Caminé por los pasillos de aquel edificio, subiendo al mismo tiempo las escaleras. Debía admitir que estaba bastante nervioso porque ese liceo a diferencia del anterior en donde estaba no lucía bonito… ¡No! Era todo lo contrario; las paredes estaban manchadas y tenían escritos en ellas cosas ofensivas que claramente iban dedicadas a otras personas. Temblé, sí, lo hice del miedo porque si ahí hacía algo estúpido como en el anterior me iba a ir mal y seguramente lo regarían y adiós a mi reputación.
Antes de entrar al salón que según el horario era donde vería clase esa primera hora arreglé mi chemise marrón, quitando cualquier imperfección de ella y respirando profundamente entré, pidiendo el permiso del profesor que desde su escritorio hablaba tranquilamente con sus estudiantes, los cuales al verme se quedaron atentos a mi persona. El profesor se levantó sonrientemente del asiento y captó la atención de todos sus estudiantes.
-Era lo que le decía chicos, desde hoy tienen un nuevo compañero así que sean amables con él, ¿de acuerdo?- Todo en el salón asintieron de buena manera y luego me miró. - ¿Y cuál es su nombre, joven?
-Yo…eh…Mi nombre es Daniel, Daniel Chen.- Me presenté e incliné mi cabeza en saludo lo que hizo que varios soltaran una risita, avergonzándome.
-Es un gusto joven Daniel, yo soy su profesor de psicología, Marcilio Gonzales, ahora tome asiento para comenzar la clase.
Inmediatamente asentí y caminé entre los estudiantes, buscando un asiento libre hasta dar con una cerca de una ventana, detrás de un chico que escuchaba música con uno de sus audífonos y una chica que miraba su celular. Tomé asiento en silencio y como el buen estudiante que soy después de todo presté atención a la clase de psicología, la cual por cierto era muy interesante con ese profesor tan agradable.
Cuando el profe salió del salón e iba a estirar mi cuerpo sentí la mirada de dos persona en mí quienes para mi sorpresa eran los chicos que mencioné anteriormente y que ahora me veían ambos con una gran sonrisa. La primera en saludar fue la chica.
-¡Hola chico nuevo! ¡No sabes lo raro que es tener a un chinito de compañero de clases y que para rematar es tan bonito como tú!
-Calma Estefanía, vas a asustar al chico.- Esta vez habló el chico quien apenas y era unos centímetros más alto que yo. –Mi nombre es Joel, no te saludé antes porque estaba pendiente de la clase.
-¡Y mi nombre es Estefanía aunque ya te lo haya dicho él!- La chica realmente asustaba y no me refiero a que fuera fea, porque era bonita es sólo que era muy energética.
-Es un gusto conocerlos, chicos.
Para mi sorpresa aquel peculiar par era muy agradable, me dijeron algunas reglas que el profesor de la clase tenía y otras más sobre los otros profesores que luego conocería, incluso me sorprendió saber que teníamos gustos muy parecidos y eso me animó porque al menos tendría de que hablarles pero lo que más me llamó la atención fue cuando comenzaron a hablar sobre sus contantes discusiones con los de ciencias.
A ver, les explico. A diferencia del anterior liceo donde estaba el cual cabe resaltar era privado y para niños ricos porque no voy a negarlo, mis padres están bien acomodados económicamente en este al llegar al cuarto año habían dos opciones, la primera era el irse por ciencias y la segunda por humanidades, la diferencia entre ambas es que por ciencias veías física, química y biología mientras que por humanidades ellas eran sustituidas por idiomas, francés y latín. Y al parecer el simple hecho de esa diferencia hacía sentir a los de ciencias superiores y siempre estaban en constante peleas con los de humanidades.
Parpadeé mientras me contaban aquello pero me hicieron saber que si no me metía con algunos yo estarían bien. Luego de eso salimos del salón y tanto Joel como Estefanía me enseñaron todo el instituto, desde donde estaba la dirección hasta donde estaba los baños y las oficinas alejadas de los profesores de Educación física. Decidimos aprovechar de comer en la cantina y luego de comprar lo que se nos antojó tomamos asiento en una de las mesas cuatro grandes mesas que estaban, hablamos animadamente un rato hasta que la presencia de dos personas nos hizo voltear a verlos.
Si mi buena memoria no me falla a ninguno de los dos lo vi en el salón pero era claro que como nosotros eran de 5to año. Una de las dos personas era una chica, tenía el cabello largo y liso con las puntas verdes, no era morena ni blanca, usaba lentes y parecía agradable, el chico con el que estaba era sumamente alto, al menos mediría más del metro ochenta, tenía el cabello negro, ni largo ni corto, su ropa estaba toda desordena y sus facciones eran muy masculinas, en pocas palabras ese chico era guapo, guapísimo y sé que no era el único en pensarlo cuando vi a mis dos compañeros mirándolo de manera babosa.
-Ya te dije Karen, deja de estar siguiéndome a todas partes como un perro, eres demasiado ladillosa.- Su voz me hizo dejar de pensar en lo tontos que mis nuevos amigos lucían y volteé a verle, parecía molesto.
-Pero Ricardo, bebé, no seas así conmigo después de lo que pasó.
-No pasó nada joder, simplemente follamos.- Abrí los ojos con sorpresa al escucharlo y creo que el chico lo notó porque me miró un momento para luego seguir hablando. –Que te la haya metido no significa que ahora seamos novios o algo así que ahora vete y déjame en paz, putilla.
La chica hizo una mueca de disgusto y al ver al chico tomar asiento y no prestarle atención se fue, dejando al tal Ricardo tranquilo, el mismo llevó una mano a sus cabellos y suspiró, alzando la vista hasta nosotros. –Hola chicos. Disculpen eso pero ya saben cómo es.
-¿Te la sigues cogiendo, Ricky?- Preguntó Estefanía mirándole con curiosidad mientras llevaba el tequeño a su boca y le daba una mordida.
-No había nada mejor y ella me abrió las piernas solita, como negarme a un buen polvo con una puta, ya saben cómo tiene habilidad.
-Eres un cerdo.
Vi como los tres estallaron en risas y el chico alto volteaba a verme, sonriendo.
-Eres el nuevo de humanidades, ¿cierto?
Asentí ante su pregunta y sonreí ligeramente, que me mirara tanto era incómodo.
-No creí que el nuevo iba a ser chino, espero que sepas hablar español.
-¡Claro que sé hablar perfectamente español!- Dije rápidamente, frunciendo un poco el entrecejo al verle reír nuevamente. –Además no soy chino, soy venezolano. Nací aquí y esa es mi nacionalidad así también tenga la china.
Deje saber aquello y sin más seguí comiendo, el chico después de eso se excusó porque debía entrar a clases y volvimos a quedar los tres en la mesa.
-Ese era Ricardo, digamos que es el gánster del liceo y el más guapo.- Dijo Joel tanteando la mesa con sus dedos. –Es aterrador pero es un buen tipo, Estefanía y yo los conocemos desde hace mucho tiempo, es dos años mayor que nosotros.
La chica sintió y yo les miré confundido, ¿Era dos años mayor y todavía estaba en el liceo?
-Tiene diecinueve, nosotros tenemos diecisiete. Comenzó a estudiar tarde por asuntos de su familia.- Explicó vagamente la chica y luego se levantó a arrojar la basura en la papelera. –Debemos ir nosotros también a clases, chicos. ¡Vamos, vamos!
Tanto Joel y yo asentimos y nos levantamos repitiendo su acción para irnos a clases, es día a diferencia de lo que creí que sería fue agradable. Los profesores eran bueno y explicaron bien las otras dos clases que vi ese día, mi dos nuevos amigos era muy buenos, incluso me acompañaron hasta que tomé el bus para irme a casa porque a diferencia de ellos yo tomaba otro.
Les conté a mis padres como estuvo mi día y me sonrieron, aunque tenía dinero ellos no solían creerse la gran cosa y eran bastante humildes.
Quizás estudiar en un liceo público no era malo.