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30. La amenaza de Jaehyo (01) por dayanstyle

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Jaehyo observaba cómo su pequeño cervatillo bailaba de forma seductora. Cuando entró al club y vio a Tae Yong intentando seducir a Min Hyuk, le tomó cada onza de control no matar al vampiro.

 

Mandó una advertencia mental a su aquelarre, dejándoles saber que Yu Kwon y Min Hyuk eran sus parejas y  que  estaban fuera de sus límites. Ahora que era de público conocimiento, ambos tenían que ser protegidos.

 

Si fueran a casa esta noche, lo que sería un enorme , Hong Bin, su segundo al mando, tendría que ir con ellos y vigilarlos.

 

No me gusta la forma en la que baila - se quejó Yu Kwon.

 

Se está expresando a sí mismo. No hay nada de malo con ello, pequeño - Jaehyo cogió a Yu Kwon del taburete y lo  llevó a su sala privada encima de la pista de baile, desde donde podía observar a su otra pareja.

 

No podía apartar sus ojos ya que Min Hyuk bailaba para él. Era una obra maestra. Cuando bailaba, su pequeño cuerpo fluía como seda en el viento, con sus manos explorando cada parte de su pequeño y delgado cuerpo. Jaehyo podía  sentir  la  picazón  de sus colmillos por  probar  al dulce  hombre.

 

Me sigue sin gustar. Mira cómo los demás hombres lo miran. Como si quisieran comérselo vivo - Yu Kwon dijo bruscamente apuntando hacia la multitud de  abajo.

 

Lo hacen.  Pero ninguno de ellos lo tocarán.  Te lo aseguro.-

 

«Eres muy hermoso, pequeño cervatillo».

 

Min Hyuk miró alrededor y luego arriba, sonriendo dulcemente cuando se centró en Jaehyo.

 

Debería estar aquí arriba con nosotros. - Yu Kwon era como un perro con su hueso en lo referente  a  Min Hyuk.  Era  tan fiero  como  un pitbull.

 

¿Ustedes dos son amantes? - Jaehyo dejó de mirar al pequeño pícaro de abajo, para mirar a Yu Kwon. Deseaba tener la respuesta correcta, pero Jaehyo no iba a contener la respiración. Yu Kwon era un hombre muy testarudo.

 

Los ojos de Yu Kwon se oscurecieron con rabia cuando le lanzó a Jaehyo una mirada fulminante, dando la razón a Jaehyo. -Eso no es tu maldito  asunto.-

 

Así que no lo eran. «Interesante».

 

Por la forma en que Yu Kwon protegía a Min Hyuk, podría parecer que lo eran. Pero deseaba que eso cambiase pronto. Jaehyo quería que los tres se llegaran a conocer mejor, desnudos, por supuesto. Ellos eran parejas, después de  todo.

 

-¿Por qué lo proteges con tanta ferocidad? - Jaehyo protegía a aquellos que quería, pero Yu Kwon iba más allá. Por lo que él había visto, era casi como una obsesión. Hacía que tuviese envidia de Min Hyuk, por tener esa lealtad de un hombre que lo amaba tan ferozmente. Él quería eso.

 

-Sigue sin ser de tu incumbencia. - Yu Kwon se apartó un poco para observar de nuevo a Min Hyuk.

 

Jaehyo suspiró y miró hacia Min Hyuk, el cual  estaba siguiendo a un hombre, señalando su collar. Los observó detenidamente. El hombre era humano, por lo que no  podría saber nada de la advertencia que había dado de permanecer lejos de sus parejas. Una sonrisa se formó en su boca, cuando uno de los miembros de su aquelarre se acercó, habló con el humano, y vio cómo el vampiro y el humano se fueron juntos.

 

Bien hecho.

 

Min Hyuk volvió a la  pista  de  baile, alzó  la  vista  hacia  Jaehyo, y sonrió, empezando a bailar para él de nuevo.

 

«¿Estás bien, pequeño cervatillo?»

 

Min Hyuk miró hacia arriba y asintió con la cabeza, su cuerpo se movía hipnóticamente con la música. Se volvió hacia un Yu Kwon con el ceño fruncido, preguntándose si debería siquiera preguntarle. -¿Te importaría bailar?-

 

Yu Kwon sacudió su cabeza negando, con sus ojos centrados en la manera en que Min Hyuk estaba bailando. Jaehyo podía ver anhelo en los ojos de Yu Kwon, una separación que se auto-exigía hacia el otro hombre. No podía entender por qué esos dos nunca habían explorado sus evidentes sentimientos por el otro.

 

-¿Te importaría que bajase a la pista?-

 

Yu Kwon se encogió de hombros sin mirar hacia Jaehyo.

- Soy un hombre adulto. Vete, puedo cuidarme solo.-

 

Jaehyo no tenía duda de eso. Incluso en un club lleno de vampiros, tenía la sensación de que Yu Kwon podía armar bronca. Parecía ser del tipo ‘notomarprisioneros, ya que él patearía cada uno de sus traseros.

 

Era una pena que su altura lo  hiciese  menos  amenazante. Pero Jaehyo sabía la verdad. Podía decir que Yu Kwon era un guerrero de corazón. El hombre era muy orgulloso, y desafortunadamente, estaba también muy enfadado. De nuevo Jaehyo quería saber todos los detalles de qué era lo que estaba pasando dentro de la cabeza y corazón de Yu Kwon.

 

Yu Kwon le había dado muy poca información,  y  cuando Changjo intentó dársela mientras estaban esperando en el    recibidor, Jaehyo se había negado a oírla. Si sus parejas no querían decírselo, tampoco querrían que se lo dijesen otros.

 

Las únicas personas de las cuales quería oírlo era de esos dos increíbles hombres que hacían que su polla se pusiese dura como el acero con cada respiración que tomaban. Se sentía como un idiota por dejar que su lujuria eclipsara sus pensamientos. Yu Kwon había dicho que ellos habían sido usados para el sexo y dolor.

 

Si había entendido de forma correcta, ellos  habían sido usados para prostituirse. La idea de que alguien los hiriese y los forzase a hacer algo que no querían, hacía que Jaehyo tuviese ganas de masacrar. Quería que los responsables de dañar a sus parejas cayeran masacrados en un baño de su propia  sangre.

 

Tanto como su cuerpo los quería a ambos, necesitaba que se recuperaran de ese infierno. Si tenía que ganarse su confianza, mostrarles su dura polla no era el camino.

 

Sabía desde la primera vez que los vio que tenía que manejarlos cuidadosamente. Simplemente no tenía ni idea de cuánta verdad había en esa certeza.

 

Jaehyo envió un mensaje mental a Jun para que  vigilara a su otra pareja. A Jaehyo le daba igual lo que Yu Kwon hubiera dicho sobre poder cuidarse solo. Era su pareja por lo que iba a ser protegido lo quisiera o no.

 

Jun apareció en la sala, permaneciendo allí con sus brazos cruzados, sus pies fuertemente anclados al suelo, y sus ojos con una mirada de ‘nojodas  conmigo.

 

Sabía que Yu Kwon estaba en buenas manos; nadie iba a acercarse a él con Jun custodiándole. Su aquelarre  no   molestaría a Yu Kwon, pero había humanos allí, y tenía enemigos que aprovecharían la primera oportunidad de usar  a  sus parejas contra él.

 

Volveré pronto, pequeño. - Se guardó la sonrisa cuando Yu Kwon le disparó una mirada amenazante. Trató de ser feroz, pero resultó cómico para Jaehyo. Su pareja era caliente como el infierno cuando se enfurecía.

 

Jaehyo bajó por las escaleras, dirigiéndose hacia el nivel inferior. Vio a su pequeña pareja charlando con uno  de  sus jóvenes vampiros. Cuando se acercó, Kikwang se apartó rápidamente. No era necesario. Sabía que el joven vampiro sólo trataba de hacer amigos.

 

Kikwang era una contradicción para la mayoría  de  los mitos que rodeaban a los vampiros. Era hablador, crédulo y  no sabía decir no. -Dije que estaba prohibido en lo referente a beber de él. No dije nada en cuanto a ser su amigo- le dijo Jaehyo a Kikwang. -No tengo ningún problema en que hables con él.-

 

-De acuerdo, Príncipe. - Sus ojos fueron de Jaehyo a Min Hyuk. -Es simpático.

 

Me alegra que digas eso.  - Jaehyo observó que Kikwang daba otro paso hacia atrás sonriendo sinceramente hacia ellos.

 

Encontraré algo que hacer.- Giró y prácticamente corrió hacia la multitud. Min Hyuk siguió con la mirada a Kikwang un momento, y luego volvió su atención a Jaehyo.

 

¿Es hora de irnos? - La mirada triste en la  cara  de Min Hyuk hizo que Jaehyo quisiera darle  consuelo, rodearlo con sus brazos y mantenerlo seguro del mundo.

 

Jaehyo se dobló por la cintura, se inclinó, y besó a  Min Hyuk en su mejilla. - No, pequeño cervatillo. He bajado para bailar contigo. - La sonrisa que iluminó la cara de Min Hyuk era deslumbrante.

 

Min Hyuk tiró de la mano de Jaehyo y lo  arrastró  hacia la pista de baile. Él siguió a su pareja cuando Min Hyuk se giró y comenzó a sacudir sus delgadas caderas. Esa era una vista realmente hermosa. Jaehyo tuvo que luchar para mantener las manos sobre él mismo.

 

Los vampiros podían hechizar a una persona  para someterla, pero parecía que Min Hyuk estaba hechizándolo a él, sólo por  el modo en que  bailaba.  Era  una  impresionante  vista que contemplar.

 

-¿Te estás  divirtiendo?  - Jaehyo  preguntó.  Min Hyuk  jadeó, su piel brillando por el sudor. El aroma de su dulce olor llegó a la nariz de Jaehyo, y se tuvo que controlar para no tomar una pequeña  muestra de la dulce fragancia.

 

—Sí. Gracias, Príncipe. —Sonrió con esa dulce sonrisa, enseñando sus blancos dientes nacarados, resaltando su brillo, haciendo que Jaehyo quisiera estar siempre con él.

 

Después de dos mil años no solo había  encontrado  a  uno, sino a dos parejas. Y lo jodido del tema, era que aún no podía reclamarlos como tales. No con un pasado que todavía los atormentaba. O al menos a uno de  ellos.

 

Lo que más le repateaba en sus  pantalones  era  que ni siquiera sabía qué había en su pasado para poder ayudarlos a curarse. Min Hyuk parecía algo más extrovertido que Yu Kwon. El hombre que hacía que su corazón saltase, parecía como si estuviera luchando por recuperar su antiguo yo.

 

Jaehyo lo aplaudía por ello. Tenía la  sensación  de  que había más sobre Min Hyuk de lo que dejaba ver. Y el pensamiento de ir quitando esas barreras, hacía que se pusiera más duro. Cuando bailaban, Jaehyo acercó a Min Hyuk, sus manos se elevaron y acariciaron el cabello de su pareja, haciéndose notable su alegría y complicidad.

 

Podía ver una chispa en los ojos de su cervatillo de   necesidad y de hambre. Estaba matándolo no darle a su pareja lo que quería. Sus dedos se deslizaron por el sedoso cabello de Min Hyuk, sintiendo el deseo que emanaba de su pareja.

 

De repente Min Hyuk dejó de bailar, levantó su mirada, con sus brillantes iris negros mirando hacia Jaehyo, y le dijo. -Hazme olvidar.-

 

Los colmillos de Jaehyo se deslizaron hacia abajo, un poco más lejos de lo que pretendía. Se inclinó hacia adelante, pasando sus nudillos por la mejilla de Min Hyuk. -A su debido tiempo, mi amor. - Colocó un rebelde mechón de cabello detrás de la oreja de Min Hyuk y acarició suavemente con sus labios a su pareja mientras se enderezaba.

 

Podía ver lo que su negativa le hacía en los ojos de Min Hyuk, el dolor de ser rechazado. Jaehyo no sabía qué hacer. Era mayor, más sabio y tenía paciencia para regalar. Pero la mirada de su pareja minaba su resolución.

 

Acercó sus labios a la oreja de Min Hyuk, inhalando ese dulce aroma antes de susurrar. -Yo te quiero. No pienses que no. Tu cuerpo, tu aroma y tus ojos, todos me  llaman.-

 

-Entonces, ¿por qué? - Min Hyuk susurró a Jaehyo, con el dolor aún en su voz.

 

-Todavía no es el momento, mi amor. - Jaehyo cerró sus puños cuando el cuerpo de Min Hyuk se estremeció, claramente excitado. Los ojos de Jaehyo se dirigieron hacia el pulso que bombeaba en el cuello de Min Hyuk, haciendo más difícil no darse cuenta de su deseo, cuando el ritmo se hizo más  fuerte.

 

-¿Pronto? 

-Sí, pequeño cervatillo, pronto.

 

Jaehyo se separó,  una  acción  que  fue  más  difícil  de  hacer de lo que había pensado. Levantó la vista para darse cuenta que Yu Kwon estaba observándolos absorto, con una mirada de necesidad patente en la cara, hasta que vio que Jaehyo miraba hacia él; con lo que el ceño fruncido volvió a asentarse en la expresión  de Yu Kwon.

 

Suspiró. Tenía a un compañero que prácticamente rogaba ser follado, mientras que el otro, iba a ser un hueso duro  de roer. Nadie dijo que la vida fuera fácil. Jaehyo volvió su atención a la pista, tomando la mano de Min Hyuk,  mientras el pequeño    hombre vigilaba sus movimientos. En ese momento Jaehyo tomó una de las yemas de sus dedos, lamiendo una  pequeña  gota  de sangre que hizo emerger.

 

La tensión en el recinto cuando el dulce aroma de la sangre de Min Hyuk se expandió, se hizo patente. Jaehyo gruñó, dejando claro que mataría a cualquiera que se acercara a su pareja. Su aquelarre miró, pero nadie se acercó.

-Ahora puedo seguirte la pista donde quiera que vayas.- Esperaba  que  Min Hyuk  retrocediera ante lo que había hecho, pero el hombre  le dirigió una brillante y adorable    sonrisa.

 

-De acuerdo.

 

Ahuecó la cara de Min Hyuk, recogiendo la sexy mirada. El hombre era la encarnación de la tentación. La urgencia de reclamarlo era fuerte. En vez de eso, Jaehyo cogió su mano y lo guió de vuelta a su sala. La pequeña degustación de su  cervatillo no era ni de cerca suficiente para satisfacer su hambre. El néctar estaba aún en su lengua cuando subían las    escaleras.

 

Ahora tenía que averiguar cómo hacer para que Yu Kwon le diera una gota de su sangre. Eso iba a estar cerca de lo imposible. Jaehyo se deslizó al interior de la sala, con Min Hyuk tras él. Con una pareja a cada lado, miró a los que bailaban abajo y comenzó a pensar en la manera de hacer que Yu Kwon estuviera de acuerdo en que lo probara.

 

El hombre no era nada receptivo. La frialdad que salía de él era suficiente para dejar seco a cualquiera.  Jaehyo  se  echó hacia atrás, pasando sus brazos detrás de él para descansar en la parte de atrás de la sala con forma de herradura.

 

Min Hyuk se acercó un poco, su cuerpo sin llegar a tocar el de Jaehyo, pero lo suficientemente cerca para dejar notar su presencia. Yu Kwon, por otro lado, se separó un poco. Tenía la sensación que tendría que enfrentarse a esos dos uno  por uno para llegar a algún lado.

 

Cuando estaban cerca los unos de los otros, la tensión  se podía cortar con un cuchillo. El aura de Yu Kwon estaba rogando por tener cerca a Min Hyuk; qué mal que su cabeza lo estaba frenando. Sonrió cuando el hombro de Min Hyuk le rozó, el pequeño humano le sonrió tímidamente.

 

- Su vino, Príncipe.- Un joven posó su vaso con la esencia carmesí que su especie necesitaba para sobrevivir. El vampiro les sonrió a las parejas de  Jaehyo.

 

-¿Les gustaría a ellos algo para beber, Príncipe?

 

-Si ellos lo desean.

 

-¿Tienes  leche? - preguntó Min Hyuk.

 

El vampiro miró a su pareja de forma extraña, enmascarándolo rápidamente cuando vio que Jaehyo miraba hacia él, retándolo a que se riera.

 

-Sí, joven Príncipe. Puedo conseguir eso para usted.

-Agua helada, por favor - dijo Yu Kwon desde el otro lado. Jaehyo  estaba  agradecido de que Yu Kwon  tuviera modales.

Puede que fuese brusco, irritable y testarudo, pero al menos tenía educación.

 

El joven se fue para conseguir las bebidas. Sabía  que conseguir la leche iba tomar algo de tiempo. Tendría que tener almacenada leche, ahora que sabía que su pareja la prefería.

 

Hong Bin se acercó, adentrándose en la sala, pero manteniéndose a cierta distancia de Yu Kwon. -Sólo quería recordarte el trabajo que tenemos entre manos afuera.-

 

Es verdad, los cuerpos de los rebeldes. Se había olvidado de ellos. -Estoy ocupado en estos momentos con mis parejas.

 

Hong Bin le hizo un guiño cómplice. Jaehyo mantendría ese lado de  su forma de vida tan lejos de  sus parejas como pudiera.

 

Puede que fuera un vampiro, pero no quería que sus parejas le mirasen como si fuera un monstruo.

 

-¿Qué trabajo? - preguntó Yu Kwon, destruyendo la esperanza de que Jaehyo pudiera ser discreto sobre ello. Mentir no era una opción de la cual fuera partícipe. Esos dos eran sus parejas, y nada debía mantenerse en secreto para ellos. Pero podía minimizarlo.

 

-Vampiros rebeldes han invadido mi club esta  noche. Tengo que  hacerme  cargo de ellos dentro de un rato.-

 

Mátalos- dijo Yu Kwon con total naturalidad. Jaehyo estaba estupefacto. Hong Bin tenía la misma mirada en su cara.

 

¿Matarlos? - preguntó a su irritable pareja. -¿Por qué no hablar con ellos, razonar con los vampiros? - Tenía curiosidad sobre la forma de pensar de su pareja. ¿Tendría un corazón de piedra? ¿No había esperanza para Yu Kwon? Incluso siendo el Príncipe de los vampiros, Jaehyo sólo mataba si era necesario.

 

-Yo aprendo de Changjo. No hablar con ellos. Ellos no escuchar. Mejor matarlos. - Yu Kwon había vuelto a su mal coreano mientras Hong Bin estaba entre ellos. Era una pena. Su pareja era muy inteligente, y odiaba ver que lo escondía.

 

-Y tú, ¿Min Hyuk? - se dirigió hacia su cervatillo.

 

Min Hyuk sacudió su cabeza negando, mirando a todo el mundo en la mesa antes de  bajar sus ojos. Estaba  diciéndole  claramente a Jaehyo que no le gustaba hacer decisiones de vida o muerte, y por lo que había visto, a su cervatillo no le gustaba tomar decisiones.

 

Hong Bin carraspeó, mirando de una pareja a otra. Jaehyo sonrió y le dio instrucciones. -Hong Bin, estos son Yu Kwon y Min Hyuk. Caballeros, este es Hong Bin, mi segundo al mando.  Si alguna vez me necesitan y no estoy cerca, él es a quien tienen que buscar, o a mi tercero, Jun, a nadie   más.-

 

Hong Bin les sonrió a ambos.

 

Hola - dijo Min Hyuk en una agradable voz.

Hola  - Hong Bin sonrió entre dientes.

 

Yu Kwon le  dio a Hong Bin un conciso movimiento de cabeza.

«Un caso difícil, por cierto». El joven trajo las bebidas de sus parejas, posando un alto vaso de leche delante de Min Hyuk y  dando a Hong Bin el vaso con agua helada, para que se lo pasara a su otra pareja.

 

Min Hyuk tomó un trago largo, lamiendo sus labios y limpiando su boca con el dorso de su mano cuando posaba su vaso en la mesa. -¿Cuántos años tienes, Min Hyuk? - preguntó  Jaehyo.

 

Veinticinco - respondió.

¿Y tú? - Se giró hacia Yu Kwon.

-Veintisiete.-

 

Sus parejas escondían bien sus edades. Él les habría echado unos veinte.

 

¿Tú? - preguntó Min Hyuk, mirando hacia Jaehyo desde debajo de sus pestañas. Pudo ver que Hong Bin curvaba sus labios escondiendo una sonrisa. Él era uno de los pocos que la  sabía.

 

-Demasiado viejo, me temo. - Jaehyo eludió contestar directamente. Este no era ni el momento ni el lugar para revelar cualquiera de sus secretos.

 

 

 

Hong Bin salió de  la salita  y  bajó las  escaleras, para ir  a    buscar a Jun. Impactado no podía ni empezar a describir cómo el Príncipe lo había  sorprendido con los dos humanos.

 

En los cuatrocientos años que había servido al Príncipe, había visto  a  Jaehyo tomar muchos amantes,  tanto mujeres como hombres. Y cuando decía visto, era literalmente; ya que incluso habían compartido algunos.

 

Pero Hong Bin nunca había visto la mirada que tenía cuando miraba a esos dos; amor y devoción absolutos que nadaban en las oscuras y tenebrosas profundidades. Cerrando la boca, fue  a través de la multitud hasta encontrar al tercero al mando tratando de convencer a un hombre para llevárselo a los cuartos oscuros.

-Necesitamos  hablar.

 

Jun abandonó de inmediato al hombre y lo siguió. El humano permaneció allí con su boca  abierta y  una  mirada  de  irritación en su  cara.

-Sé que tú lo llevaste a la reunión. - Jun asintió.

-¿Por  qué  no  me  dijiste  que  traía  a sus parejas con él?- Otra cosa era preguntarse por qué no se lo había dicho el mismo Príncipe. Directamente. El Príncipe no le respondía a nadie, pero su confiable amigo podría darle algunos datos.

 

-No tenía ni idea de quienes eran cuando los traje aquí. Me enteré al mismo tiempo que todos ustedes.

 

Así había sido, cuando el Príncipe les envió la advertencia mental para mantenerlos alejados de sus parejas. Hong Bin pasó su lengua por su labio inferior, y se dirigieron al segundo nivel donde estaban Jaehyo y sus dos parejas. El de la izquierda era increíblemente guapo. Tenía los rasgos más frágiles que Hong Bin había visto  alguna vez.

 

El de la derecha, al contrario… El tipo parecía  que estaba listo para patear el trasero de cualquiera y más. Miraba a cualquiera que caminaba hacia la mesa como  un  enemigo  y alguien a quien herir. Sus rasgos eran masculinos, fuertes y fieros. Un guerrero de corazón.

 

-Sabes que tenemos que fortalecer la seguridad. Con estos dos por aquí, no creo que tengamos la suficiente para protegerlos.- dijo Hong Bin observando la mirada de amor que el Príncipe dirigía  hacia su frágil compañero.

 

Estaba contento de que el Príncipe al fin se hubiera emparejado. Se lo merecía. Pero sus preocupaciones acababan de empezar ahora. Había rumores corriendo acerca del líder del aquelarre en el aquelarre del norte, ellos estaban cada vez más agitados, buscando expandirse. Era algo malo. El que el Príncipe estuviera tan cerca de su territorio, lo hacía peor.

 

Había sólo un Príncipe de los vampiros, y ese era Jaehyo. Podría manejarlo, sin duda. Aunque  con  sus  dos parejas ocupando su tiempo, podría estar menos vigilante. Demonios, Hong Bin no podía culparlo ni un poco. Esa era la razón por la que tenía un segundo y un tercero. Era su trabajo vigilar su espalda y las de sus  parejas.

 

Un trabajo que  Hong Bin planeaba hacer muy bien.

-Necesitamos reforzar la seguridad. Añadir algunos.

 

Jun asintió. -Yo conozco a dos tipos. Lo que pasa es que son poco ortodoxos.

 

Hong Bin sacudió su cabeza, mientras mantenía a sus ojos escaneando la multitud. Incluso cuando habían  abierto  las puertas una década atrás, los negocios habían crecido día a día. Su club era el único que abría los domingos por la  zona.

 

Tenían clientes góticos y también masoquistas. Algunos universitarios pasaban por aquí a veces, pero pronto aprendieron que no era un lugar para dóciles. Muchos hardcore frecuentaban The Manacle. Algunos alquilaban cuartos oscuros para poner en escena sus juegos.

 

No era un lugar para dos inocentones, pero ¿qué podía él hacer? Todo el aquelarre tendría que trabajar para mantener a salvo a esos dos. -Llámalos.

 

-De acuerdo, pero cuando usen “sus métodos” para mantener la paz, no me eches la culpa. Me  gustan  mis  bolas donde están -dijo Jun cogiendo su móvil.

 

Esta era una circunstancia especial por lo que a Jaehyo no le importaría usar métodos inusuales. El Príncipe normalmente no se ocupaba de las pequeñas cosas de todas formas; había relegado éstas con los años.

 

Hong Bin tenía la sensación de  que  cambiaría  con  sus  parejas por el club. Sabía que los vampiros arriesgarían la vida para proteger a los pequeños Príncipes. Era el aquelarre de Jaehyo, y estar en este aquelarre en el cual el Príncipe estaba, era un privilegio que ninguno de ellos quería perder.

 

Jun deslizó el móvil de vuelta a su bolsillo, sonriéndole a Hong Bin.  -Están  en  camino. Dales  un día de viaje.

 

Hong Bin quería relajarse.  Pero  con Yu Kwon  y Min Hyuk  ahora en el aquelarre del Príncipe, ese suspiro de alivio estaba lejos de producirse.

 

Jun rezó por haber realizado la llamada correcta. Invitar a D.K. y a Tae Ho, significaba problemas. Pero eran los mejores en lo que hacían. Ambos mantendrían la seguridad en The Manacle, sin  dudar.  ¿Pero  sería  suficiente  cuando  la  liasen?  Jun suspiró.

¿Quién sabe?

 

Ellos eran tan impredecibles como un tornado, pero efectivos. Si la liaban, el Príncipe pediría cabezas, y él señalaría, sin duda, a Hong Bin.

 

No había forma de que expusiese su trasero ante el Príncipe. Lo había  visto cabreado antes, y eso no era agradable.

 

Miró hacia el segundo nivel deseando que los humanos valieran la pena para todos estos problemas.

 

continuara...

Notas finales:

dejen rw


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