesta, y se marchó tal cual arrivó. Siempre tuvo presente que no duraría, que él no les acompañaría al barco, sin embargo, fue un punto de apoyo, un pilar indiscutible y necesario, que estuvo ahí en todo y para todo. Que en roces fortuitos, rogaba porque su maltrecho y decrépito ser continuara adelante, que su corazón no dejase de latir.

 

Unos cuantos anocheceres previos a no volverlo a ver, reanudó esa dichosa canción

— ¿Qué tarareas tanto?

— The Man Comes Around, de Johnny Cash. ¿Te molesta?

—Cantas fatal. —mintió.

—Dios. Logan... iré a preparar té.

—No. —cree exclamar, sosteniendo el antebrazo del otro hombre con fiereza, ahí, en la nocturnidad de la frontera con México—. No te vayas.

 

Probablemente, aquella fue una de las pocas noches en las que no solo durmió, sino que soñó, y no con Jean Grey. Si simplemente se pudiera reparar lo maltrecho, hubieran encontrado un camino, un hogar.

Notas finales:

Criticas, aceptadas. Espero que os haya gustado, oh valerosos que habéis leído hasta aquí.

 

Un grato saludo c:


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